Capítulo 12 – Otra más…

Era… una casa algo normal.

Uno espera que una mujer rica, según contaban sus nuevas hermanas, tenga una mansión, incluso algo así como un pequeño castillo debido a tanto dinero que podía tener encima… pero en realidad, ella, tenía una casa como cualquier otro ser humano que se respete. Era… ¿curioso? Sigue sin saber cómo sentirse ante esto.

Por supuesto que había lujos por donde miraba.

Será una casa normal, pequeña para muchos, pero eso no quita que la misma tenía muchas cosas de valor que casi nadie tendría dinero algo para poder pagar, ni siquiera como para poder pagar algo tan sencillo como la mesa de la sala que ya con tan solo mirarla, en serio, era extremadamente lujosa.

—¿Qué te trae a mi hogar, Lemy?

—B-bueno tía Lori… verás…

Otra cosa muy importante.

No podía ver a Lori a sus ojos.

Quitando el hecho que ya era mayor, creció, tiene un excelente trabajo, tiene dinero, tiene todo, todavía no olvida para nada la imagen de ella siendo una de tantas que le acusó de tener mala suerte. Todas contribuyeron en esto, demasiado. Aun así, Lori no la podía ver en totalidad, más porque su miraba no era muy buena que digamos. Era como si mirara algo que le daba tremendo asco.

¿Qué habrá hecho este Lemy para que Lori le mire con tanto asco?

—Si no tienes nada para decir, te voy a pedir que te retires —con muy poca paciencia, ella ya le estaba abriendo la puerta—. Entre menos tiempo te quedes aquí, será mejor para ambos.

—¿Ambos?

—Tú no tendrás un ojo negro, yo no tendré que lidiar con tu madre —su tono, como siempre, carente de emoción alguna—. Vamos. No tengo todo el día. Tengo cosas importantes que hacer en vez de perder tiempo contigo.

—P-pero tía —aunque le diga tía, sabe muy bien que lo decía con falta de emoción y tacto alguna—. ¿Qué hice para que me trates de esta manera?

—… —ella se quedó en silencio unos momentos para luego pestañear. Lo escaneó de arriba abajo, no dejando ninguna parte sin observar—. Aunque entienda que todavía no recuerdes cosas, esto es algo que no puedo perdonarte, para nada —una vez más, le indicaba que saliera de su casa—. No te diré tampoco. Es algo que debes darte por cuenta propia. Ahora, una vez más, te voy a pedir bien esta vez que te vayas de mi casa. Si no te vas, entiende que te voy a romper la cabeza.

—… entiendo —rendido, miró con algo de pena a su antigua hermana. Le miraba… ¿con dolor? Ni siquiera podía decir algo—. Hasta luego Lori —comentaba—. Cuídate.

Vino con tal de hablar con ella, para preguntar entonces por esa chica, esa hermana suya, Loan. También, quería ver a ella, su hermana mayor… o eso era antes. Quería preguntar algunas cosas, qué era lo que sabía de Lincoln, él mismo. Quería saber cómo llegó a tener a Loan incluso, entre las preguntas de saber de cómo es que ella accedió a hacer tal cosa… y si también ella hizo esto porque quería recordarle de alguna manera.

Muchos sentimientos encontrados tenía en estos momentos cuando miraba a Lori o miraba lo que quedaba de ella. Era una mujer madura. Se notaba un poco que tenía unos kilos de más. No le importaba esto, sentía que le hacía ver más hermosa. Tener tales pensamientos le hizo sacudir su cabeza y de acto reflejo, algo que se levantaba lentamente fue golpeado, aguantado el dolor del mismo golpe para retirarse sin más, con la cabeza agachada, suspirando ante la negativa de ella.

—…

Lori le vio irse. Cerró la puerta con cierto asco.

¿Por qué le dejó entrar en primer lugar?

Notó de inmediato que el porte, el cómo caminaba, se comportaba y demás era muy diferente… aunque por cómo se expresaba ahora mismo, era la misma de siempre. Fue normal de hecho y esperado por su parte ya que nadie estaría bien cuando un muchacho como él te roba la ropa interior para poder masturbarse.

¿Le daba placer que al menos un joven desee el cuerpo que ella ahora tiene que no es muy en forma?

