Hola a todos, esta es mi primera historia en el fandom así que no me tengo mucha confianza. De todas formas espero esta sea de su agrado y cualquier critica o acotación siempre es bienvenida. Le doy infinitas gracias a Marcustine por dejarme usar su arte para la portada (vean sus dibujos en twitter, están muy chulos), agradezco también a regamers10 y a Sadisticshy por ayudarme a ponerme en contacto con el artista.

Un día normal.

1

Su cuerpo despertó de un salto al escuchar la alarma sonar justo al lado de su oído. Con premura la apagó de un puñetazo, esperando no haberla descompuesto pues era la única que tenía. Se talló los ojos y soltó un gran bostezo, estiró sus brazos para darle la bienvenida a este nuevo día, pero un molesto espasmo de dolor recorrió su espalda, dormir en ese viejo colchón ya le estaba pasando la cuenta.

Se recostó de nuevo y sus ojos recorrieron su nueva habitación, el ático de la casa Loud. Un cuarto lleno de recuerdos de tiempos pasados, un lugar lleno de moho y polvo que se le metía en la garganta, un lugar frío, un lugar oscuro al cual no podía lograr acostumbrarse. La verdad detestaba cada centímetro de ese lugar, pero era la recompensa que su familia le otorgó por seguir sus convicciones, no podía quejarse de las decisiones que inevitablemente lo llevaron a vivir en el ático.

Soltó un suspiro y se levantó de una vez por todas. Sin hacerle caso a su cuerpo acalambrado se sacó el pijama y se colocó su característico atuendo; su polo naranja, sus jeans gastados y sus tenis blancos, sus prendas se veían sucias y más viejas de lo que aparentaban, probablemente producto de ser el penúltimo en la lista de compras de sus padres, siendo su compañera de cuarto la última.

Una vieja y mohosa cortina de baño separaba los dos lados de la habitación, una parte le pertenecía a él y la otra a su desafortunada hermana menor. Corrió la cortina con cuidado y observó a su hermana dormir, con sus manos recogidas sobre su pecho, tal como un difunto de camino al cementerio.

-Hora de despertar bella durmiente. - le dijo con una suave voz.

Y los ojos de la pelinegra se abrieron debajo de su flequillo, esos hermosos ojos azules que mantenía prisioneros bajo una mata cabello oscuro como la noche se cerraron de nuevo, no queriendo ver la luz del día, tal vez no deseando volver a ver la luz.

-Solo unas horas más. - dijo la pequeña en un murmullo.

-Eso no está bien Lucy. - dijo el peliblanco cruzándose de brazos - ¿Qué dirán tus amigas de la escuela cuando se den cuenta de que no estas?

-No tengo amigas en la escuela...Y es sábado.

-¿En serio? - dijo Lincoln rascándose la cabeza, confundido - Creo que lo olvidé.

-El solo pensar en el prospecto de volver… A clases… Me hace querer dormir… Todo el día. - dijo su hermana, arropandose más en su colcha.

-Esta bien si quieres dormir hasta tarde por ser sábado, pero antes debes comer algo.

-Entrometido. - dijo Lucy y le dio la espalda.

No podía negarlo, era un entrometido, pero era por que se preocupaba por la salud de su hermana. Últimamente parecía no probar bocado alguno, lo que la dejaba bastante aletargada. Podía verlo en su cuerpo cada vez más delgado y en su voz cada vez más cansada.

-Eso ya lo sé, princesa de la oscuridad. - dijo Lincoln, mientras le daba una palmadita en la nuca - Solo me preocupa tu salud, eso es todo.

-A nadie le importa… Lo que me pase.

-Pues a mi me importa.

-Solo a ti, tú que eres mi único aliado… En esta oscura morada llamada "hogar".

Su frágil cuerpo tembló un poco debajo de esa vieja colcha y sin pensarlo dos veces, se inco para estrecharla entre sus brazos, no pudiendo aguantar esa mueca triste que se formaba en su pálido rostro. Esa cara la conocía de memoria, esa expresión que ella siempre ponía cuando la esperanza parecía abandonarla por completo, esa expresión que le encogía el corazón con tan solo verla.

-¿Mejor? - dijo Lincoln después de pasar unos largos segundos abrazados.

-Solo… Un poco más. - dijo Lucy, correspondiendo su abrazo y estrechando su cuerpo con más fuerza.

