Saludamos a nuestros patitos mexicanos que esta semana celebraron sus Fiestas Patrias. ¡Viva México! ¡Viva!
Polidrama - Capítulo 21
-¡Papá! ¡Mamá! ¡Vengo de la casa de Millie!
Emilie entró como un bólido en el pequeño departamento, tiró su mochila sobre un sofá y se fue directo a la mesa de la cocina-comedor. Allí, su padre se encontraba revisando su Tablet. Apenas vio a la pequeña, la dejó a un lado junto con sus lentes de marco dorado y delgado. Era un hombre mayor, con grandes surcos en la frente y patas de gallo, con muy poco cabello canoso. Al igual que sus hijos, tenía la piel amarillenta y sus ojos rasgados.
-¿Vienes de la casa de Millie? –preguntó arqueando una ceja mientras levantaba la vista hacia Dennis, quien venía más atrás.
-¡Sí! –exclamó la niña con emoción arrodillándose sobre el asiento del lado-. Resulta que ella está de novia con un conejo, quien a su vez es novio de Leni Loud. ¡Todo al mismo tiempo! Le llaman relación poliamorosa.
-¿De qué diantres estás hablando? –preguntó una señora ingresando a la habitación. Era baja, delgada, con el cabello corto y negro y los ojos ocultos detrás de unos lentes ovalados. Traía puesto un delantal blanco con rosa mientras se secaba las manos con un paño de cocina.
-¡Dennis! –le gritó su padre molesto con voz aguda-. ¡Se supone que debías cuidar de tu hermanita! ¡No delegarla a otros!
-¡Pero papá! –alegó el chico sentándose en la silla contigua a la de Emilie-. Ustedes me avisaron demasiado tarde para cuidarla. Además, no es primera vez que Millie se hace cargo de ella.
-¡Sí! –intervino Emilie-. Ella es muy buena conmigo. ¡Me gusta pasar la tarde con ella!
-Pero hace mucho que no te cuida –alegó la señora acercándose a la mesa-. Además, tal parece que anda en malos pasos.
-Cuenta el chisme –instó su padre acercándose a la pequeña con interés.
-Bueno, ella tiene un novio –le explicó-. Se llama Yang, y es un conejo azul que hace artes marciales. Él tiene otra novia que también vive en la casa. Es Leni, la hermana de Lily. Los tres decidieron vivir juntos en el departamento de Yang y llevan juntos desde hace una semana.
-¡¿Una semana?! –preguntó su padre sorprendido.
-¿Pero de qué demonios están hablando? –insistió su madre-. ¿En qué rayos anda Millie? –esta vez su mirada furibunda se centró en Dennis.
-Creo que ella lo dijo todo –respondió el chico nervioso.
-Papá, ¿entonces es posible que un chico pueda tener dos novias? –le preguntó Emilie a su padre.
-¡Claro que no! –espetó su madre lanzando el paño de cocina sobre la mesa, atrayendo la mirada de todos-. Siempre me han desagradado esos Burtonberguer –se cruzó de brazos molesta-. Primero Burt, con sus ideas locas y su nula falta de compromiso. Luego su hijo que es prácticamente un delincuente juvenil que destruye todo lo que toca. Y su hija, que estaba pasando desapercibida. ¡Boom! Viene con este cuento del poliamor y qué se yo.
El silencio se esparció en la habitación mientras su familia le regalaba miradas de nerviosismo. Se podía oír la comida hirviendo desde la cocina ubicada en el cuarto de al lado.
-Y todo es por tu culpa –alegó la señora apuntando a su esposo con un dedo amenazante.
-¿Mi culpa? –se defendió el hombre-. ¿Qué tengo que ver yo con lo que haga Millie?
-Si le hubieras avisado a Dennis con tiempo, él no tendría que haber sido forzado a entregarle la niña a Millie –le respondió con una mirada amenazante.
