En memoria de Amada Trinidad Candia Riquelme. Gracias a ella conocí series como Yin Yang Yo y Kid vs. Kat.
Polidrama - Capítulo 22
-¿Dónde estoy?
Leni comenzó lentamente a despertar, sin la más remota idea de lo que sucedía a su alrededor. El miedo la atrapó a los pocos segundos al notar su situación. Al intentar restregarse la cara, notó que sus manos se encontraban atadas. Pronto se daría cuenta que estaba atada a una cama sobre frazadas ásperas. Una brisa de aire le informó que se encontraba completamente desnuda. No reconocía el lugar. Era una habitación humilde, con paredes humedecidas y el techo de madera. Era lo poco que podía divisar en la penumbra del anochecer. Cerca de ella había una ventana completamente abierta desde donde alcanzaba a ver las primeras estrellas de la jornada.
Inútilmente Leni luchó contra sus amarras. Estaba atada a la cama con cuatro esposas: dos en sus manos y dos en sus piernas. Eran de un acero inoxidable que le prometía que primero perdería sus extremidades antes de liberarse. La desesperación la empujó a ignorar aquella advertencia mientras tironeaba con fuerza con la vaga esperanza de escapar. La respiración comenzó a agitarse y su piel se volvió de gallina. El sitio le era abrumador. Un constante temblor recorría su cuerpo, mezcla del terror del momento y del frio cortesía de la ventana abierta.
Un fuerte barullo la congeló inmediatamente. Se oían gritos y golpes; cristales rotos y madera quebrándose. La mirada de la chica se centró en la puerta, cuyo contorno era dibujado gracias a la luz del pasillo. En ese instante hasta se le olvidó respirar. Tras aquel portal, podía aparecer su carcelero, dispuesto a infringirle un dolor más fuerte del que jamás sería capaz de imaginar. Pudo sentir que un golpe de lágrimas amenazaba con derrumbarla emocionalmente frente a tensión casi intolerable.
La puerta se abrió de golpe. La luz de fondo dibujó la silueta de un humano. Un dolor en el pecho le avisaba que su corazón quería saltar por la ventana.
-¡Leni! –su voz se le hizo familiar.
El desconocido de inmediato se acercó a ella, poniéndose de rodillas junto a su cama. Sus manos se fueron de inmediato hacia las esposas de una de sus manos. La luz proveniente de la puerta abierta la ayudó a reconocerlo.
-¡Coop! –exclamó impresionada.
El chico no se inmutó ante aquel saludo. Se concentró en las esposas que la mantenían cautiva, observando las cadenas y la cerradura.
-¡Rayos! –se maldijo-. Necesito las llaves. ¿Has visto donde las tiene? –agregó mirando a la chica.
-No –respondió-. Ni siquiera sé dónde estoy.
-Maldición –respondió con frustración tirando de las cadenas inútilmente-. Deberían demoler estos edificios.
Mientras Coop pensaba en alguna idea y Leni intentaba convencerse de su realidad, alguien los interrumpió.
-¡Tú! –se oyó una voz imperiosa desde la ventana.
Al voltearse, se encontraron ni más ni menos que con Yang. El conejo estaba cruzando el umbral de la ventana con una mirada furibunda que apuntaba directamente hacia Coop.
-¡Déjala en paz! –le ordenó poniendo un pie en el suelo.
-¡¿Qué?! –exclamó Coop con nerviosismo. En aquel momento se percató de su situación: manipulando una de las esposas que mantenía cautiva a una chica desnuda sobre una cama-. Yo no…
No alcanzó a regalar explicaciones. Yang lo atacó con uno de sus puños del dolor. Coop terminó aplastado con un puño gigante en la pared opuesta. Cuando el puño desapareció, el chico cayó inconsciente al suelo.
Coop Bortonberguer despertó más temprano de lo usual el día de la tragedia. Las estrellas aún acompañaban a la madrugada. Tenía entre manos un dato de vital importancia, y no quería desaprovechar aquella valiosa oportunidad.
-Buenos días, ¿aquí vive Millie Burtonberguer?
