Hola de nuevo, les traigo un nuevo capítulo. Este es un poco largo, creo que el más largo que he escrito, pero me gusto mucho como quedó al final así que espero que lo disfruten. No he tenido mucho tiempo para contestar reviews así que los estaré respondiendo en el transcurso del día, muchas gracias a los que escriben, de veras se los agradezco.
Tres sacrificios
1
El tomar el transporte repleto de humanos la dejaba algo nerviosa y despertaba en ella cierto sentido de paranoia, el sentido que la había mantenido viva en el pasado en el presente solo era una molestia. Con solo bajarse del autobús ya se sentía cansada y ni siquiera era mediodía, nada que una taza de buen café no pudiera remediar, pero aun así era molesto.
Estaba en las afueras de Royal Woods, donde los extensos campos de trigo se perdían a la distancia y los altos graneros rojos relucían en medio de la inmensidad. Camino hacia uno de ellos, uno no muy pintoresco ni bien cuidado pero de todas formas acogedor. Su "guarida" como le gustaba llamarla no era más que un refugio contra huracanes junto a un viejo establo, uno que gracias a la generosidad del señor Hunnicutt le costaba bastante barato.
Ya cerca de la entrada el olor a heno y estiércol fresco le dio de golpe, no era un olor que amara pero tampoco era uno que odiara, "la tierra se lava más fácil que la sangre", era uno de los dichos de su tierra, uno que en su niñez nunca pudo comprender pero que en esos momentos le parecía adecuado. La voz de un niño que la llamaba la despertó de sus pensamientos, era el hijo del señor Hunnicutt, Liam, el que estaba hincado junto a una gorda vaca de color chocolate.
-Hola Maggie ¿Puedes ayudarme con la ordeña?
-Estoy algo ocupada, chico de las vacas, tal vez más tarde.
-Y esa tarde nunca llega, chica citadina. - dijo Liam con cierto cansancio - Papá me mandó a ordeñar todas las vacas, creo que un citadino loco compró toda la leche a un precio bastante elevado. Algo bastante extraño.
-Buenas noticias para tu familia, deberias trabajar con más fuerza y no ser tan quisquilloso, cabeza de calabaza.
-Lo dices como si trabajaras mucho, citadina.
-Claro que trabajo, cazar brujas no es un trabajo fácil, son seres bastante peligrosos y malhumorados.
-¿Y cuántas has atrapado hoy? - dijo el chico con sarcasmo.
Aun malhumorada por su encuentro con el albino, no dejó pasar esa falta de respeto a su autoridad, tomó al chico de las orejas y lo levantó en el aire. El ver como una expresión de dolor se formaba en su rostro la hizo soltar una risita.
-Ninguna, pero ahora atrape una calabaza solo con mis dedos.
-¡Ou ou ou, bájame por favor!
-Como digas.
Lo soltó de golpe y el chico cayó de bruces al piso, esperaba que fuera lo suficientemente hábil para al menos caer sobre sus propios pies, pero no se podía pedir de más a un niño humano.
-¡Le diré a papá que te cobre el doble de renta! - le dijo Liam, aun sobándose las orejas.
-Ohhh y yo le diré a Cookie que eres un chico malo y odioso.
-¡No! Nada menos eso, por favor Maggie.
Liam tenía cierta atracción hacia su subordinada adicta a las galletas, atracción que usaba para extorsionarlo a veces, especialmente para no tener que ayudar con los quehaceres de la granja.
El sonido de pasos a sus espaldas la tomó por sorpresa, se volteó de manera violenta, pero no era nadie más que la chica molesta que siempre se le aparecía en el peor momento. Esta vez llevaba un delantal blanco y cargaba una pesada cubeta llena de leche entre sus manos, aun con la misma sonrisa tonta de siempre, esa que estaba reservada solo para ella.
-¡Comandante! - dijo una molesta voz frente a ella - Que alegría verla en este hermoso día...
-Oh cállate Cookie. - dijo Maggie con molestia - Y ya te dije que me llamaras Maggie, tonta adicta.
-No podría, su magnificencia no me permitiría a mi, una simple niña, llamarla por su nombre.
Maggie chistó la lengua, no sabía si esa chica le estaba tomando el pelo o en realidad era tan tonta como para idolatrarla a ella de todas las personas, o tal vez era un poco de las dos. Cookie le hizo una reverencia y puso la cubeta junto a Liam, el que la miraba con unos ojos encandilados.
-Listo Liam, aquí está la leche que me pediste, Becky sí que estaba llena a reventar pero fue una buena compañera de ordeña.
-Eh…¡S-si c-claro! - dijo Liam con nerviosismo - Becky es mi vaca favorita… Cookie, podrías ayudarme con las otras vacas.
-¡Claro! - dijo Cookie dándole una palmadita en el hombro - Trabajar contigo es divertido.
Sin querer el chico soltó un suspiro al sentir la mano de Cookie tocar su hombro. A Maggie todo ese espectáculo le daba nauseas, así que se alejó de ellos en silencio y caminó hasta el refugio antihuracanes al otro lado del establo. Abrió la puerta y bajó por las escaleras, donde fue asediada de pronto por su subordinada más antigua, Stella Zhau.
-Hola Stella Artois ¿Tienes mi reporte de contabilidad?
-Te agradeceria que no me llames por ese tonto apodo, no soy una bebida alcoholica. - le dijo la chica, algo molesta - Aquí están las ganancias de esta semana.
-Gracias. - dijo Maggie mientras tomaba el portapapeles y lo hojeaba - Y poner apodos es una de mis atribuciones como líder.
-Me pregunto cómo te sentirías si te llamara por un apodo… Mmmm ¿cual podría ser?
-Ni lo intentes mi eficiente Stella, rayos, esta semana pudimos ganar 200 dólares solo en galletas y donaciones. - dijo Maggie, tratando de desviar la conversación.
-Sí, fue bastante raro pero los números cuadran, yo misma los revise tres veces. - dijo la chica rascándose la cabeza - ¿Crees que por fin la gente se está dando cuenta?
-Mmm - le respondió Maggie, algo ausente - ¿De qué cosa?
-De que las brujas son seres despreciables que deben ser aniquilados.
