Ni Marvel ni High School DxD son de mi propiedad, pertenecen a sus respectivos autores.

Yo hago esto sin ánimo de lucro, solo para pasar el rato.

Este fic contiene/contendrá violencia, palabrotas, posible lemon más o menos fuerte y demás cosas. Leedlo bajo vuestra responsabilidad, que yo ya lo he puesto en categoría M.

—comentarios.

—"pensamientos".

—*hablando por teléfono, comunicador, etc.*

(J.A.R.V.I.S.)

—+F.R.I.D.A.Y. +

—[Ddraig, Albion, etc.]


Capítulo 55:

NUEVO MUNDO — PARTE 06


Issei entró en la consulta. Para su sorpresa, la sala de espera estaba desierta, no había rastro de la recepcionista con cara de culo y todo estaba sumamente tranquilo, nada del cotidiano caos que había presenciado las últimas veces. Además, todo estaba pulcro y el olor a limpio llegaba a saturar.

De pronto, una de las puertas se abrió y de ella salió la mujer británica acompañada de la alumna en prácticas.

—Recuerda, no digas nada, no te muevas, si puedes evitar respirar, hazlo.

La joven detrás de ella asentía repetidamente a las diversas órdenes que Jade le daba. Entonces fue cuando ambas notaron su presencia.

—No contábamos con ningún paciente hoy —dijo Eileen nerviosa—. ¿Por qué está aquí? ¿Qué hace aquí?

Pero antes de que se pusiera nerviosa, Jade le dio una orden para que se callara.

—Por él no te preocupes, no estará mucho tiempo —la manera en la que hablaba, como si no estuviera ahí, le resultaba irritante.

—Oh, estás aquí —dijo Mark entrando por la puerta que estaba detrás de él—. Perdón por no avisarte, te iba a decir de vernos fuera. Hoy no es un buen día.

—¿Por qué? —curioseó al ver el nerviosismo de los tres.

—Evaluación. La jefa de la consulta viene a ver cómo es nuestro desempeño y si todo funciona según el código establecido. Nada fuera de lo común, simple formalidad.

—Eso dilo por ti. Gabrielle es como un lobo: muy bonito, pero sabes que si puede te arrancará la tráquea de un bocado —objeto Jade.

—¿Tanto miedo da? —preguntó Eileen palideciendo.

—No asustes a la cría —entonces miró a Issei—. Es menos de lo que parece, solo que como tratamos a activos de S.H.I.E.L.D., un comité gubernamental exigió que alguien de los suyos estuviese a cargo de la empresa. Pero Gabrielle no es para tanto, solo es una burócrata más.

—No mientas —le corrigió Jade—. Que tú, al igual que los demás, le tienes miedo, y más cuando sabes que nos tienes entre ceja y ceja a todos por tu culpa.

—¡Eso fue hace mucho tiempo! Que lo superé ya.

—Me importa una mierda. ¿Tú no sabes acaso el dicho de que todo se devuelve? Por tu estúpido intento de probar cuan hetero eras nos jodiste al resto.

—Que sea profesional y no mezcle vida personal y trabajo, como hacemos todos.

—Tan profesional que vas y no tienes los cojones de encararla.

—Puestos ya: te tiras a su mano izquierda y todavía no has conseguido nada para la empresa. Por no hablar que es paciente mío, Jade, así no funciona la ética.

—Habló el que le cobra favores a S.H.I.E.L.D. De tonto no tienes un pelo, ¿eh Mark? La ética también para lo que queremos, pero varios años trabajando para ellos y tampoco veo ninguna mejora sustancial de tu parte.

Issei y Eileen se miraban el uno al otro. La joven india estaba sumamente nerviosa mientras los otros seguían discutiendo, hasta que el timbre sonó y el silencio colmó todo. Sin embargo, la discusión siguió en susurros.

—Ya es la tercera vez que me dejas tirada con ella, Ferguson. Esta me la guardo.

—Pero si tengo trabajo, ¡¿qué hago?!

—Organizarte la agenda, igual que yo.

—Pero si organizar para ti es tener de esclava a la alumna en prácticas.

—Se supone que esto es un espacio fuera de juicios.

—Para lo que te conviene.

—Ferguson —lo amenazó.

—Te prometo que la próxima estaré aquí y seré yo el que se encargue de ella.

—Eso espero, ¿te haces una idea de cómo termino después de las reuniones?

—Me lo puedo imaginar. ¿Te recuerdo que se vengó de mí?

—Oooh, el corazón no es lo único que te va a romper... Suerte que tengo a esta como tributo.

De pronto llamaron a la puerta y los tres se tensaron. Rápidamente se colocaron en formación de cara a esta. Issei observó aquello con un cierto deje de asombro. Jade le hizo una señal a Eileen para que abriera la puerta. La alumna en prácticas respiró profundamente y se acercó para girar el manillar y lentamente abrirla.

—Buenos días, señorita Aplin —le respondió Eileen con la cabeza gacha y perfectamente entrenada.

Issei observó cómo Mark le daba una mirada de reproche a Jade, quien le respondió encogiéndose de hombros. La alumna de prácticas se hizo a un lado para dejar a la vista una mujer de estatura media vestida con un impoluto traje blanco. Lo más llamativo y sorprendente para Issei fue que era idéntica a Cassandra, con la diferencia de que su cabello era de un castaño más claro casi tirando a rojo y su semblante era más tranquilo.

—Tú debes de ser la alumna de prácticas —respondió con acento británico—, un placer —dijo al tiempo que le acariciaba el brazo en un gesto reconfortante para luego enfocarse en ellos—. Buenos días equipo.

Issei pudo comprender el respeto que le tenían. Frente a ellos había una mujer que mostraba una gran autoridad con su simple presencia. Le recordaba un poco a Fury.

Seguida de ella había otras dos personas, una a cada lado, ambos vestidos impolutamente: una mujer rubia con pinta de estadounidense, se atrevería a decir que neoyorkina, a su derecha y a su izquierda un joven asiático, de piel morena y cabello ondulado. A este no sabrían dónde situarlo.

—Así que los rumores eran ciertos —comentó cuando lo vio—. Ha acudido a nuestros servicios el joven del que todo el mundo habla. Supongo que su caso estará dentro de tus capacidades, ¿no Mark?

—Sí —Issei pudo ver cómo tragaba con dificultad.

—Bien, sabes qué cabeza rodará en caso contrario de no ser así.

—Si me disculpas, Gabrielle, tenemos una sesión ahora y debemos desplazarnos.

—Empiezo a pensar que me estás evitando —Jade tosió a su lado—. Bueno, no importa, dada la situación actual es mejor que te centres en tu trabajo —Mark no respondió, solo asintió. Entonces ella se enfocó en la otra terapeuta—. Bueno, señorita Thirwall ¿comenzamos?

—Por aquí —les señaló con falsa amabilidad.

—Sara, Tae; si sois tan amables de darle los informes.

—Eileen los informes.

Y la conversación se perdió en uno de los pasillos. Cuando Mark e Issei salieron a la calle, el terapeuta no pudo evitar encender un cigarrillo.

—Esa hija de puta… no la soporto. Sabes qué cabeza rodará en caso contrario de no ser así —imitó con voz aguda—. Es una zorra.

—Desde luego no se anda con tonterías. Sinceramente, no soporto la burocracia ni a quienes desempeñan esa labor.

—Bueno, burócrata… Solo es una forma de llamar a una de sus muchas facetas. Esa tía es peligrosa, el gobierno la tiene de su lado porque saben el alcance que tiene. Tú dinamitaste el sistema espiritual tal y como lo conocíamos, ella podría arrasar todo lo demás con facilidad… Quizás deberíamos juntaros a ver qué pasa… y creo que he hablado más de lo que debía.

—Oye, por probar —continuó Issei con una sonrisa ladina.

—Déjate de tonterías, ya tengo suficiente contigo como para preocuparme de ella… Jade, te llevo en mi corazón, pero no voy a negar que te la he jugado… bueno, ¿estás preparado?

—Tengo el quinjet preparado —señaló con el pulgar al exterior.

