Holash, nuevo episodio de las aventuras de Lincoln y compañía. Puede que sea algo denso ya que se explican algunas cosas, pero espero que les guste. Muchas gracias por los reviews y muestras de afecto, en serio se agradecen bastante.

Los secretos de la bruja

1

-No es de buena educación pensar en otra chica mientras me acuesto contigo.

-¿Cómo sabes que pienso en otra chica?

-Intuición femenina. - dijo Linka, levantándose de la cama para colocarse su ropa interior - Estás pensando en Lucy.

-Estoy pensando en ella pero no de esa forma. - dijo Lincoln lanzando un suspiro, con los ojos fijos en el techo del ático - Solo quiero volver a verla sana y salva.

-Todas queremos eso, pero ella ya tomó su decisión y sería irrespetuoso interferir en ello.

-Linka, ella solo tiene nueve años.

-Y ambos tenemos doce años. - le dijo su hermana dándole una sonrisa pícara - Y aún así jugamos todos los días a la mama y al papa.

-Eso es diferente.

-Es peor, a ella la mueve la supervivencia y a nosotros nos mueve la lujuria.

Como siempre su hermana tenía razón, las razones de Lucy para escapar eran muchas, siendo la principal su mal estado de salud el cual no tenía prospectos de cambiar para mejor estando ella en casa, prácticamente obligada por el gobierno a someterse al tratamiento. ¿Y que había para ella en esa casa? Solo desprecio de todas sus hermanas, incluso de la chica con la que tenía relaciones carnales cada mañana antes de ir a la escuela, la que lo veía algo molesta en esos momentos.

-No es mi culpa y tampoco la de mis hermanas. - dijo Linka entrecerrando los ojos.

-Pareces leer mi mente esta mañana.

-Como si fueras alguien tan complicado de leer. - dijo Linka terminando de ponerse la ropa - Te espero abajo.

-Hoy no iré a la escuela, ya le dije a mamá y a papá, puede que Lucy vuelva y no encuentre a nadie en casa.

-Oh pero hacerlo en los baños de la escuela es lo mejor. - dijo Linka haciendo un puchero - Y hoy será un día especial, podrás verme en las pantaletas de educación física.

-Lo siento Linka, pero esto es importante.

Su hermana reprimió una rabieta y tomó su mochila del escritorio, no sin antes darle un largo beso en la boca antes de partir sin decirle nada más. Lo entendía, ella quería pasar más tiempo con él y él también la deseaba, pero ese día era importante. Era el día en que debía llevar a Lucy ante Maggie. Claro, Lucy no estaba por ninguna parte, así que debía tener que enfrentar la ira de esa bruja lanza-proyectiles por sí mismo.

-Tal vez sea el ultimo dia de mi vida… Otra vez…

El solo pensar en la rabia de la pelinegra lo hizo acurrucarse aún más en la cama. Cerró los ojos y deseo que todo desapareciera de repente, sus preocupaciones por Lucy, la degenerada relación que mantiene con su gemela, ese mundo lleno de brujas y poderes más allá de su imaginación, todo por al menos unos minutos. Pero justo cuando su mente comenzaba a nublarse y el sonido de la van se alejaba por la calle, un fuerte golpe en sus costillas lo hizo soltar un fuerte grito y caer de la cama.

-¡Ahhh! ¿¡Qué demonios!?

Una de las fuentes de sus pesadillas se materializó justo en esos momentos frente a él, en la ventana de la habitación. Maggie se paró junto a la ventana, con el ceño fruncido y las mejillas coloradas, parecía estar tan molesta que ni siquiera se dignaba a verlo a los ojos, solo miraba al techo como una loca.

-Q-qué crees que hago. - dijo Maggie, avergonzada de pronto - M-me pongo cómoda en el cuchitril que llamas tu habitación, eso es todo.

-Se suponía que debíamos reunirnos en el punto de encuentro en dos horas. - dijo Lincoln, el que de pronto noto que estaba completamente desnudo - ¡Fuera de aquí, al menos deja cambiarme!

