Ni Marvel ni High School DxD son de mi propiedad, pertenecen a sus respectivos autores.
Yo hago esto sin ánimo de lucro, solo para pasar el rato.
Este fic contiene/contendrá violencia, palabrotas, posible lemon más o menos fuerte y demás cosas. Leedlo bajo vuestra responsabilidad, que yo ya lo he puesto en categoría M.
—comentarios.
—"pensamientos".
—*hablando por teléfono, comunicador, etc.*
—(J.A.R.V.I.S.)
—+F.R.I.D.A.Y. +
—[Ddraig, Albion, etc.]
Capítulo 54:
NUEVO MUNDO — PARTE 05
Cuatro días habían pasado desde que se hiciera oficial la demanda de Kuroka. Rias y la nekomata mantenían largas conversaciones a las cuales se unían siempre los abogados contratados por la Gremory. A pesar de que aquellas reuniones se hicieran insoportables para la yōkai, intentaba prestar toda la atención posible. La promesa de dejar de ser perseguida y poder volver a ver a su hermana, y quizás recuperar su lazo familiar, era un gran aliciente para ella.
En cuanto a Issei, volvía a ir a su sesión de terapia, siendo esta la segunda que tenía. En toda aquella semana, y siempre que tenía tiempo libre, intentaba realizar las tareas impuestas por el psicólogo, pero no acabó de ir bien. Hizo una mueca cuando abrió la puerta del edificio. Aún le dolía el hombro por aquella pedrada, pero prefirió guardarse el insulto hacia la persona que se la lanzó mientras maldecía al psicólogo por «obligarle» a hacer aquello. Despacio subió la escalera, apretando los dientes al sentir el pinchazo en el tobillo. Caminó por el pasillo con una cara de pocos amigos hasta llegar a la puerta designada. Igual que la última vez, tocó dos veces la puerta, la cual se abrió con el sonido de un timbre eléctrico. Caminó hasta el sofá, soltando un suspiro nada más sentarse. Entonces fue cuando se dio cuenta que en el escritorio de la sala de espera había una joven de oscuros cabellos castaños que leía tranquilamente un libro. A pesar de lo delicado de sus facciones, tenía una expresión de enfado que parecía perpetua.
Issei pensó en decir hola, sin embargo, para quien suponía que se trataba de la recepcionista, su presencia le traía sin cuidado; disimuladamente llevó sus ojos a la placa que colgaba de su blusa: «Hola, soy Cassandra, encantada de poder ayudarte».
—¿Está con otro paciente? —preguntó Issei mientras se acomodaba en el sofá.
Cassandra levantó la vista de su libro para mirarlo, para mirarlo por encima de este y sin inmutarse agachó la mirada y señaló un cartel detrás de ella «por favor, mantener el silencio en la sala de espera».
—[Como diría cierta conocida: esta tía tiene un coño que se lo pisa] —comentó Ddraig en voz alta.
Issei se tapó la boca para ocultar su sonrisa y las ganas que tenía de reírse.
Cassandra sin levantar la mirada de su libro señaló un segundo cartel al lado: «la consulta se reserva el derecho de expulsar al cliente en caso de que las normas no sean acatadas»
—[Pues menos mal que yo no soy un cliente. Lo tienes crudo, compañero]
—Ddraig… ¿no te puedes callar? —le preguntó por lo bajo al dragón.
—[Vamos, ya me conoces]
—Chitón.
—¿No sabes leer o es que el ojo morado te ha dejado una contusión? —le preguntó ella sin emoción alguna.
—[En serio, adoro a esta hembra. Tiene más huevos que tú] —Issei apretó el puño, deseando poder golpear al dragón—. [Bueno, ¿jugamos a un juego? ¿Qué te parece el veo veo?]
—¿Dónde está Mark? —le preguntó finalmente a la recepcionista, saltándose las normas.
Pudo ver como Cassandra estrechaba la mirada y la comisura de su labio se curvaba en molestia. Con cierto fastidio tomó el telefonillo que tenía al lado.
—Mark, el terrorista está aquí… —La risa de Ddraig resonó en toda la sala—, vale, le digo que espere —entonces lo miró—. Has escuchado ¿no? ¿O tampoco te funcionan las orejas?
Ahora fue el turno de Issei de rodar los ojos.
—[Mujer, no te conozco, pero ya me caes bien, aunque quizás deberías cambiar lo que pone en la placa]
De pronto, una puerta se abrió y una chica de la edad de Issei, de ascendencia india, salió corriendo en llanto para pasar al lado suyo y encerrarse en una de las otras puertas. Detrás de ella apareció Mark agitado para perderse por aquella dirección.
—Panda de incompetentes —espetó Cassandra mientras seguía leyendo su libro.
—[Esto se anima]
Issei iba a decir algo, pero los gritos no tardaron en escucharse.
—¡No! ¡No voy a salir! ¡Lo dejo! ¡Dimito!
—Vamos Eileen, respira conmigo —le pedía Mark.
—¡Jade es un monstruo!
—En eso tiene razón —puntualizó la secretaria mientras pasaba una página.
De pronto una tercera puerta se abrió e Issei pudo apreciar a la mujer con la que se topó el día de su primera sesión, con una mirada iracunda, atravesó la sala sin reparar en nadie para meterse en la puerta donde Mark había entrado.
—Tres, dos —contó Cassandra—, uno.
Los gritos no tardaron en escucharse, pero tan rápido como aparecieron se esfumaron. A los pocos minutos Mark salió, cerrando la puerta a sus espaldas para suspirar.
—¿Busco otra alumna de prácticas? —preguntó Cassandra a lo suyo—. Dos más y nos dan un sorbete gratis.
—No será necesario —entonces Mark reparó en Issei—. ¿A ti qué te ha pasado? Estás para el arrastre.
—Ahora te cuento. Es muy divertido.
—[Divertido fue verlo, en serio. Fue mejor que los vídeos de Jackass]
—¿Más que esto? —preguntó señalando la puerta por la que había salido.
—[Ahí ya no puedo afirmar o desmentir. Tendría que entender el contexto y ver el desenlace]
—¿Pasamos?
Issei se levantó del sofá, caminando hacia el despacho de Mark.
—[Recuérdame que tengo que regalarle algo a Marilyn. Te ha traído a un lugar muy divertido]
—A veces olvido lo mucho que te aburres.
—[Es que no hay nada entretenido en internet]
—Ponte a ver una peli.
—[Nah, esto es mucho mejor]
—Perdóname por lo que has visto. Normalmente no pasa, pero hoy hubo una sesión de terapia de parejas que suelen ser moviditas, pero Eileen, la alumna en prácticas que has visto corriendo no estaba preparada todavía. Le ha chafado a Jade el trabajo y el resto es historia.
—Una parte de mí quiere saber cómo se lo ha chafado, pero mejor no meterme en eso —soltó un quejido cuando se sentó en el sillón.
—Es secreto profesional y mejor que no lo sepas tampoco… Bueno —Mark tomó asiento—, antes de preguntarte por tu nuevo look, podrías presentarme a tu compañero, ¿no crees?
—Que lo haga él. El muy hijo de puta no ha dejado de hacerlo desde mi espectáculo en la entrevista.
—[Ahora ya no tengo que ocultarme, compañero. ¿Sabes el gusto que da?]
—¿Y tú sabes los problemas en los que me has metido? —gruñó molesto—. Lo de la frente fue culpa tuya, maldito lagarto okupa.
—Issei —Mark lo interrumpió con un tono más serio—. Recuerda lo que te dije de hacerme perder el tiempo.
—Lo siento. Me disculpo.
—[¿Ves? Este tipo, así como nuestra amiga la ausente, pertenecen a ese aburrido grupo de personas que no se sorprende con todo el tema de alienígenas, seres sobrenaturales, magia y demás]
—Este pedazo de incordio —levantó la mano izquierda, mostrando la gema verde en el dorso de la mano— es Ddraig.
