Patitos! Acabamos de enterarnos del terremoto que azotó a Haití. Lamentamos mucho sucedido, y esperamos que tú, si estás allá, te encuentres bien junto a tus seres queridos. Este capítulo está dedicado a todos nuestros amigos haitianos que nos están leyendo. Esperamos poder distraerlos aunque sea por un momento de todos los problemas que están viviendo.

Con amor, patito.


Polidrama - Capítulo 16

-¡Ustedes son el peor trío poliamoroso del mundo!

Aquel domingo nuestro trío poliamoroso se levantó tarde. Tras una tarde de enfermedades estomacales, decidieron ocupar la mañana para simplemente descansar de todo. El desayuno recién se estaba sirviendo pasado el mediodía. En la mesa de medialuna, los tres esperaban con ansias la aparición de la señorita Mushroom. La hada llegaría con la primera evaluación tras una semana de relación formalmente poliamorosa. La ansiedad solo era comparable con el momento en que firmaron el acuerdo hacer tan solo siete días atrás. No se esperaban ni en el peor de los casos un diagnóstico tan nefasto.

-¿Qué? –cuestionó Yang desconcertado.

-Llevo años como psicóloga especializada en relaciones poliamorosas y de relaciones LGBT –respondió con seriedad-, y ustedes son el grupo más desastroso que me ha tocado en toda mi carrera.

-¡¿Qué?! ¿Por qué dice eso? –alegó Millie escapando de su asombro.

La hada se limitó a carraspear mientras hacía aparecer una hoja de papel tronando sus dedos.

-Veamos –comenzó revisando la hoja-: en el primer día enviaron a un chico al hospital.

-Ese tipo se lo merecía –comentó Yang con desprecio cruzándose de brazos.

-Causaron desastre público en un restaurante.

-Ese pollo se lo merecía –comentó Millie imitando a Yang.

-Asalto a propiedad privada.

-¿Ah? –intervino Leni confundida.

-Quemaron un departamento.

-¿Departamento? –intervino Millie intrigada.

-Esparcieron la sarna en la ciudad.

-¿Sarna? –era el turno de Yang de confundirse.

-Usaron un hechizo mágico prohibido a través de un sobre en polvo.

-¿Cuál jugo en polvo? –comentó Leni avergonzada.

-Y taparon todos los baños públicos de un restaurante.

-¡Uh! –exclamaron los tres asqueados.

-¡Y todo en una semana! –exclamó la hada aleteando con sus bracitos regordetes.

Los tres se miraron entre ellos incómodos intentando buscar una buena excusa para tanto desastre.

-Chicos –continuó con un tono más maternal y calmado-, todos sus problemas se originan de un error que han cometido y que es común en novatos: falta de comunicación –agregó haciendo aparecer las letras de la última oración brillando en el aire-. Deben romper varias brechas psicológicas que les impide mostrar sus verdaderos sentimientos, paso crucial si desean evitar causar daño en medio de una relación poliamorosa –explicó-, y de una relación amorosa en general –aclaró.

Los tres la observaron esperando una explicación más concreta de lo expuesto. Un silencio que comenzaba a ser vacío e incómodo.

-Iremos a mi oficina –propuso la hada con un suspiro antes de hacer tronar sus dedos.

En un instante nuestro trío se ubicaba sentado en una silla reclinable cada uno en el medio de una habitación prácticamente a oscuras. El sitio en donde se encontraban era el único iluminado con la ayuda de un foco colgante en el techo. Frente a ellos se encontraba la señorita Mushroom.

-Chicos –comenzó con paciencia-, en esta habitación solamente se encuentran ustedes y yo. Absolutamente nadie más afuera existe. Nada afuera es relevante. Todo lo que digan, se quedará al interior de este cuarto. Les pido que aprovechen esta oportunidad de conversar y comentar cómo se han sentido durante esta semana. Es importante que expresen sus sentimientos para que…

El discurso de la hada fue interrumpido al encenderse el resto de las luces. La nueva iluminación reveló un cuarto más pequeño de lo que aparentaba la oscuridad, rodeados de muebles ubicados azarosamente y cuadros de plantas sobre paredes rosa oscuro.

