Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es Lily Jill, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: This story is not mine, it belongs to Lily Jill translating with her permission. Thank you, Lily Jill! ❤️


Capítulo 2

Masen

¿Hay algo más fácil que caminar en una línea recta?

Masen se ríe de esa idea, pensando en lo juvenil que la tarea es, y se ríe de nuevo de cómo fracasa fantásticamente en realizarla. Sus pies se deslizan en todas direcciones al abrir la puerta, una corriente de aire cálido impacta en su rostro mientras sale. Él se lo atribuye a las horas que pasó aquí en el bar, especialmente cuando echa un vistazo a su reloj y nota la hora de la noche. Dado el estado en el cual se encuentra, Masen está impresionado de que siquiera pueda ver los números en su reloj, ni hablar de colocar un pie firmemente frente al otro para caminar esa línea recta imposible.

Por supuesto que puede; él piensa mientras presiona la botella contra sus labios de nuevo, el líquido quemando su garganta y ardiendo un hoyo en su estómago con cada trago. Él se tambalea en sus pasos mientras camina por la acera, los gritos en protesta viniendo de sus amigos suenan distantes en sus oídos al intentar dejar el bar, y todos los demás, tras él.

Él puede escuchar sus voces, amortiguadas pero suplicantes, rogándole que deje sus llaves.

Seguro en su habilidad de caminar a casa —él puede caminar en línea recta, ¿recuerdan?— mete la mano en su bolsillo trasero y envuelve sus dedos alrededor del juego de llaves que nadie quiere que él tenga. Lanzándolas por encima de su hombro sin mirar atrás, las descarta. Tomen las malditas llaves. A él le importa una mierda.

Masen continúa bajando por la calle, la combinación del aire cálido a su alrededor y el licor caliente circulando en su sangre, haciendo que gotas de sudor aparezcan en su cejas y labio superior. Secando el sudor con el dorso de su mano, él levanta la clara botella, casi vacía de su indulgencia esa noche, hacia la luna en lo que aparenta ser un brindis.

En difícil de decir, en serio, ya que la botella comienza a temblar en el aire mientras el ataque violento de sollozos comienza. Se inclina contra un buzón, la cosa más cercana para sostener su cuerpo de pie en una calle desconocida en un vecindario desconocido. Él no está seguro de si es la hora de la noche o la cantidad de vodka que lo hace incapaz de controlarse.

Pero lo suelta todo.

Y una vez que comienza, no puede detenerse. Su llanto hace eco en la noche, y a él no le importa si alguien se despierta y llama a la policía. Un arresto sería una bienvenida distracción a la tormenta que crecía dentro de él. Su cuerpo lucha por inhalar mientras su sollozos rasgan sus pulmones; un ardor tan profundo que por un segundo, el mundo se vuelve oscuro hasta que puede recomponerse para volver a un nivel funcional.

Él lleva la botella contra sus labios de nuevo, el intenso calor del líquido se mezcla con la sal de sus lágrimas frescas, haciendo que sus labios se contraigan ante la combinación agria. Tragando, deja que su cuerpo se tranquilice e intenta concentrarse en su respiración.

Cinco días de planificación y espera lo había traído a este momento. Él había estado al borde del colapso durante la última semana, y culminó aquí al fondo de una botella de vodka, junto al buzón de un extraño, en el medio de la noche.

Solo.

Enterraron a su hermano hoy.

Algunos le dijeron que sería más fácil así, saber que su muerte se acercaba. No fue una pérdida repentina para la familia; Emmett había luchado una ardua batalla y había ganado, incluso si su victoria no fue hecha para ser celebrada con su familia a su lado. El diagnóstico de cáncer los había tomado por sorpresa, a pesar que el plan de tratamiento era prometedor. Su padre tenía suficiente dinero para derrochar en todos y cualquier doctor dispuesto a colocar a Emmett en ensayos clínicos alrededor del mundo—pero todo fue para nada.

