Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es RMacaroni, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to RMacaroni. I'm only translating with her permission. ¡Gracias, Ronnie, te adoro!
Capítulo 7
La Fogata
Me observo al espejo, encogiéndome con horror.
—¡No puedo usar esto! —Bajo la mirada hacia el escote bajo que termina en mi abdomen.
—Sí, puedes. Y lo harás.
—¿Cómo podré siquiera mantenerlas allí? —Giro los brazos a mis costados, inclinándome hacia adelante y a los lados, probando cualquier potencial muestra de pezón. La tela del vestido blanco realmente permanece en su lugar, lo que es muy impresionante.
Rose se me acerca por detrás y sostiene mis brazos, sonriéndole a nuestro reflejo en el espejo.
—Si él no cede con esto, entonces puede que el coño no sea lo suyo.
—¡Rose! —Me siento sonrojar mientras intento con todas mis fuerzas no reírme.
—Solo digo. —Lanza sus brazos al aire—. ¡Luces tan sexi! Con clase, pero sexi. Sensual, pero inocente. Todo en uno como solo tú puedes lograrlo.
—No lo sé.
Envuelvo mis brazos alrededor de mi vientre, juntando mis pechos —realmente no se encuentran en el medio— pero ni siquiera eso las hace salirse del vestido. Uno pensaría que estaba pegado.
—Otro punto a favor para tus pequeñas tetas. Si yo vistiera algo así, luciría obsceno. —Ajusta las tiras de su vestido rojo sin mangas alrededor de su cuello, frunciendo sus labios pintados de color cereza—. No que me importara, pero... el punto es que, tus pechos son perfectos. Así como son. Y lucen geniales en esto, así que...
Quizás ella tenga razón. Suspiro, manos sobre mis caderas, girando mi cuerpo y observándome en el espejo. Sí luce algo lindo.
—Llamaré a mamá, luego te encontraré en la fogata, ¿de acuerdo? —dice Rose entonces, tomando su bolso, de repente apresurada—. Jake dijo que estará esperándote en la entrada principal.
—¿Vas a llamar a tu mamá ahora? —Entro ligeramente en pánico por que ella me esté dejando sola de nuevo para aventurarme en la noche—. ¿Y por qué tienes que irte para llamarla? —Tenemos WiFi en el cuarto; así es cómo le hice una videollamada a mi papá esta mañana.
—Seré rápida. —Ignora mi pregunta y se apresura hacia la puerta, bolso en mano, echándome un vistazo arrepentida—. ¡No dejes esperando al Surfista!
—Ni siquiera sé si él estará... —La puerta se cierra tras Rose—. Allí. —Suspiro, preparándome antes de tomar mis cosas y salir.
~BW~
Todos los domingos de verano, el grupo de playa Tortuga se junta para hacer una fogata. Locales, surfistas, e investigadores de la reserva se unen.
Es una tradición, me cuentan.
Jake me encuentra en la entrada de la reserva, y caminamos hacia la playa donde nos encontramos con Leah. Mientras que él tiene puesto una camiseta manga larga y traje de baño, un vestido corto color plata cubre la piel bronceada de Leah, por lo que me siento menos cohibida sobre el vestido que Rose eligió para mí. La pequeña botella de licor que ella y yo bajamos después de atacar el minibar puede que también tenga algo que ver con mi relajación.
Las personas están esparcidas alrededor de la playa, pero hay un grupo concentrado junto a la fogata.
No pasa mucho tiempo antes que mis ojos sean atraídos hacia él.
Se encuentra sentado en la arena, junto al fuego, sus piernas cruzadas debajo de él. Aparte de unos mechones rebeldes, una gorra al revés esconde la mayoría de su cabello.
Oh, y él está tocando la guitarra.
Y cantando.
Cielos, ¿quién es este tipo?
Está tocando una versión acústica de «Imagine» de John Lennon, y en ese momento, es como si fuéramos las únicas dos personas en esa playa.
Las olas detrás de él interrumpen su incesante vaivén. El fuego, chispeando frente a él, se atenúa a un suave brillo, iluminando sus fuertes rasgos, mientras mira la guitarra, y la manera compleja en que él jala de las cuerdas.
Cuando la canción termina, y él levanta la mirada, sus ojos aterrizan sobre mí y mis mejillas y cuello arden. Por un segundo, o una eternidad, él me observa, sus ojos penetrantes frente al fuego.
