Polidrama - Capítulo 17

-Bien, Chan, Loud, es su turno.

La maestra Pincombe se estiró sobre su asiento mientras invitaba a sus estudiantes al frente. El salón de clases de cuarto grado tenía alrededor de unos treinta estudiantes. Dos niñas sentadas en juntas en un par de pupitres ubicados en medio del salón se pusieron de pie y se dirigieron rápidamente al frente. Una de ellas era alta, delgada y con cabello rubio tomado con dos coletas. Usaba un vestido color lila con las mangas y faldas morado oscuro. La otra chica era de tez amarillenta, dos ojos rasgados, un poco más baja que su compañera, y el cabello oscuro y liso cayendo sobre su espalda hasta llegar a la cintura. La chica rubia traía unas cuantas cartulinas blancas junto a una radio. La chica asiática traía una enorme cúpula metálica de un metro de diámetro y con un botón rojo en su cima.

Ambas chicas dispusieron todo rápidamente una vez al frente del salón. Luego, se repartieron las cortinas del salón para cerrarlas y la chica rubia apagó la luz.

-¡Contemplen una probada de historia! –exclamó la chica asiática mientras presionaba el botón de la cúpula dejada en el suelo.

Inmediatamente en todo el frontis del salón apareció una imagen holográfica proyectada desde la cúpula. Era un extenso pantano en miniatura. Las cartulinas pegadas al fondo reforzaban esta imagen con más imágenes del pantano.

-Originalmente, Anasatero era un enorme pantano habitado por miles de patitos de hule –comenzó la chica rubia. Al mismo tiempo, tanto en la proyección holográfica como en las imágenes proyectadas comenzaron a aparecer de a miles de patitos de hule a poblar cada rincón del pantano. Comenzó a oírse una música alegre a base de guitarra y flauta.

-Era un lugar tan apacible que muchas otras especies emigraron hasta el pantano –prosiguió la chica asiática ceremoniosamente-. Desde el sur llegaron los primeros animales antropomórficos. Desde el norte llegaron los primeros humanos. Desde el este llegaron las primeras criaturas mágicas. Desde el oeste llegaron los primeros humanos hiperrealistas.

Al tiempo en que la chica estaba narrando, cada una de las especies fue llegando al pantano desde los cuatro puntos cardinales. Vistiendo con trajes medievales, todos se fueron entremezclando, conversando, conviviendo, jugando, paseando. Pronto, en torno al pantano aparecieron las primeras casitas. Eran ranchos de madera y paja que albergaban toda clase de familias. Parecía ser un lugar tranquilo y feliz.

-Todo se encontraba en una absoluta tranquilidad y felicidad –continuó la chica rubia con sus manos en la espalda-. Los lugareños y los nativos convivían en paz y armonía. Todo hasta el Gran Black Out mágico –agregó en un tono dramático.

Los pobladores se reunieron en la orilla del pantano, lugar en donde realizaron una fiesta junto con los patitos de hule. Se podía observar bailes, juegos y regalos que se intercambiaban entre todos. Repentinamente y de la nada, los humanos hiperrealista huyeron para todos lados, escapando del lugar. Luego de esa extraña huida, no quedó ni siquiera un humano hiperrealista en el lugar.

-En el Black Out mágico, toda magia desapareció de la noche a la mañana –prosiguió la chica asiática con un tono de misterio-. Los humanos hiperrealistas huyeron del lugar sin explicación aparente. Por muchos años se les culpó a ellos de haberse robado la magia, hasta que pronto dieron con el verdadero culpable.

La música cambió drásticamente transmitiendo la tensión. Los truenos y relámpagos se hicieron oír con furia al tiempo que todo el pantano fue cubierto por una sombra oscura. Todos los presentes –tanto los pobladores como los estudiantes-, se voltearon hacia su origen aterrorizados. Era un enorme ser oscuro, cien veces más grande que los pequeños pobladores. Estaba envuelto en una enorme capa negra. Usaba un cráneo de una especie de ciervo como máscara, y tenía las manos enguantadas en cuero. A través de su máscara solo se podía ver dos huecos oscuros como ojos. Inmediatamente, los pobladores holográficos salieron huyendo despavoridos del lugar, escondiéndose donde podían. Mientras, el enorme ser oscuro disparaba rayos y bolas de fuego hacia la pequeña población. Esto, sumado a los terremotos, terminó por destruir todo lo construido.

