Capítulo 9 – Hermano – Parte 3

Tan solo imagina la mera idea de que tu hermano mayor no solo te diga que no sino también te rechace bastante dinero, algo que viniendo de él, era demasiado raro.

¿Golpe a la cabeza?

¿Cambiar de un día para otro?

¿Ser una persona totalmente diferente a lo que era antes?

¡Claro que no cree eso!

Sabe muy bien que Lemy, su lindo y esclavo hermano mayor, está fingiendo. No está siendo honesto con todo esto de su propio golpe. Admite que puede ser un poco tonto pero hasta ahora, cada vez que hacía esto, siempre suele salirse con la suya, más ahora que está haciendo a creer a todos de que es una persona distinta.

¿Distinta?

No, no es una persona distinta.

Sigue siendo la misma persona.

Sigue siendo el mismo hermano mayor de todos. Sigue siendo un mal hermano, bueno cuando hay dinero de por medio, y eso lo tiene que demostrar de alguna manera.

Pero había algo que no se sacaba de la mente: su comida.

Lemy no es conocido por cocinar, para nada. Solamente personas como Liena y muy de vez en cuando Liby o Lyra, son conocidas por cocinar, sobre todo la primera ya que a Liena le encanta cocinar y sin duda alguna, cocina como los Dioses mismos. Ahora, cuando comió ese día lo que al parecer había hecho Lemuel, no podía sacarse ese sabor exquisito de su paladar y cuando come otra cosa, siente que lo que acaba de comer es simplemente basura.

Ese es su sentimiento ahora mismo.

Pensaba en cómo hacer que Lemy sea como antes, que admita que solamente esté fingiendo o chantajearlo para que cocine ahora para ella… a la par de que, bueno, eso justamente. Ya no pensaba en hacer mucho y aparte de querer arruinarle la vida por decirle que NO le iba a ayudar con sus galletas, en serio está pensando sobre tenerlo a su disposición y hacer que le cocine desde siempre.

—¿Sucede algo señorita para no comer? ¿La comida tiene algo? ¿Está mal hecho? Puedo…

—No tienes que preocuparte. La comida está bien. Solamente, no me gusta. No quiero comer.

—Haré algunos arreglos para hablar con el cocinero y…

—No. Dije que es un problema mío. No hagas nada con el cocinero.

—Entendido. Lo siento por…

—Ya escuchaste a mi hija. Puedes retirarte. No hace falta que sigas aquí.

—Entendido señora.

—… ¿qué pasa hija? ¿Por qué no comes? Pensaba que la comida de nuestro cocinero siempre te había gustado.

—No puedo volver a comer esta comida. Probé una comida que hace que esto sepa a basura madre. Lo siento.

—Ah, seguro es la comida de papá. Si es su comida, estoy segura que su comida te hará sentir que la comida del resto no sabe a nada y…

—No madre, fue la comida de Lemy.

—¿Lemy cocinando? ¿Te gustó tanto que ya no puedes comer otra cosa?

—Mamá… ¿de verdad es posible que una persona cambie de un momento para otro y sea… diferente a lo que era antes?

Una rubia, perfecta, hermosa, muy bien vestida incluso para estar en casa y cenando con su pequeña hija que es igual de perfecta como ella, porque joder que sí es perfecta esta mujer que tenía su cabello suelto, brillaba incluso, con unos ojos claros que parecían dejar ciego a las personas no aptas. Era una mirada complicada en sus ojos que observaban por completo a su hija que estaba todavía jugando con su comida, revolviendo la misma con su tenedor.

—¿Cambiar? —la misma, dejó a un lado sus cubiertos y tomó una buena postura mientras miraba a su hija que ahora estaba esperando una respuesta—. Bueno. Las personas cambian dependiendo en la situación que se encuentran. Si se ven acorraladas, harán lo posible para salir de allí si la respuesta es tener que ser una persona distinta.

—Pero… ¿es normal?

—No es normal pero tampoco es raro. Hay gente que cambia para bien y otra para mal. Hija, es lo normal de la vida —su clase es mostraba conforme cada palabra salía de su boca. En la pequeña pausa que tomó para tomar algo de vino, un vino bastante caro, limpiándose sus labios con la servilleta, miró a su hija nuevamente—. Pero a veces, es saber quién es esa persona. ¿Lemy? ¿Lemy sabe cocinar? Sé algo de su pequeño accidente. Como tú, no lo creo.