Cuando frunce el ceño, mi vista es bloqueada por un chico amigable parado frente a mí.
—¡Bella, hola! —La sonrisa de Seth es brillante y honesta—. ¡Llegaste!
Detrás de Seth, Edward comienza a tocar otra canción, al parecer concentrado en su guitarra.
Seth se ofrece a traerme un trago y acepto, pero mi momento de vacilo no se le pasa desapercibido a Leah.
—No te preocupes. Mi hermanito es inofensivo —dice Leah, mientras miro a Seth por encima de mi hombro. Él está llenando dos vasos y sonriéndome—. Él es solo muy amigable. Hace esto con todos.
—Nena, vamos —se opone Jacob, sacudiendo la cabeza.
—Bueno, ¿acaso no es la verdad?
—De hecho, estoy aliviada —les digo, contenta de que no tendré que tener una conversación incómoda con Seth, y de que simplemente podamos ser amigos.
Mis ojos encuentran a Edward, y para mi sorpresa, él ya me está mirando, y no está siendo sutil tampoco. Quizás el vestido que Rose eligió para mí realmente vaya a funcionar.
—Y bien, ¿qué pasa con él? —les pregunto, inclinando mi cabeza hacia Edward.
—¿Cullen? —repite Jacob, su expresión impávida.
—Sí.
—Él es bueno. —Jake se encoje de hombros sin mirarme.
Leah se ubica entre Jacob y yo, bajando la voz a casi un susurro.
—Oh, Bella, él no sale con chicas en esta costa.
Me pregunto rápidamente si eso quiere decir que él sale con chicas en la otra cosa, ya que Costa Rica tiene costa en el Caribe, donde se encuentra la Playa Tortuga, y en el Pacífico.
—Así que no pierdas tu tiempo —Leah añade casualmente.
—No pensaba hacerlo. —Intento esconder mi decepción, bajando la mirada.
—De acuerdo, vamos. —Jacob jala a Leah hacia él, acurrucándola sobre su regazo—. Él realmente es un buen tipo. Simplemente... que no es social, ¿sabes?
Leah pone los ojos en blanco antes que Jacob continúe.
—Leah solo está amargada porque él no quiere surfear con ella —explica Jacob.
—Él no surfea con nadie —explica Leah—. Él se mete a horas raras y siempre solo, junto a las rocas donde nadie surfea, como si tuviera un deseo de muerte o algo. Es un raro.
—Él no es un raro. Él ayuda a todos en la ciudad por casi nada. ¡Enseña inglés a los niños gratis, por Dios santo!
—Él tiene a todos embelesados en esta playa —dice Leah y entonces finge tener arcadas—. A mi mamá. Mi hermano. Y supongo que incluso a mi novio.
—Solo digo. —Jacob se encoje de hombros—. Él es bueno.
Mi mirada vuelve a Edward de nuevo, y como si él pudiera sentirla, me mira.
Parece que las apariencias engañan con respecto a Edward. El tipo torturado de anoche. El surfista despreocupado con falta de memoria de esta mañana. Y aparentemente, filántropo e ídolo de la playa pueden ser agregados a la lista también.
—¡Mierda, Cullen te está mirando! —Leah susurra. Antes de que pueda responder, y como si en el momento justo, Seth vuelve con dos tragos en mano y bloquea mi vista de Edward, robando mi oportunidad de confirmar o negar lo que Leah acaba de decir.
—Y bien, Bella —comienza Seth, tendiéndome un trago—. ¿Por cuánto tiempo se quedan aquí?
—Casi tres meses. —Tomo un sorbo de mi bebida que luego se transforma en un gran trago—. Por lo que hasta finales de septiembre.
—Oh... ¡Oh! ¿Entonces estarás aquí para el WSL? —La emoción de Seth es palpable, pero no tengo idea de lo que él está hablando.
—¿Debería saber lo que eso significa? —Juego con mi bebida, mi atención enfocada en tratar de echar un vistazo a Edward.
Seth casi luce ofendido.
—¡¿El World Surf League?! ¿En casi un mes?
—Oh...
—Es un evento de surf —explica Jake—. Ellos pueden obtener puntos para el campeonato mundial.
—Lo siento, no hablo surfista.
—Ambos, Leah y Seth, están clasificados y van a competir.
—¿Adivina quién no competirá? —dice Leah.
¿Edward? Mi pregunta silenciosa es respondida cuando Leah asiente en dirección a Edward.