Asintiendo complacido, ambos salieron de la sala, caminando por el pasillo hasta la salida.

—Bien, a eso llamo eficiencia, pero nuevamente no me refería a eso, así que si puedes responder a mi pregunta te lo agradecería.

—Sí… lo estoy —respondió con cierta dificultad en su tono de voz.

Sin embargo, para Mark aquello no pasó desapercibido, y como respuesta arqueo una ceja, mientras se cruzaba de brazos.

—¿Esa es la respuesta que quieres que oiga o la que quieres oír tú?

Issei suspiró.

—No puedo negar que me va a resultar difícil y doloroso. No he pisado ese sitio desde el accidente… Pero puedo hacerlo.

—Bien, eso era lo que quería oír desde un principio —le comentó mientras caminaban a la aeronave—. Por cierto, ya tienes un strike, dos más y las sesiones se acaban.

Ahora fue el turno de Issei de levantar una ceja, mirando dudoso a Mark.

—¿Un strike? ¿Qué he hecho?

—Falta de sinceridad, ¿tal vez? Te dije que iba a ser muy estricto con nuestro contrato.

—He dicho que estaba listo, no que fuera a ser fácil —se excusó no entendiendo dónde estaba esa falta de sinceridad.

Mark no respondió, simplemente se encogió de hombros. Una vez estuvieron afuera, Issei lo guio hasta un descampado cercano donde estaba la aeronave. La rampa descendió, permitiendo a Mark ingresar en el vehículo aéreo.

—¿Sabes llegar hasta allí o prefieres tener las coordenadas exactas?

—Sé cómo llegar —contestó con total seguridad mientras se sentaba en el asiento del piloto.

—Bien, adelante entonces —Mark tomó asiento en la silla del copiloto.

Con un ritmo marcado y casi automático, mostrando que ya conocía de memoria el procedimiento, Issei hizo despegar la nave. Primero ascendió suavemente hasta alcanzar la altura adecuada, haciendo avanzar la nave a una velocidad exponencial. En poco tiempo alcanzaron gran altura y una gran velocidad. Les llevó un par de horas llegar hasta el desierto. Mark quedó ligeramente impresionado, pues el vuelo entre Nueva York y Los Ángeles duraba más de cinco horas.

—Ya hemos llegado —murmuró Issei.

Mark observó a través de los cristales. Estaban en medio del desierto de Nevada. El único edificio que aún quedaba en pie, o al menos parte de él, debía ser el mirador, el cual supuso que era donde estaban todos observando la prueba. Issei aterrizó no muy lejos. Con suavidad, la nave tocó tierra. Mark procedió a levantarse mientras la rampa bajaba. Al no escuchar pasos que le siguiera, volteó para mirar a su paciente. Al principio pensó que estaba mirando la nada, pero cuando se acercó un poco más observó lo que parecía ser un monumento que destacaba entre el resto del desierto por su tono grisáceo.

Inspirando profundamente, Issei se levantó del asiento, caminando hacia el exterior. El calor del desierto era sofocante, por lo que cogió un amplio sombrero tejano y una botella térmica con agua. Mark hizo lo mismo, haciendo una mueca cuando el viento abrasador le golpeó en la cara. Rodearon la nave, caminando bajo el ardiente sol hasta quedar a medio metro del monumento.

Mark apreció la falta de cualquier resto de la prueba, pues sin duda alguna, el monumento fue construido posteriormente. Allí, escrito en una placa, estaban los nombres de todos los que fallecieron en la prueba, incluyendo los nombres de los padres de Issei. Después de todo, solo dos personas tenían el mismo apellido que él.

—¿Sabes qué significa el monumento?

—¿Un homenaje a los fallecidos en esta prueba?

—Sí, hasta ahí llegamos todos. Solo te pregunto si sabes lo que representa con su forma. Para ser tan listo, no lo aparentas.

Una tenue sonrisa asomó en el rostro del Stark. Alzó la mirada de la placa para observar mejor el monumento: se trataba de una serie de figuras, empezando por dos seres humanos encendiendo una hoguera, continuando con distintos avances científicos a lo largo de la historia, siendo el último una planta de fusión nuclear, la misma que intentaron crear sus padres sin éxito.

—Es un homenaje a todos los avances científicos que ha habido a lo largo de la historia, o más bien a todos los científicos que han aportado a la misma. Son incontables las vidas que la ciencia se ha llevado en pos de avanzar, pero siempre ha sido gracias a esas mismas personas que han dado su vida que la ciencia es lo que conocemos hoy en día.

—¿Y dices que nunca has estado aquí? —cuestionó con una ceja arqueada.

—No. Nunca he pisado este lugar... desde el accidente.

—¿Ni siquiera cuando era el aniversario de la muerte de tus padres?

—Recomendaron a Tony no acercarme aquí cuando era pequeño y luego, con los años, decidí rendirles homenaje de otra manera, sin tener que venir aquí.

—¿Cómo?

—Es una tradición japonesa. Al igual que en Occidente está el Día de los Muertos, en Japón tenemos el O-bon, una fiesta celebrada entre el trece y el dieciséis de agosto. Si soy sincero, me recuerda un poco a cómo lo celebran los mexicanos.

—¿Qué es lo que se hace?

—Son tres días de recordatorio a las almas de los difuntos. En esos días se realizan celebraciones festivas, bailes, desfiles y encuentros en los que abunda la alegría, la música y los buenos deseos. Es como un colorido carnaval donde no faltan juegos, bailes y celebraciones veraniegas al aire libre y siempre hay buenos trozos de sandía. Normalmente se divide en tres celebraciones, una por cada día:

«El Tōrō nagashi. En esta se lanzan farolillos de papel a las aguas de un río para que guíen guía a los espíritus de los muertos hacia su camino al otro mundo. Se realiza la primera noche del Obon.

El Bon Odori es la celebración al aire libre en la que suenan tambores ceremoniales y la gente se reúne a cantar, bailar y comer en honor a los difuntos: «La música debe ser alegre para dar la bienvenida a las almas de los ancestros y la gente debe mantener un humor alegre».

Y por último el Gozan no Okuribi, que es un festejo especialmente vistoso: es la última noche del Obon cuando los difuntos que nos han visitado vuelven a su retiro en el otro mundo».

—¿Y esto lo celebrabas en Estados Unidos?

—Hay comunidades japonesas en la Costa Oeste, así como están las famosas Chinatown. Me solían llevar a ellas.

—¿Cuánto tiempo llevas practicándolo?

—Desde que tengo memoria. Recuerdo que una vez incluso fuimos a Kioto. Era impresionante.

—¿A día de hoy también?

—Sí, aún lo hago.

—Curioso.

—¿Qué es curioso?

—Que alguien que rechaza la religión y tomó la decisión que tomó, la practique.

—Bueno, desde que conocí a Ddraig sé que existen las almas y el más allá, pero admito que lo hago más por tradición que por fe, como la Navidad.

—¿Cómo te sentías cuándo llevabas a cabo esta tradición?

Issei se cruzó de brazos, pensativo. En honor a la verdad, nunca había pensado en cómo se sentía, simplemente llevaba esa tradición a cabo.

—No sabría decirte.

—Inténtalo. No tiene por qué ser una respuesta elaborada.

El Stark se permitió un breve periodo de tiempo para pensar en cómo se sentía siempre que llevaba a cabo aquella tradición.

—Triste… nostálgico… ¿Un poco alegre, quizás?

—¿Por qué dirías que alegre?

—Cada religión tiene su más allá, incluso el propio universo lo tiene. Esa fiesta me hace pensar en que quizás las almas de mis padres hayan podido ir al más allá japonés y estén descansando. No eran muy religiosos, pero tampoco eran ateos. Es más, eran más religiosos de lo que yo he sido jamás.

—¿Eso te daba paz? ¿Tranquilidad?

—Sí, lo hace.

—Y pensar que te tomaste la potestad de arrebatarle esa sensación al resto de los habitantes del planeta.

—¿Solo por decir que los dioses pueden morir? En verdad creo que las abrahámicas son las únicas en la que sus dioses, o dios en este caso, es inmortal como tal.

