Patitos! Tenemos muchas cosas que decirles! Pero dejaremos todas esas notas para el final del capítulo para no interrumpirlos.
Polidrama - Capítulo 12
-Déjame si entendí. ¿Por qué vamos al sur? –preguntó Fiona.
Ella iba conduciendo su Chevrolet Corsa con la pintura roja oscura y destartalada por las calles de Anasetero.
-¡Para averiguar qué le pasó a Yang! –exclamó Leni con alarmismo desde el asiento del copiloto-. ¡Seguro en su casa anterior debe haber alguna pista!
-¿Y por qué voy yo? –volvió a preguntar la chica.
-Porque es tu auto –respondió Max desde el asiento detrás de ella.
-¿Y por qué van ustedes? –preguntó de nuevo.
-Para evitar que Max tomara tu auto –respondió Miguel sentado junto a Max.
-¿Y por qué van las niñas? –volvió a preguntar.
-¡Vamos! Alguien necesita defenderlos de los tipos malos –exclamó Ronnie Anne desde el fondo-. El barrio Woo Foo es muy peligroso si se meten en los lugares equivocados.
-Sí, y como Ronnie solo es una novata, tengo que venir a arreglar su desastre –agregó Lynn instalada al lado de Ronnie.
-¿Qué dijiste? –cuestionó la aludida molesta volteándose con una mirada de furia hacia su contrincante.
-¡Chicas basta! –les recriminó Leni desde la parte delantera-. Las trajimos aquí porque nos dijeron que no tenían nada más que hacer y aceptaron venir con nosotros.
-Siempre es bueno un poco de aventura –respondió Lynn con una enorme sonrisa-. Además, nunca hemos ido a la academia en donde los maestros Yin y Yang aprendieron Woo Foo.
-Oye Leni, ¿tú nunca has ido a la casa de Yang antes? –intervino Max metiendo su cabeza entre los asientos del piloto y copiloto.
Leni se quedó pensando un instante mientras que el ruido del viejo motor dificultaba dicha actividad.
-No, creo que no. Pero justo mañana íbamos a ir –Leni se volteó hacia Max con una amplia y brillante sonrisa-. Bueno, siempre es buena idea darles una sorpresa un poco antes.
-Voy a entrar –anunció Fiona moviendo la palanca de cambios.
El silencio regresó al grupo mientras el automóvil cruzaba la línea que separaba el barrio Woo Foo del resto de Anasatero. El cambio se sintió inmediatamente en el ambiente. Era difícil de definir qué lo estaba provocando. Las casas seguían siendo igual de diferentes unas de otras. Los autos iban y venían. Las calles se veían limpias y ordenadas. Probablemente fuera el peso de la historia reciente de la ciudad la que imponía un aire de solemnidad sobre el grupo de humanos que sentían estar atravesando territorio enemigo. Poco a poco la cantidad de humanos en las calles iba en disminución en la medida en que a su vez aumentaban los animales antropomórficos. La población de animales antropomórficos era mucho más densa en el sur de la ciudad que en el resto de Anasatero. Aquella línea que atravesaron con tanta facilidad a bordo de un Chevrolet, era hasta hace poco la causa de tantos conflictos históricos sobre la ciudad. Era algo que aún rondaban como fantasmas en las cabezas de todos.
-Bien Leni, dime ahora hacia dónde debo dirigirme –Fiona rompió el silencio tras unas cinco cuadras conduciendo en línea recta.
-¿Qué? –preguntó un tanto sorprendida por oír que el silencio era roto precisamente para dirigirse hacia ella.
-Eso. Necesito la dirección –respondió su amiga sin despegar la vista del camino.
-No la tengo –respondió la chica con simpleza.
-¿Cómo que no la tienes? –Fiona se volteó hacia Leni por un momento, regalándole una mirada de sorpresa.
-Es que no sé dónde vivía antes Yang –repitió Leni.
-¿Cómo es que no sabes hacia dónde vamos? –alegó molesta Fiona mientras le costaba mantener la atención al frente-. ¿Cómo se supone que llegaremos?