-¿Yo qué? –su esposo se molestó-. ¡Llevo semanas diciendo que tengo que manejar entregas importantes en la tienda! ¡Esta semana es demasiado importante y ocupada para mí! –alegó aleteando con sus manos-. ¿Cuál es tu excusa? –cuestionó apuntándola con el índice.
-¡Tenía una sesión urgente en el spa! –respondió molesta-. Era una reunión importante con mis amigas, a quienes no puedo ver desde hace meses. ¡Por tu culpa!
-¿Acaso una estúpida cita con tus amigas es más importante que tu hija? –alegó su esposo poniéndose se pie.
-Este cabello y esta manicura no se mantiene por sí solo, ¿sabías?
-Ni que te quedara bien.
-¿Cómo te atreves? –ofendida, la señora se acercó a su esposo peligrosamente hasta quedar frente a frente, regalándose miradas furibundas mutuamente.
-¡No voy a encerrarme en mi casa para ser tu sirvienta!
-¡No voy a aguantar que tus descuidos terminen dejando de lado a la familia!
Los gritos se extendieron y se superpusieron hasta hacerse ininteligibles. En ese momento, Emilie se puso de pie y abandonó la habitación. Dennis la siguió con la mirada con preocupación. Cuando su salida fue un hecho, decidió seguirla.
La pequeña atravesó por un estrecho pasillo del otro lado del living y entró por una puerta a la izquierda. La azotó, pero Dennis intervino para evitar que fuera cerrada completamente. El chico vio cómo su hermana cruzaba su habitación hasta echarse sobre su cama de cara a la pared.
-¿Emilie? –el chico entró al cuarto con cuidado.
No tuvo respuesta. Desde allí aún se podían oír los gritos de sus padres.
Dennis acercó una silla que se encontraba junto a la mesita de noche. Dejó con cuidado la ropa y los peluches que tenía encima en el suelo y tomó asiento.
-¿Qué hacías cuando papá y mamá peleaban así? –pudo escuchar su pregunta con voz apagada y triste.
-Me iba a la casa de Coop –respondió su hermano.
La niña se dio vuelta sobre la cama hacia él. Tenía una mirada triste y derrotada. Una sensación amarga bajó desde la garganta de Dennis hasta su corazón.
-¿Puedo ir con Lily? –le preguntó la niña.
-Lo siento, pero no puedes ir –respondió con tristeza-. Es muy tarde y ella vive muy lejos.
Ambos se quedaron un largo rato mirándose mutuamente. Afuera, los gritos continuaban.
Dennis nunca tuvo del todo claro qué hacer en una situación así. Sus padres jamás se han llevado bien. Durante su infancia, podía escapar a la casa de los Burtonberguer. Solo quedaba a un par de casas de la suya, y por lo menos su papá le daba permiso de ir. Ahora la familia estaba encerrada en un claustrofóbico departamento, sus amigos estaban lejos y las peleas se habían hecho más habituales. La infancia de Emilie estaba siendo completamente diferente. Sentía que le estaba siendo más duro soportar todo esto. Por lo pronto, cada vez que sucedía una pelea, la acompañaba en su cuarto hasta que todo se calmaba y se aseguraba que aquella mirada triste desaparecía.
-Quiero estar sola –le pidió volteándose nuevamente hacia la pared.
Aquella petición lo tomó de sorpresa. Le tomó un tiempo reaccionar.
-¿Qué no me oíste? –su voz temblorosa sonaba molesta-. Quiero estar sola.
-Pero Emilie –replicó con pesar-. ¿Estás segura?
-¡Sí! –exclamó-. ¡Lárgate! ¡Quiero estar sola!
Dennis se sentía en un dilema. Era la primera vez que abandonaría su habitación dejándola mal. Una parte de él se revelaba contra eso. Por otro lado, era precisamente ella quien se lo estaba pidiendo. Tal vez estaba estorbando en ese momento. ¿Habría estado estorbando desde antes y en vez de ayudarla solo lo estaba aguantando? Realmente no sabía qué hacer.
