Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es Lily Jill, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: This story is not mine, it belongs to Lily Jill translating with her permission. Thank you, Lily Jill! ❤️


Capítulo 3

Bella

Es mi tipo de día favorito.

No muchas personas concuerdan conmigo, y me he acostumbrado a las miradas extrañas y asombradas en mi dirección cuando revelo este detalle particular sobre mí, pero no me disuade para cambiar de parecer en lo más mínimo.

Me encanta la lluvia.

Quizás no tanto la manera en que se siente contra mi piel y mis prendas, sino más en la manera que me hace sentir. Escuchar el sonido de la lluvia contra el techo o contra mi ventana de noche me hace dormir tan pacíficamente que lucho por abandonar mi cama a la mañana siguiente. Quiero saborear cada pizca de tranquilidad todo el tiempo que sea posible. Y cuando la lluvia viene durante el día, cuando tengo el lujo de un día libre de trabajo, nada le gana a estar acurrucada en el sofá con mi manta favorita, un libro en mano, y una taza de té sobre la mesa ratona junto a mí.

Hoy es uno de esos días en que me siento así. La lluvia cae en chorros del cielo, un golpeteo continuo contra las macetas en mi balcón y en mis ventanas. De inmediato ansío quedarme en la comodidad de mi cama y mantas por el resto del día con una sonrisa sin culpa en mi rostro.

En cambio, soy interrumpida por el chirrido de la alarma en mi mesa de noche. Me recuerda de las obligaciones que no puedo ignorar, sin importar lo tranquilizadora que la lluvia es para mi alma.

Hora de trabajar.

La lluvia puede que aleje a mi sol, pero eso no me quita las responsabilidades. Al menos, no para siempre.

Con esa idea en mente, estiro mis extremidades sobre la cama, y permanezco acostada allí como una estrella de mar por unos segundos extra para absorber las últimas estrofas de la canción de la lluvia contra mi edificio antes de levantarme y prepararme para el día. Echando un vistazo al reloj una última vez, me pregunto brevemente si puedo meterme en la ducha sin lavar mi cabello—no creo tener la energía para eso esta mañana. Son solo las ocho, así que técnicamente no es tan temprano como las mañanas de otras personas, pero lavar mi cabello parece ser una tarea para la que no estoy de ánimo ahora mismo. ¿Por qué molestarse en arreglar mi cabello si la lluvia simplemente destruirá todos mis esfuerzos de todas formas?

Satisfecha con mi decisión de meter mi cabello en un rodete desordenado y cubrir el frente con un tipo de diadema, doy un paso dentro del baño y noto mi reflejo en el espejo. Casi puedo escuchar un golpeteo pesado del bajo aterrador que escucho en algunas de mis películas favoritas—luzco como si acabara de salir de una película de terror, junto con el cabello enredado y restos de maquillaje de la noche anterior.

Suspiro fuertemente cuando veo en el espejo, sabiendo que los clientes de la Biblioteca Pública de Morris County seguramente preferirían no ver a una de sus bibliotecarias científicas luciendo como los muertos. Triste de que mi mañana de relajación se haya ido al tener el cabello como Medusa, me baño más rápido de lo que normalmente hago.

Después de la lluvia, ¿qué es mejor que el agua caliente contra la piel de tu espalda?

Quizás a alguien aquí conmigo, pienso para mí misma, dejando que el chorro de agua me introduzca en un trance que me tiene meciendo atrás y adelante debajo del agua. Sacudo la cabeza ante el pensamiento con una risita, sabiendo por experiencia que a veces el sexo en la ducha es una idea que suena mucho mejor en tu cabeza que en la realidad.

Cuando salgo de la ducha y me estoy secando con la toalla, puedo decir con solo mirar por la ventana que la lluvia y el clima gris se quedará por el resto del día. Pero solo para estar segura, chequeo el tiempo en mi teléfono.

Síp.

La lluvia desaparecerá por la noche para darle paso al cielo despejado y soleado mañana, haciendo que mañana sea un día típico en este pequeño pueblo en la costa de Carolina. La lluvia no es una constante normal en estos alrededores, cosa que quizás sea la razón por la que me encanta demasiado. Tenemos más sol que lluvia, cosa que ayuda a moldear este pintoresco pueblo en lo que es, pero simplemente hay algo especial sobre la lluvia que me hace querer bailar debajo de ella. Con los brazos estirados, boca abierta para saborear lo que cae del cielo, el agua fría contra mis pies descalzos.

Lo disfruto mientras puedo.

Me coloco un par de jeans que terminan cómodamente en mis tobillos, deslizando un par de chancletas negras para combinar con la camiseta negra casual que decidí vestir. Queriendo meter un poco de color en este mundo en un día apagado como hoy, me ato una cinta de seda violeta alrededor de mi cabeza, dejando que mi cabello caiga en ondas para esconder el nudo en la parte trasera de mi cuello.