-Disculpe señorita Mushroom –habló un patito de hule desde el umbral de la habitación con un ala sobre el interruptor y una enorme caja de cartón sujeta de su otra ala-, vinimos por los arreglos para la fiesta de la próxima semana.

-¿Qué? ¿Ahora? –alegó la hada aleteando con sus bracitos.

-Usted dijo que podía ser ahora –respondió un segundo patito de hule con otra caja entre sus alas.

La hada comenzó a balbucear cosas ininteligibles intentando dar alguna explicación mientras los dos patitos ingresaban seguidos de un tercero con otra caja de cartón.

-No se preocupe señorita –le dijo el tercero-. Ni siquiera nos sentirá.

La señorita Mushroom, rendida, se volteó hacia sus pacientes.

-¿Hará una fiesta? –preguntó Leni con una enorme sonrisa.

-Sí –respondió volteando su mirada hacia los patos-. Es una despedida de solteras de una amiga…

-¿Una despedida de solteras? –intervino Yang con interés.

-¿Podemos ir? –preguntó Leni.

-¿Qué? ¡No! –replicó la hada volteándose hacia el trío-. ¡Ni siquiera conocen a la invitada!

-¡No es nada que no pueda solucionar Instagram! –exclamó Leni sacando su celular su bolsillo. Acto seguido se pegó a la pantalla hipnotizada por sus colores e imágenes.

-¿Qué? ¡Oh rayos! –se quejó la hada volteándose hacia los patos luego de escuchar unos feos golpes-. Creo que se acabó la magia –alcanzó a comentar regresando a sus pacientes-, ya no podremos continuar con lo que tenía en mente –agregó cruzándose de brazos al tiempo en que comenzaba a oírse el ruido de un taladro-. ¡Oh! ¡Suficiente! –gritó la hada intentando hacerse oír por sobre el alboroto causado por los patos.

Tras aquel grito, tronó sus dedos y en dedo anular izquierdo de cada uno de nuestros protagonistas apareció un anillo sello. Era grande, grueso y de un metal rojizo opaco. La parte del sello era ancha, cuadrada y completamente plana.

-¿Qué es esto? –le preguntó Millie en un tono que quedó totalmente oculto por el alboroto del lugar.

-¡Es un anillo emocional! –les gritó la hada intentando hacerse oír-. ¡Les ayudará con eso de la falta de comunicación! ¡Pero recuerden! ¡Gran parte del trabajo lo deben hacer ustedes!

Tras esto nuevamente tronó sus dedos. Nuestro trio regresó a la mesa de medialuna aún aturdidos por el fuerte ruido que repentinamente desapareció. Millie y Yang se miraron entre ellos, mientras que Leni regresó a la pantalla de su teléfono.

-¿Qué dijo? –cuestionó Millie.

-No lo sé –Yang se encogió de hombros.

-¿No eras tú el del buen oído? –cuestionó Millie.

-¡No pude oír con todo ese ruido! –replicó Yang.

-¡Lo encontré! –intervino Leni con emoción.

-¿Qué encontraste? –preguntó Yang volteándose hacia ella.

-Ese es tu hermano, ¿no? –preguntó Leni mostrándole la pantalla a Millie.

La chica reconoció inmediatamente el perfil de Instagram de Coop. El chico tenía como últimas fotos selfies tomadas desde el espejo del baño. En algunas llevaba una chaqueta de algodón de vistosos colores. En otras traía solo una camiseta estampada con logos de bandas de rock de antes de los 2000's. Incluso había una en la que se encontraba con el dorso desnudo.

-Lamentablemente –respondió bajando la pantalla para regalarle a Leni una mirada de aburrimiento.

-¡No sabía que tu hermano era tan guapo! –exclamó Leni con una emoción que la empujó a abrazar su teléfono.

-¿Sabías que prácticamente todo su perfil es Photoshop? –cuestionó Millie cruzándose de brazos.

-¡Qué importa! –exclamó la chica sin perder ni un ápice de su emoción-. ¡Parece tallado por los mismos ángeles! –agregó con su mirada fija en la pantalla.

