De punta y redondas.

La primera vez fue en el escondite secreto de Amity en la biblioteca.

Luz aún no entendía completamente como o por qué los libros de la buena bruja Azura estaban disponibles en ambas dimensiones, pero cuando salió el sexto libro, llegó a la conclusión de que no era tan importante si podía seguir disfrutando de su saga favorita.

Más aun cuando ahora tenía alguien con quien compartirla.

Luz y Amity estaban sentadas una al lado de la otra sobre puffs multicolor que Eda había conseguido de los sobrantes del mundo humano que tenía, cada una con su respectiva copia de la sexta parte de la saga.

Tras una semana de éxtasis y anticipación entusiasmada ante el anuncio de la siguiente parte, Amity y Luz acordaron una reunión del club de lectura para tan pronto ambas consiguieran el libro.

Llevaban casi una hora leyendo sin parar, el silencio sólo se interrumpía con el ocasional jadeo de sorpresa o un gritito de emoción.

Ahora, Luz tenía dos formas de leer casi cualquier libro.

Leerlo completamente, largo y tendido, a veces olvidándose de comer, dormir o incluso ir al baño…

O, distraerse cada cinco minutos, sin importar que tan interesante pudiera ser lo que estaba leyendo.

Generalmente eso no pasaba, a menos que hubiera algo más interesante que llamara su atención.

¡No malentiendan! ¡Luz adora leer, y más aun si son libros de Azura! Pero…

Amity estaba justo a su lado, tan cerca que podía sentir la calidez de su piel.

Luz se distraía fácilmente, y Amity la distraía mucho.

Desde hacía cinco minutos, cuando Amity soltó una encantadora risita por algún motivo, Luz paró de leer para mirarla, y no pudo parar.

Observaba con descaro las adorables expresiones que Amity hacía, completamente inmersa en su lectura.

Era completamente diferente a la chica que la agitó violentamente la primera vez que le habló, exigiendo saber que era.

A Luz le gustaba, y le gustaba mucho.

El día que Amity tiñó su cabello de lavanda y besó su mejilla de la nada, cuando la vio correr completamente avergonzada, balbuceando con pánico con un precioso rubor en sus mejillas.

La había dejado de rodillas.

Literalmente.

Fue ahí cuando dejó de mentirse a sí misma.

Pero ahora no sabía qué hacer.

Luz estaba segura de que Amity también sentía algo por ella.

Ambas seguían siendo un desastre rojizo ante cualquier mínimo coqueteo o insinuación, y Amity lo era aún más.

Luz no sabía por donde empezar, o que decir, Amity se cerraba y cambiaba el tema con pánico al momento en que aparecía, y Luz no quería presionarla.

Grabando a fuego en su memoria cada pequeño gesto de la pelilila, los ojos de chocolate eventualmente terminaron en sus labios.

Y Luz tuvo que ahogar un suspiro mientras sus mejillas se entibiecían.

Twitch.

Un breve movimiento llamó su atención.

Twitch twitch.

¡Las orejas de Amity se estaban agitando!

¡Tan tierna!

Luz siguió observando, completamente fascinada.

Amity, impasible y hundida en la lectura, sonrió enormemente por algún suceso en las páginas.

Y sus orejas pasaron de agitarse…

A revolotear.

¡Demasiado tierno!

En un impulso, para variar, Luz alargó el brazo y tocó el hélix de la oreja derecha de Amity.

Las orejitas de la bruja súbitamente dejaron de revolotear y apuntaron arriba en alerta.

― ¡¿Qué haces?! ― Chilló con pánico soltando el libro y cubriendo sus orejas.

Luz recogió el brazo y reparó en el escandaloso rubor en las pálidas mejillas de su mejor amiga, imitándolo instantáneamente.

― ¡Lo siento! ― Chilló también. ― ¡Es que tus orejas estaban revoloteando y se veían tan lindas! ¡Y yo! ¡Yo sólo quería- lo siento, perdón!

Ambas giraron la cabeza al lado contrario rápidamente.

La mente de Luz corría a la velocidad de… Pues, la luz.

¡Tonta, estúpida! ¡¿Por qué hice eso?! ¡Claro que se iba a asustar! ¡Ay Diosito, siempre lo mismo! ¡Piensa antes de actuar Luz! ¡PIENSA ANTES DE ACTUAR!

― …carlas… ― Escuchó decir a Amity, tan quedo, que no pudo entender.