Alejo la mirada de los papeles y observó como la cara de Stella cambiaba de su expresión normal, alegre y risueña, a una llena de resentimiento y rabia. Era una expresión que no le venía bien a su subordinada pero entendía el dolor que la causaba. Pues esa chica frente a ella había perdido a su madre y padre, el último, quemado hasta las cenizas en un callejón de mala muerte por la magia de la condenada bruja de cobalto y la primera, aplastada bajo los rieles del metro de Great Lakes, la pobre se quitó su propia vida a causa del dolor, dejando a su hija sola en el mundo.
-¿Dónde están el cabeza de coliflor y el rábano? - dijo Maggie, tratando de cambiar el tema de conversación.
-¿Clyde y Zach? - dijo Stella recuperando su expresión normal - El primero está donde sus padres, algo de una limpieza de verano, Zach aún está en su computadora. Me tiene algo preocupada…
-Pues no te preocupes tanto. - le dijo Maggie, regalándole una sonrisa y un golpecito en la cabeza con sus nudillos - Hablaré con él. Stella has hecho un buen trabajo asi que tienes el dia libre.
-Oh... - dijo Stella, no esperando esa pequeña muestra de afecto - Gracias… Pero continuaré horneando galletas con la mama de Liam, me está enseñando una nueva receta.
-Hey es tu día libre, tú verás lo que haces. - dijo Maggie, alejándose por el pasillo - Estaré en mi oficina por si me necesitas.
-¡Maggie!
Volteo la cabeza y vio a la chica con sus puños apretados y con la determinación brillando en sus ojos.
-Prometeme que encontrarás a la bruja de cobalto.
"Stella, si fuera tan sencillo… Ya la hubiera destripado hace bastante tiempo"
Fue lo primero que pensó, pero no era la respuesta indicada para alguien que había sufrido tanto y que aún continuaba de luto. Ablando su semblante y se paró confiada, demostrándole a esa chica que tenía todo controlado, aun cuando todo estaba fuera de su control.
-No lo dudes Stella, esa bruja ya está muerta.
Dejó a su subordinada atrás, entró en su oficina, huyendo cobardemente de su responsabilidad. La vida le había enseñado muchas cosas, a mentir, a robar, a asesinar, a correr, pero nunca le había enseñado cómo confortar a otros, como inspirarlos, darles fuerza cuando la tristeza parecía llevarlos por un camino oscuro. En eso era una total ignorante y le molestaba ya que eso era precisamente lo que esa frágil muchacha a sus espaldas necesitaba en esos momentos. No tontos sueños de venganza.
Lanzó un audible suspiro cuando se sentó en su querida silla, ya estaba cansada y el día ni siquiera había comenzado. El ruido del café hirviendo, de las aspas del ventilador rotando incesantes, de su vieja silla rechinando cada vez que mecía su cuerpo en ella, todo eso era parte de su mundo, un mundo pequeño pero uno que le agradaba. Se concentró en esos sonidos, en un intento de no pensar, de tener por fin un momento de paz y tranquilidad.
Pero esa frágil paz se rompió cuando la triste expresión de aquel chico hizo que su corazón escociera. La expresión de desesperación que mostró cuando lo abandonó para escapar por la ventana parecía perseguirla como una maldición.
"Lincoln..."
Aquel chico humano contaminaba sus pensamientos y torcía su resolución, desde el primer momento en que lo vio presintió que solo le traería problemas, y como lo pensaba, ahora no podía despegarse de su espejismo. En ese momento tenía un solo objetivo en mente, encontrar y asesinar a la bruja de cobalto, aquel monstruo que parecía matar a cualquiera que se atravesara en su camino, aquel monstruo que con sus actos ponía toda su existencia en peligro, aquel monstruo que destruyó las ilusiones de Stella. No tenía tiempo ni fuerzas para enfrentarse al aquelarre de Lucy, tampoco para proteger a Lincoln y a toda su numerosa familia.
Era la opción más racional, pero aun así le dejaba un mal sabor de boca, pues había abandonado a un ser inocente cuando este más la necesitaba.
"Estos humanos te están volviendo débil, Maggie"
Probablemente, pero aun así aquellos chicos le habían dado un regalo que nadie le había otorgado en toda su corta existencia, una buena razón para luchar, no por venganza contra la humanidad como en otros tiempos, tampoco por su propia supervivencia, no, ahora luchaba por ellos y eso la hacía sentir que tenía un propósito noble en ese mundo injusto. Pero esos cálidos pensamientos se volvieron contra ella, pues con ese chico había actuado tal como lo había hecho la vieja Maggie, con un cálculo frío y racional.
Sacó el celular de su falda y comenzó a marcar un número. Aún había tiempo para rectificar las cosas, o al menos eso esperaba en su ingenuo corazón. Cuando la llamada la lanzó al buzón de voz golpeó su escritorio con furia.
-Vamos, contesta con un demonio.
-¿Pasa algo Maggie? - dijo una voz desde el otro lado de la puerta.
Sam, la única bruja en su grupo de atolondrados seguidores abrió la puerta y la miró con preocupación.
-Nada, solo Rusty teniendo una mañana demasiado ocupada como para responder su condenado teléfono.
-Que extraño, a mi me responde bastante rápido.
-Es por que el pequeño sigue enamorado de ti. - dijo Maggie, soltando una risita
-No sé cuántas veces tengo que decirle que solo lo quiero como un amigo.
-Solo dale un puñetazo en el mentón, ahí se le pasara su tonta obsesión contigo. - dijo Maggie dándole una sonrisa maliciosa - O tal vez podrías embrujarlo para que te deje en paz. ¡Rayos! ¿por qué no contestas?
-Nunca podría obligar a otra persona a hacer cosas contra su voluntad. - dijo Sam, molesta con la sugerencia - Menos a un camarada.
-Principiante. - le dijo Maggie para volver a dejar su teléfono en el escritorio - Rayos, la próxima vez que vea ese cabeza de zanahoria seré yo la que le daré un puñetazo.
-¿Es algo urgente?
-No… Bueno, tal vez. Solo espero que no.
-Podría ayudarte si quieres.
Sam era una buena persona, una de esas que rara vez encontraba en ese mundo podrido. Una buena hija y hermana que había tenido la mala suerte de ser denunciada por su propia novia cuando, después de un argumento, le confesó ser una bruja. Ni siquiera su propia familia, la que escondió con ahínco todos esos años los poderes de su hija para que esta tuviera una vida normal fue la que la denunció, sino la persona que amaba, Luna Loud. Era precisamente por esa razón por la que ella no era su primera opción para esa misión.
