Capítulo 11 – El mismo de siempre
Fue una cena normal.
Nada del otro mundo destacó en la residencia de Luna que actuaba como si nada con sus respectivos hijos que comían y se miraban intensamente por algo que había pasado, algo que ella, Luna, no estaba enterada porque, bueno, estaba en sus propios problemas con esa amiga suya.
Pero cuando les prestó una pequeña mirada a ambos, los mismos actuaban como si nada, como hermanos de toda la vida y se amaban demasiado, lo que haría cualquier hermano.
—¿Están bien chicos? —preguntaba Luna mientras sus hijos seguían masticando.
—Sí —respondieron ambos—. Estamos bien.
—¿En serio? Ese tono de ambos… no significa que estén bien. ¿Sucedió algo entre ustedes que no me quieran decir?
—Cosas de hermano mamá —respondió Lemy—. Cuando tengas hermanos, lo entenderás…
—Pero ya tengo hermanas… —alzó una ceja ante esa respuesta de su hijo
—Pero no te veo haciendo esto como yo con Lyra…
—… —Luna se tomó la sien unos momentos para suspirar y mirar a su hijo—. No te diré nada ante esto. Simplemente, quiero que no hagan nada malo ¿sí? Yo tengo cosas que hacer ahora mismo —se comenzó a levantar de la mesa—. Compórtense.
—¿A dónde vas? —preguntó Lyra.
—Tengo cosas que hacer hija —le contestó.
—¿A estas horas? —era Lemy quien preguntaba—. Son las 7 de la tarde. No creo que…
—Tengo cosas importantes que hacer, hijo —se trató de calmar un poco. Este tema no es algo que quiera hablar. Era algo secreto de ella. Por eso le miró con una cara seria—. No creo que vuelva así que, Lyra, estás a cargo. Espero que nada malo suceda mientras no esté.
—Claro que no
Ambos respondieron.
En ese momento que Luna se había ido de allí, escuchando cómo su auto se encendía y se iba, Lemy vio algo que le cayó frente a él, a un costado del plato de comida suya. Ese algo le llamó la atención porque era algo que se supone que ella tendría que tener en su cuarto.
—¿Qué es eso?
—Esa pregunta te la tendría que hacer a ti, hermanito —su tono no era bueno—. ¿Por qué esto estaba en mi cuarto?
—… —lo miró nuevamente. Sí, era aquello que dejó en su cuarto cuando nadie estaba allí, como para dejarle como si fuera una especie de regalo… o algo así—. …es… un intento de regalo…
—¿Intento de regalo?
—Pensé en darte algo que gané con mi dinero… trabajo con el abuelo y con Liena… aun así, cuando quise comprar aquello… pensé que tal vez tendrían una mala opinión de mí… —en eso, hizo una pausa. Se puso a pensar si decirlo. Bah, no era nada del otro mundo de hecho. Cree honestamente hablando que es algo trivial. Aunque si tiene que ver con su hermana Lyra… todo era posible—. ¿Cómo decirlo?
—¿Me ibas a comprar algo fuera de lugar?
—¿Qué? ¡No! —exclamó rápidamente—. ¿Me crees capaz de hacer eso? —la mirada seria de ella le dejó en claro que sí, que ella pensaba que era muy capaz. Suspiraba rendido ante la mirada de su hermana mayor—. Bien, me crees capaz… ¡pero no te iba a dar nada malo!
—… ¿y en su lugar me has dado dinero?
—Es dinero que gané yo —puso su mano en su pecho—. No quería regalarte algo que no te guste y lo tengas que cambiar… por eso te doy dinero
—Somos una de las familias más ricas de este estado muy seguramente. ¿Cómo sé que no le has pedido dinero a nuestros hermanos o nuestras tías? ¿Eh? ¿Cómo te voy a creer?
—Lyra… —gruñía por debajo, ya molesto con ella—. En serio —a pesar de todo, está actuando como una persona de bien—, puedes preguntarle a Liena si quieres, al abuelo. El abuelo nunca mentirá sobre esto. No quise regalarte un vestido y…
—¿Me ibas a dar un vestido? —se sorprendió. Rompió esa cara seria suya por esa relevación de Lemy—. ¿En serio?