-Oigan chicas –Max se volteó hacia los asientos de atrás, mirando a Lynn y Ronnie-. ¿Ustedes saben dónde vivía su maestro Yang?
-Ya te dije que nunca hemos ido hacia allá –respondió Lynn frunciendo el ceño.
-Pero… ¿No les dieron ninguna pista? ¿Nada? –insistió Max con una sonrisa nerviosa.
-Absolutamente nada –Ronnie se cruzó de brazos mientras desviaba su mirada hacia la ventana a su derecha.
-Si quieren puedo llamar a Yang –intervino Leni buscando con ahínco al interior de su bolso.
-Por favor –le pidió Fiona tras un bufido mientras estacionaba a un costado de la calle.
La chica buscó con premura el contacto de su novio y lo marcó sin mayor miramiento.
-¿Aló? ¿Sí? –contestó con una sonrisa con el fono en su oreja- ¿Hablo con Yang Chad? ¿No? –su sonrisa desapareció-. ¿Está seguro? Bien, no volveré a molestarlo.
Lentamente bajó su brazo con su teléfono y cortó la llamada agachando la cabeza.
-¿Qué pasó? –preguntó Max.
-Me contestó un tal Benny Hill –respondió con pesar-. ¡Rayos! ¿Por qué Yang le daría su teléfono? Es como que… son muchas veces que me contesta ese tal Benny –agregó con frustración.
Fiona gruñó fuertemente a su lado para terminar con un cabezazo con el volante. Gracias al golpe, se activó la bocina del vehículo, emitiendo un fuerte y sonoro chirrido.
Antes que pasaran un par de segundos, Leni volvió a marcar desde su teléfono gracias a un misterioso golpe de energía.
-¿Aló? ¿Ya es Yang Chad? –preguntó esperanzada-. Bien, bien. No volveré a llamar –colgó.
-¿Y ahora qué haremos? –preguntó Fiona volviéndose al grupo con una mirada suplicante tras sentirse presa de su propia desesperación.
-Podemos preguntar por la dirección –propuso Miguel encogiéndose de hombros.
-¡Vamos! No debe costar demasiado encontrar la ex casa de Yang –agregó Max-. Preguntando se llega al cielo.
-Literalmente el barrio Woo Foo cubre más de la mitad de Anasatero –le recriminó Fiona.
-¿Tienes alguna idea mejor? –espetó Max frunciendo el ceño.
-¿Por qué no vamos a la plaza principal? –intervino Ronnie-. Desde allí podemos preguntar por el Maestro Yo, y será fácil dar donde ellos.
-¡Sí! –agregó Lynn-. Casi todos aquí lo conocen. Ubicarnos desde allí será fácil.
Todos los presentes se voltearon hacia las chicas del fondo, con más preguntas que respuestas en sus miradas.
-¿Maestro Yo? –cuestionó Max.
-Era el maestro de los maestros Yin y Yang –aclaró Lynn-, y también es su padre, creo –agregó con cierta inseguridad-. El tema es que allí sin duda tendremos todas las respuestas –agregó regresando a su seguridad.
Mientras aún las preguntas persistían entre los presentes, se oyó un nuevo y fuerte bufido desde la parte delantera del vehículo.
-Espero que tengan razón –se quejó Fiona regresando la vista al parabrisas.
Inmediatamente echó a andar el auto hacia el frente. Había programado una ruta con su mapa online para poder llegar hasta la plaza central sin perderse.
Solo les bastó recorrer un par de cuadras cuando sintieron encontrarse en un mundo diferente. Ya no había humanos recorriendo las calles. Las casitas eran pintorescas, con colores variados y pintura desgastada. Los animales antropomórficos tenían cada vez formas más extrañas, al punto de fácilmente cuestionar el término animal.
