Hola a todos, nuevo capitulo de las desventuras de Lincoln y Lucy. De primeras, quiero agradecer a todos los que leen esta historia, muchas gracias. Infinitas gracias a los que se dan un tiempo para escribir reviews y dejar sus favs, siempre es entretenido leerlos.

Hospital

1

La primera vez que recorrió esos pasillos fue producto de un desafortunado accidente. Uno que ocurrió hace ya cuatro años, cuando tenía la edad de Lucy. Recordaba ese día de una manera bastante vivida, tal vez para su subconsciente este era un evento importante, por eso el celo de recordar cada parte como si fuera una película. O tal vez solo lo recordaba por que fue doloroso, realmente no estaba del todo seguro. Solo estaba seguro de que recordaba.

Ese día su hermana mayor no pudo despegarse de la televisión, en desmedro de sus otras hermanas que deseaban ver otra cosa. Todas entendían la afinación (o tal vez obsesión) de la castaña por los deportes y tal vez por eso la dejaron salirse con la suya esa semana, la primera semana de los juegos olímpicos de Río 2016. En ese entonces admiraba a Lynn y trataba de seguirla a todas partes, por eso había elegido acompañarla a ver los juegos en vez de salir a jugar con Clyde.

Ambos miraban la semifinal femenina de la competencia de Taekwondo, representando al Reino Unido estaba una chica llamada Bianca y a Estados Unidos nada menos que Jackie Galloway, una de las heroínas de Lynn. Ya a unos segundos de que comenzara el combate se sintió decepcionado, la pelea no era como esas que veía en las películas de acción, era lenta y algo aburrida. Las participantes solo se golpeaban una vez, y después se devolvian a sus esquinas, para golpear una vez más. No le encontraba el sentido, pero Lynn estaba extasiada con la pelea, gritaba "¡Levántate!" "¡Uyy deja de actuar como una perdedora!" "¡Pateale el trasero a esa tipa de una buena vez Jackie!" al ver a su idola caer ante la Británica. Hasta que ella perdió y Lynn dejó de hablar de pronto.

-Vamos afuera. - le ordenó su hermana de pronto.

-¿Por qué? Aún no terminan los juegos.

-Solo sigueme.

Y la siguió hasta el patio, siempre detrás de ella, siempre confiando en su querida hermana mayor. Ella se sacó su sudadera y comenzó a dar golpes al aire, haciendo entrar su cuerpo en calor para lo que seguía.

-Haremos la pelea de nuevo, yo seré Jackie y tú serás Bianca.

-No quiero ser una chica...

-Lo harás por que yo lo digo. - dijo Lynn poniendo sus puños en posición de pelea - Ahora ponte en guardia Bianca.

Nunca había peleado y el solo acto de hacerle daño a alguien, en especial su hermana, lo llenaba de pavor. Pero torpemente, intentó imitar a su hermana y puso la guardia en alto, solo para recibir una dolorosa patada en el muslo. Bajo las manos y cayó al suelo de rodillas, era su primera vez experimentando esa clase de dolor, era la primera vez que comenzaba a sentir miedo en vez de admiración por su hermana mayor.

-¡Levántate y deja de actuar como un perdedor!

Pero no podía, sus temblorosas piernas no le respondian y su mente aún estaba en shock. ¿Qué ocurrió? ¿Por qué su hermana le hacía daño? ¿Era su culpa?, mil interrogantes sin ninguna respuesta fueron suficientes para quebrar su espíritu y pedir clemencia.

-Si no te levantas te voy seguir pateando. - le dijo Lynn.

Pero si podía evitar otra patada entonces lo haría, se levantó a duras penas y enfrentó a su hermana. Aguantó unos cuantos golpes más, hasta que una patada le pegó directo en la mandíbula, dejando todo el mundo en oscuridad.

-Lo siento hermanito… Lo siento… - escucho a lo lejos, y pudo sentir las cálidas lágrimas de Lynn golpeando su cara.

Ya de eso no recordaba más que su estancia en el hospital y el feo aparato de acero que llevó por un mes alrededor de su mandíbula.

