Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es Lily Jill, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: This story is not mine, it belongs to Lily Jill translating with her permission. Thank you, Lily Jill! ❤️


Capítulo 4

Edward

—Eso debería ser todo.

Al cerrar el maletero, observo la parte trasera de mi coche con un suspiro, incapaz de ver algo que no sea cajas y prendas desordenadas sofocando cada último lugar que legalmente permite. Espero que nunca tenga que mirar hacia la luneta durante mi traslado—todo lo que seré capaz de ver sería lo que queda de mis pertenencias.

Algunas me llevo conmigo, la mayoría decidí dejarlas atrás, pero los artículos que sí traje son incómodos y molestos en el pequeño espacio de mi coche. La mayoría son anécdotas arbitrarias de mi vida, pequeños pedazos de mí lanzados al asiento trasero mientras dejo este capítulo de mi vida atrás.

Me voy con una actitud positiva, no tan deprimente como lo imaginé todos esos meses atrás cuando me di cuenta que este evento, este día, sería inevitable. Ha pasado poco más de un año, y hoy me siento mejor de lo que me he sentido en mucho tiempo.

De pie en la entrada que comparto con mi vecino Brady, volteo al escuchar una puerta cerrarse del dúplex detrás de mí. Es un lugar decente para que vivan dos tipos. Y cuando pienso en el último año que he pasado rentando este lugar, asiento mi cabeza con satisfacción y no me arrepiento de nada; ni siquiera de la pintura salida en las paredes de la puerta principal que solo se cierra si la alineas con una pizca de esperanza, y con la cantidad justa de súplicas.

—Gracias, amigo —digo cuando Brady se me ha unido en la entrada detrás de mi coche completamente cargado. Asiento sobre mi hombro hacia el porche así él puede notar lo que le dejé por haberme ayudado a empacar toda esta mierda—. Te dejé una caja de cervezas por tu ayuda.

—Pfff. —Agita su mano con un encogimiento de hombros, entrecerrando los ojos hacia el cielo de D.C.—. No fue nada.

—Entonces, ¿no necesitas la cerveza?

—Jamás dije eso, amigo. Definitivamente la tomaré —Brady responde con un puñetazo suave en el hombro, caminando de regreso hacia su porche para tomar una botella de la caja. Jamás le dejaría una cerveza caliente como señal de agradecimiento, me aseguré de tomar la más fría del congelador en la tienda de licores una vez que mi mierda estuvo metida en mi coche.

—Por supuesto que sí. —Me río de él, sacudiendo la cabeza y ya sabiendo que esta conversación cómoda entre nosotros será algo que extrañaré. En estos días, mudarse lejos de los amigos y en una parte diferente del país no es un gran problema. Las redes sociales y los vuelos baratos nos ayudarán a mantenernos conectados a pesar de la distancia.

Distancia es lo que necesito, quizás no de Brady, pero definitivamente de otros.

—¿Cuánto tiempo de viaje tienes? —pregunta Brady, tomando un buen y largo trago de la cerveza que le he dejado.

Me encojo de hombros y juego con las llaves en mi mano, el tintineo casi imperceptible contra el volumen de la ciudad. A pesar de que nuestro lugar se encuentra justo en las afueras de la ciudad y se ubica en una calle sin salida, no se puede escapar del ruido de D.C.

—Un par de horas; cuatro en un buen día.

Él asiente con aceptación y suspira hacia la distancia.

—¿Estás bien?

Él último año pasa por mi mente rápidamente, y con una exhalación, sonrío y le doy una palmada al hombro de Brady.

—Lo estoy ahora.

No desperdiciamos mucho tiempo en nuestra despedida; evitar el tráfico de la ciudad es esencial para mi plan de viaje hoy. Cruzar varias líneas interestatales hacia mi destino final en Carolina del Norte es el objetivo, y necesito irme a una hora razonable para escapar de los retrasos innecesarios.

Con cada giro de las ruedas sobre el pavimento, mi decisión de irme es solidificada en mi mente. No tengo culpa sobre irme; mi familia y mis amigos saben que la única manera de que siga con mi vida sería seguir hacia adelante, y cuando mi firma ofreció una transferencia a unas horas y unos estados lejos del área de D.C., aproveché la oportunidad de comenzar de nuevo.