No alcanzaron a introducirse más a fondo en aquel pintoresco barrio cuando debieron enfrentar su primer peligro. Los gritos de las personas lograron advertirlos en una primera instancia. Mientras aún se preguntaban de las razones de tanta batahola, algo detuvo el auto de golpe. Ese mismo algo les arrancó el techo del auto como si estuviera rompiendo una hoja de papel. Sobre sus cabezas pudieron ver dos ojos desorbitados. Una enorme sonrisa puntiaguda llena de colmillos filosos les dio la bienvenida. Una gota de su baba cayó sobre Leni, cubriéndola casi por completo. La chica no se dio por aludida. Al igual que resto del grupo, se encontraba espantada por lo que estaban viendo. Un terrorífico lobo gigante, con pelaje azul marino y despeinado. Medía unos cinco metros desde sus patas a su cabeza. Su propio rostro era de unos tres metros de largo. Tenía unas enormes y poderosas garras en sus cuatro patas. Su cola pomposa se meneaba lentamente en el aire. Su mirada fija congeló a sus futuras víctimas, mientras que un tenue pero fuerte y vibrante gruñido les quitaba la voluntad de supervivencia.
Un ladrido. Un simple ladrido quebró el momento. Un simple ladrido destruyó los nervios. Un ladrido marcó un antes y un después. Una advertencia que les dijo a nuestros amigos que aún tenían una vida que defender. Un ladrido que los empujó fuera del auto de un salto. Un ladrido que les advirtió lo que seguía. De un manotazo, una de sus garras atravesó lo que quedaba de auto, creando un tajo de derecha a izquierda que lo partió en dos.
-¡No! ¡Mi auto! –Fiona tuvo las fuerzas de exclamar desde el suelo. Aún le quedaba pesar que dedicarle a su auto, pese a que su propia vida aún corría peligro.
Mientras tanto, en el edificio Departamental, el rock era auspiciado por unos parlantes que Yang había encendido aquella tarde. Los minutos trascurrían con tranquilidad y lentitud mientras acomodaba los cojines del living. Acaba de aspirar el piso, limpiado el polvo del estante y barrido toda la habitación. Pensaba luego en limpiar la cocina y el baño. Al ser un departamento tan pequeño, esperaba tener todo listo en un par de horas. Encontró en las tareas del hogar una buena manera para matar el tiempo.
Finalmente, la gran decisión de Yin fue reparar el departamento con magia. Solo fue un poco de su rayo Woo Foo y todo estaba como nuevo. Luego realizó una llamada anónima a la arrendadora informándole que su departamento estaba listo. Usó su magia Woo Foo para distorsionar su voz desde sus propias cuerdas vocales. La voz resultante era grave y masculina, totalmente opuesta a su propia voz. A Yang le llamaron la atención varias cosas. La primera de ellas es que fuera posible reparar un lugar solo usando Woo Foo. ¿Desde cuándo se sabía ese truco? ¿Cuántas reparaciones de la academia se pudieron evitar usando su truco? Lo segundo que le sorprendió fue que pudiera cambiar su voz con su Woo Foo. ¿Qué otros trucos ocultos tenía su hermana? Lo tercero y más importante es que todo lo visto ocurrió bajo un halo de un hermético misterio. Su mirada brillante y su sonrisa diabólica que se le escapaba de vez en cuando, le regalaba indicios de que algo ocultaba. ¿Qué rayos escondía detrás de todo esa solución aparente? La conocía lo suficiente, y, aunque lo intentó, sabría que jamás se enteraría de sus verdaderas intenciones hasta que ocurrieran las cosas.
Yang tenía toda una tarde para pensar. De vez en cuando miraba hacia la ventana y podía sonreír. Imaginaba lo feliz que podría ser Millie cuando viera que su departamento brillaba como espejo. La alegría era rápidamente reemplazada por angustia. La última vez que se vieron, terminaron en una fuerte pelea. Desde entonces ni siquiera se habían comunicado por teléfono. La única vez que la intentó llamar sonó ocupado. Se lamentaba no haberlo intentado más veces. Imaginaba que ella seguía enojada y no quería perturbarla en ese estado. Intentó llamarla un par de veces más mientras limpiaba, más nunca contestó. La angustia prevalecía hasta que la música lo arrastraba hacia otro tema de meditación. Repetía todo el ciclo al regresar su vista a la ventana.
