Disclaimer 1: Fanfic sin ánimos de lucro. The Loud House es creación de Chris Savino, The Casagrandes es desarrollo basado en sus personajes a cargo de Michael Rubiner y ambos son propiedad material de Nickelodeon Intl, bajo licencia de Viacom y Jam Filled Entertainment.

Disclaimer 2: Los materiales referidos y/o parodiados son propiedad intelectual y material de sus respectivos creadores.

Advertencia: Ligero contenido sexual.

El encanto del crepúsculo

III

El último Bromaversario

New Buffalo, Michigan

23 de septiembre de 2026

1:30 pm

En carretera

Para muchos de sus conocidos y amigos es un hecho bastante claro que Lincoln se había vuelto un poco insoportable. No en sus modos y costumbres, que ya sería decir mucho decir para un Loud, sino porque en la oficina donde hace su pasantía tiene fama de ser un insufrible galán desperdiciado.

Sus conocidos lo ven así por la simple y llana razón de que, al menos en el tiempo que sus colegas y superiores llevan de tratarlo, ha rechazado noches de bar, salidas a comer e invitaciones de sus compañeras. Las únicas personas de quienes aceptó algo remotamente parecido, Mollie Nordberg y Cristina DiMaggio, comentan que lo más a lo que ha llegado con alguna chica desde la preparatoria ha sido justo con ellas, y no precisamente como parejas o siquiera aventuras de una noche. Exclusivamente negocios o, por mucho, acompañamiento como escolta para la diversión de ambas chicas, ya sea en el gimnasio con la rubia ceniza o en las fiestas de su antigua primera enamorada. Tanto así, que un par de conocidos creen -sin más pruebas- que él es gay.

Revisando hasta el último detalle, se detuvo en El perro callejero, un bar en el poblado de New Buffalo. Le sorprende que la hamburguesa de pescado que allí preparan sea bastante superior a muchas de las que comiera en su vida, incluyendo por desgracia a las de su padre. Acompañando con una cerveza clara y dedos de papa que le supieron a gloria, se toma el tiempo suficiente en su escala para atender una llamada a poco de terminar con su comida.

-¿Diga? -preguntó todavía con algo de papas en la boca.

-¿Quién te dejó afeitado y desnudo en la carretera el año pasado, Linc? -dijo burlona Sid al otro lado de la línea a modo de saludo.

-Hum… no sé -bromea Lincoln-. ¿La misma chica que hace tres abrió el regalo de Ronnie Anne frente a su madre, regalo que por cierto tuve siempre a la altura del cierre de mi pantalón?

-¿Tenías que recordarme eso? -preguntó Sid, un poco herida en su orgullo- ¿Quién eres y qué hiciste con Lincoln?

-Solo dime que están listas para hoy.

-Annie apenas está en camino -responde Sid mientras el peliblanco bebe un trago de cerveza-. Está en el vuelo de las 3:10 a Detroit.

-¿Cómo que Detroit? -escupe Lincoln.

-Me pidió que no te lo dijera, pero ¿recuerdas ese motel de mala muerte en el que tu hermana tuvo su despedida de soltera?

-¿El Buttz? Como no recordarlo -suspiró Lincoln de solo recordar el desastre-. Luan me hizo pagar cada centavo de ese anuncio que derribó.

-Quiere que nos veamos allá -anunció Sid-. Te estoy mandando una foto de mi ropa.

Sin colgar todavía, Lincoln revisó los mensajes y encontró que Sid le envió una foto de la ropa que ella estaría usando. Habría sido algo más decente, de no ser porque encima del blusón celeste, el pantalón negro y unas calcetas blancas estaba ella sin más encima que su prendas íntimas con estampado de cebra y sus eternas botas Converse.

Ello pasaría sin sobresaltos, de no ser porque un chico de tez aceitunada y cabello corto negro en rulos se le quedó mirando y sonriendo como idiota.

-Te veremos allá, Linc -se despidió Sid, colgando en el acto.

-Ya espero hacerlo -dijo Lincoln para sí.

-¿Esa es su novia? -preguntó el chico con prepotencia.

-Algo así -respondió parco Lincoln.

-¿No está algo mayor para alguien de quince?

-Para tu información, niño, tiene veintiún años igual que yo -dijo el peliblanco con altivez.