-Como si tuvieras mucho que mostrar. - dijo la bruja aun alejando sus ojos de él - Solo vístete tonto.

-No hasta que te des vuelta.

-¡Bien!

Maggie se dio la vuelta y se cruzó de brazos, murmurando un sinnúmero de maldiciones, mientras él trataba de cubrir su dignidad con sus ropas desparramadas encima de la cama.

-No sabías que dormías como Dios te hecho al mundo. - dijo Maggie, incapaz de contener su risa - Eres una caja de sorpresas Lincoln Loud.

-Si, y tú eres una entrometida. - dijo Lincoln terminando de vestirse - Ahora dime que diablos haces en mi casa.

-¿Acaso pensabas que confiaría en ti así de fácil? - dijo Maggie mirándolo de frente, no sin antes cerciorarse de que estuviera vestido - Cambio de planes, ahora trae a tu hermana porque nos vamos a mi guarida.

-Maggie, mi hermana no está en casa.

-Pues ve a traerla de la escuela, tonto. No tengo todo el día para...

-Ella está perdida. - la interrumpió Lincoln.

Por un momento parecía que Maggie se quedó congelada en el centro de la habitación, pero segundos después parecía verse sumamente molesta, apretaba su mandíbula con fuerza haciendo rechinar sus dientes y le dirigía una mirada que lo hacía temblar.

-¿Desde cuándo? - dijo Maggie con frialdad.

-Cuando volví a casa después de nuestro encuentro, ella ya no estaba en su habitación y no ha vuelto desde entonces.

-Esto es malo.

-¡Claro que es malo! - dijo Lincoln, alarmado de pronto - Ella está sola, vagando por alguna parte mientras su cuerpo se descompone por ese maldito tratamiento. Quiero que me ayudes a encontrarla.

Maggie abrió la boca para decir algo pero la cerró en el acto, y en vez de mirarlo a él, centró su atención en el estante de libros junto a la cama de su hermana.

-¿Ella leía estos libros con regularidad? - dijo Maggie acercándose al librero.

-Si, casi todos los días. - le dijo Lincoln, exasperado ante la falta de reacción de la chica - Maggie tú tienes una organización, si me ayudas a buscarla...

-Silencio.

Vio como la chica se sacó el guante de cuero que apresaba su mano derecha y dejó a relucir ese extraño tatuaje que parecía tener vida propia. La pelinegra cerró los ojos y tocó cada uno de esos libros con su mano. Pasaron unos segundos mientras ella revisaba cada libro con diligencia, solo para abrir los ojos y mirarlo nuevamente, esta vez dejando a relucir una actitud más calmada.

-Bueno eso despeja las dudas. - dijo Maggie, volviendo a colocar su guante - Ella no es la bruja de cobalto, su huella mágica es distinta. Felicidades, tu hermanita ya no es mi sospechosa número uno.

-Es lo que llevo diciendo desde un principio. Ahora con respecto a Lucy…

-Te prometí una cura para Lucy si la llevabas a esa dirección falsa - dijo Maggie, cortando sus palabras - ¿Quieres saber en qué consiste esa cura?

Sus ojos se abrieron sorprendidos, no esperaba que su nueva conocida bruja dejará al descubierto un secreto tan importante, menos a un humano como él. Asintió con la cabeza y Maggie se puso cómoda en el sofá junto a la cama de Lucy.

-Es solamente dejar de someterse al tratamiento, esa era la cura a todos sus problemas, Lincoln.

Pasmado, analizó cada una de las palabras en detalle, tratando de descubrir el secreto detrás de ellas. Pero no había nada detrás de sus palabras, tampoco en su expresión tranquila. No podía creerlo, no podía ser tan fácil.

-O sea que, lo único que tenía que hacer era dejar de ir a las sesiones, ¿eso es todo?

-Básicamente, si. - dijo Maggie soltando un suspiro - Tu hermana hubiera sufrido unas semanas de un síndrome de abstinencia, pero no sería nada peor que un resfriado prolongado. Solo eso.

-Estas mintiendo, no puede ser algo tan sencillo como dejar el tratamiento de frentón.

-¿Cuándo es el próximo tratamiento de Lucy?

