El informante

I

Algunos años antes, Royal Woods

"No quiero aprender de las personas, quiero que las personas aprendan de mí", decía aquello un hombre que fumaba diez minutos cerca de la ventana de la sala de maestros antes de que todos se reunieran.

—Antes los profesores solo teníamos al sindicato, una forma de decir que no nos rendíamos. Ahora podemos llegar a altos cargos y decidir que aprenderán y que no los chicos, no es para menos —exhalaba el humo de su cigarrillo—. Los obreros del centro de Royal Woods, verdaderos trabajadores, tomaron su parte en la política —recordaba a los granjeros del sur profundo que protestaban y no llegaban a nada—. Y eso es lo que odio de los malditos granjeros, si algo detesto de esos paletos… es que nadie te regala nada, tienes que tomarlo —todo aquello lo decía mirando el exterior sin abrir la ventana y en su mente.

Huggins estaba charlando de una manera muy extraña con una antigua alumna. Un muchacho moreno los veía con asombro, desde que entró a la primaria sintió que su director no era alguien común.

—Cuando termines tus estudios universitarios… —le tomaba la mejilla de una manera seductora— tendrás un lugar asegurado aquí para que enseñes y nos veamos, Di Martino.

La muchacha se sentía acosada y a la vez excitada por su antiguo maestro que ya era desde hace algunos años el director de la Escuela Primaria de Royal Woods. El director fijó su mirada al joven de tes negra.

—¿Eres hijo de Harold McBride?

—Sí… señor —titubeaba por la presencia mostrada de su mayor.

—¿Eres un jodido homosexual como tu padre?

—N-No —ahora se sentía más intimidado por la forma en que se lo dijo.

—Eso está bien.

Huggins le tomó su mano y le dejó una llave. Le dijo que si quería pertenecer a algo enorme, debía ir a verlo en el almacén detrás de la escuela.

Clyde fue saliendo la escuela, tenía solo seis años cuando conoció la verdadera persona que era su director de la escuela. Muchos chicos jóvenes estaban reunidos con W. T. Huggins, él los instruía en lo que debían hacer para su beneficio en la escuela, también su secretaria Cheryl, era su mano derecha. Aprendía mucho de aquella autoridad corrupta.

—Clyde, me agradas, tu forma de ser, tímido y miedoso que muestras… me agrada tu mascarada —lo decía con orgullo mientras hacía que otros de sus chicos hicieran unas mezclas para fabricar alucinógenos—. El sindicato de campesinos quería que los apoyemos, y si no se daba el caso… me delatarían ante la justicia… y les pasó algo… que les debe recordar con quién se meten —lo decía riéndose.

Algunos días después fueron encontrados unos granjeros con un cargamento de marihuana cerca de los límites con Hazeltucky, entre los cinco que fueron detenidos, se tenía los apellidos de Hunnicutt y Spokes.

II

Los años pasaron y las escuelas públicas de Royal Woods tomaron un rumbo distinto del general. La mayoría de las cosas eran manejadas por Huggins, pero hubo un acontecimiento que lo beneficiaría más. Las escuelas canadienses.

Clyde se lamentaba de que lentamente la amistad con Lincoln y sus demás amigos se perdiera, pero lo que acabó con ese lazo fue el viaje a Escocia y la confirmación de que se quedaría allí para gobernar como noble. En ese trascurso de tiempo, Clyde seguía fingiendo ser ese chico tímido, sobreprotegido y que puede dar uno que otro consejo. Cuando nadie lo veía, él era uno de los que solía hacer los trabajos sucios de Huggins como arruinar los casilleros de algún alumno o maestro, contratar a abusones para que dieran una advertencia a cualquier chico que quiera saber de más y muchas cosas más.

Todo lo que pasó en la primaria dio paso a que terminara con buenas notas, siendo el primero de su clase y fuera llevado a la clase de la señorita Salter, en lugar de Bolhofner. Inmediatamente le iban a dar el cargo de monitor de pasillos.

—Bien hecho, Clyde —Huggins lo decía con una sonrisa altanera—. Ahora estás donde debes estar —le daba un obsequio.

—Gracias, Wilbur —no salía del asombro del presente dado.

Lo había citado a las afueras de Royal Woods, estaba acompañado de Cheryl. Ahora tenía a alguien de confianza en la seguridad de la escuela.

III

Clyde se presentó ante la directora Rivers de la preparatoria porque ella pertenecía al Comité de Educación de Royal Woods y le gustaba conocer a los nuevos alumnos.

—Lograrás muchas cosas, Clyde, ya puedes irte —lo decía con una agradable sonrisa.

—Gracias, directora —salía alegre.

Cuando se fue el moreno, no se percató que un antiguo compañero suyo estaba sentado en las sillas de espera al lado de la oficina de Rivers. Chandler McCan fue citado por el comité para tratar sobre sus problemas escolares y una posible expulsión.

—Siéntate, Chandler —le dijo Rivers.

—Claro.

—¡Ahora dinos qué es lo que quieres, idiota! —agregó Oliver, el asistente de la directora y monitor de la preparatoria.

—¿Disculpa?

—Temo que deberás de soportar su forma de hablar, joven McCan —lo decía con fastidio la directora.

Su mala conducta era lo que le arruinaba los estudios. Pocos lo sabían, pero él tenía catorce años porque había repetido el último año de primaria. Ahora peligraba su estadía en la institución escolar.

—Tú deberías estar en los cuadros de honores o yendo a concursos interestatales, hijo —decía Rivers.

—¡Pero tu actitud de bravucón arruina tus posibilidades de ser alguien decente en la vida! —agregaba con agresividad el asistente.

—¿Qué quieren de mí? —lo decía soportando su agresividad.

—Queremos saber si en verdad quieres ser un estudiante o solo un tipo que terminará por malos pasos —sacó unos expedientes del cajón de su escritorio—. El comité no estuvo de acuerdo en qué debíamos hacer contigo, pero como soy la de mayor rango, tengo la potestad de decidir sobre tu futuro educativo.

—¡Es por eso que necesitamos a un maleducado como tú fuera de nuestra escuela! —Oliver se mantenía agresivo.

—Entonces me están expulsando.

—No del todo, queremos que vayas de intercambio a Canadá —sacaba otro expediente—. Necesito que estés cerca de él —Rivers le mostraba la foto de Huggins—. Él fue mi maestro, después fue director, pero en medio de ese cambio de jerarquía, hizo muchas cosas que no eran legales, y necesitamos saber cómo lo hace todo, necesitamos cosas concisas de Wilbur T. Huggins.

—Y ahora que fue llevado a gestionar una escuela secundaria canadiense, se nos dificulta darle seguimiento —se mostraba más calmado el asistente.

—¿Qué consigo si accedo?

—Poder terminar dignamente la escuela y poder seguir con tus estudios superiores —le aseguró Rivers.

—¿Y si no?

—¡Decidiremos que es mejor dejar que la basura siga siendo basura! —nuevamente se mostraba agresivo.

—Si he conseguido seguir en el comité es porque pienso y determino las cosas bajo la lógica, y sinceramente tu caso es para darte la espalda —lo miró a los ojos—. Tú sabes todas las agresiones físicas y verbales que has cometido, sin contar que ya no tienes familia y dependes de las visitas y ayudas sociales —se mostraba compasiva—. Ellos esperan que te deje de lado, pero yo prefiero darte esta oportunidad. ¿Qué dices? ¿Aceptas? —se mostraba expectante.

Chandler los miraba sin esperanza alguna más que poder seguir viviendo dignamente, si se le puede decir así a su situación. Diría que sí a la propuesta dada por la directora Rivers.