—[Un placer. Es bueno presentarse oficialmente]
—Igualmente. Una vez hechas las presentaciones y actualizada la información, debo actualizar nuestro contrato.
—"No te podías quedar callado, ¿verdad?" —recriminó Issei al dragón—. ¿Actualizar?
—Sí. Este ser el cual veo que tiene conciencia propia y habita dentro de ti, ¿está permanentemente unido a ti?
—Sí, desde antes de nacer hasta que muera.
—De acuerdo, en ese caso la cláusula que debo añadir es que ha de guardar silencio y solo hablara si yo se lo pido expresamente. En caso contrario ya sabes lo que pasa de no cumplirlas.
—¿Ddraig?
—[Puedo guardar silencio, no hay problema. Lo de hablar… Bueno, dependerá de cómo me pilles]
—No te preocupes, con que estés callado me vale. No intervendrás a no ser que lo considere necesario y siempre que Issei esté de acuerdo con ello.
Issei hizo una mueca. Mark observó como la gema brillaba para luego desaparecer.
—A veces es bastante puñetero —dijo Issei una vez la gema desapareció—. Bueno, ¿comenzamos?
—Sí. Bien, ¿has comenzado con los deberes que te pedí?
Con cuidado, Issei sacó una libreta de tamaño medio, la cual le tendió a Mark. Sin embargo, este le hizo una señal de que no hacía falta.
—De momento está bien así, sigue avanzando y cuando considere oportuno te la pediré. Primera tarea bien, ¿segunda? ¿Cómo ha ido el trabajo de campo? Puedo suponer que movidito —puntualizó arqueando una ceja con una expresión divertida al ver su apariencia.
—Bueno, la mayoría directamente se alejaba nada más saber quién era, y los menos… amables, decidieron recibirme de otra manera. Al menos pude encontrar gente que accedió a hablar conmigo, aunque la mayoría reacios.
—¿Y qué te decían?
—¿Luego de los insultos y las charlas sobre cosas que debería decir o no y cómo decirlas? Bastante variado, la verdad.
—Dame algunos ejemplos.
—Bueno… La principal diferencia era entre personas religiosas y no religiosas, o no religiosas, pero con personas cercanas a ellos que sí lo son. Las que son o eran religiosas… Incluso dentro de los mismos había diferencia: algunos se empecinaban en que todo era falso y que Dios, o los dioses, sí existían y que Thor y compañía solo eran falsos dioses; otros directamente que habían aceptado la verdad, pero les había hundido por romper uno de los pilares básicos de su vida, o que los había «liberado» …; incluso hubo una mujer que me contó, llorando, que su hermano se había suicidado luego de revelar todo eso. Al parecer fue demasiado para él.
—¿Cómo te hizo sentir eso? ¿Te enseño una foto de su hermano? ¿Pudiste ponerle cara a esa vida que segaste? —al ver la cara que puso Issei, Mark continuó—: nunca puntualicé que fuese a ser delicado. Responde por favor —le pidió mientras se acomodaba y abría una libreta.
—Sí… Le pongo cara… a él y a muchos otros...
—Descríbemelo.
—Era árabe. Tenía el pelo negro y muy largo, con la barba también muy larga y frondosa. Estaba en sus cincuenta, aunque el rostro bastante arrugado y moreno.
—¿Tenía hijos? ¿Pareja?
—No. Era un hombre soltero. Su familia era su hermana, su cuñado y sus sobrinos.
—¿Su hermana te contó cómo era?
—Un fiel creyente, bastante cabezota y de dura mollera. Alguien tranquilo que siempre cumplió las leyes del Corán y las de su país.
—No me interesa saber eso, sino más bien cómo era como hermano ¿Llegó a decirte algo?
—Sobre eso no mucho. Solo que la quería mucho y a sus sobrinos, aunque no tanto a su cuñado.
—¿Te interesaste en saberlo? ¿O solo por saber cuán creyente o fiel a su religión era?
—No pude preguntarle —se señaló el ojo—. Alguien decidió que era el momento perfecto para saltar sobre mí y golpearme. Al final otros tantos intentaron seguir su ejemplo.
—Eso no me interesa —le volvió a interrumpir—. ¿Le hubieses preguntado de haber tenido la oportunidad?
—Sí —asintió sin duda.
Issei enarcó una ceja cuando Mark se le quedó mirando fijamente sin expresión alguna.
—Estás dudando de mí.
Mark simplemente se encogió de hombros, para acto seguido apuntar algo en su libreta.
—Todavía no me has dicho cómo te sentiste al escuchar el relato.
—Mal. Fatal. Como un miserable. Ese hombre se quitó la vida por lo que revelé.
—¿Eso es todo lo qué puedes describir? Esperaba más viniendo de una de las mentes más brillantes de todo el planeta... Ya veo que el léxico no es lo tuyo.
Issei entornó ligeramente los ojos.
—Lo siento si mi léxico no está a la altura de tus expectativas.
—Pero si lo estuvo para decir lo que dijiste.
—¿Qué es lo que estás esperando que diga? Lo siento si no me salen otras palabras para describir cómo me sentí.
Mark no dijo nada, simplemente apuntó en su libreta.
—¿Dónde estaban estas personas con las que hablaste?
Issei alzó los ojos, pensando.
—Estados Unidos, México, Brasil, Sudáfrica, Alemania, Egipto, India, Laos y Australia.
—Veo que has abierto fronteras, eso está bien. Pero reformulo mi pregunta: esas personas con las que hablaste ¿cómo eran las zonas en las que vivían? ¿Estaban cerca de algo en concreto como una iglesia? ¿Cómo eran sus barrios? Puedes decirme lo más llamativo que consideres o una descripción general si eran similares, ya cuando lea tu cuaderno veré con más detalle sin prestar atención a su entorno.
—¿Lo más llamativo? En cada lugar que estuve busqué las tres clases sociales: alta, media y baja. Lo más curioso es que el número de creyentes era mayor en las familias o personas de clase media y baja, mayormente en estas últimas. Los que más se vieron afectados por lo que revelé, a nivel personal, pertenecían mayoritariamente a estas dos clases.
—¿Cómo hiciste para dar con tantos creyentes? Me sorprendería que hubieses ido casa por casa tocando a la puerta dada tu actual reputación.
—No es tan difícil como crees. En la mayoría de esos países, la mayoría de la población es creyente y las ciudades y pueblos están llenos de templos, templos situados en todo tipo de barrios.
—¿Visitaste las iglesias y templos?
—Admito que no demasiado. No por nada, pero soy el enemigo número uno de las religiones y el Cielo me tiene echado el ojo, no de manera agradable, por supuesto. Que me acerque a una iglesia podría no resultar nada bien.
—Y las pocas veces que lo hiciste, ¿algo que destacar de lo que viste?
—Bueno… si había feligreses, lo cual ha disminuido exponencialmente desde aquel día, la mayoría no me miraba con buenos ojos y unos pocos me recriminaban y exigían que me fuera. Los que están a cargo de los templos son bastante más educados… a veces. Se niegan a hablar conmigo.
—Esas personas que te miraban con malos ojos, que te pedían que te fueses ¿observaste algo en concreto en ellas?
—¿A qué te refieres exactamente?
—Si te detuviste a ver sus rostros.
—Fuera del desprecio, indiferencia o molestia… nada. Prefería no iniciar conflictos de ser posible.
—Comprendo —dijo Mark tomando nuevas notas.
Issei no pudo evitar suspirar. Cada vez que hacía una pausa silenciosa para escribir algo su interior se revolvía.
—¿Todo bien? —siguió Mark sin apartar la vista de su cuaderno—. Me gustaría que cuando estés aquí sientas la confianza de no guardarte nada, no solo por presión del contrato que hay de por medio.
—Bueno… Admito que no… Cuando haces eso siento un pequeño revoltijo en mis tripas.
—¿Por qué?
—Supongo que pienso en lo que estás escribiendo y me da por pensar que puede no ser bueno. Culpa de las pelis y series.
