Capítulo 16 - ¡(NO) eres una puta! – Parte 3

Estaba callado en todo momento.

Veía como sus dos tías, Lori y Lola, parecían mirar el plato de comida que había frente a ellas con enormes dudas, caras de personas que parecen que nunca vieron tal plato en su vida – cosa que recuerda haber hecho esto ya cuando era él – y que no comerían a menos que estuvieran muriéndose de hambre.

Como debe ser, tuvo que hacer la cena. Era la parte del "trato" que hizo con su tía Lori por si quería quedarse en esta casa y no volver a la suya. No le importaba de hecho. Haría esto y más con tal de que su disque madre no le haga nada. Inconscientemente se tocaba su boca, rozaba sus dientes más que nada porque sentía que se le iban a caer de nuevo.

—¿Qué mierda…?

Ahí fue cuando, tras tocar sus dientes, se dio cuenta de algo.

—Mm, se ve bien —comentó Lola mientras miraba de reojo a Lemy que estaba un poco sorprendido por eso que había descubierto—. No digo que se vea genial pero parece que es comestible. Parece un poco las comidas de papá.

—¿De verdad sabes cocinar Lemy? —Lori no veía ya con buenos ojos esta comida. La tocaba con su tenedor y la movía un poco. No parecía muy sano que digamos—. Lemy. Oye, te estoy hablando —miró de nuevo al mismo y esta vez decidió pincharle la cara con su tenedor. Con eso, él reaccionó, mirándole mal por supuesto—. Recuerda que cuando un adulto te habla, tienes que responder. ¿Entendiste? —él sin entender, asintió—. Sigue así y te voy a echar.

—Perdón… —seguía impactado todavía por eso de sus dientes. Sacudió su cabeza. Había otras cosas para preocuparse ahora mismo—. ¿Qué habías preguntado?

—¿Sabes cocinar?

—Sí tía, sé cocinar. Por eso el abuelo me deja trabajar con él junto a Liena.

—Mm, bien, bien. ¿Qué es esto?

—… —vio que ella le mostraba su plato. Vio simplemente comida allí. No veía otra cosa. Tal vez, solo tal vez, si viera la cara de asco que ella hacía, realmente se daría cuenta que no le gustaba para nada lo que veía—. Comida

—Oh, sí, claro, comida. ¿Te parece gracioso Lemy?

—¿Qué? —no entendía—. Me pediste que hiciera la cena. No había mucho en la cocina que digamos para hacer un banquete. ¿Qué diablos esperas si no tienes nada? —se cruzaba de brazos—. ¡Deberías de estar feliz que te están cocinando!

—¡Vigila tu tono Lemuel! —Lola y una callada Loan miraron cómo ella golpeaba la mesa con su palma, señalando con la otra mano al muchacho—. Recuerda la razón por la cual estás en esta casa, MI CASA Lemuel. No me hagas…

—Ya, ya, no te preocupes —se levantó de la mesa, ya dándole igual todo—. Tomaré mis cosas y me iré. Veo que no te interesa lo que me pase ¿no? —se iba a ir pero al final, se plantó. Miró a Lori que parecía que las venas le iban a explotar. La señaló—. Lo mismo pasó con Lincoln ¿no es así?

Lori se detuvo por completo y se quedó congelada.

Lola, que estaba comiendo en silencio y en secreto haría lo mismo que su hija dijo acerca de las habilidades culinarias de Lemy, frenó en seco también. Levantó su vista y observó por completo a su sobrino que había dicho tales palabras. Alzaba sus cejas con sorpresa. Miró a su hermana mayor que estaba completamente anonadada. Su cara era para sacar una foto, varias de hecho.

—¿Eh? Oh, sí, seguro que sí. Pobre de tu hermano, pobre de mi padre, revolcándose en su tumba porque su hermana mayor le trata igual que a su sobrino, su hijo —decía con tono de dolor y sufrimiento, fingidos claro—. La historia se repite conmigo ahora, sufriendo el destino de que mi madre me golpeé hasta matarme porque no le gusta que insulten a la puta de la mujer que logró que mi padre se muera

—¿Qué?