NO

Puede, si es que está MUY pasada de copas, admitir que alguna que otra vez piensa en esto y le hace sentirse bien porque no hay mayor placer para una mujer que sentirse desea, más cuando tienes un buen cuerpo… que aunque no viene al caso, realmente le animaba un poco a querer hacer algo.

Pero todo ese sentimiento se iba.

Había algo dentro de ella por su hermano. Es difícil de describir. Ha tenido a Loan de una manera con tal de recordar a Lincoln pero a la larga, sabe muy bien que realmente le hubiese gustado experimentar la sensación de sus cuerpos chocar y chocar. Deseaba más que nada volver a verle antes de tener ese encuentro e imaginar que estaban haciendo a Loan… pero no sería posible para nada.

¿Quién diría que con todo el dinero del mundo no puedes deshacer una orden de hace más de 20 años?

Aunque el contacto con otros hombres tal vez apagaba esa sensación de deseo, era imposible que cada vez que lo hacía, imaginaba a Lincoln y murmuraba su nombre en vez del nombre de la persona con la que estaba.

Se tomó su cabeza en estos momentos.

Su mente era un sinfín de pensamientos raros, entre tantos era matar a Lemy si se acercaba a esta casa porque seguro, muy seguro robaría algo de ella, sus bragas…

—Tengo que asegurarme que no estará trepando mi casa —comentaba ella—. Ya seguro se cae de nuevo y ahora sí me culpan que se haya caído…

Caminó entonces para asegurar de eso.

Ella no estaba al tanto que alguien miraba todo esto.

Miró como espectadora en todo momento, no ocasionando ruido alguno. Fue tan callada que cuando su madre pasó por allí, se sobresaltó pero y aun así, se escondió y no ha emitido ruido alguno, pasando desapercibida.

Sus ojos miraron en todo momento al muchacho que alguna vez llevaba banda. Como no llevaba tal banda, se notaba que había un pequeño tajo que ya había cicatrizado. Sus distorsionados ojos no dejaron de mirarle no porque realmente le parecía un niño de lo más hermoso posible o porque realmente deseaba que él entrara a su cuarto para tenerla para ella sola.

No, nada de eso.

Con sus ojos, con su mente que ya no estaba muy saludable que digamos, vio algo que nadie más había visto, algo que parecía sobresalir de él, algo como… como si viera a alguien más controlar sus movimientos y que con cada movimiento que ese algo hacía, Lemy se movía a la par, incluso la forma en la que hablaba y su voz sonaba… aunque escuchando la voz de su hermoso pequeño…

Ella vio todo.

La madera que estaba sosteniendo como soporte para mirar con cuidado, se notaba que había sido apretaba con algo de fuerza, dejando las marcas de unos dedos y unas uñas bien afiladas…

—… Lemy… mi Lemy…

Ella ya sabe lo que ha pasado y a decir verdad…

No puede creer que uno de sus tantos sueños esté pasando

En algún lugar de Royal Wood

Había una enorme inseguridad ahora mismo en ella.

Su gran amiga siempre venía a ayudarle, le daba una mano con sus problemas personales, pasaban un agradable momento juntas en lo que era una charla después de tomar un café caliente como la gente y bueno, era una gran ayuda.

Pero más que nada, no sabía si realmente sería conveniente dar este paso que cambiaría su vida por completo.

Quería recurrir a la bebida pero por su salud y por la salud de su hija, sería mejor no tocar esto para nada, incluso no quería fumar o siquiera drogarse un poco. De hacer algo así, tras prometer que nunca lo haría, devastaría a su hija que ha intervenido en todo momento, lo mismo su gran amiga.

¿Qué debería hacer?

—¿Mamá?

Su hija entonces apareció frente a ella.

No hace falta decir que había heredado ese cabello rubio suyo… aunque a veces creía que era blanco, tan blanco como la nieve misma.

Para variar, esos ojos claros… esos malditos ojos claros le recordaban todo.

—¿Sí hija? —decía con un tono lúgubre—. ¿Qué pasa?

—Estás… mal. ¿Qué ha pasado? ¿Te sientes bien? ¿Necesitas un poco de agua? —su tono preocupado retumbaba en las orejas de su madre que mostraba una cara peor—. …¿en serio te sientes bien mamá? —ella notó claramente esa cara—. …¿qué pasa?

