Polidrama - Capítulo 9

-¡Esto es horrible! ¿Qué vamos a hacer? ¡Y todo es por tu culpa! –gritó Yang furibundo apuntando con el índice a su hermana.

-¡¿Mi culpa?! –respondió ella en el mismo tono-. ¡Tú fuiste el idiota que me lanzó un puño de fuego! ¡¿Cómo te atreves a atacarme de esa forma?!

-¡No fue hacia ti! ¡Fue hacia el pollo! –gritó extendiendo sus brazos enérgicamente-. ¡Además fuiste tú quien dirigió ese ataque hacia quién sabe dónde!

-¿Y qué querías? ¿Qué recibiera tu ataque? –le gritó Yin.

-¡Que dejes de ver a ese pollo! ¡Eso quería! –le gritó Yang de vuelta.

-¡Eso no es asunto tuyo! –se defendió Yin cruzándose se brazos.

-¡Ya basta! –los interrumpió el Maestro Yo con un vozarrón.

Ambos conejos se encontraban en una lucha de miradas en living de la academia Woo Foo en donde se habían criado. Un lugar en donde las tonalidades verde claro predominaban. Un lugar tan espacioso que los pocos muebles y artefactos de artes marciales no lograban arrancar el vacío de la habitación. El panda los recibió luego que llegaran bastante nerviosos y asustados. Aún no tenía claro qué había pasado, y esperaba averiguarlo ahora. Para su sorpresa, tras regresar de revisar la cena en la cocina, se los encontró discutiendo.

Había criado a los gemelos Chad desde que llegaron una tarde de verano a cobrar un cupón para un curso de Woo Foo gratuito. Eran tan solo un par de críos molestosos de once años que acostumbraban a pelearse por cualquier detalle. El tiempo, la adolescencia y el entrenamiento los golpeó duro durante aquellos años. Cuando se enteraron que el panda era su padre, comenzó una nueva etapa en sus vidas que al final fue para mejor. El panda comenzó a ganarse el respeto de los conejos, mientras que a su vez los chicos maduraban cada vez más. Las peleas tontas quedaron a un lado, mientras que la conexión con su padre se hizo más fuerte. Era raro verlos pelar fuertemente, y jamás había oído que se atacaran mutuamente con intenciones de dañar al otro, hasta ahora.

Tras el grito, ambos quedaron congelados en sus posiciones. Con las orejas pegadas en sus cabezas hacia atrás, apuntándose mutuamente con un índice amenazador, se voltearon hacia el su padre con curiosidad y malestar.

-¿Me pueden decir qué rayos pasó? –volvió a preguntar firmemente con sus manos en su espalda.

-¡Él fue! –exclamó Yin apuntando a su hermano.

-¡Ella fue! –exclamó el conejo al mismo tiempo.

-No pregunté quién fue –respondió el panda frunciendo el ceño-, quiero saber de qué están arrancando.

Ambos conejos quedaron congelados. No le habían dado mayores explicaciones a su padre porque él no las había exigido hasta el momento. El nerviosismo empezó a predominar sobre el enojo.

-Verá Maestro –empezó Yin volteándose hacia su padre con las manos juntas-, lo que pasa es que… -se detuvo justo en el comienzo, buscando cómo empezar omitiendo lo que no quería revelar.

-Yin volvió a ver a Coop –la acusó su hermano apuntándola con el índice. Su hermana se volteó hacia él ofendida.

-¿Y eso a ti qué te importa? –respondió regalándole una mirada asesina.

-¿Y cómo te enteraste? –preguntó su padre.

-Pues… -lanzó Yang chocando de golpe con la explicación. Descubrió que no quería relatar su pelea con Millie, ni mucho menos las razones que lo arrancaron de la comodidad de su hogar.