Había vivido una vida feliz y bendecida—dos padres y una hermana que me amaban y llenaban mi vida de recuerdos para hacerme sonreír incluso en el día más frío. Tenía un trabajo que amaba, un departamento con vistas a la vida urbana que uno solo soñaba. En un punto, incluso tuve una chica—o eso pensaba; hasta el día que había vuelto a casa de un viaje de negocios. Lauren estuvo previsiblemente feliz de tenerme en casa, solo para despertar la mañana siguiente con un mensaje esperándome en el baño.

El tipo fue inteligente, dejó una nota en el lugar dónde Lauren jamás esperaría encontrar. Pero él sabía que yo lo haría—y escrito en un pedazo de papel roto, habían varias palabras en la parte inferior del asiento del inodoro que cambió el sentido de mi viaje a un lugar diferente, horas lejos de esta vida.

«Esta chica acaba de decirme que tiene un novio A LA MAÑANA SIGUIENTE. Lamento tener que decírtelo así, pero me gustaría saberlo si fuera tú. Lo siento, amigo.»

Trece meses y una ruptura después, presiono el acelerador un poco más fuerte y clavo el último clavo en el ataúd proverbial de nuestra relación para siempre. Lauren y yo éramos geniales cuando éramos geniales, y cuando ya no lo éramos, aún así no era malo. Estuve devastado cuando me enteré de lo que ella había estado haciendo, pero mucho más porque ella fácilmente podría haberme dicho que no era feliz. Hubiera sido capaz de ajustarme a eso; estuvimos juntos por dos años, y aún así seguía en una edad donde mi corazón hubiera sanado si le daba el tiempo y la forma apropiada. En cambio, me había encontrado buscando un lugar donde quedarme sobre la marcha, sin querer vivir otro minuto en el departamento donde mi pequeña nota había estado esperándome.

Acepté el primer lugar disponible que visité—y me mudé al departamento B en el dúplex con Brady, quien había ocupado el departamento A por años. Brady había pasado el último año escuchándome quejar y llorar por mi vida, ofreciendo palabras sabias en nuestro porche compartido mientras bebíamos cerveza y fumábamos unos cigarrillos.

Los dos años que Lauren y yo pasamos juntos no tenía que terminar de la manera en que lo hizo, cosa que creo que me molestó incluso más que la infidelidad. Quizás fue la manera en que me había enterado—me llevó meses encontrar el humor en ello, pero una vez que lo hice, se volvió algo en lo que puedo recordar, sacudir la cabeza con una risita, y mirar hacia adelante; cosa que estoy haciendo ahora, listo para abordar una nueva ubicación en un pueblo nuevo—un nuevo estado.

¿Un nuevo yo?

No estoy seguro de eso aún.

Sigo sintiendo lo mismo cuando despierto cada mañana. Aún siento placer por las cosas que siempre tuve y había pasado este último año reconectando con alguien que desafortunadamente había ignorado al crecer: a mí mismo.

¿Estoy feliz de que Lauren y yo terminemos como lo hicimos? Por supuesto que no. Ella es una chica increíble, y tuvimos un buen tiempo juntos hasta el final, pero ella no es increíble para mí. Soy honesto cuando digo que probablemente fuera lo mejor que me haya pasado a la larga.

Estoy incluso más seguro de ello cuando entro al pueblo de Willow Creek, Carolina del Norte. Población: probablemente uno. Solo yo, por lo que parece.

Incluso entonces, no puedo quejarme.

Es justo lo que necesito—completamente lo opuesto a mi vida en la ciudad con tanto ruido que mis pensamientos se pierden en la multitud. Es sábado, poco después de las tres de la tarde, cuando finalmente estaciono mi coche en mi entrada, el sol aún rampante en este día de verano en julio. Permanezco detrás del volante por un momento o dos, feliz de haber terminado de conducir y tener una nueva aventura frente a mí. No tengo previsto ir a la nueva oficina hasta el lunes por la mañana, por lo que me da el resto de hoy y todo el día de mañana para prepararme para la semana de trabajo y acomodarme en lo que supongo que puedo llamar ahora casa.