-¿Usted, veintiuno? No le creo, vejete -desestimó burlón el chico-. No con ese cabello.

-¿El término leucismo no te dice algo?

-Solo que viene con esa cosa que avejenta a la gente.

-Niño, una de mis hermanas estudia para una maestría en medicina deportiva -dijo Lincoln con fastidio-. Revisé sus libros y sé que lo mío definitivamente no es progeria.

-¿En serio?

-Si.

-¡Oigan todos! -gritó el chico- ¡Este tipo tiene fotos de una chica de quince!

La reacción de la gente en ese instante era de esperarse. En menos de lo que a Lincoln le habría tomado dar dos mordidas a su hamburguesa ya estaba siendo sometido por los demás comensales. Abrumado y con una fuerte desventaja de nueve a uno, apenas y pudo con un transportista al patear su entrepierna cuando ya dos personas lo tenían sometido.

Horas después, en una de las celdas Lincoln yace acostado. Aunque machacado, el peliblanco decidió que eso no fue nada comparado a la paliza que a los quince le endosó Luan cuando esta creyó que el novio de Amy, del club de Drama de la preparatoria, lo estaba contactando para vender sus fotos más vergonzosas y no para la fiesta sorpresa que la maestra Bernardo le estaba organizando, o la que Lynn le arreó cuando entró sin tocar a su habitación para decirle que Zach ya la estaba esperando abajo para el baile de graduación de su grupo al quedarse el pelirrojo sin pareja.

Solo, le sorprende que aquella comunidad rural tenga siquiera una prisión preventiva, aunque en las cinco horas que ha estado no se puede quejar de nada. Incluso se sorprendió de ver que el alguacil es lo bastante laxo para permitirle ver con él Will and Grace sin darle spoilers.

-¿Loud? -llamó el alguacil luego de colgar el teléfono- Pagaron tu fianza, pero debes presentarte aquí cada semana los próximos dos meses.

-¿Terapia? -preguntó Lincoln.

-No -respondió el alguacil-. Para eliminarte del registro nacional de agresores sexuales.

.

-No puedo creer que hicieras eso -dijo aliviado Lincoln, manejando sobre la carretera ya que a Sid todavía se le dificulta un poco estar tras el volante.

-Mamá te debía una por la pasantía que hiciste como asistente de medios hace dos años -sonrió Sid, un poco mareada-. ¿Ese motel queda lejos?

-Está antes de Ypsilanti desde Royal Woods -calcula el peliblanco usando el GPS de su teléfono-, tenemos que salir a la 275… estamos en Chelsea… nos queda como media hora de camino.

Sonriendo para sí, Sid espera que la broma que le tienen preparada a Lincoln surta el efecto deseado. Lincoln, por su parte, espera lo mismo, pues en la guantera tiene justo lo que necesita.

Todavía haciendo algo de tiempo al parar tras un letrero junto al camino en el estacionamiento del centro comercial de Briarwood, al sur de Ann Arbor, ambos se dieron un pequeño momento para tener algo de acción preliminar en el asiento trasero del Beetle de Lincoln.

Así, sudorosos y bastante agitados, fue que ambos llegaron al motel Buttz y desempacaron. El dependiente apenas y les dijo que ya los esperaban en la habitación 2C antes de volver a su solitaria noche de, muy probablemente, espiar a los huéspedes por el circuito cerrado del lugar.

Al entrar, Ronnie Anne ya los esperaba en interiores. Si bien a Sid le reserva lo cursi, a Lincoln lo dejó embobado de verle ese juego de sostén de copa baja, tanga y liguero azules que sostienen un juego de medias de red violeta. Comiendo de un tazón a rebosar de nachos con queso y carne picada, tomó un totopo y lo paseó sobre sus muslos y el abdomen. Con una notable carpa, el chico solo pudo entrar más que halagado.

-¿Por qué no nos dijiste, Linc? -dijo burlona Ronnie Anne al llevarse el totopo a la boca- Ayer revisé mi cuarto en Great Lakes y me encontré esto -expuso, alzando de debajo de sus senos una prueba de embarazo que salió positiva-. ¿Te portas mal a nuestras espaldas?

-Eso no es mío -dijo Lincoln, palideciendo de golpe.