-Según la cultura del sur, a este ser se le es conocido como Maestro de la noche -continuó la chica rubia-, mientras que según la cultura del norte, es conocido como Caballero oscuro. Este ser espectral llegó de la nada con el único propósito de destruir el pantano y a todos sus habitantes.

-Las criaturas mágicas encontraron la Fuente de la Magia Primera y Última –prosiguió la chica asiática-. Con ella pudieron recobrar sus poderes y se decidieron a enfrentar al Caballero oscuro.

Se pudo observar que todo tipo de criaturas mágicas se presentaban en filas para hacerle frente al enorme ser oscuro. Hadas, duendes, gnomos, magos, entre otros muchos, lanzaron todo tipo de rayos, proyectiles y hechizos sin hacerle el menor daño. En cambio, el ser oscuro lanzaba sus rayos y proyectiles hiriendo y matando seres mágicos por doquier. Los estudiantes quedaban hipnotizados viendo la cruenta y dramática batalla holográfica.

-La batalla del pantano fue dura y cruel –narró la chica rubia-. Lamentablemente, la ganó el Caballero oscuro. Casi toda la población de seres mágicos que allí vivía se extinguió. Los sobrevivientes huyeron del pantano para nunca más volver. Fueron muy pocos los que decidieron esconderse y continuar en este lugar. Desde entonces, la población de seres mágicos en Anasatero es inferior al diez por ciento.

-Es aquí en donde el pantano entra a un periodo de oscuridad y desesperanza –prosiguió la chica asiática con un tono dramático mientras la música la acompañaba-. Es en este momento en donde emergió un héroe que liberó al pueblo de las terribles garras del Caballero oscuro. El único ser capaz de hacerle frente a tan temible enemigo. Me refiero a…

-¡El Caballero desconocido! –exclamaron ambas chicas al unísono.

La música lanzó un riff de guitarra eléctrica. Desde el pantano emergió un caballero de brillante armadura negra. Era tan alto como el ser oscuro. Traía un casco tipo capacete que impedía inferir qué clase de ser se ocultaba debajo. Traía dos espadas medievales, una en cada mano. Sobre cada uno de sus hombros se podía observar posados un patito de hule.

-¡El Caballero desconocido logró enfrentar al Caballero oscuro con sus espadas y desterrarlo para siempre! –narró la chica rubia con emoción.

La emoción era transmitida a todos los presentes. El Caballero oscuro le lanzó toda clase de rayos y proyectiles, los cuales el Caballero desconocido desviaba con sus espadas. Paso a paso, segundo a segundo, se aproximaba a su enemigo con sus espadas en la mano. Una vez que se encontró frente a frente con el ser oscuro, alzó sus espadas, y apuñaló por cada orificio de sus ojos con cada espada La estocada fue vertical hacia abajo. El grito del ser oscuro fue ensordecedor mientras era convertido en polvo. Junto al espectáculo, los aplausos y vítores de júbilo de parte del resto de la clase no se hicieron esperar.

-El mismo Caballero desconocido, junto al pantano, enterró sus espadas, fundando a esta tierra como Anasatero –explicó la chica asiática.

En efecto, paso a paso, el Caballero desconocido se acercó hasta la orilla del pantano, colocó una de sus rodillas en la tierra, enterró sus espadas en el suelo, y con una voz de ultratumba, pronunció:

-Jen mia lando, anasa tero.

-En esperanto significa He aquí mi tierra, la tierra de patos -explicó la chica asiática-, ya que Anasatero en ese idioma significa literalmente Tierra de Patos.

-En honor a este legendario Caballero, lo primero que hicieron los ahora Anasateros fue construir una estatua en su homenaje, estatua que aún continúa en la plaza central de Anasatero –comentó la chica rubia.

-¡Y así Anasatero fue fundada! –exclamó su compañera.

En ese momento apareció la estatua al Caballero desconocido ya mencionada junto a unos fuegos artificiales. Aparecía dicho caballero con las espadas cruzadas en el aire sobre su cabeza. Se pudo observar como el pantano se transformó en una ciudad moderna, idéntica a la ciudad que tenían actualmente. La música triunfante no se hizo esperar.

Los aplausos y algarabía no se hicieron esperar mientras la chica rubia encendía las luces y su compañera apagaba la cúpula.

-¡Muy buen trabajo! ¡Es la mejor presentación jamás antes vista! –exclamó la maestra Pincombe mientras aplaudía fervorosamente. Era una cierva albina con un largo suéter verde claro y una falda café y enormes bototos.