—Oh, ¡podrías parar, Leah! —El arrebato de Seth me sorprende.
—¡Solo digo! —Leah levanta sus manos en defensa—. Él no es tan bueno como crees que es —le dice a Seth con un tono provocativo.
—¡Retira lo dicho! —Seth le espeta a Leah.
—Seth es el fan número uno de Cullen —Jacob susurra en mi dirección, riendo y sacudiendo la cabeza—. Y Leah es muy competitiva.
—¿Eh? —Seth señala con su mano, fulminando con la mirada a Leah—. ¡Él fue el más joven en clasificar a las finales del Pipeline Masters con solo diecisiete años!
—Sí, ¿como hace diez años atrás? —Leah responde.
—Lo siento —Jake me dice, con una mano sobre mi hombro—. Son insoportables cuando comienzan con esto.
Me río mientras los hermanos continúan su riña, mis ojos desviándose hacia su tema de discusión, que está de vuelta tocando la guitarra y no me mira.
Mi conjetura la noche que lo conocí en el bar había sido correcta. Él solía ser un surfista profesional, de alguna forma se ha retirado antes, y ahora sé que él se niega a surfear con otras personas o a competir. Añade otra capa sobre él, y de nuevo me consume la necesidad de llegar a conocerlo.
Cuando Rose se para junto a mí, tomando el vaso de mi mano y bebiendo el contenido de un trago, mi estómago se cae por la manera que luce. Sus ojos están rojos, su máscara está corrida—ha estado llorando.
—¿Qué pasa? —pregunto con una mano en su brazo.
—Se te acabó la cerveza, eso es lo que pasa.
—¿Todo bien con tu mamá?
—¿Mi mamá? —Frunce el ceño con confusión mientras voltea a mirarme.
—¿Dijiste que ibas a llamarla?
—Oh, sí... —Ella parece darse cuenta que ha sido atrapada en una mentira pero solo agita su mano—. Sí, ella está bien. ¿Lo lleno? —Levanta el vaso en su mano, sonriéndome con esfuerzo, pero sus ojos se llenan de lágrimas.
Por impulso, tomo su mano y la alejo de la multitud, atravesando la fogata y hacia la orilla.
Las olas tapan la música y la charla detrás nuestro, y nos da una sensación de privacidad.
—¿Qué está pasando? —Volteo a mirarla mientras se seca las lágrimas debajo de sus ojos.
—Nada. —Ella se sorbe la nariz, inhalando profundo, tratando de recomponerse.
Rose es la persona más fuerte que conozco. Solo la he visto así un par de veces cuando Royce, su ex, la trataba como la mierda. Ella ponía buena cara pero se quebrara en casa.
—Vamos, puedes hablar conmigo.
—No sobre esto, no puedo. —Se endereza, pasando sus manos por su falda con un gruñido, como si estuviera molesta de su propia vulnerabilidad.
Sobre su hombro, veo al Prof. McCarty frenéticamente estudiando a las personas. Entonces, comienzo a sumar dos más dos.
—¿Esto es sobre Emmett? —pregunto. Ella sacude la cabeza, pero sus ojos se llenan de lágrimas de nuevo y su barbilla tiembla—. ¡Oh, por Dios, Rose!
—No dejes que me vea así, Bella, por favor —ruega, apretando mi mano—. Solo necesito un puto minuto.
—Está bien, está bien. —Froto sus brazos con mis manos—. Él no está mirando en esta dirección. —Narro cada uno de sus movimientos mientras ella trabaja en recomponerse—. Pero sí luce preocupado.
Después de un minuto o dos, la versión de Rose que conozco bien está de vuelta. Fría y fuerte. Su cabeza en alto y una mirada impenetrable.
Ella inhala profundo y voltea, sus ojos estudiando a la multitud también, evitando deliberadamente la dirección en que se encuentra el Prof. McCarty.
—Eh, ¿quién es ese? —Señala en dirección al bar y a Jacob. Junto a Jacob hay otro hombre enorme y musculoso, con cabello largo y rubio atado en una coleta.
—No... No lo sé. —No recuerdo haberlo visto junto a la muchedumbre temprano esta mañana o en la fogata cuando llegué. No tengo idea de quién es.
—Bueno, estoy por saberlo. —Rose endereza su espalda, acomodando su vestido y secando las lágrimas restantes. Entonces con una sonrisa cegadora, se dirige hacia el tipo nuevo.
—Rose —la llamo en vano, pero ella ya se encuentra en marcha.