-¡No! –le contestó un hombre de mal aspecto desde el otro lado de la puerta-. ¡Ya deja de chingar! ¡Son las seis de la mañana!
-¡Disculpe usted! –se disculpó el chico alejándose de la puerta.
Él quería conocer la dirección exacta en donde se hospedaba su hermana. Desde que se mudó con su novio y se supo de su relación poliamorosa, se levantaron las alertas en su familia. La incomunicación con su padre que provocó la preocupación de este fue la gota que derramó el vaso. El único dato que sabía de ella era que vivía en el edificio Departamental, más no el número de departamento. Eso no aplacó la impulsividad del muchacho, quien llegó al alba al lugar, dispuesto a revisar departamento por departamento hasta toparse con el de su hermana.
Aquella tarea no era nada de fácil. Nadie está dispuesto a atender la puerta a las seis de la mañana. Los primeros tres pisos fueron un dolor de cabeza. Los pocos dispuestos a recibirle, no lo hacían de buena gana. Más de un insulto recibió, junto con amenazas y golpes que alcanzaba a esquivar. Cuando el reloj dio las siete de la mañana, ya le fue más fácil. Era día de semana, y los hogares comenzaban a despertar a aquella hora. Eso no impidió que lo recibieran de mala gana por interrumpir sus rutinas.
La preocupación llegó al muchacho cuando su reloj marcaba diez para las ocho. Las familias comenzaban a salir y los departamentos a vaciarse. Él apenas estaba llegado al octavo piso. Le faltaba más de la mitad del edificio por revisar, sin contar con aquellos departamentos que definitivamente no dieron señales de vida. Por si fuera poco, también se estaba acercando la hora en la que él mismo debía ir a trabajar. El tener que postergar su búsqueda para más adelante lo exasperaba. Millie se le podría escapar, y jamás descubriría dónde se ocultaba.
Intentó con un departamento más. No alcanzó a tocar el timbre cuando la puerta se abrió sola. El chico se topó con la última persona que jamás imaginaría toparse.
-¡Fiona! –se le escapó al reconocerla.
-¿Coop? –preguntó la chica igual de consternada.
Ninguno se esperaba toparse con el otro en ese momento. Los nervios asfixiaron a Coop mientras que su corazón comenzó a latir como marcha militar. Parecía tan inocente aquel rostro, pero tan impresionante su reencuentro que no lo podía tolerar. Sentía el temblor en sus manos, el sudor en su cuello, la falta de aire, y un cosquilleo en sus piernas.
-¡Vaya! –continuó Fiona ante el silencio igual de consternada-. No creí volverte a ver, Coop.
¿Por qué tenía que toparse con ella? Maldecía su increíble suerte. ¿Por qué se sentía así? ¿Por qué esa aversión? ¿Por qué ese miedo? No podía controlarse a sí mismo. No quería sentirse así. No quería seguir ahí.
-Si quieres puedes entrar –lo invitó la chica-. Tengo algunos minutos libres…
-¡Tengo que irme! –farfulló el chico antes de salir arrancando a la velocidad de sus piernas.
No entendía lo que estaba haciendo ni como lo estaba haciendo. Segundos más tarde se vio a si mismo bajando por las escaleras rumbo a la salida del edificio. Su mente funcionaba a mil por hora, creando un ruido blanco que le impedía pensar.
-¿Por qué mi auto está destruido? –Millie se encontraba saliendo del estacionamiento subterráneo del edificio Departamental con la frustración en su rostro. Aún conservaba los vendajes de su accidente del día anterior.
Caminaba distraídamente por las afuera del edificio mientras conversaba por teléfono. Por la misma entrada se le vio salir a Coop. Caminaba a paso rápido y distraído. Constantemente miraba hacia atrás sin preocuparse donde colocaba sus pasos.
-¿Sabes qué? Después veremos lo del auto. Tomaré el bus –Millie cortó y le regaló al mundo un largo suspiro, botando toda frustración. Era un nuevo día, y ya lo había comenzado con el pie izquierdo.
