Gracias por esperar, continuamos con los celos...


El Amor de mi Vida


-¿Me amas, papá?- Pregunta Luan mientras su padre la acuna en brazos. Ambos sumergidos en la oscuridad de aquel sillón de la sala, donde alguna vez hubo un imprudente e infortunado beso.

Un evento de culpa, vergüenza, de amor y alegría.

Él, al escuchar su pregunta, la abraza más fuerte pegándola a su pecho, ella corresponde acurrucándose más y restregando su rostro con cariño.

-Sabes que te amo mucho, Luan; no tendrías que preguntar eso. - Le acaricia el cabello, su suave cabello con aroma a caramelo.

Ella le colocó una mano en la mejilla y mira hacia arriba buscando su rostro.

-¿Me amas más que a mis hermanas?

El hombre sonríe, a Luan le brillan los ojos; puede sentir como ella, inquieta, hace por acercarse a él, pero se detiene. De por si no hay mucha distancia entre ambos.

-Luan, yo te amo por encima de todo, incluso, de tu madre.-

De los ojos de la Loud escapó una lagrima de felicidad junto a una enorme sonrisa perlada por sus chispas de metal; luego cerró los ojos y, sin temor alguno, se dejó ir a los labios de su padre en donde se le recibió con un beso fuerte, fiero y apasionado que transformó aquel abrazo de cuna, en uno que llevó el cuerpo de la joven a la cama quedando el hombre encima, entre sus piernas.

Luan no le soltaba del cuello, no quería dejar de besarle, no quería dejarlo ir, nunca.

"Me encantas, papá…mucho…te necesito tanto…"

Lynn Loud, padre de once, estaba sentado en la orilla de su cama. Tomaba un par de analgésicos para quitarse un inexistente dolor de cabeza, que era como le llamaba a esa sensación vacía de haber soñado por segunda vez consecutiva con su hija Luan. Se llevó las manos a la cabeza y apoyó los codos en sus rodillas.

Después de que sus hijas se hubieran sincerado con él, las cosas habían mejorado notablemente. Cabe mencionar que les había dejado claro que seguía molesto, pero que seguirían todos juntos adelante como familia, porque, de no ser así, el hogar estaba destinado al fracaso. Así que, por más que los errores dolieran, se vistió de orgullo y salió adelante. Había amanecido con nuevos bríos y comenzó a trabajar de lleno en el restaurante que, para beneficio de todos, estaba pasando por su mejor etapa hasta ahora. El dinero estaba lentamente, dejando de ser un problema.

Lori visitaba con frecuencia a los hermanos menores, estando especialmente pendiente de Lincoln a quien la separación le había afectado en mayor medida que los demás. Lori le había comentado que el chico estaba deprimido y Lynn pensaba hablar con él lo antes posible.

Con todo, una luz de esperanza se sentía en la casa y las penumbras que la depresión y el alcohol le habían colocado en la cabeza, se habían despejado un poco.

Eso hasta hace tres días en que despertó dándose cuenta de que Luan estaba al lado suyo en la cama, acurrucada como cuando era pequeña.

Esa acción era algo hasta cierto punto común con sus hijas; pero el recuerdo de los eventos pasados de las dos veces que estuvo alcoholizado lo tenían completamente a la defensiva; sobre todo, en la segunda ocasión, donde no recordaba a ciencia cierta, que era lo que había pasado.

Desgraciadamente, era débil y no pudo regañarla después de despertarle. Su pequeña se había restregado los ojos con su cabello desaliñado diciéndole un trabado "muenos diash" y él solo sonrió. Optó simplemente por comenzar a dormir con la puerta cerrada con llave.

Eso hubiera dado todo por terminado, pero si de algo se está seguro, es del poder de los sueños. Aquellos sueños vívidos que dejan la sensación de ser reales. Más si están basados en un recuerdo.

Y eso le pasó a Lynn la primera noche que soñó a Luan, había sido tan vívido que se había levantado sudando frío. Ahora, siendo la segunda vez, le era intolerable la sensación.