Sin pasar mucho tiempo maquillándome, pero determinada a no lucir como si perteneciera a The Walking Dead, unto un poco de esto y aquello en mi rostro, ojos, y labios para que me haga lucir un poco decente. Tengo que estar en el trabajo para las 9:30, y supongo que si salgo ahora, aún podría tener tiempo para disfrutar lo que queda de mi rutina matutina.

Tomo mi paraguas de su lugar junto a mi entrada, abriéndolo al poner pie en el porche así mis prendas no se mojan antes de siquiera dar un paso hacia la lluvia. No me molesta la lluvia en mis pies, salpicando mis chancletas con cada paso que doy. Nunca lo he hecho. Simplemente es algo que amaba cuando era una niña, algo en lo que encontraba tranquilidad, y jamás lo superé. No es una lluvia fría, ya que julio siempre es sofocante aquí, pero definitivamente es una lluvia que te moja esta mañana.

Esto no me impide tener mi caminata matutina, y paso por al lado de mi coche sin mirar atrás, disfrutando mi caminata al trabajo como lo hago todas las mañanas. Tengo suerte en el sentido que vivo a una cuadra de mi trabajo; también tengo suerte de que puedo pasar por uno de nuestros parques locales que gritan picnics, barbacoas, y pescas en los lagos que se tornean alrededor de lo que parece ser un sinfín de césped recién cortado. Incluso en días como este, cuando el parque está vacío, y el césped es atenuado por las gotas grises que caen de arriba, sonrío ante lo hermoso que luce y sigo caminando.

¿La otra cosa buena sobre la lluvia?

Trae a las personas adentro.

Dónde sea el "adentro" en particular, difiere de una interpretación a otra. Pero cuando veo el repunte en el número de coches en el estacionamiento de nuestra biblioteca esta mañana, ya sé que tengo razón.

A algunas personas le gusta quedarse adentro de la comodidad de sus propias casa cuando la lluvia cae, especialmente si no les gusta conducir en ella o no les gusta la sensación de la ropa mojada contra su cuerpo. Asumo que no soy la única que ama quedarse adentro y leer en un día lluvioso; algunos eligen quedarse en casa, mientras otros elijen una biblioteca. Estas son las personas que, como yo, buscan libros o revistas para pasar el tiempo. Estas son mi tipo de persona favorita. Me dice mucho sobre ellos—me dice que un poco de lluvia no los detendrá de obtener lo que desean.

Me encanta interactuar con las personas; mis padres me dicen que he sido una persona sociable desde el día en que nací, y cuando puedo ver y ayudar a las personas a expandir su base de conocimientos dentro de nuestro sistema de bibliotecas, bueno, puede que ame más eso de lo que ame la lluvia.

—Ya estamos ocupados —menciona Mike mientras me ubico detrás del escritorio de circulación con él. Su mirada se desplaza alrededor de la biblioteca de una sección a otra, estudiando la impresionante cantidad de personas que la lluvia trajo esta mañana. Asintiendo, me estiro hacia la parte trasera de la pared para colgar mi paraguas en unos de los ganchos.

—Lo sé —respondo, regresando a mi escritorio para encender mi computadora—. Sabía que lo sería.

—Sí, sí. —Mike me desestima con una sonrisa engreída, conociendo mi postura sobre la sociología detrás de la lluvia y las personas—. ¿Quieres quedarte aquí arriba por un momento?

Asintiendo, me muevo y camino de vuelta hacia dónde él se encuentra estudiando el piso frente a nosotros.

—Probablemente necesites una mano para el ajetreo cuando estén listos para registrar la salida.

—Gracias.

Nuestro pueblo es relativamente pequeño y tranquilo aquí en el estado de Carolina del Norte, y estoy feliz de que de la pequeña población en Willow Creek, trabaje con algunos de los mejores que este pueblo tiene para ofrecer. Solo somos Mike y yo trabajando en estos momentos, a pesar del incremento de clientes adentro esta mañana, suelto un pequeño tarareo con felicidad perfecta.

He estado trabajando aquí por poco más de dos años; mis horarios y mis horas se alinean perfectamente para la manera que elegí vivir mi vida. Mientras que la mayoría de las personas prosperan en una rutina y estructura, prefiero que cada día sea diferente al anterior. Disfruto trabajar un turno por la mañana y luego cerrar la siguiente noche—me permite ver y conocer todo tipo de personas diferentes. Mis días libres están llenos de oportunidades para despertar y ver adónde me lleva el día. Siento que trabajar un típico nueve a cinco eliminaría esa posibilidad.

