La noche del lagarto:

Prólogo.

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El chico debía ser un piromaniaco.

Esa era la conclusión a la que había llegado Betty. Claro, era demasiada exagerada, pero tomando en cuenta que la primera vez que se vieron fue con ella vendiendole literalmente un encendedor cacero y la segunda cuando salió de un pequeño incendio que casi enciende en llamas la escuela... no tenía muchas opciones para considerarlo otra cosa.

Y ahí estaba, en frente de su casa, esperando que lo deje pasar a su habitación y recolectar pruebas de su culpabilidad por ese incendio. ¿Era algo estúpido? Bueno, sí, era algo increíblemente estúpido, pero considerando que él era un muchacho de trece, seguramente caería si ella intentaba coquetear con él... Eso, o alguna de sus hermanas mayores la vería intentando flirtear con un muchacho que seguro y apenas conocía la masturbación teniendo dieciséis y la acusaría de una pervertida asaltacunas. Se encogió de hombros, ni que fuera para tanto, la habían acusado de cosas peores, una vez llamaron a su madre para decirle que su hija era una racista antisemita cuando se le escapó que era estúpido ver a un hombre de color siendo judío, y vaya que eso no acabo muy bien, por algo estaba trabajando en la tienda de su madre intentando buscar otra escuela que la acepte... Bueno, fue por esa y otras razones, entre ellas una pequeña apuesta entre sus amigas de ver quién era lo suficientemente valiente como para tomar el micrófono del director y acusar a su exnovio de infiel para dejarlo en ridículo... y por inundar el baño escolar por poner un petardo casero en un retrete... y esas eran las razones menos fuertes.

—Bien, aquí vamos. —Se aclaró un poco la garganta, nerviosa. Esperó a que le abrieran, siendo una chica de más o menos su edad de cabello corto castaño y pecas la que le abrió. — ¡Oh! Hola. Ejem, no sé si me recuerdas, pero...

—Oh, claro que te recuerdo, chica —Dijo abriendo totalmente la puerta y extendiendo su mano. —, ¿No eras esa aspirante a reportera que era amiga de mi hermanito?

—¿Eh? ¡Ah, sí! soy su... amiga. —Forzó una sonrisa. Perfecto, eso facilitaría las cosas. — Oye, no quiero molestar, pero creo que accidentalmente algo mío llegó a parar en la mochila de tu hermano, así que... ¿Podrías llamarlo?

—Imposible, chica —Respondió casi al instante. —. Mi bro ni siquiera está en la ciudad, se fue a una conferencia de nerds con otras dos de mis hermanas, no creo que vuelva en unos días.

Y así como todo parecía salir a la perfección y encontrar ese desodorante y encendedor que le vendió, todo se vino abajo en un dos por tres.

—Oh. —Dijo sin más. — ¿Y de qué conferencia hablamos?


—¡Lincoln, no te duermas aún! —Luan le llamó la atención desde el asiento del conductor.

—¿Qué? ¡Pero si aún ni llegamos al museo!

—Aún así, mi estimada única unidad fraternal masculina, cada vez que caes dormido tenemos que cruzar por toda una odisea para que puedas despertarte.

—Increíble, siendo tan solo dos se las arreglan para ser igual de molestas que cuando son diez. Habría preferido que el intento de británica venga en lugar de la comediante.

Lincoln ignoró eso y hizo un esfuerzo para no dormirse. Cuando llegaron a Great Lakes lo primero que hicieron fue ir al departamento de Bobby, el cual los recibió con gusto diciéndoles que Lori estaba en su trabajo de medio tiempo, así que les ayudó a desempacar para quedarse unos días. Habría podido quedarse a gusto un rato y tomar una siesta, pero luego soltó que la conferencia había empezado antes y que su hermana estaba ahí por un viaje escolar.

Y ahí estaban, bajando de vanzilla, enfrente del gran edificio donde se estaba llevando a cabo esa conferencia de cruce de especies, algo que por algún motivo su hermana genio lo encontraba fascinante.

—Claro, si encuentras fascinante ver cómo no hacen algo diferente a crear a un pug. ¿Cómo es que tu hermana no tiene amenaza gubernamental por todos los experimentos que hace?

—Larga historia. —Susurró para no ser escuchado.

Entraron al lugar, viendo a varios estudiantes observando varias reptileras con distintas especies de lagartos, y... momento, ¿Ese reptil parecía ir en dos patas de forma natural? Eso era raro.

—Yo me retiro —Dijo Lisa a Luan y Lincoln. — Tendré que acompañar al doctor Connors con algunas cosas, mientras tanto, hermano puedes buscar a Ronnie, y tú, Luan... No sé, si quieres puedes hacer alguna broma que no perjudique a otro o al lugar en el que estamos.

—Oye, eso ofende. —Luan se cruzó de brazos algo molesta.

—Pero aún así lo harás, ¿Verdad? —Preguntó Lincoln, el cual solo recibió una positiva respuesta de parte de su hermana bromista. Suspiró, dejándola ahí y comenzando a recorrer el lugar.

—Lagartos, lagartos, y... Lagartos. —Mencionó algo aburrido, hasta que volteó y se encontró con varias arañas en cápsulas de cristal. Se acercó a ellas, curioso. — ¿Por qué están en cápsulas y no en una vidriera?

—Quien sabe —Mencionó una voz detrás de él. —. ¿Tal vez por tener algún veneno?

—¡Wow! —Gritó algo asustado, haciendo que algunos volteen a verlo y después volver a lo suyo. Era Ronnie Anne, vistiendo una sudadera morada, unos pantalones grises, y como siempre, su cabello estaba recogido en una cola de caballo, era increíble como no había cambiado casi nada en su vestimenta en dos años... aunque se podría decir lo mismo en él, considerando que su único cambio relevante es que se había dejado crecer un poco el cabello al punto de cubrir un poco sus orejas, pero nada muy significativo. — Vaya. Me asustaste, apestosa —Dijo con cariño, riendo luego de eso, recibiendo amistosamente un golpe en el hombre de parte de ella. —. ¿Cómo vas?

—¿Pues qué te digo, perdedor? —Se cruzó de brazos, mirando a las arañas. — No es como si haya querido venir en primer lugar, ¿Y que hay contigo? ¿Pasó algo interesante?

—Pues... No sé que decirte, no pasó nada interesante la verdad.

—Claro que sí, te volviste un mejor mentiroso, solo mira como se tragó eso.

Frunció el seño, siendo molestado con eso. Ya estaba esperando que ese alien pueda recuperar a toda su energía para finalmente irse. Miró a Ronnie, la cual tenía una mirada de confusión viendo las cápsulas.

—Oye, perdedor, mira esto.

—¿Qué sucede? —Se acercó a ver lo mismo que ella, dándose cuenta del problema. — Oye... ¿Soy yo, o ahí falta una...!

—¡Mierda! —Gritó mientras se daba un manotazo al dorso de su otra mano con una cara de dolor.

—¡¿Qué sucede?! —Fijó su vista a las manos de Ronnie, algo asustado por el grito.

Ella retiró su mano del dorso, mostrando el cuerpo aplatastado de una araña, con una gran marca de mordedura ahí.

—¡Me mordió! —Exclamó pasando varias veces por ahí su mano para sacarse de encima la araña! — ¡La maldita araña me mordió!