-Era hoy a las 9 de la mañana, ya llamamos al hospital y como lo pensaba, ella no asistió a su sesión. - le dijo Lincoln, extrañado - ¿Por qué, qué tiene que ver?

-Entonces lleva 5 horas de retraso. - dijo la chica, reclinándose en el sofá - Eso me deja poco tiempo para explicarte unas cuantas cosas.

-¿Qué cosas y por qué poco tiempo? - dijo Lincoln, asustado de pronto -¿Que planeas hacer?

-¿Yo? Nada, pero en unas horas la policía echará abajo tu puerta y comenzará a buscar a tu hermana por toda la casa. Veras, el gobierno se toma muy enserio sus planes de eutanasia generalizada, eso quiere decir que desde ahora tu hermana es una fugitiva de la ley y cuando la encuentren sera ejecutada en el acto.

-De-debemos… ¡Tengo que encontrarla!

-Ya es demasiado tarde Lincoln.

-¡No dejaré que esos malditos le hagan daño!

Corrió hacia la puerta sin siquiera pensarlo, giró el picaporte con fuerza y su mano rugió de dolor, esa cosa no se movía. Le dio una patada, luego otra y otra, pero la puerta parecía estar pintada en la pared. Luego se dio cuenta, y con furia dirigió su atención en la chica que lo veía sin ninguna expresión, sentada en el sofá como si nada.

-¡Abre la puerta! - le ordenó Lincoln.

-¿Para qué, para que corras por la calle diciéndole a todo el mundo que tu hermana es una bruja buena? - dijo Maggie con un ácido sarcasmo - Estarías muerto antes de que termine el día.

-¡Que abras la puta puerta!

Sin siquiera cambiar su expresión, Maggie se levantó del sofá y con una velocidad felina acortó la distancia entre los dos, solo para darle un buen golpe directo en la boca del estómago que lo hizo caer de bruces en ese polvoriento suelo. Tuvo un ataque de tos cuando el polvo se metió en su nariz y garganta, estuvo tosiendo un buen rato hasta que su rabia contra esa chica se aquietó un poco y pudo levantarse.

-¿Ya te calmaste tonto? - le dijo la chica en un tono de amenaza.

-Si… Ya no me golpees.

-Pues que bien, pues planeaba darte una buena tunda si seguías gimoteando como un crío.

-Solo tengo doce, creo que es una reacción natural a...

-Oh ya cállate. - lo interrumpió Maggie - Es precisamente en estas situaciones en las que debes mantener la calma. Cielos, ¿por qué tengo que estar rodeada de mocosos?

-Lo siento, solo quería… - dijo Lincoln levantándose a duras penas del piso - Que las cosas volvieran a ser las de antes.

-¡Noticia de último momento, bobo! Las cosas nunca volverán a ser las de antes. Y mientras antes aceptes eso, entonces será mejor para ti y toda tu familia, ahora que todos ustedes se convirtieron en sus objetivos.

-Estás paranoica si crees que la policía nos hará daño por culpa de Lucy, no fue nuestra culpa de que ella escapara.

-No hablaba de la policía, ellos son el menor de tus problemas. - dijo Maggie con frialdad - Hablaba de las nuevas amigas de Lucy.

La chica lo dejó ahí parado y volvió a sentarse en el sofá. Tomó su consejo y trató de calmarse, de resistir las ganas de salir corriendo en busca de su hermana perdida una vez mas. Pues, ella tenía información que él no poseía, tal vez una pista que lo encaminara en la buena dirección.

-Veras, existen muchos secretos en el mundo de las brujas, conocimientos que ningún humano debería conocer, un montón de reglas destinadas a protegernos como especie. Solo patrañas si me preguntas, como si estos secretos fueran suficientes para protegernos del exterminio.

-¿A qué quieres llegar? - le dijo Lincoln, impaciente.

-Los aquelarres son uno de esos secretos. - dijo Maggie, pronunciando esas palabras con cierta amargura - Sociedades secretas de brujas diseñadas para defender a sus integrantes de la persecución de las autoridades humanas, o al menos esa era su intención original. La verdad es que son solo un nido de víboras, hambrientas de sangre humana a la espera de la primera oportunidad para atacar.