-Este es un trabajo de humanos tontos, demasiado simple para alguien como tú. - le dijo Maggie, restándole importancia.
-Entonces lo haré. - le respondió Sam, algo molesta por la manera de pensar de Maggie -Los chicos ya están ocupados horneando galletas y Zach no ha dormido en dos días.
-Es solo un tonto capricho, no es importante...
-Y hace días que no salgo de este establo. - la interrumpió Sam - Quiero tomar un poco de aire, alejada de este lugar.
-Sam, no debería tener que recordarte que la policía está buscándote, un paso en falso y terminarás con el cuerpo lleno de plomo.
-Maggie se como cuidarme, además, ya he preparado un disfraz con antelación.
Nuevamente dejó escapar un gran suspiro, se reclinó en su silla y miró al techo. Su relación con Luna era peligrosa, pues a pesar de todo la rubia seguía amándola. Pero Sam era su mano derecha, debía aprender a confiar en ella, debía aprender a dejar de calcular todo de manera fría y darle una oportunidad.
-Está bien Sam, la misión es tuya.
-¡Genial! ¿Qué tengo que hacer?
-Escúchame con atención. - dijo Maggie levantándose de la silla - Quiero que vigiles a la casa Loud, la policía está por allanarla así que quiero que me informes de cualquier vehículo o individuo que se acerque a la casa…
Y la expresión de la chica cambió de la alegría a la tristeza, y luego a la duda. Le rompía el corazón al verla así, pero Sam debía aprender a controlar sus sentimientos si es que quería convertirse en su compañera bruja. Si es que querían destruir juntas a la bruja de cobalto.
-Y bajo ninguna circunstancia quiero que interactues con los Loud, mucho menos con Luna.
-... Lo entiendo. - dijo Sam, levantando la vista del suelo - Es… Esta será mi primera misión, no te defraudaré Maggie y tampoco me dejaré pillar.
-Mas te vale, eres la única con la que puedo mantener conversaciones interesantes en esta "guarida".
-Oh todos serían más interesantes si les dieras la oportunidad. - dijo Sam con una sonrisa triste - Maggie la gruñona.
-¿Así es como me llaman? Creo que tendré que ponerlos en regla.
-¡Era broma! No les hagas nada mientras yo no esté, por favor.
-Sam solo estaba bromeando.
-Oh… ¡Oh claro! - dijo Sam, con una risita nerviosa.
-Sam debo preguntarte de nuevo ¿estás segura de poder con esta misión?
-He preparado un disfraz, será pan comido. - dijo la rubia, dándole la espalda y dirigiéndose a la salida - Volveré en un rato.
-Si pasa cualquier cosa…
-"Solo contactame por teléfono" - dijo la chica dándole una sonrisa antes de partir - Maggie cada vez te pareces mas a mi madre y eso que soy un año mayor que tu.
Dejó ir a su camarada y volvió a sentarse en su silla, se quedó mirando al vacío por un rato hasta que se levantó de nuevo y comenzó a pasear por su pequeña oficina. Estaba nerviosa, muy nerviosa.
"Solo me queda esperar"
Se dijo una y otra vez pero eso no aliviaba los malos presentimientos en su mente, así que salió de la oficina y caminó hasta el cuarto de Zach. El chico miraba con total concentración una serie de gráficos extraños en la pantalla de su computadora.
-Que onda enano cabeza de rabano, que tienes para mi.
-Maggie ¿Por favor te importaría llamarme por mi nombre?
-Oh, era… ¿Mattew?
-¡Zach! ¡Mi nombre es Zach!
-Zach, si, me asegurare de archivarlo en mi directorio de cosas que no me importa recordar.
-Ja ja Muy graciosa.
-No te pases de listo chamaco. - le dijo Maggie, no sin antes darle una mirada asesina.
-¡So-solo estaba jugando! ¿Q-qué desea, comandante Smith?
-Solo llamame Maggie, tonto. - dijo la chica, sentándose al borde de la cama - Hace días que te veo pegado a esa computadora, me da algo de curiosidad.
-Bueno… Es algo complicado.
"¿Acaso crees que soy demasiado idiota para entenderlo cabeza de rabano?"
Estuvo a punto de decirle, pero no quiere alienar a un activo tan prometedor como Zach. Para ser un nerd paranoico fanatico de las teorías conspirativas, el chico era bastante bueno con las computadoras, esas cosas que siempre le causaban jaquecas de tan solo encenderlas.
La primera vez que Stella se lo presentó no estuvo del todo convencida de su utilidad, y estuvo a punto de golpearlo cuando comenzó a hablar por largos minutos de su teoría de los hombres-oso-cerdo, pero había estado equivocada. Gracias a su ayuda pudo aprehender a unas cuantas brujas que se la pasaban de listas y de esa forma ganarse la confianza de la policía. Aunque no tanta como para que fuera de ayuda a Lincoln en esos momentos.
-¿Recuerdas que hace unos días te dije que las acciones de PsyChain estaban desplomándose?
-No.
-Eso es por que nunca me haces caso en nada...
-Probablemente. - dijo Maggie, estirando su cuello - Soy una mujer ocupada niño, no puedo estar encima de todos.
-Claro. - dijo Zach poniendo los ojos en blanco - El punto es que una baja en las acciones demuestra una falta de confianza en la compañía, lo que es bastante improbable, ya que ellos tienen el monopolio en el tratamiento de las brujas.
-¿A dónde quieres llegar con esto?
-Descubrí la verdadera razón de la baja en las acciones. Resulta que el mismo día en que las acciones cayeron, hace aproximadamente un mes. - dijo Zach revisando unos papeles que tenía sobre su escritorio - PsyChain creó una nueva división para la protección de sus instalaciones, una llamada "Hetzer".
-¿Hetzer? - dijo Maggie - Eso quiere decir "Perseguidor" en alemán, nombre raro para una compañía de protección.
-¡Cierto! Resulta que muchos miembros de la junta directiva han visto con malos ojos la creación de esta división, de ahí viene el hecho de que han estado vendiendo sus acciones como locos.