Para más de uno este pudo haber sido un recuerdo horrendo, un trauma de su niñez. Para él era algo mucho más complicado de interpretar. Por una parte descubrió cuán crueles podían ser los demás en especial los miembros de su propia familia, por otra parte descubrió la capacidad de su hermana por reconocer sus errores, aunque demasiado tarde. A la larga ese evento terminó por distanciarlo de Lynn, algo que ella nunca pudo superar del todo.

-Lincoln. - le dijo una voz a su lado - Oye Lincoln.

-Mmm. - respondió Lincoln, despertando de su ensoñación - ¿Qué ocurre Lucy?

-Nuestro turno…

-Lucy Loud, por favor ingresar a la sección 1-B. - dijo una voz desde el altoparlante.

-¡Oh! Lo siento Lucy. - le respondió Lincoln - Me dejé llevar por mis recuerdos, otra vez.

-No te preocupes, ya estoy acostumbrada.

Se levantaron de sus asientos en la abarrotada sala de espera y caminaron hasta la enfermera que custodiaba el pasillo.

-Ella es Lucy, la acompaño para su tratamiento semanal.

-Ya saben que hacer, caminen por el pasillo hasta la sección. - le dijo la enfermera en un tono bastante cortante.

-Gracias.

Su hermana tomó su mano y pudo sentir sus fríos dedos moverse temblorosos contra su palma. Estrecho su mano con fuerza y le dio una sonrisa, ella necesitaría todo el apoyo posible para soportar otro día de tratamiento.

El hospital de Royal Woods, el único centro asistencial de todo el pueblo, el lugar donde las brujas debían someterse al tratamiento obligatorio para atenuar sus poderes y de esa forma convertirse en miembros respetables de la sociedad, o al menos eso era lo que decía el panfleto. La dura realidad era que las posibilidades de su hermanita para volverse una ciudadana con todas las de la ley eran ínfimas por no decir inexistentes, mientras en sus documentos estuviera la palabra "Bruja" junto a su nombre no sería vista con los mismos ojos por las personas normales, no en ese país, tampoco en la mayor parte del mundo.

"Podría ser peor, podríamos estar en Europa" pensó para sí mismo y un escalofrío recorrió su cuerpo. Ya desde pequeño veía en las noticias como en el otro lado del atlántico trataban a las brujas, discriminacion y agresion sistematicas por parte de los miembros de la Union Europea, luego la rebelion en masa de las brujas, derrotas, victorias y finalmente genocidio por ambos lados. No existían los "buenos", tampoco los "malos", toda era una historia triste de dolor, destrucción y víctimas, innumerables víctimas.

Alejando esos lúgubres pensamientos de su mente, se concentró en la mano de su hermana mientras caminaban por los pasillos del hospital, la que ya no era fría sino cálida al tacto. Un temblor nervioso de esta le confirmó que ya estaban frente a la gran puerta, alzó la vista y vio pintadas en rojo las siglas "1-B", ese era el pasillo de descontaminación. Un feo sonido metálico presagió la apertura de la gran puerta de acero, entraron temerosos como siempre y esta se cerró detrás de ellos.

-Por favor ponerse en fila. - dijo una voz pregrabada desde los parlantes.

Lucy soltó su mano y se colocó delante de él en ese angosto pasillo. Las luces blancas se apagaron y un resplandor rojo sangre los cubrió por completo, cerraron los ojos antes de que una ducha de aire presurizado combinado con un fuerte olor químico los bañara. Después de unos segundos el aire dejó de circular, la luz se volvió blanca de nuevo y al fin pudo respirar.

-¿No te recuerda este lugar a un submarino?, como ese que vimos en ese documental hace tiempo. - le dijo a Lucy, esperando que la chica se tranquilizara un poco.

-A mí me recuerda a las fotografías de las cámaras de gases en Auschwitz.

-...Eso suena demasiado tétrico, incluso para ti.

-Área descontaminada, por favor continúe. - dijo la voz.

Otro sonido metálico retumbó sobre sus tímpanos y poco a poco la pesada puerta de acero frente a ellos se abrió. Su hermana se adelantó y caminó solitaria hacia la salida. Él la siguió de cerca, con una mezcla de melancolía y molestia en sus pasos, pues odiaba ese lugar tanto como Lucy, pero debía ser fuerte por su hermana menor, era lo único que podía hacer en ese momento.