—¿Qué piensas que puede haber aquí escrito?
—No lo sé. Creo que eso es lo que provoca esa sensación.
—¿Tienes miedo a descubrir que eres alguien malo?
Issei guardó silencio, pero Mark pudo notar que había dado en el clavo. No era que tuviera miedo a tener defectos, pues todos los tenían, sino algo más, algo mucho peor.
—¿Qué es para ti una mala persona?
Issei suspiró por lo complicado de la pregunta. Tardó bastante en responder, pero Mark no apremió.
—Supongo que… alguien que hace cosas que sabe que están mal y lo hace por placer, no por una buena necesidad… Que, a pesar de hacer dicha acción, no siente remordimientos por ello…
—Esta definición de lo que es una mala persona para ti, ¿piensas que es una idea que tú mismo has ido construyendo por ti solo? o, por el contrario, ¿consideras que es algo sobre lo que has trabajado? Es decir ¿alguien te enseñó y tú tomaste esos valores o base para ir puliendo la idea?
—Creo… creo que es cosa mía.
—¿No crees que nadie en mayor o menor medida haya podido influir? Tu padre, tu madre, amigos cercanos, ninguno de ellos ha aportado algo.
—¿Películas y series cuentan también? —parecía que bromeaba, pero nada más lejos de la realidad.
—Adelante.
—No tengo muchos recuerdos de mis padres biológicos, Tony… No, ni en broma… Bueno… Iris y Tom siempre han sido mis brújulas morales, y Pepper siempre ha intentado enseñarme bien, pero estoy seguro de que ya tenía esa idea de antes.
—¿Tienes en estima ese ideal? Es decir, ¿consideras que sea una brújula guía?
—Sí.
—¿Es vital para ti?
—¿Vital?
—De suma importancia para ti.
Issei bajó la mirada, pensativo.
—Sí —afirmó al tiempo que levantaba la vista.
—Entonces, si nos remontamos a la declaración que hiciste, esta encaja en la definición que me has dado sobre qué es una mala persona para ti y por consiguiente rompe con esa bruja guía que consideras de vital importancia.
—Yo sí tengo remordimientos por lo que hice —se defendió molesto.
—¿Los tienes? ¿O es solo la respuesta que todos esperan oír de ti? Porque todo tu círculo piensa que sigues siendo una buena persona después de todo.
—Sí, los tengo —volvió a afirmar, furioso por cómo Mark le había cuestionado, pero inspiró profundamente, tranquilizándose—. No tengo duda alguna.
—¿Defiendes tus ideales ante todo?
Issei relajó el cuerpo, apoyando la espalda en el respaldo.
—Los ideales pueden cambiar cuando llega algo o alguien que te demuestra que estás equivocado o que pueden ser mejores.
—¿Pensabas eso cuando hiciste la confesión o actuaste en función de lo que creías que, en el fondo de ti, me da igual si era por placer o no, venganza, remordimiento, da igual; era lo correcto?
—Cuando me enteré sobre la muerte de Dios, ardí en deseos de contarlo, que el mundo lo supiera… pero era imposible que me creyeran o tomaran en serio… Cuando ocurrió lo de Nueva York, o más bien después de la batalla, poco antes de la entrevista, volví a replanteármelo, y el saber lo que la Alianza hizo… Sí, creí que lo más correcto era revelarlo. Después de todo, ¿qué más daba? El mundo acababa de ver a dos dioses, un ejército alienígena, yōkais, demonios y ángeles. ¿Cómo no aprovechar aquel momento para que el mundo conociera de una vez la verdad sobre las religiones?
—¿Considerabas que era necesario que el mundo cambiará? Abrir una nueva página en blanco.
—Consideraba, y aún considero, que la humanidad debe dejar atrás su creencia en los dioses, o falsos dioses, y avanzar sin esa necesidad llena de tantas mentiras y límites.
—Y pensaste que tú podías iluminarlos.
—Solo pensé que nadie lo haría. Muy pocos conocían ese hecho, y los mismos no iban a anunciarlo a todo el mundo porque no les convenía. Por eso lo mantuvieron en secreto más de mil años.
—Entonces, ¿qué te diferencia de una religión?
Issei enarcó una ceja.
—¿Perdón?
—¿Eres consciente de que tu discurso replica el de otras tantas doctrinas religiosas? Da igual los hechos o las pruebas, consideraste que tenías una verdad al igual que otras tantas, que esa verdad era la mejor al igual que otras tantas, y por tanto debía de ser revelada, como tantas otras han hecho. Todas las religiones han hecho arder el mundo y derramado sangre por esa verdad, ¿no has hecho tú lo mismo?
—Muchas personas a lo largo de la historia han hecho lo que yo y no empezaron nuevas creencias o religiones.
—¿Cómo estás tan seguro de ello?
—Aristóteles, Alhacén, Karl Landsteiner, Nicolás Copérnico, Galileo Galilei, Charles Darwin, Isaac Newton, Albert Einstein, Stephen William Hawking… Todos esos hombres revolucionaron el mundo, hicieron que las ideas inamovibles de sus respectivas épocas se tambalearan y cayeran, siendo sustituidas por las nuevas verdades del mundo, y ninguno de ellos comenzó una nueva religión. Descubrieron algo que desmentía lo que se sabía en su época, abrieron un nuevo horizonte y lo compartieron. La diferencia entre ellos y yo es que yo fui un capullo insensible que no supo cómo tratar adecuadamente esa revelación.
—Ahora te respondo yo: sí, estoy de acuerdo con lo que dices. Yo no estaría aquí sin esas ideas. Pero también te pregunto, y quiero que me respondas con un sí o un no: ¿plantearon esas personas una idea colectiva en la mente de muchos? ¿Esa idea creó seguidores de esa verdad? Con independencia del entusiasmo o la intensidad, ¿nacieron por así decirlo feligreses de ese pensamiento? Recuerda, sí o no.
Issei volvió a alzar una ceja. Lo que él entendía por feligrés era todo lo relacionado con la religión.
—No —respondió, aunque no muy seguro de su respuesta.
—El ser humano no es más que un animal que necesita categorizar y ordenar en cajas el mundo que le rodea con tal de darle un orden a las cosas. Religión solo es una palabra utilizada para darle nombre a aquello que busca darle una respuesta a las preguntas que son intrínsecas a la existencia misma del ser humano: ¿de verdad hay algo más allá? ¿Venimos solo para morir? ¿Mi existencia simplemente se basa en un proceso biológico? ¿Todo lo que soy, seré y fui son simples reacciones químicas? O ¿de verdad existe un alma? ¿Esto solo es una simple etapa más del camino? Creo que coincidirás conmigo es que no es algo fácil de responder y que tampoco se puede quitar del ser humano: todos necesitamos creer en algo, sea espiritual o no; creemos.
«Las religiones lo habrán hecho mejor o peor, no discutiré sus métodos y tampoco los aprobare; pero todo esto empezó con el simple deseo de dar respuesta a esa parte espiritual que todos tenemos; igual que la ciencia busca otro tipo de respuestas enfocadas a un campo concreto. Al final todo esto genera seguidores, las ideas dan lugar a formas de pensar que son seguidas y como te dije necesitamos categorizar para encontrar paz: científico, feligrés, son solo palabras; nombres que hemos otorgado para poder diferenciar algo que es igual para todos y es el de una persona que sigue esos ideales. Tampoco debes olvidarte que al final, quienes están al mando de todo esto, son personas como tú y como yo, seres imperfectos y con motivaciones y pensamientos diferentes que chocan y formas de actuar que no tienen por qué encajar en la ética, en cualquier parte: desde el más humilde pescador, hasta el científico más prestigioso, hasta la persona que nos gobierna o aquella que nos da apoyo espiritual. Son personas como tú y como yo, solo que tienen una posición de poder diferente».
Mark hizo una pausa.