-¡Espera, espera, espera, espera! –intervino Yang-. ¿Qué? –agregó mirando a Leni con una ceja alzada.

-¡Oh vamos! –comentó ella con despreocupación-. Era lo que estaba diciendo la señorita Mushroom. Debemos comunicarnos mejor entre nosotros, sin ningún tipo de filtro ni tapujo. Además, las relaciones poliamorosas nos permiten mirar hacia el lado con total facilidad, siempre y cuando no lo ocultemos entre nosotros.

-Bien hecho, Leni –se escuchó una voz robótica.

Leni extendió su mano izquierda y pudo notar que sobre el sello de su anillo apareció un emoje de carita feliz titilante y brillante. Este descubrimiento los sorprendió a los tres, quienes observaron el espectáculo hasta que la carita desapareció lentamente.

-¿Acaso estos anillos pueden hacer eso? –preguntó Yang impresionado observando su propio anillo.

-Creo que literalmente buscan ayudarnos a mejorar nuestra relación –agregó Millie observando el suyo con atención.

-¡Cómo se activa! ¡Cómo se activa! –exclamó Yang con interés agitando con rapidez su mano esperando activarlo de algún modo.

-¡Tranquilo! ¡Tranquilo! –intervino Leni deteniendo su mano-. ¿Por qué no comienzas contándonos si te gusta alguna chica? –le propuso.

El conejo no pudo evitar pensar en Fiona tras aquellas palabras. Se maldijo a si mismo por pensar en aquello. No quería ir y lanzar la bomba inmediatamente. No a sabiendas de las consecuencias que podría causar. En ese instante, el conejo recibió una descarga eléctrica que terminó por tostarle hasta el pelaje.

-Ah, ah, ah, conejito malo –le dijo el anillo mostrando un emoji de carita enojada sobre su sello.

-Chiwa –balbuceó el aludido.

-¡Vamos Millie! ¡Tu turno! –la animó Leni con una sonrisa.

-¿Quién? ¿Yo? –la chica se sorprendió ante su mención.

-¡Por supuesto! ¿Hay alguien que te guste? –le preguntó con interés.

-Pues… yo…

La chica no pudo evitar pensar en Franco. El chico había sido bastante amable con ella. Se había convertido en alguien muy importante en su vida, prácticamente al nivel de Yang. Observó su anillo, recordando lo que había ocurrido con Leni y con Yang. A sabiendas que aquel anillo era prácticamente un detector de mentiras, era momento de ser honesta.

-Bueno, la verdad la primera persona que se me viene a la cabeza es Franco –comentó desviando la mirada-. Aunque por ahora solo somos amigos –aclaró sonrojándose-, y bueno, mientras solo sea eso dudo que ocurra algo más.

-Bien hecho Millie. Felicitaciones –se escuchó una voz robótica desde su anillo.

-¡Siiiiiiii! –exclamó Leni poniéndose de pie y dirigiéndose hacia el asiento para regalarle un enorme abrazo.

El anillo de Millie se iluminó con una brillante carita feliz mientras mini fuegos artificiales las rodearon amenizando el ambiente festivo.

-¿Tú también? –alegó Yang reincorporándose.

-¡Oh vamos! –replicó Millie-. Ya ambas sabemos que te gusta alguien más.

-¡Sí! Que no quieras decírnoslos es otra cosa –agregó Leni con seriedad cruzándose de brazos.

-¡Pero si no me gusta nadie! –intentó replicar.

-Usted no aprende, ¿verdad? –comentó la voz robótica del anillo antes de una segunda descarga eléctrica.

La mañana del lunes amaneció con un viento fresco bastante agradable. Coop Burtonburguer caminaba a grandes zancadas rumbo a su trabajo. Ni siquiera quedaba el menor de los ápices de amargura y dolor causados por aquel incidente que lo amenazó con dejarlo sin caminar. Se notaba alegre, silbando por el camino, balanceando su maletín de un lado al otro. El mundo le parecía florecer ante sus pies, con un shock de energía que apenas él podía entender.