La pesadez, los tristes pensamientos que dejan paralizada a su pequeña hermana menor, eran la mismísima razón por la cual ambos debían dormir en el ático. Pues ella era una bruja, atrapada en un mundo que odiaba a las personas especiales como ella. Un mundo injusto, triste y gris, pero a fin de cuentas el mundo en el que les tocó vivir.

-Baja primero… - dijo Lucy, soltandose lentamente del abrazo - Debo… Cambiarme de ropa.

-¿No quieres que te ayude?

La chica se quedó viéndolo unos segundos, los suficientes para que sus mejillas se tiñeran de carmesí. Dándose cuenta de lo tonta de su sugerencia, Lincoln soltó una pequeña carcajada, la que fue respondida con un almohadazo directo a la cara.

- ¡Era broma! - dijo Lincoln conteniendo la risa - Ya no me golpees.

-...Entrometido.

Lucy cerró sus cortinas con un ademán molesto y soltó unas palabras que el muchacho no logró escuchar. Tomó ese gesto como señal para darle un poco de privacidad y para que él comenzara con su día.

Camino hasta las escaleras soltando un gran bostezo en el trayecto, dormir en ese lugar lo dejaba más cansado de lo normal, extrañaba su habitación, su cálida cama, sus cómics, su pequeño escritorio, extrañaba demasiadas cosas pero no tenía sentido enfocarse en las cosas que había perdido.

Para su mala suerte las escaleras estaban dobladas, sus padres o más bien sus hermanas, habían subido la trampilla mientras ellos dormían, estaban nuevamente atrapados en el ático.

Un triste recuerdo lo atacó de pronto. La primera vez que él y Lucy quedaron allí encerrados, sin poder ir a la escuela, sin comer y lo peor de todo, sin poder ir al baño hasta que sus padres llegaron del trabajo para abrirles la trampilla. Ese, como unos cuantos otros, era uno de los días que quisiera para siempre extirpar de su memoria.

Estiró su pierna y comenzó a patear la trampilla, no muy fuerte pues esa mañana no quería soportar los regaños de sus hermanas mayores, solo lo suficiente para que la puertecilla se abriera poco a poco. Pero esta se abrió de golpe y las escaleras se deslizaron con un estruendo, anunciando a todos que ya estaba despierto.

Algo tímido, algo asustado y un poco tembloroso, bajó las escalerillas hasta el pasillo. Allí se encontró con media docena de ojos que ya desde temprano lo veían con reprobación, sus hermanas mayores. Luna, Luan y Lori, ellas tres estaban haciendo la fila para entrar al baño cuando su penosa presencia en medio del pasillo parecía haberles arruinado la mañana. Avergonzado, bajó la mirada hasta el suelo y caminó con premura hasta las escaleras que llevaban al comedor, aún podía sentir sus miradas, sus hermanas lanzando dagas con los ojos, sin pronunciar palabra alguna.

En un ademán torpe bajo los ojos aún más. No pudiendo ver hacia donde iba, chocó de frenton con una una silueta rojiblanca. Cayó de bruces al suelo, mientras escuchaba los insultos furiosos de su hermana más cercana en edad.

-¡Ten cuidado tarado! - le dijo Lynn, aun de pie frente a él.

-Ho-Hola Lynn, ¿cómo está tu mañana? - le respondió de manera nerviosa.

-Piérdete apestoso, ¡y si vuelves a tocarme te mato a puñetazos!

Enfurecida, la chica caminó en dirección contraria mientras él se levantaba del suelo. Esa mañana había tenido suerte, al menos no recibió un puñetazo en el estómago como en otras ocasiones. Sin mirar atrás puso su pie en la escalera solo para recibir un fuerte puntapié en el trasero, a punto de caer por las escaleras logró sujetarse con todas sus fuerzas de la baranda.

No pudo ocultar su molestia al darse cuenta que casi había rodado escaleras abajo, le plantó cara a su hermana mayor, la que solo lo veía divertido por su ocurrencia.

-¡Oye que te pasa! - le dijo Lincoln, aun aferrándose tembloroso al pasamanos.

-Tenias un bicho en tus pantalones y lo maté de un patadón. - dijo la deportista dándole una sonrisa molesta.

-Casi me tiras por las escaleras.

-¡Ja! Como si eso me importara.