La directora Rivers, más allá de parecer una hippie, era una maestra que se asimiló al Departamento de Policía de Royal Woods, por ello le era de suma importancia atrapar a Huggins. Ella estaba formando un grupo especial al lado de Ramírez, directora de la secundaria, para poder atrapar a alguna persona sospechosa y con mucha cercanía a Huggins.

IV

La directora ordenó todo para que Chandler fuera trasladado a Canadá. Al llegar, no fue recibido cálidamente porque sabían que era un alumno problemático. Además que tenía que ir dos veces por semana al psicólogo y que le evalúen su avance con respecto a su comportamiento.

Clyde se mostraba como siempre, aunque, ahora debía ser un poco más serio porque ya era secundaria. Al segundo mes de clases, fue llevado a un evento a Canadá para fortalecer los lazos con los canadienses. Allí se reencontró con una chica a la que no había visto desde hace casi un año.

—¿Haiku?

—¿Clyde?

—Nunca imaginé verte en Canadá.

—Ni yo.

La chica de tes pálida mantenía su tono sombrío de voz y empezó a charlar con Clyde. Fueron horas de horas para recordar el tan famoso baile Sadie Hawkins. Ambos ya habían dejado atrás esos amores platónicos mayores que ellos. Haiku aún vivía cerca de la frontera con USA, eso le daba chances a Clyde poder salir con ella.

Chandler pasó sus primeros dos meses aislado de los demás, más que nada en el receso y hora de irse. Le habían facilitado una pequeña cabaña donde él podría vivir para no tener el problema de la movilización. El Estado decidía sobre él y no podía hacer nada por el momento.

Solía ir a una cafetería a desayunar wafles con jarabe de maple, desde que llegó a Canadá quedó encantado con el jarabe y los distintos usos que le daban.

La idea de mantenerse al margen era porque necesitaba acercarse sin ser tan obvio al entorno de Huggins, pero también por sus problemas personales. Perder a su familia fue lo que lo llevó a pasar de una persona fastidiosa a ser un abusón por desahogo, necesitaba desquitar toda su tristeza interna de alguna manera, y escogió esa.

El mantenerse con bajo perfil no funcionó porque al estar en una cafetería, un chico dijo algo que le dio mucho coraje y lo golpeó con su plato de comida. Una mujer intervino.

—¡Hey, muchacho, cálmate! —le ordenaba Cheryl.

—Hágase a un lado, necesito darle una lección.

—No, no le harás nada, porque la que maneja las cosas aquí soy yo, ¿entendido? —trataba de transmitirle calma.

—Pero…

—Yo te conozco, eres Chandler McCan, conocí a tus padres, si le haces algo a ese chico, juró que olvidaré lo tan amables que fueron tus padres conmigo —quería mantener las cosas a raya.

Chandler se calmó porque notó que las personas lo miraban, y algunos eran chicos de la escuela canadiense, eso no sería nada favorable para su estadía en el país vecino.

Cheryl golpeó al tipo con otro plato porque quería pelear con Chandler. Se fue de allí sin decir nada, igual el pelirrojo.

V

Todos los monitores escolares se reunieron con Ramírez, Rivers y otras personas que tenían que ver con el caso de Huggins. Clyde se mantenía atento a todo lo que dijeran para comunicarle a Wilbur.

—Tenemos que dar con las personas que obedecen aquí y en Canadá a Huggins —decía Ramírez mientras mostraba unas diapositivas con los rostros de algunos allegados al exdirector de la primaria de Royal Woods.

—Solo tenemos a Hank y Hawk que son de la escuela Hazeltucky, repitentes y que han sido transferidos a Canadá —Rivers describía las fotos mostradas—. Kat, una chica de cabello violeta oscuro y de un temperamento de pocos amigos —señalaba otra foto—. Cheryl, la antigua secretaria de la primaria, hermana gemela de Sheryl y mano derecha de… —señalaba la foto de Huggins— ya saben.

—Necesitamos que indaguen más allá de los pasillos, es por eso que de vez en cuando haremos visitas a Canadá, no necesitamos perder de vista mediante la legalidad a Wilbur —añadía Ramírez.

—Descuiden que tenemos a gente acechando a Huggins, así podremos dar con todo de una vez —expresaba Oliver.

—Disculpa, Oliver, espera que terminemos para que hablen los monitores —le dijo Ramírez.

—Disculpe, espere que me dé la gana de hacerle caso, yo hablo porque soy la mano derecha de la directora Rivers —lo decía sin mostrar respeto alguno.

Los demás monitores escolares se sorprendían por la forma de ser de Oliver, Rivers solo se tapaba su rostro con su palma derecha, no puede creer que Oliver fuera tan irrespetuoso, pero era en quien ponía toda su confianza.

—¿Clyde, no?

—Sí… y tú eres…

—Perdona —extendió su mano—, me llamo Benny, te vi una vez que fui a la casa de los Loud.

—Sí… creo que ya te recuerdo, el novio de Luan, ¿no?

—Creo que las personas confundían las cosas, solo salíamos y teníamos cosas en común.

—Básicamente me estás diciendo que solo faltaba que alguno tuviera el valor de declararse.

Benny le dijo a Clyde que después de la partida de Luan el cambió un poco y prefirió dejar en segundo plano su habilidad en la actuación para mejorar sus notas, debido a eso le llegó la oferta de ser monitor de pasillos. Ambos se tomaron confianza en cuestión de días.

VI

Se realizaban eventos en colusión con distintas escuelas para saber cómo hacía Huggins para extender sus redes de tráfico de drogas, trampas escolares, apuestas, introducción de objetos de importación ilegales y más actividades.

Clyde cada vez que iba con un grupo de monitores, tenía que dar aviso instantáneo a Wilbur Huggins mediante su celular para que él diera la orden de dejar de hacer aquello ilegal.

—Hola papá —le decía Clyde a Huggins. Se alejaba de sus compañeros monitores escolares para hablar mejor—, en la tarde pasaremos por el laboratorio abandonado de primaria, diles a tus chicos que no vayan.

—Entendido —lo decía confiado.

Huggins solo debía hacer una llamada a su gente de Royal Woods y todo quedaba como si no hubiera pasado nada en determinados lugares. El exdirector de la primaria tenía muchos lazos ocultos con distintas escuelas y establecimientos, siempre cobraba un porcentaje a esos lugares por los negocios que dejaba hacer.

Clyde los jueves y sábados se embarcaba en un ferry con destino a esa parte de Canadá para poder ver a Haiku o poder esperarla para salir juntos. A veces sus padres lo acompañaban, pasaban los años y lo seguían sobreprotegiendo, eso lo fastidiaba mucho.

—Clyde… sinceramente te noto muy distinto.

—¿A qué te refieres?

—Antes eras más tímido de lo usual… solo mírate —lo decía con sinceridad—, eres uno de los que impone orden en la escuela y tienes notas sobresalientes.

—¿E-En serio? —sabía que tenía mostrarse tímido de forma medida.

—Sí… y me agrada.

Toda esa conversación daría paso a que un mes después él se le declarara torpemente, pero con un efecto positivo, ella se sentía muy enamorada del moreno. Clyde ahora tenía que mantener a raya su labor de doble agente con su noviazgo.

VII

Chandler se encontraba tomando una soda y comiendo un pedazo de pizza en la barra de una sala de juegos canadiense, estaba muy asustado porque tuvo nuevamente un altercado, pero esta vez con unos tipos de una escuela distinta a la suya, y parecía que en esta ocasión no podría salvarse de que las personas se enteraran de su actitud violenta, a pesar de que se mantenía perfil bajo. Sin que se percatase, alguien se estaba acomodando en un asiento al lado suyo.

—¿Me conoces? —preguntó el hombre de edad avanzada.

—Creo que… sinceramente no lo recuerdo, si es que lo hubiera conocido —trataba de mostrarse desinteresado.