Se volteó para dirigirse hacia el paradero más cercano cuando chocó de frente con Coop.
-¡Oye! –alcanzó a exclamar molesta la chica antes de percatarse con quién había chocado-. ¿Coop?
A Millie le extrañó de sobremanera el verlo por estos lugares. El chico, quien apenas podía escapar de su perturbación, se hallaba confundido. Menuda suerte encontrarse con su hermana de esa forma.
-Yo -Coop retrocedió un par de pasos. Lo que menos quería en aquel preciso momento era darle explicaciones a Millie-… tengo que irme.
La mirada perturbada de su hermano la alertó de inmediato. Una idea nefasta se cruzó al respecto.
-¿Qué haces aquí? –cuando el chico se estaba dando la media vuelta para escapar, su hermana lo sujetó del cuello de su chaqueta.
Coop se negó a responder. Intentó forcejear con el amarre, pero Millie era más fuerte. De un tirón nuevamente lo dejó frente a ella.
-¿Qué haces aquí? –repitió su pregunta frunciendo el ceño.
Los nervios abordaron al chico, pero era mucho más llevadero a lo que había sentido minutos atrás.
-Voy tarde al trabajo. Debo irme –se excusó intentando huir nuevamente.
-Solo serán unos minutos –insistió su hermana regresándolo a su sitio. Temía que Fiona nuevamente estuviera involucrada en el asunto.
-¿Qué quieres? –le preguntó molesto.
-¿Viniste a ver a Fiona? –Millie temía ser demasiado dura con la pregunta, pero prefería zanjar el tema de una vez.
El terror en su mirada le dio la respuesta. En ese momento se arrepintió de ser tan directa. Nunca supo cómo tratar el tema sin ser una mera observadora o entrometerse metiendo el dedo en la llaga. Sabía que ese tema era demasiado delicado para su hermano, y no quería ser la causa de otra cicatriz más.
-Coop, yo… -su tono se suavizó de inmediato en la búsqueda de unas disculpas.
El chico se remitió a dar la media vuelta y alejarse a grandes zancadas.
En ese momento la chica no supo qué hacer. ¿Debía seguirlo? ¿Debía dejarlo ir? Temía que tomar la decisión incorrecta podría costarle la vida. A pesar de su trabajo, decidió seguirlo a la distancia. Al menos su herida de la cabeza era excusa para llegar tarde –incluso para no llegar-. Mientras, intentaba llamar a Dennis, pero cada intento finalizaba con la línea ocupada.
Media cuadra adelante, Coop caminaba a grandes zancadas. Llevaba los puños apretados, la mente nublada y la vista distraída. No le importaba chocar ni pasar a llevar a la gente con la que se cruzaba, quienes lo miraban marcharse con molestia. Empujado por su impulsividad, tomó el teléfono, y le marcó a su amigo. A diferencia de su hermana, su llamada logró entrar.
Dennis se encontraba caminando por los pasillos de la Universidad de Anasatero. Estaba llena de vida, plagada de alumnos que iban y venían. Se encontraba atendiendo el teléfono mientras cargaba con unos libros. Acababa de llamar su madre recordándole nuevamente que debía hacerse cargo de su hermanita nuevamente. La preocupación sobre con quién encargaría a Emilie aquella tarde ocupaba su mente cuando recibió la llamada de su amigo.
-Hola Coop –intentó sonar animado.
-¡Dennis! –exclamó-. Necesito la dirección de Millie.
-¿Qué? –Dennis sonó confundido-. ¿Por qué piensas que yo la tengo?
-Tu hermana se quedó en su departamento ayer, ¿no? –respondió su amigo.
-¿Qué? –Dennis sonó impresionado-. ¡No metas a Emilie en esto!
-¡Dennis! ¡Por favor! –le rogó Coop-. Papá está preocupado. ¡No le contesta las llamadas!
-Si quieres puedo llamarla para que hablé con tu padre, ¿contento? –le propuso Dennis.
-¡Pero Dennis! –insistió su amigo-. ¡Tú no entiendes…!