-Gracias señorita Pincombe –le respondió la chica asiática con una sonrisa.

-Si yo le comentara de esto al Comité Organizador, ¿podrían hacer esta presentación durante el Festival de Anasatero? –les preguntó la maestra.

Ambas chicas se miraron entre ellas con nerviosismo.

La Escuela Primaria de Anasatero era un edificio de tres pisos, cuadrado y gris. Tenía cientos de ventanas perfectamente alineadas. En el fondo, tenía los gimnasios, patios y zonas de juegos. Al frente del edificio había otro edificio exactamente igual. Era la Escuela Secundaria de Anasatero. Allí también funcionaba la Preparatoria. Eran edificios idénticos y gemelos. Si no fuera porque cada edificio tenía un letrero a la entrada identificándolos, hasta los propios estudiantes terminarían por confundirse.

En un salón de la Escuela Secundaria, un curso con cerca de treinta estudiantes de unos dieciséis años seguía con la vista a un maestro joven con lentes cuadrados recorrer el aula mientras les conversaba a sus estudiantes.

-Como bien sabrán –explicaba con suficiencia-, en 1975 el alcalde Pierre Latorre instaló de forma definitiva el muro que dividió a Anasatero en dos partes: la mitad norte habitada por humanos, y la mitad sur habitada por animales antropomórficos. El muro permaneció allí durante cuarenta años hasta que en 2015 el actual alcalde Patito Torres lo removió. Jovencita…

El maestro se acercó a una chica gótica que lo observaba con interés.

-¿Qué opina de las causas que motivaron al alcalde Latorre a instalar el muro? –le preguntó el maestro.

-Bueno, lo instaló debido a que los humanos consideraban peligrosos a los animales antropomórficos –explicó-. En 1973 atacó un extraño ser oscuro el Centro Comercial provocando la muerte de cientos de personas. Se les culpó a los animales personificados de no controlar los llamados Maestros de la Noche que suelen causar estragos cada cierto tiempo.

-¡Ah! La matanza del Centro Comercial –explicó el profesor-. Eso causó el terror en los Anasateros, quienes han concordado que los famosos Maestros de la Noche provienen de la población animal de la ciudad, y consideran que es responsabilidad de ellos mantener este poder a raya –continuó paseándose por el salón-. Pero la instalación de un muro provocó más de una consecuencia en nuestra ciudad. Señorita Loud, ¿podría comentarnos las consecuencias sociales que ocasionó la instalación del muro?

El maestro se acercó a una chica rubia que lo observaba con desinterés. Vestía una camiseta holgada, jeans rotos, zapatillas desgastadas y un jockey rojo con la visera hacia atrás.

-No lo sé –respondió con desgano.

-¿No lo sabe? –respondió el maestro alzando una ceja acercando peligrosamente su rostro.

La presionó un par de segundos más con la mirada. La chica no se dio por aludida. Seguía mascando una goma de mascar e infló un globo con ella hasta reventarlo a centímetros del rostro del profesor.

-Veamos si su hermana tiene mejores modales que el suyo –respondió el profesor ofendido mientras las risas se oían de fondo.

El profesor atravesó el salón hasta acercarse a otra chica rubia. A diferencia de la chica anterior, ella se encontraba perfectamente arreglada con una camiseta rosada con estampado de flores bajo un chaleco púrpura fino. Se encontraba con un peinado de peluquería, y le sonreía al maestro con una enorme y blanca sonrisa.

-Misma pregunta que su hermana, señorita Loud –le dijo el profesor.

-Aunque el muro fue instalado con el propósito de proteger a la población humana de los todos los peligros provenientes de la comunidad animal –explicó sin titubeos-, no se puede negar que agudizó el racismo contra los animales antropomórficos en la ciudad, racismo que se había implantado a comienzos del siglo veinte tras la Gran Sequía. A pesar de que el muro fue removido, las aprensiones entre los ciudadanos se mantienen hasta nuestros días, y no es de sorprender que exista más de un grupo extremista oculto en nuestra ciudad.

-Interesante respuesta –espetó el maestro-, respuesta que sin duda nos presenta la ironía de las circunstancias –agregó regresando a su paseo-. Por un lado, los humanos buscan protegerse de los Maestros de la noche atraídos por el poder mágico innato de los animales antropomórficos, mientras que a su vez busca no rechazarlos y discriminarlos. Esta es una importante reflexión que quiero que conserven, más aún en estos días de aniversario de la ciudad. Es importante diferenciar el miedo real ante el peligro de muerte al miedo que nos empuja a hacerle daño gratuito al inocente.

