Hola, espero se encuentren bien, les traigo el segundo episodio de mi historia. Muchas gracias por leerla, espero que este capitulo sea de su agrado.
Galletas para un corazón solitario
1
Los domingos eran sus días favoritos de la semana, pues eran los únicos días en los que podía dejar atrás la rutina de cuidar a Lucy todos los días, al menos por unas horas. No es que le molestara cuidarla, todo lo contrario, amaba pasar el tiempo con su extraña hermana. Pero después de una semana entera como custodio necesitaba un poco de tiempo para él solo, y además ese día era especial. Tenía diez dólares en su bolsillo y ese día salía a la venta el último número de Ace Savvy.
Mientras sus hermanas en sus habitaciones se preparaban para salir, Lincoln se encontraba en la sala, apretando las agujetas de sus gastados tenis, tarareando una canción que había escuchado en la radio esa mañana.
-"Eres tú… Como el fuego..."
-Lincoln.
La voz de su madre hizo que detuviera su canción en el acto, miró hacia atrás avergonzado, encontrando a su madre mirándolo con una triste expresión.
-Cariño, iremos al parque de diversiones y necesito que cuides de Lucy mientras no estemos.
El anuncio le cayó como una cubeta de agua fría, pues todos sus planes que tenía para ese día habían sido nuevamente pisoteados por las ocurrencias de su familia. Incapaz de guardarse su molestia, se paró frente a su madre con los puños apretados y con una cara de pocos amigos.
-¡¿Qué?! Pero Mamá, se suponía que hoy tendría la tarde libre.
-Lo siento hijo, pero este viaje nos tomó desprevenidos, es muy importante, toda la familia quiere estar presente.
-Todos menos Lucy y yo...
Su madre abrió la boca para refutar, pero la cerró en el acto. No había nada que pudiera decirle que lo haría sentir bien.
-Hay cosas muy importantes que necesitamos platicar como familia, por eso este viaje. - dijo su madre, incapaz de verlo a los ojos - Hey, tal vez las cosas mejoren un poco, así que ten un poco de paciencia cariño.
-Quería comprar un nuevo cómic, en el centro comercial.
-Linka irá al centro comercial, ¿por qué no se lo pides?
-Por que ella me odia, ¿recuerdas?
-Oh claro… Lo siento Lincoln, pero debo confiarte a Lucy, eres el único que está dispuesto a cuidarla.
Cuando se trataba de Lucy no tenía otra opción pues era un acuerdo tácito entre todos, ya que él quería a Lucy en la casa entonces en él recae la responsabilidad de cuidarla y aún más importante, confiaba en una de sus hermanas para quedarse a sola con Lucy, alguna de ellas podía inventar una mentira, llamar a la policía y la vida de su hermana quedaría decidida para siempre. Simplemente no tenía opción.
-Esta bien. - dijo Lincoln, bastante desanimado - Me quedaré en casa.
Su madre lo estrechó entre sus brazos y le depositó un cálido beso en la mejilla. Aunque era ya un adolescente, seguía amando esa calidez que de vez en cuando ella deposita en él.
-Ten cuidado. - le susurro al oído - Si ocurre algo, cualquier cosa, no te olvides de llamar a la policía.
La miro a la cara y esa calidez se transformó en invierno, en uno tan frío como la mirada que su madre le daba en esos momentos. Sus palabras de advertencia calaron bastante hondo, no para llegar a desconfiar de su hermana, sino más bien para dudar de la sanidad de su madre.
-...Claro mamá, que tengan un buen viaje. - dijo Lincoln, algo asustado.
- Gracias hijo. - dijo su madre, y su fachada fría se transformó nuevamente en una expresión cálida - ¡Chicas ya es hora, no hagan esperar a su padre!
- Si mamá - dijeron sus hermanas al unísono.