-¡Anda! ¡Diles! –regresó Yin a su tono agresivo aprovechando la debilidad de su hermano-. ¡Diles que llegaste a la puerta de la casa de Coop a pelearte con Millie! Extraño lugar para discutir, ¿no? –agregó con sarcasmo.

De una patada, Yin lo echo al agua. No pudo evitar abrir la boca mientras el temor de hallarse descubierto lo abrazaba con su aliento gélido. Se encontraba con los nervios destrozados. Encima del dolor tras la pelea con Millie, debía aguantar el problema que se había cargado junto con Yin. Ella por su parte le regalaba una mirada triunfante. Había ganado este round.

-Bueno, bueno –intervino el Maestro Yo intentando redirigir la conversación-, entonces Yang llegó a casa de Coop y te encontró allí, ¿qué pasó entonces?

Yin tomó aire y se lanzó ferozmente contra el conejo.

-¡Este sujeto se volvió una bestia! –gritó desahogándose acercándole aún más su índice amenazante. De haber podido dispararle algo, lo habría hecho-. ¡Se puso a lanzarle ataques Woo Foo contra todo el mundo! ¡Incluso me lanzó sus puños de fuego con intenciones reales de dañarme!

-¡Solo ataqué al pollo! –se intentó defender Yang extendiendo sus brazos-. Que tú te hayas puesto en el medio a defenderlo no es mi culpa.

-¡Tú sabes que no es cierto! –le gritó acercándose peligrosamente al conejo y bajando sus brazos.

-¡Sí-í! –gritó el conejo molesto acercándose con una mirada furibunda.

-¡No-o! –repitió su hermana.

-¡Basta! –gritó el panda tratando de poner orden, ganándose la mirada de sus hijos-. Yang, ¿es cierto que atacaste a tu hermana? –agregó mirando fijamente a su hijo.

-¡No! –exclamó de inmediato-. Sabe bien que jamás haría eso.

-¡No es verdad! –intervino Yin de inmediato-. ¡Si no fuera porque desvié su ataque con una raqueta gigante que materialicé estaría muerta!

-No exageres –respondió Yang cruzándose de brazos y desviando la vista-, además ni siquiera iba dirigido a ti. ¡Repito que solo atacaba al pollo!

Seguía repitiendo su versión a pesar de que tras la pregunta de su padre comenzó a dudar de su respuesta.

-Coop estaba literalmente detrás de ti –explicó la coneja-, además tu puntería demuestra que ese ataque iba dirigido directamente hacia mí.

Jaque mate. La explicación sin titubeos de su hermana se imponía como la verdad de los hechos. Una verdad que lo acusaba de romper una de las reglas más sagradas que tenía en su vida. ¿Realmente lo había hecho? No lo tenía muy seguro, pero de alguna forma se debía defender.

-¡Eso es mentira! –gritó tras un silencio-. ¡Yo estaba atacando al pollo y tú te pusiste en el medio con tu raqueta! ¡Y por culpa de eso es que ahora nos estamos escondiendo! –tras aquella última frase logró recuperar la confianza perdida.

-¿Qué pasó? –la voz del panda no ocultó la sorpresa de aquello último.

Era el turno de Yang. De inmediato amenazó a su hermana con su índice mientras miraba a su padre con el ceño fruncido.

-A esta tonta no se le ocurrió nada mejor que, para desviar el ataque que iba dirigido a su ex novio tóxico ese, usar una raqueta gigante para lanzar los puños de fuego hacia la mierda.

En el intertanto, Yin simplemente se cruzó de brazos negando con la cabeza.

-¡Los puños de fuego fueron a parar al medio de la ciudad! –exclamó Yang volviendo a apuntar a Yin con su índice-. Quizás a quién le terminó cayendo o qué cosa destruimos. ¡Y todo por culpa de ella! –agregó volteándose para devolverle una mirada fiera-. Prefirió pensar en su calentura e irse corriendo donde ese pollo que pensar un poquito en el sentido común.