En eso se escuchó el golpe de la puerta.

-Me pregunto quién será –musitó el maestro acercándose a la entrada a grandes zancadas.

Tras abrir la puerta, se encontró con un hombre alto, gordo y canoso.

-¡Señor director! –exclamó el profesor con sorpresa mientras lo invitaba a entrar.

Tras el ingreso de aquel hombre, se pudo apreciar que había alguien más detrás de él. Era un joven de una edad similar a los demás chicos del salón. Era alto, delgado, de tez clara y cabello frondoso y rojo eléctrico. Usaba un flequillo que le cubría uno de sus ojos. Se podía apreciar que su ojo visible era azul marino. Su mirada era oscura, con un aire de misterio. Entró con su chaqueta de cuero negro, jeans claros cubiertos de cadenas y zapatillas negras. Traía una mochila negra de tela colgando de uno de sus hombros. La chica rubia que mascaba goma de mascar fijó sus ojos en el recién llegado.

-Chicos –habló el director con voz ronca-, les he traído un nuevo estudiante. Su nombre es Nataniel Whitehunter, y se mudó desde Boston la semana pasada. Espero que puedan darle una cálida bienvenida y tratarlo con la calidez que aquí en Anasatero podemos otorgar.

El silencio incómodo se esparció por todo el salón. Todos los ojos se centraron en el chico, especialmente en su cabellera. Nuestra chica Loud lo observaba con una atención descomunal, al punto de olvidarse que se encontraba mascando chicle. Su hermana en cambio lo observaba con cierto desprecio.

-¡Un nuevo estudiante! –exclamó el profesor con emoción-. Dime muchacho, ¿alguna vez has estado en Anasatero? ¿Tus padres son de por aquí?

El estudiante lo observó con cierto malestar, para simplemente responder con voz suave.

-Jamás he oído hablar de este sitio.

-¡Pues esta es una excelente oportunidad para conocerlo! –exclamó el profesor-. Más aún en estos días del aniversario de esta ciudad. ¡Su historia es increíble!

El maestro continuó con la perorata mientras que la chica Loud no le quitaba la vista de encima. En cierto momento sintió que el chico nuevo le regalaba una frígida mirada, cosa que empujó un inexplicable sentimiento.

-¿Cómo se supone que lo haremos, Lily? –cuestionó la chica asiática con preocupación-. Será imposible presentarnos ante todo el pueblo sin que mi papá se entere que le saqué su proyector holográfico sin su permiso.

Ambas niñas estaban en camino hacia la salida de la escuela. La cúpula metálica con las cartulinas y el resto de los implementos se encontraban al interior de un carrito con ruedas tirado por la chica asiática.

-Además, sería un milagro que mi papá no se haya enterado que su proyector no está –agregó con pesar.

-Calma Emilie –le respondió la chica rubia dándole golpecitos en su espalda-, puede quedarse en mi casa.

-¿Recuerdas la última vez que dejé algo de la tienda de mi padre en tu casa? –cuestionó la chica.

Lily se quedó pensativa un rato mientras intentaba recordar aquel evento.

-Bueno, entiendo que a Lisa le interesó demasiado el horno hacedor de galletas, pero dudo que le interese esta cosa –agregó mirando hacia el carrito-. Ya compró un proyector holográfico similar el año pasado.

-Tu casa es la casa del caos –espetó Emilie frunciendo el ceño-. Esta vez yo le buscaré un lugar seguro –agregó apuntándose a sí misma con el pulgar.

-Espero que tu hermano pueda ayudarte –respondió su amiga apuntando al frente.

La chica se giró inmediatamente al frente al tiempo en que cruzaban la reja de entrada del colegio. Afuera, efectivamente, se encontraba el hermano mayor de Emilie.

-¿Dennis? ¿Qué haces acá? –preguntó la niña con la mirada cargada de sorpresa.

El chico la observaba desde la distancia con sus ojos rasgados, sus manos en los bolsillos y su bolso cargado de chapitas atravesado desde el hombro derecho hasta el lado izquierdo de la cadera.

-Mamá me dijo que no tenías clases en la tarde, recién esta mañana –le respondió el chico un tanto fastidiado-. Como no va a haber nadie en casa, estoy a cargo tuyo hasta la tarde. Un momento… ¿ese no es el proyector holográfico? –agregó apuntando hacia el carrito que la chica traía detrás suyo.