Seis meses llevaba yendo y viniendo de ese lugar, seis meses llenos de soledad y preocupación constante, demasiadas para alguien tan joven. Pero como muchas cosas en la vida, en esta no tenía opción, pues para él abandonar a su hermana nunca fue una opción.

Sus pasos los llevaron a una pequeña recepción, de paredes blancas y relucientes, con solo tres asientos en el medio, dos puertas al final y una gran mampara de vidrio donde una enfermera con un barbijo los esperaba.

-Iré al baño antes de entrar.

-Claro, te espero aquí, no tardes mucho.

Se dispuso a sentarse mientras esperaba a su hermana, pero de pronto pudo sentir como los pelos en su nuca se le erizaban y una corriente de frío calaba sus huesos. Poco a poco, giró su cabeza y miró de reojo hacia atrás, una delgada y pálida silueta detrás suyo casi lo hace saltar del susto. Casi, pues aquella era una persona que conocía bien por esos lares.

-(Suspiro) Hola Haiku.

-Buenas tardes. - dijo la chica en un tono solemne - Lincoln Loud, el hermano de mi mejor amiga.

No era más que la amiga de su hermana, Haiku. Extravagante como siempre, con un cabello oscuro como la noche, un rostro sombrío pero fino y bastante maquillado, ese día llevaba vestido morado que le llegaba hasta el suelo y un parasol entre sus fríos dedos.

-Dime solo Lincoln, nos conocemos desde hace meses y cualquier amiga de mi hermana es mi amiga, claro, si no te molesta.

-...No eres consciente del agradecimiento que me causan tus palabras.

-No hay de que. Oye ¿no se supone que tus sesiones son los jueves?

-Tan agudo como siempre, como lo pensaba del hermano mayor de Lucy.

La chica se sentó a su lado en vez de responder su pregunta. La enigmática amiga de Lucy, la única bruja que conocía aparte de su hermanita. Se conocieron hace seis meses, desde que Lucy comenzó con las primeras sesiones de su tratamiento, y ambas parecieron haberse hecho amigas de la nada.

-Y...Bueno…

-El doctor ha cambiado mis sesiones, debo decir que en un momento bastante inoportuno. - dijo la chica, soltando una risita.

-¿Te encuentras bien?

No supo por qué ese último comentario escapó de sus labios. Su interlocutora se veía un poco risueña ese día, incluso contenta y eso le pareció sumamente extraño. Pues nunca la había visto sonreír hasta ese momento, mucho menos escuchar su risa. Podría decir que el solo hecho de que esa melancólica chica le sonriera de pronto lo dejaba extrañado y un poco asustado.

-Lincoln ya está… - dijo Lucy llegando del lavado - Haiku.

Y Haiku se levantó de pronto para darle la bienvenida a Lucy, la que la veía con una expresión de muy pocos amigos.

-Buenas tardes, mi querida amiga, compañera en la oscuridad y…

-Creía que tus visitas eran los jueves, ¿que haces aquí?

-No tienes por qué ser tan descortés Lucy.

-Oh no debes preocuparte Lincoln, yo y Lucy tenemos una relación especial.

-Ven aquí Haiku. - dijo Lucy molesta - Y tu Lincoln ve a hablar con la enfermera, dile que estoy lista.

Dándole algo de privacidad a su hermana, cumplió sus órdenes y caminó hasta la mampara, donde la señora Santiago revisaba unos papeles con una mirada de aburrimiento.

-Hola señora Santiago.

-Hola Lincoln. - dijo la enfermera animada de pronto - ¿cómo va la escuela?

-Pues bastante aburrida y regular como siempre.

-Mijo cuando seas adulto y debas pagar cuentas extrañaras la escuela, yo la extraño cada vez que me levanto a las cinco de la mañana para llegar hasta acá.

-Tal vez, pero hasta que ese día llegue seguiré detestandola como siempre.

-(Suspiro) Eres igualito a Ronnie.

-¿Cómo está ella, ya se acostumbro a Great Lakes?

-Le tomó bastante tiempo pero pudo hacer muchos amigos en la escuela, ahora no quiere volver por nada. - dijo la señora Santiago dándole una sonrisa - Le diré que preguntaste por ella.