Se sentó en el sofá y prendió la televisión, en unos instantes pudo escuchar los pies de sus hermanas golpear las escaleras en un traqueteo, bajaban a toda prisa deseosas de pasar ese domingo en familia. No pudo evitar vislumbrar sus rostros mientras atravesaban la sala, hace mucho tiempo que no las veía tan alegres, optimistas, ansiosas por un viaje en familia. "Si tan solo se dieran cuenta de que yo y Lucy también somos su familia" pensó con desazón. La puerta se cerró y se quedó allí solo, acurrucado en el sofá, abrazando sus rodillas y mirando la alfombra. Sentía como su pecho se apretaba al escuchar el ruido de las llantas moverse en el pavimento y desvanecerse en el horizonte, para solo dejar un silencio absoluto tras de sí.
Reconoció que se sentía triste, no triste como el día anterior o el anterior a ese, no, esta vez se sentía verdaderamente triste. Tanto como para sentir como la presión aumentaba en su pecho y como sus ojos comenzaban a lagrimear. Levantó su mano y se pegó una cachetada tan fuerte que por unos segundos lo dejó aturdido. El dolor se hizo presente y con él la tristeza se esfumó de golpe, podía aguantar el dolor pero no aguantaría que la tristeza hiciera presa de él, tal vez por orgullo, tal vez por que era un chico, no lo sabía pero en esas infernales semanas había descubierto que el llanto y los gimoteos no te ayudaban en nada cuando nadie podía escucharlos, y menos aún cuando nadie estaba dispuesto a ayudarte.
Se despegó del sillón y subió las escaleras, sabía lo que necesitaba en esos momentos, pasar un buen rato con alguien a quien sí le en el trayecto comenzó a urdir un plan, usaría el dinero del cómic para comprar un bote de helado de chocolate, invitaría a su hermana y ambos verían unos capítulos de Vampiros de la Melancolía en la tele, él se reiría con los diálogos melosos y los malos efectos especiales, mientras su hermana se quedaría roja de rabia y le lanzara uno que otro cojín en la cabeza. Si, sería una tarde solo para ellos dos, una que esperaba con ansias.
Pero ya de frentón sus planes se fueron a pique cuando vio a Lucy dormir plácidamente en su cama, arropada en su colcha, la que subía y volvía a bajar con cada respiración.
-¿Lucy estás despierta? - le dijo en voz baja.
Se sentó en el colchón viejo y puso su mano sobre la frente de su hermana, estaba helada, tan helada que nubecillas de vapor escapaban de su nariz al respirar. Sacó su propia colcha y la puso sobre su hermana, la que ahora se veía bastante cómica con tanta ropa de cama encima.
Se recordó una vez más que esa no era una muestra de pereza, el dormir tanto era más bien un anhelo de su hermana para desconectarse de todo lo que ocurría a su alrededor y en especial de lo que ocurriría el día de mañana. "Maldito tratamiento", pensó con rabia.
-Se fuerte Lucy. - dijo Lincoln, acariciando los negros cabellos de la chica.
Dejándole esas palabras de aliento, dejó el ático y caminó sin rumbo por el pasillo. Como siempre, sus hermanas dejaban sus habitaciones bajo llave antes de salir de casa, así que tendría muy pocas opciones para pasar el rato mientras su familia estaba afuera.
-(Suspiro) Toda la casa para mí solo y nada que hacer.
Era en momentos como ese en los que deseaba tener al menos un amigo para aplacar un poco su soledad. El rostro de Clyde pasó por su mente, su amigo de la infancia o más bien su ex amigo de la infancia, ambos se habían dejado de hablar después de que los poderes de Lucy fueran de dominio público, ahora era un integrante de la pandilla de amigos de Linka, a la que seguía a todos lados.
La discusión que tuvieron ambos con respecto a Lucy pareció dejaros a ambos con un muy mal sabor de boca, así que en el fondo no lo culpaba por alejarse, más bien lo culpaba por haber elegido a Linka por sobre él.
-Siempre Linka. - dijo con amargura.