-Y con ello el precio de las acciones se ha desplomado. - dijo Maggie levantándose de la cama - Entiendo ¿pero que tiene que ver eso con nosotros?
-Creo que nos hemos ganado un nuevo competidor.
-¿Eh?
-Hetzer no es una compañía de protección, esto es solo una conjetura… pero creo que es una compañía que se dedicara a la caza de brujas, la primera en la historia de los Estados Unidos.
Las palabras de Zach calaron hondo en ella, una compañía privada dedicada a la caza de brujas solo traería más problemas de los que pretendía solucionar, especialmente una con tanto dinero como PsyChain. Esos tipos no buscarían sólo las brujas "malas" como lo hacía su modesta compañía, sino a cualquier bruja que cayera bajo sus garras, todo para generar ganancias.
-Si mal no recuerdo. - dijo Maggie - Esta nación tiene leyes en contra de la privatización del "problema de las brujas" como está escrito.
-Claro, esa debe ser una de las razones de por qué los inversionistas creen que esta es una mala jugada, y ahí es donde mi teoría no calza con la realidad.
-Tal vez el gobierno tratará de cambiar esas leyes.
-Muy poco probable, se necesitaría una unanimidad en ambas cámaras para cambiar los precedentes. Tendría que ocurrir algo como el ataque a Pearl Harbour o el 9/11.
-Bastante poco probable… - dijo Maggie, pensativa de pronto - De todas formas todo esto me da mala espina…
La súbita vibración en el bolsillo de su falda interrumpió su tren de pensamientos. Sacó su teléfono y vio el nombre de Sam en la pantalla.
-Llamada importante, te veo luego Zachary, sigue investigando.
-Claro Maggie.
Corrió hasta su oficina y cerró la puerta, contestó el teléfono.
-Sam te escucho.
-Estoy en la casa aledaña a los Loud, el señor Grouse me dejó entrar para poder vigilar desde su ventana, tuve que pagarle cinco dólares... Tacaño.
-Eso saldrá de tu salario. - dijo Maggie - ¿Algo interesante?
-Hasta ahora nada… Espera…Una vagoneta de la policía…
Soltó un suspiro de alivio, como lo pensaba, si la policía era la que llegaba primero entonces las brujas no tomarían el riesgo de secuestrar a Lincoln. Los aquelarres trabajaban desde la oscuridad, no se metían con las fuerzas del orden y tampoco mataban a destajo, por eso desde un principio desecho la idea de que la bruja de cobalto fuera una de ellas.
-¡Es una vagoneta de los SWAT! - grito Sam desde el auricular.
-¿SWAT? Eso suena exagerado para la policía…
-Son tipos bastante altos con ametralladoras… ¡Están lanzando granadas a la casa!... ¡Sale humo de las ventanas rotas!
-Tranquilízate Sam, suena alocado pero debe ser un procedimiento estándar.
-Ya entraron en la casa. - dijo Sam, cortando su discurso de pronto - Tienen ametralladoras… ¡No! ¡Escuchó gritos saliendo de la casa!
Si hubiera podido verse a sí misma, entonces vería como la sangre se le escapaba de las mejillas, quedando blanca como el papel. No tenía sentido, nunca la policía había actuado de esa forma contra una familia de humanos inocentes cuando estos retenían a una bruja. ¿Entonces como?
-¡Sam quédate donde estas, iré allí de inmediato!
-Están sacando a una persona de la casa… Es el hermanito de Luna.
-¡¿Lincoln?! - grito Maggie - Pero por qué...
-Se ve… Inconsciente... Lo están metiendo en la vagoneta.
¿Era la policía? Imposible, ellos no entrarían de esa forma para llevarse un niño varón que nunca podría tener poderes mágicos. Eso dejaría al aquelarre de Lucy, pero era improbable, ellas no usarían un método tan rebuscado solo para obtener un simple sacrificio, solo tendrían que embrujar a su madre para que les entregue a su hijo y embrujar a Lincoln para que las siguiera sin resistirse. Sam dijo "Tipos bastante altos con ametralladoras", así que definitivamente eran humanos ¿Pero entonces quienes?
-Se fueron… Ya se fueron…
-Sam quiero que me escuches. - dijo Maggie, sosteniendo el teléfono con fuerza - Primero mantén la calma ¿Puedes hacer eso por mi?
-¡Cómo voy a estar calmada cuando Luna...!
-¡SAM! - grito Maggie
-E-estoy calmada.
-Bien, quiero que te quedes allí y no te muevas, iré a extraerte en unas horas. Bajo ninguna circunstancia tengas contacto con Luna, la policía podría volver en cualquier momento.
-Como digas.
La llamada se cortó y se quedó sola, parada en medio de su oficina, con la mirada en el vacío no entendiendo nada de lo que había pasado hace tan solo segundos. De pronto la rabia explotó en ella como un volcán, tomó todas las cosas de su escritorio y las lanzó al piso, y comenzó a pisarlas con furia.
-¡Maldita sea! ¡Maldita! ¡Maldita! ¡Maldita sea!
Era su culpa, ella no había tenido el valor para proteger a Lincoln de ese ente desconocido que lo secuestró.
"Si tan solo hubiera estado allí… Hubiera matado a cada uno de esos sucios humanos"
Una sed de sangre comenzó a fluir por sus venas, quería matar, quería destruir a aquellos que habían dañado a ese chico de cabello blanco. Un sentimiento nostálgico, uno que por primera vez desde que llegó a los Estados Unidos se hizo presente. Una nueva vibración, esta vez en su mano la devolvió al mundo.
-¡Sam qué ocurre! - dijo Maggie, contestando.
-La policía regresó… Esta vez son carros de patrulla… Entraron en la casa y…
-Sam alejate de la ventana, ya cumpliste tu misión.
-Están ayudando a los Loud…
-¿Qué?
-Los están sacando uno por uno… Dios, Luna está bien. - dijo Sam - ¡Están todos bien!
Esa era la verdadera policía, y los anteriores sujetos pertenecían a una organización desconocida. Era la única conclusión, una que no la alivia en nada y solo la dejaba aún más impotente. Y de pronto un pensamiento cruzó por su cabeza y las cosas empezaron a tomar un semblante más oscuro.
"¿Hetzer? No… Pero si es así, entonces ¿por qué a Lincoln?"