-¿De verdad? -continúa sonriendo la latina- Habría jurado que la última vez que lo hicimos en la habitación de Adelaide eran los días seguros de Sid.

-Y te convencí de no usar condón esa noche -remató Sid, apretando el trasero de Lincoln a dos manos.

-Y… yo no… ¡carajo!

-Acéptalo, Linky -sentenció Ronnie Anne-. Podremos seguir disfrutando de esto un tiempo más, pero tarde o temprano tendrás que elegir a una de las dos.

-Y preferiría que fuera la madre de tu hijo -añadió Sid-. Aunque…

Queriendo correr de allí a toda prisa, Lincoln se detuvo a pensar. Esa tarde los tres estaban lo bastante calientes como para mandar al cuerno el día que los Chang hicieron la fiesta de los Dulces Dieciséis de Adelaide, y más aún. Ni siquiera se molestaron en esconder la evidencia de ello y Sid, melosa como ella sola puede ser, la convenció de que los responsables fueron sus padres, sin importar que un tamarino regordete y viejo acusara lo contrario.

De la nada, empezó a reír nervioso.

Sin pensarlo dos veces, Sid se acercó en lo que la histérica carcajada de Lincoln duraba lo suficiente para intercambiar un beso francés.

-¿Le decimos que las dos estamos embarazadas? -preguntó inocente Sid.

-Nah -resolvió Ronnie Anne-. Le diremos en la mañana que esa fantasía de embarazadas que tanto querías la vas a poder cumplir cuando quieras.

-¿Y qué tal si quiere irse?

-Le diremos a Lucy -respondió la latina mientras pone un dedo en la boca de Sid-. Ella jamás hablará.

~o~

El clima en Providence, Rhode Island, en esta época es amable. A pesar del frío, el alumnado siente ya la cercanía de las fiestas de fin de año. Mejor aún para los locales, pues los turistas que decidan hacer el viaje a aquella remota región del país son siempre muy bien recibidos.

Tras los setos de la Capilla de Saint Dominic, justo bajo uno de los olmos junto a la entrada principal, Lucy parecía haber estado bastante feliz de reencontrarse con su viejo amigo y hoy novio Bertrand. Los años que estos dos estuvieron separados debido al trabajo del padre del chico en un crucero de lujo se condensaron y dejaron que la fría amistad que los unió en su infancia se volviera un feroz amor lujurioso.

-¿Pasa algo. Lux? -preguntó Bertrand, un poco alterado bajo la escasa luz de las luminarias de la vía.

-No lo sé, Bertrand -respondió Lucy al acomodarse el vestido-. Tal vez alguien habló mal de mi.

-¿Nos colamos al altar?

-¿Por qué no? -sonrió Lucy-. Siempre quise profanar un santuario religioso.

Viendo la forma de escurrirse, a Lucy le llegó un mensaje de una tal Sid Chang. No la conoce, pero por la descripción que le dieran Lincoln y Ronnie Anne el último 4 de Julio es de esas personas que debía evitar por lo intensa que podría ser.

El mensaje en cuestión era un par de fotos. Una con dos pruebas de embarazo positivas y la leyenda Feliz Bromaversario de las familias Loud y Santiago-Loud. La segunda, una toma de espejo de su hermano y dos chicas, su cuñada y una chica blanca de rasgos asiáticos, montando a alguien que definitivamente era Lincoln.

-Seguro Lola me va a matar por no decirle algo tan jugoso… suspiro

~o~

¿A que no esperaban algo así?

Si, sé perfectamente que con algo así no se juega, pero vamos. Me basé en lo poco que sabía del Bromaversario. De hecho, tenía la intención de participar en la última Ronniecoln Week, pero ya les dije. De hecho, tenía algo preparado para empezar. No obstante, lo dejé morir. Todo solito, todo panzón, jajaja...

EltioRob95... lamento no haberme pasado por tus últimos trabajos, y debo decir que el Paraguay no me es tan desconocido al menos en su historia temprana. Pensaba que se iban de Asunción a las reducciones guaraníticas en el Guairá, pero... nada se puede tener. Suerte con el rollo mítico.

Mañana... día 4. Como Rick O'Connell, tomen la vieja y confiable Tommy, una gorra y algo de bloqueador. Ahora...

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Sam the Stormbringer