Disclaimer: los personajes de Twilight son de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es CaraNo. Yo solo traduzco con su permiso.


Link del blog: https (dos puntos) / / caranofiction (punto) wordpress (punto) com


Capítulo 85

Un día a finales de febrero, tomo mil dólares adicionales con mi salario.

Nos merecemos esto, así que me niego a sentirme culpable.

Todas las facturas actuales han sido pagadas, y he esperado el tiempo suficiente.

Kate se sorprende un poco cuando me ve esperándola afuera de su escuela, pero enseguida lo comprende. Ya sabe lo que quiero, y ha estado guardando el secreto por un tiempo ya.

—Finalmente vas a pedirle matrimonio, ¿o no? —pregunta, sonriendo con esperanza mientras se acerca a mí. No me muevo demasiado cerca, sabiendo lo fuera de onda que es que un adolescente sea visto con su padre. Está bien, no visto, pero mostrar afecto no está permitido.

—Así es, y ahora necesito tu ayuda —le digo, copiando su sonrisa torcida—. ¿Te gustaría ser la compañera de compras de tu viejo?

Ella bufa.

—Viejo. Tienes unos meses antes de cumplir treinta. ¿Sabes que algunas de mis amigas están locas por ti? Es muy asqueroso.

Realmente no sé cómo responder a algo tan ridículo, así que no lo hago.

Además, no quiero pensar en niñas de catorce o quince años "estando locas" por nadie, mucho menos por mí. Pero mis pasos flaquean cuando me doy cuenta.

Este año... cumpliré treinta, lo que quiere decir... que Kate cumplirá quince. ¿Y qué hice yo cuando tenía quince años?

—Mierda —susurro por debajo de mi aliento.

—¿Qué pasa papá? Pensé que íbamos a comprar un anillo.

Sí, en un minuto. Carajo.

Tienes que hablar con ella, Bella. Juro por Dios, si Kate llega a casa un día...

—Papá, luces un poco pálido.

Oh, seguramente.

Quiero decir, jamás me arrepentiré de tener a mi hija, incluso a esa edad, pero no es algo que quiera para ella.

—No puedes tener citas hasta que tengas veinticinco —suelto.

Kate me observa como si me hubiera crecido una segunda cabeza, y no puedo culparla en realidad.

Suspiro.

—Solo pensaba en... —Me aclaro la garganta—. Ya sabes... la edad.

Inclinando su cabeza, ella me estudia por un momento. Es buena haciendo eso.

—Ah. —Asiente. Ella no puede comprenderlo ya, ¿o sí?—. Cumples treinta este año, yo quince, y cuando tenías mi edad, pensabas con la parte equivocada de tu cuerpo.

Es oficial. Mi hija es más inteligente que yo.

—No parte equivocada... en ese sentido —corrijo suavemente—. Un error temprano terminó dándome algo que no podría amar más, eso lo sabes.

Ella sonríe.

—No te preocupes, papá. Mamá ya habló de sexo conmigo hace mucho, mucho tiempo.

Luego comienza a caminar.

Creo que yo suelto un lloriqueo.

—¡Vamos, papá! ¡Compremos ese anillo!