-¿Los están esposando? - le preguntó a Sam.
-Negativo, les ponen mascaras de oxigeno para que puedan respirar… Escucho sirenas de bomberos a la distancia… ¿Maggie qué está ocurriendo?
-No tengo la menor idea, pero quiero que te quedes allí y no salgas ¿Entendido?
-Claro… Me quedaré aquí.
-Y quiero que embrujes al señor Grouse, él debe haber escuchado todo y no quiero testigos.
-¡Yo no podría...!
-Sam. - dijo Maggie, con una voz fría y autoritaria - Esto va en serio, no le harás daño, solo lo harás olvidar lo que ha visto y escuchado.
-...
-¿Sam?
-De acuerdo, seguiré tus ordenes Maggie.
La llamada se cortó y quedó allí parada en medio de un vendaval de papeles destrozados. De pronto las locas teorías conspirativas de Zach ya no le parecían tan alocadas.
2
"El mundo gira y gira, ruedas furiosas me llevan a mi destino. En medio de seres malditos, me muevo sin voluntad. En medio de monstruos, cumplo mi deber"
-Horrible. - dijo Haiku, tachando el verso de su libreta de poemas.
-Desde que nos subimos te la has pasado rayando ese tonto cuaderno una y otra vez. - le dijo la chica sentada frente a ella en la van - Ya me está molestando.
-No puedo encontrar las palabras correctas. - dijo Haiku, sacando la página de cuajo y arrugandola hasta hacer una bolita - Algo que no entenderías, mi querida Polly.
-¡Pues solo escribe lo que piensas! Eso hago yo cuando debo hacer un reporte en las clases de inglés.
-Los pensamientos son seres sin forma, carentes de cualquier refinamiento y estilo. La buena escritura es tomar esos pensamientos mundanos y transformarlos en un hermoso verso. Algo completamente diferente a un reporte escolar.
-Que aburrido.
No pudo más que sonreír ante esa respuesta tan característica de su compañera bruja, no esperaba algo diferente de ella, pero de todas formas le pareció jocoso en ese momento.
Alejo la mirada de su cuaderno y cerró los ojos en un intento de encontrar las palabras correctas, pero era un esfuerzo en vano, las palabras no estaban allí, sólo existía un vacío en su interior, un frío y oscuro vacío. El sacrificio le había dado la oportunidad de seguir viviendo, pero el precio que pagó fue demasiado alto, la vida de su querida madre y la capacidad para sentir emociones. Alegría, tristeza, compasión, odio, esperanza, desesperación, no podía sentir ninguno de ellas y por esa razón todo lo que escribía se sentía tan frío, mecánico y carente de toda expresión. Su pluma había fallecido para siempre junto a su madre.
"Un precio demasiado alto para tan poca recompensa. ¿De qué sirve seguir viviendo si no puedes crear versos? ¿de qué sirve seguir viviendo si has perdido todo lo que amabas, incluso el mismísimo amor? "
No tenía una respuesta a esas preguntas, solo quedaba su deber como bruja y la promesa que le hizo a su mejor amiga la noche anterior, de encontrar a su sacrificio y darle a ella también una oportunidad de vivir. Eso era lo único que la movía en esos momentos, lo único que la motivaba a cometer los deplorables actos que estaba a punto de cometer.
-Esto está bien aburrido. - dijo Tabby en el asiento del conductor - ¡Chuck, pone una buena rola!
-A sus órdenes señorita Tabby.
El esclavo de Tabby, Chuck, el chico fornido que llevaba a todos lados, sacó una cinta de la guantera y la puso en el estéreo de la van. Simples acordes, una batería que sonaba estruendosa y una voz de ultratumba resonaron por todo el vehículo, demasiado ruidosa para su gusto pero las letras eran bastante adecuadas para la ocasión.
The touch of death is all around us
A thousand corpses block our way
A man-made germs makes almost everyone commit suicide
Just to rise and eat their dead
Night of the living dead
No pudo más que sonreír mientras su acompañante sentada en frente la miraba con desaprobación, Polly tenía ambas manos en sus oídos, odiando cada segundo de esa melodía estruendosa.
-¿Por qué sonríes, maldita loca? - le dijo Polly.
-Mi magia. - dijo Haiku - Me río de mi propia magia.
Fingió una risa y le saco la lengua a su compañera, y con ello le mostró su propio eneagrama, el que cubría toda la base de su lengua hasta llegar a su garganta.
-¡Eso es asqueroso! - dijo Polly - Cierra la boca si no quieres que yo te la cierre a puñetazos.
Volvió a reír, sin sentimiento alguno y sin alegría que la sustentara, solo con el deseo de querer sentir algo en medio de esa locura que la sofocaba. Pero ningún sentimiento acudió en su rescate, seguía sin sentir nada.
We're hunting humans
We're hunting humans
We're hunting humans
We're hunting humans
It's killing time every day
-¡Chuck apaga la música! - dijo Tabby - Las taradas de atrás no me dejan concentrarme en la condenada melodía.
-Como usted ordene señorita Tabby. - dijo Chuck y la música se apagó de pronto.
-¡Por fin! - dijo Polly - Esa tonta canción ya se estaba haciendo enojar y ya saben lo que pasa cuando me enojo.
-¿Te vuelves musculosa y verde? - le dijo Tabby.
-¿Qué? De qué rayos hablas.
-Polly, si que eres mala con las referencias. - le dijo Haiku.
-¿Cual referencia?
Tabby soltó una risa estruendosa que Chuck imitó por medio de la conexión que compartían. Polly solo quedó más enojada con la roquera al ser objeto de burla, pero con el pasar del viaje su calentura bajó, dejó su asiento y se sentó junto a Haiku.
-Esta misión me da buena espina, creeme será divertido. - le dijo la chica, dándole una palmada en el hombro.
-¿Así que conoces a ese chico?
-Claro, es el hermanito del tipo que se la pasa mirándome el trasero en la escuela. - dijo la chica haciendo tronar sus nudillos - Dulce venganza.
-Te divertiras con ese humano solo por que te miro el trasero, tus razones son bastante peculiares Polly.
-Si, claro ¿Por qué no? Para mi es razón suficiente.
-Sin duda el destino es un ente caprichoso con un extraño sentido del humor.