El miedo a enfrentarla quedó atrás y su molestia fue en aumento, su hermana había estado a punto de tirarlo por las escaleras y en vez de sentir remordimiento, ella solo sonreía como una maniática.

-¿Y qué, vas a hacer algo? - dijo Lynn, reemplazando su sonrisa por una mueca de enojo - ¿Dónde están tus pelotas? ¿se las comió Lucy?

-¡Cierra la boca! - dijo Lincoln, apretando sus puños.

-Ya basta los dos, dejen de hacer escándalo. - dijo Lori.

De reojo pudo ver como Lori y las demás se acercaban a él, mirándolo como una molestia que debía ser puesta en su lugar.

-Pues dile a ese tonto que no se cruce en mi camino.

-No es su culpa, seguro la bruja lo tiene "encandilado" con uno de sus hechizos jajaja - dijo Luan.

-¿Las brujas hacen eso? - dijo Leni, la que salía del baño con una toalla sobre su cabello.

-Eso y mucho más, dudete. Supe de una que quemó a toda su familia en Oregon.

-Que "ardiente" jajaja.

-¡Lucy nunca haría eso! - grito Lincoln, en un arrebato de rabia.

-¡Callate y baja a desayunar! - le gritó Lori, la que le dio un doloroso coscorrón - Me enferma tener que escucharte todas las mañanas.

-Jajaja, te regañaron. - le dijo Luan.

Viéndose nuevamente humillado por sus hermanas mayores, se mordió el labio con fuerza, en un intento de calmar su enojo. No tenía caso seguir con esa pelea inutil, así que solo bajó las escaleras cabizbajo mientras escuchaba las risas de Luan y a Lynn tratandolo de cobarde.

No entendía por que cada una de ellas disfrutaba con su infortunio, desde esa tonta votación todas ellas se habían vuelto una bandada de demonios listos para amargar su existencia y la de Lucy. No lo entendía, definitivamente no las entendía.

El ver a su madre ya sentada en la mesa calmó un poco sus nervios, ella era una de las pocas personas en toda la casa que le daba una palabra amable, al menos de vez en cuando. Al verlo bajar, ella se levantó de su asiento y se acercó a él, se veía bastante preocupada.

-Hola mamá. - dijo Lincoln.

-Lincoln, ¡¿dormiste bien?! ¡¿Lucy no te hizo nada?!

-No mamá. - dijo Lincoln soltando un suspiro - Ya te he dicho mil veces que Lucy es inofensiva.

-Debes mantener los ojos abiertos, prométeme que no dejarás que ella te haga daño.

-Mamá…

Como todas las mañanas, su madre le dirigía las mismas advertencias. Que se cuidara de Lucy y su magia, la que podría borrarlo del mapa en cualquier minuto con uno de sus hechizos, o volverlo uno de sus sirvientes zombie o tal vez solo chuparle toda la sangre mientras dormía. Claro, todas esas eran bobadas, conocía a Lucy mejor que nadie y sabía que ella nunca le haría daño.

Se sentó en la mesa y fingió escuchar las advertencias de su madre mientras ponía su atención en la televisión. Un programa de noticias estaba puesto, parecía que algo bastante grave había ocurrido en el mundo mientras dormía.

-... Y en el plano internacional, hoy se cumple el cuarto día desde el comienzo de la ofensiva de las fuerzas aliadas europeas en contra el aquelarre de las brujas de Zaragoza. Tenemos un despacho con una de nuestras colegas en la región, Verónica Smith. Verónica, ¿Cómo ves la situación?

-Hola Stuart, me encuentro en el antiguo pueblo de San Jorge donde los ejércitos europeos han podido recuperar la iniciativa. Como pueden ver el pueblo se encuentra en ruinas y completamente desprovisto de vida, aún no se conoce el destino de las casi cien personas que lo habitaban antes de que lo conquistarán las brujas. Expertos creen que han sido tomados prisioneros por las fuerzas del aquelarre...

Y en solo un momento, la imagen de ese viejo pueblo destruido cambió por una pasarela de modas. Lola había cambiado el canal justo cuando las noticias se ponían interesantes.

-¡Oye estaba viendo eso! - le dijo a la princesa.

-Y yo quiero ver American Top Model, embrujado. - le dijo Lola, mostrándole con sorna el control remoto desde el sofá.

-Pues yo estaba viendo primero así que dame el control.

-Lincoln deja a tu hermana en paz. - le dijo su padre, el que llegaba desde la cocina con un plato de huevos con tocino.