-Ahora sí que cruzaste la línea –lo amenazó su hermana acercándose peligrosamente con serias intenciones de agravar la pelea, hasta que fue detenida por su padre gracias a un campo Foo. Una esfera de energía traslúcida color celeste brillante y sólida como el acero la encerró a centímetros de un Yang que replicaba su sonrisa triunfante.

-Haber si entendí –intentó recapitular el panda con lentitud. Su mirada cargada de dureza le indicaba a sus hijos que no estaba para nada contento con su pequeño acto-: ustedes dos se pusieron a pelear en casa de Coop, y en medio de eso se les escapó un puño de fuego hacia quién sabe dónde, ¿verdad?

-Ajá –repitieron ambos al unísono. Primera cosa de la jornada en la que parecían estar de acuerdo.

-¿Cómo saben que le llegó a alguien? –volvió a preguntar.

-Oímos los gritos –contestó Yin-, luego discutimos un poco más, y cuando escuchamos las sirenas arrancamos.

-¿Tienen alguna idea de a dónde cayó? –volvió a preguntar el panda.

Ambos conejos negaron con la cabeza.

-Bien, bien –respondió meditabundo mientras hacía desaparecer el campo Foo del entorno de Yin. La actitud de ambos le demostraba que nuevamente habían dejado las causas de la pelea en el pasado, tras recordar la causa que los había traído de regreso a la academia.

El barrio Woo Foo era un sector que cubría prácticamente todo el sur de Anasatero. La mayoría de los animales antropomórficos vivían en este sector de la ciudad. Desde el centro de la ciudad, en la medida en que una persona se dirigía hacia el sur, podía ver casitas cada vez más anticuadas, mayor vegetación y más ruralidad.

La Academia Woo Foo del Maestro Yo en particular se encontraba casi al límite de la ciudad, en una zona desde donde se podían ver los campos cargados de sembradíos de todo tipo. La aparente tranquilidad y naturaleza reinaban por esa zona. Como estaba alejada de la mano de Dios, la inseguridad también se encontraba a la orden del día. Se hablaba seguido de robo, asaltos y peleas de borrachos y drogadictos. Era algo que a la familia Chad le tenía sin cuidado. Al dominar un arte marcial tan poderosa como el Woo Foo, ningún delincuente se atrevía meterse con ellos. Era el lugar más lejano y seguro en que pensaron los conejos a la hora de pensar en arrancar.

-¡Si descubren que fuimos nosotros nos van a meter presos! –alegó Yin con aprehensión mientras se cruzaba de brazos.

-No quiero ni pensar que mis puños de fuego hayan herido a alguien –agregó Yang con pesar tapándose la cara con sus manos, opacando su voz-. ¡O que haya muerto alguien!

-Entiendo –respondió el panda con voz grave. Era cierto, se habían metido en graves problemas. Lanzaron un ataque Woo Foo a una zona en donde viven muchas personas inocentes. Accidental o no, las consecuencias seguían siendo preocupantes.

-¡Niños! –exclamó con voz energética, recibiendo la atención por parte de ambos-. Ustedes saben perfectamente que lo que acabaron de hacer fue algo muy grave –sentenció-. Nunca deben usar el Woo Foo para resolver sus problemas personales.

Yang notó que su mirada iba dirigida principalmente hacia él. Yin encima, se volteó para regalarle una mirada burlona.

-Ya hablaremos del tema de Coop más tarde, Yin –agregó el panda.

La coneja se volteó asustada hacia su padre tan repentinamente que por un instante temió haberse dislocado el cuello.

-Por ahora, supongo que se van a quedar aquí hasta que averigüemos las consecuencias de sus actos –agregó.