-No creo que se alegre mucho… No éramos del todo cercanos.

-Oh no seas tímido, seguro se alegrará de que uno de sus compañeros la extrañe.

"Extrañar" no era la palabra adecuada para describir lo que sentía por Ronnie Ann Santiago, más bien estaba aliviado de tenerla fuera de su vida para siempre. Siempre lo trató bastante mal por culpa de su tonta rivalidad con Linka, no podía desquitarse con su hermana así que se desquitaba con él. No se sintió del todo triste cuando la latina tuvo que partir a Great Lakes, más bien sintió una racha de alivio. Pero de todas formas esa chica formaba parte de un pasado que veía con nostalgia, comparado con su presente.

-Lucy ya puedes entrar. - dijo la enfermera de pronto.

Su hermana entró a la sala de tratamiento sin dirigirle la palabra, Haiku ya no estaba allí, de seguro estaba ahora en la sala de descontaminación.

-Tomará un rato así que puedes esperar afuera si quieres.

-¿Seguro que no puedo entrar? Hoy se veía bastante decaída y me gustaría acompañarla allí adentro.

-Eres un buen chico Lincoln. - dijo la señora Santiago, sonriendo detrás de su barbijo - Pero son las reglas del hospital, nadie puede entrar mientras la paciente recibe su tratamiento.

-Valía la pena preguntar...

Mientras caminaba hasta la salida se hizo la pregunta de siempre ¿En qué consiste ese tratamiento? Era un gran misterio del cual no obtenía respuestas de ningún lado, ni de las enfermeras, ni de la biblioteca, ni siquiera de internet. No lo entendía, pero su instinto le decía que algo muy escabroso estaba detrás de todo eso.

2

Tenía tres horas que gastar hasta que terminara el tratamiento de Lucy. Casi siempre se la pasaba en la biblioteca pública leyendo "Brujas en Norteamérica" o haciendo las tareas, pero ese día no tenía ganas, tenía muchas cosas en su mente como para poder concentrarse en algo específico, así que en vez de eso caminó por las calles del centro sin un rumbo fijo.

Royal Woods era un pueblo bastante tranquilo al punto de ser aburrido a veces. El crimen era casi inexistente, las calles estaban limpias y todos parecían estar siempre contentos, bastante distinto a las ciudades que veía en la televisión. Podría decirse que amaba el lugar donde nació, y no esperaba moverse de allí en mucho tiempo, en esto era diferente a algunas de sus hermanas, Lori y Luna en particular, las que hallaban la hora de irse a probar suerte a una gran ciudad.

Ya en la alameda principal, el escaparate de la tienda de electrodomésticos le llamó la atención, no porque tuviera dinero para comprar algo, sino porque estaban pasando uno de los nuevos episodios de Ace Savvy, de esos que no podía ver en casa por que no tenían contratado el canal. Así que se paró frente a la tienda, escondió sus manos en su sudadera y disfruto del espectáculo, al menos hasta que llegaron los comerciales una y otra vez.

-..."¿Qué es América? ¿Una bandera, un sueño, una idea? Para nuestra compañía América son todos sus ciudadanos, los que con su esfuerzo trabajan de sol a sol para proveer a sus familias, los que enseñan a las nuevas generaciones, los que nos llevan a nuevos límites. América somos todos, y por eso la salud de todos es la salud de América. Para una América fuerte y saludable, elija laboratorios PsyChain. PsyChain el laboratorio americano..."

-Ya es el cuarto anuncio de ese condenado laboratorio en menos de una hora.

-Más respeto con el laboratorio, tonto. Es el que le da de comer a mi familia.

Soltó un suspiro de exasperación al escuchar esa voz por segunda vez en un mismo día. Miro hacia atrás y como lo pensaba, era su compañero de clases Chandler McCann parado prepotente a sus espaldas, arriba de lo que parecía una nueva y reluciente BMX, seguro comprada con el dinero de sus padres.

-Chandler.

-¿Qué haces aquí Larry? ¿Tu familia planea cambiar de televisor?

-Veo los dibujos animados hasta que terminen con mi hermana en el hospital, ¿te unes?