Lentamente se puso de pie. Caminado hacia atrás se acercó a la puerta. La observaba buscando la menor señal que le indicara ¡Quédate! Lentamente, abrió la puerta, puso un pie afuera, puso el otro pie. Su cabeza fue lo último en desaparecer detrás de la puerta.
Con su corazón cargado de culpa, atravesó el pasillo ingresando a su habitación. Se recostó de golpe sobre su cama, quedándose con la mirada fija en su pulcro y blanco techo. Los gritos continuaban. Se sentía terrible por dejar sola a su hermanita. No sabía si era lo correcto, pero ya no había vuelta atrás.
Aleatoriamente, tomó su celular que traía en el bolsillo. Era un Smartphone sencillo y viejo de una marca china desconocida. Abrió su Whatsapp y revisó sus últimos mensajes. Coop le había enviado un meme. En el grupo de amigos con Lorn, Harley y Coop, se había disculpado en la mañana por no ir al bar de siempre. Lisa le había enviado detalles generales sobre lo que vieron durante la tarde. Tenía algunos mensajes de algunos profesores y compañeros de la universidad. En el décimo chat apareció Millie preguntándole por un libro en particular.
Tras seguir bajando y revisando nombres de gente con la que no había hablado en mucho tiempo, le llegó una extraña sensación. Dejó su teléfono sobre la mesita de noche mientras intentaba explicarse a sí mismo. Era como si intentara recordar algo, pero no sabía qué era. Salió de la nada sin la menor de las pistas. Sentía la confusión de sentirse frente a la pizarra rayada con un problema complejo que lo atrapaba en un tortuoso laberinto. ¿Por qué? Frente a él, solo se encontraba el techo de su habitación. Era como tener una verdad absoluta y reveladora en la punta de la lengua, pero sin poder soltarla de ahí. Esa sensación lo abrumaba, lo asfixiaba, lo atormentaba.
Los gritos afuera se detuvieron.
Del lado sur de la línea psicológica divisora que albergaba lo que fue alguna vez el muro divisor de la ciudad, existe uno de los edificios más grandes de Anasatero. Aunque tan solo llegaba a los veinte pisos, su área de cobertura equivalía al tamaño de nueve estadios de fútbol. Esto le daba una apariencia bastante gruesa. Cuando lo inauguraron hace diez años, fue bautizado por la comunidad como El Gran Totem. Muchos de los departamentos que el edificio albergaba ni siquiera tenían ventanas, sin jamás recibir la luz solar en su vida. Esto por fortuna no fue problema para los Burtonberguer, quienes alcanzaron un departamento en una esquina en el piso quince. Eran los departamentos que más luz natural tenían la bendición de recibir.
Se habían mudado hacía cuatro años luego de lo ocurrido con Coop. Abandonaron su hogar familiar en Bootsville que termino manchado por los nefastos recuerdos. A ninguno de los tres le gustó terminar viviendo en un departamento luego de haber vivido toda su vida en una cómoda casa con un inmenso patio que colindaba con un bosque. Millie en particular se había prometido abandonar aquel lugar para vivir en una casa. Pronto se topó con la realidad inmobiliaria plagada de departamentos. Las casas se encontraban prácticamente extintas en el centro de Anasatero. Terminó por tragarse sus palabras tras irse a vivir con Yang a un departamento aún más pequeño que el que tenían.
Lo anterior no desanimó a Burt Burtonberger. El animoso padre de familia se encontraba en su cocina americana preparando la cena mientras tarareaba una canción que sonaba en su cabeza. El teléfono colgado en la pared comenzó a sonar.
-Hola, habla Burt –contestó con un bol en la mano. Traía una pasta blanca y pegajosa en él junto a una cuchara de palo. Traía su sombrero de chef y un delantal blanco sobre su camisa celeste.
-Hola Burt –escuchó una voz familiar.
-¿Qué tal Henry? –Burt sujetó el fono con su hombro mientras regresaba a su labor de batir el contenido del bol.
-Bien. Oye, ¿Es cierto que Millie anda una relación poliamorosa?