― ¿Perdón Amity? No te escuché bien…

La bruja se tensó e inhaló profundamente, el rojo no había abandonado sus mejillas.

― … Dije que puedes tocarlas. ― Dijo al fin. ― M-mis orejas, si quieres.

Luz jadeó suavemente y los ojos le brillaron con emoción.

Alargó nuevamente la mano, y con el índice, acarició suavemente la oreja de la bruja, desde el hélix, hasta el lóbulo.

La oreja tembló brevemente y se tiñó de rosado, Luz apreció como Amity se tensaba y cerraba los puños mientras apretaba los párpados, también estaba aguantando la respiración.

Claramente no estaba cómoda.

Sintiendo remordimiento, Luz empezó a retirar su mano.

― ¡No! ― Jadeó Amity, tomando la mano de Luz antes de que pudiera alejarse más.

Luz la miró con sorpresa, mientras Amity jugueteaba con su falda con la mano contraria.

― Uh… ― Titubeó avergonzada. ― N-no pasa nada, sólo… Sólo no estoy acostumbrada, pero puedes tocarlas, en serio, yo… Quiero que lo hagas.

Luz jadeó suavemente de nuevo, embelesada por el tierno gesto de la bruja, y sus audaces palabras.

― ¿Estás segura? ― Preguntó apretando la mano de Amity que sostenía la suya.

Amity suspiró y lentamente llevó la mano de Luz de nuevo a su oreja, asintiendo suavemente.

Luz sonrió tranquilamente mientras el pecho se le inflaba con ilusión.

Llevó los dedos a la parte trasera del hélix de Amity, ofreciendo caricias suaves y delicadas, mientras que su pulgar recorría suavemente la piel del lóbulo, alrededor del arete que llevaba.

Llevó después el pulgar a la punta de su hélix, frotando suavemente.

El rojo de la piel de Amity se fue transformando poco a poco en un suave rosado, sus hombros lentamente se relajaron mientras recargaba su peso en el puff, y sin darse cuenta, empezó a apoyar levemente su cabeza contra las caricias de Luz, a la vez que cerraba los ojos.

La oreja que al principio se agitaba suavemente, se relajó y aplanó contra el cráneo de la bruja, aleteando suavemente de vez en cuando.

Luz estaba cautivada, la piel de Amity era lo más suave y cálido que hubiera tocado en su vida, los leves movimientos de sus orejas le hacían saber que las caricias le agradaban, y la confianza y gesto relajado de Amity hacía revolotear las mariposas en su vientre.

Tras poco más de un minuto, La cabeza de Amity estaba completamente recargada sobre la palma de Luz, quien ahora tenía la palma contra su mejilla mientras la morena continuaba acariciando tranquilamente.

Embelesada por la situación y la comodidad de Amity, Luz tuvo un momento de valentía y se giró sobre el puff, quedando de frente a la bruja sin soltar en ningún momento su oreja, poco a poco, detuvo sus roces.

Amity, adormilada, abrió un poco los ojos.

―¿Amity? ― Pronunció Luz casi en un susurro.

―¿Hmm? ― Respondió cerrando los ojos de nuevo.

― ¿Puedes girarte?

― Mmhmm. ― Afirmó la bruja perezosamente girando también sobre el puff para quedar frente a Luz.

La humana reanudó sus suaves caricias, alargando su mano derecha hasta posarla sobre la mejilla izquierda de la bruja.

― ¿Puedo? ― Preguntó llevando su índice al lóbulo izquierdo y tocándolo dubitativamente.

Y aunque, muy levemente, el rubor de Amity aumentó, afirmó lentamente con la cabeza.

Ahora con ambas manos, Luz acariciaba y frotaba afectuosamente las orejas de su mejor amiga, de la que deseaba mucho más.

La calidez de sus mejillas, la suavidad de su gesto, el leve movimiento de las tiernas orejas, la intimidad del momento, llenaban a Luz de esperanza y de anhelo.

Este era un paso al frente. ¿No?

Súbitamente, Luz sintió una leve vibración en sus palmas, y un sonidito casi inaudible.

Conforme los segundos pasaban, se hizo más notorio.

La humana jadeó con suavidad.

― ¿Amity, estás ronroneando? ― Pronunció Luz con emoción en su voz queda.

La bruja jadeó también, y el sonido se detuvo.

Sus ojos se abrieron con horror y Luz sintió el cambio en su equilibrio para alejarse de ella.

