¡Hola! Que tal, primero quiero saludar a mis cuatro seguidores por, obviamente, seguir mi historia.
Segundo; agradecer a todos aquellos que dejan sus Review y también por estar al pendiente de este croosover.
Tercero; Quiero aclarar algunas cosas que me han preguntado y que yo me he saltado sin explicar.
Las edades de los Loud´s son las siguientes: Lynn Loud padre 39, Rita Loud 37, Lori 19, Leni 18, Luna 17, Luan 16, Lynn 15, Link 14, Lucy 10, Lola y Lana 8, Lisa 6 y Lily 4. Como dato curioso sobre las edades entre algunos personajes Robb y Leni, Jon y Luan, al igual que Link y Sansa tienen la misma edad.
La Rebelión de Roberth ocurre en el 281 y no el 282. La rebelión Greyjoy ocurre en el 284 pues Balon creyó que el tiempo era esencial para atacar, pues en ese entonces Roberth aún no consolidaba del todo su poder, un año después nacerían tanto Sansa como Link. Y por ultimo la guerra de los Cinco Reyes empieza en el 299 y no un año antes.
Esto solo lo hice para que algunas edades coincidieran entre los niños Stark y Loud. Además como algunos ya sabrán en los libros Jon Snow tenía 14 años cuando todo empezó pero en la serie de televisión es más grande y como no quería descartar tanto la edad mejor se la puse a Link.
Les dejo el capitulo no sin antes añadir: Lincoln era un nombre muy extraño para el mundo de 'Canción de hielo y fuego' por eso se convirtió en Link pero ¿Qué nombre le habrían puesto a ustedes al peliblanco?
El hijo
POV LINK:
Alguna vez has recordado el pasado y te has dado cuenta de que aquellos fueron los momentos más felices de tu vida. ¿Has llegado a extrañarlos tanto que si tuvieras la oportunidad los vivirías de nuevo? Yo sí. Y los anhelo cada día.
Aún puedo recordar los días en que solía deambular por los largos pasillos del castillo de mi Padre, deseoso de conocer cada rincón de aquellas paredes de piedra. Cuando caminaba por ellos lo hacía siempre en soledad, pues mis hermanas se encontraban ocupadas con alguna lección.
Por ese tiempo aún no entendía del todo porque la gente hablaba a mis espaldas, pero si entendía muy bien la mirada que me dedicaba aquella mujer de cabellos dorados, aquella que pensé que era mi Madre, con la que me encontraba a veces. Era la misma que tenían los ojos de mis hermanas cuando discutían entre ellas pero la suya era incluso más aterradora. Jamás la había visto dirigirle esa mirada a nadie, solo a mí.
No comprendía el por qué, hasta que lo supe un día por accidente:
— No entiendo porque Lynn insiste en mantener al bastardo en nuestro hogar. Es un error.
— Mi Señora, comprenda, su esposo solo desea hacerse responsable por el muchacho nada más.
Aun estando oculto pude reconocer esas voces enseguida, eran ella y la Septa, pero yo aún no sabía lo que era un "Bastardo"
— Puedo entender que quiera hacerse responsable pero no acepto tenerlo cerca. No se da cuenta que nuestras hijas corren peligro cerca de él.
— No cree que exagera Mi Señora. Es solo un niño, ¿Qué daño puede hacer?
— Y dentro de poco ese niño crecerá y su ambición crecerá con él. Cuando ese día llegué no dudara en lastimar a mis niñas para hacerse con el control de todo.
— Dudo que ese día llegue, además el muchacho quiere a sus hermanas así que no las lastimaría de ninguna forma.
— Acaso eres ciega o solo estúpida, ese mocoso está podrido por dentro…Al igual que la mujer que lo pario.
Aún puedo recordar a la perfección la forma en que mi corazón se detuvo y una voz en mi cabeza, una muy pequeña, me decía que me arrepentiría por mi curiosidad. Mi cuerpo se paralizo y se negó a moverse, como si de repente ya no fuera capaz de controlarlo. Pero mientras yo me ocupaba de mis problemas, Lady Loud continuo su conversación sin pausas.