—Pero no importa, ¿no te parece tía Lori? —Lemy sonreía.

La sonrisa esa… hizo que Lori se dé cuenta de esos dientes que él tenía, dientes que solamente tendrían tanto Luan como Liby… y Lincoln. Ya era eso demasiado evidente. Lo peor es que también, al verle sonreír de esa manera burlona, aparte de recordar a Luan, por acto reflejo, sintió que vio a Lincoln por unas milésimas de segundos para luego volver a ver a Lemuel que estaba enojado pese a su sonrisa que hacía.

—No, no parece. Voy a recoger mis cosas y me iré —comentó mientras se daba vuelta—. Pensé que sería buena idea quedarme contigo pero terminaré como mi padre.

Se fue como si nada, como si no importase nada de nada lo que había dicho. Aun así, dentro de él, estaba seguro que lo que dijo fue algo por acto reflejo. Él no haría tales cosas. No, es capaz de hacerlo pero no de esta manera. Es más controlado con sus emociones pero desde que tiene este cuerpo, ya no puede comportarse como él quiere. Le cuesta hacer algunas cosas.

Las tres rubias se quedaron en silencio.

Iré a buscarlo —comentó Loan levantándose de la mesa. Se podía notar que su plato ya estaba vacío por completo. Se había comido todo y en silencio había disfrutado de una de las mejores cenas que podría haber deseado—. No te preocupes madre, haré que Lemy entienda que lo que hizo está mal y…

—Tan solo ve y dile que venga —le respondió haciéndole señas con su mano para que se retire, lo cual ella hizo esto. Se sentó en su asiento, mirando la comida de Lemy una vez más—. …lo voy a matar…

—Tienes que probar su comida —habló entonces Lola que ahora seguía comiendo como si nada.

—¿Por qué?

—Es buena, deberías de hacerlo —ella estaba ahora tan calmada. Era como si esto fuera algo de todos los días—. Te sorprenderías.

—… —hizo caso a Lola. Tomó su tenedor y le dio un bocado. Tras degustarle, estaba bueno, sí. Pero no encontraba para nada que fuera algo del otro mundo—. …¿qué tiene esto? —preguntó ahora viéndole—. Parece que te ha encantado, ¿por qué?

—¿No sabes?

—¿?

—Es y sabe exactamente igual al que hacía Lincoln —comentó mirando el plato de comida.

Lori se quedó otra vez sin habla.

¿Era algo que Lincoln había hecho? ¿Cómo ella no sabe de esto? Ha comido, en su momento, algo de lo que él había hecho pero nunca le prestaba atención alguna. Además, siempre creía que era comida de su padre por las apariencias que tenían las mismas…

¿Realmente esto es algo que Lincoln había hecho o que haría él en esta situación?

—¿Sabes? —Lola habló de nuevo. Estaba algo melancólica por ver este plato y degustar el mismo sabor de hace tantos años—. Lincoln hizo esto una vez. Antes de que compartiéramos cuarto Lori, Lana y yo nos enfermamos. Él… decidió hacernos algo. No le importaba enfermarse con tal de que estemos las dos con algo de comida… y nos hizo esto… —el recuerdo aquel golpeaba la mente de ella lo que generaba que ahora estuviese peor que antes. Se notaba la lágrima que caía de unos de sus ojos. Movía su cabeza. Luego miró a Lori—. Lo extraño…

—… —hizo una pausa y miró triste a su hermana—. …creo que todas lo extrañamos Lola…

—…

Lori se paró para ir junto a ella. La terminó abrazando. No quiere que se ponga mal. No puede, tampoco, ella tampoco sentirse bien ahora al pensar que había menospreciado una comida con tal significado. Palmeaba la espalda de Lola mientras escuchaba que ella seguía llorando y llorando, pidiendo y deseando poder volver a ver a Lincoln.