—… es… —cerró sus ojos, tomando su largo cabello dorado. Apretó con fuerza el mismo, ya demasiado agotada mentalmente con todo esto—. … —su hija mostró una fuerte reacción. Se acercó hasta ella, casi que gritando para que no hiciera eso. Paró por eso. Miró a su hija con sus ojos demasiado apagados—. Hija… yo… —tomó algo de aire. Le costaba hablar un poco. Su hija le trajo algo de agua. Tras beber de la misma, sentía su garganta húmeda, teniendo algo de fuerza como para hablar—. …yo… creo que tengo que contarte algo…

—… ¿qué…? —cuando notó la cara de su madre, ella se sorprendió. Trató de concentrarse. Miró a su madre seria. Esa mirada… ya sabía de lo que iba a hablar. Era algo que ella había estado esperando toda su vida—. …¿hablarás de papá…?

—Sí hija, te hablaré de él… aunque… —de nuevo, otra pausa. Terminó su vaso con agua. Era esto mejor que tomar cerveza u otra bebida alcohólica—. …necesito… necesito que entiendas esto… y muy bien…

—Okey

—Pase lo que pase, debes… no debes asustarte…

—…

Con lo que su madre decía, era muy obvio que se estaba asustando.

Su padre… ¿qué era?

Alguna vez ella, su madre, habló cuando tomaba de más con esa mujer de cabello castaño. Escuchaba de su padre algunas cosas, que era un hombre… especial. No quería entrar en detalles con eso pero… ¿ahora realmente era como otra persona? ¿Era alguien peligroso?

Tragaba saliva porque este momento era lo más esperado desde sus 13 años de edad.

—… —ella cerró sus ojos. Realmente no podía decirlo sola—. …deja que haga una llamada… será mejor eso que esto…

La pequeña rubia entonces, cuando vio a su madre tomar su teléfono, por unos momentos, creyó que llamaría a su padre y así podría tener ese sueño de tener una linda familia de 3…

10 minutos después

—¡Ey! ¡Hola pequeña! ¿Extrañaste a tu tía favorita? Seguro que sí, ¿cómo no extrañarme?

—…

—¿Ni una palabra? Sí, siempre ocasiono eso en la gente, es muy normal.

—… ¿por qué la tía Luna está aquí mamá?

—… la necesito…

—Pero… ¿no necesitas a… papá para este tipo de cosas?

—Ese es el tema hija… es…

—Lina, creo que es momento que sepas la verdad que tu madre y yo hemos tratado de no decirte por tu seguridad… pero viendo cómo están las cosas tras escuchar la voz de tu madre y ver cómo se encuentra… huh, creo que de verdad debes saber la verdad de tu padre.

—… ¿es alguien malo…?

—¿Malo? Mm… bueno. Como toda persona, tiene sus momentos. Pero luego, es el hombre más bueno del mundo… un hombre que nunca supimos aprovechar…

—¿Eh?

—Lina, sobrina mía, tengo que decirte algo que en serio hará que pienses mal de mí pero más de tu madre… ¿estás segura que quiere esto?

—…

La niña entonces, ya ahora de nombre Lina, mostró muchas dudas, más que antes. Era como si le anticiparan que ahora mismo iba a escuchar las peores basuras que un ser humano podría hacer.

Tenía miedo en estos momentos.

Pero ella no se iba a dar por vencida.

Tragó saliva una vez más, casi que se podía escuchar como en varias manzanas.

Miró a su tía Luna, asintiendo.

Quería saber la verdad.

—Espero que estés preparada ahora…

Luna entonces, que se puso junto a su buena amiga de un lindo que era Samantha pero todo el mundo le decía Sam, para rodearle con su brazo y tratar de apoyarle un poco, sonriente – aunque una sonrisa muy falsa – como ninguna, mirando a Lina que estaba decidida a saber la verdad.

—Verás…

La pequeña rubia entonces escuchó esto y no dijo nada por un largo rato.

Se había levantado de la silla donde se había sentado y fue directo a su cuarto para encerrarse, subirse en la cama y mirar al techo con sus ojos bien abiertos.

—Wow…

Residencia de Luna, días después

—¿Te sorprende entonces que te odie? Es normal. ¿Sabes el dinero que se ha tenido que gastar ella porque alguien le robaba la ropa interior?