Aquella noche los gemelos se quedaron en la academia Woo Foo. Para Yin no fue grande el cambio. Ella jamás se fue de la academia. Vivía allí desde los once años. Yang en cambio, se había mudado hacía un par de meses al edificio Departamental. Hasta entonces también había pasado gran parte de su vida en la misma academia. Aún se encontraba su cama en el mismo cuarto que había compartido con su hermana. Los tres se habían instalado en la cocina para la cena. Era un lugar aunque un poco más pequeño que el resto de las habitaciones, era espaciosamente grande para una cocina promedio. En el medio había una mesa con unos cuantos taburetes que servían de asientos. Sobre ella, en uno de los extremos, había un pequeño televisor antiguo de madera de unas quince pulgadas. Era usado por el panda para ver la televisión mientras comía. Algunas veces era acompañado por su hija.

-Buenas noches y bienvenidos a esta jornada informativa en ATTV Noticias –anunció una voz masculina en el televisor encendido-. Comenzamos con una lamentable noticia: una bola de fuego de origen desconocido impactó contra un edificio departamento en la zona central de Anasatero. A causa de aquello, el departamento de nuestra colega Fiona Manson quedó totalmente dañado. Más detalles en la siguiente nota.

Yang quedó con el tenedor a medio camino. No, no podía ser ese nombre, había oído mal.

-Un estruendo fue lo que sintieron casi todos los vecinos que se encontraban al interior del edificio Departamental a eso de las seis de esta tarde –comenzó a narrar una voz femenina dándole emoción a la noticia-. La confusión se hizo presente entre todos los vecinos. Fue una labor titánica por parte de los equipos de emergencia para evacuar a los más de doscientos vecinos que se encontraban en el edificio a esa hora, quienes se encontraban aterrados y confundidos. Inicialmente se hablaba de un incendio, para posteriormente barajar la teoría de un atentado terrorista.

Mientras hablaba, la televisión mostraba imágenes del alto y brillante edificio en donde Yang vivía hasta hace poco, junto con imágenes de las personas evacuando el edificio por la entrada principal. Entre todos ellos no pudo ver ni a Millie ni a Leni. También se mostraba una escena en donde se podía apreciar llamaradas de fuego salir desde una ventana.

-Pudimos constatar que una bola de fuego proveniente de un lugar hasta ahora desconocido fue el causante del desastre –habló un gato gris con la mirada seria y uniforme policial.

-Yo vi que desde allí llegó una enorme bola de fuego golpeando al edificio. Parecía un meteorito en miniatura que viajaba sin control –contaba un conejo amarillo que se había detenido con su bicicleta para entregar su declaración. Hablaba con rapidez olvidando toda coma mientras apuntaba hacia el cielo.

-Sí, sí, fue fuerte, el estruendo fue fuerte –explicó una anciana con ansiedad-. Yo creí que era una explosión, que nos estaban atacando. Realmente temí por mi vida.

-Hasta ahora podemos constatar que un departamento fue el afectado, quedando completamente dañado –informó una chica con traje de bombero-. Por fortuna, la ocupante del departamento no se encontraba en el lugar a la hora del incidente.

-Y es que el edificio departamento no pertenecía ni más ni menos que nuestra reportera y colega, Fiona Manson –prosiguió la voz en off mientras la pantalla mostraba imágenes de archivo de la chica.

-Yo me encontraba recorriendo la ciudad cuando ocurrió –apareció la mencionada en pantalla. Apenas podía contener su voz temblorosa-. Cuando llegué y vi lo que había pasado, simplemente no lo podía creer. ¿Por qué mi departamento?

-Fiona Manson lleva trabajando desde hace siete años en el departamento de prensa de ATTV –explicó la voz en off-, de los cuales los cuatro últimos años los ha dedicado a ser periodista de guerra durante la Guerra Civil de Chile. Hace tan solo un par de semanas regresó a Anasatero y recién se encontraba instalando en la ciudad cuando sufrió esta desgracia.

