En la casa Loud—
Lucy sabía que no iba a soportar más, conocía de antemano el enorme potencial que aún podía explotar. Así que su única respuesta fue sacar el Manuscrito DiSamael del ataúd, no sin antes observar detenidamente el libro de su bisabuela Harriet. Con el manuscrito entre sus brazos y cerrando el ataúd, articuló una imperceptible sonrisa porque había tomado su decisión.
En el patio frontal de la casa Loud, La oscura hermana salió para ver a un par de personas. Se trataban de Haiku, su amiga de toda la vida; y Clyde, el mejor amigo de su hermano Lincoln. Ambos la miraban con una sonrisa. Además, los amigos restantes de Lincoln —Rusty, Zack, Liam, Stella y Girl Jordan— estaban presentes por igual, expectantes a lo que sucedía.
—¿Estás lista, Lucy? —preguntó Haiku.
La hermana Loud vio como el resto de su familia, sus padres y sus 9 hermanas salían de la casa a observarla, todos serenos.
—Ahora lo estoy —respondió Lucy, para luego mirar a Clyde—. ¿Lo trajiste?
—Sí —respondió el de tez morena, levantando una botella individual plástica—, traté de hacer una mezcla como la del otro día.
Clyde sostenía la botella plástica en donde traía su mezcla especial: el «agua oxigenada bendita», la misma que usó en contra de Lucy. El amigo de Lincoln se la entregó a la hermana Loud.
Luego, soltó el manuscrito y al llegar al suelo, sonó como el golpeteo de una caja pequeña. Al mirar la cantidad de agua de la botella, la agitó para mojar el libro en breves rocíos de la misma forma que lo haría un exorcista. Hizo lo posible por empaparlo por completo, desde la primera hoja hasta la última, lo cual fue fácil al no contar con portada ni contraportada de tapa dura. Al agotar el líquido, tomó por última vez el libro para deducir si el aura oscura aún permanecía, pero lo que vio en sus páginas fue suficiente razón para sonreír: el Manuscrito DiSamael estaba por completo ilegible.
Para eliminar todo rastro, Lisa trajo una trituradora de papel. Recibió el cúmulo de hojas que alguna vez fue un libro y lo pasó por la máquina. Se convirtió en picadillos que se mezclaron con otros restos de papel.
—Cuando lleve este papel a la planta de reciclaje mañana —dijo Lisa con su voz seseante—, el trabajo estará completo.
Lucy se mostró en paz porque tomó la determinación final, luego de un largo periodo de duda y reflexión.
—Gracias, familia —dijo Lucy, con un sentimiento de vergüenza—. Gracias, Haiku. Gracias, Clyde y demás amigos de Lincoln… Gracias por estar aquí y espero que me disculpen por todo lo malo que hice.
—Hija —dijo la madre Loud—, ya te disculpamos.
—Me lo pediste varias veces por teléfono, a mí y a todos los presentes —dijo Haiku.
—No tienes para qué repetirlo, Lucy —dijo Stella.
—Es que… —respondió— aun siento que no es suficiente.
Clyde vio la hora en su celular, sabía que era tiempo del viaje y dijo:
—Bueno, aún hay alguien con quien debes hablar…
—ΜΛΦΛΜ—
En el hospital—
Todos los presentes en el acto de Lucy viajaron hasta el recinto. Estaban esperando su turno para ver a «esa» persona. La ansiedad en la chica oscura acrecentaba porque, a diferencia del resto de su familia, era la primera vez que sabría de él después de lo ocurrido. Clyde y sus demás amigos también estaban en dicha coyuntura.
El mejor amigo de Lincoln, el primero en entrar a la sala de visitas, salió con decepción:
—No ha despertado.
—¿Despertado? —dijo Lisa.
—Pero alcancé a escuchar un nombre: Lucy.
La familia Loud se miró con sorpresa, mientras que Haiku y la formación Serpiente no entendían el porqué. Lucy se impresionó de tales palabras.
—Me parece —continuó Clyde— que tú debes ser la siguiente en entrar, Lucy.
La hermana rectificada tomó convicción y se dirigió hasta la puerta de la sala, quería verlo de nuevo.
—¿Cómo que no está «despertado», Clyde? —dijo Lisa.
En ese momento, el de tez morena le guiñó un ojo seguido de una sonrisa. Tanto la genio como el resto entendieron de inmediato.
Dentro de la sala, Lucy caminó con mayor quietud hacia un dormido Lincoln, quien estaba hospitalizado desde hace algunas semanas. Se acomodó a su lado, miró con detenimiento el vendaje que cubría la parte superior de su cabeza y la forma tan cómoda en como dormía de espalda en ese placentero coma.