—Creo que conociste a mi amiga la otra noche —lo decía señalando con la mirada a Cheryl que estaba parada en una puerta cerca de la salida de emergencia.

—Sí.

—Entonces ven conmigo.

Chandler se mostraba reacio a no moverse, Huggins tuvo que decirle que él podía ayudarlo con algunos problemas. El pelirrojo estaba decidido a mostrarse indiferente y con terquedad.

Cheryl abrió la puerta trasera que era un almacén, allí estaba la maestra Di Martino maquillándose, se podía deducir que iba a salir a algún lugar.

—No debiste golpear a esos chicos, son hijos de profesores del sindicato de este país, ahora sus padres están furiosos y quieren encontrarte, ¿puedo ayudarte? —Wilbur lo decía con seriedad.

—Puedo arreglármelas solo, no gracias —se expresaba de mala gana.

—Tu reputación no era broma —llamó a Cheryl para que lo tomara para inmovilizarlo.

—¡Hey! ¡¿Qué hacen?! —estaba molesto.

—Dime —le dio un fuerte golpe en el estómago—, ¡¿Dejarás que te ayude?! —le dio otro más fuerte que el anterior—, ¿Por qué te mando Rivers aquí?!

—No… no s-sé de qué… habla —estaba sin aire y muy adolorido, pudo notar la mirada de indiferencia de Di Martino.

—¡No me mientas, maldito hijo de granjeros! —esta vez los golpes fueron al rostro del muchacho.

—¡No miento, no sé de qué habla! —su voz expresaba el inmenso dolor.

Huggins le dio un último golpe que lo dejó con el labio roto y sangrando en el suelo en una posición casi fetal. Al lado del pelirrojo cayeron unos cuantos dólares. Las tres personas se estaban yendo para que nadie los hubiera visto.

—Usa esos dólares para que te atienda un médico, nos vemos el lunes en la escuela —procedía a cerrar la puerta—. Con respecto a tus problemas… a nadie le interesan los hijos de sindicalistas —se notaba que lo decía con un tono despectivo y burlesco.

Chandler se mantenía escupiendo sangre y con un tremendo dolor en torso y rostro, sin embargo, eso no evitó que llamara a Rivers y le avisara que ya estaba casi dentro del círculo de Huggins. Al terminar la llamada, solo se levantó para ir al hospital más cercano.

VIII

—¿Crees que es confiable?

—¿Por qué no lo sería?

—Cheryl, hablo en serio, lo que menos quiero es que dentro de los más cercanos estén unos estúpidos canadienses.

—Siendo sincera, Wilbur… en estos tiempos pocos son los confiables.

—¿Tú eres confiable?

—Por supuesto, he sido tu secretaria y asistente por bastante tiempo.

—Tienes razón… creo que podemos darle una oportunidad al muchacho.

Di Martino se mantenía escuchando la conversación de ellos con cierto desinterés, mientras, se iba a la habitación suya y de Huggins para arroparse con pijama.

—Tú, Kat, Hank y Hawk sí son confiables —lo decía confiado.

—Claro que sí, Wilbur —lo decía con la misma confianza.

Las siguientes horas fueron para tratar los nexos pendientes con el contrabando y tráfico de drogas con algunos profesores de la escuela canadiense donde él era director.

IX

Clyde fue premiado en la escuela por tener las mejores notas en el semestre que acababa. Los profesores se mostraban orgullosos de que el alumno demuestre sus mejores capacidades.

Benny le dijo para ir a la sala de juegos de la ciudad, pero él tuvo que rechazar la oferta porque iba a salir en la noche con Haiku que arribaba a Royal Woods porque quería felicitarlo por el logro. Entonces el chico castaño le dijo que era mejor si salían en parejas, Clyde con Haiku y él con Shannon. Clyde recibió el mensaje aprobatorio de su novia.

La salida fue entretenida y divertida para las dos parejas, hablaban de todo y eso era poco para toda esa tarde y parte de la noche. Llegó un momento donde tocaron temas de la escuela.

—He escuchado rumores —dijo Shannon.

—¿Cómo cuáles? —preguntó Clyde.

—Sobre el exdirector, Huggins —replicó Shannon.

Eso hizo que ambos muchachos se pusieran nerviosos, se suponía que aquella información debía ser clasificada, nadie debía saber que se estaba investigando a Huggins. Los únicos que tenían conocimiento de eso eran el Comité de Educación de Royal Woods, la directora Ramírez, la directora Rivers y los monitores escolares.

—Entiendo… pero sobre qué —preguntó Benny.

—He oído que el director hacía cosas ilegales —respondió Haiku con su tono sombrío.

—Eso es muy general —replicó el moreno.

—No, yo escuché que se acostó con una exalumna y hasta tiene una relación con ella —añadía Shannon con morbo.

—Creo que en la escuela debe haber compañeros que no tienen nada mejor que hacer e inventan todo tipo de cosas —Benny trataba de quitarle importancia.

Las chicas dijeron algunas cosas más, pero quedaron en nada porque los chicos desviaron el asunto. Clyde se notaba con ansiedad, sabía que si Huggins se mantenía en lo suyo era por mantenerse al lado de las personas indicadas y que no hablarían de lo que hacen, en resumen, mantenerse al margen por así decirlo.

De un momento a otro, Haiku dejó de prestarles atención porque pensaba en el único miembro que tenía su club de lectura en Canadá. No pensaba que ese viejo conocido de cabello rojo la dejara pensando en él.

X

Meses antes del final del semestre

En las primeras reuniones, Chandler se arriesgó con ponerse unos micrófonos donde grabaría las conversaciones que tendría con Huggins y su entorno cercano. Se sentía muy amenazado con las miradas, pero logró su cometido, aunque eso no servía de nada porque no había nada en concreto.

La psicóloga de la escuela le recomendó unirse a algún club para que pueda exteriorizar sus emociones con personas que quizás pudieran tener sus problemas, si es que las llegaba a conocer de cerca, también para que mantenga a raya su enojo con la convivencia.

Pasó por varios clubes para inscribirse, pero lastimosamente ya no había lugar para uno, con excepción de uno que estaba en la parte última del salón de gimnasia porque allí pusieron varios puestos para poder reclutar a sus nuevos integrantes.

—Dime, ¿te gusta la lectura? ¿te gusta la poesía? ¿cuál es tu poeta preferido? —le preguntó la muchacha de cabellos negros.

—Eh… no tengo, solo vine porque me recomendaron inscribirme —estaba sincero y respondía de mala gana a la vez.

—No hay problema, te daré una forma para que la llenes y pod… —fue interrumpida por el pelirrojo.

Chandler se mostraba algo enojado al momento de quitar la palabra de la boca a la muchacha.

—¿Por qué no eres sincera?

—¿Disculpa?

—Estoy siendo grosero, y no me dices nada.

—No me había percatado, pero no importa.

—¡¿No importa?! Vine a unirme a un grupo que me ayude, comienzo de mala manera y eso no dice nada para ti.

—Soy una chica que gusta de algunas cosas sombrías y se viste de esa manera, usualmente las personas te tratan de manera despectiva, y una tiene que saber ignorar eso… y quizás por eso suelo no diferenciar el mal trato del buen trato… a veces.

—Eso está mal, no deberías dejarte pisotear.

—No es eso, prefiero ignorar a ese tipo de personas.

—¡No, estás cediendo a su irrespeto tratando de agradarles!

—¡¿Vas a inscribirte o no?! Para eso has venido aquí, ¿no?

—Sí, pero porque no hay lugar en otros,

—"Siento no ser lo que buscabas".

Ahora los dos estaban enojados con el otro, Chandler estaba exagerando y Haiku se notaba agotada por estar varias horas esperando a alguien para que entre a su club.

—Tengo muchos problemas como para ganarme otros, no debí haber venido, l-lo siento —se dio cuenta de su forma de actuar.