-Si quisiera ver televisión me iría a casa. - dijo el pelirrojo con sorna - ¿No me digas que eres tan pobre que te embargaron la tele?

-No, aun peor, mis hermanas acaparan el televisor todas las tardes después de la escuela.

-Jajaja que bueno es ser hijo único.

-Eso me suena bastante aburrido incluso para tí. - dijo Lincoln mirándolo con un poco de pena - ¿Estás solo? ¿No te acompañan el gordo y el cuatro ojos el día de hoy?

-Nah, me esperan en el parque, querían que les enseñe un nuevo truco que saque con mi bici nueva. - dijo el pelirrojo mientras movía el manubrio con destreza - Y que no te oigan Trent o Grunt diciéndoles así o ambos te darán una paliza, en especial el gordo.

-Lo apuntaré en mi lista de información innecesaria, muchas gracias.

-Como digas tonto.

A pesar de sus palabras Chandler dejó su bicicleta frente a la tienda y se puso a ver la televisión junto a él, un gesto de cercanía bastante raro considerando que ambos se venían odiando desde la primaria, pero el tiempo y las circunstancias parecían haber cambiado su relación.

Todo comenzó cuando Lucy fue descubierta, por mucho que sus hermanas trataron de esconder el secreto este se escapó de pronto y les trajo un montón de dolores de cabeza a todos. No sabía cómo esto afectó a sus hermanas, ya que ni siquiera le dirigían la palabra, pero de la noche a la mañana perdió a sus amigos y sus compañeros de clases pasaron a ser una chusma que lo molestaba en cada oportunidad. Fue en medio de ese ambiente tóxico, en que Chandler comenzó a hacerse más presente en su día a día.

Al principio solo con bromas fuera de lugar y las travesuras de siempre, luego con pequeñas conversaciones en los recesos, para pasar a compartir los almuerzos con él y sus amigos. Era extraño, y en más de una ocasión pensó que el chico solo quería que bajara la guardia para hacerle algo mucho peor, pero eso nunca ocurrió. Semanas después descubrió que Chandler era un nerd por las brujas y eso explico más o menos su repentina cercanía.

El chico era una fuente de información inagotable con respecto al "mundo mágico" como él lo llamaba. De él fue que aprendió de que, lamentablemente, los varones no podían llegar a practicar magia, la que solo estaba relegadas a mujeres y de estas solo un bajo porcentaje, entre otras cosas ese era el tema favorito de conversación de su compañero, y siempre llegaban a él en los recesos y el almuerzo.

-..."¿Qué es América?..."

-¡Rayos! No otra vez ese anuncio chafa. - dijo Lincoln, tomándose la cabeza.

-Jajaja Acostumbrate Lincoln, tienen planeado un nuevo laboratorio en la ciudad así que están como locos tratando de promocionarse. Vieras cómo llega papá después del trabajo, PsyChain lo está exprimiendo como un limón.

-¿Otro más? Ya ven tres en el estado, sí que deben estar ganando dinero.

-Han ganado una tonelada de pasta desde que se metieron en el negocio de las brujas…

Y el chico cerró la boca de pronto, un poco avergonzado de las palabras desconsideradas que pronunció. Pues él sabía de Lucy, más bien le había hablado bastante de los problemas que traía vivir con una bruja adolecente, y uno de ellos el tratamiento al que tenía que someterse.

-No me incomoda Chandler. - dijo Lincoln, tratando de no hacer sentir culpable a su compañero.

-¿Que, acaso pensabas que estaba siendo considerado contigo? - dijo Chandler de pronto - En tus sueños, apestoso.

-¿Tú, pensando en alguien más? Si, como si los cerdos volaran.

-Chandler solo piensa en Chandler, que no se te olvide... A menos que haya una señora Chandler en el futuro.

-Con ese cabello de espantapájaros lo veo difícil.

-Y me lo dice el tipo que tiene cabello de anciano.

Y esa ocurrencia lo hizo reír como un niño, al igual que a Chandler. Era extraño cómo las cosas podían cambiar tanto, como el enemigo de ayer se convertía en el amigo del presente, por esa parte no se quejaba, Chandler era un buen chico y poco a poco se estaban convirtiendo en buenos amigos.