-No se que tiene que ver eso con la desaparición de Lucy.

-Lucy es una niña bruja de 9 años, tratada como una molestia por su familia y cercanos y lo peor de todo, aterrada ante el prospecto de una muerte temprana. ¿Dónde crees que una niña así buscaría un refugio?

-Ella no es tan tonta como para unirse a un culto de locas.

-No cuestiono su inteligencia, pero sí afirmo su desesperación, porque es algo que he experimentado en carne propia, Lincoln Loud.

Nuevamente observo como la fría fachada de Maggie se caía por unos momentos, solo para ser reemplazada por una mueca triste, una mueca cansada que por unos momentos lo hacía perder toda esperanza. Pero no quería rendirse, sabía que podía hacer algo, no, debía hacer algo.

-Esta bien, solo debo encontrar ese aquelarre y traer a Lucy de vuelta.

-¿No te das cuenta de lo estúpido que suena eso? - dijo la pelinegra con veneno en su voz - Ni siquiera yo pensaría en enfrentar la ira de un aquelarre entero, menos un mocoso humano como tu.

-No puedo sentarme sin hacer nada mientras ella está cautiva por esas brujas.

-Es exactamente lo contrario, es Lucy la que fue hacia ellas por su propia voluntad, de eso no tengo dudas. - dijo la chica deteniendo su discurso de golpe y quedando unos momentos en silencio - ...Porque le prometieron lo mismo que yo estaba dispuesta a ofrecerle, una cura, una oportunidad para seguir viviendo.

-Me dijiste que solo bastaba con dejar esos tratamientos.

-Si y esa es una alternativa, claro, también estaba dispuesta a esconderla de los policías… Pero existe otra, la cual es algo más arcaico, uno de nuestros secretos mejores guardados. "El sacrificio"

-¿¡Va a ser sacrificada!? - dijo Lincoln, horrorizado.

Maggie lo miró una vez más y sus ojos se encontraron, su corazón latió con fuerza, pues sin que le explicaran, entendió que las siguientes palabras serían de suma importancia para aclarar su gran ignorancia con respecto a ese mundo secreto de las brujas.

-Cada bruja tiene un alma, Lincoln. - le dijo Maggie, colocando su mano sobre su pecho - Podemos sentirla en nosotras, nuestro espíritu, nuestra esencia, a esto es lo que llamamos nosotras "magia". A diferencia de ustedes, nosotras tenemos una conexión directa con nuestro espíritu, el cual puede ser canalizado mediante nuestros eneagramas.

-Es ese tatuaje que me mostraste, el que te permite controlar los objetos metálicos.

-Electromagnetismo, una de las fuerzas elementales de este universo que no solo está presente en los metales, Lincoln, sino en cada partícula de materia existente.

-Oh, mi error.

La bruja chisto su lengua con rabia, tal vez al darse cuenta de que sin querer le había dicho la verdadera naturaleza de sus poderes.

-Dejando tus odiosas interrupciones de lado. - dijo Maggie con molestia - La esencia del tratamiento al cual se sometía Lucy era usar el canal para transmitir veneno al eneagrama y de esa forma neutralizar todo poder mágico en ella, claro, a costa de su propia vida. Como te dije antes, una de las curas para este síndrome es dejar los tratamientos, el eneagrama es un órgano dinámico el cual puede curarse a sí mismo con el tiempo. Pero existe otro camino, el sacrificio, un extraño ritual que le permite a una bruja aumentar sus poderes y como efecto colateral, renovar su eneagrama.

-Déjame ver si entendí bien ¿Si Lucy hace este sacrificio quedará automáticamente curada?

-Si.

-¿Y por qué eso es algo malo?

-Por qué tendrá que sacrificar una de las personas que ama para poder completar el ritual. Generalmente uno de sus familiares cercanos.

