Un poco más allá

I

Alguna vez la ciudad estuvo en la palma de mi mano y en los engranajes de mi mente. Ser una genio no es nada sencillo —no miento, individuos de la especie humana—, pero es lo que debo hacer.

—Lisa: Fue un año que jamás olvidaré porque el conocimiento y la necesidad del dinero me hicieron llegar a un punto donde quería más y más, era una sensación muy agradable y no puedo negar que me hacía sentir admirada —lo decía sentada en una silla en medio de su habitación que se notaba vacía.

Las personas usualmente detestan a los tipos que son listos o se la pasan de sabelotodo. No me juzguen solo por mi actitud o mi irritante ceceo, en realidad soy una buena chica —aunque a veces no lo exprese y haga lo contrario— y quiero lo mejor para todos y, principalmente, para mí.

II

Recuerdo que aquel día de invierno, con una temperatura más baja de lo normal, recibí una llamada por parte del instituto de ciencias al que asesoraba y daba clases. Me dejaron en claro que ya no iba a haber financiamiento para mis proyectos.

Yo quería entender los verdaderos motivos —para ser transparente con ustedes, sí lo sabía, pero debía actuar algo trágica, porque así suelen ser los códigos de las relaciones cotidianas—, sin embargo, fueron muy directos.

Mis experimentos no solían salir como debían. Solo ese era el mensaje, y que podía seguir enseñando allí.

Decirme eso quería decir que no soy una buena científica. Si bien he sido ganadora del Nobel junior, no obstante, eso no es algo que sea un respaldo para algún financiamiento.

—Lisa: Estimadas personas —así es—, estaba en la ruina —lo decía con su típica actitud y ceceo.

III

Me sentía algo deprimida, algo que a alguien de mi intelecto no le debía suceder. Tantos conocimientos... tantos reconocimientos... al final, me dijeron que ya no debía enseñar y que me quedara en la escuela.

Pasé muchos días sin salir de mi habitación —es obvio que salí para realizar actividad fisiológica y alimenticia—, pero sentí que quizás mi intelecto no servía para eso. Con el pasar de más días, me fue sintiendo mucho peor.

—Lisa, ¿tendrás que me prestes dos dólares? —preguntó su amiga Darcy.

—En efecto, tengo dicha cantidad y puedo prestarte hasta que puedas pagarme con las mesadas que te da tu madre —respondió con la seriedad característica.

—¡Muchas gracias, Lisa! —la abrazó con mucho cariño— Pensé que me quedaría sin almuerzo después de perder contra ese niño.

Lisa: Darcy me contó que un chico de otro salón de clases comenzó a hacer apuestas con ellos. ¿Un chico de kínder haciendo eso? Obviamente que había algo detrás —lo decía con seguridad.

Su unidad fraternal mayor le había enseñado un truco para ganarle a los demás niños en barajas, lanzamiento de moneda y más cosas. Es cuando entré en juego y logré desbaratar su treta y hacer que le devolviera el dinero de todos y darme su dinero.

No es que hiciera trampa, sino que sabía sobre probabilidades, sin embargo, la genio tenía que arruinarle su sucio jueguito. Eso llamó la atención de Chandler McCan. No era el hermano, sino el primo del chico que les robo el dinero de su almuerzo a esos inocentes niños.

—¿No estás interesada en hacer dinero?

—No estoy interesada en charlar contigo, McCan.

—Vi tu habilidad para jugar a las cartas, realmente eres buena, Loud.

En verdad, lo iba a ignorar para seguir con las deprimentes —para mí— clases de primaria. Pero tuvo que decir que haría mucho dinero como para construir un cohete.

—Eso es absurdo, Chandler.

—Quizás no un cohete, pero cualquier cosa que desees.

Los recuerdos de mi alejamiento del instituto se hacían presentes, sobre todo el recuerdo de las palabras de que ya no me financiarían. Decidí darle la oportunidad a Chandler.

—Lisa: En mi mente, pensé que aquello sería algo sin tanta relevancia, que sería un recuerdo culposo. Claramente me dejaría llevar por las ambiciones y revanchas —se levantaba de su asiento.

