Un par de días más tarde, y con el receso de semana santa cada vez más cerca; volví a enfocar cada uno de mis sistemáticos esfuerzos, en tratar de mejorar mi deteriorada relación con Ronnie Anne.

Fue así como cargado de una desbordante ansiedad, intenté comunicarme insistentemente con ella; para tratar de corregir los inesperados estragos causados por mi desquiciada hermana mayor.

Así estuvimos durante un largo tiempo. Hasta que después de un sinfín de innumerables intentos fallidos; finalmente respondió, a una de mis persistentes llamadas:

—Eres el tipo más patético y descarado que he conocido en mi vida. Después de todo lo que me has hecho, ¿aún tienes el cinismo de seguir buscándome?.

—Por favor, Ronnie Anne. ¡Déjame explicarte!.

—Tu y yo no tenemos nada de que hablar. Más bien vete a buscar a tu querida Cristina, que de seguro ha de estar ansiosa de volver a verte.

—¡Vamos, Ronnie Anne!. Ya te dicho muchas veces que Cristina y yo solo somos amigos.

—¡Siiií, claro!. —replicó muy suavemente Ronnie Anne, mientras torcía sus enojados ojos con desprecio—. ¡¿Y como porqué habría de creerle a un mentiroso profesional como lo eres tu?!.

—No seas así, Ronnie Anne. Tu sabes muy bien que eres la única chica a quien quiero en mi vida. Y para serte sincero, jamás me atrevería a hacer algo que te alejase de mi lado. ¡¿O acaso crees que estoy mintiendo?!.

Durante unos cortos segundos logré visualizar con increíble agrado, la manera en la que el inexpresivo rostro de Ronnie Anne, había comenzado a revelar un enigmático semblante de inocultables dudas; que la mantenían de lo más inquieta, y con la piel completamente enrojecida. Por lo que al ver la clara expresión de incertidumbre que mantenía en sus irritados ojos, continúe implorandole insistentemente; para tratar de hacerle cambiar de opinión.

—¡Por favor, Ronnie Anne!. Me haces mucha falta, y me encantaría volver a estar contigo.

Llena de dudas, continuó arrugado su estresado rostro con mucha más intensidad. Hasta que finalmente no pudo continuar soportando toda la innegable tensión que permanecía alojada en lo más profundo de su ser; y tras mirarme con algo de recelo, me susurra poco a poco:

—Está bien, Lincoln. ¡Te daré una última oportunidad!. Pero solo porque no quiero seguir escuchando tus fastidiosas súplicas.

—Gra-Gracias, Ronnie Anne. ¡Te aseguro que no te arrepentirás!.

—¡Más te vale, Lincoln!. Porque es tu última oportunidad. Nos vemos en una semana, ratito.

Al terminar de escuchar sus intimidantes palabras, el alma me volvió lentamente al cuerpo. Y tras cerrar poco a poco la pantalla del computador, no pude evitar dar un efusivo salto cargado de emoción; que me hizo estremecer cada parte de mi ser.

En ese fugaz instante, no cabía en el cuerpo de la felicidad. Y es que después de infinidad rechazos, e interminables súplicas; finalmente había convencido a Ronnie Anne, para volver a estar juntos durante las próximas vacaciones de semana santa.

A medida que se acercaba la fecha señalada, en mi mente tan solo había espacio para pensar en Ronnie Anne; por lo que ni siquiera le prestaba demasiada atención, al resto de mis hermanas.

Aunque en diversas ocasiones, y por más que me esforzase; no conseguía librarme de todas ellas. Ya que cada vez que lograba estar a solas, Lily aparecía de entre las mismísimas sombras, para mortificar mi estresada existencia.

A pesar de ser pequeña, Lily era increíblemente persistente; por lo que me perseguía durante gran parte del día, e incluso por las noches, hasta lograr acorralarme. Y una vez que lograba alcanzarme, se abalanzaba directamente sobre mi sensitivo cuerpo; para intentar toquetearme por todos lados. ¡Rayos!.

Tener a mi inquieta hermana pequeña, estimulando tan abiertamente mis acaloradas partes, me tenía cada vez más estresado; y lleno de zozobra. Y es que a pesar de mi enorme excitación, en mi mente sabía que Lily era un inesperado límite; que jamás debería cruzar.

Fue así como plagado de intranquilidad, y con la polla cada vez más adolorida; finalmente logré llegar, al tan anhelando inicio de la semana santa.

La noche previa a la llegada de Ronnie Anne me sentía tan ampliamente desesperado, que no era capaz de cerrar los ojos... Ni por un solo instante.