Sabe que eso nunca sucederá.

Cuarto de Loan

Antes y después, pasaba lo mismo.

Cuando Loan llevó a Lemy a su cuarto para mostrarle un poco sus cosas, además de también el cuarto que él tendría para dormir si es que se quedaba, ella solo dijo palabras claves y luego no habló más. Se lo quedaba mirando en todo momento, observando en silencio cual cazador a su presa, lista para atacar y clavar sus dientes en él.

Ella sabía muy bien que Lemy tenía algo dentro de él.

No en ese sentido sino algo más… raro.

Ella lo miraba y trataba de ignorar por completo esa imagen traslúcida que tenía a un costado de un hombre adulto y de cabello blanco. Trataba de hacerlo pero era casi imposible. La imagen esa que veía a su costado era ni más ni menos su padre. ¿Cómo es que está ahí? ¿Cómo es posible que todo movimiento que haga Lemuel él también lo hacía? ¿Cómo eso era posible?

Los ojos distorsionados de Loan nunca pararon de mirarle. Más por eso pero también porque cuando Lemy intentó tomar algo, lo que era una especie de libro que ella tenía en su cuarto y además del cuarto de invitados que casi nunca se usa pero se dejan algunas cosas, se detuvo por completo. No importaba qué tanto hiciera, ese brazo no parecía querer moverse para tomar ese dichoso libro. Era como si alguien le detuviese por completo.

Sabía de estas cosas, lo sabía completamente.

Ha visto y ha leído este tipo de cosas en internet. Ella está muy al tanto de todo esto, demasiado. Además de eso, ella apretaba con todas sus fuerzas sus piernas de tan solo pensar que esto, uno de sus mayores sueños posibles, se había hecho posible, apretando sus labios y temblando de la emoción que sentía ahora mismo.

—¿Qué hago en tu cuarto? —preguntó entonces Lemuel sin entender mucho—. Pensé que estaba en ese cuarto que me mostraste…

Tenemos que hablar —dijo ella. Más allá de ser a veces un poco… ¿sucia? Podía hablar como la gente. Tosió para acomodar su voz un poco.

—¿Hablar? ¿De qué? —preguntaba—. No hay nada para hablar. Tu madre dejó en claro que…

¿Lincoln?

—… —él se detuvo por completo. Por unos instantes miró con sorpresa a Loan pero también sintió algo de miedo. Miedo por el simple hecho de que ella supiera algo. Eso sería normal en caso de que alguna vez le haya visto en su vida pero nunca lo hizo. Aun así, le dio un poco de miedo que se refiera a él con ese nombre. Se aclaró la garganta—. …es mi segundo nombre, sí —decía mientras actuaba lo más normal posible—. Aunque nadie se refiere a mí con ese nombre…

—… eres Lincoln —dijo ella nuevamente, seria esta vez. Bueno, seria no tanto. Lemy notaba un poco de incomodidad al ver sus ojos, lo cual es muy normal—. Lo eres, sí. Lo sé —ella ahora sonreía enormemente—. Eres mi papá…

—Wow, wow —decía retrocediendo. Para colmo, ella se acercaba a él—. Creo que te equivocas mucho