IV

—... Esta es tu parte, y esta es la mía —el pelirrojo le daba varios billetes.

Pasaron muchas semanas y ambos logramos ganarles dinero a los alumnos de primaria y secundaria, también uno que otro universitario de la ciudad. No había necesidad de hacer trampa cuando yo era buena en matemáticas al jugar con las cartas. Él me daba el sesenta y cinco y él se quedaba con el treinta y cinco por ciento de las ganancias.

Lincoln, me olvidé hablar sobre él. Mi hermano fue de las pocas personas que notó un repentino cambio en mí, lo cual le alegró en un inicio... hasta que supo que me juntaba con Chandler —y no lo culpo—, eso hizo que se enfadara conmigo, y más cuando supo lo que hacía. Solo sería por unas semanas hasta su adherencia a nuestro equipo.

—¿No crees que debemos ir más allá?

—¿A qué te refieres con más allá, colega?

—¿Finges no entenderme, no?

—Negativo, aunque no lo creas, a veces soy algo distraída, pero cuando pienso sobre mí.

—Sí, claro. Me refiero a que si podemos avanzar más allá de las apuestas... hacer dinero con algo que no se deba, en mayor porcentaje, de la suerte.

—Chandler, mi intelecto no es guiado por la suerte, yo no creo en eso, si hicimos dinero fue por mi inteligencia.

—No me refiero a eso, me refiero a que sea algo seguro, y no esperar a que algunos de esos idiotas que perdieron su dinero accedan nuevamente.

—Seré directa porque ya entendí, ¿qué negocio quieres hacer?

—Vender las respuestas de los exámenes.

Chandler: Era la oportunidad de oro, y algo en el interior de Loud le insistía en que no dé una respuesta directa —estaba recibiendo los objetos con los que había llegado a al correccional—. Ella tenía que aceptar porque ya había hecho muchas cosas con ese poco dinero. Ella se sentía diferente al no depender del dinero estatal o de sus padres —salía de esa estancia de la correccional.

No sería algo malo debido a que... me excusaba con la corrupción de personas ajenas a lo que yo hacía —siendo sincera, eso me restaba la sensación de culpa—, comencé a pensar que mi fin científico justificaría mis nada éticos medios.

—No hay necesidad de que te sientas culpable porque yo me encargaré de obtener las pruebas y tú las resolverás pensando que ayudas a un idiota que no puede resolver ejercicios de profesores pagados por el Estado americano.

V

Para llevar a cabo esta operación, necesitamos a más personas para la recolección de pruebas. Entraron a nuestro equipo chicos como Rusty —tenía notas no tan favorables en matemáticas—, la chica del sombrero del panda a quien llamaré Panda—no le iba bien en lo que era literatura—, Benny —el novio de mi hermana no tenía notas sobresalientes en ciencias y eran necesarias para continuar con sus cursos de teatro—, Margo Roberts —el mismo problema que Rusty—, y, finalmente, mi hermano, Lincoln —él no tenía nada que no se pudiera resolver estudiando, pero no quería que me dejara influenciar tanto por Chandler, y también porque necesitaba dinero para salir con Mollie y, a escondidas, con Luan —eso sí era raro.

—Perfecto, camaradas —decía con su típico ceceo—. Ahora dedíquense a sacar copias y venderlas.

Rusty, Panda, Benny, Margo, Lincoln y Chandler empezaron a sacar decenas y decenas de copias de las respuestas de las pruebas. Ellos supieron cómo conseguir los exámenes bimestrales.

Estábamos en mi búnker realizando toda esa operación, yo terminé mi parte con velocidad para darme el tiempo requerido para mis inventos que con el pasar de los meses tenían interés de personas allegadas a empresas científicas privadas.

La venta de exámenes y su éxito nos hizo entrar en el mercado de las respuestas para todo tipo de pruebas. Hicimos que personas como Whitney —la amiga de Lori nos hiciera el favor de conseguir pruebas de exámenes de los primeros años de universidad—, el señor Quejón —nos consiguió pruebas que le tomaban a los postulantes de la empresa donde trabajaba y otras afines—, la señorita Agnes Johnson —nos pidió el favor de ayudar a mantener el empleo de los maestros y ella al conseguir los exámenes que les tomaban a los maestros cada año para verificar si estaban calificados para tal labor, de verdad que eran unos maestros incompetentes.