—Cuando hablábamos sobre lo que los afectados te contaban, no te he preguntado por las preguntas que les hacías porque con las respuestas que me dabas, podía intuir que inconscientemente o no dirigías la conversación hacia el tema de cuan creyente y devota era. No te has parado a preguntarles qué significaba la fe para ellos, cómo se sentían después de haberla perdido… si se sentían solos o no, por ejemplo, o qué consecuencias están teniendo no solo espiritual sino en general porque la caída de la religión se ha llevado consigo muchas organizaciones que relacionadas o no, obraban en ayudar, en construir un mejor mundo, en darles oportunidades y todo eso se ha esfumado con solo las palabras y posición adecuada.
—Entonces, esa necesidad de creer en uno o varios dioses, aunque no tengan nada de divino, ¿es necesario para el ser humano? —preguntó tranquilamente luego de haber escuchado las palabras de Mark—. No hablo del alma o de la vida después de la muerte, pues ambas existen. No, yo hablo de lo divino.
—¿Eso es con lo que te has quedado?
—Solo es una pregunta personal. No es con lo que me quedo.
—Los dioses son solo la respuesta que se dio en aquel momento para intentar explicar las cosas que por aquel entonces el ser humano era incapaz de comprender, y seamos claros, es más fácil pensar que hay una entidad divina que nos guía y que actuamos a través de ella, que pensar que nuestras acciones son las responsables de nuestros actos.
—Esa es la idea que quería desmentir, pero… Nunca fue mi intención acabar con lo espiritual.
—¿Sirvió de algo? La religión siempre seguirá existiendo, te guste o no. Puedes arrancarla, prohibirla, pero el ser humano siempre encontrará algo en lo que creer o venerar con tal de dar un sentido a esas preguntas. Es como respirar, siempre lo harás hasta el día que mueras.
—Eso parece —dijo para después suspirar.
Se sentía muy cansado mentalmente, tanto que se masajeó la cabeza con ambas manos.
—Por hoy la sesión ya ha acabado. Creo que hemos hecho interesantes avances. Sin embargo, tengo algo una nueva tarea que añadirte a las que ya tenías, solo será por esta vez antes de la próxima sesión.
—Sorpréndeme —dijo con una leve sonrisa.
—He grabado todo lo que hemos hablado, te lo voy a pasar integro para que lo escuches otra vez con calma, pero si me interesa que te detengas en una parte: cuando me comentas los sucesos de la batalla de Nueva York, la oportunidad que tuviste para desvelar todo, así como la respuesta que yo te doy, de que tus acciones no se diferencian de las de una religión y del debate de las ideas y seguidores. Quiero que le prestes especial atención a eso, así como a la última parte, pero quiero que lo hagas en un punto en concreto de la ciudad de Nueva York.
—¿Cuál?
—No estará vinculado con la batalla, retrocedemos un poco más en el tiempo.
—Ya te lo dije, sorpréndeme.
—Quiero que vayas al bajo Manhattan y escuches esas partes en el Memorial del 11S. Date una vuelta por la zona, atiende a tus palabras a la vez que observas el lugar, ve también al museo. Puede ser interesante que esas palabras estén presentes también cuando leas la información que hay ahí. ¿Entendido? Y no olvides hacerlo con respeto —Intrigado por aquella extraña petición, Issei asintió—. Bien, eso por un lado. Ten por seguro que voy a pedirte el cuaderno después de eso, así que tiene un aliciente para hacer las cosas mejor. Por otra parte, como te he dicho, quiero mejorar la relación entre nosotros, que tengas confianza en mí y no me consideres un juez, jurado y verdugo; por lo que te iba a proponer que cuando yo considere que haces un esfuerzo notable y avances, te permitiré hacerme una pregunta; lo que desees y yo te responderé con sinceridad y sin este discurso del terapeuta. ¿Te parece bien?
—Si… creo que sí… —respondió un tanto sorprendido por la propuesta.
—De acuerdo, con respecto a tu siguiente sesión. Te dije que comenzaremos a relatar tu historia desde tu infancia, me he puesto en contacto con Marilyn para solicitarle un quinjet, ¿sabes pilotarlo? —Issei asintió—. Bien, haremos un poco terapia de choque.
—Debo admitir que me ha sorprendido que S.H.I.E.L.D. haya accedido a esta petición.
—Trato a la mitad de sus activos, consigo que no se vuelen la cabeza después de los traumas que viven; creo que es un trato justo ¿no crees?
Issei se encogió ligeramente de hombros.
—Cómo te dije haremos una terapia de choque, pero no del todo porque en este caso no quiero que sea sorpresa. Te aviso para que estés preparado en la medida de lo posible, el punto de partida y donde comenzarás a contarme tu infancia será en el edificio donde murieron tus padres.
El cuerpo del Stark quedó completamente tenso al tiempo que abría sus ojos todo lo humanamente posible. Incluso había dejado de respirar. Ese era el último lugar al cual pensaba que le fuera a llevar. Es más, no había pisado aquel lugar desde el accidente.
—¿De acuerdo?
—… De acuerdo —afirmó con gran esfuerzo.
—Bien. Ahora, si me disculpas, tengo que ir a buscar a mis hijos al colegio. Nos vemos en una semana y media para que te centres en tu tarea y asimiles todo. Cassandra te dará la información que necesitas para que sepas lo que te vas a encontrar allí. Hasta la próxima.
Con un gesto de cabeza, Issei procedió a salir del despacho mientras Mark comunicaba a Cassandra, usando el teléfono que tenía en su escritorio, la información que debía dar a Issei. Cuando la recepcionista tuvo la información, esperó a que el susodicho llegase a la recepción donde le tendió un sobre sellado con el logotipo de S.H.I.E.L.D. impreso.
—Espera... ¿Eres agente? —preguntó incrédulo.
—Circulando, si eres tan amable.
Aún sorprendido, y echando leves vistazos a Cassandra, quién volvía a su libro, Issei abandonó la sala.
—[Vaya, eso sí ha sido totalmente inesperado]
—Pues sí, la verdad. Por cierto, me sorprende que hayas decidido guardar silencio. Normalmente le habrías mandado a freír espárragos.
—[Entiendo la situación. Que me parezca una nimiedad o no es otra cuestión. Si tú estás dispuesto a esto, yo respetaré esa decisión. Es sencillo]
—A veces me sorprendes, ¿sabes?
Mirando al exterior, Issei observó la calle muy ajetreada, por lo que se colocó las gafas de sol y salió afuera.
XXXXX
No fue al Monumento 11S ni al museo dedicado al mismo aquel día, ni al siguiente. Entre las distintas estrategias discutidas con los abogados, el trabajo en la Legión de Hierro, su entrenamiento con Ddraig, y otros asuntos que ocupaban su cabeza, aquella misma tarea había desaparecido de su mente.
Pero el día veintiuno de junio llegó otra fecha importante. Si bien no era algo que le afectase directamente, sí lo hacía en menor medida: el inicio del juicio de Kuroka. En una de las salas superiores de la Torre, el trío compuesto por Issei, Tom y Kuroka esperaba a que la hora llegase. Millicas Gremory les había entregado la noche anterior el sello de los Gremory para que la yōkai pudiera estar presente, aunque fuera a través de la magia, en el juicio, así como le explicó lo básico para el mismo.
Kuroka observaba el sello con recelo mientras esperaba que este se activase, señal de que era el momento. Tom colocó una cómoda silla a su lado para que la colocara encima del sello, tal y como había indicado Millicas.
—Me estoy poniendo nervioso —dijo el artista en un intento de relajar el tenso ambiente.
—Será raro —comentó Issei desde el sofá, leyendo un libro—. Digo, te veremos ahí, sentada, hablando sin escuchar o ver lo que tú verás.
—Si tampoco escuchamos sería como un mimo.
—¿Los mimos abren la boca?
—Pues fíjate tú que no estoy seguro.
Kuroka rodó los ojos, paseando de un lado a otro, pero en todo momento con un ojo puesto en el sello. Se sentía intranquila, algo anormal en ella. Había vivido y experimentado muchas cosas, pero aquel juicio era lo que más le había aterrado hasta el momento. ¿Quizás por las consecuencias del mismo? Podría ser.