No…

Antes de que Amity pudiera arrebatarse de sus manos, Luz se apresuró hacia el frente velozmente y depositó un suave beso en la nariz de la bruja.

Amity se congeló.

― Que lindo… ― Susurró mirando directo a sus ojos, para después lentamente, besar cariñosamente su frente, sin dejar de acariciar sus orejas.

Despacio, muy despacio, llevó su frente a descansar contra la de Amity, suspirando.

Cerró sus ojos, y Amity, relajándose de nuevo, la imitó.

La bruja llevó entonces sus manos a las de la humana, posándose simplemente sobre ellas.

Y, más sonoro que antes, su ronroneo regresó.

Ese día se quedaron así por horas, increíblemente, la sexta entrega de Azura, quedó olvidada.

Por ese día.

Pero a partir de entonces, Luz se dio cuenta de que algo en su relación cambió.

Y supo que había dado un paso en la dirección correcta.

Poco a poco, Amity era menos tímida y más cariñosa.

Día tras día la notaba más cercana.

A veces tomaba su mano, entrelazaba sus brazos al caminar, recargaba la cabeza sobre su hombro mientras leían…

Tocar sus orejas se volvió algo habitual.

Cuando estaban a solas, Amity empezó a tener la costumbre de recostarse sobre regazo de Luz, conversando de todo y de nada mientras la humana cariñosamente daba mimos a sus orejas.

Cuando pasó una semana, estando en medio del bosque, donde Luz quería mostrarle una cueva donde encontró algunas runas antiguas, Amity se mostró nerviosa e inquieta.

Cuando Luz finalmente se hartó de curiosidad, y le preguntó que pasaba, Amity, quien desde hacía días no se sonrojaba así, se convirtió en un tomate y entre balbuceos preguntó:

―L-Luz, yo, yo quería preguntarte… ― Cerró los ojos y tragó saliva con dificultad. ― ¿Puedo tocar tus orejas?

La humana sonrió de (irónicamente) oreja a oreja.

Se acercó y tomó las manos de Amity entre las suyas, con un cariño y delicadeza reservados sólo para ella, levantó las manos de la bruja que aprendió a querer tanto, y las posó sobre sus propias orejas.

Los ojos de Amity brillaron con ilusión y el rojo de sus mejillas se tornó rosado.

Soltó una pequeña risa.

―Son redondas… ― Dijo sonriente, haciendo reír a Luz.

― Sí, son humanas. ― Respondió mientras sus pulgares hacían círculos sobre el dorso de las manos de Amity.

Se quedaron así por un tiempo, Amity intentaba devolver cada muestra de cariño que le había dado Luz, en igual medida y afecto, dando suaves caricias en las orejas redondas de la morena.

Las orejas de Luz no revolotearon, tampoco ronroneó, pero podía entender perfectamente el por qué Amity lo hacía.

El acto tan íntimo, tan cargado de emoción y afecto, llenaba de nuevo su corazón, las caricias de la bruja la hacían sentir más querida de lo que nunca se había sentido.

Salieron de la cueva mano con mano, y no se volvieron a soltar hasta llegar a la mansión Blight.

De nuevo cambiaron las cosas, ahora Amity no tomaba su mano de vez en cuando, sino que siempre lo hacía, por pequeño que fuera el tramo la bruja entrelazaba sus dedos con una sonrisa llena de cariño, también había pasado de recostarse sobre su regazo, a directamente sentarse sobre él (Después de preguntarle si estaba bien mientras tartamudeaba y enrojecía) para leer juntas, los cariños en las orejas de ambas seguían siendo habituales, y ahora, de vez en cuando, cuando Amity se despedía dejaba un corto besito sobre el lóbulo o la mejilla de Luz.

Así que la humana empezó a hacer lo mismo.

Pasaron un par de semanas y el contacto y el cariño se hicieron costumbre.

Hasta que llegó el día en que Luz finalmente decidió dar el gran paso.

Ese día le pediría a Amity que fuera su novia.

Ese día por la mañana llegó más feliz que de costumbre, fue a su casillero esperando encontrar a su bruja favorita.

Pero no estaba ahí.

Pero si estaba su mejor amiga.

― ¡Willow! ¡Buenos días! ― Saludó con entusiasmo.

― ¡Buen día Luz! ― Respondió Willow muy sonriente.

― ¡Te ves muy feliz hoy! ― Mencionó Luz copiando la sonrisa de la pelinegra. ― Por cierto. ¿No has visto a Amity?