—Entonces Lemuel no ha cambiado sino que finge… —ella no pudo evitar soltar una pequeña risilla. Cuando su madre vio esto, se enderezó y tosió un poco—. ¿Cómo me doy cuenta entonces si esta persona finge?

—Sigue su juego. Tarde o temprano, esa persona demostrará su debilidad y con eso, puedes usarlo en su contra. Es el arte de ser astuta cual zorro hija —y ella, sonreía muy orgullosa—. Eres mi hija, hija de la grandiosa Lola Loud, estoy segura que harás algo muy bueno —en eso, ella, terminando su comida, se levantó y fue junto a su hija. Le tocó el cabello, la cabeza, un poco y sonreía—. Eres mi hija después de todo.

—Lo sé… —y con esto, al notar que su madre se estaba por alejar, ella no pudo evitar voltearse rápidamente—. ¿Dónde está papá?

—¿Papá?

Esa pregunta hizo que Lola se detuviera. Miró por encima de su hombro, mirando de reojo a su hija que había preguntado esto como algunas veces suele hacer, preocupada por no tener un padre como algunas de sus amigas y un tanto celosa de esto aunque no lo va a admitir nunca, menos frente a las demás personas.

Tal pregunta hizo que las sirvientas que trabajaban en la casa de Lola Loud se miraran y entendieran que debían tomar los platos y retirarse rápidamente. De no juntar la mesa rápidamente, esperarían a que terminen el tema. Es un tema delicado, demasiado, por lo que no deben estar escuchando ya que una advertencia fue dada una vez a la sirvienta que había escuchado tal tema y ahora, bueno, está trabajando en otro lado.

Volviendo con Lola, su sonrisa de satisfacción cambió. Su rostro no tenía ya tal sonrisa. Se apagó por completo. Volvió a mirar al frente.

—Tu padre… está en una mejor vida

Esa fue su respuesta.

No era muy informativa, no.

Pero ocultaba el hecho de lo que había sucedido en su pasado con él.

Era justamente eso que había pasado, que pasó a una mejor vida.

—… —ella, la hija de Lola, simplemente no quedó satisfecha con esa respuesta porque siempre era la misma. Quería siempre pedir otra cosa pero… ella siempre se iba. Se sentó al frente, mirando a donde antes estaba su plato de comida. No había nada. Bajó su mirada, agachó un poco su rostro y la pena se apoderaba de ella—. …

A veces le gustaría tener un padre que le trate como una princesa.

Días después

Imaginen esto.

Imagina que en la familia, en la vida misma, hay un niño que mucha gente le considera como el peor niño jamás nacido y que tenerlo en la vida, darle a luz, tenerlo como hermano, primo, como familiar mismo, es lo peor que a alguna persona podría haberle pasado. Imagina que esa persona, como su madre no puede aguantarle, aunque esto es más por temas de trabajo, no puede cuidarle y tiene que dejarle a sus familiares a que le den una mano.

Eso existía en la familia Loud.

Era hija de una de las menores de la primera camada de hermanos, Lily. Una hermana, una chica de la cual no se podrá hablar de momento porque no es su momento de brillar.

Dicha pequeña, una niña de 4 años de edad, era justamente Lani, un nombre algo raro al principio pero incapaz de olvidarse a por cómo la misma actuaba.

Era un demonio que nació, que salió de esa panza de Lily. Ella dice que tiene sus momentos de maldad pero sigue siendo una buena niña y es una dulzura de niña, que todos seguramente están exagerando y que no quieren darle un poco de atención.

Lily no miraba el panorama como el resto.

Toda su familia tenía que soportar cómo una niña de 4 años se salía con la suya en todo momento y nadie la podía parar.

Bueno, eso se creía.

Ahora, con esa pequeña descripción con la pequeña Lani, una niña que parece ser un diablillo, teniendo orejas puntiagudas y sonrisa que parece los dientes de un tiburón, la niña que siempre hace bromas y maldades, la niña que es temida por todas sus hermanas mayores, ahora mismo estaba cual perro, dócil con su maestro que tanto le ha cuidado.

—… ¿cómo es posible?

—¿Cómo ha domado a esa bestia?

—… Lemy, hijo… ¿cómo has hecho eso?