-¿Qué? ¿Cómo lo sabes? –Burt detuvo de golpe su batido para tomar nuevamente el fono.
-¿Entonces es cierto? –oyó el interés en la voz de Henry.
-Este… o sea… -a Burt le costaba abordar el tema. Fue tomado por sorpresa tras ser mencionado por Henry.
-¿Entonces es cierto que está compartiendo a su novio? –continuó-. ¿Y que encima ese novio es un conejo?
Las palabras se le mezclaron en la boca al pobre Burt, provocando una larga risotada por parte de su interlocutor. Cada carcajada era un martillazo en su cerebro, poniendo a prueba su aparentemente infinita paciencia.
-¡Es que no te lo puedo creer! –balbuceaba entre risas-. Tal parece que eso de los cuernos es de familia –comentó.
-¡Basta Henry! –le gritó molesto-. No voy a permitir que te burles de ese modo de mi hija…
-Tal parece que esos libros de paternidad no te sirvieron del todo –lo interrumpió con grandes risotadas.
Cuando ya sentía el calor en su rostro y la presión a punto de estallar, cortó de golpe colocando violentamente el fono en su sitio. Respiró profundamente varias veces intentando tranquilizarse. Poco a poco, el volcán en erupción fue retrocediendo. Se sentía temblar, amenazando con perder el control. Una derrota humillante que no se explicaba por qué había ocurrido.
Cuando aquella estridente risa comenzó a borrarse de sus oídos, oyó que la puerta se cerraba.
-Llegué –escuchó la voz de Coop.
-¡Oh! Qué bueno que ya llegaste hijo, yo… -Burt se volteó y se aproximó hacia Coop. Se detuvo en seco al ver un par de moretones en la frente de su hijo-. ¿Qué te paso? –agregó preocupado dejando el bol sobre la mesa y acercándose a Coop para inspeccionar los moretones.
-¿Qué? –exclamó extrañado. Hasta el momento no se había percatado de su estado-. Creo que me golpeé con algo sin darme cuenta –explicó.
-Cielos, eso no se ve nada bien –le dijo con un tono preocupado.
-No te preocupes –el chico retrocedió con nerviosismo-, no es nada.
Poco a poco se fue escabullendo hacia el pasillo del fondo, en donde se ubicada su habitación.
-Solo tengo que ducharme, descansar un poco, y volveré para la cena –agregó rascándose la nuca.
Burt volvió a quedarse solo en la cocina. Ya la canción que lo animaba se había esfumado de su cabeza.
Una media hora más tarde, padre e hijo se hallaban instalados en la mesa de la cocina americana cenando pasta al dente. Ambos se encontraban frente a frente instalados sobre un taburete e iluminados gracias a un enorme foco sobre sus cabezas. El resto del departamento se iba perdiendo en la oscuridad en la medida en que el sol se despedía.
Ambos comían en silencio. Burt no podía quitarse de la cabeza su preocupación por su hija y sus andanzas. Levantó la vista y vio a su hijo comiendo con despreocupación. Se le pasó por la cabeza la idea de preguntarle si sabía algo. Lo encontraba poco probable. Conocía a sus hijos. Ellos no eran muy cercanos entre sí. A pesar que daba la apariencia de que se llevaban mal, él sabía que en el fondo ambos se querían. Este último pensamiento le dio esperanzas de alguna respuesta favorable.
-Oye Coop.
-¿Sí? –el chico levantó la vista.
-Tú por casualidad –intentó sonar lo más casual posible-… ¿Sabías de la relación… ejem… que tiene tu hermana?
-¿Lo del poliamor?
-¿Lo sabías? –la alegría y sorpresa se mezclaron en la mente y el corazón de Burt.
-Sí –contestó con simpleza.
-¿Y por qué no me dijiste? –alegó con preocupación.
-¿No debería decírtelo ella? –Coop se encogió de hombros.
Tenía un punto. El silencio regresó a la cena.
-El panda nos dijo que te había dicho esta mañana –Coop rompió el silencio.
-¿En serio?