-Lo que sé es que te quieres agarrar con Yang, ¿verdad? –lo interrumpió Dennis.
-¿Ahora estás de su parte? –cuestionó Coop molesto.
-¡Coop! ¡Ya basta! –ahora era Dennis el molesto-. ¡Deja en paz a Millie! Y si me entero que estás intentando meter a Emilie en tus estupideces, te va a ir mal –lo amenazó ofuscado.
-¿A sí? ¡Encima me amenazas! –Coop se contagió de la furia del momento.
Dennis decidió cortar la llamada antes de empeorar la situación.
Entró al aula de clases, en donde ya lo esperaban un puñado de jóvenes. Atravesó el lugar hasta alcanzar la mesa del maestro. Mientras dejaba sus libros y su bolso sobre la mesa, sintió a su celular sonar y vibrar en su bolsillo. Suspiró pesadamente antes de tomar nuevamente el aparato. Conocía la testarudez de Coop, pero meter a su hermanita en esto era una línea que no le dejaría cruzar.
-Entiende, no voy a ayudarte en esto –contestó cortante sin siquiera fijarse en el emisor de la llamada.
-¿Dennis? –oyó una voz diferente desde el otro lado.
De inmediato se fijó en la pantalla, quedándose sin aire al percatarse a quién le había hablado en ese tono.
-¡Millie! –exclamó nervioso-. ¡Disculpa! Creí que eras Coop y…
-¿Estabas hablando con él recién? –lo interrumpió.
-Sí -respondió con fastidio-. Quiere tu dirección.
-¿Mi dirección? –Millie se sorprendió ante el cambio de tema de sus planes.
-¿Podrías hacer el favor de darle la dirección a tu familia? –el fastidio de Dennis comenzaba a superar cualquier nerviosismo-. ¿O por lo menos llamar a tu papá? Con eso por lo menos dejaría en paz a Emilie…
-¿Qué le hizo a Emilie? –lo interrumpió preocupada.
-Como ella se quedó en tu casa ayer, quiere que le diga tu dirección.
-Entonces Coop está buscando mi dirección, ¿no? –preguntó Millie tras unos segundos de silencio.
-Ajá –afirmó Dennis.
-Pues está cerca –continuó-. Me lo acabo de encontrar afuera del edificio en donde vivo.
-¿En serio? –contestó Dennis con un dejo de sorpresa.
-Se topó con Fiona –le informó.
-¿Qué? –esta vez la impresión fue suficiente para choquear al muchacho.
-Ella vive en el mismo edificio que yo –sentenció Millie.
El silencio del chico fue la invitación para detallar su explicación.
-Recién me encontré con Coop a la salida del edificio. Se le veía mal. Ahora lo estoy siguiendo. Estoy casi segura que se topó con Fiona.
Solo la respiración de Dennis le informaba que aún estaba en la línea.
-Demonios –maldijo el chico cargado de frustración ocultando su rostro con la mano libre.
Definitivamente Coop Burtonberguer era una bolsa de problemas. Una bolsa de problemas que se turnaban para desconcentrarlo durante el día. La jornada laboral se convirtió en un mosquito que no lo dejaba concentrarse en lo que él consideraba importante.
-¿Coop?
Lincoln se encontraba a su lado en la oficina. Lo remecía suavemente para traerlo de regreso a la Tierra.
-¿Ah? ¿Sí? ¿Qué? –el chico agitó la cabeza para borrar las distracciones de su cabeza y concentrarse en el momento de una buena vez.
-Te decía que el señor Mandril quiere tener una reunión contigo esta tarde –le informó el chico.
-¡Ah! ¡El señor Mandril! –contestó con fastidio meciéndose en su silla de oficina-. Ya lo conocerás. Es un fastidioso.
-Lo conocí ayer –respondió Lincoln con seriedad-, y sí, es lo más molesto que he visto en mi vida.
-Pero es nuestro jefe, y hay que aguantarlo, y convencerlo de que nuestro departamento sirve para algo –agregó Coop agregando comillas en el aire con sus dedos sobre la palabra convencerlo.