Aunque al parecer, no era el único que permanecía en ese estado. Y es que Lori estaba tan ampliamente estimulada, que no dejaba de subir y bajar las escaleras, una y otra vez; en su afán por que llegase el nuevo día.

Ambos estábamos deseando con todas nuestras fuerzas de que pronto amaneciera, para poder ir en búsqueda de nuestras añoradas parejas. Y una vez que los primeros rayos del sol se empezaron a asomar por la redondeada ventana de mi habitación, Lori me impacta un fuerte golpe en toda la cara; para que dejase de perder el tiempo, y estuviese listo para poder salir.

En ese instante Lori estaba tan increíblemente exaltada, que era mejor no llevarle la contraria.

Luego de un par de angustiantes minutos en los que difícilmente me logré vestir, Lori me tomó por el cuello con gran brusquedad; para que la fuese a acompañar a donde su querido Bobby.

A pesar de sus bondadosas intenciones, tenía más que claro que su único interés en todo ese asunto, era el que yo le quitase a Ronnie Anne de encima; para poder estar a solas con su larguirucho novio.

De ese modo, emprendimos el veloz rumbo hacia la casa de Ronnie Anne; a la espera de volver a estar juntos.

Al llegar a casa de los Santiago, el corazón me latía con impactante velocidad, y mi cuerpo entero se sacudía elevada emoción; de tan solo pensar, en la llegada de Ronnie Anne.

Con el pasar de los minutos, y con el sulfurado rostro de Lori cada vez más enrojecido; pudimos apreciar la manera en la que el ruidoso vehículo de Bobby, se estacionaba frente a nosotros. Después de una ardua e interminable espera, finalmente estaban aquí.

Al bajar de la camioneta, ahí estaba ella; mucho más hermosa de lo que en mi mente la recordaba. Se notaba que la vida en la gran ciudad le había sentado de maravilla.

Con un poco de temor, me acerco lentamente hasta el lugar en donde se encontraba. Y tras sonreírle con dulzura, le doy un fuerte abrazo; que aceptó sin protestar.

A medida que entremezclabamos nuestros temblorosos cuerpos en un delirante abrazo de lo más acogedor, logré apreciar con gran detalle; la manera en la que Lori se lanzaba ferozmente sobre su desprevenido novio, hasta ir a parar a un lado de la acera.

Por más que contemplaba la escena, en mi mente no lograba comprender; que era lo que mi hermana le veía a ese tipo.

Después de nuestro efusivo encuentro, estuvimos reunidos en la sala de su casa; intercambiando toda clase de sonrisas, y absolutas miradas de felicidad. Hasta que de un instante al otro, Lori toma a Bobby de la mano; y tras susurrarle suavemente algo al oído, nos dice con sorprendente velocidad:

—¡Eh, chicos!. Nos vemos más tarde. Literalmente Bobby y yo, tenemos cosas importantísimas que conversar.

De ese modo, Lori tomó fuertemente a Bobby de la mano; y sin siquiera esforzarse en inventar una mejor excusa, lo arrastró con inigualable velocidad, hasta quedar a solas en la habitación del fondo. ¡Que envidia sentía en ese momento!.

Dado que Lori se había encerrado con Bobby en la alcoba del fondo, no había motivos para que no hiciéramos lo mismo.

Fue así como de manera casi repentina, Ronnie Anne me toma poco a poco de la mano; y tras mirarme con despampanante sensualidad, comienza a guiarme muy lentamente hacía su propia habitación, para poder estar a solas.

Una vez que conseguimos estar juntos, nos sentamos calmadamente sobre su cama. Y tras acercar cada vez más nuestros efusivos rostros, nos pusimos a hablar de un par de cosas sin demasiada importancia; para tratar de superar la innegable tensión, que se sentía en ese instante.

Después de un par de extasiantes minutos, decidí tomar la iniciativa de la situación. Por lo que agarrando suavemente a Ronnie Anne por la nuca, procedimos a juntar nuestros nerviosos labios en un despampanante beso de lo más acogedor; que nos hizo retorcer de alucinante alegría.

Ese beso se sintió extremadamente diferente a cualquier otro. Y a medida que fundiamos nuestros ansiosos labios en el delirante néctar de la pasión, comencé a deslizar mis afanosas manos por gran parte de su aterciopelada espalda; hasta llegar sin problema alguno, a sus prominentes nalgas.

En lugar de detenerme, Ronnie Anne comenzó a jadear con mayor efervescencia; casi al tiempo en que se aferraba con descomunal rudeza, a mi serpenteante humanidad.