-Sí, fue en el hospital luego que todos nos reuniéramos por lo de Millie…
-¿Qué le pasó a Millie? –lo interrumpió su padre asustado. Hasta él mismo se asustó al oírse a sí mismo.
-Nada –le respondió Coop con tranquilidad-, es solo que unos asaltantes la golpearon en la cabeza y…
-¡Oh cielos santo! –exclamó Burt asustado cubriéndose la boca con sus manos.
-¡Pero está bien! Está bien –continuó su hijo-. De hecho ahora mismo debe estar en su casa. Le dieron el alta de inmediato.
-Entonces… -continuó su padre consternado.
-No fue nada grave –finalizó Coop.
El silencio regresó a la habitación. De vez en cuando Burt lanzaba unos largos suspiros, cosa que su hijo notó. Coop intuía lo que le pasaba, pero no sabía cómo volver a romper el silencio para preguntarle.
-¿Por qué será que Millie ahora no quiere decirme nada? –lanzó su pregunta repentinamente.
Coop dejó su tenedor sobre el plato alzando la vista. Aquellas palabras confirmaron su idea. Darle una respuesta certera era difícil. A él también le molestaba el cambio que había tenido su hermana desde que se había ido a vivir con ese conejo. Podría ser considerado hasta aceptable a pesar lo mucho que le desagradaba. Ver a su papá así de angustiado fue la gota que derramó el vaso.
-A mí también me preocupa Millie –le respondió.
Su padre alzó ambas cejas con atención. Coop continuó:
-Me parece extraño que Millie no te haya dicho nada. Digo, eso del poliamor quizás no sea tan fácil de contar, pero ambos sabemos que podemos confiar en ti. A fin de cuentas eres el mejor papá del mundo. Ella en especial es muy cercana a ti, bueno, era.
Burt no pudo menos que sonreír ante el cumplido.
-¿Sabes lo que creo? –prosiguió el chico con mayor confianza-. Es muy probable que la culpa sea de ese sujeto.
-¿Quién? ¿Su novio? –preguntó su padre intrigado.
-Sí –Coop afirmó con la cabeza-. Tengo la sospecha de que él está abusando de ella –agregó acercándose a su padre en voz baja.
-¡¿Abusando?! –exclamó intrigado y sorprendido echándose hacia atrás-. ¡P-pero eso es imposible! –balbuceó-. Tú la conoces tanto como yo. Ella no se dejaría pasar a llevar por nadie.
-Puede que la esté manipulando psicológicamente –propuso Coop con seriedad-, o explícame de qué forma ella aceptaría compartir a su novio.
Eran palabras bastante certeras. Millie era alguien de carácter fuerte y decidido, además de celosa. El poliamor y ella no parecían coincidir en ningún punto. Parecía un vuelco demasiado inusual que de la noche a la mañana decidiera iniciar una relación poliamorosa. Definitivamente había gato encerrado en todo el asunto.
-Creo que tienes un punto –respondió su padre tras un silencio rascándose la barbilla-, pero… me cuesta imaginármelo.
-Además –continuó Coop-, uno de los síntomas de abuso consiste en alejar a la víctima de sus familiares y amigos. ¿Y ves que ahora ella no te cuenta nada?
-Sí, pero -alegó su padre quedándose con la oración en el aire-… ¿Estás seguro de lo que me estás diciendo?
-Es solo una teoría –respondió su hijo llevándose un poco de su comida a la boca-, pero de ser alguien segura y prepotente a compartir su novio con otra tipa hay un mar de diferencia, ¿no lo crees? –agregó con la boca llena.
Un instante de tensión atravesó el cuerpo de Burt mientras meditaba sobre su siguiente paso a seguir. Parecía ser una teoría un tanto extrema, pero hasta ahora explicaba todos los puntos. No conocía suficientemente a su yerno como para abogar por él. Tampoco era capaz de aceptar que su hijita estuviera siendo abusada de alguna forma. Toda la situación le creaba un mar de confusión que lo inquietaba.