Debato sobre ir a hablar con el Prof. McCarty, pero al final no tengo que decidir ya que él se encuentra caminando hacia mí.
—Isabella... —Sus ojos se entrecierran mientras me fulmina con la mirada, lo que me dice que está molesto—. ¿Por cuánto tiempo planean quedarse aquí?
—Eh, no estoy segura... ¿solo un rato más?
—Nos reuniremos con el personal de laboratorio temprano por la mañana. —Se cruza de brazos, mirándome con reproche.
Pero está muy equivocado. No somos niñas. No somos sus niñas.
—Lo sé. —Me cruzo de brazos a la defensiva—. Estaremos allí.
—Está bien. —Ya no tiene más excusas por lo que se da la vuelta, y creo que está a punto de irse cuando mira en dirección al bar, a Rosalie riendo y tocando el hombro del amigo de Jacob.
El gruñido que proviene del pecho del Prof. McCarty hace que se me erice la piel, pero cuando gira para mirarme, sus ojos están llenos de agonía.
—¿Podrías, por favor...? —Cierra los ojos momentáneamente, pellizcándose el puente de la nariz—. ¿Asegurarte de que regrese a salvo?
—Por supuesto. —Mi enojo con él se esfuma cuando veo el dolor en sus ojos.
Él mete las manos en sus bolsillos con un bufido y se da la vuelta para irse, marchándose con su cabeza apretada entre sus hombros.
Volteo hacia el agua, tocándome la frente. Mi mente estudia las miles de posibilidades de lo que ocurre entre Rosalie y Emmett. ¿Por cuánto tiempo ha estado pasando? ¿Están juntos? ¿Estaban juntos? ¿Pasó algo?
Sé que Rose no me contará nada esta noche. Al menos, no aquí, de todos modos. Pero sé que eventualmente se lo sacaré. No nos guardamos secretos grandes.
Decidiendo que mi noche ahora consistirá en cuidar a Rose, comienzo a caminar hacia el bar, envolviendo los brazos a mi alrededor, maldiciendo el pequeño vestido que me deja temblando por la brisa del océano.
—Oye, ¿está todo bien? —Ojos verdes me detienen en el lugar mientras Edward se para a unos pasos de distancia, metiendo sus manos en los bolsillos de su sudadera gastada y con cierre, una que luce como si hubiera sido roja en algún momento, muchos, muchos años atrás.
—Hola... —Doy unos pasos en su dirección, pero él copia mis movimientos con dos pasos hacia atrás, manteniendo su distancia de mí.
Comienzo a pensar que puede que él tenga una fobia a los gérmenes. La rutina donde él se lava los pies antes de entrar a su furgoneta tiene mucho sentido ahora. O lo alterado que estaba cuando nuestros dedos se tocaron mientras él frotaba protector solar en mi nariz esta mañana.
—Sí, todo está bien. —Me quedo en mi lugar, mis manos frotando mis brazos.
—No suenas tan convincente.
—Bueno, depende. —Mis ojos encuentran a Rose, aún en el bar, con Jacob y su amigo.
—¿De qué? —Su voz es suave y dulce y parece genuinamente preocupado.
—¿De si ese tipo de allí con mi amiga es bueno o malo?
Señalo en su dirección, y Edward mira por encima de su hombro.
—¿Jacob? Oh, sí, él es un buen tipo. Pero tiene una novia, por lo que estoy seguro...
—No, Jacob no. El otro.
Voltea a mirarlos de nuevo, y cuando finalmente me enfrenta, su expresión es precavida.
—Sí. Ese es James. —Chasquea su lengua—. No es tan bueno.
—Eso supuse. —Suspiro, mirándolo, deseando poder quedarme y observar su rostro un rato más. Pero no confío a Rose con ese tipo de coleta, y sería una amiga de mierda si la dejara descontrolarse así con él—. Lo siento. Tengo que irme.
—Oye. —Él se mueve en mi dirección, buscando mi muñeca, pero antes que sus dedos realmente hagan contacto, él deja caer su mano por completo—. Solo... Quería disculparme por lo de esta mañana.
—¿Qué hay con esta mañana? —Lo miro por un segundo, veo la angustia en sus ojos y siento una conexión con él, así como anoche. Cruzo mis manos sobre mi pecho, pensando, esperando en realidad, que quizás este sea el momento que me dice que realmente me recuerda.