—… le pedí a Leni si podía hacer uno pero luego le dije que no porque, bueno, creo que valía más que gaste dinero que gané que la tía Leni hiciera uno gratis y perfecto… —se pasó la mano por detrás de la cabeza para rascarse allí, nervioso, evitando su mirada. Luego le volvió a mirar seriamente, pensando en cómo a veces sus actitudes y acciones son de un chico de esta edad y no se comporta como un hombre de 40 años… al menos mentalmente—. Por eso te di esta carta con algo de dinero…
—¿Te parece 300 dólares algo?
—Bueno… las propinas… espera, ¿300 dólares? —preguntó alarmado—. ¿No habían 600?
—¿600?
—Sí, se supone que tendrían que haber 600… ¿cómo puede faltar? —preguntó en voz alta mientras miraba la carta entonces—. ¿No puse yo entonces esos 300 restantes? ¿Cómo puede ser? Juro que…
—¿Cómo diablos, primero, ganaste tanto dinero para darme como regalo?
—Eh, me daban propinas… —nervioso contestaba—. …creo que les gusté a los clientes… creo que más de la cuenta…
Digamos que entre cocinar, también tenía que ayudar a su abuelo con el tema de ser mesero, ayudar al resto. Ya tenían suficientes pero una mano más siempre venía bien. Pero lo que le hace estar incómodo es que algunas chicas, y chicos, sobre todos chicos, le dieron propina de más con tal de hacer algunas cosas que puede decir que las hizo porque eran propuestas algo normales.
Todo se fue al diablo cuando uno le quería dar 1000 dólares si se dejaba decorar los interiores de su cuerpo, sobre todo la parte de atrás, con un hermoso, espeso y fuerte color blanco.
—¿Por tantas propinas te daban tanto? —preguntaba una vez más, curiosa.
—Sí, es por eso Lyra… —suspiraba—. Mira, te tengo que dar otros 300 dólares para que te gastes en lo que quieras. Es mi regalo… es dinero… y no es algo que puedas apreciar… aunque lo dudo que lo hagas si yo te lo regalo… pero, espero que te guste de todas formas…
—No, estoy bien con este dinero —lo tenía a mano. Le mostró esos 300 dólares a Lemy que mostró sorpresa notoria porque no quería más dinero—. No te preocupes, no me molesta para nada esto. Estoy agradecida… si tengo que decir —y estaba sorprendida porque Lemy en serio le dio dinero, algo que él adora con toda su alma—. Gracias hermano
Lyra hizo algo que este Lemy, el verdadero Lemy, nunca podría recibir en su vida, más por parte de ella.
La castaña religiosa abrazó a Lemy y le besó la frente como muestra de cariño, agradecida de verdad por ver esta muestra de cariño y por el regalo que esperando algo costoso o algo tonto y barato, él simplemente le dio dinero para que compre lo que quería sin importar que ella sí que tenía dinero porque ahorraba bastante.
El punto es que dentro de su corazón, ella realmente alabó el hecho de que hiciera esto, ya dejando de lado que Lemy era otra persona en su forma de actuar. Sigue creyendo eso por completo y nadie se lo iba a quitar pero en estos momentos, ella se dio cuenta de algo con respecto a la falta de dinero que muy seguramente, esos 300 dólares se los quedó él porque seguro los necesita.
Sí, ese Lemy lo reconoce por completo.
Este es el Lemy de siempre y no parece que no cambió… del todo.
Siguiente día
Luna volvió.
Ese algo que le surgió en la noche todavía le dejaba pensando demasiado, teniendo una mirada muy seria en su rostro y pensando detenidamente si tomar esa decisión o seguir como estaba ahora.
No sabía qué cara darle a sus hijos con respecto a este tema. Tal vez todo termine bien como también todo termine muy mal. Sus hijos son un caso muy especial y no sabe cómo van a reaccionar, sobre todo su hijo que ha demostrado ser un chico diferente por completo. Tal vez termine aceptado todo esto por cómo ve todo pero también rechazará la idea y no quiere nada de esto.
Estaba preocupada y en su propio mundo.
Sacudió su cabeza.
Pasó al baño, dándose un baño.
Se puso ropa cómoda para estar en casa ya que no necesitaría ayudar a su buena amiga. Quería ver a sus hijos ahora para saber si hicieron algo malo pero viendo que la casa estaba más que perfecta y limpia, estaba claro que en serio no pasó nada malo.
No estaban en ningún lado.
Fue al cuarto de Lemy.
