- Te dije que no debías temer, además lo hiciste muy bien para ser tu primera vez nadando.
- ¿Bromeas cierto? Casi me ahogue como tres veces.
- Pudo haber sido peor, además que te desplazas bien y pudiste abrir los ojos estando sumergido, no todos lo hacen la primera vez - Le palmea ligeramente la espalda - Tente algo de fe mi pequeño aprendiz.
La sonrisa con la que observaba Jordán a Lincoln no era una inocente o afable, sino más bien una llena de perversión, el chico lo sabía y no se iba a dejar molestar por aquello.
- Oh bueno, al menos mi cabello no estuvo a punto de atorarse con el filtro de la piscina, ¿Realmente puedes gritar muy alto sabías?
Aquella risa llena de burla rápidamente fue reemplazada por un rubor que abarcaba la mayor parte de su rostro, mirando hacía los lados de forma casi tímida mientras perdía todo rastro de la seguridad con la que se estaba burlando de su amigo, algo que le provocó una fuerte tentación de risa al peliblanco pero que decidió contener solo por aquel agradable día que le había dado su amiga.
Pues desde hace un tiempo que mientras conversaba con la chica de trenzas se le había deslizado un pequeño detalle de su vida, él no sabía nadar.
Todavía tenía presente aquella vergüenza que paso en ese momento, todos conversando felizmente de como convencer con sus padres para hacer una junta e ir a la playa mientras evitaban que Mollie se golpeara con Jayden (para celos de Karen), mencionando ese vergonzoso dato (para él) de una forma tan casual que fue incapaz de filtrarlo hasta que ya se había escapado por su boca, siendo para su desgracia escuchado por Jordán quien no tardo en esbozar una sonrisa digna de un villano y comenzar a burlarse de él... algo que duro el día completo hasta que termino por invitarle a su hogar con la intención de enseñarle.
El trato empezaba temprano, la familia de la chica había tenido la gentileza de invitarle incluso a la hora del desayuno por lo que al momento de despertar no tardo en vestirse y partir donde su más reciente amiga teniendo uno de los mejores días que había tenido recientemente lleno de bromas, juegos, comida fresca y ambiente familiar, pero por sobre todo lo anterior fue capaz de hacer otra de las cosas que tanto había soñado y no había tenido la oportunidad como lo era nadar.
Sentir el agua por todo su cuerpo o sumergirse ligeramente mientras sentía que flotaba sin mayores ataduras, sintiendo la libertad de moverse sin miedo y sin restricciones, casi como si pudiese volar, apreciaría ese día tanto como cuando sus amigos le enseñaron a andar en bicicleta o cuando su maestro le regalo su atril en su séptimo cumpleaños.
Desgraciadamente el día estaba por acabar y no podía seguir molestando a aquella afable familia, por lo que se encontraba caminando junto a su amiga hasta la parada de autobús.
- Tonto - Sus mejillas infladas al hablar le hacían lucir bastante graciosa a ojos del peliblanco - Al menos lucias divertido y estoy seguro de que sabrás defenderte con eso, así que no tienes excusas para no ir.
- Claro que no, incluso ya ansió que llegue el día, realmente quiero conocer como es el mar.
- Entonces es verdad que nunca has ido a una playa? ¿En serio?
- Bueno... no es que no hubiese querido...
Sabía que no era un comentario mal intencionado, pero eso no evito que una suerte de melancolía se apoderara del momento, algo que Jordán pudo notar perfectamente.
- Oye... lo siento, no era mi intención.
- Tranquila, lo sé, tampoco es la primera vez que pase además... - Una sonrisa vuelve a esbozarse en el rostro del albino, una lo suficientemente grande para mostrar su prominente dentadura mientras sutiles hoyuelos se marcaban en sus mejillas - Pronto iremos y podre conocer una, ¿No?
Aquella sonrisa había logrado calmar la culpa de la chica, ver el optimismo de su amigo era reconfortante, un chico que cuando te detenías a pensar no contaba con muchas cosas ni tampoco en las mejores condiciones pero con el que podías perderte una tarde entera conversando o que siempre mantenía una actitud optimista, algo molesta por sus frases conformistas pero que no le quitaban aquel gusto, inclusive verle disfrutar de cosas simples te hacia cuestionarte mucho y agradecer, ese era el carisma del muchacho, uno que te hacía sentir que las cosas siempre podrían ir bien.
Por lo que ahora con una sonrisa en el rostro pudo responderle a su amigo.
- Tú lo has dicho Lincoln... a todo esto... y ya que no nos veremos hasta después de las fiestas...
- ¿Sí?
- Quería darte algo ¿Te acuerdas la clase de manualidades con la señora Pickman?
- Ahh, si ¿Por qué lo dices?