— Acaso crees que no escucho los susurros que salen de los labios de cada persona en este castillo, todos hablan de cómo el Bastardo de su Señor tiene la apariencia de sus ancestros y el capitán Wilbur insiste en que una mujer no puede ser la heredera de Lynn.
— Mi Señora aunque Lord Borrel no esté de acuerdo, las leyes de sucesión en el Norte favorecen al primogénito de la familia y no al varón, salvo algunos casos, no tiene de que preocuparse. Sobre todo si tomamos en cuenta que Link no es un hijo legitimo.
— ¿Qué no tengo nada de qué preocuparme por qué no es un hijo legítimo? ¡Pero sí es por esa misma razón que es tan peligroso! ¡Que no lo entiendes! Sí de un momento a otro Lynn nos hace falta y a él se le ocurre levantarse en armas la escoria se le unirá. Arrasara con todos nosotros y aquí no habrá pasado nada. Que lo envié a alguna otra isla o mejor aún que lo lleve al Valle, después de todo tienen una deuda con mi esposo, no lo quiero cerca de mi o de mis hijas.
Eso fue lo último que escuche. Cuando me di cuenta ya me encontraba muy lejos de aquel lugar. No necesitaba saber más para darme cuenta que estaban hablando de mi, después de todo, nadie expresaba tanto odio hacia mi persona como ella. Pero nunca había oído esa palabra ¿Qué significaba bastardo? ¿Por qué quería enviarme lejos? ¿De verdad era un peligro para mi familia? Pero lo que en verdad me aterro fue la idea de que me enviaran lejos. Acaso había hecho algo malo. No lo sabía. Lo que sí sabía era que necesitaba respuestas.
Y si ese era el caso solo había alguien que podía ayudarme, la única persona que siempre me hablaba con la verdad aún por muy cruda que esta fuera, el Maestre Grouse.
A pesar de lo que muchos decían del Maestre la verdad es que era una persona amable, aunque también es cierto que su lengua es tan afilada como una espada y que su actitud alejaba a las personas en un instante, aun con todo eso él jamás le negaba el conocimiento a nadie.
Apenas y si recuerdo haber llegado a su torre a plantearle mis dudas, pero lo que sí recuerdo muy bien es salir corriendo de allí al obtener las respuestas que quería y una parte de mí deseo jamás haber obtenido ese conocimiento. Mientras huía tropecé con Lynn y pude ver en sus ojos lo que tanto temía así que no me detuve y seguí corriendo hasta perderme en los pasillos. Me oculte por horas y llore, llore como nunca lo había hecho en mi corta vida y mientras lo hacía pude pensar en todo lo que sabía ahora, en lo que significaba ser un Bastardo: Ser un hijo producto de la lujuria y de la mentira.
Fue cuando todo tomo sentido, las miradas de los demás habitantes del castillo, el diferente trato que recibía a comparación a mis hermanas, el odio que me profesaba la esposa de mi Padre y su insistencia en que no debía acercarme a ninguna de ellas.
"Ninguna Madre, ya sea del Sur o del Norte, permite que sus hijos se relacionen con los bastardos de su Padre"
Es lo que había dicho el Maestre y lo que había escuchado de la propia Lady Loud era la única prueba que necesita.
"No hay Bastardo que no busque dañar a sus hermanos legítimos"
¡Eso nunca! ¡Jamás les haría daño!
"Nunca existirá la verdadera paz entre dos hermanos que no lleven el mismo apellido, pues estos siempre se odiaran"
…De todo lo que sabía ahora, la sola idea de que mis hermanas me despreciarán era la que más me dolía…es cierto que a veces había una discusión o dos…pero…no me podía imaginar la vida sin ellas.
'Y sí ellas no piensan lo mismo que yo…y si…'
— Link.
Al subir la mirada no dude en sentirme asustado ante lo que mis ojos me mostraban, Ella estaba ahí, no, no se trataba de Lady Loud pero si era una Loud la que me observaba.
Lynn siempre ha sido mi héroe, mi hermana la fuerte, la valiente, a pesar de que su actitud siempre daba de que hablar entre las mujeres más refinadas y levantaba quejas entre los hombres más conservadores, ella ya contaba con toda mi admiración. Por esa época ya comenzaba a transmitir la fuerte voluntad que la definiría en los años venideros. Yo en verdad creía con todo mí ser que nada podía pararla, pero en esos momentos sus ojos no eran los de siempre, se veía preocupada por alguna razón.