Lola soltó una malévola risa, mientras su padre le daba una mirada de reprobación. Siempre lo mismo, sus padres poniéndose del lado de sus hermanas y él teniendo que renunciar a todo. Estaba harto, era injusto y no podía hacer nada, pero no por eso lo aceptaría como un niño bueno.

-Yo siempre gano, canoso y embrujado. - le dijo Lola.

-Termina tu desayuno. - le ordeno su padre.

-Ya no tengo hambre, el tratar con la princesa tonta me hizo perder el apetito.

-¡Oye!

-Lincoln discúlpate con tu hermana.

-No lo haré, ¡ella empezó!

-¡Jovencito estás castigado! - dijo su padre, dando un puñetazo en la mesa.

-Ya vivo en el ático, mi vida y la de Lucy no podrían ser peor.

Y su padre abrió los ojos como plato, con su labio inferior temblando un poco. Se veía enrabiado, pero a la vez triste al escuchar el nombre de la hija que daba por perdida.

-No teníamos otra opción… - dijo su padre en un murmullo.

-¡Siempre hay una opción!

-Lincoln, cariño… Trata de entender. - dijo su madre, que los observaba nerviosa.

-Ese es el problema, no entiendo qué rayos les pasa a todos ustedes, Lucy no ha hecho nada para merecer todo esto.

-¡Te prohíbo hablar de ella en esta mesa! - dijo su padre levantándose de su asiento y señalando hacia la puerta - Puedes quedarte afuera a pensar en lo que hiciste.

-¡Bien! - dijo Lincoln levantándose de la mesa - De todas formas no quería comer con ustedes.

Camino hasta la puerta que abrió y cerró de un portazo, todo mientras escuchaba las futiles amenazas de su padre y las súplicas de su madre diciéndole que volviera dentro, no quería volver, esa mañana ya se sentía demasiado humillado y molesto para tener que aguantar aun más maltrato.

Al menos era un día hermoso allí afuera, el sol en lo alto en un cielo azul majestuoso, los pájaros cantaban, las mariposas danzaban sobre las flores y el olor a césped recién mojado danzaba en su nariz. Tomó un largo respiro de ese aire fresco, camino hasta el césped frente a la casa y se tiró encima de él, mirando el cielo.

Se dijo a sí mismo que si pudiera escapar de todo eso, del ático, de su familia, del mundo injusto en el que vivía, ni siquiera lo pensaría y se largaría de una buena vez, pues no era querido en ese lugar y su familia se lo hacía saber cada día que pasaba. Pero de algo que no podía escapar era de su deber con su hermana menor, no podía abandonar a Lucy, no después de todo lo que ella tenía que aguantar, mucho más de lo que aguantaba él en esos momentos.

Los recuerdos llegaron en procesión mientras observaba esa majestuosa inmensidad, malos recuerdos, tristes recuerdos, una serie de cosas que deseaba borrar de su memoria, pero nada en ese mundo era tan sencillo. Y lamentablemente, muchas cosas se quedarían con él hasta el final.

2

-Todas hemos visto las noticias, o al menos hemos oído los rumores acerca de esos monstruos y lo que han estado haciendo a los inocentes alrededor del mundo… - así fue como Lori comenzó su discurso.

Después del comienzo dejó de escuchar las palabras de su hermana para solo enfocarse en sus labios, los que se movían de manera nerviosa. Estaba atontado, no podía procesar lo que escuchaba, solo procesaba una voz teñida en una mezcla de lo que parecía ser extremo nerviosismo con un sutil toque de rabia, pero el significado de sus palabras se le escapaba por completo.

Su mente se hallaba envuelta en un extraño letargo desde que escuchó la verdad de la boca de sus padres. Lucy era una bruja, uno de esos seres que se alimentaba del sufrimiento de las personas, aquellos seres que estaban detrás de cada una de las calamidades que aquejan a la raza humana. La pequeña Lucy, una de sus hermanas más cercanas, la que siempre lo asustaba, la que siempre le pedía consejo con sus poemas, la que disfrutaba jugar con él, ella de todas las personas era uno de esos seres que la sociedad calificaba como "monstruos".