Estoy muy segura de que esa es la razón por la que todos aquí nos llevamos muy bien. Creo que todos los que trabajamos aquí compartimos eso entre nosotros, haciéndolo más fácil de comprender al otro y disfrutar de trabajar juntos. Como dije, no es exactamente la biblioteca más grande del mundo, ni siquiera del estado. Es solo lo suficientemente grande como para tener más o menos una docena de empleados y lo suficientemente pequeña como para que nos sintamos como una pequeña familia unida. Jessica estará aquí alrededor de las once para trabajar el turno tarde, y en algún momento de la tarde, Embry estará aquí para ayudarnos a cerrar por la noche. Victoria y Bree, nuestras empleadas más jóvenes siguen en la secundaria, usualmente vienen en algún momento después de la escuela para ayudar a reacomodar los libros devueltos o mal ubicados.

Pero por ahora, solo somos Mike y yo, y la primera hora pasa casi con normalidad. Excepto por el cliente ocasional retirando sus libros o alguien necesitando ayuda, la mayoría del público de la lluvia es bastante callado y tranquilo. No que alguna vez se vuelve demasiado aquí; quiero decir, todos conocen que la regla número uno en la biblioteca es el preferido silencio, pero a veces la lluvia trae algunos pedidos interesantes.

—¿Puedes con esto? —le digo a Mike un poco antes de que Jessica tenga previsto llegar para comenzar su turno. Señalo hacia las pocas mesas con libros esparcidos en sus superficies, evidencia de estar en presencia de pequeñas manos—. Puedo ver algunos libros desordenados en Literatura Juvenil, y me está volviendo loca.

Asintiendo, Mike apenas levanta la mirada de su computadora y me pone en marcha.

—Guarda un poco para las niñas.

Se refiere a Victoria y a Bree, y como son demasiado jóvenes como para trabajar en las computadoras y los registros, su único rol es acomodar los estantes de libros.

Pongo los ojos en blanco y lo desestimo al agitar mi mano.

—Ellas encontrarán algo qué hacer. Confía en mí. —Lo sé, he estado trabajando en una biblioteca de alguna manera o forma desde que tenía quince años. Amaba leer, y cuando supe que mis padres no iban a comprarme un coche como el resto de los padres de mis amigos lo hicieron por sus hijos, decidí elegir un trabajo que requiriera la mínima cantidad de trabajo con la mayor posibilidad de que me divirtiera.

La biblioteca ganó.

Mi plan, mi gran conspiración, era encontrar una manera de esconderme en los rincones y leer por horas. Como dije, tenía quince años en ese momento, y pensaba que mi plan era brillante.

Resultó ser que tenía razón—podía acomodar los libros alfabéticamente tan rápido que terminé con mucho tiempo en mis manos. Colocaba los libros en su lugar correcto en el carrito del fondo, empujaba dos carritos al mismo tiempo hacia las secciones vacías y tranquilas de la biblioteca, y desaparecía por horas. Estoy segura de que las personas con las que trabajaba sabían lo que hacía, pero ellas nunca dijeron algo en tanto que los libros siempre estuvieran en su estante correcto. Volvía al escritorio de circulación cada cierto rato con mis carritos vacíos, escondiendo el libro que estaba leyendo en un lugar donde nadie más podría venir y llevárselo. De nuevo llenaba mi carrito con cualquier libro nuevo que era regresado desde mi último acomodo de los estantes y comenzaba el proceso de nuevo.

Eso funcionó bien para todos hasta que descubrí lo fácil que era ocultar las cosas aquí atrás. Eventualmente, no tenía nada que ver con los libros. ¿Quién hubiera sabido lo emocionante que era besarse con un chico en la biblioteca?

Afortunadamente, ellos nunca se enteraron de eso.

El bichito de la biblioteca me mordió ni bien me había ubicado detrás del escritorio de circulación todos esos años atrás, y me enamoré de todo lo que conlleva. Era más que solo los libros. Era la manera en que podía ayudar a un niño con su ensayo para la escuela que no tenía el lujo de una computadora en su propia casa. Era cómo podía observar a todas las maestras venir después de la escuela para ofrecer sesiones de tutorías. Era la manera en que las personas podían aprender nuevos idiomas o enviar documentos por fax y tenerlos certificados. Me enamoré de la biblioteca como un centro—y hasta este día, fue mi primer y eterno amor.

No estaba preparada para que eso cambiara pronto.

Pero, hoy, sucedió.

Son las 3:10 de la tarde, y él entra en la biblioteca como una mopa mojada—y en mi vida como un huracán.

Echo un vistazo a Jess detrás del mostrador, y sé que ella lo ve—ella ya está mirando a su alrededor para ver cómo podría ayudarlo con algo desde donde él se encuentra en la entrada. Me estoy riendo de inmediato por la manera en que este tipo ni siquiera ha caminado tres pasos dentro del edificio, y Jess ya lo mira como el bocadillo que es.