Después que su último ensayo había fallado, cuando su cuerpo había rechazado todo tipo de tratamiento y había dejado de responder de la manera en que todos ellos habían rogado, Emmett lo había detenido mientras seguía cuerdo.

—Quiero disfrutar el tiempo que tengo —le había dicho a su madre una tarde semanas atrás—. Mientras todavía pueda hacerlo.

Masen, inclinado sobre el alféizar en el cuarto donde su hermano se encontraba acostado sobre su cama, sacudió la cabeza ante la estúpida decisión de su hermano.

Él no estaba sorprendido que nuevamente, tuvieran una diferencia de opinión. Parecía que eso era lo que mejor hacían, estos dos hermanos. Masen decía arriba, y Emmett demandaba abajo. Emmett quería encendido, y Masen necesitaba apagado.

Fue así durante todas sus vidas, y a pesar de que volvía a su padre loco y mantenía a su madre despierta por la noche, ellos se amaban a pesar de todas sus riñas. Simplemente tenían una manera rara de demostrarlo.

Ver a Emmett tomar aire por última vez casi había tomado el último de Masen también.

Y aquí, cinco días desde que él murió y a solo horas de que lo enterraran, Masen siente de nuevo que él también había dejado de vivir al mismo tiempo que Emmett.

—Lo siento mucho —Masen dice arrastrando las palabras, hacia la cálida noche, trayendo de vuelta la botella a sus labios para tragar otro pinchazo de dolor—. Pensé que teníamos más tiempo.

Él no estaba seguro con quién se disculpaba, pero espera que las palabras tengan un significado para alguien en alguna parte.

Él quiere más tiempo, quizás compensar por todo el tiempo que él pasó resintiendo a Emmett cuando eran niños; él no estaba seguro. Todo lo que sabe es que a pesar de que él y Emmett jamás fueron los mejores amigos, él fue el mejor hermano que Masen pudo haber pedido. Y ahora, por primera vez en veinticinco años, se encuentra solo y completamente perdido.

Masen ronda por la ciudad, tambaleándose sobre sus pies y a través de sus lágrimas, el tiempo transcurre en un período desconocido para él. Es como si su mente y su cuerpo no tuvieran idea de cómo existir en un mundo sin su gemelo; ellos siempre dependían de la presencia del otro, distante o cercana, para actuar como una brújula natural para el otro.

Ahora, Masen había perdido a su otra mitad, y él no sabe qué hacer consigo mismo más que buscar respuestas en el fondo de lo que sea que pueda conseguir. Vodka. Cerveza. Whisky. Vino. Pastillas. Cocaína. Cualquier veneno que se encuentre más cerca es lo que él elije para el día. Durante años, Masen siempre había caminado por ese borde de sobriedad con desdén, las tentaciones y el escape ofrecido del otro lado mucho más tentador que vivir limpio.

Quizás sea mejor de esta manera, concluye Masen una vez que ha llegado al fondo de su botella, lanzándola a un lado de la carretera y hacia la metafórica pila de mierda en la que su vida se ha convertido. Quizás sea mejor vivir una vida en un constante estado alterado. Es difícil extrañar a su hermano cuando él está tan arruinado como para recordarlo. Así, él no puede sentir el dolor tan fresco y crudo; suficientemente fuerte como para derrumbarlo también.

Inclinándose contra una palmera al borde de una playa vacía y privada, la farola sobre él no le deja ver, se pregunta si rompería el corazón de su madre un poco más si su otro hijo, el adicto, fuera a abandonar este lugar también. Sin duda una parte de ella estaría aliviada de que Masen no sería capaz de avergonzarla aún más; la carga que un adicto coloca sobre su familia a veces es tan dañina como la misma aguja.

Quizás debería averiguarlo; la idea baila alrededor de su mente nublada por el alcohol antes de poder detenerla, y antes que él se dé cuenta que ha invocado tal pensamiento.