¿En serio? Mm, no creo. Puedo ver cosas que los demás no. Mucha gente me dice loca porque antes creía que podía ver cosas que nadie podía ver. Fue feo, demasiado. Que la gente me diga que estoy loca, que soy una sucia pervertida asquerosa que violaría a todo pequeño posible porque ni la gente adulta me quiere violar por lo sucia que soy, es feo, demasiado —Lemy, por si fuera poco, miró de reojo al lector, no Lemy sino Lincoln, esperando que esto que ella decía ahora mismo sea mentira y le guste bromear de esta manera—. Pero nunca me importó todo eso que me decían —cada palabra, era un paso para acercarse a Lemy o eso cree ella que es porque lo que ve ahora no es a Lemy sino a Lincoln—. ¿Sabes la razón? —él negó—. No, obvio que no. Nadie quiere a Laon. ¿Qué importa lo que piense una sucia pervertida como yo? Claro, eras el único que le importaba… solamente porque te daba lo que nadie quería darte… y tal vez yo me sentía vacía porque no tenía ese hueco que un padre podría llenar… —en eso, se fue la seriedad porque ella misma soltó una carcajada con eso que había dicho. Lo malpensó por completo. Luego recordó dónde estaba y tosió un poco. Acomodó su voz una vez más. Ya tenía arrinconado a Lemy por completo y esto, la prendía—. Pero… pero… —ya no había forma que Lemy se escape. Él mostró una expresión confundida y con algo de miedo al ver de cerca esa cara—. Por fin tengo ese algo que me faltaba… ¿puedes adivinar?

—… no…

Hehe… —pasó su mano por su cara. La cara de Lemy se sentía muy diferente ahora mismo, tanto que ya no parecía ser él. Podía ver ese diente como el de Liby y esa nariz tan distinta. Pasó su mano por incluso su cabello y vio un poco de blanco entre tanto marrón. Era obvio. Ella ya sabe quién es. No hace falta ni ver tampoco esa imagen de adulto a su costado de él. Por fin lo tenía y tenía entonces su mayor fantasía a punto de cumplirse—. ...por fin te tengo, papi…

Lemy, ya sintiendo que había sido descubierto, no le quedó otra cosa que tener que hacer eso.

Siguiente día, residencia de Luna

Siempre se preguntaba cuál era la diferencia de despertar junto a tu persona que tanto amas después del sexo y después de dormir juntos y abrazados.

Hoy fue uno de esos días.

Tenía a Sam a su lado, durmiendo como si fuera un pequeño gato, acurrucada en su pecho. Despertaba ella, no Sam sino ella misma, y ver esto fue de lo más lindo que había visto en su vida. Miraba al techo con tanto orgullo que no había forma alguna de describir esta sensación tan hermosa.

Se iba a convertir en una mejor sensación cuando ella despierte y le diga que tiene ganas de comer un poco de molleja y ahí, será la mejor mañana de todas.

—… —ella le dio un beso en la cabeza. Era como en serio tener un gato que se movía encima de ella—. Siempre tan hermosa Sam…

—… —la misma gimoteó por completo al ser besada y acariciada un poco por ella. Lentamente, por esto, se iba despertando—. ¿Qué pasa? —dijo muy dormida.

—Hola hermosa —decía Luna—. Buenos días.

—Ah… —se iba sentando en la cama, separándose de Luna. Ella no le importaba porque admiraba por completo esa belleza que tenía al frente—. Buenos días Luna —se refregaba sus ojos—. …¿Qué hora es?

—Es hora de desayunar —decía ella con una pícara sonrisa—. Es hora de mi desayuno…

—… —ella no pudo hacer mucho. Aun así, apartó un poco a Luna que se le tiró encima para empezar a comerle. Ya con unos segundos, sintió no solo su nuca siendo lamida sino algo que entraba allí abajo—. Luna, no…

—¿No?

—No… perdona… —dijo ella muy apenada—. Yo… yo creo que no puedo…

Sam se apartó lo más que pudo. Ella entonces se levantó de la cama con tal de ir al baño. No podía estar aquí, no ahora claro. Tanto había en su cabeza en estos momentos que no podía siquiera comentar lo que le sucedía. Solamente fue al baño.

Luna vio esto.

Era la primera vez, que recuerde, que Sam le niega un poco de amor. Siempre ella aceptaba por completo. Habían algunas dudas antes pero luego terminan cediendo y molestaban a los pobres vecinos que siempre querían pasar una relajada tarde con su familia siendo una tarde de gemidos y teniendo que usar algo para tapar las orejas de sus hijos y así no tienen que preguntar qué diablos está sucediendo.