Siempre ha sido divertido trabajar con Jessica en este sentido; somos dos mujeres que no somos tímidas cuando se trata de expresar lo que nos gusta y cómo lo queremos.

Y ahora mismo, carajo, ahora mismo, este tipo me tiene repensando mi decisión sobre el sexo en la ducha. De hecho, él me tiene pensando en muchas posiciones en este momento. Tenemos toda una sección de libros aquí con imágenes si alguien necesita una ilustración.

La imagen que tengo ahora mismo es el sol en este día deprimente. Aunque la lluvia me da tranquilidad, el hombre que entra a nuestra biblioteca hace estremecer mi cuerpo. Entre el agua de afuera y las chispas que me recorren ahora, siento que no está tan mal morir electrocutada.

En saludo, él le sonríe a Jess, que sigue congelada en su lugar detrás de circulación. Sé que ella está preguntándose por qué, de todas las bibliotecas en el mundo, esta es a la que él entra, en el medio de una tormenta, un martes por la tarde.

Ella no es la única con preguntas, pero en vez de regresarle una sonrisa en su dirección, giro sobre un pie lentamente, escondiéndome silenciosamente detrás de la estantería alta y de caoba así puedo descubrirlo a mi propia manera. He estado escondiéndome detrás de estanterías desde que tenía quince años—sé cómo ser discreta.

Me agacho y levanto lentamente siguiendo el vaivén de los libros frente a mi vista mientras él se acerca cada vez más, un paso a la vez. Tengo que agacharme aún más con cada paso; él es alto, y mis ojos no pueden asimilarlo todo de una vez. Sin embargo, lo que puedo ver, me hace asentir mi cabeza con apreciación.

Reconozco a un hombre apuesto cuando veo uno.

¿Y este de aquí?

Magnífico.

Necesito conocerlo.

¿Esas manos que se estiran para tomar un libro de cuidado para el césped? Necesito saber cómo se sienten esas manos sobre mi piel. El destello de lengua que se asoma mientras estudia las páginas del libro en sus manos. Necesito experimentar esa lengua por mi misma.

En todas partes.

Segura en mi escondite temporal, pero aún deseando investigar a este recién llegado un poco más, deslizo el carrito hacia el siguiente pasillo. Las ruedas no son tan silenciosas como me gustaría, y aunque sé que puede que haya arruinado mi escondite, aún uso la extensión infinita de libros y estanterías como aliados en mi búsqueda del hombre a dos pasillos y diagonalmente abajo de donde me encuentro.

A pesar que he estado adentro desde esta mañana, sé que sigue lloviendo basado en la lluvia que se esconde dentro del cabello broncíneo del hombre. Me gusta lo que veo mucho más cuando noto que no ha pasado sus dedos por él para secarse de la lluvia—esos dedos mojados destruirían los libros que tenemos aquí en la biblioteca, considerando que él ha estado tomando libros sin parar de los estantes desde que llegó aquí. Observo cómo sus ojos se mueven de un título a otro, estudiando los libros en busca de algo en particular.

¿Acaso esos ojos verdes están iluminando los pasillos en esta zona oscura de la biblioteca?

Este podría ser mi momento.

Puedo preguntarle si hay algo en que pueda ayudarle—si tiene un tema en mente.

Quiero decir, es mi trabajo, después de todo.

Pero me gusta eso.

Disfruto de mirarlo a través de los estantes. La manera en que él desaparece de vista cada tanto mientras se agacha o se estira en busca de un libro que está fuera de mi vista entre un juego de estantes; la manera en que su cabeza se inclina a un lado cuando algo llama su interés, el tic en su mandíbula cuando rechaza su elección original.

Dejando de lado la mandíbula fuerte y cincelada, me encanta observar a las personas enamorarse de sus libros. Me pregunto qué viaje están comenzando dentro de su cabeza, imaginando todas las diferentes aventuras a las que un libro puede llevarte. Pienso en el libro que tengo en mi mesa de noche y envío un gracias a Diana Gabaldon por su viaje único en la vida a Escocia que me ha dado y por Jamie Fraser. Si no has conocido al Rey de Todos los Hombres, te sugiero que tomes una copia de...

—¿Disculpa? —Un susurro tentativo me saca de mi mundo ficticio favorito cuando mi propia realidad se estrella contra mí. Él me está hablando.

se encuentra parado directamente frente a mí.

Ahora mismo.

—¿Trabajas aquí?

Con una rápida sacudida de mi cabeza y una inhalación de confianza dando vueltas en mi estómago, le doy la sonrisa que he querido darle desde que aterrizó en mi vida hace seis minutos.

—Sí, y me gustaría ayudarte.


¿Acaso no sienten la diferencia? Mary y Masen viven en la oscuridad, y Bella en la luz. En el próximo tendremos a Edward :) ¿Ya tienen teorías?

¡Gracias por leer y qué tengan buen martes!