El muchacho se levantó de la silla para irse, no se sentía bien con toda la presión puesta el por parte de Rivers. Haiku se levantó con prisa para evitar que se fuera.

—¡Espera! —el chico la miró confundido—. No es necesario tener una discusión, he notado que te sientes muy mal, pero tampoco es motivo para que me hables así.

—Lo sé, por eso te dije que lo sentía —hablaba más calmado.

—Discúlpame también, eres el primer chico que se acercó a mi cubículo, nadie se había interesado en mi club, ni siquiera por curiosidad —lo decía con sinceridad.

—Entonces… ¿puedo llenar la forma? —preguntó con amabilidad.

—Me encantaría —lo decía sonriente.

—¿Tienes tiempo para almorzar? —Chandler se mostraba amable.

Las conversaciones después de clases fueron muy agradables, Chandler se sintió muy tranquilo con la compañía de Haiku y viceversa. Se dieron cuenta que habían estudiado en la primaria de Royal Woods.

—¿Hablas también de literatura con él?

—No, con mi novio hablo de otras cosas.

—¿Cómo de qué? —se notaba muy interesado.

—Cosas que no son literatura —lo decía con su tono sombrío, pero con gracia.

—¿Es celoso?

—No lo creo.

—¿Y si nos viera almorzar juntos?

—Le diría que hablamos cosas referidas al club.

—¿Entonces le mentirías?

—¿Por qué?

—Porque no solo hemos hablado de eso.

—A veces las personas no se necesitan ser tan honestas, es para no arruinar la convivencia.

Desde que entró al club, Chandler empezó a mostrar un mejor comportamiento, solo Haiku y él eran los necesarios para hacer aquellas horas muy agradables. Ambos empezaban a mostrarse encantados con la compañía del otro.

XI

Los meses seguían y seguían su trascurso, las cosas no mejoraban al investigar los nexos de Huggins en Royal Woods. Cada vez que alguien empezaba a seguirlo o dar con algunas personas sospechosas, se iban o se dejaban de hacer los comportamientos sospechosos.

Clyde se encontraba con su equipo de monitores asignados por Ramírez, necesitaba hablarles sobre la situación actual. Benny, Francisco, Jordan y más chicos estaban rodeando al moreno.

—Chicos, estoy con la certeza de algo —lo decía con un tono poco animoso.

—¿Qué sucede? —preguntó Benny.

—He llegado a la conclusión con la directora Ramírez que… —se tomaba su tiempo— hay un informante.

Todos se quedaron estupefactos por lo que decía el líder de los monitores escolares. Clyde lo tenía que hacer porque en una ocasión casi es descubierto informando a Huggins.

—No se asusten, chicos —se acercó a la mesa de bocadillos de aquel salón donde se reunían todos ellos—. Yo estoy casi seguro que ni uno de nosotros es, pero… tengo dudas sobre el equipo de Rivers.

Todos se fueron hablando sobre la conclusión dada, salieron con algo de desconfianza de sus compañeros. McBride los empezaba a confundir para conveniencia suya.

—¿Estás seguro, Clyde?

—Seguro, Benny, no hay otra posible respuesta, Huggins sigue moviéndose y mejor que nunca en estos momentos.

XII

Chandler estaba sentado al lado de Kat en un coche conducido por Hank y Hawk de copiloto, tenían que recoger el dinero que le debían unos distribuidores de químicos.

Kat y Chandler solo entraron para recoger lo que debían darle a Wilbur T. Huggins. La chica llevaba un palo de béisbol para hacer más rápida las cosas.

La chica empezó por romper todo lo que había en la entrada, el distribuidor se dio cuenta de lo que pasaba y fue inmediatamente para que no hiciera más destrozos. A la chica no le importaba, solo quería dejar en claro que no se juega con Huggins. Chandler tuvo la labor de hacerle sacar el dinero a base de amenazas y golpes.

—¡Imbécil, solo págale a Wilbur! —lo golpeaba con un arma cargada que le dio Cheryl.

—¡¿Por qué pagaría a un tipo que es informante del sindicato y me venderá con ellos?! —lo dijo muy molesto y adolorido.

—¿Qué dijiste? —no salía del asombro por lo escuchado.

El anciano le decía que había dicho algo por decir, que no debía creerle nada porque estaba drogado. Chandler le disparó en su pierna, no era de usar el arma, pero esta información lo ameritaba, necesitaba saber eso.

—Huggins arma una lista con nombres de chivos expiatorios de su propia gente para sus futuros fracasos, y eso también el sindicato de maestros necesita para cubrir sus trapos sucios —lo decía muy asustado y adolorido.

Kat se encontraba destrozando todo el lugar, se había ido al almacén de lugar, no había escuchado nada de lo que expuso el hombre.

Chandler no podía creer lo que había escuchado… Huggins, un hombre que se creía por encima de las reglas, se había sometido al sindicato para que no lo descubrieran. Todo tenía sentido.

XIII

Rivers llegaba a su casa en Royal Woods, estaba por abrir la puerta de su casa, pero la presencia de alguien en las sombras la puso en alerta. Chandler le dijo que debía decirle algo con urgencia. Entraron a la casa, pero Chandler por la puerta trasera.

—Huggins le da información, le da nombres al sindicato, ellos se encargan de armar cosas a favor suyo, pero para Wilbur es inmunidad, ¿por qué cree que solo ustedes, el comité, está metido en esto y no el sindicato? —lo decía con mucha convicción y algo aterrado.

—Tranquilo, tranquilo, lo estás haciendo bien —se lo decía dándole un vaso de agua.

—Sí… sí… solo que… todo esto es muy… muy… difícil —se mostraba agotado—. Tratar de ser otra personas que no soy… me sigue afectando.

—Solo soporta un poco más, Chandler, solo un poco más —lo hizo sentarse en el sofá y puso la cabeza de él en sus piernas, y comenzó a acariciársela para que se relajara.

Rivers le dio la noticia a Oliver, Chandler se quedó a cenar y luego partió de nuevo a Canadá. Tenía que seguir en su teatro de todos los días.

XIV

—Creo que no les a-agrado —decía el moreno al ser recibido con el dedo del medio levantado por Oliver que salía de la oficina de la directora.

—No esperes que estén contentos sabiendo que están siendo investigados por ser unos supuestos informantes de Wilbur —Rivers lo decía con aburrimiento.

Clyde al tener un impecable expediente estudiantil fue recomendado para ser el que investigara a cada miembro que tenía que ver con el caso de Huggins. McBride aprovechaba para desviar la verdadera atención hacia cosas sin sentido.

—Haré todo lo posible por encontrar a la rata —lo decía con una expresión militar graciosa, pero de sentido serio.

Luego del primer día de investigaciones por parte de Clyde, fue a verse con Haiku que había ido a su casa para esperarlo luego del regreso de la escuela. Clyde le dijo que quería prepararle unos postres a ella para compensarla por las semanas que no se vieron.

El moreno había dejado su celular sobre la mesa donde estaban preparando los pastelitos, empezó a sonar por motivos de una llamada entrante. La chica tomó el celular para contestar porque de repente era algo importante y no quería que se le pasara.

—Diga —su tono sombrío era único.

—Comunícame con McBride —lo dijo algo disgustado.

—Sí, espere —puso el celular pegado a su pecho—. Cariño, te llaman.

—¿Sí? ¿Quién? —regresaba del baño.

—No lo sé, no me dijo su nombre, pero su voz era de alguien mayor, podría decir que he escuchado su voz en algún lugar —lo decía con curiosidad.

Clyde tomó el celular con rapidez y se fue a su patio, antes cerró la puerta para que Haiku no lo escuchara hablar. Eso le pareció muy extraño a la muchacha porque lo notó algo asustado.