—¿Te has fijado en que tú estarás así dentro de poco? —Issei miró a Tom, enarcando una ceja—. ¿Qué? No es broma. A ver, no lo harás de manera holográfica ni mágica, sino que estarás sentado frente a los jueces, con tus abogados a tu lado y la acusación en la mesa contigua.
—Gracias por recordármelo. Ya ni me acordaba —dijo Issei con sarcasmo.
—Viene bien que te lo recuerde de vez en cuando, ¿no te parece? —Sacándole la lengua, Issei volvió a su lectura—. Y tú recuerdas todo lo ensayado, ¿no?
—Sí, sí. No seas pesado —se quejó Kuroka ante la pregunta de Tom.
—No me malinterpretes, pero eres de las personas que suelen pasar de todo y hablan con burla todo el tiempo. No eres la primera persona que conozco que es así, y por eso mismo quiero asegurarme de que en verdad entiendes lo que te estás jugando.
—¿Quieres dejar de lanzarme puyas?
Tom miró a Issei con una sonrisa inocente.
—Sé lo que me estoy jugando. Lo tengo muy presente todo el tiempo —dijo Kuroka cruzándose de brazos—. No es necesario que me lo recuerdes.
—De acuerdo. De acuerdo. Bueno, pues esto parece que está por empezar —comentó viendo cómo el sello comenzaba a parpadear, señal de que el juicio estaba por comenzar.
Estrechando los ojos, Kuroka colocó el sello en el suelo, en el centro de la sala. Cuando el sello se activó creó un círculo mágico de dos metros de diámetro. Tom colocó la silla, pudiendo observar que en verdad estaba en una sala de un juicio. Algunos le miraron extrañados, pero el artista solo saludó sin decir nada. Volteó, comprobando que en verdad no podía ver el resto de la sala, sino el propio juzgado. Pudo ver a Rias y algunos otros demonios conocidos, por lo que les saludó con la mano. Ellos devolvieron aquel gesto. Una vez la silla fue colocada en el lugar indicado, Tom salió del sello, volviendo a estar en la sala de la Torre.
—¿En verdad me he ido? —preguntó a Kuroka e Issei.
—No, has seguido aquí. Por cierto, ¿a quién saludabas? —curioseó el Stark.
—A los jueces, al juzgado, creo que a la fiscalía y, por último, pero no menos importante, a Rias, Sona y compañía.
—Entonces todo está bien —Issei cerró el libro y se colocó junto al sello, mirando a Kuroka—. ¿Lista?
La nekomata observó la silla con desconfianza, pero al final accedió. Suspirando pesadamente, se sentó en la silla. Nada más entrar en el sello, el mundo cambió para ella, pero no para los otros dos. El rostro de disgusto y asco de la yōkai era digno de admiración.
—No sé por qué, pero creo que te verás igual —comentó Tom divertido.
—¿Tú crees? —cuestionó su viejo amigo.
—Pues sí. Por cierto, ¿has puesto un micro en la silla?
Issei le miró ofendido, negando con la cabeza.
—No, no lo he hecho. ¿Por qué debería?
—Bueno…
—Oye, oye, ¿qué imagen tienes de mí?
—Oh venga hermano. Has hecho cosas como esa más veces de las que vas a aceptar.
—Pero siempre era por un buen motivo.
—¿Y este no lo es?
—Ya tengo a alguien que me informará.
—¿Rias?
—Todos ellos. Además, no hay nada que pueda hacer. El gobierno demoníaco me ha vetado.
—Y con razón. ¡Toma referencia!
Issei rodó los ojos, apoyándose en el sofá, cruzándose de brazos. Ambos dejaron de mirarse para observar a la nekomata. Esta no había cambiado su gesto agrio, y no se había movido del sitio o abierto la boca.
—Cuánto desprecio en sus ojos. Pocas veces he visto miradas así —comentó Tom luego de quedarse frente a ella, agachándose para verla mejor—. Bueno, si te soy sincero, he visto bastantes más en este último mes.
—Teniendo en cuenta que le hundieron la vida y han ido tras ella con clara intención de matarla…
—Anda mira, como tú —La mirada que le dirigió Issei solo le hizo sonreír—. Oooh venga hermano. Te lo estás tomando todo muy a pecho. Venga, tienes que relajarte un poco.
—Llevas puteándome bastante rato. ¿Estás muy aburrido?
—En verdad estoy viendo si sales de aquí y haces la tarea del loquero.
—¿Loquero? ¿Acaso tú no…? Oooh… Hijo de puta.
Tom estalló en carcajadas.
—En serio hermano, tienes que recuperar un poco el sentido del humor.
—¿Acaso has olvidado mi situación? Me declararon la Guerra Santa y tengo una diana gigante apuntando a mi cabeza.
—Nada nuevo teniendo en cuenta que ya muchos te querían muerto por ayudar a crear a Iron Man y luego por todo lo que has hecho como el Dragón Rojo. Además, por mucho que muchos lo deseen, es algo que no llevarán a cabo. A lo mucho tirarte piedras, pero nunca con intención de matarte.
—Oh, genial. Solo quieren lanzarme piedras.
—Tienes la armadura.
—No voy con ella todo el día.
—Pues quizás deberías ir practicando.
Issei bufó, volviendo a sentarse en el sofá, junto a su libro.
—Qué largo se va a hacer esto.
—Oye, si te quieres entretener, puedes venir a ver esto. Estoy intentando ver qué dice la gatita.
Issei ladeó la cabeza, observando a Kuroka atentamente. En verdad, la yōkai estaba hablando, pero se le hacía imposible saber lo que decía.
—Si Marilyn estuviera aquí, sabría que está diciendo —dijo Issei volviendo su mirada al libro.
—Una de las cualidades de ser una agente de S.H.I.E.L.D. Oye, ¿de cuántas horas eran las sesiones?
—¿Las suyas o las mías?
—Oh venga hermano, no seas tan egocéntrico —Tom sonrió ampliamente—. Obviamente me refiero a las suyas.
Issei entrecerró los ojos, mirándole de reojo.
—Cinco horas, con un descanso de media hora, si no recuerdo mal.
—Entonces nos quedan dos horas y media… Hum… ¿Echamos un parchís?
Issei no pudo centrarse en la partida del parchís ni en nada que le sugiriera Tom. Si bien parte de su mente estaba centrada en el juicio, a pesar de no ver ni escuchar nada, la otra parte estaba muy sumida en su propio juicio. Le quedaba un mes y poco y cada día era un suplicio. Una parte de él estaba deseando que llegase cuanto antes. La espera le mataba más que el miedo a las posibles sentencias del juicio. Y claro, los abogados no es que le tranquilizasen, sino todo lo contrario. Él ya sabía cuáles podrían ser las peores consecuencias y no le agradaba que se las estuvieran repitiendo cada vez que se reunían. A excepción de sus actos como superhéroe, los demás cargos serían imposibles de anularlos y estaban dando todo de sí para mitigar el daño. Para eso les pagaba.
Solo cuando trabajaba podía aislarse. La Legión de Hierro presentaba diseños de Iron Man únicos, diversos y entretenidos de diseñar y montar; sus propios proyectos en la empresa e individuales también servían para evitar pensar en el juicio que se aproximaba. El poco personal que tenía en su departamento, luego de las renuncias presentadas luego de su declaración post Batalla de Nueva York, también trabajaban al mismo ritmo y nivel que antes, aunque eso suponía que los proyectos tuvieran que retratarse. No podía pedirle más debido a la situación de la empresa. Si bien no estaba en bancarrota, aún seguía recuperándose del casi quiebre.
Y, por último, pero no menos importante, la empresa que iba a formar con los Héroes Sobrenaturales de Nueva York. Dado que ellos no podían formar parte de la empresa, entiéndase con aporte de capital o regulados en la sociedad, tuvo que pensar seriamente en buscar a un segundo, alguien que pudiera dirigir la empresa, ser su líder ya que él no podía o se iría a quiebre nada más crearse. Por suerte estaba tratando aquello luego de una pequeña invitación a potenciales inversionistas para la nueva empresa.