—Lisa... creo que nos estamos excediendo.

—Negativo, Lincoln. Esto recién empieza, solo debemos mantener la discreción necesaria.

—Necesitas relajarte, Loud. Tómate un refresco y relájate.

Mientras Lincoln se besaba con Mollie y Chandler con Shannon —es difícil entender que le vio una chica de catorce a ese chico de once años con apariencia rebelde que dejaba suspirando a más de una mujer... olvídenlo—, yo pensaba en cómo ganar más dinero —estaba en un proyecto ambicioso que le generó interés a una de esas empresas.

Lo que vendíamos era un servicio, ahora nos faltaba entrar en la competencia de los bienes. Propuse entrar al mercado de los accesorios chinos. Chandler y Panda mostraron un rostro de confusión porque era algo muy absurdo ya que sabíamos cómo eran los chinos de exigentes.

En primer lugar, como los principales no éramos mayores de edad, nos era imposible hacer ese tipo de negocios; además, el país le había puesto unos grandes aranceles a las importaciones que hacíamos a China. Sin embargo, si había alguien con una ambición igual o mayor como la mía... ese era Flip.

El ya hacía negocio con los chinos, los productos de ellos entraban por la frontera canadiense y escondida... contrabandeaba productos de ellos... ¡Los impuestos evadidos nos dejaban chinos de risa!

La escuela se llenó de estudiantes luciendo sus bolígrafos o cualquier objeto de marca china... eso nos dejó bajo la lupa de Huggins, Ramírez y Rivers. Al final... entraron en el negocio. Con ellos logramos llegar a otras escuelas.

VI

—Lisa: Aquel año fue grandioso, pude ayudar a mis padres con la reparación de la casa y alguna otra cosa más. Supuestamente ellos creían que eran mis patentes... en fin —soportaba las ganas de reír.

Lo curioso fue que Lincoln fue enviado por la directora Ramírez a Canadá. Yo sabía que eso era un golpe indirecto hacia mí porque le corte toda negociación ajena con los chinos. No podía ser más lista que yo.

Por su parte, Lincoln decidió salir del negocio, por lo menos de los asuntos importantes, debido a que ya no necesitaba dinero y porque presentía que todo esto descendería a niveles insospechados. Se refería a la inmoralidad de nuestros actos. Se quedaría como el que lleva las cuentas —muchas de ellas serían excesos por parte nuestra.

Logré que a mí y a Chandler nos enviaran a Canadá por unos meses, y no fue en vano. Logramos hacer lo mismo que acá, pero de una manera más fácil y expansiva.

Los alumnos canadienses estaban cansados de su forma de ser y se dejaron llevar —eran tan aburridos como los ingleses— por nuestra forma de ser y hacer las cosas. Aquello no le pareció nada agradable a mi hermano.

—Lisa... ¿no se suponía que solo necesitabas financiar tus inventos?

—En efecto, unidad fraternal.

—¿No crees que ya tienes más dinero del que puedes manejar y financiar tus proyectos?

—Nunca es suficiente, hermano mayor.

Ese semestre en Canadá nos dejó pensando mucho en el siguiente rumbo del negocio porque poco por poco lo que hacíamos sería fácil para los demás y nuestros precios tendrían que adecuarse a los cambios del mercado.

VII

Chandler y yo estábamos de pie en una pequeña plataforma en la cochera de una propiedad que rentamos para nuestra siguiente hazaña. Detrás nuestro había una tela para proyección y frente a nosotros el proyector.

Panda, Margo, Rusty, Whitney, el señor Quejón y nuevas incorporaciones como Chloe, Dana, Grant, Dexter, Silas y Shannon —logró convencer a Chandler de entrar al negocio, no sé cómo lo habrá logrado, pero no creo que unas simples palabras lo hayan logrado.

—El siguiente paso es tener a toda la ciudad en nuestras manos —decía Chandler al mismo tiempo que proyectaba la presentación.

—Les presento a "Corporación Royal Woods" —señalaba el logotipo de la proyección.