—Eso no es lo que yo he visto en las noticias. Hasta donde yo sé, se habla de una crisis religiosa a nivel mundial o ¿acaso eres tan ignorante como para pensar que, si unas no caen, no lo harán otras? Esto es como un dominó: si una pieza cae, todas lo harán.

—Lo que quiero decir es que no se ha negado la existencia de esos paraísos e infiernos, sino todo lo contrario. Se ha demostrado que en verdad existen.

—¿Y que lo hayan demostrado ha servido para detener todo esto? Porque de ser así, ¿porque sigue habiendo la crisis que hay?, ¿por qué te siguen juzgando a ti?, ¿por qué el número de muertes sigue en ascenso?

—No me refería a que saber eso detuviera todo esto, sino a que los creyentes saben que es bastante probable que sus fallecidos estén en el paraíso de su correspondiente religión.

—Yo no veo que eso haya servido de algo. Más bien me parece un premio de consolación: oye me lleve por delante todo tu mundo, pero tranquilo, que tus seres queridos siguen estando ahí. ¿De qué sirve eso, cuando el nexo de unión entre ambos mundos ha sido roto?

—No lo sé —admitió luego de no obtener una respuesta satisfactoria.

—Pues ya sabes en qué puedes pensar. ¿Seguimos?

Issei asintió como respuesta. Dándose la vuelta, ambos hombres se dirigieron hacia el mirador., aprovechando para beber agua porque el calor abrasador y el árido viento les secaron las gargantas. Cuando ingresaron en las ruinas del edificio, suspiraron de alivio. Si bien seguía haciendo un calor de mil demonios y que el ardiente aire seguía dándoles en la cara, ahora tenían sombras en las cuales ocultarse del astro rey. Mientras se limpiaba el sudor del rostro y suspiraba de alivio, Mark pudo apreciar que Issei se quedaba viendo un punto fijo: un lugar frente a donde suponía que hubo un enorme ventanal, del cual ahora no quedaba nada, solo parte de la estructura. Se acercaría a ese lugar, pero hacía demasiado calor y prefería quedarse un rato a la sombra.

—¿Recuerdas este sitio?

—Con toda claridad, todo detalle. Creo que jamás se borrará de mi memoria.

—Nárramelo entonces.

—Como estoy seguro de que habrás supuesto, ahí —señaló hacia los restos de la estructura donde estaba la ventana— había un enorme y grueso ventanal, el único en todo el edificio. Se suponía que debería haber resistido la explosión, pero no fue así. Esta misma sala era blanca y el suelo de mármol. Había varios megáfonos y aspersores. Allí enfrente —ahora señaló con la cabeza— había una pequeña sala que llevaba hasta la central. Era la única entrada y la única salida de la misma. Estaría a unos… ¿doscientos metros? Más o menos. Justo detrás nuestro estaban los aseos. Y bueno, a nuestra izquierda estaba el recibidor, que debo decir era más agradable a la vista, más… ¿colorido? Sí, creo que esa sería la palabra adecuada.

—¿Qué se veía al otro lado del ventanal?

—La central y parte del pasillo cerrado que conectaba la misma con este edificio.

—¿Nos acercamos?

Con un leve gesto afirmativo, ambos abandonaron la agradable sombra, volviendo a estar bajo el sol abrasador del desierto. Issei se colocó en el mismo lugar desde el cual vio la central aquel fatídico día. Hizo una mueca por ello.

—¿Qué más recuerdas de ese día?

—Que hacía tanto calor como hoy. Este lugar estaba a rebosar de gente rica, militares y observadores. No me agradaba.

—¿Sabrías decirme quiénes eran?

—Solo recuerdo a Tony. El resto son personas sin rostro.

—Así que Anthony Stark estaba presente ese día también. ¿Sabes la razón de ello? Ahora, digo.

Issei se rio por la pregunta, pero no era una burla.

—Por supuesto. Su razón era la misma que la de la mayoría: una prueba para crear una central de fusión nuclear completamente operativa. ¿Sabes lo que pasará cuando se consiga crear una y que sea eficiente?

—No, dímelo.

—Sería el fin de las energías fósiles. Imagina una fuente de energía ilimitada y limpia.

—Sí, suena muy bonito.

—S.H.I.E.L.D. intentó hacer algo semejante con el Teseracto, pero… Bueno, prefirieron crear un arsenal.

—¿No has pillado la ironía?

—Yo solo lo comentaba.

—A lo que quería llegar, ¿cómo estás tan seguro de que la razón de que todos los presentes estuviesen ese día era por ver la creación de una nueva fuente de energía?

—¿Insinúas sabotaje?

—No. Simplemente me parece curioso que creas que el interés de todas esas personas era una energía limpia e ilimitada.

—Quizás porque sería más potente —sugirió con un ligero encogimiento de hombros.

Por la forma en la que Mark se le quedó mirando supo que iba a decir algo, pero que por su profesionalidad se mordió la lengua.

—Conmigo puedes ser todo lo franco que quieras. No tienes que guardarte nada —le dijo Issei con sinceridad.

—Me temo que el juego no funciona así. La sinceridad ha de venir de tu parte, yo me limito a seguir mi papel.

—Estoy siendo sincero —dijo con el ceño ligeramente fruncido.

—Lo sé, ¿qué te ha molestado?

—La posible idea de que pienses, otra vez, que no lo soy.

—¿Por qué te molesta?

—Porque me he comprometido a ser totalmente sincero contigo y que insinúes que no lo soy no es algo que me agrade.

—¿Por qué no te agrada?

—Me remito a lo que acabo de decir.

—¿Por qué te molesta que duden de tu palabra?

—Normalmente no me importa que lo hagan, pero en casos como este, donde tengo un compromiso como el que tengo contigo, sí lo hace. ¿Por qué? No sabría decirte, pero lo hace. Pides que sea sincero, lo soy y aun así lo has puesto en duda. Obvio que me molesta.

—Porque de la palabra de un Vengador no se suele dudar, ¿tal vez?

—¿Qué tiene que ver ser o no un Vengador?

—Reformulo, porque de la palabra de un héroe, es decir de una buena persona, no se suele dudar. Cuando alguien es bueno de corazón, ¿por qué hay que poner en duda su compromiso?

—Me molesta que dudes de mi compromiso con esta terapia cuando me he implicado de esta manera. He aceptado todas tus condiciones, he hecho todo lo que me has pedido, estoy aquí, un lugar que no he pisado en diez años, y aun así dudas de mi palabra. ¿Cómo demonios no quieres que me moleste?

—¿Te molesta que las personas no confíen en ti?

—Lo han hecho muchas veces, pero nunca cuando me han visto tan implicado en algo, y tampoco les he dado motivos para que duden. ¿A ti te he dado motivos?

—¿Me lo preguntas como terapeuta o como persona de a pie?

—Como persona de a pie no me extrañaría que dudaras, pero te lo pregunto cómo terapeuta, como profesional.

—Me temo que no puedo contestar a esa pregunta.

Issei sonrió con ironía.

—¿Y cómo persona de a pie?

—Te dije que solo te daría la oportunidad de saber ese tipo de respuestas si me demostrabas que te lo habías ganado.

Entonces Issei dejó de sonreír, alzando las manos.

—Está bien, está bien. Dejémoslo. ¿Continuamos?

—Sí, aunque no ha estado mal, solo te falta ser capaz de verbalizar un poco más cómo te sientes —El Stark rodó los ojos—. Volviendo a lo de antes, me parece de cierta inocencia, que no digo que esté mal, que pensarás que todas esas personas estaban ahí para construir un mundo mejor.

—Y según tú, ¿qué otros motivos, además de poder presenciar el que podría haber sido el mayor logro científico de las últimas décadas, podrían haber tenido?

—Que yo sepa, hasta no hace mucho, la industria de tu padre adoptivo era la armamentística. Por los tiempos del accidente era su motor económico principal. Desde mi punto de vista, una nueva energía es igual a nuevos tipos de armas.

—¿Una nueva arma nuclear? Lo dudo de Tony… pero no niego que algunos hubieran pensado en eso.

—¿Por qué tanta seguridad en Anthony?

