Disclaimer: los personajes de Twilight son de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es CaraNo. Yo solo traduzco con su permiso.


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Capítulo 22

Manteniendo nuestras manos unidas, levanto la cabeza para mirarla a los ojos.

—¿Quién peleará conmigo por quién es el mejor baterista? —pregunto, riendo y secándome las lágrimas al mismo tiempo. Diablos, jamás pensé que sería así de difícil.

Ella esboza una minúscula sonrisa antes de hablar.

—Ambos sabemos que es Mike Portnoy de Dream Theater.

Suspiro, sintiendo mis ojos arder de nuevo.

Aclarándome la garganta, sacudo mi cabeza.

—Ni siquiera comiences. Es Neil Peart de Rush.

—Pshh. —Ella agita su mano, haciendo como que todo está bien—. Es un hombre sobrevalorado.

En vez de sonreír como un idiota, solo puedo lograr una sonrisa débil.

—Voy a extrañar esto —admito con voz baja—. Bella, te extrañaré.

Ella me mira con dolor.

—No hagas esto. Por favor.

Está bien. Aparto mi mirada.

.

.

Cuando escucho su suave llanto, salgo de la silla.

Me inclino sobre su pequeña complexión y la abrazo, incapaz de soportarlo—su dolor, su llanto. Termino sentado en el borde de la cama, aferrándola. Su rostro está enterrado en la curva de mi cuello, y cuando siento las lágrimas en mi piel, tengo que cerrar los ojos con fuerza para evitar que caigan las mías. Esto es un adiós. Puedo sentirlo, y me está matando.

—Cuida de ella, ¿de acuerdo? —gimotea.

Diablos.

Me ahogo por completo, así que solo puedo asentir en respuesta.

Lo prometo, Bella.

Aferrando su rostro, la hago mirarme. Sonrío con tristeza, débil, patéticamente, y llevo un mechón de su cabello por detrás de su oreja.

Más cerca.

Frente contra frente.

Mierda, mi corazón duele.

—Eres una chica increíble, Bella —susurro con voz ronca y rozo mis pulgares por debajo de sus ojos.

Ella sonríe suavemente, sus ojos llenos de lágrimas, pero no dice nada.

A pesar del evidente dolor en sus facciones, tengo que admitir que ella es increíblemente hermosa.

—¿Te veré mañana? —pregunto con voz ronca.

La expresión en sus ojos me dice todo.

—Mierda —suelto, apartándome un poco. Enlazo nuestros dedos de nuevo y bajo la mirada.

—Envía a Kate, por favor —pide suavemente—. Quiero despedirme de ella también.

Esto realmente es todo, ¿cierto?

—Por supuesto —mascullo.


Bueno, ahora sí estoy llorando yo. Varias tenían la esperanza de que no entregue a su bebé, y sí lo hizo. Ya vendrán más respuestas :)