Después de siete mil millones de años, la humanidad estaba al borde de la extinción.
¿Fue por un meteorito? ¿Otra era glaciar? ¿Una guerra nuclear?
Pues no. Aunque parezca una mentira de muy mal gusto, la raza estaba a nada de su destrucción por la mera decisión caprichosa de sus mismísimos creadores...
Los dioses.
¿Por qué esas divinas entidades habrán decidido tal atroz destino para esa relativamente longeva especie? Bueno, los motivos eran diversos entre ellos.
Cada mil años, se realizaba una votación entre todos los dioses para decidir el destino de la humanidad, y si bien, en ese lapso de siete mil millones de años estos le habían dado el visto bueno a la humanidad... esta vez era diferente.
La sala era inmensa, al rededor de esta, habían varias mesas hechas de roca, dónde se ubicaban un número incontable de dioses, algunos miraban con desinterés, otros simplemente se limitaban a mirar abajo al centro, dónde estaba una pequeña figura de apariencia arrugada, pequeña, delgada, con una barba que le llegaba al pecho y un gran mechón en el centro de su cabeza sentada en un trono de piedra, con un pequeño martillo de madera a mano.
Zeus. El padre de gran parte de los dioses se estaba rascando ligeramente su barba blanca con su mano libre, pensando bien en sus palabras.
—Bien... —Dijo con una voz temblorosa. — Como ya todos saben, inicia la votación para decidir el destino de la humanidad —Levantó la vista hacia el resto de dioses. —. ¿Alguien tiene algo que decir al respecto?
Shiva, Dios indio que tenía un gran cuerpo de piel morada, pelo castaño hasta la nuca, y lo que más resaltaba en él, sus musculosos cuatro brazos, había levantado una de sus manos con la mirada tranquila.
—Si puedo dar mi opinión, deberían apresurarse en purgarlos a todos —Dijo cok tanta tranquilidad, como si quisiera acabar con la votación rápido así poder irse a hacer otras cosas. —. Por lo que he visto en estos años, no solo no han cambiado, sino que empeoraron bastante, ¿Ya vieron la enorme contaminación?
Zeus asintió levemente. Miró al hombre de cabello largo y negro, algo arrugado y de apariencia intimidante con ropas negras. Odin solamente estaba mirando mientras levantaba el cártel con una cruz roja. Había votado por la extinción de la humanidad. El anciano miró a varias direcciones, y todos a excepción de un musculoso pelirrojo habían votado lo mismo, incluyendo varios dioses que originalmente solían votar positivamente, como la voluptuosa y rubia Afrodita, la cual con desgana levantaba el cartel de exterminio. Thor hacía lo mismo. Intentó mirar hacia varios lados, y Poseidón no había hecho aparición, pero aún así, uno ya podía suponer cuál sería su voto. Volvió a asentir, mientras levantaba el martillo levemente para poder golpearlo contra la mesa a su lado.
—Entiendo... —Comenzó a bajar su martillo. — Si ese es el caso, entonces...
—¡Espere!
Todos los dioses voltearon arriba, dónde se veía a una figura alta, delgada, con apariencia femenina que llevaba una armadura de color blanco y un cabello azul oscuro que le llegaba a la cintura.
—Valquiria Brunhild... —La llamó Zeus, aún cuando seguía con su voz temblorosa, se podía notar algo de molestia por la interrupción de la mujer.
Brunhild tragó saliva, esperando que cualquier castigo que pueda llegar a recibir no fuera uno muy severo.
—Les pido de antemano una disculpa, Dioses, pero no puedo evitar guardarme esto: Entiendo que los seres humanos llegaron a tener varios defectos que tranquilamente podrían solucionar en poco tiempo... —Sonrió algo nerviosa. — ¿Pero no creen que simplemente acabar así como así su existencia no es un poco aburrido? ¿No les parece una mejor idea ponerlos a prueba recurriendo a su gran amabilidad?
Shiva levantó una ceja mientras se ponía de pie para ver mejor a la Valquiria.
—¿Y entonces que propones? —Se cruzó de brazos, poniendo en duda las palabras de Brunhild. —. ¿Inundar la tierra otra vez? ¿O te parece mejor una era glaciar?
—No... exactamente —Respondió la mayor de las Valquirias, sacando detrás de si un pequeño libro de tapa dura.
Zeus lo reconoció al instante, inclinándose un poco adelante de su trono.
—¿La constitución del Valhalla? ¿Qué piensas proponer, Brunhild?
—¿No es obvio, mi señor? —Abrió la constitución, ojeando las páginas hasta llegar a la parte en la que quería. —. Artículo 62, párrafo quince: Enfrentamiento entre humanos y dioses, siete batallas, quien logre tener cuatro victorias, será el ganador. En caso de que los dioses ganen, el destino de la humanidad sería decidido, pero si el otro bando gana... —Cerró de golpe el libro, mirando directamente a Zeus. — Se le permitirá vivir otros mil años más. En otras palabras, mi señor... Propongo la batalla decisiva entre Humanos y Dioses: El Ragnarok.