—Le conozco y tengo acceso a toda la base de datos e historial de la empresa. A pesar de todas las armas creadas en toda la historia de la empresa, nunca hubo nada relacionado con la creación de armas nucleares. Howard Stark, a pesar de haber participado en la bomba atómica, nunca creó nada semejante al quedar horrorizado por lo que ayudó a crear, sobre todo luego de ayudar a crear antes de eso al Capitán América.

—Sí, eso es lo que suele hacer la redención. Podrás tener acceso a todos los datos que desees, pero nunca a la mente de una persona ¿o sí puedes?

—No, no puedo. Pero confío en él.

—¿Qué más recuerdas de ese día? Ya me sé la distribución del edificio al dedillo y de las personas que había, pero todavía no me has dicho nada de ti o de tus padres.

Pensativo, Issei volvió a la sombra, bebiendo agua en el proceso. Se sentó en el suelo, observando los restos del ventanal.

—Yo en verdad no quería estar aquí porque en la televisión estaban poniendo una serie que me gustaba, un anime, pero no me quejé porque no quería preocupar a mis padres. Ellos estaban muy contentos, como pocas veces los había visto.

—¿Solías quejarte o eras más bien sumiso, por así decirlo?

—Admito que lo segundo —dijo un poco avergonzado.

—Continua.

—Los recuerdo muy animados, ansiosos, excitados, por el proyecto. Era la culminación de sus carreras. Estaban seguros de que todo iba a salir bien. Habían trabajado muy duro para ello.

—¿Sentiste que alguna vez te dejaron de lado o que tenías un segundo puesto con respecto al culmen de su carrera?

—No, nunca. Siempre, o casi siempre, tenían tiempo para mí. Y en esos momentos en los que no podían por el trabajo, me dejaban con los vecinos, los Shidou. Dios… ¿cómo pude dejar que le pasara eso? —murmuró para sí mientras se tapaba los ojos.

—¿Qué les ocurrió?

—Murieron con la explosión. Intentaron arreglarlo, pero no pudieron y no les dio tiempo a evacuar. No quedó nada de ellos, ni de todos los que estaban en la central.

—No me refería a tus padres, sino a tus vecinos.

—Ellos están bien, o lo estaban antes de mi metida de pata. Han pasado por malos momentos, pero parece que están volviendo a la normalidad. El problema es su hija, Irina. Era mi mejor amiga, o amigo en su momento, pues pensaba que era un chico. La primera vez que la vi desde nuestra separación por el accidente… Bueno, fue un tanto tenso. ¿Recuerdas a una ascendida de pelo largo y castaño atado en dos coletas? Participó en la batalla.

—Me temo que no, me he mantenido un poco al margen de todo esto.

—Pues resulta que hace un año, más o menos, ocurrió un grave incidente con los sobrenaturales en mi ciudad natal. Yo quería mantenerme alejado de todo lo relacionado con ellos… y como consecuencia de no ayudarla le pasó algo muy horrible.

—Entiendo y gracias por contármelo, pero por el momento resérvalo para cuando lleguemos a esa parte. Ahora continúa con el día del accidente. Te quedaste en que no querías preocupar a tus padres porque era un día muy importante para ellos.

—Bueno, pues… Yo me mantenía cerca de ellos, pues estaba rodeado de extraños. Estaba todo el tiempo agarrado a la falda de mi madre —dijo sonriendo con nostalgia— como si tuviera dos años. Ella me acariciaba la cabeza de vez en cuando para tranquilizarme y mi padre me decía algo, también de vez en cuando. Cuando el experimento estaba por comenzar tuvieron que dejarme para ir a la central, por lo que yo me acerqué todo lo posible a la ventana. Me sentía más cerca suyo.

—¿Te dejaron solo?

—Tony me contó que le pidieron que me cuidara… o que me echara un vistazo. Se tenían cierta confianza —Para Issei no pasó desapercibido la forma en que Mark no pudo evitar rodar los ojos—. Sí, yo también pienso que debieron contratar una cuidadora o a alguien.

—Y en ese momento, a pesar de no estar solo, ¿estabas contento con la decisión?

—En lo único que pensaba era en que terminara el experimento y en volver a casa para ver la serie, aunque fuera grabada.

—Continua.

—Bueno, no hay mucho más que contar. El experimento falló, Tony me sacó de allí justo antes de la explosión y bueno, el resto ya lo sabes. Me adoptó al poco tiempo y me fui a vivir con él.

—Eso ya lo sé, pero lo que quiero saber es ¿cómo viviste tú todo lo que pasó desde que te empezaste a dar cuenta de que las cosas no iban bien hasta que ocurrió la explosión? Por lo que tengo entendido, no os pilló muy lejos.

—Cuando comenzaron a sonar las alarmas me aterré, pero no me moví. Sólo podía mirar a la central. Incluso cuando Tony me agarró solo gritaba que me dejase allí. No quería despegarme de ese cristal.

—¿Recuerdas qué es lo que pensaste?

—No, no lo recuerdo. Solo recuerdo la sensación de terror y miedo.

—Una vez que Tony te arrastró lejos de ahí, ¿cómo fue vivir la explosión?

—Solo recuerdo un ruido atronador, uno que casi me deja sordo, y el sabor de la tierra en la boca. Luego un pitido en los oídos que tardó tiempo en irse. Tony no me dejó ver nada hasta que me sacaron de allí.

—¿Recuerdas algo de ese momento? Cuando las cosas se calmaron, antes de que te sacaran rápidamente, ¿recuerdas qué se te pasó por la cabeza?

—Gritos y más gritos. Solo recuerdo eso, nada más.

—¿No pensaste en nadie?

—En que mis padres ya no estaban.

—¿Cuántos años tenías en aquel momento?

—Nueve.

—¿Estabas familiarizado con el concepto de la muerte?

—Sí. Dos de mis abuelos fallecieron cuando era niño. Los otros dos antes de lo que mi memoria alcanza a recordar.

—Una vez que te sacaron de ahí, ¿qué fue lo siguiente que pasó?

—Me llevaron a un hospital para hacerme pruebas. Luego me llevaron a una casa que no era la mía. Allí pasé todo el tiempo hasta que llegó Tony. Intentaron hablar conmigo, pero parece ser que yo no respondía a muchos estímulos.

—Es lo que tiene un episodio postraumático.

—Según el psicólogo que me atendió en Estados Unidos, estar en el taller de Tony me ayudó en cierta manera. Podía centrarme en algo que no fuera el accidente, algo que me gustaba. Luego llegaron Pepper, Happy, Tom y Marilyn. Ellos me ayudaron en todo lo posible.

—No te adelantes. ¿Cuándo te diste cuenta de que te habías quedado solo?

—Cuando preguntaba por mis padres en el hospital y no me decían nada, simplemente me miraban con pena.

—Entonces a pesar de que me dijiste que sabías que tus padres se habían ido después de la explosión, tenías todavía cierta esperanza.

—Eso es lo último que se pierde, ¿no?

—¿Cómo fue tu reacción cuando ya sabías que no había esperanza?

—Dejar de reaccionar a todo estímulo exterior. Encerrarme en mi mismo.

—Si pudieses ser más descriptivo sería mejor.

Issei simplemente se encogió de hombros.

—Pues eso, que no reaccionaba a nada, que comía y hacía mis necesidades básicas de forma automática. No sé ser más específico.

—¿Emociones, sentimientos, pensamientos, tal vez?

—No recuerdo pensar en nada que no fuera eso, que estaba solo, que ya no estaban mis padres.

—¿Cuándo estallaste?

—¿A qué te refieres exactamente? —preguntó mientras volvía a beber agua.

—Normalmente estos tipos de traumas son como si estuvieras dentro de una burbuja, esa es la sensación que causa el shock. Pero no deja de ser una bomba de relojería, nos volvemos insensibles hasta que la burbuja revienta y entonces la realidad nos viene de golpe. Por eso te digo, ¿cuándo estallaste?

—Pues… —Issei acarició su perilla, pensativo—. Si te soy sincero, no recuerdo cuándo pasó. Es decir, no recuerdo haber estallado, o a lo mejor lo hice, pero no lo recuerdo.