Millie caminaba a paso lento por el lobby del edificio en donde trabajaba. La tarde terminó no siendo tan desastrosa como aquella mañana. El cansancio físico y mental habían hecho eco en su ser. Meditando un poco más, se había percatado de que fue una semana muy dura la vivida. Su inicio de relación poliamorosa, el accidente de su hermano, el incidente en el restaurante, la pelea con Yang, los problemas en el trabajo, el regreso de Fiona. Solo quería que el mundo quedara en pausa mientras ella recargaba fuerzas en la nada.
-¡Hola Millie!
La chica se volteó. Se topó con la mirada alegre, sonrisa amplia, y crespos revueltos de Franco.
-¡Hola Franco! –de pronto su presencia la llenó de energía.
-¿Y? ¿En qué quedamos finalmente? –el chico prosiguió su caminar al lado de ella.
-Pues… -Millie había olvidado su propuesta lanzada durante el almuerzo. Sacó su teléfono de su bolsillo, y vio las llamadas perdidas de Yang.
Suspiró. Dejó que su instinto hablara.
-¿Qué quieres hacer? –preguntó finalmente.
-¿De verdad no hay señales de Yang? –preguntó incrédulo.
-Necesito distraerme un rato –contestó la chica.
La impresión de Franco se estampó en su rostro. Millie no pudo evitar soltar una risilla al verlo tan embobado. Con él presente a su lado, sus problemas volaban de su mente inmediatamente. Era su fuente de desahogo y anécdotas. Era su gran amigo desde que había salido de la universidad. Había estado a su lado en las buenas y en las malas. Con él, había aprendido lo que era la amistad.
-Oh, pues, bueno –tartamudeó nervioso mientras intentaba ocultar su incredulidad-… podemos ir al cine, a comer, a bailar, a la pista de hielo. Dicen que tienen un diez por ciento de descuento para parejas.
-Espera, ¿qué dijiste? –lo interrumpió Millie.
-¿Pista de hielo? –respondió nervioso.
-No, lo otro.
-¿Diez por ciento de descuento?
Hubo un silencio que Franco sintió incriminador.
-No he patinado sobre hielo desde que era una niña –confesó Millie.
-Entonces está decidido –apuntó Franco-: iremos a la pista de hielo.
-Está bien –aceptó la chica con una sonrisa.
Lynn fue la primera en reaccionar. Dio un salto hacia atrás mientras que el lobo desvió su mirada hacia ella.
-¡Oye! ¡Perrito! ¡Por aquí! –le gritó.
La chica pretendía hacer gala de sus poderes. Esperaba confrontar al lobo y derrotarlo con facilidad. Lo que no se esperaba, era la agilidad del lobo. Vio pasar su vida en cámara lenta mientras la bestia de un salto amenazaba con caer encima de ella. No alcanzó a moverse. Por poco y ya podía sentir su propia muerte entre las fauces de aquella bestia. De improviso, vio como una cuerda color celeste brillante agarró al lobo del cuello y lo lanzó unos cuantos metros hacia su derecha. Lynn alcanzó a ver que el otro extremo de la cuerda era firmemente agarrado por Ronnie Anne.
-De nada –le dijo con una sonrisa de satisfacción.
Un agudo y potente aullido de la fiera interrumpió el momento, amenazando con dañar los tímpanos de todos los presentes. De inmediato se lanzó como un bólido en contra del grupo que aún seguía atónito en el suelo en torno al auto destrozado.
-¡Campo Foo! –exclamó Ronnie mientras activaba un campo de fuerza color celeste claro, deteniendo inmediatamente a la bestia.
Lamentablemente, tras el primer golpe, logró fracturar en gran medida el campo Foo de la chica. Un par de golpes más, y este terminó desapareciendo. El lobo se dispuso a dar un cuarto y definitivo impulso en contra de todo el grupo. Ronnie se arrodilló apenas sin fuerzas. El campo Foo le había desgastado una gran cantidad de energía.