Luego de eso, prosiguieron otros testimonios, como el del señor Packham, administrador del edificio, y un par de autoridades y testigos más. Eso no le importaba ya a Yang. Se encontraba tan pasmado con lo que acababa de ver que no sintió cuando el tenedor se le escapó de las manos, cayendo directo al plato con un ruidoso golpe. Tuvo suerte que su familia se encontrara más centrada en las noticias que en él. Su impresión se notaba a kilómetros.

-Por lo menos no hubo heridos –finalizó Yo apagando el televisor con el control remoto que tenía en sus manos.

-Yang, ¿por casualidad la conoces? –lanzó su hermana-. Pregunto porque como todo ocurrió en el edificio donde vives.

-No –mintió-. No me he topado nunca con ella. O sea, ¡son como trescientos departamentos! No puedo conocerlos a todos –agregó molesto-. ¡Más aún si son recién llegados!

Yin torció la boca. Era fácil descubrir cuando Yang mentía, y ese era un claro ejemplo.

-Bueno, no estoy asegurando que la conozcas –respondió ella-, solo preguntaba. Si de verdad la conoces, podemos comunicarnos con ella y conversar el asunto.

-¡Oh! ¿Y qué le diremos? Hola Fiona, resulta que quemamos tu departamento, ¿podrías no demandarnos por favor? -respondió su hermano con sarcasmo.

-Podrían ofrecerle reparar su departamento –propuso el panda.

Ante aquella oración, recibió un par de miradas cargadas de sorpresa por parte de sus hijos.

-Ustedes han levantado desde los cimientos esta academia por lo menos unas quince veces –les explicó con tranquilidad-. Además de maestros Woo Foo, también se graduaron como excelentes maestros constructores.

Ambos siguieron observándolo con incredulidad, mientras en sus mentes intentaban desglosar la idea, a ver si así lograba atravesar la barrera de la irrealidad.

Mientras tanto, en el departamento de Yang, Leni y Millie se encontraban en el ajustado living del lugar observando las noticias. El living del departamento de Yang cabría unas cien veces en el living –o sala de entrenamiento adaptada como living- de la academia.

-¡Vaya! Al final todo fue una bola de fuego que salió de la nada –comentó Leni.

-Sí –respondió Millie sin tomar en cuenta el comentario de la chica. Su mente estaba concentrada en otro problema.

Había pasado por una montaña rusa de emociones desde que había dejado atrás a Yang frente a la casa del gallo. Primero fue la ira contra Yang por la pelea, pasando por la incertidumbre, la confusión y el miedo que implicó aquel ataque. Una vez que los servicios de seguridad les permitieron regresar al edificio, ella regresó a su departamento junto con Leni. Se aseguró de que ella se encontrara bien y sin ningún problema derivado del susto tras el ataque. Por fortuna, ella se encontraba de maravilla y pronto recuperó el buen ánimo de siempre. Le contó algunas anécdotas sobre Lincoln hasta la hora de las noticias. Eso le sirvió para distraerse y no pensar en las horas que pasaban sin recibir señales de Yang.

A la hora del noticiero nocturno, ambas se instalaron para conocer con detalles lo ocurrido. Lo que a Millie le terminó por preocupar fue la aparición de Fiona. Eso era lo que en aquel minuto mantenía cautivo sus pensamientos. Sería toda una sorpresa para su hermano descubrir que su ex novia estaba de regreso a través de televisión abierta. ¿Estará viendo las noticias? Deseaba que la respuesta fuera un no, pero lo encontraba poco probable.

De pronto, su teléfono, guardado en su bolsillo, comenzó a vibrar. Al sacarlo, pudo ver el nombre de Dennis en la pantalla.

-Debo contestar –le informó a Leni parándose del sillón en el que se encontraban.

-Okey –respondió la chica con una sonrisa iluminada con la luz emitida desde el plasma de treinta pulgadas encendido frente a ella.