Movió la cabeza de lado a lado, alejando los malos recuerdos que ese día parecían carcomer su cabeza. Bajo las escaleras y nuevamente se sentó en el sofá, prendió la televisión y cambió de canales, pero después de unos minutos no encontró nada interesante, solo malas noticias y dibujos animados que ya había visto un montón de veces.
Era de esperar en un aburrido domingo por la tarde. Dejó la televisión encendida para escuchar la voz de otra persona y de esa forma, no sentirse tan solo en esa casa vacía. Sacó su cuaderno y lápiz de uno de los gabinetes de la sala y comenzó a hacer su tarea para el lunes. Avanzó bastante en solo unas horas y ya estaba a punto de culminar cuando poco a poco la fatiga comenzó a ganarle. Cerró los ojos para descansar unos minutos, y el sueño se hizo presa de él.
Poco a poco, su conciencia comenzó a desaparecer, con ella sus problemas mundanos y tribulaciones. Una imagen, una espada larga y afilada, cubierta de llamas azules como el zafiro más fino se plasmaba en su mente. Frente a él y solo para él, la espada parecía invitarlo a tocar su fina empuñadura. Pero un extraño sonido detuvo sus dedos extendidos, una cacofonía horrenda, gritos de desesperación, gritos que reflejaban un dolor terrorífico taladraron sus tímpanos. Y luego el fuego azul lo consumió, haciendo que deseara morir de una vez por todas...
2
-¡Aahhhhh! - grito con pavor.
El sonido del timbre lo despertó de esa absurda pesadilla, su camisa estaba sudada y su respiración agitada, era ya la tercera vez que soñaba con lo mismo esa semana. Respiro hondo y trató de calmar sus nervios, mientras el timbre seguía sonando con insistencia, intrigado por la identidad de ese extraño camino hasta la puerta. Giró el picaporte y allí estaba una chica frente al recibidor.
Vestida con lo que parecía ser el uniforme de niña exploradora, una pequeña boina encima de su largo y sedoso cabello caoba, una camisa blanca a cuadros con una cinta con medallas que cruzaba su pecho y una faldita escocesa bastante tierna. Vestida de verde de pies a cabeza, sosteniendo una caja con una docena de paquetes de galletas caseras, estaba ella, su antigua compañera de primaria. No recordaba su nombre, solo su apodo, Cookie. Bueno, de todas formas estaba seguro de que ella no lo recordaba.
-Vaya, hace tiempo que no veía una niña exploradora. - dijo Lincoln con sorna.
-¿Niña exploradora? - dijo Cookie levantando una ceja - No, soy solo una inocente servidora pública, protectora del barrio.
-No me culpes por confundirte con ese atuendo que llevas puesto. - dijo Lincoln mirándola de pies a cabeza - No tengo dulces y tampoco es Halloween.
-¡Tampoco vine a pedir dulces! Que grosero, confundir mi uniforme con un disfraz barato. - dijo Cookie haciendo un puchero.
-No vienes a pedir dulces y tampoco vienes a vender galletas, a qué debo el placer de tu visita.
-Ahí es donde te equivocas. - dijo la chica, dándole una mirada soberbia - SI vengo a vender galletas, pero no para algo tan tonto como las niñas exploradoras, si no para algo de vida o muerte.
-...¿Disculpa? - respondió Lincoln, confundido.
-Obviamente has escuchado de nuestro grupo, nos apodamos "Los arcángeles". - dijo la chica, hinchando el pecho con orgullo - Hemos salido en los periódicos una o dos veces.
-El rock cristiano no me llama la atención, lo siento.
-Tampoco somos esa clase de grupos. - dijo Cookie rodando los ojos - Más bien somos una brigada de autodefensa.
-¿Autodefensa?
-¡Claro! Nuestro lema es "Una bruja menos, solo por el precio de una galleta"
-... Que tengas un buen día. - dijo Lincoln antes de darle un portazo.