—Lisa: La alcaldesa Davis desde el problema que tuvo con mi hermana Leni, supo que no debía quedarse de brazos cruzados y, al enterarse de nuestros negocios y conexiones, decidió proponernos el negocio definitivo —sonreía con mucha alegría.

Nos propuso ser una coalición por medio de las redes sociales, por medio de la red. Había calculado que al tener conexiones con los chinos podríamos hacer muchas cosas grandiosas a favor de ella y sus amigos políticos. No teníamos conexiones con personas expertas en eso, pero los chinos con los que hacíamos negocios nos dieron una ayuda presentándonos a sus amigos los hacker rusos.

Lo que los rusos nos enseñaron a Chandler y a mí era suficiente para poder poner de cabeza cualquier elección política. Pero fuimos más listos, no solo nos vendimos a Theresa Davis, lo hicimos con sus rivales, y ninguno se enteró.

—Demos mantenernos en línea por unas cuatro a cinco horas, y luego otra personas las reemplazará en las siguientes horas —indirectamente les decía que reclutaría a más personas—. Debemos inventar encuestas, rumores, noticias... todo lo posible para volver indecisa a las personas, no solo referente a la política, será para más —no dejaba su irritante ceceo.

—¡Es por eso que quiero que al terminar esta presentación-capacitación, corran, se sienten en sus respectivos cubículos, enciendan sus ordenadores y traten de creerse dueños de la maldita opinión pública! —Chandler lo decía muy enérgico.

Unas recomendaciones más y todos nuestros amigos entraron en línea muy inspirados y empezó el sabotaje cibernético. Supuestamente las personas externas pensaban que allí hacíamos publicidad física o cualquier tipo de actividad relacionada.

No solo permanecíamos en los ordenadores, los teléfonos y celulares permanecían encendidos para llamar a personas y realizar encuestas que tenían el fin de averiguar cualquier cosa menos lo que opinaban las personas.

—Chandler: Royal Woods era solo una de varias ciudades a las cuales controlábamos mediante las noticias falsas y publicidad dirigida con especificidad —se sentó en la parada de autobuses cerca de la correccional—. Todo nos iba genial... o eso pensábamos.

VIII

En esos tres años de haber fundado Corporación Royal Woods, nos sentíamos los dueños del mundo. Los excesos fueron compañeros leales hasta el final de todo eso. A excepción mía, claro está.

El consumo de alcohol, las fiestas con chicos y chicas, espectáculos ridículos eran el pan de algunos días de la semana. Menos mal que Lincoln era el que veía las cuentas y nos hacía un alto a veces. No negaba que a veces para mantener mi liderazgo y aprecio de todos tuve que inmiscuirme en sus "normas" sociales.

—¡¿Simios amaestrados?! ¡¿Calzado para damas y caballeros de tiendas de diseñador?! ¡¿Pizzas con piña y de las más costosas?! ¡¿Y el alquiler de cinco enanos?! ¡¿Qué les pasa?! —lo decía muy indignado.

Chandler, Whitney y Rusty tenían que soportar las risas de las locuras que hacíamos en la oficina —yo también quería reírme, pero debía mostrarme seria—. Me mantenía armando un aparato tecnológico para una de las empresas para las que vendía patentes.

—¡Eres como la Gestapo, Lincoln! —Rusty lo decía con el doble de indignación que el peliblanco.

—¡Idiotas! ¡Estos últimos tres meses los gastos han estado cerca de igualar las ganancias! —les mostraba el documento con las gráficas que lo afirmaban.

Desde que terminó con Mollie no ha dejado de volverse más fastidioso, aunque eso no tenía tanto que ver.

—Sigan en lo suyo, hablaré con mi unidad fraternal en privado, camaradas —lo decía con mucha seriedad.

Lincoln me recalcó de no haber dejado de lado los negocios anteriores, era de la idea de que de un momento a otro todo se saldría de control. Pero ya había calculado varias posibilidades si eso llegara a suceder.

Estaba al tanto de que Katherine Mulligan nos investigaba, y de que Zach realizaba sus investigaciones conspiranoicas ligadas a nosotros. Estaba muchos pasos por delante de ellos. Sabíamos que había periodistas independientes y parte del FBI tras nuestras huellas.