-¿Hablas de Dios? Si ese tipo existe me gustaría darle una patada en los testículos.
-¿Por qué razón? - le respondió Haiku - Nos dio un don mayor que el de cualquier humano, es mas, deberiamos estar agradecidas.
-¿Don? Más bien maldición, nunca quise ser una bruja, pero admito que serlo viene con sus recompensas. - dijo Polly soltando una risita - Como la que estoy a punto de tomar.
-No te tomes muchas libertades, recuerda que primero tenemos una misión que cumplir.
-Ya lo se Haiku, no tienes que tratarme como una niñata.
-Cállense las dos. - les dijo Tabby - Escucharlas me hace doler la cabeza.
-Oh cállate tu Tabby. - dijo Polly - Y asegúrate de controlar a ese tarado, no quiero que atropelle a alguien y nos atrape la policía.
-¿Escuchaste Chuck? Trata de conducir con cuidado, cariño.
-Por supuesto señorita Tabby. - respondió su obediente esclavo.
-Jajaja "señorita Tabby" que payasa.
-Señorita Tabby, suena bastante distinguido. - dijo Haiku.
-¡Ya cierren la boca! - les grito Tabby - Y tu pedazo de idiota te dije que no me llamaras asi en frente de otras brujas.
-Como usted ordene señorita Tabby. - le respondió Chuck.
-¡Ahhhh!
Tabby golpeó su asiento con el puño y se concentró en el camino, ignorando las risas de Polly y la indiferencia de Haiku.
-Creo que fuimos demasiado lejos en nuestro intento de hacerle una broma. - le dijo Haiku a su compañera en un murmullo.
-Pues que se aguante. - respondió Polly.
La van continuó con su rumbo, con todas sus integrantes en silencio, ocupadas con sus propios pensamientos. Polly, incapaz de sentarse sin hacer nada, comenzó a leer el dossier que estaba bajo el asiento, el que detalla paso a paso todo lo que tenían que hacer ese día, Haiku ya lo había leído el día anterior así que se quedó allí sentada, con los ojos cerrados, tratando de meditar.
Pero en vez de vaciar su mente de pensamientos, estos acudieron a ella sin que pudiera evitarlos. Recordó la noche anterior, en la azotea del hospital bajo la luz de la luna, el frío viento que rozaba sus mejillas, el silencio sepulcral y a esa pequeña niña pelinegra sentada peligrosamente al borde de la azotea.
Aquella noche había estado a punto de asesinarla. Hubiera sido algo sencillo, clavarle el cuchillo que escondía en su pantorrilla directo en la nuca y luego lanzar su cuerpo de la azotea hacia la calle frente al hospital, los automóviles harían el resto destruyendo lo que la caída y el puñal no había destruido, la harían pedazos una y otra vez, y ese sería el fin de una bruja más en el mundo.
Cuando miro la hoja de papel sintió un alivio inmenso, allí solo estaba escrito el nombre de un chico cualquiera, no de su querido Lincoln, el que protegeria de cualquiera incluso de su hermana pequeña. Ahora que lo pensaba, un montón de letras estuvieron a punto de sellar el destino de Lucy Loud en esa azotea, sin duda el destino tenía un extraño sentido del humor.
-Ya llegamos, par de taradas. - les dijo Tabby desde el asiento de adelante y la van se detuvo con lentitud - ¿Van a necesitar ayuda?
-Gracias Tabby. - le respondió Haiku levantándose de su asiento- Pero no creo que encontremos dificultades con nuestros números.
-Si, quedate a besuquearte con Chuck por un rato hasta que lleguemos con la carga.
-Tu vete al diablo. - le respondió a Polly y luego le dirigió una mirada seria a Haiku - Haiku, cualquier cosa me llamas, estaré en la van si algo pasa.
-A tus ordenes Tabby.
Haiku tomó la iniciativa y abrió la puerta corredisa de la vagoneta, los fuertes rayos del sol la dejaron por unos momentos ciega, rodeada de pronto en un mundo de blanco se preguntó si aquel era un castigo de aquel ser extraño que estaba en el cielo. Pero sus ojos se acostumbraron a la luz y volvieron a ver los colores, se encontró nuevamente en ese loco mundo, en la vereda de un típico suburbio con su compañera a su lado.
"Si existieras… ¿Acaso me perdonarias? "
-¿Qué te pasa, loca? Te quedaste ahí parada como si hubieras visto un espejismo o algo. - le dijo Polly.
-Oh no es nada, por unos momentos pensé que recibiría el castigo del altísimo. - dijo Haiku con una sonrisa fingida plasmada en sus delicados labios.
-Wow, si que te faltan unos cuantos tornillos.
Solo asintió con la cabeza ante la sagaz conclusión de la chica y siguió a esta directo a la morada del objetivo. Era una casa normal de dos pisos, con un pasto bien cortado, un par de bicicletas en la entrada y un destartalado automóvil frente al garage, aquello era una buena señal, todos estarían en casa.
-Yo me encargo, quiero disfrutar un poco de esto. - dijo Polly tocando el timbre con impaciencia.
-Claro, solo recuerda nuestra misión...
Tenía más advertencias para su impertinente compañera, pero en ese momento la puerta se abrió de golpe. Un adulto de cabello rizado color zanahoria y ropa bastante gastada fue el que las recibió, las miro con recelo al principio pero su expresión se ablando cuando Polly dejó relucir su sonrisa ganadora.
-¿Si, que necesitan chicas?
-¿Está Rusty en casa? - dijo Polly - Necesitamos hablar algo muy privado con él.
El señor Spokes solo levantó una ceja y se quedó allí parado unos momentos, procesando lo que sus oídos habían captado pero su mente no entendía. Haiku pensó que ese era el momento de hechizarlo, pero cuando el hombre abrió los ojos como plato y quedó boquiabierto, supo que ya no sería necesario.
-Oh cielos, cielos, cielos, ¡Cielos! ¡Cariño, Rusty encontró una novia! - grito el hombre hacia el interior de la casa.
-¡¿Qué?! Eso es imposible. - respondió una mujer.
-Por favor pasen. - dijo el hombre, haciéndolas entrar - Pasen y pónganse cómodas.