Lemy, que estaba recostado en el sofá mientras miraba la televisión, tenía a esa niña demonio descansando encima de su cuerpo, como si nada, como si fuera una almohada.

Lemy simplemente sonreía como si nada.

Horas atrás

—¿Por qué debo cuidar a esta niña?

—Porque nadie más quiere… y aparte, antes tú la querías mucho y era tu favorita…

—¿En serio? ¿Era mi favorita? Mm… raro, no recuerdo nada directamente de ella… ¿en serio lo era?

—Claro que lo es hermano

—Bueno… si Lyra lo dice, supongo que es cierto, ¿no? Bueno… supongo que puedo quedarme con ella y…

Lemy no pudo terminar lo que decía que su madre y su hermana ya se habían ido por completo de la casa, notando el polvo que habían dejado las dos. Fue curioso pero a la vez raro. No hizo nada con esto, le dio igual de hecho. Estaba más centrado ahora en la pequeña niña de ahora que tenía al frente que le miraba raro.

Lo curioso de esta niña, teniendo en cuenta que Lily habrá hecho lo mismo que el resto de sus hermanas, no encontraba un parecido a él. Tal vez algunas pecas pero luego, esas orejas son raras, como si fuera… ¿un elfo? No, un elfo no tiene una cara tan malvada… o no emanaba esa aura tan tenebrosa que tenía.

—…

—…

—… —era silencio entre los dos. Claro, la niña solamente le miraba y miraba, seria, como si estuviera pensando miles de formas de hacerle algo. Era raro todavía el hecho de que veía a sus ojos y notaba ojos claros pero que de pronto, se hacían rojos—. …¿cómo te llamas?

—…

—… ¿no hablas? —negaba—. Otra como Lulu, genial… —se tomaba la cara—. Vamos, no tienes cara de no hablar, tienes 4 años ¿no? —y la tomó debajo de los hombros y la levantó.

Esto si lo viera alguien, estarían muy seguros de que Lemy está tentando a la muerte.

Era como pedir a gritos que te hagan algo y eso era lo que Lemy hacía al tener en sus manos a la pequeña niña rubia que le miraba fijamente. No dejaba de mirarle de hecho. Era como ver algo raro y ella notó rápidamente, cuando le veía, algo raro.

Ella no quería irse del lado de su madre pero al saber que iría con su tía Luna y sus hermanos mayores Lyra y Lemy, bueno, es obvio que estaba feliz porque ella ya quería hacer sus maldades con ellos, más con Lyra, más con Lemy.

Pero dos cosas pasaron.

La primera era que su tía y su hermana se fueron y la segunda… era que ver a Lemy le hizo sentirse… curiosa y rara.

—… ¿en serio no hablas…? Eh… ¿cómo te llamas?

—Lani

—Ah, por fin hablas —decía muy aliviado—. Lani, Lani, bonito nombre. Espera… —en eso, tuvo pequeños recuerdos de la misma. Así como su mente trataba de bloquear esos recuerdos que tenía con Loan, con Lani era lo mismo… aunque olvidar las maldades que una niña como ella… su mente no lo iba a olvidar y tampoco se lo iba a bloquear—. …vaya… —y con cada segundo que la sostenía, miraba lo que era, al parecer un demonio por completo—. …sí que eres algo mala ¿eh? —se reía—. Me recuerdas a Lupa

—No soy como la hermana Lupa

—¿No? —se reía incluso—. Eres como ella. Pequeña, fuerte por fuera, débil por dentro. Solo necesita un poco de amor —es más, la abrazó por completo, ignorando los grandes esfuerzos de Lani en querer escapar—. Eres una niña buena, como Lupa. Solo son duras y cuando quieren, son muy buenas…

—¡No! ¡Suéltame! ¡Esto me quema! —decía en un intento de poder librarse. Era mentira pero experimentar esto era bastante feo y asqueroso—. ¡No quiero un abrazo! ¡No quiero esto!

Lemy al final la soltó.

No, no la soltó. La bajó primero antes de soltarle. Era una niña de 4 años, no puede tirarla como si nada por más maldita que sea esta niña. No puede hacer eso. Si esta niña es su hermana, como hermano, ¿cómo haría esto?

Si era Lola, lo haría.