― Ah, sí, me dijo que te dijera que tiene una presentación en clase hoy, así que se fue temprano, también me dijo que no podrá vernos en el almuerzo, pero que te espera a la hora de la salida.

― Oh… ― Dijo Luz un poco decaída. ― Bueno. ¿Y por qué estás tan sonriente?

― ¡Ah! ¡Te cuento! ― Dijo Willow dando saltitos de alegría. ― La profesora Mandrag me confió el cuidado de una rosa luna de sangre, es una planta muy delicada que florece sólo una vez al año, si no se cuida adecuadamente, se vuelve tímida y no florece, así que fue un gran reto, pero… ¡La profesora dice que la rosa se ve en perfectas condiciones! ¡Y esta noche va a florecer!

― ¡Eso es genial Willow! ― Exclamó Luz abrazando a su amiga. ― ¡Lo mereces! ¡Muchas felicidades!

― ¡Sí! ― Exclamó Willow de nuevo una vez que Luz la soltó. ― ¡Habrá un gran evento esta noche para verla florecer! ¿Quieres venir?

― ¡Pero claro que sí! ― Afirmó la humana con entusiasmo.

― ¡Luz, estoy muy contenta! ¡Hace unos meses estaban a punto de expulsarme y hoy van a darme la insignia de mejor estudiante!

Luz estaba a punto de felicitar a la bruja de las plantas de nuevo, cuando notó algo.

¡Las orejas de Willow estaban revoloteando!

― ¡Awwww! ¡Tus orejas también se mueven! ― Exclamó la humana alargando la mano.

Willow no era tan reservada como Amity.

Pero la bruja detuvo su mano apenas notar a donde se dirigía.

―¡¿Qué haces?! ― Preguntó con pánico y las mejillas sonrojadas.

Y eso era bastante raro.

Luz alzó las manos en señal de inocencia.

― Ah, lo siento, me emocioné, es que tus orejas se movían y me dio mucha ternura.

― ¡Luz! ¡No puedes andar por ahí tocando las orejas de la gente como si nada! ¡Podrían golpearte o hasta denunciarte!

Luz hizo un gesto de confusión.

― ¿Qué? ¿Y eso por qué?

― ¡¿Cómo que por qué?! ¡Luz, las orejas son algo muy íntimo!

― ¿Lo son?

Willow se relajó un poco y soltó la mano de Luz.

― Sí… ¿No es así para los humanos?

― Uh… Pues, más o menos, nunca he visto a un humano reaccionar como tú cuando un amigo le toca la oreja.

Willow abrió los ojos con asombro.

― Oh… Luz, debes tener más cuidado, las orejas son algo muy delicado para las brujas, son muy sensibles, y es muy raro que permitir que alguien las toque, generalmente es algo que sólo se hace en pareja.

Luz se sonrojó.

― ¿En pareja?

― Sí.

― ¿Qué tan íntimo es tocarse las orejas?

Willow caviló por unos momentos.

― Diría que… Está en medio de un beso en la mejilla y un beso en los labios, de hecho, es muy común que los pretendientes pidan eso al empezar una relación…

Luz se sonrojó más.

― ¿Cómo es eso?

― Pues sí… Algo así como "¿Puedo tocar tus orejas?" Es como decir. "¿Quieres ser mi pareja?"

Luz era una copa de sangre de manzana.

― ¿En serio? ― Chilló.

― Sí… Pensé que ya lo sabrías, he visto que tú y Amity- ¡Oh!

La campana gritó fuertemente.

― ¡Oh! ¡Mira eso! ¡Tengo que ir a mi clase de pociones! ¡Hasta luego Willow!

Y Luz corrió dejando polvo y a una Willow muy harta detrás

Tras un día completo de cavilar y evadir el tema con Willow y Gus, Luz salía ansiosamente de clases hacía las puertas de Hexide.

Sabía que Amity la estaba esperando ahí, desde hacía semanas que lo hacía.

Al llegar a la puerta Luz tomó un profundo respiro antes de salir.

Tenía que dejar las cosas claras.

Avanzó hasta salir por las puertas y miró a su alrededor.

La encontró en el punto de siempre, sentada al pie de las escaleras, mirando su papiro.

Las mariposas en su vientre empezaron a revolotear.

Amity era tan linda.

― Hola… ― Saludó suavemente al llegar a su lado.

― ¡Luz! ― Exclamó la pelilila girándose a mirar a la humana. ― ¡Hola!