Ambos terminaron por reírse por el momento.
-Oye Coop –se atrevió Lincoln una vez finalizada la risa-. ¿Todo bien con tu hermana?
-¿Ah? ¿Qué? –el chico fue tomado por sorpresa.
-Como ayer te fuiste de emergencia porque la golpearon o algo así y no regresaste en el resto del día –le explicó Lincoln.
-¡Ah! ¡Sí! Está todo bien –respondió distraído girándose sobre su silla para darle la espalda. Aquellos días parecían tan distantes como fantásticos. Además, no tenía ganas de hablar del tema.
El gélido silencio le informó a Lincoln que aquel no sería el minuto de respuesta.
-Bien, creo que regresaré al trabajo –respondió no muy convencido de lo sucedido.
-Ajá –se le alcanzó a oír a su jefe desde el otro lado de la silla.
Al menos tendría un minuto de paz a solas con sus pensamientos.
El momento en que finalmente pudo sentir que se había librado de sus problemas fue después del trabajo. Se reunió en el bar de siempre junto con sus amigos Lorn y Harley. Dennis se disculpó en el Whatsapp del grupo que no podría asistir puesto que estaba a cargo de cuidar a su hermanita. En parte le molestaba y agradecía que Dennis no estuviera allí. Estaba molesto por su negativa, pues lo quería presente para seguir insistiendo. Sentía aquella disculpa más bien como una excusa por no tener el valor de encararlo. A su vez le alegraba de que no estuviera allí con su perorata de desistir de sus planes.
-¡Por el fin de semana! –Lorn alzó su botella de cerveza celebrando el momento
-Lorn, es martes –le corrigió Harley.
-No importa –intervino Coop alzando su botella-. Simplemente celebremos por el presente.
-¡Sí! –sus amigos aceptaron mientras chocaban sus botellas.
Mientras tanto, Leni Loud ingresaba al mismo local junto con sus amigos. Era un lugar que Max había propuesto, y que su amiga Fiona encontró buenos comentarios en Internet. Leni era quien más admiraba el ambiente, extasiada ante la novedad.
-¡Como que este lugar es increíble! –exclamó Leni con emoción.
-¡Allí! Hay una mesa libre –les avisó Miguel apuntando a una mesa cercana a la de Coop con sus amigos.
Mientras se acercaban a la mesa, Leni no pudo evitar reconocer al chico de cabello castaño. Le sonrió a Coop y lo saludó con la mano apenas notó que tenía su atención.
-¡Viejo! ¡Te está saludando! –exclamó Harley emocionado mientras remecía a un Coop que no se podía creer el momento.
Coop abrió la boca, dejando caer parte de la cerveza que no había alcanzado a tragar.
-¡Sí que estás de suerte, chico gato! –agregó Lorn.
Leni sonrió ante la reacción del chico antes de voltearse hacia sus amigos.
Ella había convencido a sus amigos de salir entre semanas luego de percatarse que tenía los fines de semanas ocupados. Los viernes debía apoyar en el restaurante de su padre. Los sábados le tocaba salida con Yang. Aún no había discutidos los detalles del cambio de día de salida con Millie, pero tenía la esperanza de que llegarían a un buen acuerdo. Ni siquiera la desanimaba el hecho de haber destruido su auto gracias a su mala conducción. Aquel momento era para disfrutar la compañía con sus amigos.
Tras una hora, Leni fue la primera en levantarse de la mesa. A pesar de que le hubiera gustado quedarse más tiempo, no había avisado en su casa de su salida. Nuevamente había perdido su teléfono. No queriendo preocupar a nadie, se despidió de sus amigos prometiéndoles más tiempo para la próxima.
-Yo, debo irme –se disculpó Coop poniéndose de pie-. Se me hizo tarde.
Al ver alejarse a Leni, su cerebro comenzó a meditar, y concluyó que no estaba disfrutando del momento como se esperaba. Aunque era agradable pasar el rato con Lorn y Harley, no era tan cercano con ellos. Cuando querían, podían ser bastante antipáticos. Además, notaba la falta de la presencia de Dennis.