—¿Sam?

—¿Sí?

—… —la miró por unos segundos. En su mente, algo vino—. ¿Puedo preguntarte por lo que te dijo Lemy?

—¿Eh? —ella se sorprendió un poco—. ¿Por qué?

—Curiosidad —dijo sin más. No había interés alguno de hecho aunque en esto, ella sabía mentir muy bien porque en el fondo, le importa demasiado Lincoln—. Quiero saber si lo que dijo Lemy es cierto

—… —ella mostró dudas. Miraba para varios lados. Estaba de espalda por lo que no podía ver si Luna le miraba o no pero sentía que le miraba. También estaba feliz porque ella no podía ver su rostro en estos momentos—. Bueno… él…

—Mejor dilo después —contestó rápidamente—. Ve al baño y has lo que tengas que hacer. Yo me levantaré y haré el desayuno para todos —comentaba—. Recuerda bajar y no olvides de cepillarte bien los dientes…

—E-entendido…

Sam mordía su labio.

No quería contar nada de nada sobre este tema.

Era mejor si todo se olvidaba pero desde que ese muchacho terminó contando aquello, sus lindos planes se habían ido al diablo por completo. Ya no podía hacer lo que originalmente pensaba hacer con Luna por culpa de ese mocoso. Apretaba un poco sus puños de hecho.

Cerró sus ojos por unos instantes y luego los abrió para proseguir con esto.

Debe aguantar un poco más.

Planta baja

Cuando Luna bajó, todavía Sam en el baño, no encontró a su hija ni a Lina.

La misma, por cuestiones de momento, la hizo dormir en el cuarto de su hijo. Él no estaba y estaba muy segura que no iba a volver porque sabe lo que le espera.

Aun así, ella misma reconoce ahora, al estar en frío, que lo que hizo está muy mal. Se dejó llevar demasiado por el momento. El hecho de que al fin encuentre a alguien luego de Lincoln, cosa que sus hermanas no parecen hacer, fue un enorme placer. No quiere perder la única chance de su vida en ser amada por alguien que no le va a juzgar por lo que hizo con los restos de su hermano que Lisa mantuvo para que todas terminen siendo fecundadas artificialmente por él.

A veces deseaba pedir disculpas y poder tenerle al frente no para hacerle el amor, ni para besarlo, para nada de esas cosas.

Solamente quería abrazarle y volver a escuchar que es la mejor hermana de todas… aunque eso ya no podrá ser, nunca más.

Si alguien hubiese visto, alguien ajeno a todo esto, el mismo Lincoln incluso, le habría hecho algo para detenerle. Ella no es así para nada, nunca lo fue.

Sus emociones golpeaba la puerta y ella los dejaba pasar. No debe actuar así… pero la mera idea de perder por esos comentarios que hizo Lemy a la única persona que le puede amar después de todas las mierdas, le hacía doler.

Pero debe ella entender que escuchar también de Lincoln…

—Voy a llamarlo —decía ella mientras tenía su teléfono en mano. Marcó el número de su hijo y llevó su teléfono a su oreja—. Vamos hijo… —escuchaba el sonido que hace siempre el teléfono para cuando llamas a alguien—. Vamos Lemuel…

Hola

—¡Ey! ¡Hijo! Escucha…

Hola… es lo que diría si hubiese atendido el teléfono. Jaja, ¿esperabas que te atendiera? Ve a molestar a alguien más, zorra.

Luna miró su teléfono por unos instantes. No puede creer lo que estaba viendo y escuchando.

Tras el sonido, recuerde dejar un mensaje…

Colgó.

Se tomaba la cara en estos momentos.

Le iba a pedir disculpas por la paliza que le dio ayer.

Le iba a dar una nueva paliza por esto que estaba escuchando en estos momentos.