Sigilosamente, Millie se alejó hasta encerrarse en su habitación. Era un cuarto pequeño con paredes rosa pálido y una ampolleta colgante como única fuente de iluminación. Ni siquiera los rayos solares podían penetrar aquel rincón.

-¿Dennis? –fue lo primero que le preguntó tras contestar.

-¿Viste las noticias? –respondió el chico desde el otro lado del fono.

-Sí –contestó Millie con un suspiro. Necesitaba de alguien con quien desahogar este problema, y Dennis era el único que sabía exactamente lo que significaba lo recientemente sucedido-. ¿Crees que Coop lo haya visto?

-No lo sé –respondió el chico recostándose sobre la cama de su cuarto. Era una habitación más grande, con un escritorio negro de metal, una ventana y las paredes blancas-, espero que no, aunque lo dudo.

-Creo lo mismo –respondió la chica con pesar.

-Tarde o temprano se va a enterar –advirtió Dennis.

-¡Pero no por televisión! –exclamó Millie.

-Pues tendremos que decirle nosotros si no queremos que se entere por la tele –lanzo Dennis-, o peor, por Lorn y Harley.

-Ese par –se quejó la chica acercándose a su cama-. Me los encontré hoy al almuerzo. Los amenacé para que no le dijeran nada a Coop.

-Dudo que esa amenaza dure –comentó Dennis.

-Lo sé –aceptó la chica-, ese par de idiotas me metió en un grave problema.

Dennis estuvo por responder, pero se tragó sus palabras. Sentía que la relación poliamorosa de Millie era campo minado, más aún luego de verla llorar ese día. No quería hacerla enojar ni entristecer. Quería permanecer con vida por un día más. Para ello, era de suma importancia no tentar a la suerte.

-¿Pasa algo? –preguntó de pronto la chica tras percibir el silencio desde el otro lado.

-No, nada –respondió con rapidez-. Tenía pensado ir mañana temprano a ver a Coop. Tal vez ahí logre averiguar si ya sabe lo de Fiona.

-Okey –respondió ella-. De ahí me cuentas.

-Millie –le dijo de repente.

-¿Sí?

-Tenemos que decirle.

Aquella frase la congeló. Simplemente no se atrevía a hablar. Sabía que esta revelación terminaría por golpear a su padre, quien ya tenía suficientes problemas con mantener su negocio a flote mientras sufría los achaques de la vejez. No merecía sufrir las consecuencias de las idioteces de Coop.

-¿Le vas a decir? –le preguntó de pronto.

Le había pasado la pelota a Dennis, quien sintió la tensión en todo su cuerpo. Era su deber como mejor amigo informarle de lo sucedido antes que se enterara por terceros. Si Coop descubría que se lo había ocultado, la confianza construida a lo largo de toda una vida terminaría por perderse.

-L-le voy a decir mañana –respondió con voz temblorosa.

-¿Q-qué? –respondió Millie con impresión cubriéndose la boca con la mano libre. No se esperaba una determinación tan rápida.

-Es que tienes razón –explicó Dennis-. Si no le decimos pronto, se va a enterar por terceros. No me va a perdonar si le oculto algo tan grande.

-¿Y estás preparado para su reacción? –preguntó Millie tras unos segundos de silencio.

-Haré lo que pueda –respondió el chico tratando de sonar seguro.

Millie le tenía cierta estima a Dennis. A pesar que era muy afín a Coop, compartiendo gustos por películas, series, videojuegos, música y cómics, era mucho más sensato que su hermano. Sabía que gracias a él, Coop no había cometido tantas estupideces como las que habría cometido si no hubiera conocido a Dennis. Aunque durante su infancia apenas ni se hablaban, se habían vuelto más cercanos tras la depresión que sufrió Coop luego de la partida de Fiona. Conversaban casi a diario para monitorear el estado anímico de su hermano, hasta que notaron que había llegado a una frágil superación. ¿Será suficiente para enfrentar el regreso de la chica que lo hizo sufrir tanto?