¿Estás loco? Una voz susurra en la noche, haciendo que Masen gire su cabeza tan rápido que lo maree de inmediato. Cerrando los ojos y aferrando sus manos contra su cabeza para hacer que el mundo deje de dar vueltas, Masen se ríe oscuramente hacia el mundo vacío a su alrededor.

Incluso muerto, la voz de Emmett está allí para recordarle sus fracasos.

—No, no estoy loco —Masen sisea hacia el aire, ignorante al hecho de que él está realmente hablando en voz alta y con nadie. Aún inclinado contra la palmera, sus piernas lo mecen de un lado al otro mientras intenta encontrar el equilibrio para caminar de nuevo—. No le haría eso a mamá.

En vez de que sus piernas se posicionen en dirección hacia casa, estas ceden, y Masen cae sobre la arena. Apoya su espalda contra el árbol con derrota, sus manos deslizándose de su frente hacia la parte trasera de su cuello, mientras una ola de pánico envuelve su cuerpo. Su cabello rapado cosquillea sus dedos mientras sus ojos intentan concentrarse en el mundo frente a él. Su corbata cuelga de su cuello, y otro sollozo que se escapa de su pecho cuando afloja la restricción, como si fuera la corbata que lo hiciera jadear, casi al punto de sofocarse.

Solo ve a casa, Mase, advierte la voz de Emmett de nuevo, el enojo en su tono aún desde el más allá.

—Está bien.

Masen se levanta de la palmera, retrocediendo sus pasos hacia el bar donde sus amigos se habían reunido en la noche para celebrar la vida que Emmett había dejado atrás. Es una caminata sencilla, más fácil que caminar en una línea recta; Masen añade para seguirse la corriente en el camino.

Lo que es incluso más fácil son las mentiras.

Las mentiras vienen fácilmente para aquellos que son adictos. Las mentiras lo hacen pensar de antemano a todos los demás. Las mentiras lo preparan para entregar sus llaves al final de la noche.

Las mentiras le hacen traer una de repuesto.

Las mentiras lo hacen tambalearse de camino a su coche, lo hacen colocar torpemente la llave de repuesto en contacto antes que alguien pueda detenerlo. La única persona que tenía alguna relevancia en la toma de sus decisiones es la única persona que tomó la decisión de dejarlos a todos.

—También puedo ser egoísta, Em —dice Masen arrastrando las palabras, sorbiéndose la nariz y pasándose sin cuidado la mano por su nariz para quitar la evidencia de su dolor. En el pasado, él ha conducido a casa borracho, así que esto no es nada nuevo; solo otro ejemplo de lo ignorante e irresponsable que él puede ser en su mundo de adicción. Como si estar en esta condición lo hiciera omnipotente, él de repente sabe todo. Él está seguro de que colocarse detrás del volante estando intoxicado no lastimará a nadie. Él es valiente en sus pensamientos egoístas, de alguna manera sabiendo que la única persona en la carretera esa noche sería él. Ya puede imaginarlo, la sensación de realización que tendrá cuando se tire sobre su sofá para terminar esta miserable excusa de día.

Por supuesto, aquellos que son adictos son algunos de los seres humanos más egoístas allí afuera. No son los que eligen morir con dignidad, como Emmett. No los que se enfrentan al peligro para mantener a otros a salvo. No, los que se encierran en sí mismos cuando el mundo colapsa son los más egoístas de todos. Los que se automedican son los que causan el mayor dolor a otros.

Masen no es diferente.

Masen ha convertido la pérdida de Emmett en otra excusa para meterse en este otro reino; su mundo sin sus favoritos y sin nada o nadie que los hiera.

Él es el que lastima aquí.

Excepto que, esta vez, cuando el volante se zafa de su agarre y su coche sigue avanzando en la noche oscura y cálida, es la oportunidad de Masen para sentir el dolor.

Sentir el dolor que él desata al mundo.

Excepto que no lo hace.

Él no siente nada.


Y ahí tenemos a Masen, por lo que ven él y Mary están en lugares oscuros. En el próximo conoceremos a Bella:)

Muchísimas gracias por seguirme en esta historia ❤️