El miedo lo atacó con fuerza al escuchar sus palabras, pues por fin entendía el riesgo al cual no solo él, sino toda su familia se veían enfrentados de pronto. Sus piernas temblaron y los deseos de vomitar se hicieron presentes, tuvo que aferrarse a la pared para no caer al piso desmayado. No podía estar pasando, todo eso debía ser un gran error, pero las palabras de la bruja eran certeras y carentes de toda malicia.

-Los aquelarres tienden a usar la mentira y la manipulación para conseguir más adeptos, haciéndoles creer a las brujas que el sacrificio es la única salida cuando en realidad existen opciones más pragmáticas a sus problemas. - dijo Maggie, levantándose del sofá de pronto - Pero qué le vamos a hacer, así es el mundo en que los humanos reinan y nosotras corremos, oye, no puedes esperar que todas seamos mártires abnegados.

-Ella… No…

-¿Fue demasiada información para tu pequeño cerebro? - dijo Maggie soltando una risita - De todas formas no dije nada que pueda serte de alguna ayuda en estos momentos.

-...

-En fin, debo volver a mi guarida, espero que esos niños no hayan quebrado nada. ¿Oye estás bien?

Ni siquiera tenía el ánimo de responder a esa persona que había invadido su hogar y dejado su mundo patas arriba, sin ningún sentido, sin ninguna esperanza a la cual aferrarse.

-Ella vendrá por nosotros, por mi familia. - dijo Lincoln en un murmullo.

-Probablemente.

-Debes ayudarme, por favor. - dijo Lincoln, implorándole con los ojos llorosos - No por mi, al menos por mi familia.

-Esa alternativa nunca estuvo en mis planes, pues ya conseguí lo que quería, eliminar las sospechas de Lucy Loud. - dijo Maggie, con frialdad - No ganaría nada y arriesgaría mucho en enfrentarme a un aquelarre.

-Por favor…

-Solo tengo un objetivo, asesinar a la bruja de cobalto, el resto son sólo distracciones.

-Así que solo eso somos para ti… ¿Una distracción?

-Claro, y una distracción molesta para peor.

No esperando su respuesta la chica caminó hasta la ventana para por fin partir, no sin antes verlo nuevamente a los ojos.

-Buena suerte, Lincoln Loud. - le dijo Maggie, dejando tras de sí una última sonrisa.

2

Hace mucho tiempo fue feliz. Se levantaba cada mañana para abrir las ventanas y aspirar el aire matutino, tomaba una taza de buen café, tenía un placentero viaje en auto, se pasaba el día entero haciendo lo que más amaba en todo el mundo, dar clases en la escuela primaria para luego volver a casa, acariciar al señor Mittens, leer un rato y finalmente irse a dormir. Repetir y luego repetir una vez más. Monótono para cualquiera, pero era una rutina que amaba repetir una y otra vez.

Si, hace mucho tiempo fue feliz, aun cuando sabía que la magia corría por sus venas trato de esconderlo del mundo. Pero la felicidad es algo pasajero, algo que estamos destinados a perder tarde o temprano. Y los secretos, esos siempre son descubiertos.

La tragedia la golpeó bastante fuerte, perdió todo lo que amaba de la noche a la mañana y con ello nació un nuevo y poderoso sentimiento en su corazón, la sed de venganza.

El sol seguía saliendo cada mañana en el horizonte, pero ahora en vez del fresco aire matutino, era bienvenida con el olor a metal oxidado, basura y sangre reseca. El olor y apariencia de su guardia eran deplorables, pero era lo único que tenía en el mundo, y con él sus pequeñas brujas.

Se meció en la silla y tocó su abultado vientre, el dolor era insoportable, un dolor que ningún medicamento humano podía ya remediar. Su destino estaba cerca, y con él por fin su gran venganza contra ese mundo injusto. ¿Pero por qué no se sentía feliz? ¿Por qué cada vez que pensaba que su objetivo estaba tan cerca, los rostros de sus pequeñas compañeras se agolpaban en su mente y con ellos llegaba el dolor? No lo entendía.