-¡Espera no! - dijo la chica desde el otro lado de la puerta - Esta es la décima casa que me cierra la puerta y de veras quiero vender estas galletas.
-No le daré mi dinero a un grupo de odio, lo siento pero no creo en la discriminación y todo eso.
-Yo tampoco creía en eso… - dijo la chica con un dejo de tristeza - Tal vez me explique mal ¿puedo empezar de nuevo?
La melancolía en la voz de la chica no hizo más que recordarle la suya propia, dio un largo suspiro y se masajeo las sienes, esa chica si que sabia sacarlo de quicio y sentir lástima al mismo tiempo. Abrió la puerta y la encontró extendiendo un paquete de galletas frente a su cara, como si fuera un ramo de flores.
-¿Quieres casarte conmigo? - le dijo Cookie en un tono solemne.
-¡¿Qué?! Yo…¿Eh?
-Anda, muerde mis finas curvas de harina de centeno y prueba mi deliciosa crema de cacahuetes, sellaremos el trato con solo diez dólares por paquete.
Sintiéndose extrañamente traicionado por la tonta broma de Cookie, pensó en darle otro portazo y subir a su habitación para dormir un poco más. Pero sus ojos llenos de brillo y expectación le hicieron saltar un latido, "bueno, debo admitir que es algo linda" pensó para sus adentros y sintió como sus mejillas ardían un poco.
-¿Me compraras unas galletitas?
-No dije que compraría tus galletas, son para una mala causa…
-Oww que malo eres Lincoln.
-Espera un momento ¿Me reconoces?
-No olvidaría ese cabello fácilmente. - dijo Cookie dándole un guiño - Eres el hermano de Linka, estábamos juntas en las clases de educación física.
-Oh entonces recuerdas a Linka, no me sorprende. - dijo Lincoln, amargado - Siempre a Linka…
Pareciendo leer la incomodidad en las palabras de Lincoln, Cookie no siguió con el tema, incluso se sintió un poco culpable de haberle recordado algo triste al chico.
-(Suspiro) Mi jefa se enojara conmigo si no logro vender al menos un paquete. - dijo la chica recordando sus propios problemas - Ha estado de muy mal humor estos días.
-¿Qué ocurre, han tenido mala suerte capturando brujas? - le dijo Lincoln en son de burla.
-Las brujas nunca faltan… Lo que me preocupan son los números…
Y por un momento la expresión siempre optimista de Cookie se transformó en una de seriedad absoluta, como si de pronto recordara algo que la ponía nerviosa, algo que debía solucionar. La verdad no le interesaba saber más de esos lunáticos caza brujas, o al menos eso era lo que se decía, pero de cierta forma deseaba hablar con alguien respecto al tema. Aún era un chico bastante ignorante con todo lo referente a las brujas y sus motivaciones.
-(suspiro) Está bien, compraré un paquete. - dijo Lincoln sacando su vieja billetera - Solo promete dejar de molestar.
-Puedes llevarte dos por el módico precio de diez dólares. - dijo Cookie recorriendo su morral y extendiendo dos paquetes - Toma, que el infinito te proteja y que la caza sea buena.
-Gracias por tu caridad. - dijo Lincoln dándole una sonrisa a esa extraña chica - Te veo luego Cookie.
-Nos veremos muy pronto Lincoln.
-¿Qué dijiste?
Pero antes de que respondiera su pregunta la chica ya iba corriendo a la próxima casa. Todo había pasado muy rápido y ese encuentro lo había dejado con más preguntas que respuestas ¿Quién rayos eran "los arcángeles"? ¿Y porque su extraña obsesión con las brujas?
-Quién era esa chica. - le dijo una voz sepulcral detrás de él.
Del susto pegó un salto y cayó sobre sus posaderas, echando a volar las galletas que tenía en sus manos, siendo estas hábilmente atrapadas en el aire por su hermana menor.
-¡Lucy! - dijo el albino, molesto por el susto - ¡Te dije que no usaras tus poderes en la casa!