—¿Tanto vas a molestarte por un abrazo? —se cruzaba de brazos—. Vaya, que niña tan rara que eres…

—¡Tú no eres mi hermano! —gritó ella mientras le señalaba, sorprendiendo a Lemy—. ¡Lemy nunca me abrazaría!

—Oh… —de nuevo, se reía de ella—. Supongamos entonces que no soy tu hermano y soy un extraño para ti, dime Lani, ¿qué harías entonces? —él se arrodilló frente a ella. Lani retrocedió unos pasos, mostrando mucha desconfianza—. ¿Quieres la verdad? Morí porque intenté… —suspiraba ahora por esto—. …espiar a la hermana Loan… y como si fuera algo del destino, sigo vivo —sonreía. Lani mostró todavía desconfianza. En eso, se sentó en el suelo de piernas cruzadas mientras miraba a Lani con esa manera de antes—. Soy… diferente, pero todas creen que sigo siendo igual… ¿me crees?

—No

—Es obvio que dirías eso… bueno, lo entiendo —estiraba un poco. Lani seguía mirándole todavía con dudas—. No tengo tiempo para ti entonces si no me crees —Lani ahora alzó una ceja—. Puedes irte entonces

—¿De verdad?

—Por supuesto que no —dijo rápidamente algo molesto—. Eres una niña de 4 años, ¿cómo te voy a dejar sola? Soy tu maldito hermano mayor, vas a hacerme caso quieras o no.

—… no —había formas. Muchos de sus hermanos le alzaban la voz, sus tías también. Nada más respondía ante su madre y con algo de suerte de hecho. La voz de cada uno la conocía, de lejos. Ahora, entre más veía a Lemy, era raro. Su voz ahora era muy distinta, gruesa, autoritaria, seria, más su rostro enojado. Sus expresiones faciales, sus muecas que hacía, eran algo que nunca había visto. Era claro que este tipo no parecía ser su hermano mayor de siempre. Le hizo sentir rara como nunca antes—. …no, espera

Para ser una niña de cuatro años, realmente parecía un poco diferente a expresiones y actitudes… aunque por más que parezca de todo, sigue siendo una niña, eso cree Lincoln.

—… ¿eres Lemy?

—Lo soy, claramente. Soy tu hermano mayor —llevó su mano al pecho—. Me ofende que no creas que lo soy, Lani. Soy tu hermano mayor, el mejor que puedas tener

—Lyle…

—Lyle parece mujer —en algún lugar el mismo estornudaba—. No cuenta.

—…

—Ven, ven, vamos a mirar algo en la tele, ¿qué dices? —sonreía de nuevo—. Tengo chocolate…

—¿En serio?

Como si fueran genes, parece que a esta niña también adora los chocolates… le recordaba a sus hermanas un poco a Lincoln.

—Bueno, es de Lyra

—¡Quiero!

Lani dejó entonces claro que sigue siendo una niña de 4 años.

Se comportó ahora como una, esperando a que le den ese chocolate, más si era de Lyra.

Lemy no entendía nada ahora.

Desconfiada pero comprada fácilmente con un chocolate.

Un demonio que hace bromas pesadas y hace maldades… pero comprada por un chocolate…

¿Es esta una niña mala?

Ahora mismo

—… algo así pasó…

—¿Qué?

Luna y Lyra no lo creían para nada.

¿Lani siendo fácilmente domada? Era una broma, una broma de mal gusto, una broma como las de Luan.

Lemy contó un poco lo que pasó… pero no contó lo que pasó luego que tuvo que limpiar el desastre que ella había hecho porque quería, según ella, ver si realmente era su hermano mayor, sintiendo la pequeña que entre más notaba a este Lemy, más notaba cómo esa aura que le envolvía parecía ser la de él pero un toque más oscura, como si en cualquier momento pudiera explotar y hacer daño a la gente.

Lani por eso se le quedaba viendo a veces, por eso siente que no es Lemy de verdad. El Lemy de verdad tiene un aura un tanto distinta, un tanto apagada que tenía destellos y nada más. Este Lemy, en su lugar, tenía un aura que estaba dormida, que notaba cómo parecía estar lentamente envolviendo a su alrededor al punto que podría matar a alguien.

Así de raro era Lemy y así de raro era todo esto en Lani.

Lo probó un par de veces y reaccionaba no con miedo sino con decepción.

Cuando ella se quiso dar cuenta, estaba en brazos de él nuevamente. De un momento a otro, cerró sus ojos, cansada.