A Mark se le escapó un silbido al oír aquello. Issei le miró con una ceja alzada

—¿Qué? —preguntó al escucharle.

—¿Nada? ¿Absolutamente nada? ¿Ni llorar?

—Bueno… No recuerdo cuándo fue, pero sí que una vez lloré mucho. Tanto que me quedé dormido en los brazos de alguien y desperté en mi cama.

—Bien, entonces sí estallaste. ¿Llegaste a saber cómo fue ese episodio a posterior? Con los años alguno de los miembros de tu familia adoptiva te comentó algo.

Nuevamente Issei se tomó un tiempo para pensar.

—No… No tengo muchos recuerdos de ese momento. Recuerdo haber estado en el despacho del psicólogo con Tony y Pepper, pero no mucho de lo que se habló.

—Eso ya me lo imaginaba, te pregunte si alguno de ellos te habló abiertamente sobre aquel episodio con el tiempo.

—No. No se volvió a mencionar nada luego de aquello.

—Antes de continuar por ese camino, hay una cosa que quiero que me digas: cuando ya volviste a estar conectado a la realidad, ¿cómo fueron tus sentimientos o pensamientos hacia tus padres?

—Seguía sintiendo tristeza por no volver a verlos ni poder haberme despedido, pero… No sé. Me sentí como liberado luego de aquello. También aumentó mi admiración hacia ellos conforme fui creciendo, dedicándome a lo que me gusta. Me sentí como más conectado, más unido a ellos.

—Entonces en ningún momento sentiste rabia u odio hacia ello o ¿en algún momento sentiste algo de recelo o enfado?

—No, la verdad es que no —respondió sin duda en sus palabras.

—Me refiero a como padres, no investigadores, nunca sentiste enfado por el hecho de una forma u otra abandonarte.

—Mi anterior respuesta era hacia ellos como padres, no como científicos —respondió con una sonrisa—, pero tampoco. ¿Cómo sentirlo cuando no fue adrede? Ellos no querían abandonarme. Se supone que no había peligro alguno. Todo lo que ocurrió fue un accidente. No podía sentir algo así hacia ellos.

—Es un sentimiento común. Muchos niños y niñas lo sienten, no importa la causa: si fue un accidente o no. Son solo formas de sobrellevar el duelo —le explicó—. Ahora, cuéntame sobre eso de sentirte «liberado».

—Pues… Cuando estuve encerrado en mí mismo, sentía como una presión. A veces llegaba a ser muy asfixiante y pesada. Pero cuando lloré, o más bien a partir de ese momento, me sentí más ligero, como si esa presión, esa asfixia, se hubiera esfumado, o al menos disminuido lo suficiente.

—Entonces esa sensación de libertad no se debía a la muerte de tus padres.

—¿A qué te refieres exactamente? —preguntó Issei un tanto confundido.

—Te pregunte por tus sentimientos hacia la muerte de tus padres, hacia su persona y me dijiste que te sentiste liberado. Ya habíamos dejado de hablar de tu episodio de llanto. ¿Alguien está en su mundo, quizás?

Issei parpadeó varias veces, mirando a Mark confuso. Entrecerró los ojos, pensativo, rememorando la conversación. Abrió los ojos todo lo posible y sonrió avergonzado.

—Parece que he mezclado cosas sin darme cuenta —admitió mientras se rascaba la nuca—. Mejor intentar ordenarlo: sí, luego de llorar me sentí liberado, como he dicho. En cuanto a lo que sentía por mis padres… Sí, lo que he dicho, pero quitando esa parte de la «liberación». Aunque… Pensándolo ahora… Fue a partir de esa liberación cuando empecé a pensar en ellos de otra forma que no fuera: ya no están o estoy solo.

—¿En qué estás pensando? Tiene que ser algo importante para abstraerse de la conversación, ¿o no?

—Bueno… Mientras hablábamos de todo eso, digamos que me sumergí demasiado en los recuerdos del antes y después del accidente, y supongo que por eso perdí un poco el hilo.

—¿Qué cosas te vinieron a la mente?

—Momentos familiares del «antes» y momentos del poco del «después». Este último centrado más en cuando «estallé» y eso que me has preguntado.

—Cuéntame sobre esos momentos de antes, ¿alguno en concreto que te parezca especial?

—¿Es normal preguntar tanto? —curioseó el Stark por tanta pregunta.

—¿Quién hace las preguntas aquí? ¿Tú o yo?

Rodando los ojos, Issei volvió a centrarse en sus pensamientos.

—Una de ellas fue el último O-bon que celebré con mis padres, el año anterior al experimento. Fue cuando fuimos a Kioto a celebrarlo, luego de visitar las tumbas de mis abuelos, por supuesto.

—¿Cómo fue?

—Muy animado, y también muy bonito. Kioto tiene un color especial en las celebraciones.

—¿Cómo te sentías tú?

—Feliz, como todo niño en una fiesta. Asombrado y emocionado por ver la ciudad de aquella manera.

—¿Y con respecto a tus padres? ¿Cómo te hacían sentir ellos para que ese recuerdo fuese especial?

—Pufff… No sé qué decirte. No recuerdo esas cosas, solo la emoción y excitación por ver Kioto en dicha celebración.

—Entonces tu felicidad dependía más del lugar que de tus propios padres.

—Supongo que en aquella ocasión sí —respondió encogiéndose de hombros.

—Entonces no comprendo por qué me hablas de un momento especial que no tiene que ver con tus padres cuando estamos hablando de ellos.

—Tú me has pedido que hable de él —se defendió.

—Te pedí que lo describieras, sí, pero solo porque es más que obvio que no sabes ponerles palabras a tus sentimientos y menos cuando se relacionan con personas. Mi objetivo eran tus padres, el lugar era solo una forma de llegar a ellos.

—Ah…

—No continuaremos hasta que no seas capaz de darme al menos un solo sentimiento que te genere el recuerdo de estar con tus padres aquella noche. Cobro por horas, a mí no me importa, y tampoco soy el que paga la cuantía de mi tarifa.

Issei se cruzó de brazos, pensativo. Centrándose en aquel recuerdo, intentó encontrar algún sentimiento que no fuera los relacionados con la ciudad.

—Creo… Creo que fue agradecimiento… Agradecimiento por haberme llevado a aquel lugar en aquel momento.

—¿Por qué agradecimiento?

—Por lo que acabo de decir: por llevarme a ver aquella maravilla.

Mark no pudo evitar suspirar. No era profesional, pero no lo pudo evitar.

—Tengo la sensación de que te hubiera gustado hacer eso muchas más veces —comentó Issei mientras bebía más agua.

—Cuéntame de tu relación con tu familia adoptiva, ¿cómo eran? —preguntó, ignorándolo.

—Hum. Tony, a pesar de haberme adoptado, siguió siendo como era. Ciertamente a veces compartía momentos conmigo, pero muy rara vez. Recuerdo que a veces sentía una conexión entre nosotros por haber pasado algo semejante, sobre todo cuando ambos estábamos en el taller, pero era en esos momentos de ausencia cuando me preguntaba por qué me había adoptado —explicó con una triste sonrisa, pero esta cambió a una más alegre cuando continuó—. Respecto a Pepper… Creo que fue la que más aprecié desde el momento. A pesar de ser solo la secretaria de Tony, siempre era muy atenta conmigo: un ojo en Tony y otro en mí, como diría Tom. A pesar de ser estricta, era muy amable y comprensiva. Siempre intentaba que no me faltase nada y me ayudaba en todo lo posible. Respecto a Happy… —No pudo evitar soltar una risilla—, siempre intentaba hacerme sonreír o se quedaba conmigo un rato y hablábamos. Nunca se le han dado bien los niños y se notaba. Era muy torpe y a veces se quedaba sin saber qué hacer o decir, pero que lo intentara ya era mucho para mí.

—Entonces, por lo que puedo deducir era con Anthony Stark con quien tuviste más choques.

—Sí. Fue una relación muy tensa desde el principio. Siempre pensé que la balanza se inclinaba más hacia un lado que hacia el otro: entiéndase que los momentos que pasaba conmigo eran demasiado pocos en comparación al resto de su vida. Conforme pasaban los años sentí un gran resentimiento hacia él, hasta que exploté.