—¿Esa es la gótica con la que sales?

—Sí, cada vez que te veo a ti en Canadá, la veo a ella.

—Por supuesto, sí, la recuerdo, la del club de escritura. Clyde, maneja tus tiempos… ¿Qué hay de nuevo en tus reuniones?

—¿Qué crees? Me asignaron para encontrarme, je.

—Comprendo. No quiero fallas, Clyde.

—Me conoces muy bien, Wilbur, se manejar bien las mascaradas, soy un experto en las apariencias.

—Eres un negro mentiroso, lo sé.

—No te asustes, confía en mí.

Huggins cortó la llamada con molestia, no quería que uno de sus mejores chicos esté distraído con estupideces de chico enamorado. Ahora mismo, él iba a salir con Di Martino y encontrarse con Chandler.

—Clyde, ¿sucede algo?

—Haiku… h-hay cosas que no puedo contar porque son muy importantes, ¿me entiendes?

—Por supuesto, solo que me sorprendiste.

Clyde la acercó a sí para distraerla al darle un beso en su mejilla y un abrazo repleto de ternura, tuvo que cambiar de tema, esperaba que no recordara de quién era la voz.

XV

—Usted tiene todo, ¿qué es lo que desea en la vida? —preguntó el pelirrojo.

—Todo, y a la vez nada, el instinto de superioridad e imperar sobre otros es como un maldito afrodisiaco y una jodida droga. Todo eso lo descargo en tu maestra Di Martino —lo decía de forma graciosa y a la vez con sinceridad—. Entiendo que no entiendas, eres un hijo de campesinos, como tu primo Liam.

—En resumen, no quiere sentirse menos —concluía Chandler.

—Es por eso que sigo en esto, no me gusta ser pisoteado, niño —sacó unos billetes para pagar el almuerzo.

Le dijo a Chandler y a Di Martino que lo esperen en el coche, él tenía que hacer algo antes. Se dirigía a un callejón, sin embargo, quienes estaban allí eran Rivers y Oliver.

—Hola profesor Wilbur —dijo Rivers con sarcasmo.

—Hola querida, ¿cómo va todo en el agujero de Royal Woods? —le hablaba de forma despectiva.

—Sin ti, mejor —respondió Oliver de la misma manera que Huggins.

—Dile a tu perro que se calme —se expresaba sonriente y altanero.

—Te atraparemos, Huggins, estamos cerca —decía Rivers.

—Drogas y más cosas, ¿no? Dicen muchas cosas de mí, mejor investiguen otra cosa, nos vemos, idiotas —se dirigió al coche.

Rivers y Oliver iban a estar en Canadá unas horas más para hablar con Chandler. Un hombre del sindicato iba a encontrarse con Wilbur, pero tuvo que desistir al notar la presencia de Rivers.

XVI

Clyde había entrado a los archivos de la gente de Rivers, al revisar unos documentos ocultos en un almacén, pudo reafirmar algo que ya sospechaba, había un informante en el entorno de Huggins.

—Wilbur.

—¿Qué quieres, Clyde?

—Hay una maldita rata en tu entorno.

Huggins permaneció en silencio por unos segundos, no lo quería creer, pero si su contacto dentro del comité se lo decía… tenía que ser cierto.

—¡¿Quién?!

—Eso lo quiero investigar.

—¡Encuéntralo a tu modo y yo al mío!

Huggins sabía que inmiscuir más gente de la debida no era una gran idea. Así es, después de Chandler siguieron más y más, solo que el pelirrojo se hizo de más confianza, casi cercano como Cheryl.

Chandler fue al almacén que quedaba atrás de la escuela, ahí estaban Cheryl, Kat, Hank, Hawk y otros chicos que eran cercanos a ellos. Huggins estaba sentado en una mesa, se podía sentir su fastidia sin siquiera mirarlo al rostro.

—¿Qué pasó? —le preguntó a Kat.

—Lo que pasó es que… —lo decía en voz alta mientras se levantaba de su asiento— hay una maldita rata informante —miró a Chandler—. Eso es lo que pasa.

—Es por eso que necesitamos sus huellas dactilares, por motivos de investigación —dijo Cheryl mientras tomaba su mano y le bañaba en tinta su dedo.

Cheryl tenía un sobre color azul donde introduciría la hoja con las huellas de todos allí, dentro de ese sobre ya estaban las hojas de vida de todos los que trabajaban. Esa hoja se la terminaría llevando Huggins. Chandler lo seguiría sin que se percatase.

Wilbur se dirigía a un teatro chino para encontrarse con alguien. Chandler estaba seguro que la persona que estaba al lado de Huggins, con capucha y guantes, era el informante que estaba trabajando con el Comité de Educación. Ambos estaban en la parte del medio sentados.

—Es tarde, una semana tarde —le recriminaba Clyde.

—Silencio, ya te traje lo que necesitabas —lo decía fastidiado Wilbur.

—Oye, esto es para darte ayuda, no te debe enfadar —trataba de hacer el ambiente amigable.

Chandler trataba de estar más cerca de ellos, pero había asientos ocupados y se le dificultaba el poder escuchar lo que hablaban en voz baja.

—¿Cómo vas tú? —preguntaba por cortesía.

—¿Qué crees? Desviaré las investigaciones hacia Rivers, tengo la carta libre para investigar a quien sea, Ramírez confía demasiado en mí —lo decía muy confiado.

—Perfecto, asegúrate de encontrar algo sospechoso en ellos —Huggins se levantó con paciencia y salió de allí.

Chandler estaba con gorra y capucha y es por eso que no pudo ser reconocido por Wilbur, pero ni bien se fue Huggins, siguió al informante que había salido por una puerta trasera.

Clyde caminaba con prisa, no quería tardar en averiguar quién era la rata que estaba con Huggins.

El pelirrojo caminaba con cautela y rapidez, al mismo tiempo recibía mensajes en su celular por parte de Rivers que le decía que siguiera al tipo para proceder a la captura. Al caminar rápido, hizo un ruido que lo puso al descubierto.

El moreno se escondió tras unas cajas en el callejón por donde estaba, pudo estar seguro que alguien lo seguía. Ahora se sentía más nervioso de la habitual, así que tuvo que empezar a correr.

Ambos trataban de realizar su cometido, uno escapar y el otro atraparlo, no daban tregua al otro. Las personas que transitaban por las calles y callejones nevados se sorprendían de ver a dos tipos corriendo, algunas pensaban que era por un robo.

Clyde fue más rápido en esta ocasión y cruzo hacia la otra acera a solo un segundos de que los autos empezaran a pasar por la luz verde. Se perdió en un callejón. Chandler se quedó frustrado no poder atrapar a la maldita rata.

XVII

Clyde estaba corroborando los datos que le dio Wilbur en una computadora de las oficinas del comité, pero ni le daba alguna pista sobre las personas alrededor de su jefe. Para estar muy seguro se tomó muchas semanas, tuvo que dejar de lado a Haiku.

Los últimos meses de su relación, las cosas se habían vuelto algo monótonas, eso era porque Clyde se sentía demasiado presionado, y cuando veía a Haiku, solía ser de una manera condescendiente.

Haiku se encontraba cerca del río que separaba a Canadá de USA, se sentía muy triste porque pensaba que el estar con alguien le podría ayudar a ser alguien más alegre. Pero toda esa situación actual la deprimía más.

—¿Cómo estás? —el pelirrojo se mostraba sorprendido.

—Supongo que bien… no puedo estar segura —se notaba muy hundida en sus pensamientos.

Chandler no le preguntó nada y se sentó a su lado. Solo bastó con que se acercara para que ella recargara su cabeza en su hombro. Pero él la recargó en sus piernas para acariciarle sus cabellos y transmitirle tranquilidad. Con el pasar de los minutos Haiku se mostraba a gusto con ello.