-Voy a llamarla –comentó sacando su teléfono del bolsillo.
Coop lo observó sin perder detalle. Su padre buscó el número de Millie entre su lista de contactos, la llamó, se quedó un par de minutos oyendo el tono de marcar, hasta llegar al mensaje genérico del buzón de voz.
-No contesta –anunció preocupado observando la pantalla de su teléfono.
-Es extraño –le dijo Coop.
-¿Por qué no la llamas tú? –le propuso su padre con ilusión.
-No puedo –contestó-. Me tiene bloqueado desde que la llamé accidentalmente a las tres de la mañana hace un par de semanas.
-Pero… ¿Y un mensaje? ¿Algo?
-Me tiene bloqueado de todos lados –insistió-. Whatsapp, Telegram, Instagram, Facebook, Twitter –enumeró con sus dedos.
-Oh, cielos –la mirada de pesar se posó en el viejo Burt. Consideraba que aquel bloqueo era otra señal más de lejanía de Millie hacia su familia.
-Incluso es posible que el maltrato pase a algo físico –continuó Coop con su mal augurio. El chico parecía disfrutar asustando a su padre-. A fin de cuentas, él es maestro Woo Foo o algo así.
-Pero Millie aprendió artes marciales con las Chicas Ambientalistas –alegó su padre.
-Si la tiene controlada mentalmente, no podrá defenderse –replicó Coop apuntándose a sus cienes con su índice-. Cuando intenté defenderla, terminé en el hospital con la espalda partida…
-¡Lo sabía! –exclamó en un tono molesto que tomó por sorpresa al muchacho-. ¡Sabía que era por eso que te habías metido en la academia de los Chad!
-Sí, pero… -intentó defenderse el chico.
-¡Coop! –lo interrumpió molesto-. Así no se solucionan las cosas. ¿Ves que no sacaste nada con ir a romperle las cosas? Además, fue la hermana de novio de Millie la que terminó partiéndote la espalda.
-¡Lo que demuestra el poder que esos conejos tienen! –insistió Coop-. Papá, ese tipo es peligroso –agregó apesadumbrado.
Tras un sus palabras, Burt se sintió preso del terror. Aunque no podía imaginarse a su hija sometida a alguien, tampoco era capaz de descartar la idea. Se sentía entre la espada y la pared. Observaba a su hijo, quien con su mirada daba por firmado que todo lo que le decía era verdad.
-Llamaré al Maestro Yo –se puso de pie de golpe y se dirigió a su habitación-. Creo tener su número en algún lado –le informó desde la distancia.
-¿No crees que sería bueno ir a visitarlos para ver cómo está la cosa? –propuso Coop-, así no tendrías que molestar al panda.
-También estoy buscando la dirección donde se está quedando tu hermana, hijo –le informó su padre-. Sé que la tenía por algún lado –se oyó el revolver de unas hojas-. Solo sé que recuerdo que me dijo que se encontraba en el edificio Departamental.
-¿Edificio Departamental? –saltó Coop sorprendido ante el tan valioso y repentino dato-. ¿Estás seguro papá? –exclamó en voz alta.
-Estoy un noventa y cinco por ciento seguro, hijo –le respondió.
Era una seguridad suficiente para él. El chico esbozó una sonrisa triunfante.
En este 18 de Septiembre saludamos a todos los patitos de Chile, que hoy celebramos las Fiestas Patrias. Esperamos que disfrutes de este día, que bailes harta cueca, que comas harto asado y empanadas, y que tomes harta chicha y terremoto (pero no en exceso).
Un abrazo patotástico y nos veremos ya en octubre. El próximo sábado se ve que no habrá fic. Tenemos que terminar la primera revisión de "Amor Prohibido" y acabar con el fictober del año pasado. Más detalles en nuestras redes sociales.
PD: este capítulo pensaba estrenarlo justo para el 18 de Septiembre, pero como avisé en las redes sociales, una emergencia familiar me lo impidió. Valgan los saludos para hoy 19, y para este fin de semana en general.