Abrace mis piernas y escondí mi rostro para ocultarme de su vista.
— Vete.
Mi suplica fue cuando menos, patética.
—…No lo hare.
— Por favor, quiero estar solo.
— Y yo quiero estar contigo.
— No debes estar aquí, tú familia se preocupara.
— Si que eres tonto hermanito. Querrás decir Nuestra familia, sabes bien que no solo es mía.
— ¡Yo no tengo familia!
No me había dado cuenta pero mis lagrimas volvían a humedecer mis mejillas y ya no solo eran de tristeza sino también de rabia, pero no sabía bien hacía quién iba dirigida esa ira. ¿Hacía mí? ¿Hacia mis hermanas? ¿Hacia los Dioses? ¿Hacia mi Padre?
— ¡No soy tú hermano no tienes porque decirme así!
— ¿Pero qué dices? ¡Claro que eres mi hermano!
— ¡No lo soy!
— ¡Si lo eres!
— ¡Soy un Bastardo!
Silencio…Fue todo lo que reino después de mi arrebato. Vi como su rostro pasaba de la preocupación a la sorpresa en un segundo, solo ahora me doy cuenta de que ella ya sabía lo que yo era.
— ¿Qué dijiste? ¿Quién te dijo eso?
— No importa quién me lo haya dicho.
— ¡Por supuesto que importa! No puedes creer lo que diga el primer tonto que te encuentras…
— ¡¿Incluso si lo dice todo el mundo?! ¡¿Incluyendo a tú Madre?! ¡¿En serio me creen tan tonto como para no darme cuenta en la forma en que me ven?! ¡¿En la forma en que me tratan?!
Mi voz golpeaba las paredes de piedra y se perdía en la oscuridad de aquel lugar. Solo pensaba en sacar mi rabia junto con mi tristeza.
— Dime: ¿Acaso seré afortunado si tú Madre no me manda matar antes de que me haga mayor? O ¿Tendré más suerte si me envía lejos de mi hogar? Apartado de todo lo que quiero. Así que vete no me importa nada de lo que tengas que decir.
Mi pequeña rabieta solo consiguió que Lynn avanzara hacia mí y, con la fuerza que ya empezaba a caracterizarla, me tomara del cuello de mi ropa y me alzara como si yo pesara menos que un costal de harina.
— ¡Escúchame bien! ¡Deja ya de comportarte como un bebé!
— ¡Suéltame!
— ¡No hasta que me escuches!
Yo me revolvía y luchaba por soltarme pero era evidente que jamás lograría zafarme de su agarre.
— ¡No tengo que escucharte!
— ¡Tal vez, pero aun así lo harás!
Ella era más fuerte que yo, eso ambos lo sabíamos, aunque eso no me impedía mostrar cierta resistencia. Durante nuestro forcejeo alcancé a golpear su rostro de una forma en que no me creí capaz de hacer, primero la vi retroceder un par de pasos mientras se quejaba con ambas manos sobre su boca. Pero jamás olvidare la forma en que su sangre mancho su piel y uno de sus dientes cayó al suelo justo después, fue en ese momento en que me di cuenta de que en verdad podía hacerles daño. Todo lo que temía su Madre podría hacerse realidad y realmente me asuste, pero de mi mismo.
Me pregunte; ¿Qué debo hacer? Y una voz en mi cabeza me dio la respuesta:
'¡Corre!… ¡No lo pienses, idiota! ¡Solo Corre! ¡Hazlo como el cobarde que eres!'
Y eso fue lo que intente, pero ni siquiera di dos pasos cuando mi brazo fue atrapado por un firme apretón que me hizo girar. Detalle el rostro de mi hermana, vi su mentón sangrante, vi el espacio vació que había entre sus dientes y en un principio intente evitar su mirada, pero me obligue a verla a los ojos pues me merecía el odio que sabía encontraría en estos. Me lo merecía todo, su ira, su desprecio y sobre todo merecía los golpes que estaba seguro iba a recibir.