-¿Vas por la chica? –cuestionó Harley apuntando hacia Leni con su pulgar.
-¡No! Claro que no –contestó Coop.
-¡Adelante chico gato! –lo animó Lorn golpeándolo en el costado-. ¿Qué no ves cómo se te quedó viendo?
-¡Sí! Aprovecha de llevarla a su casa –agregó Harley alzando su botella.
-Veré qué puedo hacer –balbuceó mientras una idea quedó chocando en su cerebro.
La idea de Harley no solo no era mala. Al contrario, era demasiado buena. Si Leni era la otra novia de Yang, era más que evidente que vivía junto con Millie. Si la iba a dejar hasta su domicilio, podría descubrir cuál era la dirección de una buena vez.
-¡Espera!
Las calles se encontraban menos desiertas en la medida en que el sol se terminaba de ocultar. Leni se volteó al sentir que alguien le tocaba el hombro. Grande fue su impresión al encontrarse frente a frente con Coop. Lo notaba más alto y guapo en vivo y en directo.
-Eres Leni, ¿verdad? –le preguntó con un dejo de nerviosismo.
-Sí, soy yo –respondió la chica con sus manos en la espalda y una amplia sonrisa-. Tú debes ser Coop, el hermano de Millie, ¿verdad?
-Sí, el mismo –respondió el aludido con una risa nerviosa, cosa que Leni imitó-. Te venía a preguntar si tú querías que te llevara a casa. Es tarde, y no sé si viniste en auto o…
-Oh no, vine caminando –respondió la chica-. Pensaba regresar caminando.
-¿Dónde vives? –le preguntó el chico.
-En el edificio Departamental –respondió Leni apuntando hacia el lado opuesto donde se ubicaba dicho edificio.
-Queda algo lejos –comentó Coop-. Mira, yo vine en auto. Si quieres te puedo ir a dejar, ¿qué te parece?
-¿De verdad puedes hacer? –el brillo en los ojos de la chica se podía notar a la distancia.
-Sí, no estoy estacionado muy lejos –Coop sacó las llaves de su bolsillo. Con un botón de su llavero consiguió que un vehículo cercano encendiera sus luces y sonara su bocina.
-¡Cielos! ¡Es hermoso! –exclamó Leni al acercarse al vehículo.
Era una camioneta 4x4 color rojo con negro que parecía ser del año. Al abrir la puerta, el olor a lavanda le dio la bienvenida. Los asientos eran espaciosos y cómodos. La chica admiraba cada detalle de su interior mientras Coop abordaba en el asiento del piloto. Pronto, el chico encendió el motor y se pusieron en marcha. El motor era suave como un ronroneo de un gatito. Se sentía como viajar a bordo de una nube voladora. La radio sonaba con volumen suave.
-¿Ese no es Jon Bon Jovi? –preguntó la chica reconociendo al cantante de la radio.
-Sip –contestó Coop con una sonrisa-. ¿También te gusta?
-¡Es genial! –exclamó extrovertida-. It's my life! It's now or never –cantó.
-But I ain't gonna live forever. I just want to live while I'm alive! –Coop la acompañó.
-It's my life! –exclamaron a coro.
-¡Vaya! No creí que te gustara –comentó Coop alegre-. De hecho, no creí que lo conocieras.
-¡Oh claro que lo conozco! –exclamó Leni con una sonrisa jovial-. A mi hermana Luna le encanta el rock británico.
-Bon Jovi es de Estados Unidos –aclaró Coop.
Leni estaba por contestar, cuando oyó sonar el ringtone de su teléfono. De modo automático buscó el celular en su cartera mientras Coop bajaba aún más el volumen a la música, atento a lo que pudiera captar de la llamada.
-¡Hola Yang! –saludó Leni con una alegría inocente.
-¡Leni! ¿Cómo estás amor? –el conejo se encontraba en la cocina preparando la cena mientras hablaba con su novia usando unos audífonos manos libres.