-Ehm… nop –mintió-, es un proyecto de ciencias –agregó afirmando nerviosamente-. Busco… convertir esta chatarra en un espectáculo de luces. ¡Sí! ¡Eso es!

Dennis se cruzó de brazos incrédulo.

-¿Sacaste el proyector holográfico de papá sin su permiso? –cuestionó frunciendo el ceño.

-Le pedí permiso a Carl –replicó su hermana.

-Ambos sabemos que Carl es un idiota –respondió Dennis.

-¡Vamos Dennis! –intervino Lily-. A la maestra Pincombe le encantó nuestra presentación sobre la fundación de Anasatero y quiere que la mostremos en el Festival de Anasatero.

-¿De veras? –preguntó el chico un tanto desconfiado.

-¡Claro! –exclamó su hermana mientras afirmaba con su cabeza.

La conversación quedó interrumpida por culpa de un fuerte estruendo.

-Oye Lola, ¿qué te pareció el chico nuevo?

Las dos hermanas Loud caminaban juntas hacia la salida de la escuela secundaria.

-Vulgar, patético, otro más del montón –respondió despectiva-. Viene a una ciudad nueva, ¿y qué es lo primero que hace? Saludarnos a todos con una mirada de superioridad. ¿Qué se cree? –agregó molesta.

Su hermana simplemente la observó en silencio.

-¿Por qué lo preguntas, Lana? –Lola se volteó hacia ella.

-No lo sé –su hermana se sonrojó mientras desviaba la mirada-, solo sé que es lindo y que me impresionó verlo.

Un grito ahogado de parte de su hermana fue la única respuesta.

-¿Cómo te puede parecer lindo ese chico? –alegó molesta.

Ambas chicas ya se encontraban afuera de la escuela. Lana no escuchó a su hermana. Se centró repentinamente en un bravucón que usando una máscara de payaso asustó a un perrito. El perro huyó despavorido cruzando la calle, al tiempo en que un enorme camión se le venía encima.

-¡NO! –gritó Lana al tiempo en que corría directo hacia el perrito.

La chica no midió el tiempo. No alcanzaba a huir del camino del camión. Ni siquiera alcanzaba a hacer a un lado al perro. De esto se dio cuenta demasiado tarde, cuando el camión estaba a centímetros de distancia. Solo alcanzó a cerrar los ojos con fuerza para evitar mirar a la muerte a la cara. Mientras, entre sus brazos protegía al perrito para amortiguar el golpe.

-¡LANA! –fue el grito desgarrador que escuchó de su hermana.

La chica oyó un fuerte estruendo, pero no sintió el impacto en su cuerpo. Lentamente abrió los ojos, encontrándose con los ojos azules de Nataniel. Su mirada era hipnótica. Lana quedó congelada mientras él la rodeaba con uno de sus brazos. El otro brazo estaba sosteniendo el frontis del camión. Había una enorme abolladura justo en donde tenía posada su mano.

-¡Lana! –el instante terminó. En el siguiente segundo se encontraba abrazada por su hermana gemela-. ¡Lana! ¿Te encuentras bien?

Lily cruzó la calle directo hasta donde se encontraban sus hermanas. Lana no era capaz de salir de su impresión. El perrito gemía y movía su cola aún entre sus brazos. No podía darse cuenta de que había atraído la atención de todos los estudiantes de ambas escuelas. Simplemente no podía entender lo que acababa de ocurrir.

Dennis fue el único que pudo seguir con la mirada al chico pelirrojo. Casi a la velocidad del rayo atravesó hasta el otro lado. Se encontraba bajo un aromo ubicado en el antejardín de la escuela primaria. Estaba con una señora un tanto mayor. Tenía una de las miradas más severas jamás vistas. Tan solo verla le causaba escalofríos. Tenía los ojos pequeños y hundidos. Tenía su cabello azul marino ondulado que caía por detrás de su espalda. Por las expresiones de aquella señora, pareciera que estaba regañando severamente al muchacho. El chico parecía indiferente ante los reclamos, lo cual era digno de admirar.

-Parece que está bien –comentó Emilie sin dejar de mirar la escena del camión.

-¿Eh? ¿Qué? –el chico regresó su vista al camión un tanto abrumado por todo. Al regresar la vista al aromo, ninguno de los dos sujetos estaba allí.