—En verdad… me alegro que, después de mi novio, tú seas una persona con la cual tengo algo más de confianza —se podía apreciar que dejaba ese semblante triste.

—Y yo estoy feliz de que seas una de esas personas que marcará mi vida —sin querer comenzaba a acariciar su rostro.

La relación de amistad paralela a la de noviazgo que tenía con Chandler y su novio la hacía apreciar lo maravilloso que era el pelirrojo. No solo el que sea su único miembro, el que ella no haya hecho esfuerzo por traer más personas, que siempre tengan un tema de conversación… era algo más que ella empezaba a sentir y que la dejaba muy mal por lo hipócrita que terminaba sintiéndose al no ser sincera con Clyde McBride.

Las tardes de determinados días en la escuela eran de ellos y el club que solo era una excusa muy innecesaria con el trascurso del tiempo.

Haiku quitó lentamente la mano de Chandler para poder estar sobre sus piernas y poder besarlo. El pelirrojo desde lo más profundo de su ser quería aquello, la chica era la única persona, sin contar a Rivers, que se interesaba realmente de quién era él para parte de su vida.

Chandler la atrajo más a su cuerpo para besarla sin su torpe resistencia a no hacerlo, Haiku no se quiso salir de la acción que poco a poco hizo realidad. Ya estaba siendo infiel, y si lo iba a hacer, tenía que ser algo de lo cual haya verdadero arrepentimiento, como quién tiene una penitencia.

Ambos deseosos por saber qué seguía después de los besos, tuvieron que hacer un alto porque aún no tenían la madurez suficiente para atreverse a cometerlo. Chandler se conformó con desnudar su hombro para los recorridos de sus besos y acariciar sus piernas. Haiku estaba más que satisfecha con que ambos suprimieran ese deseo con desenfrenadas caricias y besos apasionados.

Aquella tarde era solo de ellos y nadie más, aquel lugar era perfecto porque nadie, ni siquiera los animales de los alrededores se inmiscuyeron en aquellos asuntos.

XVIII

En Canadá, todo lo logrado por Huggins se estaba saliendo de control, pero no tanto por los fallos en sus planes. El saber que aún no da con el informante lo llena de una rabia incontrolable.

Se iba a empezar otro año escolar y había expulsado a una regular cantidad de alumnos canadienses, la mayoría de ellos estaban ligados a él de una manera cercana o indirecta.

Todo eso era aprovechado por Rivers y el comité, sabían que tarde o temprano Wilbur dejaría un cabo suelto y ellos tirarían de él sin más. No se preocupaban sobre el informante dentro de sus filas porque Clyde McBride se ocupaba de ellos. No sabían lo que se acercaba.

El moreno estaba armando toda una intervención que sea efectiva contra Rivers. Preparaba todo tipo de pruebas para que ella fuera la informante de Huggins. Y lo estaba preparando a espalda de todos, gracias al acceso de los ordenadores de ese lugar, sacó mucha información sobre los movimientos de ella y Oliver hacia Canadá. Justamente Clyde había mandado a su gente a dar seguimiento a Rivers.

—¿Estás seguro? —le preguntó Jordan.

—Cualquier indicio, así sea insignificante, tenemos que tomarlo, recuerda que me asignaron por algo —lo decía desde su celular.

—Está bien —le respondió la chica.

Francisco, Jordan y Brownie estaban haciéndose pasar por exploradoras para vigilar de cerca de la directora Rivers. La siguieron hasta Canadá como lo ordenó Clyde.

McBride había calculado que ella iría a determinado lugar, según los registros de la gente de ella, y hacer que Wilbur mandara a un chico que distribuía la droga. Clyde solo necesitaba que, en una grabación que hiciera Jordan, ellos se mostraran como cómplices y luego toda la droga implantada en su casa fuera descubierta.

XIX

En las noticias de Royal Woods salió el rostro de Rivers en primera plana porque fue detenida en Canadá y corroborado el delito allá con la labor de la policía que allanó su casa.

Las cosas no estaban bien con el comité y la gente de Ramírez, Oliver estaba furioso porque todo eso era falso. La gente de Rivers tuvo que calmar a Oliver porque quería seguir golpeando a Clyde.

—¡Idiota! ¡Todo lo que sucedió es una maldita farsa! —lo decía Oliver muy furioso y detenido por sus compañeros.

—Y-Yo tuve la labor de investigar a todos incluyendo a Rivers —lo decía limpiándose la sangre de su labio—. Esto no termina, necesitamos más información, necesito que des a la directora Ramírez la información de tu gente encubierta.

—Te lo daré si me acompañas al estacionamiento de la escuela, quizás podamos intercambiarlo por golpes —lo decía con mucho sarcasmo—. ¡No te daré nada!

Ramírez tuvo que intervenir y decirle que todo los monitores de pasillos ahora estaban a su cargo. Oliver dejó su banda de monitor y se fue de allí diciendo que no volverá hasta que el juicio contra Rivers haya terminado y fallado a su favor. Era algo casi imposible.

Clyde regresó a sus clases con normalidad, pero antes de irse a su casa, decidió entrar a la oficina de Rivers. De repente había algo en ese lugar que quedaba abandonado. Y lo que encontró fue un celular, que estaba bien oculto en el escritorio, y procedió a llamar a un número que era recurrente.

Chandler contestó, pero no hablaba porque nadie le dijo algo al contestar la llamada. Clyde se mantenía esperando que alguien hablara, pero la persona en el otro lado le cortó.

El pelirrojo decidió llamar luego de unos minutos, pensó que quizás era problema de la línea. Le contestaron.

—Ah, hola —hablaba con tranquilidad—. Esperábamos tu llamada.

—¿Quién eres? —Chandler estaba con ciertas dudas.

—S-Soy McBride, los monitores esperábamos hablar con el contacto de Rivers, ya que ella ya no estará a cargo de su equipo —trataba de sonar amigable

—¿Y Oliver? —sonaba desconfiado.

—Él se fue del equipo, aún está afectado por lo que descubrimos sobre Rivers, es una pena —retomó lo principal—. Pero esperamos verte para… —le habían cortado la llamada.

Chandler ya tenía muchos problemas con no poder ayudar a Rivers, ahora le salían con que Oliver se había ido y quedaba al mando de un tal McBride. Sin contar la continua locura de Wilbur al no encontrar al informante y la lejanía con Haiku.

XX

Clyde y Haiku retomaron su relación con más fuerza, más que nada por el moreno que se había dado cuenta que la había dejado de lado esos meses. La chica de tes pálida quería tratar de matar el remordimiento de esa tarde con Chandler. Por eso decidió cerrar el Club de Literatura de Canadá.

—¿Ya no quieres que te vea? —se podía escuchar en su voz algo de pena.

—No es eso… es que mi relación con Clyde es algo serio, y no puedo dejarla de lado porque de repente me comienzas a gustar… en verdad te pido perdón por lo de esa tarde —se expresaba muy triste.

—Entiendo… supongo que hasta aquí llegamos… adiós —lo dijo y se fue sin decir nada.

Cerró la puerta del desintegrado club para irse a reunir con Huggins. Haiku no podía expresar todo lo que sentía al haber jugado con Chandler, pero se decía así misma que Clyde era el indicado. No lo sentía.

XXI

Huggins llegó a un punto de paranoia que ya no le importaba el que se hayan desecho de Rivers y con ello gran parte de la investigación y que solo era cuestión de tiempo para que quedara en nada aquello. Sin embargo, Clyde tenía miedo de que en un acto de locura diera su nombre al sindicato y lo pusieran al descubierto como el muchacho que en verdad era. Sería su fin, toda su vida escolar se basaba en la imagen ejemplar que aparentaba.