Al igual que todos los chicos de su edad, había escuchado de un centenar de rumores concernientes a esos seres extraños. Estaba de más decir que todos esos rumores eran horribles y nunca en su vida deseó toparse con una de ellas, pero lamentablemente su hermana era una de esas y no le quedaba más que aceptarlo. Aceptarlo y aprender a vivir con las consecuencias que traería a su familia.

Miró a su alrededor y vio la misma expresión en todas sus hermanas, miedo. Alguna vez había escuchado que el pánico era contagioso, pero el pánico que sentía en esa pequeña habitación ahora repleta no lo afectaba. Pues a pesar de todo nada había cambiado, Lucy seguía siendo Lucy, o al menos eso era lo que quería creer de todo corazón.

-...Ninguna de nosotras está segura. - continuó Lori, deteniendo su discurso para que su palabras resonaran aún más fuerte en las mentes de sus ya aterradas hermanas - No con ese monstruo dentro de esta casa…

"Monstruo", la palabra le pegó fuerte y casi lo hizo saltar de su asiento, no por miedo sino por rabia. Apretó sus manos en forma de puño y dejó que su mente se enfriara, no era el momento de perder los estribos. Pues ese era un momento importante, tal vez el más importante de su corta vida, ese era el momento de decidir el destino de Lucy.

Sus padres, devastados por la noticia no habían podido llegar a una decisión. Más bien, deseaban que la decisión final fuera tomada él y las mayores. Le encargaron el trabajo a Lori para enunciar las alternativas al problema de qué hacer con Lucy y luego todos ellos tomarían una decisión en una reunión de hermanos. Pero Lori, a pesar de ser la mayor, no era precisamente la persona más imparcial en cuanto al asunto, todo lo contrario, parecía impaciente por deshacerse de Lucy de una vez por todas y olvidar su existencia.

-Ahora que saben lo que pienso de todo este embrollo quiero que voten. - dijo Lori dándoles un lápiz y un papel a cada uno - Tienen cinco minutos, así que háganlo rápido y terminemos con esto.

Tomó el papel con sus manos temblorosas y un espíritu intranquilo, estaba nervioso, aterrado de las consecuencias de su decisión. Al final existían tres alternativas posibles, la primera de ellas era continuar como si nada y dejar a Lucy en paz, claro, la familia debía reportar a las autoridades la existencia de una bruja en el grupo familiar y estos le harían un seguimiento por si las dudas, pero tampoco estábamos obligados a entregarles a Lucy, a su vez el estado tampoco estaba obligado a prestarle ayuda a la familia si por alguna razón Lucy perdía el control. Lo último le parecía improbable, pues conocía a su hermana mejor que nadie.

La segunda opción era la más rápida y desalmada, simplemente deshacerse de Lucy y borrarla del historial familiar, su hermana se pasaría la vida entera en un "centro de reeducación estatal" sin un prospecto de salida en el futuro. Prácticamente un destino peor que un acusado de asesinato en primer grado. El solo pensar en ello le hacía doler el estómago, no, definitivamente él y sus hermanas no tomarían esa opción.

Ya en la tercera opción Lucy se quedaría con ellos pero aislada del resto de la familia para evitar que alguna descarga de magia accidental hiriera a alguien. Ella tendría que someterse a un tratamiento médico para atenuar sus poderes, pero podría llevar una vida normal junto a todos. El gran problema de esta opción era el costo, la familia se vería obligada a pagar por todo el tratamiento de por vida, o al menos hasta que la bruja consiguiera trabajo. Pero con toda la discriminación que las brujas sufrían era poco probable que Lucy consiguiera trabajo en el futuro próximo, prácticamente sería una gran carga para toda la familia a perpetuidad.

No dudó un instante, tomó el papel y marcó su preferencia. Siguió su corazón antes de la insidiosa voz interior que le decía que estaba cometiendo un gran error. Odiaba tener que decidir por la felicidad de alguien más, pero no tenía otra opción. Dobló el papel y tomó un largo respiro.

Pasado el tiempo Lori se acercó a cada uno de ellos, tomando el papel doblado de sus manos y poniéndolo en una pecera vacía. Ya devuelta en su podio, la mayor comenzó a leerles cada uno de los votos.

-Centro de reeducación, centro de reeducación, centro de reeducación…

No podía creer lo que estaba oyendo, todas sus hermanas, cada una de ellas estaba decidiendo por la perdición de Lucy. Estaba a punto de levantarse de la silla y detener ese espectáculo grotesco, cuando la fuerte voz de su hermana mayor lo hizo detenerse en su asiento.