Pero en sus ojos negros no me encontré aquel odio que yo sabía me merecía, en su lugar encontré angustia y preocupación. A Lynn le disgustaba mostrar ese tipo de emociones ante cualquiera, en especial por que según ella la hacían ver débil, así que todo lo que la atormentaba lo mantenía para sí misma. Tal vez lo hacía por orgullo o para mantener las apariencias eso nunca me quedo claro del todo. Por eso no podía creer lo que veía, aquellos ojos que solo habían demostrado confianza en su vida ahora se encontraban inundados en lagrimas, cristalinos posos negros me devolvían la mirada y mi pecho sintió todo el peso de su tristeza. Dejar que alguien la viera en ese estado era algo que en definitiva no se había permitido hasta ese día.
Y su dolor se convirtió en el mío.
— Lynn… ¡Lo siento! ¡Yo no quería…!
— Link, tranquilo, no pasa nada.
Ya no intente escapar, en lugar de huir me arroje a ella y la abrace implorando su perdón.
— ¡Perdóname! ¡No lo dije en serio! ¡Ustedes son mi familia! ¡Nunca les haría daño!
— Yo lo sé.
— ¡Por favor no me odies!
— Jamás podría odiarte.
— Tengo miedo, Lynn…No quiero que me alejen de ustedes.
— Y no lo harán.
— Pero no soy un Loud.
— Cierto, pero…Oye, somos hermanos ¿De acuerdo? Siempre seremos hermanos y contaremos el uno con el otro. Sin importar que.
— ¿Sin importar que?
— Sin importar que.
Esas palabras en verdad me reconfortaron, así que busque un propósito. ¿De qué forma un bastardo como yo podía ser de ayuda? Creí encontrar la respuesta. Pensé que siendo el apoyo y el confidente de mis hermanas sería suficiente y durante años llegué a creer que ese era mi papel; servir a mis Señoras, a mi Lord y a mi gente. Que importaba si no era un Loud, yo era feliz con la vida que tenia. Y en verdad fui tan estúpido como para olvidar lo que había aprendido ese día. Tal vez había tardado un poco más, pero al final lo que me había dicho el Maestre se hizo verdad:
"Nunca existirá la verdadera paz entre dos hermanos que no lleven el mismo apellido, pues estos siempre se odiaran"
No las odiaba y nunca lo haría, pero yo no podía hablar por ninguna de ellas, mucho menos ahora que sus ojos me veían de esa forma. Había dolor, confusión, incluso puede que algo de miedo, aunque la ira era lo que más me golpeaba. A pesar de que había cientos de personas reunidas en las afueras del castillo de la familia Loud, todas ellas dispuestas a ir a la guerra, sus miradas estaban clavadas en mí.
Me odiaban. Me despreciaban. Ahora no tenía duda de que lo hacían y yo era el único responsable de que eso sucediera, las había traicionado, una vez más, y ahora no había nada que pudiera hacer para poder corregirlo. Quizás fuera verdad, tal vez era una ley absoluta creada por los Dioses imposible de evitar o una realidad incomoda que algunos no quieren escuchar, pero, que al final no es más que la realidad. Jamás habría paz entre ellas y yo.
Observe a mi padre, que estaba al frente de todos nosotros, y en sus ojos no solo vi orgullo si no que también encontré resignación, había prometido respetar mi decisión pero no por ello la aceptaba de buen agrado. Lo vi avanzar, abandonando de paso aquella mirada, con toda la autoridad que poseía y frente a nosotros se encontró de nuevo el Lord al que todos los ahí presentes habían jurado lealtad.
En aquel patio nadie se atrevió a mover un musculo y reinaba un silencio que solo era roto por el fuego de las antorchas con su crepitar. Su danza era lo único que se atrevía a desafiar la voluntad de los hombres.
— ¡Estos jóvenes han decidido responder, junto a nosotros, el llamado de la Casa Stark! ¡Que nadie jamás cuestione su valor! ¡Que los Dioses sean testigos! ¡Y que en el Sur sepan que el Norte se mantiene unido! Pero sobre todo ¡Qué no olvida! —Nadie retrocedió y al principio nada sucedió. Al final todos los presentes alzaron sus espadas y entonaron en una sola voz:
¡EL NORTE RECUERDA!
FlashBack
292 Después de la Conquista
— ¡Soy Gardon "Lanza Dorada"!