-¡Puños de fuego! –Lynn se abalanzó en contra de la bestia con sus puños crecidos por lo menos unas diez veces más de lo normal, además de hallarse envueltos en llamas. Logró darle un golpe en la quijada, lanzándolo contra un edificio a diez metros de distancia.
-De nada –Lynn se volteó hacia Ronnie Anne y le guiño el ojo.
-¡Ya me cansé de ustedes! –una voz de ultratumba provino desde la dirección en donde fue lanzado el lobo.
Las chicas se voltearon y pudieron ver al animal. Se encontraba de pie, estoico. Se podía observar una humareda proveniente desde su quijada, en donde la fiera tenía unos cuantos pelos quemados. Su mirada de furia congeló inmediatamente el valor de ambas chicas.
Unos rayos rodearon a todos los presentes. Sus rugidos se sentían a diestra y siniestra, mientras un aura rojiza comenzó a rodear a la fiera. La energía Woo Foo era atemorizante. Ambas chicas habían aprendido a sentir la energía de su enemigo de manera muy básica. Era suficiente para comprender que aquel animal no era ordinario. Tenía una energía oscura que atemorizaba. Simplemente no sabían qué hacer.
Como una sombra de oscuridad, el lobo se abalanzó contra las chicas. Pudieron ver cómo la luz solar desaparecía de improviso, cubriendo todo a su alrededor. Podían sentir el hedor de la muerte. Podían ver los ojos furiosos de la muerte a través de la mirada sanguinaria de aquella fiera. Hasta que de pronto, una luz de esperanza atravesó el entorno. Un rayo luminoso golpeó al lobo por el costado en medio de su trayectoria, lanzándolo a unos veinte metros de distancia. La oscuridad y los rayos desaparecieron de inmediato. Todos se voltearon hacia el origen del rayo. Pudieron ver a una especie de ogro con un enorme cuerno en su frente que poco a poco perdía el brillo que alcanzaron a ver era idéntico al del rayo recién lanzado.
-¡Toma esto! –le gritó a la bestia agitando un puño en el aire.
El lobo volvió a ponerse de pie con un poco más de dificultad. Estaba dispuesto a contratacar con la mirada fiera. El desconocido le respondió con una mirada desafiante.
-¡Hora de domar a la bestia! –se escuchó una voz de origen desconocido.
De pronto, la bestia comenzó a dar saltos de forma errática. Saltaba, giraba, y se movía sin motivo ni razón aparente.
-Que… ¡Quítate de mi espalda! –gritó el lobo con un vozarrón cargado con furia.
Los presentes se pudieron percatar que había alguien montado sobre la bestia. Se aferraba con fuerza a los pelos del animal. A la fiera estaba entre que le dolía el agarre y le molestaba que alguien estuviera en su lomo. Saltaba, brincaba y se golpeaba con la intención de soltar a su contrincante. El sujeto estaba aferrado como si fuera una garrapata.
Tras un buen rato revolcándose, finalmente logró lanzar a su ocupante. El domador salió volando por los aires, cayendo justo encima de Fiona. Apenas se percató que había caído encima de la chica, se puso de pie inmediatamente. Era un goblin alto y delgado, con el cabello castaño, desordenado y grasoso. Su rostro delicado y figura corpulenta contrastaba con su vestimenta humilde. Usaba una camiseta manchada y pantalones rotos y polvorientos. Tenía un par de viejas botas de cuero. Traía una sonrisa con dientes perfectos color marfil, con unos ojos violetas claro.
-Mil disculpas, señorita –respondió amablemente con una voz sobreactuada mientras le extendía la mano para ayudarla a colocarse de pie-. Soy Jobeaux, príncipe de Redneckistanian. Lamento mucho haber caído sobre usted. Espero no haberle causado ningún daño. Disculpe todas las molestias.
El goblin le regalaba en el intertanto una mirada seductora que atrapó de improviso a la chica.