-Me voy al parque, el gordo y el cuatro ojos deben estar esperando.

-Te veo luego Chandler. - le dijo Lincoln dándole los cinco.

-Nos vemos Lincoln, mandale saludos a Lucy.

-Lo haré.

Y la bicicleta del chico se perdió en la siguiente esquina. Ahora sintiéndose un poco solitario por su partida, vio lo que quedaba del capítulo y camino hacia el hospital.

3

-Estas son para la semana. - le dijo la enfermera Santiago, entregandole una bolsa de papel con medicinas - Presta atención Lincoln, dos píldoras de Psicol en las mañanas, dos píldoras de Amoxicilina después de almuerzo y 40 miligramos de Diazepam antes de ir a la cama. Por favor, asegúrate de que Lucy tome las medicinas.

-Esta bien, no hay problema. - dijo Lincoln tratando de guardar las indicaciones en su cabeza - ¿Podría también hablar con uno de los médicos? Tengo unas cuantas dudas.

-¿Nada que puedas hablar conmigo? - dijo la enfermera, extrañada de pronto.

-No lo sé. - dijo Lincoln dudando un poco - Lucy...Ella está sufriendo demasiado con todo esto… Cada semana es peor que la otra, ¿es eso normal?

La enfermera lo miró confundida por unos segundos, solo para alejar la vista y soltar un sonoro suspiro, todo eso le pareció una muy mala señal. Miro hacia los asientos, y allí pudo ver a Lucy sentada y temblorosa, abrazando su estómago y rechinando los dientes del dolor. Era solo un niño que no sabía nada de medicina, pero percibía que algo muy malo estaba ocurriendo dentro de su hermana.

-No te preocupes Lincoln, ya se le pasará cuando llegue a casa. - dijo la enfermera recuperando su firmeza.

-¡Sí pero...!

-Si me disculpas debo ver a otros pacientes. - dijo la enfermera alejándose hacia su oficina - Saluda a tus padres de mi parte.

Era solo un niño, obvio que no le harían caso. Resignado por los eventos se apresuro a cerrar la mochila, pero con sus nervios solo logró vaciar sus contenidos por accidente.

-Oh rayos.

Metió adentro sus lápices y cuadernos, a punto de meter las drogas en la bolsita de papel pudo entender a lo que refería Chandler, todas esas drogas estaban hechas por Psychain, el laboratorio con el monopolio de todo lo relacionado con el tratamiento de brujas. Le pareció odioso que otros se beneficiaran del dolor ajeno, especialmente cuando esas tontas píldoras sólo estaban dejando a Lucy aún peor.

Su hermana no tenía ganas de hablar, menos aún de caminar, pero la tomó de la mano y casi sirviendo de bastón la sacó de ese lugar. Como siempre ofreció cargarla a la casa, pero la chica solo negó con la cabeza, avergonzada del estado en el que se encontraba. Ya en el parque, a mitad de camino de su casa fue que sus pies no pudieron más, y cayó de rodillas al suelo.

Sorprendido, corrió a toda velocidad a su lado y trató de levantarla, pero al tomar sus hombros la chica golpeó su mano con una cachetada y se quedó viéndolo con una mueca de dolor.

-¿Lucy qué te pasa?

-¡Puedo...sola! - dijo Lucy antes de empezar a toser.

-Si quieres puedo llamar a mamá para que nos venga a recoger.

-¡No! - dio la gótica en un grito feroz - Solo...Necesito...Unos momentos en el...Baño

Asintió con la cabeza y se quedó viendo como su hermana caminaba a duras penas hacia el baño público, unos metros más allá. Se mordió el labio con fuerza hasta sacar sangre, no podía aguantar ver a su hermana tan débil, tan frágil, y sin poder hacer absolutamente nada para confrontarla.

Se apresuró a levantar los contenidos de la mochila de Lucy que ella desparramo cuando se calló de pronto, y su corazón casi se despedazo al ver los contenidos de sus cuadernos. Cuadernos cubiertos de groserías y rayados con lápices de cera de tomo a tomo, "VETE DE AQUÍ BRUJA" "SI TE MURIERAS SERIAMOS MAS FELICES" "¡APESTAS!" "ALEJATE DE CLIFF", a punto de soltar una sarta de groserías prefiere golpear el bote de basura más cercano.