Se desvió un poco mucho de su camino rumbo al trabajo para entrar al centro comercial. El lugar le parecía mucho más hermoso a comparación de la última vez que había puesto un pie en el lugar. De hecho eran sus propias piernas que lo guiaban hacia su parada intermedia. Las vitrinas brillaban como diamantes. El piso brillaba con luz propia. El sol se reflejaba sobre las múltiples superficies hasta llegar al rincón más oculto que solo conocía la luz artificial. El aire acondicionado le parecía tan fresco como las brisas del bosque.

El corazón le dio un vuelco al toparse con el cartel que le anunciaba que se encontraba frente a la academia Woo Foo de Yin y Yang. Simplemente había tomado un desvío de observación. En el fondo no se esperaba encontrarla abierta. Más aún en el fondo, esperaba precisamente lo contrario. En efecto, el local se encontraba abierto.

El chico se atrevió, y dirigió sus pasos hacia el interior. El lugar se encontraba idéntico a cuando lo vio por primera vez aquella tarde nefasta. Gracias a que ahora no se encontraba nublado por la rabia y el alcohol, pudo notar algunos detalles que antes no había notado, como el enorme reloj que había a un costado. Pronto se vio acompañado de algunos chicos que traían su karategi puesto.

El chico observaba para todos lados en busca de Yin. A tal punto que terminó simplemente por absorber cada detalle del lugar. Cada rincón le parecía un mundo nuevo. Los sacos de boxeo tirados, las colchonetas apiladas, algunas armas adornando las paredes, el piso de madera, la iluminación artificial, las puertas al fondo. Pronto parecía encontrarse en un lugar completamente nuevo.

-¿Se te ofrece algo? –una voz a su espalda interrumpió su inspección.

Al voltearse, pudo encontrarse con Yang. Lo observaba con los brazos cruzados y una mirada de seriedad. El conejo ya traía puesto su karategi perfectamente limpio y planchado. Parecía listo para darle una paliza de ser necesario.

-¡Ah! Hola –exclamó sorprendido. En su plan no esperaba encontrarse a solas con Yang. Claro, no había mucho plan que digamos-. ¿Está Yin?

-No ha llegado –respondió Yang acercándose peligrosamente-. ¿Para qué la quieres?

-Este… bueno –comenzó a sentir los nervios mientras le picaban las plantas de los pies-… Verás… ella… -se sentía un idiota al sentirse tan nervioso.

-¡Vamos! ¡No tengo todo el día! –replicó el conejo impaciente.

-Vine a traerle esto –de inmediato abrió su maletín, y comenzó a revolver su contenido con nerviosismo. Finalmente extrajo un tazón blanco con una frase con letras coloridas que decía Eres mi mejor accidente.

Yang le arrebató el tazón y lo observó con detalle. Centró su mirada en el mensaje. Cuando la desconfianza comenzaba a caer sobre Coop, Yang comenzó a reírse. Empezó con una risa que intentaba ocultar, para luego soltarse libremente en una larga y estridente risotada que comenzó por molestar a Coop.

-¡Oye! ¡Eso no es para ti! –intentó recriminarle el muchacho, pero Yang se tiró al suelo víctima de un ataque de risa.

-Eres tan cursi –balbuceó el conejo mientras no podía controlar su risa-, es lo más estúpido que he leído.

En el intertanto Coop le arrebató el tazón de sus manos y volvió a guardarlo en su maletín.

-Si no se encuentra aquí, volveré más tarde –le dijo ofendido.

El chico abandonó el gimnasio a grande zancadas. Con el andar de los pasos y el alejamiento de aquella molesta risa estridente, el chico recuperó su ánimo inicial. Casi ni sintió el peso de tener que caminar hasta su lugar de trabajo. Era un enorme edificio de cuatro pisos pero que cubría toda la esquina hasta la mitad de cuadra a cada lado. Tenía una arquitectura tradicionalista de hace cien años atrás, con colores apagados. Sus puertas gruesas de roble le daban la bienvenida junto a un letrero con letras de bronce oxidadas que decían Editorial Internacional.