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(Flashback)
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Issei observaba nervioso la puerta que permitía a la gente del recibidor ingresar en la torre, o más bien en la mitad superior. Alzó la vista, observando aquel enorme espacio vacío lleno únicamente de aire y por algún que otro puente que conectaba las dos mitades separadas por aquel vacío. Pepper había tenido la idea de no mencionar la nueva empresa en la invitación. No estaban muy seguros de cómo reaccionaría la gente, por lo que la inmensa mayoría de los presentes pensaban que sería algo relacionado con Industrias Stark. La nueva empresa era demasiado delicada para que aparecieran miles de personas queriendo tener parte del pastel. Solo necesitaban a una persona con ciertas cualidades y capacidades.
Cuando Pepper ingresó junto con Tony y todos los invitados, Issei respiró profundamente. No era la primera vez que hacía algo semejante, aunque en los casos anteriores no estaba la situación como lo estaba actualmente. Nada más Pepper y Tony explicar el verdadero motivo de la invitación, un notable número de posibles inversores decidió marcharse de allí. Incluso uno dijo: «prefiero no ganar todo ese dinero antes que invertir en algo creado por este maldito homicida». Fue algo un tanto impactante para Issei. Las ganancias estaban más que aseguradas, pero el ver que su mala fama superaba ese deseo de ganar dinero y prestigio era algo sorprendente.
Los que decidieron quedarse no dudaron en hacer preguntas, sobre todo la más importante: ¿qué pasaría con el dinero invertido si la cosa no salía bien? Por suerte ya estaban preparados para algo así y las respuestas parecieron aliviar un poco.
Entonces Issei se fijó atentamente en un hombre: estaba en sus cincuenta años, cabeza rapada (o quizás enteramente calvo), y sentado en una silla de ruedas automatizada. Con pasos decididos se acercó hacia él. Nunca antes había podido conocerlo en persona y no pensaba desaprovechar aquella ocasión… y esperaba que no saliera mal… no mucho.
—Charles Francis Xavier —saludó Issei con una amplia sonrisa, una que mostraba un gran respeto y admiración—. Es un gran honor conocerle personalmente.
El hombre giró su silla para encararle, alzando el cuello para poder verle a los ojos.
—Issei Hyoudou-Stark. Un placer.
Ambos estrecharon sus manos.
—He leído su trabajo. Es una auténtica autoridad líder en genética y mutación.
—Gracias por tus palabras. Yo también he visto tu trabajo tanto en la empresa como el otro, aunque es una desgracia que las cosas hayan continuado por este camino.
El Stark ya se esperaba aquellas palabras. Si bien el tono era de reproche, no le parecía duro ni que hiciera sentencia.
—Un error imperdonable y el cual ya no puedo cambiar.
—¿El decirlo o el cómo?
—El cómo, sin duda.
Charles asintió.
—Debo decir que me sorprende verle aquí.
—¿Y eso?
—Bueno… Ya sabe…
El profesor volvió a asentir.
—Entiendo, pero no podía perder esta oportunidad, al menos no sin saber los pros y los contras. Además, creo que este proyecto que está por comenzar puede ser la piedra angular de algo nuevo, grande y maravilloso, algo que pueda dar paso a una coexistencia pacífica en nuestro planeta entre humanos y no humanos.
—Sí, esa es un poco la idea. Supongo que como eminencia de la genética y la mutación estará muy interesado en los sobrenaturales.
—Por supuesto. Estudiar su genética sería un sueño para mí. Pero además de por ello, también porque soy una autoridad en poderes psíquicos, al menos en humanos.
Issei parpadeó varias veces, creyendo haber escuchado mal.
—¿Perdón?
El profesor le hizo un ligero gesto con la cabeza. Issei asintió, por lo que ambos se alejaron del resto.
—Debo suponer que eres conocedor de personas con poderes psíquicos —dijo el profesor. Issei asintió—. Bien. Yo poseo uno.
—¿Usted? ¿En serio?
—Desde luego.
Issei alzó una ceja, mirándole un poco escéptico.
—A ver, no me malinterprete, pero no es la primera vez que alguien me dice eso y resulta ser mentira o que usaba magia o un Sacred Gear.
El profesor sonrió levemente.
—"Espero que esta demostración sea suficiente para ti".
Issei alzó las cejas cuando escuchó la voz del profesor en su cabeza.
—"¿Ddraig?"
—[Es telépata]
— "¿Me ha leído la mente?"
—[No, y no creo que lo haga sin tu consentimiento. Parece un hombre que no usa así sus poderes a menos que sea necesario]
—Impresionante —murmuró el más joven de los dos—. En serio tiene poderes.
La sonrisa del profesor creció un poco.
—Cómo puedes ver, no eres el único con capacidades.
—¿Y para qué quiere que hablemos en privado? A ver, entiendo lo de ocultar esto, pero…
—Tengo entendido que estás buscando a alguien para poner de administrador en esta nueva empresa.
—¿Quiere ser administrador?
—Como supongo que sabrás, fundé la Escuela Xavier para Jóvenes Talentos. Todos creen que es una escuela privada para personas excepcionales, como puede ser el MIT, solo que en este caso la creé para enseñar a las personas con capacidades a explorar y controlar sus poderes. Aunque claro, una cosa no quita la otra.
—¿Cómo lo ha hecho? Digo, un lugar así, lleno de personas con capacidades, ¿no suele ser algo que destaca?
—Tengo mis métodos —contestó con una sonrisa misteriosa. Issei no pudo evitar preguntarse si S.H.I.E.L.D. sabría algo de aquello—. Lo importante es que todas esas personas han mantenido sus poderes ocultos, igual que nosotros, pero ahora se ha abierto la probabilidad de no tener que ocultarlos y poder vivir una vida normal con ellos.
—Entiendo, aunque creo que sería peligroso. Los gobiernos, la gente temerosa, reencarnación…
—Lo sé. Pero creo que, con el tiempo, podría dejar de ser una utopía para convertirse en una realidad.
Issei se cruzó de brazos, pensativo. Miró al profesor de manera analítica.
—[¿Me cuentas?]
—"No sé Ddraig…"
—[Puedes fiarte]
—"¿Cómo lo sabes?"
—[Digamos que hemos intercambiado visiones]
—¿Ha hablado con Ddraig? —cuestionó Issei asombrado.
—Es así, y me disculpo si te molesta.
—[En verdad he sido yo el que ha hablado con él. Uno no suele encontrarse telépatas]
—Vaya…
—¿Y bien?
Issei pegó los labios y se pasó la lengua por los dientes, pensativo.
—Yo me fío de Ddraig, y él parece fiarse de usted.
—No es necesario que me des una respuesta ahora. Él —dirigió su mirada a la gema verde— ya ha visto mi visión y mis intenciones. Te las contaría, pero me temo que tengo que irme con urgencia —señaló su teléfono móvil. Había recibido un mensaje y parecía urgente—. Cuando tengas una respuesta ven a la Escuela, o llama. Esperaré paciente.
—Sí, claro. Un placer haber podido conocerle.
Ambos volvieron a estrechar sus manos.
—Igualmente. Y espero y deseo que todo esto se solucione de la manera más pacífica posible. Demasiado se está sufriendo.
—Lo sé… Lo sé…
Con una ligera inclinación de cabeza, el profesor se alejó, yendo hacia uno de los ascensores.
—[Esto ha sido interesante. El primer humano con poderes psíquicos que te encuentras, ¿eh?]
—Pues… creo que sí. Digo, hasta ahora todos poseían Sacred Gears o tenían poderes por medio de la magia, reencarnación o ascensión.
—Tú mundo se está ampliando, pero, aun así, queda muchísimo que ver… si sigues vivo para ello]
—... Eso… Tú con ánimos…
—[Soy realista. ¿Y bien?]