Ante las palabras de la hermana mayor de las Valquirias, los dioses quedaron sin habla. Se había escabullido en medio de la votación y había hablando insolentemente como si nada a Zeus, y para colmo, les prepuso algo tan absurdo como lo era el Ragnarok, como si un humano realmente fuera a poder derrotar a un Dios, cuando en realidad, esa cláusula se había puesto en broma. Zeus solo se limitó a rascar su barba, pensativo, mientras que algunos como Shiva o Afrodita se limitaban a contener su risa. Thor y Odin estaban sin palabras, no por sorpresa, sino porque creían que era una de las estupideces de Brunhild que tranquilamente quedarían en el olvido, mientras que Hércules, siendo de los pocos que estaba a favor de la supervivencia de la humanidad, estaba sonriente al ver que alguien se había opuesto ante la decisión de la mayoría de dioses. Brunhild solo se impacientó al no recibir una respuesta, acto seguido, sonrió arrogantemente ante Zeus.
—O será que... ¿No quieren combatir a los seres humanos por miedo a estos?
Nuevamente habían quedado en silencio... Al menos era así, hasta que la gran mayoría comenzó a reír descontroladamente ante el disparate de Brunhild. Luego las risas se transformaron en miradas de ira y desprecio hacía la Valquiria, la cual había sonreído aún más, estando tranquila y ya sin nervios. Lo sabía perfectamente, los dioses eran demasiado caprichosos y más fáciles de hacer enojar a los humanos. Volvió a fijar su vista en Zeus, el cual no había cambiado su expresión pensativa, hasta ahora.
—Claro, no hay problema. —Dijo sin más.
Los dioses voltearon sorprendidos al ver a Zeus aceptando de tan buena gana, Thor y Odin habían levantado una ceja, Afrodita al igual que el resto de dioses miraba con sopresa. Y finalmente, Shiva volvió a levantarse molesto.
—¿Es una broma, anciano? —Cuestionó el Dios Indio. — Esa cláusula fue puesta en broma, ¿Cómo quieres que los humanos puedan competir con nosotros si cualquier arma hecha por ellos se rompe al mero toque con nosotros?
—Shiva... siempre tan irritable... —Sonrió como un padre viendo a su hijo haciendo una rabieta inocente por una estupidez. — ¿Cuando fue la última vez que los Dioses de demostraron su verdadera fuerza? —Preguntó a todos en la sala. — ¿No creen que necesitamos volver a imponer respeto así personas como la Valquiria frente a nosotros no vuelve a proponer esas tonterías ya al estar consciente de nuestra fuerza? —Señaló a Brunhild. — En lo que a mí respecta... Ragnarok o no, el destino de la humanidad será el mismo al no poder ganarnos... Así que está bien.
Estaba decidido, Brunhild quiso suspirar, pero decidió guardarselo para no estar así frente a un Dios. Zeus se levantó, abriendo los brazos ante todos los dioses.
—¡Pero qué buena e interesante idea nos ha propuesto nuestra Valquiria Brunhild, ¿No lo creen muchachos?! —Su voz ya no era la de un anciano cansado, sino que se asemejaba más a la de un joven guerrero emocionado por su próxima batalla. — ¡Dioses contra humanos en el Ragnarok para decidir el destino de esa raza, ¿Qué piensan al respecto, chicos?!
Algunos seguían en shock por las palabras de Zeus, o eso era así hasta que Hércules, con una sonrisa decidida levantó el cartel de aprobación, seguido de Afrodita, interesada ante la propuesta. Varios que seguían y admiraban a ellos dos hicieron lo mismo, después, Thor de un suspiro levantó el mismo cartel, pensando que al menos podría matar algo. Ya casi todos habían votado a favor, haciendo sonreír tanto a Brunhild como a Zeus, pese a que ambos tenían visiones diferentes.
—¡Entonces está decidido, mayor de las Valquirias! —De un fuerte azote, golpeó con el martillo de madera la pequeña mesa a su costado, partiendola en dos por su gran fuerza. — ¡En ese caso, sorprendenos, si tanto quieres proteger a tu preciada humanidad, elige a tus mejores guerreros, porque nosotros, los Dioses, no tendremos piedad alguna!
—¡Querida hermana! —La pequeña aprendiz Valquiria de apariencia de chica de doce años, con su chaqueta anaranjados, sus shorts negros y su cabello corto de color morado muy claro había entrado de golpe a la oscura sala con un rostro de preocupación. — Oí que tu plan para alargar la esperanza de vida de los humanos fue un éxito, ¿Tú...?
—Estoy eligiendo a los guerreros que van a representar a la humanidad, Geir... —Interrumpió, pasando de pantalla ese holograma de color verde frente a ella, dónde habían fotografías de varias personas. — Pero la tendremos algo difícil... Creo que ellos empezarán enviando a Thor.