Coop ingresó al lobby del edificio silbando alegremente. Él era jefe del departamento de publicación de comics y libros ilustrados, un departamento menospreciado por la editorial. La famosa Editorial Internacional surgió más bien para ofrecer servicio de imprenta a la comunidad. Es allí en donde se produce el periódico local, se generan los carteles, gigantografías, afiches, etcétera. Coop poco a poco había conseguido dar a luz aquel nuevo departamento que permitía darles la oportunidad a nuevos creadores de comics y libros ilustrados. Aunque habían conseguido un relativo éxito, el jefe de la editorial aún veía con malos ojos la existencia de aquel rincón de la editorial.

-Señor Burtonburguer, el nuevo practicante lo está esperando –le anunció una chica joven y baja con el cabello rojizo amarrado en una enorme bola en su nuca.

Coop se detuvo en seco. Se encontraba en su amplia oficina en el segundo piso. Era un lugar bien iluminado gracias a un enorme ventanal al fondo. Sus muebles tenían un diseño simplista basado en madera. El piso alfombrado invitaba a pisarlo sin zapatos. A un costado de la entrada se encontraba el escritorio de su secretaria, y a un costado disponía de algunas cuantas habitaciones que fue amoblando de a poco para convertirlas en oficinas, salas de reuniones y salas de diseño.

-¿Eh? ¡Oh! ¡Sí! Gracias Betty –le sonrió mientras tiraba su maletín justo sobre su enorme asiento reclinable de cuero-. Dile que pase.

De inmediato lo vio entrar. Venía con un traje gris claro perfectamente planchado y una mochila de mezclilla a su espalda. Lo encontró flacucho, escuálido, especialmente gracias a su cabellera blanca, la cual le agradó de entrada. El chico se acercó con una sonrisa mientras le extendía su mano.

-Buenos días señor Burtonburguer –lo saludó-, soy Lincoln Loud, un gusto.

-El placer es mío –Coop estrechó su mano con una energía que amenazaba con arrancarle el brazo con un ir y venir-, y solo dime Coop –agregó con una sonrisa.

-Mu-mu-cha-as gr-gra-ci-ci-ci-as –balbuceó el chico mientras era agitado gracias al apretón.

-¿Y bien? Cuéntame por qué decidiste hacer tu práctica precisamente en este lugar –Coop finalizó el apretón con un golpe en la espalda del muchacho que por poco le arranca un pulmón.

-¿Bromea? –respondió el chico mientras tosía para regresar sus órganos a su sitio-. ¡Es el mejor lugar del mundo! ¡Todos en la universidad querían este puesto!

-¿De veras? –respondió Coop con interés mientras invitaba al chico a sentarse frente al escritorio y se dirigía hacia su acolchonado asiento-. A mí me encantaría poder recibir a mucha más gente, pero por ahora este departamento está recién comenzando. Espero poder recibir a tus compañeros en un futuro.

El jefe se sentó y se reclinó en su asiento mientras comenzaba a dar un par de medias vueltas sobre este.

-¡Toda la vida he querido trabajar en una editorial de comics! –exclamó Lincoln con emoción-. Cuando era pequeño, creaba mis propias historias alternativas de Ace Savvy.

-Ace Savvy, ¿eh? –cuestionó Coop mientras se balanceaba sobre su asiento-. Lo conozco. Suspenso, drama, misterio, acción. Es el mejor cómic que puede balancear tantos estilos en una historia, aunque nunca se atrevió a tomar temas más profundos teniendo el potencial.

-Lo sé –afirmó Lincoln-. Es por eso que mis historias trataban temas más profundos. En una de ellas Ace termina convencido de que había matado a un hombre, con todas sus consecuencias, pero resulta que todo era un plan de Jack con un solo ojo quien decide traicionarlo por envidia.

-Suena interesante –Coop le sonrió.

Es así como ambos se quedaron gran parte de aquella mañana simplemente conversando tanto de historias de Ace Savvy como de otros comics populares.

-Disculpa la demora –Yin llegó a toda prisa hasta la academia en el centro comercial.

-A la horita –le comentó su hermano al verla entrar mientras le daba una mirada al gran reloj del lugar que indicaba las nueve de la mañana. El primer grupo se encontraba entrenando y el conejo se paseaba por el lugar corrigiendo a los estudiantes.