—Bueno, admito que eso de que sea fundador de una de las escuelas más prestigiosas del mundo le hace ser un buen candidato a administrador, y si encima de todos sus alumnos poseen capacidades…
—[¿Pero?]
—¿Ese es motivo suficiente para elegirlo a él y no a otros? No sé, siento que es favoritismo.
—[¿Qué te preocupa? Además de eso]
—Que no sé quién es. ¿Cómo fiarme?
—[Eso ya te lo digo yo: puedes fiarte. Como ya hemos dicho, ambos hemos hablado y me he permitido leer un poco su mente. Es poderoso y hábil] —Issei alzó una ceja—. [Si lo es, lo es. No tengo ningún problema en admitirlo. La cuestión es que ese hombre no tiene malas intenciones con respecto a tu proyecto. Según vuestra moral y ética, sería una persona bastante adecuada tanto en sentido administrativo como en recursos y capital, por no hablar de sus buenas intenciones. Ya con esto, me retiro]
Issei hizo una mueca, pensativo. Luego de unos segundos volvió con el resto.
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(Fin flashback)
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—OH, parece que ha llegado el descanso.
Issei abrió los ojos, saliendo del recuerdo. Habían pasado varios días desde que se llevara a cabo aquella invitación a posibles inversores y aún no tenían claro a quién elegir. Si bien Charles Xavier estaba entre los más destacados, no podían descartar a los demás. Era cierto que el profesor tenía un plus por lo de su escuela, pero tenía que ser muy concienzudo con ello. Incluso Pepper compartía aquella opinión. Ya no le sorprendía que existiera un lugar así.
—¿Qué tal ha ido? —preguntó Tom mientras se levantaba del sillón luego de pausar el videojuego.
Kuroka tenía muy mala cara. No estaba molesta, estaba furiosa.
—Ese hijo de puta —siseó con asco y desprecio.
Issei se incorporó, apoyando el brazo en el respaldo para mirar a la yōkai.
—¿Nos cuentas? —interrogó.
—Estaba ahí —respondió Kuroka cruzándose de brazos.
Sus dos colas estaban rígidas y erizadas al tiempo que realizaban movimientos muy rápidos. Sí, estaba más que furiosa. Ambos humanos se miraron de reojo, esperando más información. La nekomata bufó.
—El hijo de mi antiguo amo.
—Aaaaamiga. Ahora entiendo. No estaría contento.
—El muy desgraciado ha aprovechado para lanzar mentiras todo el rato hasta casi sacarlo de la sala, aunque solo ha sido una amenaza. El juez no lo echaría jamás. Se nota que está de su lado.
—Muy ciega no parece ser su justicia —comentó Tom.
—¿Te extraña?
—En verdad, para nada. Bueno, miento, un poco sí. Pensaba que este juicio era mediático.
—Y lo es —aseguró Kuroka—. La sala está llena de periodistas. Estoy segura de que no me habrían dejado ni subir al estrado. Es más, habrían ratificado mi sentencia de muerte si no llega a ser por eso.
—Touché. Y bueno, has subido al estrado, ¿eh?
—Sí. He contado mi versión de los hechos y he tenido que responder a preguntas de ambas partes.
—¿Han ido a pillar? —preguntó Issei.
—Han intentado darle la vuelta a cada palabra que he dicho.
—Bueno, lo esperábamos. ¿Y qué tal?
Kuroka sonrió con sarcasmo.
—Que en ese caso tendría que haber ido a la justicia para denunciarle. Serás cabrones.
—Cágate lorito —silbó Tom—. Que señores huevazos.
—Esto va a ser una pérdida de tiempo.
—A ver, solo han sido… tres horas. Queda mucho juicio por delante —intentó animar Issei—. Aunque bueno, justicia demoníaca…
—Dejemos esto para después. Mejor come algo y relájate lo que quede de descanso —propuso Tom a Kuroka.
El resto del juicio pareció continuar sin problemas. Para cuando hubo terminado, Kuroka y Rias expusieron sus respectivos puntos de vista: la yōkai lo veía todo negro y una pérdida de tiempo, pero la demonio les aseguraba que el juicio iba todo lo bien posible, algo dentro de sus previsiones. Ahora solo podían esperar al día siguiente.
XXXXX
Las luces de las farolas y los focos iluminaban la zona. Casi no había nadie a aquellas horas, lo cual era un alivio. Observó atentamente el Monumento. Había pasado por allí unas pocas veces en toda su vida y le resultaba impresionante, al menos al principio, pero esta vez debía intentar verlo con otros ojos, o al menos otra mentalidad. Se colocó los auriculares en las orejas. El audio de la sesión estaba listo, preparado, para comenzar a reproducirse. En verdad esperaba captar algo de lo que Mark esperaba, pues si le había mandado aquello sería para algo, ¿no?
Pulsó en la pantalla táctil y el audio comenzó a reproducirse. Empezó la visita en la piscina sur, donde antes se encontraba la Torre Sur. Según había leído, el significado tras las dos piscinas era «ausencia hecha visible, aunque el agua fluye hacia los vacíos, nunca se pueden llenar». En el borde de las mismas estaban inscritos los nombres de las casi tres mil personas asesinadas entre el ataque terrorista de hacía diez años y el del año noventa y tres. Era estremecedor pensar que muchos de los fallecidos aún no habían sido identificados.
La siguiente parada, luego de dar una vuelta entera a la piscina, fue al conocido como «El Árbol Superviviente». El árbol sobrevivió al atentado y pudo recuperarse con cierta ayuda. Le recordó a otro árbol que tenía un significado parecido, uno de resistencia y perseverancia, pero no lograba recordar cuál era.
—[¿Has hallado una respuesta?] —preguntó Ddraig luego de un rato.
—Siento que me está comparando.
—[Explica]
—¿Es necesario? Eres capaz de leer mis pensamientos.
—[Pero es bueno que lo digas]
Haciendo una mueca, Issei dio un giro de trescientos sesenta grados para echar un nuevo vistazo a todo el lugar.
—Este acto de crueldad fue hecho por unos extremistas. Creen conocer la verdad absoluta y combaten, o exterminan, a aquellos que no creen lo mismo que ellos o lo niegan. Causaron casi tres mil muertos… Y siento que compara mis motivos con los suyos.
—[¿Acaso tú no creías tener una verdad absoluta?]
—Lo mío es un hecho probado —respondió al dragón—. No se basa en la fe, sino en los hechos. Es algo demostrable que no deja lugar a dudas.
—[Tienes las manos manchadas con más sangre que ellos, pero de acuerdo. ¿Algo más?]
—Yo…
Issei se llevó una mano a la barbilla, acariciándose los pelos de la barba.
—[Vuelve a escuchar la conversación dentro del museo]
Con un gruñido se dirigió al museo. Este, que había comenzado su construcción hacía un tiempo, estaba actualmente sin terminar. En diciembre del dos mil once, la construcción del museo se detuvo temporalmente debido a disputas entre la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey y la National September 11 Memorial and Museum Foundation sobre la responsabilidad de los costos de infraestructura y en marzo de este mismo año se iniciaron las conversaciones sobre el tema. La construcción estaba planeada reanudarse en septiembre y no terminaría hasta, quizás, dentro de dos años.
En verdad nadie podía entrar allí, salvo los que trabajaban en las obras, pero moviendo unos cuantos hilos logró entrar y verlo de arriba abajo, al menos toda parte accesible.
Nada más entrar pudo ver los llamados «Tridentes»: dos fragmentos de las columnas de acero recuperados y que formaban parte del soporte estructural exterior de la fachada este de la Torre Norte. Lo siguiente fueron las «Escaleras Supervivientes»: esa escalera y las dos escaleras mecánicas adyacentes proporcionaron una salida sin obstáculos para cientos de personas que intentaban escapar. El siguiente objeto en llamar su atención fue un fragmento de la antena de la Torre Norte, siendo seguido por un camión de bomberos con la cabina cortada, la escalera parcialmente aplastada, y la parte trasera aplastada, quemada y oxidada. Lo último que vio fue la llamada «Última Columna». Una historia triste era la que la envolvía.