No hay mucho que mirar, pero es muchísimo mejor que donde había estado viviendo en D.C. Este lugar realmente tiene una puerta que cierra—¡oh, que lujo! El edificio es más viejo pero hecho de ladrillo firme, del tipo que susurra historias de tormentas y celebraciones. El césped definitivamente es más verde del otro lado de este pueblo, como se evidencia por el césped suave que rodea el camino hacia mi entrada. Hay varios árboles de Júpiter presionados contra el perímetro del edificio, sus pétalos rosas ofreciendo otro color para complementar el verde del césped.

Creo que había un arbusto del lado izquierdo del dúplex en D.C.

No puedo estar seguro, pero mientras abro la puerta de mi coche y saco una pierna hacia el sol, no creo que he estado más feliz de escuchar el sonido de la gravilla crujir debajo de mis chancletas. La entrada está cubierta con pequeñas piedras blancas, y estas rasgan placenteramente los costados de mi pie mientras cierro la puerta del coche detrás de mí y echo un vistazo alrededor una vez más.

—Tú debes ser Edward —se escucha una voz a mi izquierda, y volteo hacia el sonido. Había estado tan concentrado en mi nueva casa que no había prestado atención al resto del vecindario. Ya que voy a rentar de un edificio que ocupa otros cuatro departamentos, asumo que la persona que sabe mi nombre no es otro más que mi actual casero.

—Ese soy yo —digo incómodamente, ofreciendo un ligero saludo con la mano mientras el hombre se acerca. Cuando se encuentra frente a mí, extiende una mano sudada para estrechar la mía, y lo hago con fuerza y con fervor.

—Harry —ofrece mientras nuestro apretón de manos termina—. Hablamos por teléfono.

Asiento en reconocimiento.

—Sí, lo recuerdo. Gracias por las indicaciones; fueron muy correctas.

—No es problema —responde, agitando una mano—. ¿Necesitas ayuda allí? —Señala a mi coche lleno.

Me pregunto cuánto tiempo me llevará acostumbrarme a los acentos aquí. Supongo que ellos podrían decir lo mismo del mío.

Sacudo la cabeza en respuesta.

—Nah, todavía no. Creo que echaré un vistazo alrededor por un momento antes de comenzar.

Nos vamos cada uno por nuestro lado minutos después, y estoy ansioso por entrar a mi nuevo y vacío departamento. Mis muebles están previstos para que lleguen un día de esta semana, y por ahora, no tengo problema en dormir en un colchón inflable por unos días. Después de vivir donde estuve el último año en D.C., esto definitivamente es mejor de lo que estoy acostumbrado.

Mi llave entra en el picaporte sin problemas, y entro a un espacio luminoso y abierto que presume sobre nuevos comienzos. La cocina es pequeña pero aún así perfecta para su propósito. La sala es de forma rectangular, ideal para los pocos muebles que tengo en camino. Planeo añadir lo que necesito cuando lo necesite; el último año me ha enseñado que no necesito mucho para vivir una vida feliz y comenzar de cero.

Después de chequear el resto del lugar, tomando nota que el balcón de mi cuarto es lo suficientemente grande para una solo sillón y quizás una pequeña mesa para apoyar mi café, decido salir a caminar antes de comenzar la tarea de vaciar los contenidos de mi coche. He visto una tienda de comestibles de camino al pueblo y había decidido parar allí mañana para llenar el vacío refrigerador. Por esta noche, estaré satisfecho con una pizza y cerveza; sé que la emoción del día me pasará factura pronto, y simplemente querré dormir.

El aire sigue siendo tan caliente como cuando llegué por primera vez horas atrás; el cielo de verano apenas comienza a transformarse en la noche. Podría acostumbrarme a los diferentes tonos de color cerniéndose sobre mí en la distancia. Quizás sean los campos abiertos que rodean mientras camino el pueblo de Willow Creek, ofreciendo un sinfín de tranquilidad, pero disfruto esta sensación abrumadora de espaciosidad que me rodea mientras camino. Quizás sea el nuevo sabor a libertad que me deja con sed de más.