-Lo siento… Pero no respondiste mi pregunta.
-Era solo una niña exploradora, le compre unas galletas de pura lastima.
-¿En serio? - dijo la gótica en un tono bastante oscuro.
-Si, que bueno que las atrapaste antes de que se estrellaran contra el piso. - dijo Lincoln, levantándose del piso y sacudiéndose el polvo - Oye, ¿quieres comerlas conmigo mientras vemos la tele?
Y la mirada escéptica de su hermana dio paso a una pequeña sonrisa. Aunque no era de la manera que esperaba, su plan se había completado, pasaría una tarde compartiendo con su hermana y de esa forma podrían divertirse aunque sea un poco en esa solitaria tarde. Sonriendo como un tonto, su hermana desapareció frente a él, solo para aparecer un segundo después en la cocina, con un set de te en sus pálidas manos.
-Las galletas siempre deben venir acompañadas de un rico te negro. - dijo la gótica, mientras sostenía una tetera y un par de tazas rosadas, las que le parecieron bastante familiares.
-Lucy. - dijo Lincoln, masajeándose las sienes- ¿Qué te dije usar tus poderes?
-No seas un aguafiestas Lincoln.
-(Suspiro) Solo prométeme que devolverás esas cosas a la habitación de Lola. Se pondrá mucho más paranoica si desaparecen de la nada.
-Lo planeaba hacer desde un principio, ¿quieres leche con tu té?
-Por favor.
Esa tarde pasaron un buen rato viendo los dibujos animados, comiendo esas ricas galletas y sorbiendo grandes cantidades del té de Lola, al menos hasta que Lucy se quedó dormida en el sofá. La cargó con cuidado y la llevó al ático, podía sentir su calor debajo de su pijama a rayas, su hermanita ya no estaba fría como una muerta sino cálida como una ardilla, eso lo hizo sonreír. Mientras la arropaba no pudo más que agradecer a Cookie, esa loca caza brujas hizo que pudiera pasar una tarde agradable con su pequeña brujita favorita.
3
Sentado en el sofá, viendo una repetición de Ace Savvy, escuchó el ruido en un automóvil a la lejanía. Se levantó y miró por la ventana, no era más que Vanzila llegando a lo lejos con su familia. Casi de manera automática, se levantó de un salto y corrió hacia las escaleras, pero de pronto sus pies se detuvieron en el trayecto. "¿Por qué siempre hago lo mismo?" se preguntó, siempre corría a esconderse cuando veía a toda su familia reunida. De veras no quería tener que soportar sus malas bromas y el maltrato a sus expensas, tampoco quería ver como llegaban felices y contentas mientras que él y Lucy se la pasaban encerrados como prisioneros. "Nada va a cambiar si sigo escondiéndome, debo enfrentar a mi familia", y esa fue la conclusión a la que llegó mientras la puerta de la calle se abría detrás de él.
Como se lo imaginó, las sonrisas de sus hermanas se borraron al verlo allí, parado en medio de la sala. Leni lo veía confundida, extrañada por su presencia, Lana y Lisa solo lo veían con indiferencia, Luna y Luan solo pasaron de largo, ignorándolo, también pudo notar como Lola, Lori y Lynn lo veían con furia en sus ojos, realmente lo detestaban.
-Hola, ¿co-como estuvo el paseo? - les pregunto a las chicas que aun seguían allí.
Pero ellas no le respondieron, simplemente alejaron la vista y se dirigieron a sus habitaciones. Tal vez haya sido un error el tratar de compartir aunque sea unos minutos con su familia, tal vez solo debería volver al ático y matar el tiempo hasta la cena. Ya cuando se daba la vuelta para seguir con su camino fue que su padre se le acercó, sonriente y risueño, pareciendo olvidar del todo la discusión que habían tenido ayer.
-Hola hijo ¿Cómo estuvo tu día? - le dijo su padre, dándole una palmadita en la cabeza.