-¡¿Quien fue la tarada que votó "Ninguna opción", fuiste tu Leni?!

-¿Qué? ¡No! Yo solo vote como tu me dijiste Lori.

-Y qué hay de ti, Lynn. Se cuanto quieres a Lucy pero esto es por su bien.

Lynn, la que se veía más atontada y aletargada que él como una sombra de lo que alguna vez fue, bajo la mirada hasta el suelo y se abrazó a sí misma.

-...Yo voté por la reeducación. - dijo en un murmullo.

-¡¿Entonces quién?!

-¡Están locas, cómo pueden abandonar a Lucy de esa forma! - dijo Lincoln levantándose del asiento.

Todas allí se quedaron mirándolo, primero con sorpresa, luego con rabia ante tal expresión de rebeldía.

-¡Pedazo de idiota! - dijo Lori, acercándose amenazante hasta su asiento - ¿Acaso sabes como lo están pasando mama y papa en estos momentos? Se supone que debemos darles una decisión unánime.

-Ya lo sé… Pero no dejaré que pongan a Lucy en prisión, no cuando pueden haber otras alternativas.

-Lincoln nadie está hablando de abandonarla para siempre en una prisión, solo queremos que se vaya a un lugar seguro con otras personas con su condición... - le dijo Luna.

-¡Es lo mismo!

-Lincoln esto no es broma, Lucy… Ella... - dijo Luan, mirando con miedo a Luna, como buscando una confirmación.

-No Luan, no hablaremos de eso, se lo prometimos a mamá y a papá. - le respondió la rockera.

-Pero de esa forma tal vez él entendería por qué…

-¡No tiene nada que entender! - la interrumpió Lori - Ahora tú - le dijo su hermana mayor dándole una mirada cargada de furia - Cambia tu voto, o te juro que esta vez sí te convertiré en un pretzel humano.

-Lucy está confundida, asustada… Nos necesita más que nunca, y ustedes, todas ustedes solo piensan en darle la espalda y deshacerse de ella… ¡Se supone que somos una familia!

-Me permiten una pequeña acotación. - dijo una dulce voz desde el otro lado de la habitación.

La buena de Linka, la que se había mostrado al margen de toda la discusión hasta ese momento, hizo su aparición. Como siempre pasaba cuando ella hablaba, todas ellas se callaron de pronto y le pusieron la debida atención a su querida hermana.

-N-no se permiten cambiar los votos, Linka. - dijo Lori, la que por un momento se vio aterrada por un posible cambio de parecer en su hermana.

-No es eso lo que me proponía, hermana mayor. - dijo Linka con una sonrisa inocente - Solo me interesa escuchar esas "alternativas" que propone Lincoln.

Los ojos de todas pasaron de Linka a su gemelo, todas ellas expectantes por las alternativas que añadiría Lincoln a la discusión. El problema era que no tenía ninguna idea en mente, solo había votado por lo que creía correcto, tal vez sin tomarle el peso a la realidad.

-Bueno yo… - dijo Lincoln dubitativo.

Trató de no mirarlas a los ojos y concentrarse, pero el rostro de Lynn viéndolo con anhelo, como esperando una solución mágica de sus labios, una solución que no la separaría de su querida hermanita, terminaron por derrumbar sus frágiles argumentos.

-... Digo que… Mantengamos esto en secreto y dejemos a Lucy en paz. - dijo finalmente.

-Mentirle al gobierno y exponernos a ser carbonizadas por una bruja. - dijo Linka soltando un suspiro, ya exasperada con la actitud de su hermano - Bastante propio de tu capacidad de razonamiento.

-Qué quieres decir. - dijo Lincoln en una voz gélida.

-Creo que te dijo tonto. - le aclaro Luan.

-El pensar que ella no nos haría daño por ser nuestra hermana es estúpido y bastante peligroso. - continuó Linka - Me imagino que ella ni siquiera puede controlar sus poderes de una manera adecuada, podría hacernos daños sin querer, cielos, podría quemar la casa entera con nosotras adentro. - dijo Linka soltando una risita - ¿Y qué harás tú? Como podrás vivir sabiendo que nos mataste a todas por tu estupidez.

-¡Ella no…!

-"Ella no haría eso". Ese no es un argumento, mi querido hermano, no es más que un anhelo nacido de tu distorsionado sentido de familia.