-Lo siento –repitió-. El Maestro Yo me pidió que lo trajera al centro y tuve que esperarlo. Pidió una cita con el alcalde.

-¿Con el alcalde? –preguntó intrigado.

-Es por algo que le contó Roger ayer –Yin se dirigió hacia la oficina del fondo seguida por su hermano-. Dice que se encontró con un lobo extraño y que le preocupa mucho.

-Si eso provocó que el Maestro Yo le pidiera una cita al alcalde, debe ser grave –comentó Yang rascándose la nuca.

Ambos entraron a la oficina. Yang instintivamente cerró con llave. Sospechaba que fuera lo que fuera, debía tratarse como tema confidencial.

-El Maestro Yo teme que una nueva fuerza malévola regrese –Yin se volteó hacia su hermano-, y ahora que tenemos esto de Anasatero, es muy fácil que acaben con muchas vidas inocentes.

-¿Acaso traerán de vuelta el muro? –cuestionó su hermano con preocupación.

-Eso podría traer de regreso el racismo –comentó Yin en tono pensativa.

El silencio cargado de pesar abrigó a los conejos.

-Escucha Yang –su hermana cortó el silencio-, por ahora debemos mantener esto en secreto. No podemos alertar a la población hasta que sepamos realmente qué está pasando. Tras la reunión con el alcalde, el Maestro Yo nos dirá cuál es el siguiente paso.

-Está bien –respondió el conejo afirmando con la cabeza mientras aún se sentía intrigado.

-Bien, trata de cubrirme –continuó Yin-. Iré a cambiarme.

La coneja tomó su bolso y se dirigió a la salida, cuando de improviso se volteó hacia su hermano.

-¿Eso es un anillo? –cuestionó apuntando hacia su mano.

-¡Oh cielos! ¡Qué observadora eres! –respondió Yang con sarcasmo.

-Déjame ver –de inmediato sujetó su mano para observarlo con atención-. ¿No se supone que es riesgoso practicar Woo Foo con anillos puestos? –antes de que él pudiera responder, ella intentó quitárselo, con resultados infructuosos-. Está atorado, ¿no?

-Ajá –contestó su hermano.

-¿Pero de dónde lo sacaste? –insistió Yin mientras volvía a intentar arrancárselo con más fuerza. Para ello se terminó aferrando al brazo de su hermano, mientras que él comenzaba a sentir el dolor del forcejeo.

-¡Ay! ¡Ay! ¡Cuidado! –de un tirón le quitó su brazo a su hermana y comenzó a sobarse el dedo tironeado-. ¿Acaso no crees que ya intenté de todo para quitármelo?

-Pero, ¿cómo? –insistió con la pregunta.

-Me lo dio mi terapeuta para ayudarme con mi relación poliamorosa –respondió mientras aún seguía ocupándose de su dedo.

-Espera, ¿vas a terapia para eso del poliamor? –preguntó sorprendida.

-Sí –contestó mientras se terminaba de ajustar su anillo.

-¿Con ellas?

-Ajá.

-¿Y los tres ocupan anillo?

-A los tres nos dio uno –aclaró Yang cruzándose de brazos.

La mirada de estupor de su hermana le regaló una sonrisa en su rostro.

-¿Y por qué no lo dijiste el sábado? –cuestionó ella.

El conejo se limitó solo a encogerse de hombros.

-Pues… creí que hacías esto por tu propia cuenta –explicó Yin-… No me imaginaba que tuvieras que ir a terapia.

-¿Y de qué te sorprende tanto? –cuestionó su hermano.

-¡Pues eso significa que te estás tomando en serio esto! –exclamó la coneja.

-¿En serio? –Yang arqueó una ceja-. ¿Tenía que decir que iba a terapia para convencerte de que iba en serio? Qué patética eres.

No esperó una respuesta de Yin, aunque sabía que lo estaba liquidando por dentro. Se dirigió hacia la salida, abriendo la puerta.

-¡Ah! Y apúrate en cambiarte –agregó-. Llevas casi dos meses llegando tarde.