Clyde ya estaba harto por cómo lo trataba Huggins y lo que hacía desde hace meses, es por eso que armaría una redada en la frontera con Canadá, gracias a una llamada del contacto de Rivers que le dijo que había llegado un cargamento chino lleno de droga.

—¿Cómo sabes eso? —Ramírez se mostraba con dudas.

—Lo sé por el contacto de Rivers —lo decía algo apresurado.

—¿Cómo lo encontraste? —seguía con dudas.

—Con un celular, pero eso no importa ahora, ¿lo atraparán o no? —dejó en claro aquello.

Todo el equipo de Ramírez dio aviso a la policía de la frontera canadiense y americana para que dieran con Wilbur T. Huggins. Ellos también irían para asegurarse de que nadie en la policía ayudara a Huggins.

Chandler y los demás iban en coches aparte de Huggins, solo Cheryl iba con él porque todos temían de su reacción. Estaban seguros que estaba fuera de sus cabales.

Llegaron a un almacén cerca del río fronterizo, salieron de los coches para entrar y sacar el cargamento de droga y productos chinos.

—¡Lleven todo a los autos, ya! —fue la orden de Wilbur.

Todos empezaron a cargar los paquetes de droga y cajas a los coches, Chandler lo hacía con lentitud para poder llevar el último paquete para poder esconderse en el momento de la intervención policíaca.

Las sirenas de las policías empezaron a sonar a penas se aparcaron en la entrada. Clyde y los demás llegaron casi al mismo tiempo, pero el moreno se fue a otro lado sin que alguien se diera cuenta.

—¡Enciende el coche! —fue lo que le dijo Huggins a Cheryl.

Como nadie se detuvo, empezaron los disparos contra las personas de allí, la mayoría eran jóvenes que no pasaban los veinte años. Abrieron fuego contra todos allí, no hubo excepción. Solo Huggins pudo salir del almacén, aunque no pudo evitar que las balas le dieran en su estómago. Chandler decidió seguir escondido hasta que todo se mantuviera calmado.

Clyde se había movido porque sabía que Wilbur sería el primero en intentar escapar, no se equivocó. Lo siguió hasta unas rocas cerca del río. No tardó en encontrar el rastro de sangre.

—¿Clyde?

—Sí, Wilbur, soy yo.

—¡¿Qué… hiciste?!

—Nada, solo dime si es verdad que le das nombres al sindicato, ¿Es cierto? ¿s-saben mi nombre?

—¡Jajajajaja! Madura… Clyde… No les he dado… tu nombre.

—¿P-Por qué ser un soplón del sindicato?

—Je, necesito… mantenerme en la cima, Clyde… no lo entenderías.

—Solo entiendo que he estado ayudándote para que me atrape el sind…

Huggins tenía una navaja que iba a clavarla en Clyde, pero la pérdida de sangre y el inmenso dolor lo hizo fallar. Huggins supo que Clyde le armó aquella trampa, no obstante, ya nada podía hacer.

McBride estaba asustado y a la vez feliz porque con Huggins fuera de juego ya podría seguir su vida de manera tranquila, no había preocupación de ser descubierto como el informante.

XXII

—¡Buen trabajo! —le dijo Ramírez y todo su equipo de monitores.

—G-Gracias —lo decía con timidez.

—No, gracias a ti —sentenció Jordan con respeto.

Los policías recriminaron a Clyde el que se haya expuesto al peligro, pero también admiraron su valor al seguir a aquel hombre que quería escapar. El moreno se encontraba a pocos metros del cuerpo sin vida de Huggins, se enteró que nadie sobrevivió al tiroteo, salvo una persona.

—Te está esperando, es el agente encubierto de Rivers —le señaló que estaba esperándolo en la sala de computación.

—Iré ahora mismo —lo dijo asombrado.

Clyde no pensó que habría sobrevivido al tiroteo, pensó que él estaba entre los muchachos que fueron muertos por la policía. Le daba curiosidad saber quién fuera el informante de Rivers.

—¡Oh! ¡Y-Yo te c-conozco!

—¿Clyde McBride?

—Sí, Chandler McCan. Ha pasado mucho tiempo desde que no nos veíamos.

—Sí, supongo que ninguno se esperaba este reencuentro.

Clyde cuando revisó los nombres en aquel sobre azul, no se le pasó por la cabeza de que aquel Chandler McCan era el chico que lo fastidiaba a él y a Lincoln.

—Solo quiero decir que… ¡Gracias, muchísimas gracias! —le dio y tomo la mano con una expresión de alegría.

—No me agradezcas, solo hice lo que debía —se notaba que poco le importaba los agradecimientos.

—Pero de igual forma debó darte mi gratitud. Y… ¿pasaste mucho tiempo? —preguntaba para matar el tiempo.

—No fue mucho, pero fue muy agotador, tanto así que da la sensación que toda mi vida pasó en ese trascurso de meses —se podía notar su alivio.

—Sí, claro —Clyde dejaba sus cuadernos y libros en un ordenador—. Te recomendaré para el cuadro de honor de la secundaria.

—No quiero eso, solo quiero que me dejen libre —lo decía fastidiado.

—¿No entiendo? —estaba confundido.

—Quiero que mi vida estudiantil sea normal —se notaba un poco molesto.

—Creo que te refieres a tu expediente, ¿verdad?

—Así es.

—Bueno… desde que Rivers sigue en prisión preventiva y Oliver se fue, no tengo acceso a los archivos por no saber las contraseñas.

—La contraseña es mi nombre.

—¡C-Claro! ¡¿Cómo no pude pensar en eso?! Ahora vuelvo, voy a la sala de computación de preparatoria, la de aquí son algo lentas.

—¡Oye!

—¿Sí?

—La rata, tienen que dar con ella.

—Lo sé, pero con el tiempo, no te preocupes.

Clyde se fue contento de ese lugar porque ya todo había acabado, ya no más preocupaciones por sus labores de informante, no más preocupaciones por ser la rata de Huggins, no más preocupaciones por seguir aparentando ser el chico tímido.

Chandler suspiraba de alivio, casi un año de informante, casi un año de vivir de la mentira. Pensó en Haiku y su triste separación para que siga con su relación formal.

El pelirrojo miraba a todos lados por su impaciencia, pero tanta era la impaciencia que empezó por inspeccionar el lugar. Se dirigió a los libros de Clyde, el moreno los había dejado allí porque tenía que hacer un informe de la clase de ciencias y no quería regresar a casa para realizarlo.

Se quedó absortó al ver el sobre azul que Cheryl usó para guardar la información de toda la pandilla, y que Huggins le dio al que sería su informante. No lo pensó mucho y se fue del lugar sin que nadie lo viera.

Clyde regresaba de haber impreso el expediente estudiantil con la observación de que se le eximía de toda falta por haber trabajado para ayudar en el caso de Wilbur T. Huggins.

Su respiración pasó a estar agitada cuando se dio cuenta que sus libros estaban desordenados y con el sobre azul sobresaliendo. Lo que más lo agitaba, a tal punto de sacar su típico inhalador, fue que no estaba Chandler.

En uno de esos ordenadores para entrar nuevamente a los expedientes, tenía que asegurarse de que la información de Chandler fuera eliminada para que nadie supiera de que en verdad era un informante y perdiera credibilidad en sus acusaciones.

XXIII

Haiku ya iba a pasar a su casa porque la nieve aumentaba de tanto en tanto, pero no se esperó que Chandler hiciera su aparición repentina.

—Sé que ya no me debes ver, y yo no debería verte, pero quiero que tengas algo —le da un sobre amarillo—. Eres la única persona que tengo en lo que va de mi vida en la que le puedo confiar esto. Por favor, envíala por correo a una dirección que hay escrita en ella si en dos semanas no regreso.