Se levantó de la escalera con rapidez y tras sacudir sus ropas le dio a la morena un breve beso en el lóbulo derecho.

No puede ser casualidad.

Luz tomó su mano cariñosamente y comenzaron a caminar.

― No te vi en todo el día. ¿Qué hiciste hoy? ― Preguntó la humana con una sonrisa.

Conforme Amity le contaba de sus actividades en abominaciones y como había recibido una mención honorífica por su presentación de la mañana, Luz se perdía en sus palabras y su sonrisa.

Todo iba a estar bien. ¿Verdad?

Cuando Amity terminó de hablar y se giró a preguntarle sobre su día, Luz apretó su mano y se detuvo un momento, junto a la fuente de Bonesborough.

La bruja la miró con extrañeza, pero se mantuvo a su lado.

― Amity uh… Yo… Tengo algo que preguntarte…

La joven de ojos dorados arqueó una ceja y llevó su mano contraria a su pecho ansiosamente.

― ¿Sí? ― Respondió al fin. ― ¿Pasa algo?

― No estoy segura… ― Titubeó. ― Pero, yo…

¿Cómo se lo pregunto?

― Tú… ¿Dejas que otras personas toquen tus orejas?

Amity frunció el ceño, claramente ofendida.

Ok, tal vez esa no fue la mejor manera…

― ¡¿Qué?! ¡Claro que no! ¡¿Por qué me preguntas eso?!

Amity no sólo se veía ofendida, también se veía herida.

¡Ay Luz, piensa antes de hablar!

― ¡No, no! ¡Disculpa, no quería ofenderte! ― Se excusó. ― Es sólo que… Willow me contó algo en la mañana.

― ¿Willow? ― Amity estaba cada vez más extrañada.

― Ah… Sí, verás, esta mañana estaba hablando con Willow y se emocionó tanto que sus orejas empezaron a revolotear, entonces, intenté tocarlas y-

― ¡¿Hiciste qué?! ― Amity no sonaba tan tierna como de costumbre.

― ¡Espera, no te enojes! ¡Déjame terminar de explicar!

Amity, que estaba muy roja, aunque Luz no estaba segura y era porque estaba avergonzada o enojada, soltó la mano de Luz y se cruzó de brazos.

― Más vale que sea bueno.

― Vale, intenté tocarlas y Willow me detuvo, me dijo que no podía ir por ahí tocando las orejas de la gente porque me podía meter en problemas, porque las orejas son algo muy íntimo para las brujas… Yo no sabía nada de eso.

Amity relajó los brazos quedando estos a sus costados y su gesto pasó del enojo a la sorpresa y después a la preocupación.

― ¿No sabías? ¿Cómo que no sabías?

― Para los humanos es diferente, las orejas son delicadas pero no son realmente un área muy privada o íntima, al menos no tanto como para las brujas… Willow me dijo que tocar las orejas es algo que sólo hacen las parejas… Que pedir permiso para tocar es una declaración de amor…

Amity se abrazó a si misma con un gesto triste.

― Eso… Tampoco lo sabías. ¿Verdad?

Luz se puso frente a la bruja para intentar mirarla a los ojos, pero Amity estaba mirando el suelo.

El gesto de Luz también era triste.

― No… No lo sabía…

― Entonces… ¿Todas estas semanas tu no sabías qué…? ― Pequeñas gotas de sal empezaron a inundar los ojos de oro. ― Yo… Yo pensé que… En la biblioteca… Creí…

Amity retrocedió hasta que su cadera golpeó contra la fuente, paso a paso, Luz la seguía.

― ¡Soy una tonta! ¡Claro que para los humanos es distinto! ¡Debí suponerlo cuando lo hiciste de la nada sin siquiera preguntar! ¡Pero pensé que-

― Amity. ― Luz se sorprendió a si misma con la serenidad de su voz.

Luz tomó una de las manos que Amity mantenía rígida contra su cuerpo y entrelazó sus dedos, llevó la otra a su mentón para levantar su rostro mirarla a los ojos.

Surcos de sal manchaban las mejillas de porcelana, algunos cabellos lavanda pegados al sendero se sus lágrimas.

Con cariño, todo su cariño, y delicadeza, Luz llevó el mechón de cabello tras la oreja de la joven bruja, quien se encogió ante el contacto.

El gesto de Luz se entristeció.

― Lo siento mucho, debí tener más cuidado también, aún no conozco todo sobre las brujas, no quería lastimarte.