Ambas entraron y los ojos de Haiku recorrieron cada centímetro de la casa buscando algún signo de amenaza, pero aquel solo era un hogar normal, algo desprovisto de grandes lujos y bastante desordenado, pero allí no existía nada que pudiera imposibilitar su cometido.
-Tiene una casa muy bonita señor… - le dijo Haiku.
-Solo dime Rodney. - dijo el padre de Rusty, poniéndose en confianza -Y gracias, me costó un ojo de la cara pero no me quejo, es un buen barrio, ¿cómo se llaman ustedes, señoritas?
-Mi nombre es Polly, Polly Pain y ella es mi mejor amiga. - dijo la chica dándole un gran abrazo a su compañera - Haiku.
-¿Y cuál de ustedes es la novia de mi hijito querido? - les dijo la madre que llegaba entusiasmada de la cocina.
-Malorie no seas descortés. - dijo el señor Spokes - Ella es mi hermosa esposa, Malorie, somos los padres de Rusty ¿Cuál de ustedes es la novia de mi querido hijo?
-Y-yo soy. - respondió Polly, con sus mejillas coloradas de emoción - Desde la primera vez que lo vi…Supe que él era el indicado.
-Aww cariño por fin podemos pensar en los nietos. - dijo Mallorie dirigiéndose a su marido.
-De qué hablas mujer, si solo tiene trece años. - le respondió Rodney.
-¿Qué pasa? - dijo una voz que venía bajando las escaleras
Rusty Spokes, el hijo mayor de aquella familia y la viva copia de su padre, descendió las escaleras y se quedó sorprendido al ver a dos chicas de su edad en la sala de su propia casa.
-Oye tu eres… ¿La chica del roller derby? - le preguntó Rusty a Polly.
-¿Haiku puedes hacerle compañía a los señores Spokes mientras subo con Rusty?
-Claro, no te demores. - dijo Haiku, dándole un guiño a su compañera.
-¿Su-su-subir? - respondió el adolecente - E-espera un poco, deja limpiar mi habitación y ver si me quedan preserva… ¡Nada! Digo, preservada, la comida preservada de Robin, mi pez payaso.
-Oh Rusty. - dijo Polly tomando al chico del bazo mientras ambos subían - Eres tan gracioso.
Las cosas estaban saliendo mejor de lo que tenía planeado en un principio, lo cual la dejaba algo extrañada, aquellos humanos no podían ser tan tontos como para dejar entrar a dos desconocidas en su hogar, no cuando la bruja de cobalto andaba rondando las calles, asesinando a diestra y siniestra.
"Supongo que aun existen personas de buen corazón, personas que no podrían ver la maldad en otros, ni aunque está tocará su puerta"
Con ese pensamiento se sentó en el sofá de la familia y unos segundos después fue flanqueada por los padres de Rusty, los que la veían como una boba sonrisa y ojos brillantes. No hizo más que imitar su expresión y dejarse llevar por la situación.
-¿Es Rusty hijo único? - les preguntó Haiku.
-No, tenemos otro pequeñín, Rocky. - dijo el señor Spokes, quedándose unos segundos en silencio antes de continuar - Él es aún muy pequeño para tener una cita, lo siento.
-Oh claro. - dijo la chica, soltando una risita.
-Dinos Haiku ¿Qué clase de chica es Polly? - le preguntó Mallorie.
-Cuéntanos todos los detalles, sin importar cuán insignificantes sean. - le dijo el señor Spokes, dándole una palmadita en el hombro.
-Bueno. - dijo Haiku - Polly es una chica bastante energética, fanática de los deportes en especial del Roller Derby, a veces algo malhumorada, pero una persona bastante leal con sus amigas.
-Se parece algo a ti Mallory, especialmente en lo de malhumorada.
-Oh cierra la boca cariño.
-Y también es una bruja, una muy eficaz.
Haiku sacó un cigarro de su falda y lo encendió con el encendedor que estaba sobre la mesita de café. Aspiró el humo y lo soltó sobre los presentes los que estaban demasiado shockeados para responder a sus malos modales.
-Creo que hacen un muy buen partido en mi opinión, si, tal vez en otro mundo… - dijo Haiku, soltando otra bocanada de humo - Una verdadera lastima.
Fue en ese momento en que Malorie se levantó de su asiento hecha una furia y le dirigió una mirada que conocía bastante bien, una mezcla de asco y rabia. Dando grandes zancadas llegó a la base de la escalera y comenzó a gritarle a su hijo.
-¡Rusty baja en este momento con esa chica!
Haiku sólo expulsó otra bocanada de humo y una críptica sonrisa se formó en sus labios.
-¿No eres muy joven para fumar? - le dijo Rodney, aún atontado por sus palabras.
-Es un hábito asqueroso, pero es la mejor manera de transmitirles a mis amiguitos.
-¿Como?
Un ruido sordo despertó al señor Spokes de su letargo, Malori estaba en el piso, echando espuma blanca por la boca.
-¡Malorie! ¿Qué te pasa? - dijo el señor Spokes corriendo y tomando a su mujer en brazos - ¡Mallory aguanta por favor!… ¡Niña llama a una ambulancia!
-¿Le desagradan las brujas señor Spokes?
-¿¡Qué!? - dijo el señor, volviendo su atención a su esposa, la que ahora convulsionaba en sus brazos - Aguanta un poco cariño.
-Pues deberían. - dijo Haiku levantándose de su asiento - Realmente somos…
Y el señor Spokes cayó inconsciente, arrojando espuma sobre su querida esposa que continuaba teniendo un ataque.
-Seres despreciables.
Se levantó del sofá hasta ese par de adultos que danzaban bajo sus poderes. Alejo la mirada de esos cuerpos que convulsionaban frenéticos frente a sus pies y cerró los ojos, se concentró en su eneagrama y le dio las órdenes finales a sus pequeños sirvientes.
"Corten la energía al cerebro y dañen el miocardio, quiero que parezca un ataque al corazón. Y nada de dolor, estas personas no se lo merecen."
Abrió los ojos y noto como el temblor en sus extremidades cesaba, cerraban los ojos y sus cajas torácicas dejaban de inhalar y expirar. Sacó un guante de látex de su vestido y se lo colocó en su mano derecha, se hincó de rodillas frente a los cuerpos y revisó sus signos vitales, ya no había nada que hacer, ambos estaban lo bastante muertos para continuar con su misión.