— ¡Y yo Harrow "El Terrible"!
— ¡Pues yo soy Floran "El Bufón"!
Tres niños, que compartían una llamativa cabellera rojiza, intercambiaban golpes mientras gritaban los nombres de sus héroes favoritos. En sus manos se encontraban las simples ramas de un árbol cercano pero en su mente eran espadas que resplandecían con el sol cada vez que las levantaban.
— ¡Pues yo soy Senna "La Doncella"!
Una niña, de reluciente cabello castaño, caía a su lado mientras levantaba su propia rama.
— ¡Pues aquí esta Jack "Nueve Dedos"!
Apareciendo por detrás de un árbol un niño de piel cobriza y cabello oscuro, corría hacía ellos mientras balanceaba una rama por sobre su cabeza.
— ¡Y yo soy Brandom "Espada Sangrienta"!
Mi grito tomo por sorpresa al grupo y no fue por el personaje que mencione sino porque era exactamente yo él que gritaba. A pesar de que me habían ofrecido muchas veces unirme a su juego nunca me había atrevido. Hasta ese día.
El niño de pelo rizado me sonrío al mismo tiempo que la niña a su lado y ahí supe que era bienvenido. Desde ese momento no solo empezamos a construir una amistad que duraría por el resto de nuestras vidas, sino que también encontré un lugar en el que me sentí aceptado. Lo más curioso de nuestro pequeño grupo era el hecho de que todos nosotros éramos muy diferentes.
Y ya no solo por nuestra apariencia sino también por nuestro estatus: Dos nobles, tres plebeyos y un Bastardo.
La casa Longthorpe, a la que pertenece ella, es una de las más antiguas en el archipiélago y su Padre, Ser Rolland Longthorpe, era uno de los guerreros más hábiles de nuestro hogar. Por si fuera poco durante la Rebelión Greyjoy mató a Dustan Drumm, antiguo señor del Viejo Wyk, y con ello ganó la espada de acero Valyrio 'Lluvia Roja'.
El pelinegro, por su parte, es el heredero de la Casa McBride y de todos los títulos de su Padre. Su Casa fue fundada hace solo 600 años pero es considerada una de las más fuertes en las Tres Hermanas. Sus miembros se distinguen por tener una piel más oscura que el resto, al descender de hombres de origen Essosi.
Mis otros amigos fueron un poco más reacios al principio conmigo. Era lo normal, pues quien no ha escuchado historias sobre que los Bastardos siempre están dispuestos a traicionar y engañar para su beneficio.
Liam fue el primero de los tres en tomar confianza y hablar conmigo, era un chico bastante amable, hijo mayor de una pareja de granjeros, afirmaba que su familia lleva 4 generaciones en Hermana Dulce y si bien le gusta su vida en la granja, su sueño era convertirse en un gran explorador como su ídolo Lomas 'Pasolargo'.
Zachary o solo Zach, es el único hijo de un pescador vasallo de la Casa Borel. Es tal vez el más paranoico de todos e imagina conspiraciones en todos lados, incluso llegó a creer que yo era la cabeza de una conspiración cuyo objetivo era obtener el poder en las Islas. Obviamente sus sospechas solo eran eso, así que más adelante se disculpo y compartió su sueño de querer ser parte del Consejo Privado del Rey como el Consejero de los Rumores.
Rusty es tal vez el más competitivo de todos nosotros. Siendo el hijo de un importante sastre creció entre telas pero nunca quiso que su vida se limitara a estas, al igual que los otros su confianza en mí era nula. Fue solo después de mucha insistencia por parte de los demás que se atrevió a darme una oportunidad. Cuando escucho los sueños de los otros, dijo que él no sería menos así que decidió que su meta sería convertirse en Lord Comandante de la Guardia Real. Sostiene que cuando haga el juramento todas las mujeres de Poniente lloraran de tristeza.
A diferencia de los demás yo no tenía un sueño o un objetivo que quisiera cumplir. Mi único deseo era proteger a mi familia y pagar la deuda que tenía con Lord Loud. Si debía ir a la guerra para hacerlo; lo haría. Pero ellos no compartían mi deuda, ofrecerse para ir era un riesgo innecesario y claro que se los hice saber:
— ¡Es una locura! ¡No tienen por qué hacer esto!