—Vale, no te adelantes, ya abordaremos eso más adelante. Pero está bien que lo sepa. ¿Te arrepientes de que él sea tu padre?

—Durante los primeros años sí, muchas más veces de las que me gustaría.

—No veo nada de malo en ello. Asumir una nueva figura paterna por ambos lados es complicado, tanto para quien la desempeña como para el que la recibe. Te lo digo por experiencia.

—Puede ser. Supongo que Tony no terminó de asumirlo al principio y por eso le costaba tanto.

—¿Alguna vez te llegaste a preguntar por qué él te adoptó? Quiero decir, sus motivos. ¿Alguna vez hablasteis de ello?

—Sí, lo hicimos luego de nuestra… bronca.

—Puedes decírmelo ahora si quieres o cuando lleguemos a ese momento.

—Da igual. Él me adoptó porque vio similitud entre nuestras historias, por así decirlo. Se vio reflejado en mí y fue como un arrebato, o algo así. Ya sabes, como cuando quieres hacer algo y no piensas mucho las cosas a la hora de hacerlo.

—¿Y se arrepintió de ello?

—Hubo momentos en los que lo pensó —respondió con toda tranquilidad—. También fue antes de nuestra bronca, como yo con lo de que no debió adoptarme él.

—¿Cómo te afectó a nivel emocional aquello?

—Con toda sinceridad… Fue más cómico que otra cosa. Imagínate: nosotros dos sincerándonos por primera vez desde que nos conocimos, ambos diciendo esto mismo y mirándonos con cara seria —explicó mientras sonreía divertido—. Fue muy divertido y al final acabamos riéndonos. No podía culparle ni él me culpaba. Después de las risas acordamos mejorar nuestra relación, intentar arreglar los fallos y fortalecer las ¿fortalezas? No sé si esa sería la palabra.

—¿Cambiarías la familia que tienes ahora si te dieran la posibilidad de recuperar a tus padres biológicos?

Issei se quedó completamente mudo, sin saber qué decir.

—No espero respuestas políticamente correctas, por si te lo preguntas. Espero algo sincero y con el corazón en la mano, como se suele decir.

Issei tardó mucho en responder porque en verdad no lograba hallar una respuesta a esa pregunta.

—Yo… No lo sé… —respondió con total sinceridad.

—No pasa nada, puedes pensarlo con tiempo, no hace falta que me des una respuesta ahora —le tranquilizó.

—Genial, porque no creo que pudiera dártela… ni ahora ni en poco tiempo.

—Bien, en ese caso te dejaré que la pienses, pero volveré a preguntar y esa vez sí tendrás que dármela. Cuéntame un poco sobre Marilyn y Tom.

Issei se rio al recordar la primera vez que conoció a ambos.

—Son como hermanos para mí. Marilyn me defendió del abusón de la clase el primer día. Era tan aventurera, valiente y dura… pero aun así tan amable… y cabezota —soltó una risilla, dando gracias de que ella no estuviera allí—. En cuanto a Tom… Era tan despreocupado, imaginativo y alegre… También sabía escuchar y aconsejaba como podía. Siempre ayudaba a quien fuera. Era un dúo raro y divertido… Me acogieron el primer día y se volvieron mis mejores amigos, mis hermanos incluso. Tom siempre actuó como mi brújula moral (según palabras de Marilyn), mientras que ella era la que me enseñó a defenderme y a ignorar los insultos.

—Entonces podríamos decir que son un pilar fundamental en tu vida

—Sin duda —contestó sin dudar.

—¿Más importantes que Tony, Pepper y Happy? ¿O al mismo nivel?

—Al mismo nivel —volvió a responder sin dudar—. No puedo poner a ninguno de ellos por encima de los otros.

—Si te propusiera que me dijeras cuál es la enseñanza más grande que puedes sacar de cada uno de ellos, ¿serías capaz de ello? No tiene que ser ahora, te lo pregunto a posterior.

—A posterior, de ser posible.

—Bien, ¿has entendido lo que te he pedido?

—Sí, lo he hecho.

—Dame un ejemplo.

Cruzándose de brazos, pensó, algo que no le llevó mucho tiempo.

—De Marilyn aprendí que, por muchas hostias que te puedas llevar en la vida, siempre hay que ponerse en pie. Una y otra y otra vez —Mark asintió complacido—. Y que los golpes bajos a veces están permitidos —terminó con una risilla.

—¿Incluso si significa llevarte por delante a miles de millones?

El Stark alzó una ceja al no entender la pregunta.

—Ponme un ejemplo, por favor.

—No hace falta, el ejemplo lo estás viviendo tú ahora mismo y es la razón de que estemos aquí.

—... Touché. Pero sí. Hay que levantarse y seguir adelante, y en este caso intentar reparar el daño todo lo posible.

—¿Y si el daño es irreparable? ¿No lo has pensado alguna vez?

—... Si no se puede reparar ni compensar… creo que solo queda intentar que no se vuelva a repetir. Y si alguien conoce algún otro camino, por favor, que me lo diga, porque yo no lo conozco.

—¿Te has parado a pensar que hablas desde tu privilegio y posición?

Issei se pasó la lengua por los dientes.

—... No, no lo he pensado. Entiendo que no todos pueden hacer o decir lo mismo, pero yo solo puedo hablar desde mi posición y privilegio, como bien dices.

—¿Y entiendes lo afortunado que eres por ello?

—Sí.

—¿Estarías dispuesto a que Marilyn o Tom participaran en alguna de las sesiones?

—Sin problema —respondió encogiéndose de hombros.

—Bien, cuando acabemos por este paseo en tu vida, las prepararemos. Lo más probable es que con el ritmo que llevamos, sean después de tu juicio… Otra cosa que nunca te pregunté, ¿te arrepientes al cien por ciento de lo que hiciste?

—¿De lo que hice o del cómo lo hice?

—De lo qué hiciste.

—De lo que hice… —bajó la mirada unos segundos, volviendo a alzarla para mirar a Mark fijamente—. No. De lo que hice no. Del cómo lo hice sí.

Mark asintió.

—Adelante, puedes preguntarme lo que quieres, te lo has ganado.

—¿Me la puedo guardar? Ahora mismo no sé qué podría preguntarte.

Mark negó.

—Es ahora o nunca.

—Vaya por dios —Ambos se rieron—. Vale… Una pregunta, una pregunta… Hum… Vale, tengo una: ¿qué te llevó a ser psicólogo?

Mark sonrió.

—Pensé que me preguntarías sobre mis hijos y todo eso de la paternidad.

—Lo he pensado, no miento, pero creo que ya hemos hablado bastante de eso.

—¿Cambiar de tema?

—Más o menos.

—Bien, te lo voy a decir, pero no puedo evitar preguntarte a ti primero ¿por qué crees que lo soy? Tengo curiosidad por saber qué idea tienes.

Issei enarcó una ceja, divertido.

—¿No se supone que ahora yo era el que hacía las preguntas? Bueno, para lo que me queda en el convento… Dijiste que crees en las segundas oportunidades y que nuestros actos tienen un porqué detrás, incluso para alguien como Hitler. Pero no sé, tengo como una sensación de que hay más, más motivos que segundas oportunidades o buscar un porqué.

—Sí creo en ellas… hasta cierto punto. No soy de los que piensan que las personas son malas porque sí. Esta es una de las discusiones que suelo tener con Jade: ella a diferencia de mí sí piensa que hay personas malas solo porque sí. Pero esto es solo una razón secundaria. Cómo bien dices, hay algo más de peso y fue el hecho de que por puro egoísmo, por así decirlo, necesitaba comprender cómo funciona la mente humana y por qué las personas hacen lo que hacen o qué es lo que las empuja a ello.

—¿Quieres comprender el mayor misterio del ser humano? No es un reto fácil ni pequeño.

—No, simplemente quería saber qué llevó a mi hermano a suicidarse y si así podría dejar de odiarlo por destrozarle la vida a mí familia.