- ¡Maldita sea!

Lana y Lola siempre peleaban entre sí, pero por alguna extraña razón ellas siempre unían fuerzas para atormentar a Lucy cuando se les daba la oportunidad. Ellas eran una de las razones por las cuales su hermana se la pasaba de reclusa en su habitación. No tenía sentido hablar con ellas, no le harían el más mínimo caso, solo se reirían en su cara y lo molestarían de vuelta.

Cuando Lucy volvió del baño, se sentaron a esperar que ella se sintiera mejor, después continuaron con su trayecto, ella silenciosa como siempre y él mordiéndose el labio por la rabia que sentía.

La acompañó a su cuarto y la arropo en su colcha cuando llegaron a casa, por suerte no se encontró con ninguna de sus hermanas en el camino o sino hubiera estallado con cualquiera de ellas. Esperó a que se durmiera para salir del ático y entrar en la habitación de la única persona que podía ayudarlo en esos momentos.

La ocupante solo le dirigió una mirada desprovista de emoción al ver como entraba furioso y cerraba la puerta detrás de sí, se acercó a su cama y esta vez le dio una sonrisa soberbia mientras estaba recostada, solo vistiendo su camisa naranja y falda a cuadros que apenas cubría sus muslos desnudos.

-No recuerdo haberte dado permiso para entrar en mi habitación. - le dijo Linka, volviéndose a leer su comic.

-Quiero que tú y las demás dejen de molestar a Lucy.

-No recuerdo haber hecho nada para molestar a "esa". - dijo la chica mostrandose pensativa de pronto - Al menos no esta semana.

-¡No tú! - dijo Lincoln acercándose amenazante - Lana y Lola, quiero que hables con ellas. Rayaron todos los cuadernos de Lucy con groserías y quiero que esto termine.

Y su hermana le dirigió la misma sonrisa de siempre, esta vez seguida de una risita que solo hizo enojar aún más de lo que ya estaba.

-Y que te hace pensar que nuestras queridas hermanas acatarán mis deseos, y aun peor, para cumplir una de tus órdenes. - dijo Linka dejando su comic de lado y sentándose en la cama.

-Ellas te escucharan, siempre te escuchan y te hacen caso en todo.

-¿Y perder cara para ayudar a las ovejas negras de la familia? - le dijo Linka dándole una sonrisa condescendiente - No lo creo, hermanito.

-¡Ella es tu hermana menor! - dijo Lincoln en un alarido, ya perdiendo la poca paciencia que tenía - Por mucho que la odies siguen siendo hermanas.

-Odio. - dijo Linka, alejando la vista de sus ojos para ponerla en la ventana - Una palabra demasiado fuerte para describir lo que siento hacia Lucy Loud, yo diría más bien que… ¿Detesto su existencia?

-Te he dicho una y mil veces que dejes de hablar así de ella.

-Compartir la casa con un engendro del averno no me causa pavor, pero su naturaleza impredecible es detestable.

-Han pasado meses y ella no nos ha hecho daño, ¿qué más pruebas quieres?

-"Lucy no haría eso" - dijo Linka refregando sus propias palabras - Nuevamente tu optimismo tomando las riendas de tu razon, algun dia podria costarte bastante caro ¿sabes?

-No nos desviemos del tema, quiero que la dejen en paz, no es su culpa que ella sea…

Y su voz se detuvo de pronto, con sus palabras atoradas en la garganta, casi reconociendo las feas cosas que quería decir acerca de su hermana. Estaba cansado, molesto, aburrido de aguantar todo eso, "Si tan solo ella desapareciera por un tiempo", pensó con horror y su cara se puso blanca como el papel. Si, una parte de él estaba aburrido de tener que aguantar y aguantar aún más por el bien de su hermana, una parte de él quería que todo terminara, una parte de él quería recuperar su vida. Se dio una fuerte cachetada y nuevamente el dolor alejó sus malos pensamientos. Mientras Linka, notando su conflicto interno solo sonreía aún más, disfrutando de ese espectáculo que le estaba dando.