—Roma también cayó, Lisa. No lo olvides —fue lo último que dijo Lincoln antes de regresar a lo suyo.

Lo que nunca pensaría es que la que sería mi mejor amiga, terminaría siendo la principal persona que me puso entre los barrotes.

IX

Las cosas en nuestra única sucursal se salían de control, pero no por los excesos, sino por la desconfianza de nuestros clientes, ya sean nuevos o los antiguos.

Las investigaciones seguían un curso no tan desfavorable. Los diversos problemas internos hacían que el compañerismo disminuyera. Principalmente con mi primera mano derecha, Chandler.

Shannon no lo dejaba en paz por casi nada del mundo, Chandler solía faltarle a su novia. Una vez casi la engaña con Margo, nadie sabe bien cómo, pero eso llegó a oídos de Shannon.

La universitaria no dejaba al chico de preparatoria porque sabía que en cualquier momento podría cambiarla por otra. Ella se había enamorado demasiado de él, y Chandler... se sentía sofocado.

Una pelea de ambos llevó a que las personas que nos investigaban desviaran la atención hacia ellos. En cuyas discusiones, se decían cosas referentes a lo que hacíamos. Suficiente como para interrogarlos.

Mi problema con Darcy era que fui una mala, pero una muy mala amiga. No le dediqué mi tiempo cuando ella me lo dedicaba para escuchar mis problemas y apoyarme. Empecé por frecuentarla menos. Se dio cuenta de los malos pasos en los que iba, no era tan inocente después de todo.

Ella sin querer, en un inicio, ayudó a Mulligan en sus investigaciones. Luego llegó a las oficinas del FBI —fue algo que se dio sin que ella realmente quisiera—. Se prestó para ser la que daría con las incriminaciones. Pero en primer lugar fueron los chinos y Flip.

Unas mercaderías ilegales llegaron a las manos de la policía y luego al FBI para que finalmente nos delataran como destino y posterior circulación. Eso no era suficiente. Y ahí fue cuando entró Darcy en juego. Ella nunca lo hizo por maldad.

X

—Lisa: ¿Saben que fue lo peor? Que me intervinieron cuando estaba siendo premiada por una compañía por el invento de la década —ahora se notaba triste.

Nos arrestaron a todos, pero a ellos fue en las oficinas de Corporación Royal Woods. Ni uno quedó a salvo, con excepción de Lincoln y Shannon —la suertuda se había desligado por falta de pruebas en su contra, eso se debía a que Chandler era el jefe de ella, y él alegó que ella no tenía nada que ver con eso. Ella estaba embarazada del chico de quince años.

Las discusiones que tuve con Darcy y su micrófono oculto en los últimos meses junto a mi altanería y extrema confianza que emanaba, no me dejaron ver que el panorama era muy desfavorable y completamente descuidado.

XI

A casi todos nos dieron cerca de diez años porque la mayoría éramos menores de edad y nuestros abogados alegaron manipulación por medio de los adultos que trabajaban para nosotros.

—Lisa: He salido con once años de edad de la correccional por buena conducta. Decidí retomar mis estudios primarios en una escuela nocturna. Ahora solo pienso dedicarme a esto... hasta que mi socio salga de la correccional, y ya es hoy —lo decía con un rostro que expresaba ni una pizca de remordimiento.

Chandler se encontraba en la parada de autobuses esperando uno que lo dejara cerca de la casa de sus padres, sin embargo, su novia llegó antes de que se fuera, al lado y tomado de su mano, su pequeño hijo la acompañaba para que vea a su padre.

—Chandler: Supongo que tengo que regresar a las apuestas, tengo una familia que mantener. Espero que mi socia no se haya oxidado de mente —lo decía mientras saludaba a su pequeño hijo y era besado por Shannon.

Se preparaba para empezar desde cero un negocio, pero uno que no fuera más allá de una baraja y nada más.

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Perdonen si el relato es algo corto, pero como tengo semanas sin escribir algo, necesito calentar con un relato como este. No piensen que me he retirado... solo estuve muy ocupado. Cuídense.