Disclaimer: los personajes de Twilight son de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es CaraNo. Yo solo traduzco con su permiso.
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Capítulo 83
Me despierto en el medio de la noche; la lámpara de tu lado está encendida, y veo que amamantas a Ava. Es una vista que jamás me cansaré de ver. Te he visto hacer cosas de mami por semanas ya, y soy absurdamente adicto. Ya sea amamanta, bañar, o abrazar, estoy allí para mirar. Si tan solo la mierda no oliera, probablemente te miraría cambiar sus pañales también, pero... Sí, tengo suficiente cuando soy yo el que le cambia.
Pero eso no es lo que me despertó ahora. Fue el monitor de bebé.
—¿Te molestaría ayudarla? —susurras, y... odio ver la tristeza en tus ojos, cariño.
—Por supuesto que no —respondo, quitando el sueño de mis ojos—. Ya vuelvo.
Después de dejar un beso en tu sien, arrastro mi cansado trasero fuera de la cama antes de ponerme unos pantalones deportivos.
Kate duerme, pero Sophie no.
—Oye, cariño —mascullo suavemente, colocando una mano en su frente. Ella no se siente febril, gracias a Dios—. ¿Cómo te sientes?
—Mal —susurra, las lágrimas se acumulan en sus ojos—. Voy a vomitar, papi.
Habiendo pasado por esto muchas veces antes, conozco la rutina. Pero eso no te quita el dolor. La tomo en brazos, con cuidado de no tocar su estómago, y la cargo hacia el baño.
Es la maldita quimio.
Ambos tratamientos afortunadamente hacen más bien que mal, pero es horrible verla sufrir los efectos secundarios. Su náusea es lo peor, y raramente duerme una noche entera sin vomitar. Lo único que es bueno es que estamos en casa. Fue después de Navidad que sus doctores le dieron luz verde para estar en casa más seguido, y ahora ella solo va al hospital dos o tres días a la semana. Esos son los días que le dan nutrición extra mediante una intravenosa, así como comida sólida. Ella sigue estando demasiado delgada, lo que es una gran preocupación.
Mientras vomita, me siento a su lado, frotando su espalda suavemente. Tengo un vaso con agua a mi lado también, y ella logra beber un poco antes de tener otra ola de náuseas. Me mata, pero no hay otra opción que seguir adelante, seguir luchando. Ella es la que lo vive, no yo.
—¿Te sientes mejor? —pregunto en voz baja, ofreciéndole más agua. Ella asiente un poco antes de tomar uno o dos sorbos—. ¿Hora de algunas galletas saladas?
—Sí, por favor —dice con voz ronca.
Una vez que le he ayudado a enjuagar su boca, la cargo hacia la cocina donde la siento sobre la encimera. Esto es necesario para ella. Después de vomitar, a ella no le gusta quedarse sola, así que siempre se queda a mi lado cuando le preparo un bocadillo nocturno. Lo mismo va para ti, por supuesto, cuando tú eres la que está con ella.
—No mucho queso, papi —me dice mientras saco los ingredientes del refrigerador.
Asiento en comprensión, pero no tomaré menos de lo que normalmente hago. Ella lo necesita. Seis a siete comidas pequeñas al día, y muchos líquidos. Desafortunadamente, ella solo come una o dos de esas comidas sin quejarse. Siempre es demasiado de algo. Su apetito apenas está allí, pero nos negamos a ceder. Sin embargo, a ella le gusta las galletas saladas, así que usualmente las guardamos para las noches en que necesitamos que las cosas salgan tan bien como sea posible.
—¿Puedes beber un batido también, princesa? —pregunto. Ella no tiene que hacerlo, y no son deliciosos, confía en mí, pero tienen un propósito. Queremos que ella beba al menos uno de ellos por día porque son ricos en vitaminas y fibras. Sin embargo, ella ya ha bebido dos hoy, así que no la obligaré esta noche.
—Saben a árboles, papi —se queja, sacudiendo la cabeza.
Eso lo resuelve.
—Está bien, pero si bebes uno esta noche, solo tienes que beber uno mañana. —Tengo que intentarlo.
—Dos mañana. —Obstinada. Tan obstinada. Le tiendo el plato de galletas con queso crema y le pregunto qué quiere beber—. Gracias. Y, eh... agua, por favor. Oh, ¿puedo comer unos arándanos?
Sonrío. Los arándanos son buenos. He aprendido demasiado sobre nutrición, y tiendo a pensar en números y estadísticas. Arándanos: altos en carbohidratos, antioxidantes, y vitamina K.
—Por supuesto —respondo con un asentimiento—. ¿Con un poco de helado? —Sé que ahora está indecisa. Su garganta a menudo está adolorida, lo que quiere decir que a ella le gusta mucho el helado, pero también piensa que es demasiado "grasoso". Ella apenas le gusta algún tipo de productos lácteos ahora mismo. La galletas saladas con queso crema es probablemente lo único que ame en esa categoría. Pero seguimos preguntándole, porque nadie está más ansioso de meter más calorías en ella que tú y yo.
—Eh... —Se frota el estómago, pensando su respuesta. Mi chica es jodidamente inteligente, tengo que admitir. Me encanta que ella esté escuchando a su cuerpo en casos como este, porque el helado podría funcionar de dos formas ahora mismo. Aunque le da grasa y calcio, también puede causarle más náuseas, especialmente en la mitad de la noche—. Helado no.
—Entendido.
Para cuando he tomado un poco de agua fría y un puñado de arándanos, ella ha comido una de sus cuatro galletas. Lejos de ser óptimo, así que espero que los arándanos funcionen.
—¿Cómo está la barriga? —mascullo, besándola en la frente.
—Un poco mejor. No siento náuseas.
Eso es todo lo que importa.
—¿Quieres dormir conmigo y con mami, o quieres que te cargue de vuelta a tu cama? —Llevo un mechón de su cabello por detrás de su oreja, encantado de que su cabello sedoso se sienta un poco más grueso últimamente. Ella nunca perdió mucho cabello, pero sí se redujo bastante—. Si duermes en nuestra cama, podemos ponerte una película, pero luego tienes que comer dos galletas más.
Me encanta que tengamos un pequeño televisor en nuestro cuarto, porque a menudo es usado como elemento de negociación, y una de las cosas favoritas de Sophie es mirar películas mientras abraza a Ava.
—¿Ava está en su cuna? —pregunta, llevando un arándano a su boca.
—No lo sé. —Me río suavemente—. Mami la estaba alimentando hace un rato, por lo que quizás Ava siga en la cama con ella.
Ella sonríe.
—Entonces quiero dormir con ustedes.
Como si no supiera eso ya. Todo se trata de Ava para Sophie y Kate.
—¿Prometes comer dos galletas más entonces? —pregunto.
Ella hace un puchero. Yo arqueo una ceja. Ella suspira. Yo sonrío. Ella asiente. Allí vamos.
Hora de dormir un poco, porque tengo que prepararme para trabajar en tres horas.