-¿Que ella sea?

-Una bruja... No es su culpa de que sea una de ellas. - dijo Lincoln, sobándose la mejilla.

-No lo es, en eso tienes razón. - dijo Linka, levantándose de la cama y quedando frente a Lincoln - Pero de todas formas debería aceptar su destino y largarse de la casa de una vez por todas. ¿No es eso lo que también dice tu mente?

-¡Cierra la maldita boca!

-Oh vamos. - dijo la chica ni siquiera tomando en cuenta sus amenazas - Abre los ojos de una vez y deja de interpretar el papel del héroe trágico. La familia está comenzando a hartarse de ti también.

-Se que todas me detestan pero me importa un rábano, no dejaré a Lucy sola para cumplir sus caprichos.

-Esto te parecerá una revelación, pero a ti no te odio, mi querido gemelo.

-¿Qué? Pensaba que…

Y su gemela, su yo exacto, lo abrazó con fuerza. Confundido por ese acto de cariño se quedó sin habla, mientras ella frotaba dulcemente su mejilla con la suya. Sentía su calor y el dulce aroma que expelía su hermoso cabello blanco, a su vez sentía como un extraño instinto despertaba de nuevo tras años de haber estado dormido, lujuria.

- Eres molesto, tienes un inflado complejo de justiciero, claro, pero nunca podría odiarte del todo. - dijo Linka, rozando sus mejillas - "Tú eres yo y yo soy tu", ¿no es lo que nos decíamos de pequeños antes de...?

-¡Basta!

Alejo su cuerpo de manera violenta y tomó distancia de su hermana. Su respiración estaba agitada y sus manos temblaban, pues no quería volver a rememorar esos traumas que lo dejaron marcado, que lo hacían sentir como un chico enfermo.

-Otra vez no... - dijo Lincoln bajando la mirada - Ya basta Linka.

-Solo admito lo que siento en el fondo de mi corazón, ¿acaso está mal?

-Somos hermanos. - dijo Lincoln en un murmullo.

-Y tú no me amas. - dijo Linka acercándose y poniendo su mano sobre su mejilla - Ya lo sé, pero eso no cambia lo que siento por ti. Quiero que seas mí Lincoln, mio y de nadie más.

Sentía que algo lo observaba, una sombra en la habitación lo observaba con una ira que parecía indescriptible. ¿Se estaba volviendo loco? era probable, muchas cosas estaban pasando en su vida y la locura parecía ser un escape más a todo eso. ¿Pero si era real? Si esa cosa quería destrozarlo de pronto, entonces la muerte sería su escape de esa vida maldita. Incapaz de mirar hacia atrás, se enfrentó a su hermana, que lo veía con ojos expectantes y mejillas sonrojadas.

-Nunca podría volver a hacer eso…- dijo en un murmullo.

-Esta bien, nunca pensé que te convencería en una tarde. Pero con el tiempo te darás cuenta de que no puede ser de otra manera. Estamos destinados a ser uno, Lincoln.

Y sin darse cuenta su hermana acortó la distancia entre ambos, y sus labios se fundieron en un apasionado beso. Sintió sus finos labios tocar los suyos, su juguetona lengua recorrer cada centímetro de su boca, sintió como sus manos, ardientes como tizones recorrían frenéticas su espalda mientras sus uñas afiladas rasgan su piel. Ella repetía su nombre con una voz que lo hacía temblar de deseo, quería sentirla, quería besarla, quería hacerla suya, quería probar esa fruta prohibida una vez más.

La tomó entre sus brazos y la lanzó hacia la cama, levantó su camiseta y pudo ver sus hermosos senos erguidos, sus pequeñas montañas de venus que solo a él le pertenecían. Comenzó a besarlos y a acariciarlos con pasión, mientras ella desordenaba su cabello y gemía de placer.

Pero la imagen de su hermana, sufriendo por un destino que no eligió pasó por su mente, y lo hizo despertar de ese sueño de deseo y pecado. Se alejó de ella, de su otra mitad, de esa chica tan idéntica y tan diferente, solo para correr como un cobarde hacia la puerta. Había estado a punto de cometer el mismo error, de revivir el pecado que no podía borrar.