-Papá...Yo... - respondió Lincoln, dubitativo - Bastante aburrido, pero al menos pude hacer mi tarea.
-Eso es genial. - dijo su padre, con una sonrisa más pronunciada - Oye trajimos pizza, ¿quieres cenar con nosotros?
-¿Con ustedes? - preguntó Lincoln extrañado.
-Claro que sí cariño, toma. - le dijo su madre llegando desde la cocina y dándole un plato con una rebanada de pizza - Llévale su parte a Lucy.
Aún sorprendido por el curso de los acontecimientos, tomó con sus manos el plato y caminó hacia las escaleras. Ya desde allí podía escuchar a sus ruidosas hermanas en sus respectivas habitaciones, Lori y Leni hablando entre ellas y compartiendo chismes de la escuela, Lola y Lana saltando en sus camas y haciendo un desorden en su habitación, la estruendosa guitarra de Luna y la nueva rutina cómica de Luan.
Ya caminando por el pasillo, un extraño sentimiento de nostalgia lo embriagó de pronto, pues era la primera vez en seis meses que compartiría la mesa con toda esa pandilla ruidosa. Recordó con una sonrisa como las cosas eran antes de que osara oponerse a toda su familia, jugar con las más pequeñas, practicar en las tardes con Lynn, ser el conejillo de indias de Lisa, cada día era una nueva loca aventura.
Extrañaba esos días y se prometió trabajar duro por recuperarlos, pero no se hacía ilusiones, entendía que tenía una tarea muy difícil por delante. Cuando tocó los primeros escalones de la escalerilla cambió su mueca de preocupación por una sonrisa forzada, pues Lucy no necesitaba más preocupaciones en su vida, necesitaba alguien que la apoye, que le dijera que estaba bien ser distinta, que no la odiaba por todo lo ocurrido.
Aún sosteniendo el plato, se encontró con la silueta de su hermana y su corazón casi se detuvo por el estupor. Alrededor de ella, una docena de espantosos cráneos brillantes flotaban mientras ella leía un libro como si nada, aunque horrendos, no eran los cráneos los que hacían temblar sus rodillas, sino las tétricas llamas azules que salían de sus bocas y ojos, las que iluminaban todo el ático, las mismas llamas que había visto en su sueño.
-¡Lucy te dije que no usaras tus poderes en la casa! - le dijo finalmente en un susurro, esperando que sus hermanas no hayan podido escucharlo.
-Me gusta leer a la luz del fuego azul… ¿Es eso pizza?
-Si, papá me dijo que te la trajera… ¡Ese no es el punto! Lucy, si ellas se dan cuenta de que invocas espíritus de la nada imagínate el escándalo que harán.
-Lo siento...- dijo la chica, inexpresiva como siempre
Y los cráneos desaparecieron dejando el ático en penumbras. Lincoln soltó un respiro de alivio al no tener que ver esas cosas de nuevo, se acercó al interruptor y prendió la luz. Se acercó a la chica, que aún se hallaba sentada en el diván leyendo y le extendió el plato.
-Espero no hayan puesto… Veneno en la comida. - dijo Lucy.
-¿Quieres que la pruebe primero?
-...Era una broma.
-Oh…¡Oh! - dijo Lincoln soltando una risa fingida - Muy buena Lucy.
Los finos labios de su hermana formaron una sonrisita y al verla su corazón se llenó de ternura. Aguanto las ganas de abrazarla en ese momento, sabía que se vería raro, pero eso era lo que deseaba hacer al verla contenta.
-¿Y tu rebanada? - le pregunto Lucy.
-Mamá y papá me dijeron que comiera abajo.
-Vas a ir…¿A comer con ellos? - pregunto su hermana extrañada.
-Hace meses que no comparto con ellas… Y bueno, creo que esta es una buena oportunidad para decirles que dejen de excluirte.
-Deberías rendirte.
-¡Claro que no! Les haré saber lo que pienso de todo esto, esta vez tendrán que escucharme.