- Bueno, las chicas y yo decidimos hacer brazaletes con hilo, los hicimos a juego pero yo me quede con el gusto e hice otro par... - Levanta su mano para mostrar un brazalete de hilo de color celeste y uno de color naranja, bordeando el rojo - Pues... creo que el naranja se te ve bien por lo que me gustaría darte el otro par, así tendrás un recordatorio de que aprendiste a nadar y que yo fui tu maestra - al terminar de hablar suelta una suave risa acompaña con una tierna sonrisa mientras miraba a su acompañante.
- Vaya - Toma el brazalete e intenta torpemente colocárselo en el brazo derecho, solo para que Jordán sea quien termine por amarrarlo en su muñeca - Jeje, gracias Jordán, está muy bonito.
- Me alegra que te gustase - Alcanza a ver como se acerca el autobús y rápidamente le da una gentil palmada en la espalda - Bueno, supongo que ya nos veremos nuevamente así que adiós Linc.
- Nos vemos Jordán.
De allí se mantuvo en silencio, durante el viaje en el autobús solo se mantuvo pensativo, realmente agradecía que le enseñase a nadar sin haberle contado a los demás y evitarse más miradas de lastima por parte de los chicos, sabía que no se burlarían y le hubieran propuesto enseñarle, estaba completamente seguro pero esa suerte de lastima... la odiaba.
Quería y apreciaba enormemente a sus amigos, sobre todo a Jayden, pues el chico fue la primera persona de su edad que le demostró que no era un ser extraño y que podía relacionarse con otras personas, algo que solo el sr. Dawkins había provocado antes, pero con el inconveniente de saber que era su maestro y un adulto... simplemente no era lo mismo por más que le apreciase. Luego estaba Jordán, si bien su relación con la chica no había iniciado de la mejor manera era agradable estar a su lado, pues ella se divertía con y de él, no sentía esa mirada de lastima más que cuando le confrontó el día que la conoció, lo que le motivaba a conversar con ella de forma más libre.
Por ello parte de su atención ahora se encontraba en su muñeca, observando aquel brazal hecho de hilo, con un entrelazado pobremente hecho que apenas si era capaz de sostenerse a si mismo sin perder la forma y con un patrón sencillo, pero realmente eso no le importaba, tomando con suavidad aquella muñeca es que cerro sus ojos mientras esbozaba una ligera sonrisa, estaba realmente feliz.
No fue sino hasta unos minutos después que tuvo que bajarse, había llegado a su parada mientras los últimos rayos de sol luchaban por mantener cálida una ciudad que lentamente caía en un nocturno letargo junto al incremento de la suave brisa que se escapaba de campos y praderas para presentarse en las calles de aquel pueblo en crecimiento, con paso lento se encamino a su hogar, jugueteando torpemente mientras subía los escalones hasta llegar a su piso mientras tarareaba la última canción pegajosa que había escuchado es que puso su llave en la cerradura del inmueble y con un sonoro golpeteo metálico es que pudo acceder al domicilio.
Las luces estaban apagadas, no había mayor ambiente que el sonido de algunos vehículos en las calles colindantes y el golpeteo de la brisa contra el cristal que separaba la sala de la pequeña terraza, algo que no debió de extrañarle... si no fuese por la figura que estaba sentada frente a la puerta en completo silencio mirando hacia el piso.
Le costó unos momentos darse cuenta de aquella figura e identificarla, pues era algo que jamás se hubiese esperado.
Frente a él estaba su padre... esperándolo.
- Hey... hijo... por fin llegas...
El tono que Lynn había empleado era por completo carente de emoción, como si fuese un hilo de voz escapando de un cadáver que exhala su último aliento, algo que su vista clavada en dirección a los pies del muchacho solo ayudaba a reforzar.
- Ho-Hola...
Después el silencio volvió a reinar en ese lugar, uno cargado de incomodidad y sorpresa entre ambos interlocutores, sin saber cómo continuar aquel encuentro o demostrar interés siquiera por continuarlo.
- Bueno... creo que iré a cenar... ¿A todo esto comiste la porción restante de ayer?
- No... esta en el refrigerador... tranquilo...
Aun con toda la incomodidad del nuevamente reinante silencio el chico se internó en el lugar, evadiendo al adulto que obstruía la entrada con su cuerpo quien ni siquiera reacciono ante la proximidad del muchacho, dejándole pasar sin mayor energía para detenerle o siquiera preguntarle donde había estado, con quien o que hacía... pues no se sentía capaz.
De allí y pese a la enorme curiosidad que aquella vista le causo prefirió cenar, el adulto se veía... apagado, no tenía otra forma de explicarlo y probablemente intentar hablar con él no conduciría a otro resultado más que monosílabos positivos o negativos dependiendo de la pregunta, algo que no le importaba realmente en ese momento por lo que se encamino hasta la cocina.