Una nueva punzada de dolor, acompañada de un gargajo de sangre la hizo encorvarse y apretar los dientes. Ya no distinguía lo correcto de lo incorrecto, su mente era un remolino de dudas y aprensiones. Tomó su teléfono de encima de su escritorio y un largo suspiro escapó de sus labios, a pesar de todo debía cumplir con el compromiso pactado con aquel hombre nefasto.

-Mefisto. - dijo la maestra cuando se conectó la llamada - No tengo nada que reportar, todo va de acuerdo al plan.

-¡Qué frialdad! Esperaba un "buenos días" o al menos un "hola", mi querida Agnes. - dijo aquel hombre en una voz jovial.

Agnes, si, ese era el nombre de su yo del pasado. La maestra de primaria, la mujer monótona, la mujer feliz que una vez fue, pero que en esos momentos solo existía en sus memorias. Lanzó otro suspiro al recordar una vez más a esa parte de sí que murió para siempre, su felicidad.

-¿Son suspiros los que escucho desde aquí? Y suspiros bastante pesados para peor.

-Nada de lo que debas preocuparte, las cosas van bien, solo es el dolor lo que me molesta.

-Una vez, hace mucho tiempo, me dijiste que tu sueño era ser una madre. - le dijo el hombre, con una voz animada.

-Sinceramente esto no era lo que esperaba. - le dijo Agnes, mientras palmeaba su vientre.

-Toda vida llega a este mundo en dolor, y tú traerás algo mucho más sublime y magnífico que un nonato a este mundo, no, tú traerás esperanza a toda tu estirpe, Agnes.

-Esperanza…

No era tan crédula para creer que esa cosa traería esperanza, tal vez al principio cuando estaba cegada por la rabia y el rencor, pero esa Agnes ya se había esfumado para solo dejar a su paso un montón de dudas.

-Dudas y más dudas. - dijo el hombre al otro lado de la línea - De qué sirven las dudas en estos momentos, cuando estamos a un paso de nuestro encuentro con el destino.

-No eres tú el que tiene que cargar con el peso de esta decisión, y el dolor.

-Oh oh oh ya entiendo. - dijo el hombre en un tono juguetón - No es el dolor físico el que te hace dudar, es el dolor de tener que perder a tus pequeñas brujitas.

Y esas palabras la golpearon más fuerte que cualquier dolor de parto. Tenía razon, ellas eran la razón de sus dudas, su nueva familia que debía traicionar, olvidar y desechar como si no fueran nada más que basura.

-Tú, la mismísima persona que las manipulo a someterse a un sacrificio inutil. - dijo el hombre, en un tono acusatorio - Tú, la misma persona que en vez de aplacar su dolor, hizo que cayeran en la desesperación, la que las entreno para la venganza y ahora, la que no es capaz de hacer su propio sacrificio a las puertas de la liberación. Agnes, me decepcionas.

-Mefisto, por favor. - le dijo Agnes, suplicante - Deja que les explique…

-Ellas no deben saber, por qué ellas no pueden entender lo que nosotros ya entendimos. ¿Acaso tienes miedo Agnes?

Su mano tembló cuando escuchó la voz de Mefisto cambiar de un tono jovial e inofensivo, a uno serio y amenazador, uno que conocía bastante bien, uno que le helaba la sangre de tan solo oir.

-No… No tengo miedo.

-¡Entonces bien! - dijo Mefisto, recuperando su jovialidad - Asunto arreglado, oye, te deseo la mejor de las suerte en tu última misión.

-Muchas gracias señor Mefisto.

-Oh y recuerda, este no es el final. - dijo Mefisto - Sino el comienzo.

La llamada terminó y con ella terminó su última oportunidad para rectificar su camino. Dejó el teléfono en la decrépita mesa y en vez de llorar, en vez de golpear la mesa, en vez de acusar al mundo, fue una risa la que escapó de sus labios, una risa triste de una mujer rota, derrotada y muerta desde hace mucho, mucho tiempo.

3

Podía escuchar a su corazón latir en sus tímpanos, el sudor frío recorriendo su espalda, su respiración agitada y el incesante paso de las manecillas del reloj de la cocina. En esos momentos se encontraba sentado en el sofá de la sala, esperando lo inevitable, mirando al piso, con las manos tirando de sus blancos cabellos. Por primera vez sintiendo todo el peso de la soledad y la desesperación, por primera vez no entendiendo cuál era el camino que debía tomar.