-Que ironía. - dijo Lincoln mirando a su gemela directo a los ojos - Que tú, de todas las personas en esta habitación me trate de distorsionado.

Un silencio se hizo en la habitación, sus hermanas se miraron extrañadas, no pudiendo entender lo que Lincoln había insinuado, nunca podrían haberlo adivinado, pues era un secreto que solo los gemelos conocían. Linka sí que lo entendía, y por un segundo pudo ver como la sonrisa de su hermana se transformaba en una mueca de odio intenso, dirigida específicamente hacia él. Se sintió asustado al ver algo que nunca había visto, y que probablemente no debía ver, asustado de que su gemela saltara y lo ahorcara con sus propias manos, pero en un rápido cambio la chica recuperó su semblante alegre y simplemente alejó su vista de él, para no volvió a mirarlo.

-Lori propongo que el voto de Lincoln sea considerado nulo. - dijo Linka con calma.

-¡No puedes hacer eso!

-Lo estoy haciendo hermano.

-Apoyo la moción. - dijo Luna - Lincoln ni siquiera debería estar aquí, es demasiado inmaduro para tomar una decisión real.

-¿¡Inmaduro!? Como si yo fuera el que llega los sábados por la mañana apestando a licor barato.

Motherfucker! - dijo Luna levantándose de su asiento, lista para moler a golpes a su hermano.

-JAJAJA Muy buena, pero ya en serio, voto por censurar a Lincoln se nota que no puede llegar a una solución seria.

-¿Oh? Y lo dice la payasa del grupo. - dijo Lincoln ya lívido de rabia - ¿Por qué no nos cuentas un chiste malo antes de mandar a Lucy a prisión?

-¡Lincoln estas pasándote de la raya, quedas expulsado de la sesión!

-¡NO! - dijo Lincoln lanzando su silla lejos de una patada - ¡Ustedes se pasaron de la raya al querer enviar a Lucy a un maldito manicomio, que rayos les pasa manga de idiotas!

Todas se levantaron y comenzaron a lanzarle insultos, le había pegado al avispero y ahora tendría que lidiar con ellas, pero no le importaba, si de esa forma lograba hacerlas entrar en razón entonces valía la pena. Solo Linka se hallaba sentada, con los brazos cruzados y mostrándole una dulce sonrisa, el haber puesto su atención en ella en esos momentos le impidió ver la mancha rojiblanca acercarse hacia él. De la nada Lynn se le paró enfrente, sus ojos estaban rojos de tanto llanto, pero su cara se mantenia inexpresiva.

-¿Qué quieres? - le preguntó Lincoln - ¡AH!

Un súbito golpe en el estómago hizo que su cuerpo se encorvara hacia delante, el dolor era mayor a cualquier cosa que hubiera experimentado. ¿Su hermana lo había golpeado? No podía entenderlo, todo ocurría demasiado rápido.

-Cierra la maldita boca de una vez por todas. - le dijo su hermana en un murmullo.

- Lynn…¡AHHH!

Otro golpe, esta vez una fuerte patada le pegó directo a la cara, dejándolo tirado en el piso, mareado y vomitando los contenidos de su estómago.

-Eso te pasa por darme falsas esperanzas. - le dijo Lynn mientras le daba otra patada, esta vez dirigida a sus piernas.

-Lynn que estas… - dijo Lori casi perdiendo el habla.

-¡Deténganla lo va a matar!

-¡Quíteme las manos de encima, le voy a dar su merecido!

En un esfuerzo titánico, Lynn se sacó a todas las mayores de encima y continuó golpeándolo hasta que sus padres llegaron y la detuvieron. O eso es lo que le contaron, la verdad es que perdió la conciencia ya con el tercer golpe.

La golpiza lo dejó unos días en el hospital, pero a pesar de todo no lo lamentaba, pues gracias a esa barbarica acción de su hermana mayor sus padres recapacitaron y decidieron dejar a Lucy en casa por un tiempo, claro, mientras ella se sometiera al tratamiento para volverla dócil y controlable.

Desde esa reunión, días, semanas y meses habían pasado y los grandes terrores de sus hermanas nunca se hicieron realidad. Claro que eso no fue suficiente para calmar el odio y repulsión que sentían por su hermana menor mucho menos el odio que sentían por él. El chico que se había aliado a un monstruo para ponerlas a todas en peligro.

...