En algún lugar de Royal Wood

Actuó rápido.

No quería perder tiempo con todo esto.

Había miles de cosas que hacer en su trabajo, además de tener que ayudar a dos de sus hermanas al mismo tiempo, cosa que ella misma se odia por hacer esto. Podría en estos momentos estar relajada en su casa, pasar tiempo con su hija que no para todavía de decir que está muy feliz porque su hermano le reconoce como la mejor hermana de todas, cosa que sería poco tiempo porque ella misma dijo que iría a buscarle para pasar el rato y demostrar la razón de ser la hermana que él considera la mejor.

Toda la noche estuvo entre hospital y hospital.

Al parecer nadie sabía de la persona que buscaba pero, la curiosidad a veces es enorme, al momento de sacar su arma y dejar en claro en qué trabaja, nadie pudo negarle la información eu buscaba y pedía.

Es como algo mágico apuntarle a la gente con un arma y disparar al techo cuando no te dan las respuestas que buscas.

Pero después de horas y horas y no dormir por toda la maldita noche, tener que buscar por cuenta propia porque según averiguó, buscar algo relacionado con esta persona es sinónimo de meterte en muchos problemas. Nunca le prestó atención a esto. Sabe muy bien que con una advertencia de esta magnitud, nunca harías algo malo para querer saber a qué se refiere. Pero cuando supo por Lisa que esta persona era él, quiso meterse tales advertencias por atrás y saber de él.

No pudo saber nada. Solamente lo que Lisa le contó y eso que fue con algo de suerte.

Ella sonreía al tener que darse cuenta que dijo en su mente tal palabra.

Suerte.

¿Existe?

Para como viene la cosa, existe.

Ella tiene mala suerte ahora mismo.

No por todo esto que se dio por ella, no.

Sino porque encontró a Lincoln.

Lo encontró luego de tanto.

Sonreía…

Pero su sonrisa venía con algo más.

Entre que sonreía y estaba feliz por volver a encontrarle de nuevo, también vio algo que no debía haber visto y no, para nada de eso, vio algo de él que nunca hubiese esperado por completo.

¿Lynn? —del otro lado del bicho que tenía en su oreja, era Lisa que hablaba—. ¿Lynn? ¿Qué pasa? Te has callado de repente. ¿Qué sucede? ¿Lo has encontrado?

—…

¿Lynn?

—No está

¿Qué?

—No está aquí

N-no… espera. Pero la información dice que está ahí… ¿cómo que no está?

—No está Lisa, no está. No hay más rastros de él, acéptalo por completo.

—…

—Lo siento Lisa. Yo tampoco puedo hacer mucho. No hay forma de seguir buscando de él, siquiera si el día de mañana me convierto en la ciudadana y me dan la llave incluso, no puedo saber de él, nadie… perdona hermana…

—… gracias por buscarlo de todas formas…

—Siempre haré lo que sea con tal de ayudar y buscar cosas sobre él.

Lynn no dejó para nada que Lisa termine de decir algo que se sacó ese bicho de la oreja y lo destrozó por completo.

Ahora mismo le daba igual su hermana.

Se arrodillo por completo. La zona que le rodeaba era enormemente lúgubre, algo que le recuerda a su hermana Lucy. Este lugar era un lugar perfecto para ella. Sentía que ella aparecería en cualquier momento lo que no es muy alejado de la realidad ya que ella hace siempre eso, incluso de joven y de niña, ahora de adulta, lo hace.

De nuevo, sonreía y lloraba mientras estiraba su mano y acariciaba eso que tenía su nombre.

—… Lincoln… —murmuraba entre sollozos para luego comenzar a romperse en llanto—. …por fin… por fin te encuentro… lo siento mucho hermano… lo siento mucho…

Abrazó entonces la lápida de Lincoln mientras sus llantos y quejidos hacían más oscura y deprimente el cementerio.