-Es...Innecesario.
Tal vez sí, pero de veras las extrañaba. Quería ser parte de la familia una vez más, de esa forma tendría más posibilidades para convencerlos a todos ellos, más posibilidades para hacerlos ver la realidad.
-Deséame suerte Lucy.
-Suerte… - dijo su hermana en una vocecilla.
Bajo del ático y caminó hasta el comedor con un espíritu renovado, esta vez haría las cosas bien. Pero su optimismo se evaporó al ver a toda su familia reunida alrededor de la mesa, viéndolo como un bicho raro, como un extraño que no debía estar allí compartiendo con ellos. Bajo la cabeza, nuevamente avergonzado, y se sentó en uno de los asientos libres junto a Leni y a Luna.
-... Como les estaba diciendo antes de que llegara ya saben quien. - dijo Lynn dirigiéndole una mirada molesta desde el otro lado de la mesa - Nuestro equipo de basquetbol ganara las estatales con esas chicas, son dos delanteras fenomenales.
-A Luna les encantaría conocerlas si tienen buena "delantera" ¿cierto Luna? - dijo Luan en un tono picaresco.
-¡Ya cállate dude!
-Genial cariño. - dijo Lynn padre, no entendiendo la broma de Luan - Sin duda este será tu año.
-¡No lo dudes papá! Este año por fin ganaremos el trofeo. - dijo Lynn, casi saltando de su asiento - Y quiero verlas a todas ustedes en mis partidos, a todas menos al perdedor y a la bruja.
-Lynn Loud, recuerda lo que hablamos en el camino a casa. - le recalcó su madre.
-Sí mamá. - dijo Lynn, sonando molesta.
El mal intencionado comentario de su hermana no pasó desapercibido para él, solo lo hizo sentirse más excluido de lo que ya se sentía. "Al menos la pizza está buena", se dijo con un poco de tristeza, mientras observaba la apetitosa rebanada que tenía en su plato. Ya cuando estaba a punto de darle una mordida fue cuando la puerta de la calle se abrió lentamente, y de ella salió su gemela, como siempre con una socarrona sonrisa en sus labios y un andar orgulloso.
-¡Lo siento!, se me hizo tarde. - dijo Linka - El tiempo se pasó rápido con mis amigos.
-No me digas que pasaste la tarde con uno de tus novios, jajaja. - le refrendo Luan.
-Muy gracioso Luan. - dijo Lori - Como si Linka les diera una oportunidad a esos nerds.
-No son nerds Lori. - dijo Linka tomando asiento junto a Lynn - Son mis queridos amigos del alma, hoy tuvimos una gran aventura en el centro comercial.
-¡El centro comercial! - dijo Leni con entusiasmo - ¿Hay ropa nueva?
-Después de cenar te contaré de los nuevos conjuntos que tienen en exposición. - le dijo Linka, dándole un guiño.
-Hey sis, ¿me ayudas a componer una nueva canción? Hace días que estoy estancada.
-Por supuesto Luna, cuenta conmigo.
-¿Linka puedes ayudarme a mejorar mi postura? Tengo un certamen de belleza el martes.
-Lo que sea por mi pequeña princesita.
-¡Linka mi tarea!
-Ya sabes las reglas Lana, si comes todos tus vegetales entonces te ayudaré con tu tarea.
-Esta bien. - dijo Lana desalentada, mirando con repulsión su plato con ensalada.
La llegada de su hermana fue como una luz que iluminó a todos los allí presentes. Todos la miraban con expectación y simpatía, todas ellas querían escuchar de sus aventuras y sus padres le sonreían con orgullo. Ese era el efecto que tenía Linka sobre los demás, su gemela, tan parecidos físicamente pero a la vez tan diferentes en todo lo demás que parecía una broma.
-Lincoln, ¿tienes algo que compartir? - le dijo su madre de pronto.
-¿Y-yo?