-¡Excelente! Ahora justo iba camino a casa –le respondió la chica. Coop aguzó el oído-. Coop se ofreció a llevarme.
-¿Coop? ¿Cuál Coop? –aquel nombre le daba mala espina al conejo independiente del portador.
-¡El hermano de Millie! ¿Quién más va a ser?
-¿Y por qué te está llevando a él? –la seriedad se había apoderado del conejo.
-Él se ofreció a traerme al salir del bar de siempre –contestó ella ajena a las intenciones de su pareja-. Hoy quise salir con mis amigos, pero como perdí mi teléfono, no pude avisarte. Así que por eso decidí regresar temprano a casa.
-¿Perdiste tu teléfono? –cuestionó Yang frunciendo el ceño-. ¿Y a dónde se supone que te estoy llamando?
Pasaron un par de segundos mientras la chica procesaba aquel detalle. Alejó el fono de su oreja. Descubrió que tenía en su mano el teléfono perdido.
-¡Oh vaya! –exclamó sorprendida regresando el fono a su oreja-. El tema es que voy en camino. ¡Espérame en casa!
La chica cortó con una sonrisa imborrable. Coop no sabía cómo abordar el tema de su relación poliamorosa. La chica no parecía tener mala intención ninguna en ese asunto. Lamentaba que también terminara víctima del engaño.
-No puedo creerlo –Yang, aun cargado de frustración, ingresó al comedor. Allí se encontró con Millie trabajando con un notebook.
-¿Qué ocurre? –le preguntó la chica sin despegar la vista de su pantalla.
-Que tu hermanito está trayendo a casa a Leni –le informó ofuscado.
Aquella afirmación cayó en una sorpresa inesperada para Millie.
-¿En serio? –preguntó extrañada cerrando la tapa de su notebook.
-¡Sí! –exclamó aún molesto-. Acabo de llamarla.
No le costó mucho a Millie concluir las verdaderas intenciones de su hermano.
-Iré a esperarlos abajo –anunció poniéndose de pie.
-Voy contigo –Yang se dispuso a seguirla.
-No –le ordenó volteándose y regalándole una mirada seria-. Quédate aquí. Volveré con Leni.
Millie tomó las llaves colgadas en un perchero junto a la puerta y salió del departamento.
Ya sabía que Coop conocía el edificio en donde vivía, pero no el departamento. Había más de trescientos departamentos en aquella construcción, y prefería mantener en el anonimato el número del suyo. Bajando hasta el lobby y recibiendo a Leni impediría que su hermano llegara hasta donde ella. Todo saldría bien mientras Leni no le indicara el número del departamento. Era algo tan posible que terminó por preocupar a la chica. En ese caso no quedaba de otra que impedir que a Coop se le ocurriera subir.
Se le hizo de noche esperando. Un viaje que no debería ser de más de media hora se había extendido por más de una hora. El portero le daba unas cuantas miradas de reojos, vigilándola. Intentó llamar a Leni un par de veces, pero no contestó. Era algo relativamente común en ella no contestar las llamadas, así que ni siquiera se inmutó. Incluso comenzó a meditar en la idea de desbloquear a Coop para llamarlo. Temía que por culpa de su bloqueo se hubiera perdido de alguna llamada de emergencia.
Cuando estaba a punto de desbloquearlo, recibió una llamada de Yang.
-¿Y? –le dijo el conejo.
-Aún no han llegado –le informó.
-¡¿No han llegado?! –gritó ofuscado-. ¿Qué demonios estará haciendo con ese tipo?
-Tal vez les ha pasado algo –propuso Millie.
-Solo sé que si ese tipo le hizo algo a Leni. ¡Lo muelo a golpes! –gritó desde el otro lado del fono obligando a la chica a alejarlo de su oreja.
-¡Ya! ¡Basta! –le recriminó molesta-. Voy a llamar a la policía.
Antes de cualquier réplica, Millie cortó la llamada.
Desbloqueó a Coop, y llamó lo un par de veces. No recibió contestación.
Esa noche una camioneta 4x4 color rojo con negro quedó abandonada en las calles de Anasatero.
