Disclaimer 1: Fanfic sin ánimos de lucro. The Loud House es creación de Chris Savino, The Casagrandes es desarrollo basado en sus personajes a cargo de Michael Rubiner y ambos son propiedad material de Nickelodeon Intl, bajo licencia de Viacom y Jam Filled Entertainment.

Disclaimer 2: Los materiales referidos y/o parodiados son propiedad intelectual y material de sus respectivos creadores.

El encanto del crepúsculo

VII

El autobús

En algún lugar de Michigan

3 de julio de 2040

3:10 pm

Sobre la carretera

Para muchos, les resultó extraño en su momento ver que una familia tuviera once hijos en una pequeña ciudad del medio oeste. Si creyeron que eso era raro o que otra en Illinois, cuya jefa de familia era nada menos que la primogénita de la primera, la intente igualar, cualquiera que haya creído que es incomprensible es, dicho en perfecto cristiano sin tecnicismos, un monumental imbécil de primera.

En los restaurantes de camino de la Costa Oeste se habla, y esto los periodistas lo desechan como rumores de viejas chismosas (si, hay quienes lo hacen todavía), de una familia todavía más peculiar. No, no se trata de mormones o de los fundadores de una secta tipo NXIVM dedicada al culto sexual y la estafa.

No. Nada de eso.

Conforme un autobús avanza sobre la carretera, la gente creería, por lo impecable que luce, se trata de alguna celebridad que prefiere hacer su gira nacional en los caminos. Algún jinete de rodeo, cantantes, actores o algo por el estilo… y en parte tienen algo de razón. No porque sean celebridades por lo que hacen para ganarse la vida, sino por su modo de vivirla.

El interior de dicho autobús parecería todo menos un autobús. De hecho, sus ocupantes (cuatro féminas, tres varones, tres de los integrantes mayores de edad) pasan la mayoría de sus vidas en ese transporte.

Siendo familia desde hace siete años, los Loud son una verdadera mezcolanza racial. Padre caucásico, esposas -ya que se casaron en Nevada- latina y asiática oriental y niños que, invariablemente, les daba igual llamar "mamá" a cualquiera de las dos.

Se detuvieron en su andar a un lado de la vieja autopista 27, en el poblado de Arbutus Beach. No es un lugar especialmente grande, pero es una escala técnica donde los niños pueden estirar las piernas y las mujeres descansar un poco dentro de lo que cabe.

-Ay, ¡por favor! -maldijo Lincoln, el jefe de aquella peculiar familia- ¿No pudiste averiarte en un lugar más poblado?

-Mamá te lo dijo -reprocha un niño de once años, ojos achinados y cabello castaño en el asiento del copiloto-. Pasar por los campos de golf es malo para la casa.

-Sam, ¿por qué no vas con mamá y le pides un sándwich? -pidió Lincoln, algo frustrado antes de levantarse del asiento.

Un poco nervioso, el niño tuvo que obedecer. Más que nada porque al chico no le agrada tener que molestar a cualquiera de las dos.

Lincoln no puede decir que está orgulloso. Las circunstancias en que nació su primer hijo no fueron especialmente las mejores. Viviendo ya en Royal Woods por su cuenta en una finca cercana a la granja de los Hunnicutt, una noche a Sid se le ocurrió una noche libre de preservativos, a lo que ambos, sin pensar, accedieron sin pensarlo dos veces. Y una vez que se explicaron, resolvieron que venderían la propiedad, se las arreglarían para vivir en una casa rodante y esperaron a la reacción de cada familia.

Becca no se mostró muy satisfecha en cuanto tuvo noticias de quién era el padre, y Stanley sencillamente se limitó a golpear a Lincoln y, una vez que la inflamación del ojo morado bajó, invitarle una rebanada de pastel de fresa para ponerse de acuerdo. ¿Adelaide? Hizo lo posible por cortar toda comunicación con su hermana, ya que culpaba -y lo hace todavía- al delirio de Sid por el K-pop y a este por consecuencia. Lo último que supieron es que le hace la vida imposible a Bobby y a Carl. El primero por mantener contacto, el segundo por estar casada con él y optar por dejar el apellido en Chang.