El hombre masajeaba sus sienes. Internamente, muy internamente, si tenía dudas de la noche en que tomó vodka. Recordaba, entre sueños, haber acariciado atrevidamente a alguien y aquel ser vaporoso no presentó nunca resistencia alguna. Al contrario, le sentía cercana, cálida y accesible.

No recuerda haber abierto bien los ojos, o simplemente no ver bien en la penumbra, todo era borroso.

Él besó un endeble cuello, besó hombros, acarició una espalda, piernas; estuvo en total control de ese ser que se retorcía con sus caricias.

Recuerda suspiros…

-Todo eso fue soñado…- Piensa.- ¡Dios! Fue soñado…-

Se pone de pie, necesita verla. Necesita sacarse de la cabeza todas esas sensaciones y recuerdos que le hacen sentirse el peor padre del mundo. Necesita ver a su pequeña y dejar atrás todo. Hablar con ella y, de ser necesario, tomar una fuerte decisión:

Enviar a Luan con su madre.


-Madre, ¿te pasa algo?- Pregunta Lori. Las últimas dos veces que ha llegado a la casa ha notado a Rita algo diferente. Mucho más ensimismada, perdida en algún lugar como si no estuvieran en la sala ella y sus hermanas.

-Yo…cariño…nada. Solo…solo estoy…abrumada. ¿Cómo esta tu padre?-

-Bien, mamá. Su ánimo ha mejorado notablemente después de que hablamos con él.

.¿Y cómo lo tomó?-

Lori se quedó viendo a su madre antes de responder. -Digo, sin ofender, ¿para qué quieres saber eso?-

-Yo… solo…olvídalo.- Dijo y tomó un sorbo a su té con la mirada baja.

-Lo tomó mal, obviamente. Incluso se acabó la botella de vodka.-

-¿Tu padre tomó alcohol?-

-Si, mamá, dos veces, nos dio muchísimo miedo que se nos tirara a ese vicio. Pero ya tiene rato que no lo hace; vaya, después de que nos perdonó. Al día siguiente que le dijimos, platicamos y nos perdonó. Sigue molesto, pero se ha puesto activo. Se baña todas las mañanas, se rasura, se viste bien, sobre todo, come. Porque ya había dejado de comer.-

-Ya veo.- suspiró.-Que bueno que él está bien.

-¿Y tú no estás bien?

-¿Realmente te importa?

Lori frunció el ceño. -Si no me quieres decir, está bien, pero sí, sí me importa a pesar de todo. Por cierto -dijo cambiando el tema, molesta- ¿Y Lincoln?

-Salió al parque, no debe tardar.

-Ya van a dar las ocho y media.- Insistió Lori.

En ese momento la puerta se abrió dando pasó a un chico albino con la ropa desarreglada y sucia, llevaba algunos raspones en la cara, así como un pómulo y labio hinchado.

-¡Lincoln!- Fue el grito unísono, luego las hermanas y Rita cubriéndolo de preguntas. Lori, sin embargo, se mantuvo a la distancia.

Le había costado reconocerlo de primera instancia. No parecía ser él y no eran las lesiones en su rostro; era su mirada sumamente ajena.

-Mamá, déjame atenderlo, sabes que soy experta en estas cosas.- Dijo y se acercó para llevarlo de la mano al comedor. Procuró que se sentara, le acarició el cabello.

-¿Que te pasó, conejito?- Le preguntó en un susurro mientras acomodaba los algodones y el desinfectante que Lisa le pasó de inmediato. Él le miró.

-Por favor, no me digas así, Lori.- Dijo secamente, tenía el ojo del pómulo lastimado, fuertemente irritado.

-Siempre te he dicho así, amor-le dijo preocupada- ¿qué tienes? ¿te pasa algo?-

Rita se acercó, Lincoln la volteó a ver, luego miró de regreso a Lori.

-Me agarré a golpes con un niño que me quería quitar mi dinero. No es nada. ¿Me vas a curar? Si no déjame ir a lavar que me siento algo cansado.

-Estas siendo grosero.- Le dijo Lori.

-Lo siento.- Respondió él bajando la mirada.