Issei no dijo nada, sorprendido por aquella revelación. En verdad no era algo muy raro en el mundo: algunos médicos o enfermeros se metían en dichas profesiones luego de ver morir a alguien importante, o por salvarse a sí mismos. El motivo de Mark era totalmente lógico.

—A ¿qué viene esa cara? Te has quedado ayuwoki.

—Bueno, si bien es un motivo lógico, no es algo que esperaba escuchar.

—¿Por qué piensas que es lógico? Y ¿qué pensabas que iba a decir? Ahora eres tú el que tiene la palabra, aprovéchala bien.

—Pienso que es lógico porque más a menudo de lo que uno cree, ciertos profesionales deciden dedicarse a algo por sucesos como el tuyo, por eso lo decía. En cuanto a qué pensaba que dirías… Nada, la verdad. Quiero decir, no pensaba que hubiera tanta diferencia entre unos motivos y otros.

—¿Piensas que me dedico a esto como una forma de redención o algo así?

—No he dicho tal cosa. Solo he mencionado que, por ejemplo, si una persona ve morir a un ser querido por una enfermedad, es más probable que se dedique al mundo de la medicina. No digo que sea bueno ni malo o que todo dependa de las probabilidades, solo que es bastante lógico que hagas lo que hagas por ese motivo.

—Es lógico, pero como te dije, en mi caso no fue así, fue puro egoísmo. Lo de querer ayudar a los demás vino después, pero en el momento en el que lo estudiaba me importaba una mierda el resto de personas y lo que les pasara. Por mi se podían rajar las venas o meterse un bote de pastillas, que me daba igual.

—No importa porqué lo empezaras, sino lo que haces ahora —dijo Issei con un ligero encogimiento de hombros—. Como bien dices, ahora eso te importa, ayudas a la gente, ¿no? Pues ya está.

—Yo no pondría la mano en el fuego si te fuese sincero. No ayudo a todos, en realidad desecho más casos de los que recibo. Soy juez, jurado y verdugo por así decirlo de quien merece la ayuda y quién no.

—¿Y entonces por qué decidiste atenderme a mí? —curioseó teniendo en cuenta lo que había hecho.

—Porque en el fondo tú y yo no nos diferenciamos mucho. Sientes odio y rabia dentro de ti, ¿verdad?

—Sí, lo siento.

—Yo también la tengo enquistada dentro de mí. Como te dije, la razón por la que estudié esto fue para comprender por qué mi hermano gemelo había decidido quitarse la vida cuando teníamos quince años, o al menos saber qué lo empujó a ello, solo con la esperanza de poder sacar el odio que tenía dentro de mí hacia él. ¿Lo conseguí? ¿Tú qué crees?

—No sabría responder a esa pregunta, lo siento.

—Arriésgate, anda, no me seas soso.

—¿Qué quieres que te diga? Apenas hemos estado tres horas hablando, y acabo de saber esto. Me es imposible saber si conseguiste tu objetivo, si ya no le odias. Puedo creer por tu exterior, pero no conozco el interior para dar una respuesta. No puedo.

—¿Qué te dice mi exterior?

—Que no. Que aún no lo has superado.

—Exacto. A día de hoy sigo odiando a mi hermano por lo que hizo, por lo egoísta que fue, por cómo destruyó todo; y no creo que sea capaz nunca de perdonarlo.

—¿Pero ya sabes por qué hizo lo que hizo?

—Sí. ¿Quieres saberlo?

—Si estás dispuesto a compartirlo.

—Mi hermano tenía problemas graves. A día de hoy sé que tenía un trastorno límite de la personalidad, algo nada fácil de manejar. También son personas que persiguen el suicidio, y como sabes, el que la busca la consigue. El día que murió supimos que ese era… su noveno intento. Hasta aquí todo bien, uno puede empatizar con la situación, yo lo hice… hasta que leí su diario y pude comprender mejor sus motivos. Estaba lleno de rabia con el mundo y quería devolverle la misma moneda, y si para ello tenía que llevarse todo por delante lo iba a hacer. Sé que ahora mismo debo sonar como un hijo de puta por no compadecerme de mi propio hermano, pero es la realidad. No somos seres perfectos, ni tú ni yo somos Taylor Swift —bromeó—. Pero sí sé lo que le puede hacer el odio a una persona, en lo que te puede convertir y lo que puede hacer que hagas, porque conmigo lo hizo. Estaba lleno de odio, y al igual que mi hermano, yo también quería joder a todo el mundo. Pagarles con la misma moneda. Hasta que llegó un momento de mi vida en la que di un paso atrás y tomé perspectiva, me pregunté: ¿de verdad valía la pena el odio como motor? ¿Quería que me recordaran por eso? Ahí fue cuando decidí cambiar. Yo sabía que ese odio a mi hermano seguiría ahí, pero aprendería a vivir con él y por otro lado ayudaría a las personas a que eso que llevamos dentro no nos acabe destruyendo. Por eso acepté tu caso, porque hay odio dentro de ti, pero todavía estás a tiempo de dar marcha atrás si así lo deseas.

Issei se cruzó de brazos, apoyándose en la pared. Hacía tanto calor que no la notaba más caliente que el resto.

—Sí, es cierto que guardo odio en mi interior y que este me ha hecho tomar malas decisiones, y también es cierto que no quiero dejar que siga haciendo eso. Las consecuencias son nefastas. Marilyn tiene habilidad para eso —dijo con una sonrisa burlona—. Pero quiero dar marcha atrás y evitar que eso se vuelva a repetir. Por eso mismo estamos aquí, los dos, no solo para disfrutar del ardiente calor del desierto en pleno verano.

—La mochila que llevas a tu espalda tiene más cosas y sé que todavía me quedan otras por descubrir, pero por el momento podemos empezar con la que más daño está haciendo.

—Pensaba que iríamos por orden cronológico —bromeó para luego volver a beber agua.

—Y lo haremos. Todavía queda bastante camino, pero también está bien que vayas sabiendo a qué deberás enfrentarte.

Asintiendo, ambos se quedaron callados un rato.

—¿Te parece si volvemos al quinjet? Seguro que hace más fresco ahí dentro —propuso Issei al ver que ya no le quedaba agua.

Con un gesto afirmativo, ambos abandonaron la sombra del edificio para volver a caminar bajo el ardiente sol.

—Espero que la próxima sesión sea en un lugar más agradable que este —murmuró Issei mientras la rampa del quinjet descendía.

—Eso depende, ¿qué más lugares traumáticos tienes en tu vida?

—Pues… Malibú, Los Ángeles e Italia.

—¿Qué pasó en esos sitios?

Una vez dentro, la rampa se cerró y ambos disfrutaron del aire acondicionado de la aeronave.

—En Malibú fui secuestrado luego de estallar con Tony; en Los Ángeles, Tony estuvo a punto de morir luego de enfrentarse a Stane; en Italia… fue donde ella murió.

—¿Cuántos años tenías?

—Quince cuando fui secuestrado, dieciocho cuando ocurrió lo de Tony y veinte cuando lo de Iris.

—Vale, bastante movida la adolescencia.

—Tenías que haber estado cuando hicimos la fiesta en Las Vegas —dijo recordando tremenda fiesta de graduación.

—¿Quién dice que no estuve?

—¿Estuviste? —preguntó sorprendido.

—Nunca lo sabremos.

—... Ya sé cuál será mi próxima pregunta…

—¿Cuántos tenías durante la fiesta?

—Diecisiete. ¿Y tú?

—Veintiocho… no son años de los que me quiera acordar.

—Bueno, eso no importa. Total, vino gente de todas las edades, nacionalidades, sectores laborales… Creo que vi a varios presidentes de grandes empresas y gobiernos… Incluso astronautas y jugadores de la NBA.

—¿Y qué tus invitados corrieran por las calles de Las Vegas como dementes dónde queda?

—Estuviste —afirmó sonriente.

—Esas palabras las has puesto tú en mi boca, no yo.

—Bueno, da igual. Fue una buena fiesta —dijo mientras se sentaba en el asiento del piloto, sentándose Mark a su lado.

—Que se lo pregunten a Jade —dijo Mark por lo bajo.

—¿Para cuándo la próxima sesión?