No era una bruja que lanza hechizos de fuego a diestra y siniestra, tampoco una que pudiera conjurar un escudo para protegerse de los ataques. Solo era un ser que podia crear gérmenes, bacterias y virus a su voluntad, y hacer que estos cumplieran todas sus ordenes, una bruja perfecta para el asesinato silencioso.
Dejó esos cuerpos y subió las escaleras con cuidado, tratando de no hacer ningún ruido mientras se sacaba el guante y lo volvía a colocar en su vestido. Sus oídos no percibían nada extraño, ninguna señal de alerta entre los habitantes del hogar, lo cual eran buenas noticias. Cuando llegó al pasillo, se acercó a la que según los planos era la puerta de Rusty, tocó tímidamente con su nudillo, pero no escuchó respuesta alguna del otro lado.
-¿Polly estas lista? - dijo en un murmullo.
-¡Solo un momento! - grito la chica desde el otro lado de la puerta.
-Qué es ese ruido…¿Y quién eres tú? - dijo una voz a su izquierda.
Alejo su atención de la puerta, y puso sus ojos en el pequeño niño de cabellos anaranjados que estaba parado como si nada en medio del pasillo. La miraba algo confuso, pero no detectaba ningún signo de miedo o desesperación en su semblante, el pequeño no tenía idea de lo que había ocurrido a sus padres escaleras abajo ni del destino que le deparó a su hermano mayor.
Sus labios formaron una amistosa sonrisa y caminó hasta aquel chico, el que extrañado por esa inusual situación, dio unos pasos hacia atrás hasta chocar con la puerta de su propia habitación.
-Hola pequeño Rocky, mi nombre es Haiku. - dijo la chica, extendiendo su mano - Mucho gusto.
-Claro... - dijo Rocky, estrechando su mano - Eres amiga de...Rusty…
"Aumenten los niveles de melatonina, lo suficiente para que despierte en unas horas"
-Me siento...cansado…
-Tranquilo Rocky. - dijo Haiku, tomando al chico en sus brazos - Solo es un sueño, un inofensivo sueño.
Ahora tenía a su objetivo entre sus brazos, solo le quedaba salir de allí lo antes posible antes de que la policía llegara.
-Polly ya tengo el paquete, debemos irnos de aquí. - le gritó desde el pasillo.
-¡Solo un segundo!
No haciéndole caso le dio un puntapié a la puerta y sus ojos se tiñeron de rojo, pues había sangre por todas partes. Pedazos de vísceras decoraban las paredes, rizos anaranjados con pedazos de cuero cabelludo parecían caer en cámara lenta desde el techo y en medio de la habitación, estaba lo que quedaba de Rusty Spokes, ensartado por ganchos de carne atados a gruesas cadenas que salían del piso. Esa era la magia de la buena de Polly, destrucción total.
-Te agradecería algo de privacidad mientras trabajo en mi nueva obra de arte.
-Me tome la molestia de hacer parecer la muerte de sus padres como un accidente. - dijo Haiku, ahora de veras enojada con su compañera - Sólo para que te divirtieras torturando a ese pobre chico, la policía se tomara esto en serio Polly.
-Me importa un pimiento, de todas formas este pueblo ya es nuestro. - contestó la bruja, mientras tocaba gentilmente la garganta del chico con sus dedos - ¿No es cierto Rusty?
Y la cabeza de Rusty, la que más bien parecía una calavera con algunos parches de carne, la miró de frente, y le dio una grotesca sonrisa.
-Si no vienes en cinco minutos me iré sin ti. - dijo Haiku, alejándose de esa habitación de los horrores.
3
Estaba herida, los malditos la habían alcanzado al fin, después de tantas víctimas, después de tanta diversión a expensas de los buenos e inocentes ciudadanos de Royal Woods, por fin la habían descubierto. Se rió ante esa ocurrencia "buenos e inocentes", no existía nadie en el mundo que tuviera esas características, todos eran ya sus víctimas o potenciales víctimas, todos, incluso Lincoln.
Al menos le quedaba el consuelo de que sus perseguidores no se las habían llevado barata, quemó a muchos ese día, pero los malditos habían podido herirle a quemarropa.
Comenzó a jadear, a toser escupitajos de sangre, no tenía sentido seguir corriendo, debía primero atender sus heridas. Camino hasta la primera desafortunada casa que encontró en aquel suburbio, tocó la puerta y esperó paciente hasta que un pequeño niño la abrió. No le dio oportunidad, le dio un fuerte empujón, cerró la puerta tras de sí, alzó su mano y como tantas veces lo había hecho, lo envolvió en llamas azules, esas preciosas llamas que convertían a todos en cenizas.
El niño lloraba, gemía de dolor y clamaba por su madre, eso no hizo más que excitarla aun mas. Alzó la mano nuevamente y aumentó la intensidad de las llamas, gritos frenéticos, y luego silencio. Comenzó a reír como una loca al verlo convertido en cenizas, no sabia por que, pero cada vez que quemaba a uno de esos humanos la risa escapa sin querer de sus finos labios. Tal vez realmente estaba chiflada, pero prefería estar loca que tener que vivir una vida aburrida, carente de toda emoción.
Sus piernas cedieron ante ese montón de cenizas que antes era un pequeño niño, un fuerte dolor recorrió su abdomen y se encorvó en el piso. Su estómago, la policía o quienes fueran la habían alcanzado en el estómago y ahora se desangraba. Puso ambas manos en su herida, tratando de detener la sangre que escapaba de su cuerpo, usó algo de su poder mágico para cauterizar las heridas y en unos segundos, el sangrado se detuvo.
Sudaba a raudales, tenía ganas de vomitar, el dolor casi la dejaba inconsciente pero aún así pudo levantarse. Al parecer la "bruja de cobalto" como la llamaban, viviría otro día para contarlo. Pero en un extraño giro en los acontecimientos, vio como una cosa cilíndrica rodaba hacia sus pies. Y lo último que vio fue como la granada explotó a sus pies, quedando totalmente ciega, y luego un golpe en la nuca la dejó fuera de combate. Su conciencia comenzó a diluirse y lo último que pudo sentir, fueron unas crípticas palabras a sus espaldas.
-Señor M, tenemos a la peliblanca, esperamos sus órdenes.