Amity soltó un par de lágrimas más.

La mano de Luz se posó cuidadosamente sobre su mejilla, tanteando hasta llegar a su lóbulo, y al no percibir rechazo, lo acarició con un cariño tan familiar como el dorado de los ojos que la miraban entre cristales.

― Pero esto no cambia lo que siento por ti… ― Continuó. ― Amity, yo te quería desde mucho antes de tocar tus orejas.

Los ojos de la bruja brillaron mientras se ensanchaban, dejando caer otra lágrima, que Luz recogió con un beso en su mejilla, logrando una leve sonrisa de la bruja.

― De hecho… ― Continuó. ― Hay algo que planeaba darte hoy.

Se separó brevemente de la pelilila, para buscar algo en su mochila, sacó entonces un pequeño cofre de madera rubia con una cerradura dorada y lo entregó en las pequeñas manos de Amity.

― Esta es una costumbre más humana… ― Dijo mientras sus mejillas se sonrojaban. ― Aunque puede que te parezca cursi en comparación. Ábrelo.

Con movimientos trémulos debido a la exaltación, Amity abrió el pequeño cofre.

Su interior estaba vacío, pero al fondo del cofrecito, tallado en la madera, estaba grabado un complicado patrón de glifos de Luz, los relieves estaban pintados de dorado.

Amity miró a Luz con curiosidad.

―Tócalo. ― Indicó. ― Está tallado en la madera, no va a desaparecer.

La bruja miró de nuevo al cofre y tocó el centro del patrón.

Entre chispas y luces doradas, unas letras se iluminaron sobre el cobre de madera, con un mensaje breve, pero claro.

"Amity Blight, quieres ser mi novia?"

Amity observó con ojos brillantes mientras las letritas desaparecían, luego levantó la mirada hacia Luz.

La humana rio avergonzada.

― Creo que sólo tendremos que ponernos de acuerdo con la fecha de nuestro aniversario, aunque, técnicamente, siguiendo la costumbre de las islas hirvientes, sería el día en que toqué tus orejas por primera vez… ― Luego su gesto decayó un poco. ― Claro, si es que tu aún quieres-

La bruja se arrojó sobre ella envolviendo sus brazos alrededor de su cuello y chocando sus labios estrepitosamente.

Se separaron de inmediato, llevándose cada una la mano a la boca.

― ¡Owowowow! ― Exclamó Amity sobando sus labios para aliviar el dolor. ― ¡Eso fue una mala idea!

Pero Luz reía entre quejas.

La morena se acercó de nuevo a la bruja y tomó con delicadeza sus mejillas, acercándose lentamente, como esperando el rechazo.

Al sólo recibir una mirada enternecida de Amity, cerró el espacio entre sus rostros.

Como el primer día que tocó sus orejas, como la primera vez que caminaron juntas de la mano, como la primera vez que la besó en la mejilla a las puertas de la mansión.

Todo se sentía lleno de magia, amor y ternura.

El beso fue casto, tierno, suave, con toda la inocencia del primer amor.

Tras unos segundos se separaron y Amity recargó la frente sobre la de Luz, después suspiró con alivio.

Luz acarició suavemente las palmas sobre sus mejillas, hasta llegar a sus orejas, que acarició con suaves toques de sus dedos.

― ¿Eso es un sí?

Amity resopló juguetonamente.

― Sí.

Luz la besó de nuevo, esta vez en la nariz.

Separó sus frentes y, tomando su mano, reanudaron su camino a la biblioteca.

― ¿Quieres ir al evento de la luna de sangre de Willow conmigo? ¡Será nuestra primera cita! O bueno… La primera de la que estaré enterada.

Amity rio con ligereza.

―Me encantaría.

Continuaron caminando entre charla ligera por el camino de piedra.

― ¡Espera! ― Exclamó Luz de repente. ―¿Hay algo que deba saber sobre la luna de sangre? ¿Algún pacto eterno o algo así?

Amity sólo volvió a reír.

FIN.

Y esto fue un pequeño arranque de inspiración, espero que les haya gustado, y si les gustó, un voto y un comentario contándome que les pareció sería muy lindo 3

Cómo siempre un agradecimiento a mi Beta IvyWiny por recibirme textos en la madrugada.

La preciosísima portada fue dibujada por la aun más preciosa asestrada157 a la que pueden encontrar en Instagram!

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Y eso sería todo! Nos vemos la próxima!