-Muchas gracias caballero –respondió sonrojándose mientras se ponía de pie con ayuda de su mano-. Soy Fiona Ryan. Un gusto.
-El placer es mío –respondió el goblin con una amplia reverencia-. Solo espero que usted se encuentre bien, y que esa bestia no le haya hecho ningún daño.
-¡Jobeaux! –el ogro lo interrumpió-. ¡Necesito un poco de ayuda por aquí!
El aludido se volteó. Pudo ver a su amigo reteniendo a la bestia con sus propias manos. Lo estaba sujetando de las mandíbulas, en un forcejeo en donde se empujaban mutuamente. El ogro era bastante fuerte como para hacerle competencia directa a la fuerza de la bestia.
-¡Allí voy, Roger! –exclamó el goblin de vuelta-. Si me disculpa, señorita, me debo retirar –agregó volviéndose hacia Fiona-. Espero que podamos volvernos a encontrar en otra ocasión.
-Seguro que sí, señor príncipe –respondió la chica soltando una risilla.
-¡Jobeaux! –le gritó su amigo.
-¡Ya van! –exclamó de regreso dirigiéndose hacia la acción-. Esto se va a terminar de un solo golpe.
El goblin hizo crecer su mano mientras que una llamarada de fuego empezó a cubrirla. Le regaló una sonrisa a la fiera, consciente de lo que le esperaba.
-¡Puños de…! –alcanzó a gritar, cuando vio que algo quitó a la bestia de su blanco. No alcanzó a detener su golpe, creando un enorme forado en el suelo.
Aún confundido por lo que acababa de suceder, salió del forado que había creado. Pudo ver a la feria a unos metros de distancia. Se podía apreciar los rastros en el suelo del arrastre generado. Pudo ver que el lobo no se movía. Pudo verlo desangrarse poco a poco. Se volteó para todos lados, pero no pudo encontrar la causa de lo que sea que haya golpeado a la bestia. Se volteó hacia Roger, quien, igual de confundido, se encogió de hombros.
La noche cayó en la ciudad. Yang había limpiado cada detalle del departamento. A pesar de cansancio, no pudo quitarse la preocupación de la cabeza. No estaba seguro de si vería a Leni ese día. Sabía que tenía trabajo adicional en el restaurante de su padre. Millie tal vez tenía horas extras. ¿Por qué no contestaba? La estaba esperando, en silencio. Tenía la televisión encendida en el noticiero local frente a él. Se encontraba en el living, sentado sobre el sofá con sus piernas totalmente abiertas. Estaba comiendo un tarro de sopa para uno. Normalmente le gustaba cocinar, pero no se encontraba de ánimos en una noche como aquella. La televisión mostraba el noticiero nocturno. Al parecer no se habían enterado de las novedades que Yin había hecho en el departamento de Fiona.
No podía negar que se sentía preocupado. Ninguna de sus novias contestaba. No había hablado con ninguna en más de veinticuatro horas. Estaba solo en casa. Eso le afectaba cada vez más por cada vuelta que daba el segundero. Quería algún indicio, alguna señal que le dijera que aún no lo había arruinado.
-Ya llegué –reconoció la voz de Millie.
Ella había pasado una tarde agradable junto a Franco. Pudo tener una conexión directa con su infancia tras poner un pie en el hielo. Por primera vez se sintió libre, feliz. Habían llegado temprano, así que aprovecharon de patinar hasta la hora de cierre.
-No sabía que eras tan buena patinando –le comentaba Franco entre risas luego de ver una acrobacia que Millie acababa de hacer.
-Te dije que aprendí cuando era niña –le respondió ella sin poder aguantar sus deseos de reír incontrolablemente-. Recuerdo que mi papá hacía su propia pista de hielo casera en el patio de la casa. Simplemente dejaba correr el agua de la manguera y en un par de horas estaba congelada y lisa para patinar.
Tras aquella velada, Franco pensaba invitarla a alguna otra actividad. Fue en ese momento en que el cansancio le cayó de golpe sobre el cuerpo. Le dijo que estaba cansada y que prefería llegar a casa.