—Lincoln —dijo Lucy, esperando que escuchase algunas de sus palabras—, no hubiese sabido qué decir si te encontraba consciente… Suspiro… Incluso cuando llegué al máximo de mi poder, te empeñabas en ayudarme porque sabías que la oscuridad me dominaría. Al final, quien decía ser mi maestro me engañó y, aun así, mi tentación me incitaba a conservar el libro demoníaco… me liberaste de la posesión, pero pagaste un alto precio… yo lo pagué… —La niña intentaba evitar el llanto—. Ah… si no… estuvieses en coma, te habría recitado este poema —sacó una hoja de papel con anotaciones y flecos rasgados, como evidencia que fue arrancado de un cuaderno—. No queda más remedio… Quisiera que tu subconsciente lo escuchase:
—Ƶ—
Blanco como la nieve, tu cabello prospera
Un anciano pareces para gente cualquiera
Incisivos enormes, pecas por toda piel
Atractivo no tienes en ninguna mujer
.
Talvez eres avaro, un completo egoísta
Talvez, un egocéntrico, limitada es tu vista
Sobrepiensas las cosas y ni así te resultan
Hablador de falacias, experiencias incultas
.
Talvez eres benévolo, impasible hasta el fin
Talentoso estratega, perspicaz paladín
Eres el salvador, héroe de nuestro tiempo
Prescindiendo de lujos en los años violentos
.
Ningún ente es ajeno a tus míticas gestas
Todos han de donarte una ofrenda modesta
La mujer de aquel puño, cruel y déspota guardia
Repulsiva apariencia, la inocente en discordia
.
Una intensa rockera desde su corazón
Comediante del mundo imposible en razón
Dentro del huracán, la guerrera incansable
Tenebroso es su ego, la muchacha culpable
.
La soberbia princesa, para nada ideal
Una humilde plebeya, obediente y leal
La prodigio de ciencia, inflexibles verdades
Y la casta semilla, florecientes bondades
.
Con la diosa materna y el del propio sendero
Se unifican ante un inmortal caballero
Un señor del destino, el hermano del medio
Si más negro el invierno, más radiante tu imperio
.
Alterada es la historia para enaltecer dioses
Más reales los hechos que relatan tus voces
Las leyendas perduran y la tuya se expande
Recordado serás más temprano que tarde
.
Blanco como la nieve, tu cabello prospera
Un anciano pareces para gente cualquiera
Quienes más te conocen no cuestionan tus dones
Tu ventisca se abraza, entre muchas naciones
—Ƶ—
La hermana oscura se mantuvo en silencio por largos segundos. Notó la mano descubierta de Lincoln y la tomó con delicadeza. Sin saber la razón, sintió la necesidad de ponerla en su cara y sentir su piel. Para su sorpresa, la mano de su hermano apretó la suya con fuerza:
—Fue un lindo poema, Lucy…
La oscura gimió con sonoridad y se levantó de la silla en forma brusca, soltando la mano de su hermano mayor.
—¡Li-Lincoln!
El chico en la camilla giró de costado y apoyó su mano en la cabeza para inclinarse con el codo, mirando a su hermana con una jovial sonrisa, evidencia de un impecable estado de salud.
—¿Qué pasa? —dijo el hermano—. Parece que viste un fantasma.
—Los fantasmas se manifiestan en forma más sutil. Clyde dijo que estabas inconsciente.
—Yo le pedí a Clyde que lo hiciera. Cuando me dijo que habías venido y te disculpaste con todos, hicimos esto de la inconsciencia y escuché todo lo que hablaste. ¿Ya sospechabas algo?
—Pues, no. Pero ahora entiendo por qué Lisa se extrañó cuando Clyde lo dijo.
—Espero no te haya molestado.
—Claro que sí, tonto… —Las lágrimas comenzaron a fluir en el pálido rostro de Lucy— Pero estoy feliz de hablar contigo, hermano.
—Yo también, Lucy.
Lucy Loud, una niña incapaz de mostrar emoción a otras personas, hizo una colosal excepción luego de pasar sus brazos sobre el cuello de Lincoln, para cubrirlo en un tierno y firme abrazo. Sus lágrimas fluyeron aún más y Lincoln, con enorme sonrisa y dispuesto a mostrarle su compasión, le devolvió el gesto con entusiasmo.
El ciclo había cerrado.
Muchas gracias a todos quienes hayan leído mi historia. Créanme que pretendo agradecer todo el apoyo recibido, por mientras me despido. Chao.