— Estas haciendo mucho escándalo por nada, Linck— Rusty se veía tranquilo incluso confiado. Pero no lo había conocido por tanto tiempo para no saber que por dentro estaba temblando de miedo.
— ¡¿Por nada?! ¡Acaban de firmar su sentencia de muerte!
— Al igual que tú — A diferencia de Rusty, Liam no ocultaba su nerviosismo. Con la frente cubierta de sudor y el constante temblor en su pierna dejaba en claro que estaba más que preocupado. — ¿Crees que eres el único con motivos para ir a la guerra? ¡Yo también tengo familia que proteger!
— ¡Si tanto quieres proteger a tu familia debiste quedarte callado! Aquí los proteges más que yendo a pelear al Sur con los Lannister.
— No lo entiendes— Zach se veía serio, tal vez demasiado. A estas alturas habría sacado una o dos teorías conspirativas pero no había mencionado algo parecido ni una sola vez— Los Lannister no perdonaran a ningún enemigo si ganan la guerra y ahora mismo todo el Norte ya es su enemigo.
— Si en verdad crees que podemos perder ¿Por qué te arriesgas, tanto tú como los otros? Si permanecen aquí pueden…
— ¡La decisión no es tuya, sino nuestra!—Jordan, la más razonable de todos nosotros, se veía molesta y en su mirada podía notarse el gran parecido con su padre, pero ahora estaba tan preocupado que me daba igual, tenía que convencerlos de no ir— ¿De verdad crees que cualquiera de nosotros se quedara quieto para ver qué es lo que pasa y no hacer nada? Nosotros conocemos los riesgos así que deja de tratarnos como idiotas que no saben en que se están metiendo.
— No creo que sean idiotas, lo son si deciden ir. No entienden que los necesitan aquí, no es necesario que vayan, ya hay suficientes hombres en el frente.
— ¿Entonces por qué vas? Sí es como dices y ya hay suficientes hombres en el frente, tú tampoco deberías ir. Acaso tienes un motivo o solo es tú orgullo actuando.
— ¿Orgullo? No hay lugar para el orgullo aquí, esto es serio ¡Entiendan!
— No, el que no entiende eres tú y tampoco es que quieras hacerlo. Con que derecho nos pides no ir cuando fuiste tú el primero en ofrecerse.
— Es diferente, este es mi deber…
— ¡También es el mío! ¡No hablo por los demás, pues ellos tienen voz propia! ¡Pero yo he jurado lealtad a la casa Loud! Si nos rehusamos a ayudar a quienes nos ayudan qué sentido tiene haber hecho un juramento.
— ¡Basta! ¡Detengan esto ahora!— Una figura se interpuso entre nosotros, intentando imponer un poco de orden— Jordan no pierdas la cabeza, tenemos claro lo que debemos hacer. Y tú— Girándose, se concentro solo en mí— Sabes que tienen razón— Stella, alta y de piel morena, me miro a los ojos. A diferencia de los demás ella no demostraba nerviosismo o enojo, más bien se veía… ¿Decidida? Sea como sea, su voz nos detuvo de continuar con nuestra discusión— No lo hagas más difícil, sé que te preocupa, que tienes dudas, pero entiende que debemos ir. Así que por favor no intentes detenernos.
— Stella…tú
— No pierdas tú tiempo ni el nuestro. Nada de lo que digas nos hará cambiar de opinión. Eso ya lo sabes.
Muy a mi pesar lo sabía, solo buscaba escusas para que no fueran, pero la razón era muy simple: Quería protegerlos. Decir; 'No quiero que vayan porque no quiero que mueran' Era insultarlos como guerreros.
No íbamos a llegar a ningún lado con esta discusión, todos ahí lo sabíamos. Así que me rendí.
No habiendo más de que hablar cada uno siguió su camino, no sin antes dedicarme una fría mirada que apenas y si note. Fue en medio de esas miradas que una mano se poso en mi hombro y nuestra amiga más reciente me dedico una sonrisa que, sin poder evitarlo, acelero un poco mi corazón. Asentí, qué más podía hacer, y dándome un fuerte abrazo se dio la vuelta, sus pasos la llevaron afuera de aquel patio así como de mi vista.