La rubia procedió a limpiar las heridas de su pequeño hermano sin decir nada más, siendo presa de una fuerte preocupación.


Escuché a mis papás decir que la mamá de ese niño es una zorra.


-¿A dónde vas Luan?- preguntó Luna.

-Al baño.

-Ahora vas al baño todos los días a las una y media de la mañana. ¿Pasa algo, Sis?

-No, es solo que debería dejar de tomar tanta agua antes de dormir.

-Mira, quizá no me incumba, pero la otra vez que te encontré en el pasillo, pues, noté como que venías de "Buscar a Nemo" ¿entiendes?- Dijo Luna riendo un poco desde arriba de su litera.

-Je, je, je, buena esa. Pero si, no entiendo a qué te refieres.

-A que venías de masturbarte, Luan.

Hubo un silencio incómodo.

-¿Qué?

-Eso, pude captar un poco de "aroma" ¿sabes?

En la penumbra, Luan se encendió furiosamente apenada. El problema daba en que no venía del baño en aquella ocasión.

-Yo…Ok, bien, en esa ocasión si lo hice, pero eso no significa que cada que me paro al baño en la madrugada sea para eso.

-Mira, lo entiendo, todos en esta casa lo hacemos. Solo quiero decirte que tengas cuidado, ya sabes, no queremos incomodar a papá.

-Te repito que no siempre que me paro es para eso.

Fuera del cuarto, Lynn padre se alejaba de la puerta de las hermanas. Yendo a ver a su hija, había escuchado, sin querer, una conversación de lo más incómoda para él.

Regresó a su habitación en silencio y se terminó recostando nuevamente. Sabía que sus hijas ya eran mayores (por lo menos las que estaban con él), y era plenamente consciente de que la vida de sus pequeñas se había desarrollado de una manera sana. Rita se había encargado de hablar con cada una de ellas cada que fue necesario (hizo un esfuerzo para alejar el pensamiento de que ella no era la mejor, en ese momento, para dar consejos). Se giró en la cama mientras, analizando la situación, cayó en cuenta que, por más que las amara, tarde o temprano podría hacerles falta una figura materna.

En su mente también comenzó a formular la posibilidad de que necesitara sacar un poco de energía para poder pensar con claridad y, por primera vez en su vida, estaba considerando asistir a una casa de citas. Era un hombre al fin y al cabo y tenía necesidades. Sin prospecto alguno en puerta, se devenía una larga temporada de total escases para él. Estando mal acostumbrado, siendo sincero, a disfrutar de una vida sexual bastante plena.

Fue entonces que recordó a la que había sido su mujer y sintió el cosquilleo que los hombres sienten cuando el deseo los embarga.

-La misma Luna lo dijo: todos aquí lo hacemos. – Pensó convenciéndose de que no era mal padre si iba a un lugar de esos, a conseguir un par de caricias.

De pronto, su celular brilló alumbrando levemente su habitación. Lynn salió de sus pensamientos y tomó el teléfono, era un mensaje.

"Podemos hablar?"

El hombre inmediatamente marcó con un susto en el pecho. No sonó ni dos veces antes de que contestaran.

-¿Qué pasa, Rita? ¿están bien los niños?

Del otro lado se escucharon sollozos, luego se dejó oír.

-Si, Lynn, están durmiendo. -

-Entonces… ¿Qué pasa?-

-Soy una estúpida, Lynn…una estúpida…-

Afuera, una joven escuchaba una conversación que le provocaba una serie de sentimientos intensos y horribles.

¿No te cansas, de verdad, de hacer daño?


Hasta aquí el capítulo de hoy.

Rita tiene problemas, Don Lynn también.

Luan y Lincoln necesitan atención o pueden perderlos (que más da, les quedan 9 todavía) Un saludo a todos, espero poder estar subiendo de igual manera un capitulo de La Isla de la Dra. Lisa.

Gracias por los comentarios!

Lobo Hibiky (Este mes cumplo 21 años de conocer Fanfiction, el primer fic que leí aquí, fue uno de Ranma 1/2 llamado "30 días de Chica" en el año 2000)