Era raro que un niño tras comer chocolate, tenga sueño. Lemy hizo algo en ella que le logró calmar, teniendo en su poder una manera muy rara de lidiar con este tipo de niños.

Lani, ahora, reposaba en el pecho de Lemy mientras estaba tapada junto a él, ambos en el sofá, mirando lo que parecía ser una serie rara de un tipo que era algo así como el mismo diablo que vivía entre humanos y disfrutaba de una vida llena de pecado y se salía con la suya.

La escena que estaba ahora… bueno…

—¡¿Cómo diablos estás mirando esto con una niña de 4 años?!

Estaban haciendo el amor en la serie misma y Lyra estaba muy alarmada con esto, avergonzada, incapaz de dejar de pasar esto por nada del mundo.

—¿Qué? —volteó a ver a la pantalla y lo vio—. Oh… oh… —y se sorprendió—. Con que las mujeres también tienen… un momento…

Lyra apagó la tele en esa parte.

No sabe Lemy si fue una bendición esto o fue una perdición…

Aunque por recuerdos, personales, que tiene, siente que fue una gran bendición…

—¡Responde! —ella gritaba de nuevo—. ¡¿Cómo ves eso con Lani?!

—Oye, la niña quiere dormir —acarició el corto cabello de Lani como si fuera un bebé—. No grites. ¿Sabes lo que cuesta hacer dormir un niño en horas de siesta? Lyra, por favor, luego me gritas por ser un pecador.

—¡No…! —y reprimió su grito. Se estaba guardando ahora mucho, más de antes incluso. Apretó con fuerza sus puños incluso—. …está bien, está bien —decía tratando de calmarse—. Luego me quejaré… ahora, dime, ¿cómo es que estás así con ese demonio?

—Fácil: soy un buen hermano —esto fue algo sin darse cuenta, un pequeño palo a Lyra para que vea lo que es ser un hermano de verdad—. Lani… es como Lupa, dura por fuera pero débil por dentro. Un poco de amor abre hasta el más cerrado corazón —y seguía acariciando a Lani, no su cabello sino sus puntiagudas orejas—. Lo admito, es una niña adorable cuando no es mala…

—¿No hizo nada?

—No, no hizo nada malo. Es buena niña mamá —respondiendo a Luna—. ¿Cómo la pasaron ustedes a donde fueron?

—… la pasamos bien —Luna se miró con su hija—. En serio Lemy, ¿de verdad no pasó nada?

—En serio mamá, nada malo ha pasado.

—Okey…

Ambas castañas pasaron de largo en lo que seguían mirando a Lemy en cómo todavía tenía a Lani encima, dormida como pocas, roncando como muchas. Esto les causaba algo de incomodidad, teniendo en cuenta que esta pequeña era como un demonio y no descansaba nunca hasta hacer sufrir a todo el mundo.

El lado bueno es que seguro no hace nada malo…

El lado malo… sienten que la bestia duerme pero pronto despertará y matará a alguien.

Lemy no perdía tiempo tampoco.

Viendo que por fin habían llegado, se fue hasta su cama con la niña todavía pegada a su cuerpo, la llevaba como podía, esperando que no despierte. Se recostó en su cuarto, pateando las cosas que todavía no terminaba de juntar porque de alguna manera tenía flojera. En eso que se acostaba en su cama, de nuevo se tapaba él y luego a ella. Sonriente al ver esto, recordó más cosas de cómo ella le había hecho cosas muy malas, cosas que en serio no serían perdonadas. Eran cosas que haría Lola pero más pesado de hecho. Aun así, no es este chico sino es él mismo. No le importa el pasado. Solo le importa ahora y quiere ser un buen hermano, padre, lo que fuera para estos chicos. Sabe que esta niña, como Lupa de nuevo la debe recordar, con algo de amor es diferente. Claro, seguro será la misma de siempre pero al menos no tanto como antes…

Eso cree él, claro.

Aburrido, sin capaz de poder dormirse como ella, sacó su teléfono y mandó una foto.

¿A quién?

¿Has visto Lupa? Si ella puede ser domada, tú también—

—…
¿Acabas de mandarme un mensaje para mostrarme eso?

Una foto de Lani durmiendo encima de mi pecho, ¿qué fotos esperas de mí hermana?

¿Hermana?—

Le bloqueó.