Todo el tiempo que le tomo acondicionar su cena pudo perder su mente en los recuerdos de aquel agradable día y pensamientos sobre lo que haría durante el tiempo libre, haciéndose múltiples ideas mientras su cuerpo se movía en automático, para cuando dejo de divagar estaba colocando las últimas cosas en la mesa faltando solo sentarse y degustar los alimentos, momento en el que escucho un ruido diferente a lo que acostumbraba a escuchar en esos horarios y que termino llamándole la atención, iba a girar su cabeza para entender el origen de dicho sonido pero no alcanzo a rotar la totalidad de su cabeza cuando pudo encontrarla.
Era su padre quien había movido la silla continua a la suya y se había sentado junto a él.
Aquella mesa donde estaba dispuesto a cenar cómodamente rememorando su día se había convertido instantáneamente en un momento incomodo, pues la mirada vacía de su padre se hallaba perdida en dirección al ventanal, como si desease ver el exterior o el resquicio de atardecer que quedaba, siendo mayormente la oscuridad y su rastro estelar quienes dominaban el cielo a esa hora.
El chico estaba indeciso, su padre solo contemplaba el paisaje con una mirada vacía mientras apoyaba sus codos en la mesa justo a su lado mientras él tenía todo dispuesto para comer, pero algo le detenía, no sentía deseos de empezar a degustar aquella cena que la noche anterior había dejado ante la situación y ahora parecía que todo estaba destinado a repetirse, quizás el adulto había tenido un día pesado y deseaba alimentarse, pero esta vez no sabía cómo pedirlo y por eso se encontraba en esa situación, a la espera que él comenzara una conversación, realmente no entendía a la persona que estaba sentada junto a él.
En esa situación es que pasaron unos minutos, sabía que la comida iba a enfriarse si no empezaba luego y ante la negatividad del hombre por empezar alguna comunicación simplemente comenzó a comer, mirándole de reojo cada cierto tiempo a la espera de alguna pregunta o siquiera algún comentario... pero del adulto no había respuesta alguna.
Una vez termino se dispuso a levantarse, el ambiente jamás fue capaz de recomponerse y no pudo siquiera perderse entre sus pensamiento, siendo consiente en todo momento de la situación, algo que fue molesto pues no pudo comer tranquilo, pero en ese momento, casi como si el alma del adulto hubiese vuelto a su cuerpo es que sintió como uno de sus brazos se posaba en su hombro, invitándole a seguir sentado aun si no había volteado siquiera para mirarle, más como una reacción que un pensamiento lógico.
- Bien... ¿Pasó algo?
- ...
- ¿Supongo que fue un duro día en el trabajo no?
- ...
- ¿H-hoy hizo calor no?
- ...
Por más que se esforzaba no era capaz de comprender que estaba ocurriendo, o si quería algo, no conversaba, no reaccionaba, solo tenía su mano apoyada en su hombro y ya, tampoco respondía sus preguntas... además que a él no se le ocurrían más tampoco... pues había alcanzado el límite de su cortesía.
Una vez estuvo unos segundos más en aquella incómoda posición forzó la mano de su padre para retirarla de su hombro, quedando liberado del agarre por lo que aprovecho que tampoco se esforzó para volver a tocarle que tomo las cosas empleadas durante la cena, lavándolas y guardándolas antes de partir con dirección a la habitación, esperando escapar de aquella incomoda y recientemente irritante situación.
Cuando se estaba acercando a la habitación fue que pudo escuchar nuevamente a aquel cuerpo carente de espíritu moverse, a este punto ya estaba más que cansado del extraño comportamiento de su padre así que iba a ignorarlo y dirigirse a la habitación para prepararse para dormir, pero antes de ser capaz de abrir la puerta pudo escuchar la voz de su padre.
- Lincoln... ¿Sabes que te amo verdad?
Aquella frase golpeo fuertemente su mente, una que le obligo a abrir sus ojos cuanto podía por las limitaciones físicas mientras varios músculos de su cuerpo se tensaron, pues era una frase que durante mucho tiempo espero volver a escuchar acompañada de algún pequeño acto o muestra menor de afecto, algo que deseo incontables noches volver a escuchar, al punto de usar cuanto deseo de cumpleaños, estrella fugaz o cuanta cosa su imaginación le permitiese una oportunidad para desear y creer...
El único inconveniente... fue que era muy tarde.
- Buenas noches.
Y con ello abrió la puerta y se internó en la habitación.
Tal como muchas veces el adulto había hecho en el pasado.
Sintiéndose tal como su hijo en todas esas ocasiones.