—¿Hijo?
Pero no estaba allí.
El cuarto de Lemy, para otra sorpresa de ella, estaba bastante limpio. No había ropa tirada, sus cosas con las que jugaba siempre a que reparaba cosas, tampoco estaban allí. No había nada en el suelo, todo estaba limpio y ordenado, como si fuera el cuarto de su hija Lyra.
Como no lo encontró aquí, sin esperanza alguna, fue hasta el cuarto de su hija que, no solo la vio a ella al entrar al mismo en su cama sino que también encontró a Lemy.
—¿Lemy? —preguntaba ella alarmada—. ¿Por qué…?
Lemy, que al parecer estaba despierto, reaccionó ante la mirada y pregunta de su madre, mirándola como si estuviese agotado de vivir, como si estuviese cansado de estar en esta pose, estar siendo abrazado por una hermana mayor, Lyra, que parecía llorar un poco hasta dormirse y ni así poder soltarle ni tampoco poder librarse del fuerte abrazo que ella le estaba dando.
—Hola…
—¿Por qué Lyra te está abrazando de esa manera?
—… dice que volví a ser el mismo de antes —contestó—. Pero luego dijo que también quería que fuera como soy ahora, bueno o algo así… —su tono de voz no era alto y tampoco era bajo. Era muy neutro, no habiendo emoción alguna—. …pero bueno… ¿puedes ayudarme mamá? No me suelta…
—¿Por qué?
—Le dije la razón de mi regalo a ella… y desde anoche que no me soltó de su abrazo…
—Se puede notar que ahora te quiere…
—Sí… sí, ¿puedes…? —señalaba a su persona—. Creo que no tengo riñones de lo mucho que estoy aguantando… o lo que aguanté… creo que incluso necesito ropa interior nueva…
Pero Luna, muy amable como siempre, sonreía pícaramente mientras se iba alejando, dejando a Lemy estirando su brazo para alcanzar a su madre que nunca lo iba a lograr.
Se fue. Le dejó de nuevo con esta persona que no dejaba de abrazarle. Intentó separarse y lo estaba logrando solo para que al final, Lyra le termine apretando de nuevo y le abrace con más fuerza, casi que sacando sus ojos de sus cuencas.
La melancolía y recuerdos de una mujer a veces daba mucho miedo y Lincoln lo estaba viviendo en la piel de Lemy.
Más tarde ese día
Por la tarde Lemy por fin pudo librarse de Lyra.
Eso era lo único que importaba.
—¿Qué te pasa Lemy?
En estos momentos, Lemy estaba con sus hermanos. ¿Con quién? Terminó con Lyle que le intenta hacer compañía porque él, Lemy, le pidió estar un rato juntos, como para olvidar algunas cosas, sobre todo lo de Lyra que todavía siente en todo su cuerpo los brazos de su hermana mayor a su alrededor, ese abrazo que le apretaba y destrozaba los huesos.
—… creo que no quiero a mi hermana —contestó él con sinceridad.
—¿En serio? —el pelilargo mostró sorpresa—. Bueno, yo tampoco querría a Loan si fuera tú…
—Oye, espera, no hablo de ella
—Digo, Loan es nuestra hermana mayor, es una chica muy buena y todo pero… no lo sé, que esté encerrada casi siempre haciendo esas cosas que hace, me da mala espina —de hecho, ahora mismo él tenía escalofríos en todo su cuerpo—. De tan solo pensar las cosas que tiene en mente esa chica… a veces me pregunto las cosas que le pasaron para estar de esa manera.
—… alto Lyle —le detuvo. Le puso la mano en la boca—. ¿De qué hablas? ¿Ella qué tiene? —ahora estaba curioso. Lyle habló pero no le entendió nada—. ¿Qué?
Lyle le apartó la mano de su boca.
—Que tienes tu mano en mi boca y no puedo hablar
—Oh, claro, lo siento
—Bien… —se aclaró la garganta—. Loan es… rara. A veces parece buena pero luego tiene esos arranques de rareza… piensa en voz alta, habla sola, se masturba en público
—¿Cómo mierda sabes eso Lyle?
—La he visto
—… ¿y no has hecho nada?
—Sabiendo cómo es Loan, estoy seguro, muy seguro de hecho, que ella tomaba mi mano para poder masturbarse ella… y luego me violaría…
—… oye, oye, espera, es nuestra hermana… ¿no exageras un poco?