Y todas las miradas se pusieron nuevamente en él, odiaba ser el centro de atención incluso mucho antes de los problemas de Lucy, ese era el trabajo de Linka y no el suyo, por eso la pregunta de su madre lo dejó descolocado.
-Mamá nadie quiere escuchar a ese tonto. - dijo Lynn de manera despectiva.
-¡Lynn Jr! - le espetó su madre.
-Déjalo Lynn, no vale la pena. - dijo Luan, más seria que de costumbre - "Todo por el bien de la familia", que mala broma.
-Más bien "obligarnos" a actuar por el bien de la familia, dude.
-Luna y Luan, ya es suficiente. - les dijo su padre.
No sabía el porqué de esa momentánea hostilidad, pero dedujo que sus padres les habían hablado de un par de cosas en el viaje, tal vez "llevarse mejor con su hermano" o "traten de incluirlo más en sus actividades", cosas por ese estilo. Obviamente a sus hermanas no les había hecho gracia el ser obligadas a pasar el rato con alguien tan repudiable como él. Lo entendía y de cierta forma se los agradecía a sus padres, ya que esa podría ser una oportunidad. Miro a Lynn, la que dio un brinco en su asiento al ver sus ojos.
-¿Lynn, puedo ir a tu partido? - le dijo Lincoln, mientras sentía como sus rodillas temblaban un poco - M-me gustaría apoyarte, si no te importa, c-claro.
Y la deportista quedó boquiabierta, no esperando ni en un millón de años esa muestra de interés de su parte.
-¡¿Qué?!
-No lo hagas Lynn, te va a embrujar para que pierdas el partido. - dijo Lana.
-Y todas sabemos de la suerte de las brujas. - dijo Lola con una sonrisa diabólica - Seguro Lincoln te traerá muuuucha suerte en el partido.
-¡No!¡No!¡No! - repitió Lynn con espanto.
-Si Lynn. - dijo Luna, casi incapaz de aguantar su risa - El embrujado podría lanzar un hechizo para correr más rápido, that´ll be awesome dude.
-¿Debo recordarles de nuevo que no puedo hacer magia? - les dijo a todas con molestia.
-Ya lo sabemos, pero molestarte es divertido, jajaja.
No lo encontraba divertido para nada, estaba a punto de levantarse de la mesa y salir corriendo a su habitación, así de estúpido se sentía. Pero ya en su punto más bajo, su gemela tomó la palabra.
-No creerán lo que me pasó en el centro comercial. - dijo Linka mientras le daba una mascada a su pizza.
Y las miradas puestas en él se desvanecieron, para poner toda su atención en Linka, la que sonrió aún más al notar la atención de todos puesta en ella.
-Un chico se me declaró de la nada. - dijo su gemela y todas sus hermanas chillaron de emoción.
-¿Y qué le dijiste? - dijo Luan - "Camina hacia el otro lado, basura" Jajaja.
-¿Acaso conocemos al dude?
-Si lo conozco le daré su merecido por propasarse con mi hermana. - dijo Lynn tronando sus nudillos.
-¡Ese chico apestoso no te merece Linka! - dijo Lana.
-¡Si, dile que no necesitas a un tonto a tu lado! - grito Lola.
-Típico adolescente que no puede controlar su sistema endocrino. Por favor cuéntanos más detalles. - le dijo Lisa.
-Si, queremos saber más.
-¿Por fin dejaré de ser la única con un novio? - dijo Lori, de pronto nerviosa - No estoy lista.
No podía negarlo, a pesar de todo lo que había pasado, le gustaba ver a sus hermanas felices de la vida, actuando como las adolescentes y niñas que eran. Pero una parte de él sufría al no poder ser parte de esa felicidad. No volvió a decir palabra en toda la cena, una vez terminó, se levantó de su asiento y volvió a su habitación, mientras sus padres y hermanas reían a sus espaldas por las ocurrencias de su gemela, estaban siendo divertidas por la luz y orgullo de la familia, Linka Loud, siempre Linka.