—Dos semanas, céntrate en los ejercicios que te he mandado, te lo voy a pedir para ese día y dale vueltas a todo lo que ha ido saliendo, si es que has estado atento… No vengas a la consulta, nos veremos en la base de S.H.I.E.L.D.

—¿El Triskelion?

—No, irán a buscarte. Tú quédate cerca de ese edificio tan feo. Con este bloque de tu vida que vamos a abordar nos vamos a poner creativos, por lo que tiraremos de infraestructura, prepárate.

—Está bien, de acuerdo.

El viaje de vuelta a Nueva York fue tan tranquilo como el viaje de ida al desierto, solo que esta vez Issei llevó el quinjet de vuelta al Triskelion. Si bien lo habían llevado hasta Nueva York, ahora quería llevarlo él hasta Washington. No deseaba aún volver a casa y quería tranquilidad, y el tiempo de vuelo le vendría bien. Si bien era cierto que la sesión del juicio de Kuroka estaba por terminar, lo último que necesitaba luego de esa montaña rusa de sensaciones era algo que le recordara su propio juicio.

Cuando llegó al Triskelion, Issei hizo descender la nave a uno de los hangares secundarios. Suspiró luego de apagar la nave, tomándose un tiempo para estar ahí, en paz. Luego de no supo cuánto tiempo, se puso en pie, yendo a la parte trasera, haciendo descender la rampa. Para su alegría, un rostro conocido le esperaba al otro lado.

—Aún me cuesta creer que en verdad S.H.I.E.L.D. de favores como este —comentó al ver a su vieja amiga aparecer conforme la rampa descendió—. En serio, vale que trate a agentes, pero…

—Misterios de la vida —dijo Marilyn encogiéndose de hombros. Ambos se abrazaron con cariño cuando Issei descendió la rampa—. ¿Qué tal ha ido?

—No ha sido agradable. Estoy seguro de que una revisión de próstata sería más agradable.

—No estés tan seguro.

—¿Acaso te ha pasado? —preguntó burlón el varón.

La sonrisa misteriosa que le dio Marilyn le dejó un poco descolocado.

—Oye, ¿cómo lleváis los bombardeos? —curioseó.

—¿Bombardeos?

—Ya van cuatro, si no recuerdo mal, a bases estadounidenses por todo el globo, y parece ser que nunca encuentran restos de los artefactos.

Marilyn sonrió ladinamente mientras se daba la vuelta, alejándose del quinjet. Issei la siguió.

—Pensaba que estarías más ocupado. ¿No tienes un juicio vital dentro de un mes, tareas que hacer por parte de Mark, la Legión y otros tantos asuntos?

—Así es, pero cuando ocurren cosas como estas… Mi atención la llaman.

—Por ahora nadie sabe nada. El Mandarín, ese es el tipo que se agencia los ataques, pero nadie sabe quién es, dónde está o cómo es capaz de no dejar restos.

—¿Reconocimiento facial?

—Nada de nada. El tipo está fuera de todo sistema.

—¿S.H.I.E.L.D. no se ocupa?

—Por mucho que te impresione, ahora mismo tenemos muchos asuntos importantes entre manos. Ayudamos en lo que podemos, pero el gobierno quiere hacerlo por su cuenta. Necesitan mostrarse fuertes, poderosos, luego de Nueva York. Dar solos con el Mandarín servirá para recuperar el estatus.

—Entiendo.

—¿Y tú qué tal vas? ¿Cómo va Kuroka?

—Bueno… Hoy era su última sesión, mañana supuestamente se anunciará el veredicto. La pobre lo está pasando mal, pero oye, se mantiene firme, sin titubear. Lo más sorprendente es que parece que se ha comportado en todo momento.

—Eso está bien. Espero que acabe bien para ella… todo lo posible teniendo en cuenta lo que sabemos de los demonios.

—Ahí está el quid de la cuestión.

—Supongo. ¿Y qué tal todo con Mark?

—Pensaba que tendrías una lista de todo, incluso de las conversaciones.

—Me sobran dedos de una mano para contar los que tienen acceso a la información sobre las sesiones.

—Pensaba que eso era confidencial.

La agente simplemente se encogió de hombros.

—¿Y bien?

—... Admito que a veces me resulta un tanto puñetero, y no me gustan algunas cosas que insinúa, pero ahí estamos. Joder, si hasta me ha hecho ir a ese sitio.

—Mark sabe cómo hacer las cosas para con cada quien. Yo no le pondré en duda.

—Me lo imaginaba. Oye, ¿conoces a alguien llamada Gabrielle o Cassandra? Una trabaja en la consulta y la otra es una superior de Mark.

La agente se llevó una mano a la barbilla, pensativa.

—Bueno, a Cassandra sí la conozco, pero de las sesiones. A pesar de ser de S.H.I.E.L.D., no la he visto fuera de ese lugar. En cuanto a Gabrielle… No, nada de nada.

—Ya veo.

—¿Por?

—Bueno, me ha resultado una mujer misteriosa y, sinceramente, me hace pensar que es un pez gordo de S.H.I.E.L.D.

—A saber, pero no debe importarte. Tú céntrate en Mark y tus sesiones, así como tareas. Olvida el resto, ¿sí? —Marilyn se detuvo de pronto, siendo imitada por Issei. Entonces la agente le abrazó—. Bueno, a pesar de lo mucho que disfruto con tu compañía, tengo que irme. Sigo teniendo trabajo.

—¿Cuándo para tu próximo respiro?

Marilyn suspiró con diversión.

—Hasta después de tu juicio no creo que tenga uno. Actualmente estoy con algo muy grande y difícil.

—De acuerdo —Issei sonrió con diversión—. Le diré a Tom que use a Beyoncé, que vas para largo.

—Por mi perfecto. Le necesitaré en forma cuando vuelva.

Con un gesto de manos, Marilyn se dirigió al Triskelion mientras Issei invocaba su armadura, atravesando los cielos de la capital estadounidense a gran velocidad.


Muy bien, otro capítulo más a la saca. Un capítulo psicológico, lo sé, pero por simple curiosidad, ¿os ha parecido interesante? La verdad es que a mí me ha encantado escribirlo (junto con mi amigo and122). Explorar a Issei de esta manera me resulta curioso, difícil y descubridor. No sé, me ha hecho plantearme cosas que ni se me pasaron por la cabeza en su momento (y admito que en ningún momento ja, ja, ja). Pero bueno, supongo que a alguno le habrá parecido un tostón. En ese caso tranquilos, el próximo no tendrá otra sesión, sino que nos centraremos en otra cosa. Habrá una gran sorpresa, aviso. ¡Será impactante! ¡Os dejará boquiabiertos! :D ¿Qué será? ¿Qué será?

Ahora los comentarios:

Tenzalucard123

Esto ya se ha convertido en un fic de esos ja, ja, ja. Pero oye, sigue siendo necesario. Yo nada puedo hacer.

Alejandro Sandoval Ahumada

Bueno, en verdad "importante" solo será el de Issei. Como habéis visto, este será algo por encima. Intento meterle en todas las pelis que puedo, pero en otras solo puedo hacer menciones a dichos eventos.

omega9028

Homicida es el término correcto, incluso lo cambié en el capítulo anterior.

Lo que le queda aún.

Goku SSJ DIOS SSJ3

Nadie se esperaba lo de Bikou y Kuroka. Me gusta sorprender. Issei… Pufff, no digo nada.

Lo de Happy también me hizo mucha gracia. Y a ver, Pepper es una mujer alta y delgada, Kuroka es más bajita y esbelta. Obviamente no le vendría nada ja, ja, ja.

Fueron cosa para la armadura del momento. No se hará mención a ellos.

Puede ser. No afirmo ni desmiento nada.

Zitfeng

Tengo un par preparadas para Cap. América 2. Bueno… (silba mientras retrocede disimuladamente).

Pd: aquí se ha mezclado que este capítulo lleva escrito bastante tiempo y que se escribió rápido ja, ja, ja. ¿Cuánto hace de la última vez que publiqué con una semana de margen? No os acostumbréis ja, ja, ja.

Sin más que decir, me despido.

¡Nos leemos!