—A veces me doy tanto asco al pensar que antes hacía este tipo de cosas… Agradezco a Dios de no ser así… ahora.

—¿Sabes qué? Debo de admitirlo Lemy, yo también estoy feliz porque ahora eres… ¿nuevo? Sí, creo que sí. Tipo, un Lemy 2.0. Uno mejor.

—¿Había algo malo con mi yo anterior?

—… ¿quieres que te recuerde las cosas que hacías?

—No, no, no te preo–

—Creo que no te dije cuando tú y Lupa…

—Lyle, en serio, yo… alto. ¿Lupa y yo?

—Sí. Curiosamente estaba con ustedes. Hicieron volar los excusados de la escuela hace… bueno, meses atrás. Ambos me dejaron solos y la culpa cayó encima de mí… simplemente me dijeron que no lo haga de nuevo.

—¿Lupa y yo hicimos eso, te echamos la culpa porque te dejamos solo… y te dijeron eso nada más? Vaya… Lyle, en serio, debes contarme de cómo eres imposible de castigar

—El mejor estudiante del lugar. Eso solo.

—Mm… es raro que el mejor estudiante le hagan la tarea.

Tuviste suerte

¿Quieres ver si tengo tanta suerte ahora, pedazo de mierda?

No solo quisiera ver sino que quiero apostar contigo, hermano mayor.

Hehe… y tengo la apuesta perfecta…

15 minutos después

Para ponerles contexto, Lyle era el único que aceptó venir a casa de Lemy para pasar el rato, más porque, como hombres de esta familia de mujeres, era como algo normal estar juntos. También, digamos que Lyle estaba contento al escuchar que quería Lemy pasar tiempo con él, como hermanos, como amigos, como hombres.

Aunque él bromea con que sea una mujer, le hacía sentirse bien cuando él, Lemy, se refería a su persona como hombre. Era… un placer raro pero tampoco algo que iba a matar a alguien.

Lupa, Liby, Lacy, Liena, no podían.

Bueno, Lemy quería pasar tiempo con su hermano Lyle. Quería conocerle más. Además, él le contó algunas cosas de su pasado que no recordaba para nada… y la verdad es que en serio a veces sentía mucha pena.

Si realmente conociera a este chico siendo él, siendo Lincoln, sin saber que es su hijo, sin importar nada, lo mataría.

Siempre es bueno pasar tiempo con tu hermano, ahora creía él. El placer de tener un hermano en una familia de mujeres… era lo mejor que le habrá pasado tras haberse convertido en este muchacho… pervertido.

Él tenía una sonrisa enorme en su rostro a lo que Lyle, en estos momentos, estaba rojo de la ira pero mayormente rojo de la vergüenza que había pasado tras haber perdido una apuesta con Lemy que no podía creer que haya apostado eso y encima perdido por completo, creyendo que no sabría nada de nada por más que le haga preguntas de años superiores y por lejos.

—Se siente bien… ¿no?

—… te odio…

En lo que estos dos parecían sonreír (Lemy) y el otro maldecir (Lyle), justo pasaba Lyra, alguien que decidió quedarse en la casa con tal de cuidar a ambos.

Lyra, quien había salido de su cuarto tras haber practicado con sus instrumentos, notó la cara de Lyle y no pudo evitar alzar una ceja.

—¿De nuevo Lemy te tocó el trasero para ver si lo tenías como una mujer?

—¡NO!

Lemy miró a su hermana mayor por hacer tal pregunta a lo que ella también le devolvió la mirada, ambos con sus rostros serios o rostros neutros, sin expresión alguna.

Tras lo sucedido aquel día, se podía notar que ahora ellos se llevaban un tanto mejor. Se odiaban un poco menos. No era como Lupa que con ella, pese al enorme odio entre ellos, se querían y no dudarían en abrazarse. Aquí, aunque realmente haya un tanto de amor entre hermanos, no se abrazarían para nada… a menos que Lyra tuviera ese episodio de la otra vez y no le deje librarse para nada, cosa que de imaginar eso, temblaba.

Pero ahora se llevaban mejor, sí. No tanto pero, había progreso.

Además, Lyra de a poco comenzaba a ver con buenos ojos a Lemy y sentía que este Lemy es el hermano que alguna vez fue en el pasado.