Cuando doblo la esquina y veo la pizzería a una corta distancia de mi nuevo departamento, sé que me encantará estar aquí.

Los próximos tres días pasan de la misma manera, el impulso de la mudanza y un lugar para llamar mío se filtra a mi vida profesional también. El lado bueno de ser capaz de obtener una transferencia dentro de mi propia firma es que ya conozco los detalles de lo que hago. La única cosa que cambia son los nuevos clientes con los que trabajo en mi área de diseño web. Había conocido a mi nuevo supervisor en un par de fiestas con los años, siempre lo había encontrado lo suficientemente agradable para trabajar con él, y mis compañeros de trabajo me recibieron a su edificio como su hubiera estado allí por años.

Dentro de todo, todo es perfecto.

Excepto por un pequeño detalle.

¿Mi jefe nuevo? Le gusta el golf.

Pero no de la manera que a mí—juego al golf dos veces al año: una vez en el cumpleaños de mi papá y otra en el día del Padre.

¿Pero jugar con un tipo que prácticamente vive en un campo de golf?

Por lo que, cuando él me pide que me una a ellos en una ronda de golf el próximo viernes, hago lo que cualquier chico nuevo haría si quiere encajar bien.

Acepto su invitación.

Acepto su invitación el martes por la tarde mientras la lluvia cae fuerte y pesada, y solo minutos después de aceptar recuerdo que no tengo conexión de internet en mi departamento aún. Está programado para que lo instalen el viernes por la tarde—que sería muy tarde si quisiera volverme un experto en golf de la noche a la mañana. Investigar esto en mi teléfono parece demasiado frustrante; necesito verlo todo frente a mí. Necesito ver muchas fuentes al mismo tiempo, todas las definiciones e imágenes de ubicación correcta.

Necesito una biblioteca.

Afortunadamente, mi oficina se ubica en una sección del pueblo cerca de varios otros establecimientos, y la biblioteca es uno de ellos. Soy capaz de escaparme poco después de las tres, tan emocionado de comenzar mi investigación que olvido que la lluvia cae a cántaros. Cuando estoy a cuatro pasos de mi misión, me doy cuenta de que no hay nada que me cubra del agua. Pero como el tiempo no está de mi lado en estos momentos, continúo hacia el edificio de ladrillos ubicado al final de la calle. Hay un estacionamiento junto a la vieja estructura, los coches sorprendentemente llenan la mayoría de los espacios. A través de la neblina de las gotas, noto la entrada de un parque del condado, dejando una nota mental de chequearlo un día con mejor clima.

Ansioso de estar en territorio seco, apuro mis pasos y no me detengo hasta estar sosteniendo el picaporte de la biblioteca en mi mano, empujándola para abrirla rápida y fuertemente.

Entro exactamente como el intruso molesto que ves en las películas. El agua chorrea de cada parte de mi cuerpo; mis chancletas chirrean contra el suelo de linóleo como uñas sobre una pizarra en este cielo silencioso en el medio de la nada.

Una morena detrás del mostrador sonríe ante mi presencia, y me pregunto cómo debo lucir al entrar a este lugar tranquilo, el agua de la lluvia acompañándome como mi cascada personal. Sin querer dejar un camino de agua detrás de mí, brevemente seco mis pies sobre las alfombras donde me encuentro cerca de la entrada y levanto la mirada para echar un vistazo rápido a la disposición frente a mí. Espero poder estimar, con solo al mirar la gran cantidad de libros frente a mí, donde sería capaz de encontrar el tema específico que busco.

Decido aventurarme hacia la izquierda, alejándome de la obvia sección de niños a la derecha con colores vívidos y muebles pequeños. Dando unos pasos en dirección a dónde creo que encontraré mis libros sobre cómo convertirse en un jugador de golf profesional con solo veinticuatro años, estoy agradecido cuando mis pies encuentran consuelo en alfombras gastadas. Ahora no haré ruido sobre la baldosa mientras busco.