Lyle se reía de su hermano mayor.
—Vaya… al parecer eso es algo que no olvidas ¿eh? —Lemy seguía sin entender—. No importa qué haga Loan, siempre la vas a defender…
—Es mi hermana ¿no? —decía sin entender—. No recuerdo mucho —aunque miente aquí. Recuerda algunas cosas. Sabe muy bien, teniendo una idea de hecho de estos recuerdos algo bloqueados, que ha hecho algunas cosas que no debería con Loan. Era… preocupante de alguna manera. Parecía que él, Lemy, lo deseaba pero por otro lado, también parecía que lo rechazaba por completo, Lincoln siendo justamente. Su mente, su mente de adulto, bloqueaba eso por alguna razón pero Lemy, este Lemy, quería que lo recuerde por completo—, por eso no sé si realmente pasó algo o no… —ahora actuaba muy serio. Era Lincoln más que nada ahora mismo, estando preocupado por esto. Le tomó de los hombros a Lyle que estaba muy callado con este accionar de él, sobresaltándose por completo al sentir sus manos—. ¿Ella te hizo algo Lyle?
—… no.
—No quiero que me mientas Lyle —su tono era más grave y más serio que antes. Lyle se asustaba un poco y temblaba.
Ambos enfrentaban facetas nuevas de cada uno.
Lyle experimentaba la faceta seria de Lemy, una nunca antes vista. Lemy enfrentaba a un Lyle muy miedoso y muy preocupado, notando cómo el color de su piel se perdía y sus ojos perdían brillo.
—Habla
—… b-bueno… —sentía un poco de dolor por ese fuerte apretón de hombros que estaba recibiendo. Le costaba mirarle a sus ojos que parecían invadir cada parte de su alma—. …ella…
No contó mucho de hecho.
Lyle también contó algo de lo que ha estado guardando desde siempre y que ni su hermana mayor Liena sabe, nadie de hecho, incluso su madre aunque claro, teniendo en cuenta cómo llega a ser Leni, era imposible que ella preste atención a esto.
Lemy no se sorprendió.
De alguna manera esperaba una respuesta de esta manera.
Lo soltó.
—¿Lemy?
Lyle preguntó, nervioso.
Mostró que por más hombre que sea, su apariencia actual era como la de una mujer frágil y débil, mirando entonces a Lemy por el silencio que hacía y la cara muerta que tenía.
—¿Sí hermano? —contestó como si nada.
—¿Qué piensas?
—En nada —sonreía. Por acto reflejo, le abrazó. Lyle no esperaba esto para nada. Lemy tampoco esperaba hacer esto pero sintió que era lo correcto—. Quiero que sepas que como tu hermano mayor, nada malo te va a pasar… algo así no porque seguro tendré ganas de golpearte alguna que otra vez… —Lyle estaba sorprendido, luego molesto por escuchar esto, correspondiendo el abrazo mientras miraba de alguna manera a su hermano mayor—. Pero descuida, Loan no hará eso nunca más
—¿Seguro?
—¿Alguna vez no cumplí mis promesas?
—Bueno —se separó y miraba sus dedos para contar—. Aquella vez que dijiste que no ibas a fumar más o a beber y de la nada, estabas con Lupa en el patio de la casa de la tía Lucy, drogados por haber fumado mucha marihuana y porque bebieron…
—…
—O la vez que un día dijiste que no te masturbarías más y luego estabas a los 5 minutos viendo videos de esa muchacha del mundo del porno que quedó embarazada y…
—¡Ya pendejo! —y le dio un zape a Lyle que le quitó las ganas de hablar—. ¡Ya se entendió maldita sea!
—… podrías hablar antes de golpear a la gente ¿no?
—…
—…
Lemy le dio otro zape.
Al otro día, por la tarde
—¿Qué te sucede?
—¿Eh? N-no, nada, nada. Estoy… estoy bien, ¡sí! ¡Estoy bien!
—Mm… ¿de verdad?
—¡Sí! E-estoy bien hermano…
Lemy se quedó mirando a Liena.
Este día, tras haber trabajo con su abuelo ambos, decidieron caminar de nuevo a la casa de cada uno. Bueno, de hecho ambos vivían en direcciones diferentes pero Lemy, por caballero que era, acompañaría a Liena hasta su casa para luego caminar hasta la suya. El viaje sería largo, claro que sí. Pero por las dudas, acompaña a su hermana para que nada malo le pase y esto a ella, Liena, le hacía sentir algo rara, demasiado.