En cuanto a los Santiago -ya que los Casagrande fueron dejados de lado-, a Arturo no le tocó de otra más que resignarse, mientras que María se limitó a sermonear a Ronnie Anne sobre los potenciales riesgos que una relación bígama podría encarnar. Bobby no podía decir mucho al respecto y solo hace la vista gorda. No así los Loud, que se dividieron entre quienes no toleran algo así de "sucio" (sus padres, Leni, Lucy, Lola, Lily y muy especialmente Lori, más defensora de una relación monógama) y quienes les dieron su respaldo, sea por solidaridad (Luan, Lana y Lisa), empatía (Luna, al tener un impulsivo matrimonio con un ex de Leni y otro con Sam y un antiguo compañero de Lori, Ewan) o porque cayó en gracia (Lynn, luego de saber que Lincoln se está acostumbrando poco a poco al picante). Sea como fuere, las reuniones familiares son algo un tanto tensas sin los niños cerca.

En la cocineta al fondo, Ronnie Anne se encarga lo mismo del desayuno que de atender una videollamada. Por extraño que resulte, tiene en pantalla a Lisa, que acaba de anunciar su ausencia.

-Aunque lo quiera, me es imposible asistir a la conmemoración de la firma del Acta de Independencia -dijo resignada Lisa por la pantalla-. Entre nosotras, trabajar con suizos es siempre una presión constante.

-Lo mismo que detenernos a acampar cuando no encontramos algún hotel o un pueblo en Texas -respondió Ronnie Anne, no tan agobiada-. ¿Qué tal la comida allá?

-Insípida, hipercalórica y grasienta como cabe esperar de gente que vive en las montañas -respondió la técnica en el CERN-. En lo personal, prefiero una poutine o un chile relleno a una raclette.

-A Lynn le encantaría saber eso.

-Tengo que dejarlos -dijo Lisa, despidiéndose-. Hoy trabajo a doble turno y necesito estar enfocada en mi labor.

-¿Al menos podemos verte para el cumpleaños de Reina?

-Si se establecen para agosto en San Francisco tómalo como un hecho -afirmó Lisa antes de que alguien le llamara en francés-. Tengo que irme.

En cuanto se desconectó, volvió un poco a su realidad. En realidad, aunque le gustaría establecerse de plano la vida nómada que han llevado los tres ha sido una parte del viaje que su madre no ha tenido. De hecho, dos de los últimos cuatro años la pasaron en México recorriendo el país casi de cabo a rabo, pese a que muchas de las carreteras no estaban preparadas ("ni lo estarán", llegó a pensar) para un autobús tipo Pullman habilitado como casa, y con mayor razón. No le importa si de vez en cuando se quedan varados por días en algún lugar para reabastecer, reparar y descansar. Si es con las seis personas que ama, el sitio es lo de menos.

Mirando sobre su hombro, Sam se ve un poco torpe, pues para haber pasado la mitad de su vida en dicho transporte. En cuanto al resto de los niños, Reina está jugando con su puré de calabacín, Sid -gestante en su sexto mes- tiene a Bobby adormilado en la cama, y Rochelle sigue en la ventana viendo el paisaje.

-¿No piensas bajar, Ro? -preguntó Ronnie Anne.

-No hasta que Samuel diga dónde escondió mis muletas reclamó con relativa firmeza Rochelle.

-Porque no quiero que te canses demasiado -dijo Sam, un poco frustrado-. No me gusta verte sudar.

-Y a mi no me gusta que los dos estén tanto tiempo encerrados cuando nos detenemos en algún lado -reprochó Ronnie Anne, sosteniendo la cuchara con que revolvía la salsa de los chilaquiles-. ¿Por qué no pueden llevarse bien?

-Él es un tarado -contestó Rochelle.

-Es una perezosa -dijo Sam al mismo tiempo.

-Por lo menos no reprobé el semestre pasado y repetí el segundo grado.

-Al menos anoche no me comí las pizza bao de mamá a escondidas y culpé a Savino.

-No me hagan sacar la de la abuela Rosa, niños -recomendó Ronnie Anne tentada de sacarse una sandalia.

Ante la amable advertencia, Sam sacó de debajo de uno de los asientos de la cabina un par de muletas y se las entregó a su hermana con brusquedad. Acto seguido, abandonó la casa para buscar algo mejor que hacer. Rochelle, por su lado, hizo bajar a un chihuahua cabeza de venado de manto capuchino, vestido con un coqueto atuendo que ni una cantante Idol podría resistir antes de tomar sus aparatos.

-No se alejen mucho, corazón -dijo sonriendo Ronnie Anne, volviendo a ponerse la sandalia.

-Si, mamá.

-Ya vete, Rochelle.

-¿No huele a quemado? -preguntó la niña.

-¡Los chilaquiles!

