Disclaimer: los personajes de Twilight son de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es CaraNo. Yo solo traduzco con su permiso.


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Capítulo 41

Al momento en que veo las lágrimas en los ojos de Bella, siento la necesidad de asegurarle que he dado todo lo mejor de mí como padre soltero. Necesito que ella sepa que la infancia de Jo ha sido feliz. Que es feliz.

—Nos mudamos a Tampa de inmediato —digo, comenzando un gran verborrea—. Es dónde viven mis padres. Es de dónde vengo, y... he hecho todo lo posible para asegurarme que Jo sea feliz. Mis padres han estado allí también. Y puede que Jo sea malhablada y jodidamente loca, pero aún así es increíblemente perfecta. Ella es genuina, dulce, honesta, y muy leal. Ella es feliz, Bella, lo prometo...

—Edward...

No he terminado.

—Quiero decir, seguro, mamá tuvo que llevarla mucho a la guardería y el preescolar, pero yo necesitaba trabajar. Quería lo mejor para Josie. Quería pasear con ella los fines de semana, llevarla al zoológico y...

—Edward...

—Entonces, cuando ella comenzó la escuela, comenzó a pasar tiempo conmigo en el taller que manejaba en Tampa. A ella le encantaba. Le encanta. Ella coloreaba o hacía la tarea, y hablábamos de música y películas. En casa, siempre cenamos juntos, y hablamos sobre su día...

Edward...

—La amo más que a nada. Ella es todo para mí, Bella. Ella no solo es mi hija, sino que también mi amiga. Compartimos mucho. Incluso le gustan los coches. Y la música es...

—¡Edward!

Inhalo temblorosamente. La miro a los ojos. Ella ya no luce molesta. De hecho, sí, pero hay algo suave allí también.

—¿Sí?

Sus ojos nuevamente se llenan de lágrimas, y su sonrisa es adolorida —así como sus ojos— pero, como dije, hay algo suave—tierno.

—No te defiendas —dice suave pero firmemente—. No tienes razones para hacerlo. —Alivio. Estoy seguro que es evidente en mí—. Estoy furiosa con ella, Edward —continúa suplicante—. También estoy furiosa conmigo misma. Ella parecía tan buena... —De nuevo, noto el dolor en sus ojos—. Pensé que sería una madre magnífica.

Sin vacilar, tomo su mano.

—Oye, pensaba lo mismo. No te mortifiques, ¿de acuerdo? En mi opinión, es su pérdida. Y no me arrepiento de nada.

Nos observamos por lo que parece ser un largo tiempo, pero pueden ser solo unos segundos, y veo tantas emociones atravesar sus rasgos. Sin embargo, al final, veo que se relaja ligeramente.

—Jamás dudé de ti —admite apasionadamente, en casi un susurro—. Fue por ti que pude alejarme sabiendo que había hecho lo mejor para Josie. —Trago fuerte y bajo la mirada hacia nuestras manos unidas, así como lo hice el día en que ella dio a luz a Jo—. Tienes que creerme. La amaba... la amo... pero simplemente no podía... —Se ahoga, por lo que me acerco y la llevo hacia mí. Envuelvo mi brazo alrededor de sus hombros, y estoy a punto de decirle que no tiene que explicarse, en parte porque ya lo sé, y en parte porque no quiero que llore, pero ella vuelve a hablar antes de que yo pueda hacerlo—. Ni siquiera tenía dieciséis años, y... Dios, era tan difícil. Estaba muy confundida. Mi propia madre se fue cuando yo tenía seis años, anunciando que ella no estaba hecha para ser madre, y... —Exhala temblorosamente—. Y como ya tenía todas esas dudas desde el comienzo, temía que creciera. También temía que se convertiría en resentimiento, y nunca podría repetir las acciones de mi madre. Necesitaba hacer lo que era mejor para la bebé y para mí... —Lo deja ahí.

Puedo sentir que no está contando todo, pero no quiero presionarla. Ya hemos confesado mucho, y este ni siquiera era el plan. Esperaba... De hecho, no sé lo que esperaba, pero no era esto. No toda esta intensidad.

Lo bueno es que hemos cubierto mucho, por supuesto, pero mientras que ella no se vaya, podemos tomarnos el tiempo con el resto. Porque Dios sabe que todavía tengo muchas preguntas.

Sin embargo, la única pregunta a la que quiero una respuesta en estos momentos es...

¿Qué pasa ahora?