El conejo levantó la vista y pudo verla entrar al living. Ella se espantó por un momento al toparse con él de manera tan repentina. De inmediato la vida le recordó sus problemas pendientes. A pesar de ello, no tenía idea de cómo enfrentarlos.
-Hola –respondió Yang con nerviosismo-. ¿Cómo te va?
-Bien –contestó ella en el mismo tono-. ¿Y a ti?
-Bien, gracias.
En silencio, ella se acercó a él, y se sentó a su lado en el sofá.
Se quedaron juntos, en silencio, viendo la televisión. No había palabras en sus mentes, o al menos no una que creyeran pudiera aportar en una eventual reconciliación. El televisor era un mero distractor de las meditaciones de ambos, mientras a duras penas intentaban hallar el punto de partida.
Millie se recostó sobre el hombro de Yang. El peso de una larga semana aún le pesaba en el cuerpo, la mente y el alma. Fue algo más bien instintivo que otra cosa. Esto le sorprendió al conejo en un principio, pero pronto supo qué hacer. Levantó su brazo y la rodeó, colocando su mano sobre su cintura. Así se quedaron por un largo rato. Su compañía mutua era la mejor cura a cualquier problema. La presencia de cada uno en la vida del otro era suficiente medicina a toda preocupación.
Tras las noticias y el tiempo, ATTV comenzó a transmitir una serie de videos clips de canciones de al menos quince años. A nuestra pareja poco le importó lo aburrida de la propuesta. Disfrutaban del momento de hacer nada juntos. Millie se acurrucó en su regazo mientras él le regalaba un beso en la frente.
Así se quedaron hasta quedarse dormidos frente a la pantalla.
PRIMERO: Lamento muchísimo no haber podido actualizar la semana pasada. Sí, tenía mucho trabajo, pero al final ni eso pude hacer por culpa de los efectos secundarios de la vacuna. Lo bueno es que legalmente la próxima semana tendría la inmunidad completa. ¡Y soy feliz! Por eso amigos: ¡Vacúnense patitos! Apenas tengan la oportunidad, vacúnense. Estarán salvando vidas con esto.
SEGUNDO: En un pueblito perdido de Chile en donde vivo, finalmente alcanzamos la tan ansiada fase 3 del famoso plan "Paso a paso". Esto significa que por primera vez desde el inicio de la pandemia no habrá cuarentena durante los fines de semanas. Sé que esto no les va a afectar en nada, pero… ¡Estos patitos finalmente serán libres!
TERCERO: Un día como hoy hace doce años, Jetix finalizó sus transmisiones, para dar comienzo a Disney XD. Este es un día de gran importancia para este fic, porque ese día terminó de transmitirse Yin Yang Yo (al menos para el feed de chile que incluyó parte del cono sur), Y se estrenó Kid vs. Kat. ¿Coincidencia? NO LO CREO.
CUARTO: Mañana en la mañana se dará inicio a la Convención Constituyente en Chile. El país ha luchado bastante para llegar a esta instancia, y mañana será un día que marcará la historia. Desde ahora y durante los siguiente nueve (o doce) meses van a discutir todos los asuntos que deberán ser plasmados en la futura nueva constitución.
QUINTO: ¡Se nos vienen primarias presidenciales! Ya están hasta las franjas instaladas dos veces al día. ¡No te quedes afuera! Como diría Luisito comunica. ¡Ahora se viene lo chido!
SEXTO: ¡Síganme en mis Redes sociales! Te puedes enterar de esto y mucho más por allí. Como por ejemplo que creamos una colección de fics llamados "Cuentos de polidrama" en donde literalmente publicamos one shots de "Polidrama". ¡Aprovecha y dale un vistazo! Esperamos pronto publicar un segundo capítulo por allá. ¡Tenemos tantas ideas y tan poco tiempo!
SÉPTIMO: ¿Ya les dije que me siguieran en mis redes sociales? Estamos en Facebook, Twitter, Instagram. ¡Hasta tenemos un canal en Youtube! Suscríbanse para futuras novedades.