—Espera, ¿Thor? ¿Y como se supone que vamos a...?
—Una pequeña trampa —Volvió a interrumpir. —. Usaré humanos de otras líneas de tiempo.
—¡Espera, ¿Cómo? ¿Siquiera se vale?!
Brunhild se encogió de hombros.
—Ni idea. No está prohibido, así que me di el pase.
—Está bien... —Levantó la vista a las pantallas. — Entonces... ¿Quienes serán los que peleen?
Brunhild sonrió mientras pasaba las imágenes.
—Un pelirrojo irrompible. Un muchacho arácnido. Una chica oscura que es portadora de objetos poderosos. Un joven que ve la vida como un vil mecanismo. Un muchacho de cabellos de fuego con su simbiontico compañero que vive por la matanza. Un monstruo que alguna vez estuvo en un bucle... y un albino callejero... —Su sonrisa se incrementó. — A mi punto de vista... No pudimos haber elegido mejores representantes.
La arena de batalla Valhalla era inmensa, midiendo el mismo tamaño que un campo de béisbol. Por un lado, estaban los dioses, reclamando la destrucción de la humanidad, y por el otro, los humanos, quienes iban a alabar y darles sus esperanzas al humano que los iba a defender.
En medio de la arena, apareció un pequeño hombre encapuchado estaba bajo una luz que lo iluminaba solo a él para tener la atención del público, que quedaba en silencio. De pronto, comenzó a tomar aire para gritar a todo pulmón.
—¡¿Están listos para la gran batalla entre el hombre y el Dios?! —Vio sonriente como ambos bandos gritaban eufóricos en busca de una gran batalla. — ¡Bien, en ese caso, las reglas son simples: Los dos participantes batallarán a muerte...! ¡Y ya! ¡¿O creían que en una batalla a muerte prohibiríamos las mordidas y jaladas de cabello?! —El público rompió en carcajadas antes de seguir escuchando. — ¡El ganador será el que consiga la completa aniquilación de su oponente, así que no perdamos el tiempo, y pasemos a presentar a los contrincantes!
De una de las dos puertas a los extremos de la arena de lucha, se aproximó a paso lento un hombre con ropas blancas y de cabello pelirrojo de aproximadamente metro noventa se aproximaba a paso lento, teniendo (o arrastrando) en una de sus manos un martillo blanco tan grande como el mismo, rompiendo por completo las ideas que tenían todos sobre su martillo, mientras Heimdall lo presentaba al señalarlo.
—¡¿Quien más sino él para abrir esta gran batalla?! ¡Todo el mundo lo conoce, así como todo el mundo quiere ver su verdadero poder! ¡Su Mjolnir puede pulverizar mares y tierra, porque él vive luchando, siendo el nórdico más poderoso! —Volvió a señalar al dios, esta vez un foco se resplandeció arriba del nordico pelirrojo para que el público lo vea claramente. — ¡DAMAS Y CABALLEROS, DIOSES Y DIOSAS, CON USTEDES: THOR, EL BERSERKER DEL TRUENO!
Tanto dioses como incluso humanos comenzaron a aplaudir a alabar al Dios nórdico, el cual solamente se limitaba a ignorarlos para fijar su atención a la otra puerta. Luego de unos treinta segundos, las alabanzas al dios del trueno pararon, dándole el permiso a Heimdall de presentar al representante de los humanos.
—¡Y con ustedes...! —Gritó, señalando a la otra puerta, la cual bajo, liberando la vista de esa figura que se acercaba lentamente. — ¡Este joven pasó por toda una odisea de burlas para encontrar su verdadera vocación, dándose cuenta que era un enorme prodigio en el boxeo, es un fanático de los relojes, tan alto como un adulto promedio y sigue creciendo, es el joven que se postra ente Thor sin ninguna pisca de miedo...!
Un joven con una chaqueta de cuero negra sobre su camisa naranja comenzó a caminar en dirección a ambos dioses a casi la misma velocidad que Thor tenía al presentarse. Cómo había dicho Heimdall, era tan alto como un adulto promedio y seguiría creciendo, muy posiblemente hasta alcanzar al Berserker del trueno. No los miraba, en cambio, tenía en vista su reloj de bolsillo, admirandolo mientras con otra de sus manos cubiertas con sus guantes blancos corría uno de sus mechones negros entintados que molestaban sus ojos, parando un momento para rascar con una de sus nuevas botas metálicas una de sus pantorrillas, al terminar, siguió con su camino, deteniéndose a unos tres metros de ambos dioses.
—¡CON USTEDES, EL IMBATIBLE EN EL BOXEO, ÉL PODEROSO DEMONIO NEGRO: LINCOLN MARIE LOUD!
NA: Originalmente quería meter escenas de los combatientes entrando a esta dimensión, pero por el momento, creo que es mejor guardarme esas escenas hasta próximos capítulos.