Le hace sentir nerviosa de hecho que él haga esto.
¿Por qué lo hace?
Sigue sin entender.
Tampoco entiende la razón mismo de ponerse tan nerviosa que le cuesta responderle a un muchacho de 13 años cuando ella está tirando ya para los 17 años de edad. No quiere parecer como Loan en este aspecto pero era algo muy imposible de aguantar.
Además, si tenemos en mente que Liena ha pensado en este muchacho por harto tiempo… es complicado para ella, demasiado.
—¿Segura que estás bien? —preguntó Lemy de nuevo notando esa cara tensa de ella.
—¡Sí! —exclamó ella mientras caminaba a su lado—. Estoy… bien…
—Oh, bien —notaba esas expresiones de ella. Digamos que él también se siente raro, no porque sienta que está caminando junto a una chica linda sino porque… está caminando junto a una chica linda siendo él un hombre mayor de edad. Era un chico de 13 años ahora pero eso no quita el hecho de que esta chica es su hija, hermana, una niña todavía… —. ¿Puedo hacerte una pregunta?
No quería pensar en esto y quería pasar a otra cosa.
—¿Sí?
—¿Era de llevarme mucho con Loan?
No hubo respuesta.
—¿Liena?
Liena se quedó callada.
Había una cosa que ella no deseaba ahora mismo que Lemy recordara y era justamente Loan.
Mordía su labio inferior de tan solo escuchar esa pregunta, apretando en secreto sus puños porque si había algo que ella ahora no quería era volver a ver a Lemy y a Loan tan juntos como antes. Antes ni le importaba que fueran tan cercanos porque sentía que era normal que dos hermanos pasen tanto tiempo juntos.
¿Ahora mismo?
Liena no quería que esto fuera así.
—No —contestó al final.
No sabía la razón de mentir de esta manera, más también ponerse así como se estaba poniendo, no siendo tan consiente de este momento que estaba teniendo.
—¿No? Pensé que lo era —dijo—. Por cómo las demás me hablaron de ella…
—Digamos que estaban juntos pero tampoco eran tan unidos…
—Oh… entonces solo éramos buenos en apariencia pero íntimamente no tanto
—En efecto
—Mm… —se puso a pensar un poco para luego asentir—. Gracias por responder Liena, eres la mejor de todas…
Liena se sonrojó un poco, dejando de lado aquel sentimiento que le hacía sentir rara, un sentimiento de perder entonces a su lindo hermanito de su lado y del cual ha visto que tienen muchas cosas en común.
Lemy era consciente de esto también.
Podía ver en la cara de Liena los celos de ella.
Sí, podía ver que ella tenía algo de celos por Loan y seguro que no le quería perder para nada porque si estaba en su lugar, tal vez haría lo mismo. No le gustaría perder a esa única persona que tendría miles de cosas en común. Sonreía porque le pareció tierno de Liena y le daban ganas de abrazarle.
—Liena
—¿Sí?
Vio que Liena, más allá de su pequeño sonrojo, de ese pequeño color carmesí en sus mejillas sobre su piel blanca como la porcelana, pudo ver también cómo volvían esos pequeños celos.
La miraba y miraba.
Iba a ir al infierno por pensar en algunas cosas no muy sanas que digamos.
Lemy le tomó de la mano a ella que no entendía nada.
—Tengo miedo de perderme —mintió tan descaradamente—. ¿Puedo sostener tu mano hermanita?
—…
—Voy a tomar eso como un sí, hermanita.
Que le dijera de esa manera no le gustaba para nada, le encantaba… y le hacía sentir demasiado diminuta. Aparte de eso, le hacía ponerse más roja que antes, todavía sin poder tener en claro cómo sentirse con este actuar de Lemuel que le hacía ponerse más roja que antes, que le revuelva el estofado de ideas de su mente en donde ahora mismo no tenía pensamientos buenos aunque eran pocos y eran mayormente cosas lindas para hacer con Lemy que le tomaba la mano.
Lemy sonreía porque le gustaba ver esta reacción de ella.
Le dejó en claro también que su relación con Loan era más seria de lo que pensaba y de alguna manera, debe verle y ver con sus propios ojos