—[¿Y bien?]
—Agh… No lo sé, Ddraig. No logro ver qué era lo que esperaba Mark de mí al hacerme venir aquí y escuchar la sesión, más precisamente toda esa parte sobre los ideales y la religión.
—[Lo que tienes de genio respecto a la ciencia y la tecnología lo tienes de idiota en todo lo demás]
—¿No me puedes dar una pista?
—[Esto es cosa tuya, compañero. Además, ya conoces mi opinión]
—Lo sé, pero…
—[Aún es temprano. Mi consejo es que no te centres tanto en lo que causaste ni en este atentado. En sus palabras está la clave para que sepas en qué pensar exactamente. Escúchalas atentamente, pues no están escondidas precisamente]
Maldiciendo que aquel ser milenario no soltara prenda, Issei volvió a darse una vuelta por la parte del museo accesible, yendo nuevamente al exterior, más precisamente a las piscinas y el árbol. En todo momento escuchó y re escuchó la última parte de la sesión, antes de que Mark le dijera que la había grabado. Intentó hacer lo que el dragón le había dicho, pero no logró hallar respuesta. Molesto consigo mismo, y en parte con los otros dos, se sentó en un banco, observando las piscinas.
La última parte de la sesión se centraba en qué significaba la fe y la religión para las personas y por qué él había revelado aquella verdad. ¿Hubiera sido mejor, tal vez, mantenerla oculta, no revelarla? ¿Qué tan importante era realmente la fe para los creyentes? Rememoró su encuentro con Irina en la Torre. Siempre achacó aquel actuar a la caída de la Alianza y a que los suyos estuvieran siendo perseguidos como si hubieran vuelto a tiempos de la Antigua Roma y su persecución de los cristianos. Pero, ¿y si no era del todo así?
Ahora que recordaba: a pesar de conocer la verdad sobre su supuesto dios, ella, al igual que muchos otros, seguían manteniendo una fe imperturbable hacia Dios. ¿Por qué? Si bien podía ser un tipo con cierta clase de capacidades, ¿por qué adorarlo como un dios? Podía entender que a Jesús lo veneraran de la misma manera que a Buda, Gandhi o Martin Luther King, pero…
¿Qué tanta necesidad tenía el mundo de creer en algo divino? ¿Por qué necesitaban a uno o varios dioses para dar sentido a sus vidas?
Sin duda la fe llegaba a ser tan importante para algunos que sus vidas habían perdido todo el sentido. ¿Por qué? ¿Por qué basar el sentido de una vida en la fe o la religión? ¿Por qué basarlas en eso? Una cosa era lo espiritual, pues esta no estaba necesariamente ligada a algo divino, pero lo divino en sí… Llegaba a entender las palabras de Mark, pero no las comprendía. Su única conclusión fue: miedo.
¿Miedo a qué exactamente? Miedo a carecer de un sentido, a que sus vidas no tuvieran ninguno. Miedo a que la realidad fuera tan decepcionante, tan triste y monótona, que necesiten creer en algo divino, para así dar sentido a todo.
—[Bueno, no vas muy desencaminado, según mi parecer]
—¿Tú crees?
—[¿Recuerdas que yo no veo las cosas desde vuestro punto de vista? Lo que a mí me parece acertado, a ese niño le parecerá errado y viceversa]
—Pues entonces mejor si no me das la razón.
—[De acuerdo]
Nuevamente con la mente en completo silencio, Issei volvió a pensar en el razonamiento que le había llevado a aquella conclusión. En ese momento no lograba hallar otra respuesta, otra explicación. Observó nuevamente las piscinas, el árbol y el museo, intentando comprender la fe que debían tener los que estaban a ambos lados: los que cometieron el ataque terrorista y los que sufrieron las consecuencias, pero nuevamente llegó a la misma conclusión. ¿Estaría errado? Le era imposible saberlo. Quizás Mark pudiera iluminarle un poco cuando hablaran de esta tarea… En verdad lo dudaba. Seguramente le saldría con otra cosa y le mandaría otra tarea de raciocinio.
Al final, luego de no saber cuánto tiempo, se levantó, sintiendo cómo su trasero y piernas se le habían dormido. Con una queja por aquella sensación, se encaminó de nuevo a la Torre. Ya tenía suficiente de romperse la cabeza pensando por aquel día.
—[Aunque no es lo que él esperará]
Issei entrecerró los ojos. Intentó que Ddraig le explicara aquellas palabras, pero el ser mitológico solo le dijo: «tu razonamiento se ha centrado mucho en una cosa que si bien no está desligada a lo que ese psicólogo quería que pensases, tampoco es lo que quería exactamente». Bueno, le quedaban seis días hasta la próxima sesión con Mark. Tenía tiempo para darle vueltas… esperaba… Si bien era cierto que tenía que tomarse la terapia en serio, también tenía demasiadas cosas en la cabeza. De pronto la imagen de Marilyn mirándole molesta le llegó a la mente. Soltando un suspiro decidió que la terapia tenía que escalar puesto en su lista de prioridades.
Tengo la sensación de que os estoy aburriendo con estos capítulos llenos de psicología y juicios, pero os digo que es algo necesario. Issei necesita un cambio muy profundo y mi amigo and122 (que es psicólogo) me ayuda a tratarlo. Obviamente no pondré todas las sesiones, sólo las que nos parecen las más importantes. Respecto a los juicios, el de Kuroka lo trataré por encima, sin profundizar. El de Issei aún no sé cómo lo llevaré a cabo, pero sí creo también necesario que se lleve a cabo. Es uno de esos eventos del UCM que me dejaron a cuadros por la falta del mismo (no del juicio, sino de la reacción ante la revelación). Pero tranquilos, valdrá la pena, estoy seguro. Si no, no lo escribiría ja, ja, ja.
¿Alguien se esperaba lo del Profesor X? Me juego los huevos a que no ja, ja, ja. Pero ya os dejo claro que aquí no existen los mutantes. Si bien Agentes de SHIELD y las demás series ya no son canon (a excepción de las nuevas: Loki y demás), voy a coger cosas de ellas, y en Agentes nos mostraron que hay humanos con capacidades psíquicas (como uno que poseía piroquinesis), pero esto no los hace mutantes como en los comics, sino personas con poderes psíquicos. Y tampoco tendrán los poderes de los comics, sino algo más «normal»... quizás... Tampoco afirmo o desmiento que tengan participación importante más adelante ni siquiera que existan los personajes de X-Men además del profesor, aviso.
Ahora los comentarios:
Tenzalucard123
Esto ya se ha convertido en un fic de esos ja, ja, ja. Pero oye, sigue siendo necesario. Yo nada puedo hacer.
Alejandro Sandoval Ahumada
Bueno, en verdad "importante" solo será el de Issei. Como habéis visto, este será algo por encima. Intento meterle en todas las pelis que puedo, pero en otras solo puedo hacer menciones a dichos eventos.
omega9028
Homicida es el término correcto, incluso lo cambié en el capítulo anterior.
Lo que le queda aún.
Goku SSJ DIOS SSJ3
Nadie se esperaba lo de Bikou y Kuroka. Me gusta sorprender. Issei… pufff, no digo nada.
Lo de Happy también me hizo mucha gracia. Y a ver, Pepper es una mujer alta y delgada, Kuroka es más bajita y esbelta. Obviamente no le vendría nada ja, ja, ja.
Fueron cosa para la Mark del momento. No se hará mención a ellos.
Puede ser. No afirmo ni desmiento nada.
Zitfeng
Tengo un par preparadas para Cap. América 2. Bueno… (silba mientras retrocede disimuladamente).
Pd: por favor, si alguien ve o recuerda si he hecho alguna mención a los X-Men en este fic, por favor, que me diga dónde.
Sin más que decir, me despido.
¡Nos leemos!