(FIN POV)
— (Suspiro) Te dije que no era una buena idea.
—…Lo sé
— También te dije que Jordan se molestaría contigo.
—…Se que me lo dijiste.
— Y aún así lo hiciste. Hm, aunque admito que salió mejor de lo que esperaba… ¿En verdad crees que alguno de ellos lo reconsidere?
—…No lo creó… ¿Tú crees que Jordan quiera matarme por lo que dije?
— Parece que no la conoces, claro que quiere, pero no la hará hoy. De todas formas no te confíes, ya la conoces, suele ser impredecible.
— Solo espero que no lo haga mientras duermo.
— No creo que intente matarte mientras estés dormido, va esperar a que despiertes, te clavara un cuchillo en el pecho y después arrojara lo que quede de ti al mar.
— ¡Ja! Ahora sí que dormiré tranquilo, tus predicciones son basura, nunca aciertan.
— Ya veremos, con gusto diré 'Te lo dije' en tú funeral.
— Parece justo, solo no dejes que Zach hable, dirá que mi muerte es parte de un plan para que Jordan conquiste los Siete Reinos.
— No prometo nada, pero yo ya tengo algo preparado para cuando sea mi turno, comenzaré con: 'Snow era un gran y querido amigo, sabia escuchar y tenía un gran sentido del deber, lo malo es que tenía el mal habitó de provocar a las personas para que lo apuñalaran y seguro estamos aquí hoy por eso' ya verás, será un buen discurso cuando esté listo.
— Es una lástima que no vaya estar vivo para poder escucharlo.
— En verdad lo será.
Fue entonces que por la entrada de aquel pasillo la fría brisa de la noche se coló y a pesar de las pieles sobre sus hombros ambos jóvenes se erizaron sin poder evitarlo. Los dos amigos se estremecieron y uno de ellos no dudo en decir aquello que afligía su alma.
— ¿Crees que soy un cobarde si digo que tengo miedo?
— Eso depende
— ¿De qué?
— De aquello a lo que le temas.
— A la puta Guerra, a eso le tengo miedo y me odio por eso. Por ser un maldito cobarde.
— No creo que lo seas Clyde. Yo también estoy asustado. Pero Lord Loud afirma que solo un loco o un necio no temé a la guerra, así que no tienes nada de que sentirte avergonzado.
— Si soy sincero conmigo mismo. No le temo tanto a la guerra, sino a lo que puede pasar si la perdemos.
— Si eso pasa no habrá de que preocuparnos pues estaremos muertos antes del próximo verano.
— ¡Carajo! En verdad que estamos jodidos.
— ¿En cerio? y ¿Cómo te diste cuenta?
— Oh cállate, mi estomago ya me está dando suficientes problemas sin que tú le agregues más de tu mierda.
— Tranquilo solo bromeaba.
— Pues déjale las bromas a Lady Luan, además tú siempre has sido un necio ¿Cómo es que tienes miedo?
— La verdad es que soy un raro tipo de necio.
— En eso tienes razón, siempre has sido muy raro…Qué me dices ¿Vamos por un trago?
— No, gracias, sabes que soy un pésimo bebedor.
— También yo, por eso te llevo conmigo no quiero hacer el ridículo yo solo, además estoy seguro de que los demás aparecerán por ahí tarde o temprano, hay que arreglar las cosas antes de partir.
— No lo sé. Prometes no exagerar como la última vez.
— No, por eso quiero que vengas conmigo, necesito que alguien me vigile mientras bebo.
El peliblanco no pudo contener un suspiro cansado y mientras sus hombros se alzaban aceptando su derrota decidió que estaría bien dejarse llevar por ahora.
— Mientras tú pagues. Mi bolsillo está más vacio que…no se… ¿Un Septon en el Norte?
— ¿Es en serio? Mejor déjale los chistes a Lady Luan, los tuyos son pésimos.
— Siguen siendo mejores que los suyos Lord McBride.
Clyde, contagiado por el repentino buen humor de su amigo decidió seguirle el juego.
— Mi Padre es Lord McBride. Yo solo soy el hijo que le toco, además llevas años conociéndome como para que te vengas a quejar ahora.
— Tienes razón, debí haber huido en cuanto me di cuenta de tu locura ¿Sera muy tarde para hacerme amigo de Chandler?