Volteando a la cocineta, Ronnie Anne se dio cuenta de que el desayuno se quedó al fuego lo bastante como para pasar a una suerte de totopos y salsa bien quemados. Rochelle, con un dejo de culpa, solo baja la mirada antes de salir andando lo mejor que puede.

.

Con el paso de las horas, y después de un rescate del desayuno vuelto almuerzo y una remolcada a la vecina Gaylord -lo que les provocó un fuerte retraso-, la familia pasa en aquél poblado el día lo mejor que puede. Sid había despertado, por cierto, y para tener seis meses muchas mujeres locales pensaron que está a nada de dar a luz debido a su delgada complexión.

El operador del taller, un delgado veterano del desastre de Afganistán en 2021, les dijo que tendría las piezas para reemplazar el árbol de levas hasta después del 9. Con todo, apenas dieron la noticia no faltó quien culpó a Lincoln del desastre sin motivos.

Resignados, a cada quién le tocó buscar comida y petardos, siendo el peliblanco el responsable de vaciar la sentina.

Mientras visitaban una tienda local, a Sid le vino un fugaz pensamiento. Muy vulgar, pero que viniendo de ella era comprensible.

-¿Me veo gorda? -pensó en voz alta.

Con ella iban Rochelle y el perro de la familia. Por su lado, Ronnie Anne, Reina y Sam estaban en la carnicería buscando salchichas y carne molida para la festividad. La chica, ya en sus catorce años, había padecido un cuadro de polio poco antes de su primera vacuna, lo que la dejó virtualmente impedida. No obstante, para la gente que la conocía su amabilidad y su tacto compensan de lejos su reducida movilidad.

-Es natural que pienses eso, pero es normal -respondió Rochelle mientras se prueba un traje de baño violeta.

-Sammy no me dio problemas -refunfuñó Sid-. Hasta los ocho meses supe que él venía en camino, y a las dos semanas nació.

-Para mi siempre serás mamá flaquita -dijo Rochelle, un tanto condescendiente.

-Para ti, tal vez, ¿pero qué hay de tu papá?

-Está un poco gordo -respondió Rochelle, soltando una risita, pasando de largo por los congeladores-, pero tú y mamá dijeron que no les importa si a él no le importa de ustedes.

-Bueno… -dijo Sid, mirando al techo-…, él no era precisamente Yoon Kwan cuando nos casamos, pero tiene ventajas que mi amor platónico no tuvo.

-¿Cómo cuales? -preguntó Rochelle.

-No lo acepta, pero le gustan ciertos… trabajos.

Inocente como ella sola (excepto, quizás, por su tía Leni), Rochelle pensó en un inicio que se refería a limpiar las ventanas, revisar el motor de cuando en cuando y limpiar la sentina, aunque viendo a su madre putativa otro tipo de idea se asentó. Sid, por su lado, solo pensaba para ello en un suave masaje de pies, besos en zonas más bien pudorosas y, sobre todo, usar ciertos juguetes en la cama.

-¿Trabajos? -dudó la adolescente.

-Lo entenderás cuando tengas novio… o novia, no sé -dijo Sid, un tanto convencida.

-Si es sobre educación sexual, creo que los libros de la abuela me dan una idea.

-Bueno, mejor que te enteres por un libro que de mi -rió Sid-, porque soy terrible dando explicaciones, como la vez que intenté explicarle a tu tía Luan por qué la salsa de papá era algo secreto y terminamos en una pequeña

-¿ Podrías guardar los detalles sucios, por favor? -pidió Rochelle, un poco sonrojada.

-De hecho terminamos bañadas en salsa de soya y ponzu -respondió Sid, no menos apenada pero más controlada-. Ese fue el baño más largo de toda mi vida desde que una mofeta nos roció a tu tía Adelaide y a mi cuando tenía trece.

~o~

Con la llegada de la noche, y después de una tarde apenas sin incidencias y una cena bastante tranquila, los tres están en la cama. Solo interiores, puesto que el calor de la zona al estar junto a un cuerpo de agua resulta ser un poco molesto.

Lincoln apenas y había salido de bañarse gracias a un problema con la sentina. Sin haber pasado a mayores, trata de actualizar un blog de dibujo mientras Ronnie Anne duerme a pierna suelta y Sid ve otra vez un tutorial de ejercicios respiratorios para el parto.

-Hablé con Rochelle antes de mandarla a dormir -dijo Lincoln, dando unos últimos retoques a una tira sobre una aventura en particular de La Bromista en una operación saboteada contra una contrabandista de armas.

-¿De qué? -preguntó Sid.

-Me dijo que no te importaría que yo te vea gorda -respondió el peliblanco.