Un sonido lejano lo hizo saltar en su asiento, las risas de unos niños jugando al otro lado de la calle fueron suficientes para que sus nervios destrozados se sobresaltaran. Trató de calmarse, de respirar hondo, pues se sentía ahogado en medio de esa gran sala que ahora le parecía tan pequeña, pero no funcionaba, seguía sintiéndose asfixiado.

Se levantó con premura y corrió hacia el lavado de la cocina, abrió la llave y se mojó la cara como un desesperado, al menos eso pareció subsanar un poco la gran ansiedad que sentía en su pecho. Y como un títere con sus cuerdas cortadas, se dejó caer sobre el piso de frío linóleo y abrazó sus rodillas, mientras sentía el sonido del agua aun corriendo.

Su mente comenzó a divagar y trato de formar pensamientos coherentes, de ordenar sus ideas, de buscar una salida. La primera conclusión a la que llegó, era que tanto él como su familia estaban en peligro. Lucy en su ignorancia había buscado ayuda de las personas equivocadas, personas con un deseo irrefrenable de venganza contra la humanidad. No era el momento para cuestionar si ellas tenían razón o no, solo sabía que eran numerosas y poderosas.

Pero eso no era todo, la mismísima Lucy vendría a buscar a uno de ellos para sacrificarlos, y en el fondo sabía que razones no le bastaban a su hermana para realizar su cometido. "Tendrá que sacrificar una de las personas que ama para poder completar el ritual", las frías palabras de Maggie lo golpearon como un tren en ese momento. La pelinegra no tenía motivos para mentir, pues ya había obtenido lo que quería, así que no dudaba de su advertencia. Pero si detestaba su falta de humanidad, pues como un tonto había confiado en ella solo para ser desechado al final como un estorbo.

"A ella no le importa en lo más mínimo si todos morimos o vivimos, solo piensa en su objetivo, la condenada bruja de cobalto"

En ese momento deseó que la bruja de cobalto le diera su merecido a Maggie, pero luego se reprendió a sí mismo, no era culpa de Maggie que Lucy haya tomado esa fatal decisión, él, su familia, la mismísima sociedad eran los verdaderos culpables.

Se levantó del piso cuando escuchó a la van de sus padres llegar desde la distancia. Ya no se sentía tan mal, se sentía tranquilo, pues muy en el fondo y aunque sonara estúpido, seguía creyendo en su hermana menor y en el lazo de hermanos que compartían.

La puerta del frente se abrió lentamente y como siempre, sus ruidosas hermanas entraron haciendo un estrépito. Lynn a la cabeza seguida por Luna y Luan que hablaban acerca de chismes de la escuela, luego Leni con su pequeña hermana en sus brazos seguida por las gemelas, Lola y Lana, peleando por alguna razón, Lisa llegando de última, leyendo unos papeles que parecían importantes y sus padres, con una gran sonrisa en sus rostros. Una imagen perfecta que evocaba muchas emociones en su mente, pero que a fin de cuentas dejaba relucir la hipocresía en su familia, pues ninguna de ellas se veía afectada en lo más mínimo por la pérdida de una de sus integrantes, su pequeña Lucy.

-¿Qué onda Link? Te ves más pálido que de costumbre. - le dijo Lynn.

-No es nada Lynn, solo me siento un poco mareado.

-¡Ja! Debilucho. - le dijo Lynn, la que se fue directo al refrigerador para sacar una bebida energética - Toma, esto te repondrá al menos por un rato, siempre quedo un poco mareada después de tanto ejercicio y estas cosas funcionan de maravilla.

-Gracias. - dijo Lincoln, algo pensativo - Aunque dudo que esto funcione.

Lo que recibió no fue la bebida en sus manos sino un buen golpe en el hombro que lo devolvió a la realidad.

-¡Ouch! Y eso por que.