Paso por al lado de un grupo silencioso de adultos sentados en una mesa rectangular frente a un caballete, esperando poder escabullirme sin rociarlos involuntariamente con los restos de lluvia al pasar. Cuando he pasado la mesa sin incidentes, me dirijo hacia el primer pasillo que veo, inseguro de si estoy en el lugar correcto. Me detengo por un momento para leer los títulos y las etiquetas en los lomos de los libros con esperanza de que puedan señalarme en la dirección correcta. Pero me detengo por completo cuando capto una destello de una figura a unos pasillos por entre los estantes de los libros. Es difícil descifrar al principio; los altibajos de los tamaños inconsistentes de los libros bloquean una vista completa de lo que veo. Es el cabello en ondas que me detiene en el lugar, la dirección que buscaba se detiene al verla.

Es obvio que lo que veo es a ella, mientras la figura se mueve por el pasillo, y capto un destello de labios rosas pálidos con una sutil sonrisa.

De alguna manera, lo sé.

De alguna manera sé que aunque estos vistazos son fugaces—mi mirada debate entre tomar libros al azar de los estantes e intentar seguir sus movimientos por los pasillos, los vistazos que he visto me dicen que necesito ver más.

Un chirrido a unos pasillos más adelante es toda la evidencia que necesito para seguir el sonido, sin detenerme a pensar que quizás el sonido no proviene de ella. Ondas de cabello marrón y una pequeña sonrisa me tienen dispuesto a correr el riesgo de averiguarlo.

Lo veo antes de que mi mente pueda conectar a las ruedas del carrito antiguo como el sonido que me llamó a su pasillo, a verla confundida colocando libros en el estante.

Me tomo este momento mientras me paro detrás de ella, disfrutando la imagen más que solo su cabello y boca frente a mí en este pasillo silencioso. Jeans oscuros y una camiseta negra parecen lo suficientemente simple, pero la cinta violeta enlazada debajo de sus rizos oscuros me dicen que hay más sobre ella de lo que elije mostrar al mundo. Ella es delgada; puedo ver cuando ella se estira para colocar un libro en un estante más alto, y la tensa piel de su estómago se asoma por el espacio entre sus jeans y el borde de su camiseta. Ella es lo suficientemente alta que puede estirarse a una altura decente en estos estantes y al juzgar por la facilidad con la que lo hace todo, sugiere que esto es algo que ha hecho antes.

La parte más intrigante de todo no es cómo su cabeza se inclina a un lado cuando es obvio que está perdida en pensamiento, o la manera en que las luces fluorescentes de arriba capta la plata de su anillo en su tercer dedo del pie. La parte más intrigante de lo que está sucediendo en este pasillo es lo que me está sucediendo a mí.

Es la manera en que estoy por abrir mi boca para hablarle después de pasar el último año distanciándome de este tipo de vulnerabilidad. Es la manera en que no puedo apartar mi mirada de esos jeans, lo rápido que los imagino deslizándose por sus piernas.

Es la manera en que he sido impulsado hacia aquí—como si fuera una marioneta de los pensamientos de alguien más.

Hay espacio suficiente para colocarme detrás de ella sin tocarla, anticipando que ella está tan perdida en pensamientos que mi presencia puede parecer abrupta.

No me detiene.

—¿Disculpa? —pregunto en un susurro, tratando de no sobresaltarla. Necesito colocarle una voz a la chica de los estantes—. ¿Trabajas aquí?

Probablemente no sea la manera más sutil de comenzar una conversación, pero las palabras están en el universo antes de que pueda detenerlas. Vale la pena cuando esa sonrisa que vi hace unos pasillos atrás se transforma en una sonrisa creada por las palabras que se encuentran dentro de los libros en los estantes a nuestro alrededor.

Mientras la voz responde, me da respuestas a la pregunta de un año de por qué las cosas con Lauren terminaron como terminaron.

Por este momento...

Este momento exacto cuando entro a un mundo que jamás había experimentado.

—Sí, y me gustaría ayudarte.


Awww, ¿flechazo? Si están en el grupo, ayer se sumó la autora de esta historia, así que vengan a darle la bienvenida :)

Bueno, ya tenemos a los 4 personajes, ¿qué piensan? El próximo es Bella y ya luego volvemos a Mary. Recuerden que mañana hay adelanto en el grupo. ¡Buen día para todos!