-¿Y qué es lo que piensas?

-Amor, a ti y a Nie-nie las voy a querer sin importar que llegue a estar viudo, viejo y con una desnudista me esté bailando para celebrar el cumpleaños dieciocho de alguno de nuestros nietos o si los tres llegamos a los ochenta y pasemos Año Nuevo viendo viejos videos porno de nosotros tres en la universidad en un asilo -respondió Lincoln con un tono perturbador y tierno al mismo tiempo.

-¿Quién eres y qué hiciste con Lincoln? -preguntó socarrona Sid.

-Solo me bañé después de que vacié la sentina directo al drenaje -contestó el peliblanco antes de pasar sobre Ronnie Anne y posarse sobre Sid-. ¿Qué dices? ¿La despertamos? -,añade, señalando a la latina.

-Solo si ella quiere.

-Váyanse al hotel de enfrente -bostezó Ronnie Anne-, estoy cansada.

-Gracias, Ranita -dijo agradecida Sid, añadiendo un beso corto en los labios.

-Solo guárdame un poco para la mañana.

-¿No quieres un pequeño adelanto? -ofreció Lincoln al levantarse.

Mientras salían, apenas vestidos con unas sábanas y con los pantalones en los brazos, Lincoln se percata de una muy potente luz en el horizonte, en dirección sureste.

-No me jodas, ¿qué fue eso? -preguntó.

-No lo sé, Linc -animó ansiosa Sid-. Tal vez alguien reventó un transformador.

Lo que no sabían, y ello era hasta hace unas horas su asunto, es que en Royal Woods hubo un estallido de luz tan potente que iluminó un área vasta, y la zona de la explosión prácticamente se iluminó unos segundos como si fuera de día.

-¡¿Ese fue el Komodo?! -preguntó Rita, sorprendida por la potencia de semejante petsrdo que Lily prendió por accidente.

-¡Lo era, mamá! -contestó emocionada Lily.

-¡¿Cuándo nos volverá la vista?!

-¡La caja decía que de dos a siete días!

-Tienen suerte de que estuviera soldando la puerta de la cochera -dijo Lana-. Dejen las llevo adentro.

Para la familia Loud, sea en su último hogar o en la carretera al oeste de Michigan, estas serán unas interesantes fiestas patrias, y una cosa es segura...

Más de uno se va a infartar cuando Lincoln les de a conocer que Sid espera gemelos.

~Ø~

Día 7, fin del camino más que atrasado.

Suponiendo que algunos se les ocurrió preguntarse por qué del título tan rebuscado y melodramático del título que le di a este especial, es simple. ¿Se han tomado la molestia de ver a un atardecer en invierno o en verano, luego de un día despejado? Y partiendo de ello. ¿pueden repetirme las paletas de color de Sid, Lincoln y Ronnie Anne?

Ok. Me disculpo si sueno brusco. En mi defensa, estos dos días han sido difíciles. Entre el sismo del 7, el tiempo que me tomó recuperarme del susto y una acusación de robo sobre mi pasado dolor de bolas (metáfora), me ha sido difícil terminar con este especial. Les prometo que en el siguiente, si entro, no voy a dudar en acabar tan rápido como me sea posible y no entregar tan a destiempo.

Siendo hora de la última respuesta aquí...

J0nas Nagera, puedo entender lo de tu comisión. Son tiempos duros para casi cualquier industria (incluso las funerarias ya se vieron rebasadas por momentos y su personal se ha mermado). No soy quien para juzgar, así que... sobre lo otro, por puntos. A Chandler nadie lo quiere, y menos desde que hizo aparición en el inicio de la quinta temporada; si, sus caras podrían ser, fácil, portada de un especial del Newsweek. Sobre mi rancho y el de otros colegas, si. Da hueva ir en el metro cuando no conoces, pero sabiendo leer mapas y señales no hay mucho pierde. Digamos que pudieron asaltar una reserva de condones en un cajón al que ni Sid ni Adelaide podían acceder sin permiso, ñaca ñaca... y si. Es cierto que Frida y Carlos en La Fuerza de la Chancla fueron a un festival parodia al Hombre en Llamas, el Flan en Llamas. Solo quise darle un respiro y alejarme del postre... por cierto, podríamos permitirnos pensar que alguien vendería las fotos resultantes de ver s Frida despechugada, pero en lo personal preferiría de su cuñada o de la suegra de Bobby... Hum... nah, un shot de los Loud en el Hombre en Llamas no funcionaría.

Y con esto, cae el telón.

Sam the Stormbringer