Haiku lo observaba y lo notaba más estresado y melancólico que nunca, quizás él también sufría la separación. Necesitaba ser sincera.

—Sé que quieres decir algo, pero mejor dilo en dos semanas, tienes tiempo para ser sincera contigo y conmigo. Adiós —lo dijo soportando las ganas de abrazarla.

Haiku espero que Chandler se perdiera en el horizonte para poder entrar, se secó sus lágrimas. Entró a su habitación y dejó el sobre en un cajón de su escritorio, no sin antes darle un vistazo a la persona que debía enviársela.

Después de una semana, se reunió con Clyde en su casa, sus padres de su novio habían salido a comprar algunas cosas en el centro de la ciudad, se tomarían sus horas.

Ambos se dieron un beso para empezar esa divertida mañana, aunque Haiku se notaba distraída y a Clyde muy pensativo. El muchacho le dijo que iría a su habitación a buscar una película para pasar el rato, y que tardaría un buen rato en encontrarla.

La correspondencia había llegado, y Clyde le pidió a Haiku que la recogiera y la pusiera en la mesa. Lo curioso fue que uno de los sobres entró unos segundos después y por la parte inferior de la puerta, solo Haiku se percató de eso.

No se esperaba que el sobre fuera de Chandler para su novio, la curiosidad le ganó y abrió el sobre, de allí sacó un disco que aprovechó que la laptop de Clyde estaba encendida para ver qué era lo que había.

Cada palabra salida de las grabaciones del disco le eran muy impactantes, eran conversaciones de Clyde con Huggins. Lo poco que escuchó le hizo saber que Clyde trabajaba como informante del exdirector Huggins.

—¿Qué pasó, Haiku? … ¿Haiku? —le incomodaba su mirada de decepción que formaba hacia él.

—Alumno ejemplar, el monitor de pasillos, notas sobresalientes… todo eso solo era para estar en un lugar clave para ayudar a Huggins —lo decía al mismo tiempo que desconectaba los audífonos para que Clyde escuchara lo que escuchó.

—Y-Yo lo puedo… —fue interrumpido.

—Y yo que pensaba que era la basura en la relación —se fue corriendo para encerrarse en el baño.

—¡Espera! —corrió para poder hablar con ella.

Fue en vano que tocara y forzara la puerta, su novia no quería darle la chance de charlar. Regresó para saber cómo obtuvo eso, se dio la sorpresa de que el sobre era de Chandler. Tenía que llamarlo de inmediato al número que estaba escrito en el disco.

XXIV

—¿Se escucha bien?

—¿Qué quieres? ¿Dinero?

—¡No, rata asquerosa!

—¡¿Qué quieres?!

—Logré obtener esas grabaciones gracias a la maestra Di Martino porque Huggins los graba a todos ustedes para su póliza de vida con el sindicato.

—¿Qué quieres? Dime por favor.

—Quiero que nos reunamos donde capturaron a Huggins.

Clyde no insistió más con Haiku y se fue en un taxi hasta la frontera con Canadá y de allí tomó un ferry para ir donde estaba Chandler. Estaba muy preocupado por lo que quisiera.

Entró muy nervioso, miraba a todos lados para ver que nadie lo había seguido desde Royal Woods. Y si que se percatase, recibió un fuerte golpe en su rostro que le sacó un poco de sangre de su labio. Chandler lo sometió para poder esposarlo.

—¡Maldita rata!

—¡I-Idiota! ¡¿Qué crees que haces?!

—Voy a llevarte a la justicia.

—¡¿Y qué?! ¡Puedo decir que Huggins era mi informante! ¡Esas pruebas no te sirven de nada!

—¡Cállate!

Chandler le dio tres puñetazos en su rostro para que no siguiera hablando, le repugnaba mucho el que alguien como él fuera un asqueroso infiltrado. Estaba sangrando por su boca y los moretones se hacían presentes.

—¡Borré las observaciones de tu expediente! ¡Nadie sabrá que fuiste realmente un informante para Rivers!

—No me importa.

—Eres un pésimo estudiante, tu expediente es del un estudiante sin remedio, ¡¿Crees que te creerán?! Cuando sepan que estuviste involucrado con Huggins, me reiré con muchas ganas.

Chandler se lo llevaba utilizando todas sus fuerza para que no pudiera escapar, solo era cuestión de que otro sobre parecido al que le dio a Haiku llegara a las manos de Ramírez. Pero alguien más se adelantó a tomar el sobre que le entregó a Jordan.

Chandler tiró a Clyde al suelo de la parte exterior porque iba a atarlo más para montar un alce que el cedió un lugareño de allí. Un fuerte golpe con un palo de Béisbol en la nuca.

Benny tuvo que corroborar si el golpe le había hecho efecto al pelirrojo. Al terminar aquella acción, empezó por desatar a Clyde.

—¿Creías que eras el único al que Wilbur colocó cerca del comité? ¡Él nos iba a entregar con el sindicato! —terminó de desatarlo—. Ahora estamos los dos solos, tenemos que cuidarnos.

—S-Sí… —no salía de la impresión de todo lo que sucedía—. Oye, déjame ayudarte con eso —le señaló el palo.

Benny le dio el palo para que lo limpiara con un pañuelo que tenía, necesitaba borrar sus huellas y parte de la sangre de Chandler, para luego lanzar el cuerpo al río. Pero Clyde aprovechó para golpearlo con el palo también, igual o con más fuerza de la que aplicó con Chandler. Se sentó unos momentos para descansar y digerir las cosas.

XXV

Clyde llamó a la policía de Canadá después de armar la escena del crimen a su favor. Les dijo que Chandler iba a decirle sobre la identidad del informante y que Benny Stein, el informante, los quería someter para evitar que se divulgara la verdad.

—Quiero recomendar a Chandler para el cuadro de honor de la Secundaria de Royal Woods y de Canadá —lo dijo a unos detectives que lo interrogaban.

Chandler como Benny quedaron inconscientes por varios meses. Benny se quedó en estado vegetal producto del fuerte golpe cerca a su vertebra. Pero Chandler se mantenía en coma. Clyde lo visitó varias veces porque en verdad quería terminar lo que dejó inconcluso su compañero.

A Benny se lo llevaron a su casa con prisión domiciliaria, mejor dicho, ningún familiar suyo podría sacarlo, no sin antes un permiso para el hospital nada más.

Mientras a Benny lo visitaban sus familiares, Chandler solo era visitado por una persona. Aquella persona dijo que era su novia, y la única persona que tenía en su vida. Todos los días le leía algún poema o le contaba sobre la reapertura del Club de lectura o solo se sentaba para tomarle la mano y esperar que reaccionara. Lamentablemente solo duró tres meses en ese estado porque sus signos vitales decayeron de un día para otro.

Al funeral, asistieron los monitores de la escuela, Ramírez, Rivers que ya había salido de su prisión preventiva por el fallo a su favor, Haiku y Clyde.

El moreno quiso hablar con Haiku, pero ella lo ignoró sin darle chance alguna de que diera una explicación.

Clyde llegó a su casa, sus padres le habían dicho que saldrían por unas horas y luego regresarían, pero se percató, luego de dejar algunas cosas en su mesa, que había una persona detrás de él.

Oliver lo estaba esperando desde hace una hora, se había preparado para no dejar pruebas de que había estado en la casa de Clyde McBride. El moreno solo lo observaba con resignación.

—Sí tienes que hacerlo… solo hazlo —dijo suspirando al final.

Oliver lo golpeó con tal fuerza que Clyde se quedaría inconsciente por varias horas y no se daría cuenta cuando la ambulancia se lo llevaría y la policía lo esperaría cuando despertara para tenerlo bajo custodia. El chico de confianza de Rivers se tardó en conseguir todas las pruebas, pero lo hizo. Al fin se sabría quién era el maldito informante…