-Nada, solo sentí ganas de golpearte. - dijo Lynn, dirigiéndole una sonrisa- ¿Aún sigues preocupado por Lucy?

-¿Por qué no habría de estar preocupado? Ella está sola con esas… Sola en la calle con nadie que pueda ayudarla.

Justo frente a él, la siempre fuerte y bravucona Lynn bajó la vista hasta sus zapatos y una mueca triste se dibujó en su rostro. No era solo él, el que estaba preocupado por la ausencia de su hermana, tampoco era el único en la casa que la quería, Lynn a pesar de todo siempre pensaba en ella, aunque fuera bastante mala para demostrarlo.

Aun así esa expresión de preocupación llegó tarde, si tan solo su hermana mayor hubiera sido más atenta, si tan solo le hubiera demostrado a Lucy que la amaba tal como él lo había hecho. Tal vez las cosas hubieran podido tomar otro giro, si, no tenía sentido que ella le mostrará esa expresión a él, no cuando su hermana menor estaba ya tan lejos de ellos.

-De cierta forma estoy… - dijo Lynn tratando de ocultar su tristeza y poniendo su mejor cara - Algo contenta de que Lucy se haya ido, de esa forma no tendrá que sufrir toda la basura por la que la hemos hecho pasar. Solo espero que pase por la casa de vez en cuando.

-¿No te preocupa? - dijo Lincoln.

-Lucy es lista, aunque sea molesto admitirlo, más lista que yo. Ella sabe lo que está haciendo Lincoln.

-Solo espero que tengas la razón, Lynn.

-Ademas de esa forma no tendrá que seguir con ese tonto tratamiento, esa cosa la estaba dejando peor.

-¿De qué hablan? - le dijo Lana, la que se acercó a ellos junto a las demás.

-Nada, solo de Lucy. - respondió Lynn.

-Pues espero que vuelva a casa pronto, papá dijo que hará estofado de carne.

-No creo que Lucy esté interesada en la comida, apenas come y se la pasa suspirando *suspiro* Jajaja - dijo Luan.

-¿Lo dices por que es bruja, dude? Por lo que yo sé hasta las brujas comen. - dijo Luna.

-Yo pensaba que se alimentan por fotosíntesis. - dijo Leni.

-Jajaja esas son las plantas, Leni. - dijo Luan, soltando una risotada.

-Nuestra hermana mayor tiene problemas para diferenciar entre una bruja y una planta, creo que ella es la que si necesita un verdadero tratamiento. - dijo Lisa.

-¿Qué? ¡No! - dijo Leni, mostrándose asustada.

Todas rieron al unísono de la credulidad de su hermana mayor, pero él no reía, solo miraba las manecillas del reloj moverse lentamente. En esa multitud de risas se sintió nuevamente solo y desamparado, pues conocía una verdad que ellas ni siquiera imaginaban, y no podía hacer nada para remediarlo.

En ese momento su hermana gemela se le vino a la mente, ella siempre tenía un plan para toda situación, tal vez si le explicaba todo lo que Maggie le había contado podrían encontrar una salida a todo el asunto. Pero no la vio entre sus hermanas y eso lo extraño.

-¿Dónde está Linka? - le pregunto a Lynn.

-Linka se fue a juntarse con unos amigos y Lori se quedó para juntarse con Bobby.

-Oh, entiendo.

-¿Qué te pasa apestoso, has estado muy raro desde que llegamos?

-Nada, yo solo…

Y el sonido de las ventanas romperse en mil pedazos cortaron sus palabras de cuajo. Fue rápido, tan rápido que no le dio oportunidad a ninguno de ellos de mover ni siquiera un dedo, pero en solo segundos ya estaban envueltos en un espeso humo oscuro que apenas los dejaba respirar. Comenzó a toser con fuerza, mientras un gran destello lo dejó ciego y sordo. Cayó al piso en un ataque de tos, sordo por el gran estruendo y casi ciego, pero no tan ciego como para no ver esas siluetas negras que a grandes pasos se acercaban a ellos en medio del humo fantasmal. Y en su mente resonó un solo pensamiento, una y otra vez.

"Lucy ha llegado por nosotros"