— El es un imbécil y tu un idiota. Seguro se convertirán en los mejores amigos.
Cualquier cosa que pudo salir de su boca murió cuando ante ellos apareció una figura que ambos conocían bien. Clyde sabía que en ese mismo instante habría problemas para su mejor amigo y lo peor de todo es que no podía hacer nada para ayudarlo, pues él no podía ir en contra de esa figura envuelta en pieles.
Con la cabeza en alto y un rostro lleno de la más absoluta frialdad una mujer de bellos ojos azules se mostro ante ambos. Su cabello, dorado y perfectamente cuidado, caía con gracia por su espalda en forma de una cascada mientras que una solitaria trenza la atravesaba por la mitad. Su cuello era rodeado por una fina cadena de oro que sostenía un emblema con cinco flores doradas, símbolo de la casa que la vio nacer. Su capa, hecha de gruesas pieles, perfecta para afrontar los terribles inviernos era sostenida por un broche de plata con el emblema de la casa de su esposo.
La mujer no detuvo sus pasos hasta encontrarse a escasos metros de ambos jóvenes, eso sí, en ningún momento cambio su adusta expresión.
— Mi señora.
Con una sincronía casi perfecta los dos amigos hicieron una reverencia en señal de respeto, ninguno se atrevió a formular palabra alguna hasta que la voz de la mujer surgió de sus labios.
— Joven McBride, podría retirarse. Tengo algunos asuntos que tratar con el bastardo de mi marido y según escuche, su Padre lo está buscando.
La indecisión brillaba en los ojos del mencionado. Clyde quería quedarse, sentía que era su deber ayudar a su amigo pero hacerlo era ir en contra de su Señora y era algo que quería evitar a toda costa. Sintiendo la indecisión del pelinegro Link lo instó con la mirada a que hiciera lo que se le pedía, con una rápida y sencilla reverencia se retiro sin decir una palabra.
Solo quedando ellos dos, Snow sintió un nuevo escalofrió que poco tenía que ver con el ambiente.
— Mi señora en que puedo…
— Cállate. No he venido para escucharte hablar.
Siempre era igual. No podía recordar algún tiempo de su vida en que la mujer frente a él no expresara su odio abiertamente.
— Escúchame muy bien porque solo lo diré una vez. No me importa si es la casa McBride o cualquier otra, incluso si huyes al Muro o a Essos. Si te atreves a dañar a Lynn no habrá lugar en el mundo en que te puedas ocultar de mí. Entiendes...Bastardo.
— Si mi Señora.
— Largo.
Con su amenaza, porque aquello no era más que una amenaza, ya recibida los pasos de Link lo llevaron a por fin abandonar aquel lugar, su salida se vio interrumpida cuando lo obligaron a detenerse una vez más.
— Snow.
Girando su cabeza la observo sin la intención de responder pues aunque quisiera hacerlo sería silenciado con una sola palabra de la mujer.
— Tal vez esta guerra no sea tan mala. Si encuentras la muerte en el campo de batalla mi familia por fin estará a salvo de ti.
'Cuando eso suceda tendrá una buena razón para estar en deuda con lo Lannister'
No había razón para guardarse aquello y aún así por algún motivo se quedo atrapado dentro de la cabeza del peliblanco, hace mucho había aprendido que si caía en ese tipo de provocaciones solo alimentaria el odio que ella sentía por él. Y jamás le daría ese placer, ya no al menos.
Dándole la espalda se alejo sin mirar atrás y recordó lo último que le dijo el Maestre sobre los bastardos hace ya bastante tiempo.
"Un bastardo siempre ansía la casa de su padre para sí mismo"
Pero aquel bastardo que avanzaba por los patios de un castillo que nunca seria suyo ¿Era realmente diferente a los demás de su misma clase? Al igual que muchos, el también ansiaba saber la respuesta a esa pregunta.
Y rogaba a los dioses para en verdad ser diferente.
Y hasta aquí.
Ojala les haya gustado el capitulo, de ser así me alegro.
Para el próximo tendremos a una persona del Sur como espectadora y tendremos los primeros vistazos de la guerra desde el punto de vista de un Lord que participo en la Guerra de los Cinco Reyes.