—Cuando me fui. Tan abruptamente. Solo... —Su mano vuelve al interior del bolsillo de su sudadera, la cual se estira mientras él mueve su puño allí adentro—. Creo... Creo que eso pudo haber sido grosero. Lo... lo sé. Fue grosero. Yo... —Esquiva mis ojos, bajando la mirada con un gruñido—. Simplemente lo siento, ¿de acuerdo?
—Está bien, ahora que eso está aclarado —digo con una pequeña risita. Él sonríe un poco, casi avergonzadamente, pero no expande sus pensamientos—. ¿Supongo que te veré por ahí? —Doy unos pasos, alejándome de él y lo escucho gruñir detrás de mí, pero para mi sorpresa, me alcanza y comienza a caminar junto a mí.
—Siento que estás molesta conmigo y no sé por qué. —Su voz es suave, casi apologética, mientras da pasos al mismo tiempo que yo.
—No estoy molesta contigo. —Hombre demasiado adorable. Por un segundo, considero contarle, mientras caminamos en dirección al bar, que ya nos conocimos, que él no me recuerda, y que mi ego fue lastimado, solo un poco. Pero decido no hacerlo, porque me doy cuenta que no importa y que solo lo haría sentir mal.
—Entonces, ¿de qué trata tu investigación? —suelta de repente, tomándome por sorpresa.
—¿Qué?
—¿Tienes frío?
—¿Qué estás haciendo? —Me río y me detengo para enfrentarlo, mis manos en mis caderas, inclinando la cabeza inquisidoramente hacia él.
—No lo sé —susurra, bajando la mirada, rascándose la parte trasera de su cuello. Luce nervioso. El «mierda» que se escapa de sus labios es tan suave que no creo que él haya tenido intención de que lo escuchara.
—Escucha, está bien. No estoy molesta. Solo es que... Mi amiga me necesita esta noche.
—¿Puedo ir también? —Sonríe un poco, mirándome a través de pestañas gruesas—. James realmente es turbio.
—¿No crees que pueda con él? —bromeo, cruzándome de brazos.
—Oh, creo que puedes, pero puedo estar allí en apoyo moral. —Su sonrisa es enorme y pura y sus ojos brillan—. Si quieres.
—Eso me gustaría mucho, sí.
—Está bien. Genial. —Sus ojos descienden no tan sutilmente de mis ojos hacia mis hombros y pecho, y entonces se aclara la garganta, sacudiendo la cabeza, y comienza a abrir su sudadera. Cuando la sostiene en un puño frente a mí, dudo, arqueándole una ceja.
—Estabas temblando allí atrás. —Su tono es cortante, y su mano tiembla ligeramente, aún estirada frente a mí.
Él definitivamente le tiene fobia a los gérmenes.
Pero entonces cierra los ojos y respira profundo. Tiene una falsa tranquilidad bien construida cuando los vuelve a abrir.
—Lo siento. —Exhala por la nariz, sonriéndome arrepentido—. ¿Te gustaría mi sudadera? Está un poco fresco.
La batalla en sus ojos contrasta con la tranquilidad en su rostro, y no sé si es porque no puedo borrar la expresión rota que él tenía en el bar anoche, pero esa sensación en mi interior regresa. Como si quisiera cuidarlo. Como si quisiera apartar todos sus problemas a besos. Como si quisiera llegar a conocerlo.
—Gracias. —Tomo la sudadera de su mano, con cuidado de no tocarlo, y la sonrisa que se estira en su rostro es impresionante.
Meto las manos por las mangas y las enrollo hasta mis muñecas, tratando con todas mis fuerzas ser sutil en mi inhalación de su aroma mientras subo el cierre.
Él me observa con esos ojos brillantes que tiene, de nuevo dejándome deslumbrada.
Me doy cuenta que sigo observándolo cuando él se aclara la garganta y se rasca la parte trasera de su cuello. Estoy a punto de morir de vergüenza, pero cuando estudio su expresión y la manera en que evita mis ojos ahora, noto que no fui la única que estaba en trance. Ni siquiera un poco.
—¿Vamos? —pregunto, señalando hacia el bar donde Rose sigue necesitando ser salvada, mientras que mi corazón da volteretas ante la mejorada expectativa para esta noche. Todo lo que él hace es asentir, y volvemos a caminar a un ritmo fácil, dejando nuestra incómoda conversación atrás.
World Surf League: Liga Mundial de Surf. En muchos portales en español usan el término en inglés, por lo que lo dejé así.