Salió de su cuarto tras practicar tan solo para preguntarle si quiere practicar de nuevo con el violín que alguna vez él dijo que quería usar y ser como ella, un recuerdo tan hermoso que nunca olvidará.

Pero viendo la situación de ahora, conociendo a su hermano, al antiguo porque este de ahora no tanto, sabía que él hizo eso de nuevo de tocar a Lyle.

—¿En serio hiciste eso Lemy?

—Nunca tocaría a ninguno de mis hermanos —respondió él con sinceridad—. Sería un mal hermano, ¿no crees?

—¿Qué hay de Loan?

—¿Qué?

—Lyle no dijo nada —al instante le tapó la boca—. Está molesto porque perdió una apuesta conmigo e inventa cosas —le miró de reojo—. Más te vale no decir nada

—…

No pasó nada malo, no. Solamente Lyle perdió una apuesta y bueno, está apenado. Cumplió con su parte, ahora no hay nada que se pueda hacer.

—¿En serio Lemy no le has hecho nada? —Lyra no iba a dejar esto para nada—. No quiero enterarme luego que…

—No me hizo nada —con tales palabras de parte de Lyle, fue claro que Lyra bajó su guardia ante su nuevo hermano. Claro, todavía pensaba lo peor—. Me enseñó algunas cosas

—¿Él?

—No es tan tonto como crees, Lyra —de reojo notaba que Lemy en serio tenía un tic nervioso en su ojo—. Es listo. No diré más.

La conversación iba a alargarse pero no se pudo. La puerta de la entrada se estaba abriendo a lo que estos tres de la nada bajaron lentamente, preparados para lo peor pero realmente pensaron algo que no iba a suceder nunca. Era su madre, la tía de Lyle, entrando como si nada con una sonrisa rara… una sonrisa como si fueran de esas que esperas a que salga lo que salga.

Lyra, Lemy y Lyle se miraron entre ellos porque no entendían esto entonces de Luna hasta que, tras unos momentos, los tres vieron dos cabelleras rubias que hacían acto de presencia.

—¿Quiénes serán? —preguntó Lyle

—Una es Sam, una… una amiga de mamá… —decía Lyra mientras susurraba a Lyle con tanta sorpresa como ella—. …la niña… no tengo idea de quién es… ¿Lemy?

Cuando Lyra miró a Lemy, al igual que Lyle, notaron algo muy extraño.

Las venas, incluso arterias, estaban que iban a explotar en el cuerpo de Lemy porque se notaban a simple vista. Es más, era preocupante que alguien como él estuviera de esa manera. No era saludable para nada, no, no lo era. Podía hasta morir si explotaban.

El odio enorme que había dentro de sus ojos y en todo su cuerpo era tan grande por volver a ver a esa mujer que no había forma de describir tal odio que tenía en estos momentos.

Era anormal para ambos de sus hermanos ver esto.

—Chicos…

Luna estaba sorprendida de ver en estos días a Lyle.

Bueno, ella decidió contar esto de todas formas a sus dos hijos. Que esté Lyle hacía las cosas un tanto más complicadas porque no quería que dijera nada ya que esto es algo que nadie debe saber… y sabe lo que tiene que hacer para que este muchacho guarde el secreto… aunque eso es mejor que nadie lo sepa de momento.

Luna tragó saliva y miraba a los tres entonces, tomando de los hombros a Lina que más allá del miedo que tenía, las expectativas que tenía de conocer a estos chicos era enorme.

—Chicos… esta niña de aquí, tiene 13 años de edad… se llama Lina… y… —en eso, también acercó a Sam a su lado que se notaba que estaba un tanto mejor a su deplorable imagen de hace unos días. Ella solamente miraba todavía con cierta pena pero también notó la mirada de odio de ese muchacho que le sorprendía un poco—. …esta chica… es la madre de Lina…

—¿Qué tiene de raro entonces? —preguntó Lyra—. Es igual a ella ¿no?

—… y es hija de su padre chicos, de Lincoln

Fue algo impactante pero más aún para Lemy.

No, no Lemy sino Lincoln.

¿Por qué?

Porque cuando escuchó esto, no dudó en tomar algo cercano a él y lo lanzó contra la rubia mayor que de la nada, no supo que algo le había golpeado.