Luego de comprobar su increíble grado de exaltación, lleve mis nerviosas manos hasta el cierre de su chaqueta; y tras mirarla de reojo, empecé a deslizar su cremallera de manera descendente, hasta lograr abrir su colorida prenda.

Una vez que Ronnie Anne logró darse cuenta de la manera en la que había abierto su chaqueta, se apartó levemente de mi lado. Y sin siquiera inmutar su colorado rostro, procedió a quitársela en completo silencio; hasta quedar cubierta por una pequeña franela blanca, sin ninguna clase de mangas.

Llevado por la calentura, comencé a descender mis manos por gran parte de su aplanado vientre; hasta lograr llegar al cierre de su pantalón.

Ronnie Anne traía puesto una short de color azul oscuro, el cual se veía de lo más ceñido a sus delgadas caderas. Por lo que plagado de un inusual nerviosismo, procedió a desabrochar muy lentamente su ajustada prenda; para poder dejarla mucho más ligera.

Al ver la manera en la que aflojaba su diminuto pantalón, Ronnie Anne me miró con bastante incertidumbre; y tras lanzarme una efímera sonrisa de aceptación, comenzó a besarme con mayor fiereza en los labios.

Animado ante su inusual respuesta, comencé a bajar su acortada vestimenta con sorprendente suavidad; hasta lograr dejar ante mi vista, su enigmática ropa interior.

Ronnie Anne traía puesta una holgada pantaleta amarilla, la cual estaba decorada con un pequeño unicornio de color blanco; que me hizo sonreír con increíble ligereza.

Al ver la manera en la que me mofaba de sus calzones, Ronnie Anne me da un duro golpe en el brazo; casi al tiempo en que me replica suavemente:

—¡Escúchame bien, perdedor!. Deja ya de burlarte de mi ropa interior. —diciendo esas cortas palabras, no pudo evitar apartar la mirada con vergüenza.

—¡Lo, lo siento, Ronnie Anne!. Es solo que me la imaginaba sumamente diferente. —en ese fugaz instante, no pude evitar sonreír con mayor desparpajo.

—¡Yo no tengo la culpa!. Mi mamá aún compra mi ropa interior. Así que... Deja ya de burlarte de mí.

Al ver su claro gesto de molestia, contuve mis nacientes ganas de continuar molestandola. Fue así como apartando completamente su pequeño pantalón, nos volvimos a fundir en un sofocante beso de lo más apasionado; que nos tenía cada vez más transpirados, y llenos de ansiedad.

Así estuvimos durante unos cortos minutos. Gimiendo y toqueteandonos sin ninguna clase de recato; hasta lograr incrementar de manera significativa, nuestras exultantes ganas de ir más allá.

Un par de besos más tarde, Ronnie Anne apartó su cuerpo con soltura. Y tras mirarla con amplia incertidumbre, procedió a arrodillarse justo en medio de mis temblorosas piernas; hasta quedar en frente de mi abultado miembro.

Una vez ahí, extiende sus pequeñas manos con gran determinación, y procede a desabrochar calmadamente mi apretado pantalón; hasta dejar expuesto ante su alarmada vista, el impresionante bulto de mi destacada erección.

Cargada de una inusual intranquilidad, ubica sus trigueñas manos sobre ambos lados de mi ropa interior. Y sin atreverse a apartar su extasiada vista de mi lado, procede a descender mi delgada prenda; hasta lograr darse cuenta con total sobresalto, del delirante modo en el que mi enrojecida verga, apuntaba hacia su asombrado rostro.

Al ver la forma en la que mi endurecido pene se batía de un lado para el otro, lo toma decididamente entre sus manos; mientras comienza a descender su extasiado rostro, con increíble lentitud.

Al tenerla tan cerca, podía sentir el cálido aliento de Ronnie Anne, impactando contra mí polla.

Una vez que estuvo acomodada, y sin siquiera detenerse a meditarlo, procedió a sacar su sonrosada lengua con total tranquilidad; para luego acomodar su rostro en la base de mis bolas.

Podía sentir la fría nariz de Ronnie Anne pegada a mi intranquilo pene; y la manera en la que su animada lengua, acariciaba fervientemente mis cosquilleantes huevos.

Y mientras intensificaba poco a poco sus electrizantes movimientos ascendentes, comenzó a acariciar mis sensitivas bolas con innegable soltura; hasta hacerme suspirar, sin ninguna clase de recato. ¡¿Como rayos era tan buena?!.

Al llegar a la punta de mi polla, procedió a darle un par de rápidos lametazos; mientras continuaba deslizando sus impresionantes dedos, sobre mi enrojecido tronco. Ronnie Anne me estaba masturbando con inigualable suavidad, y sin dejar de deslizar sus afiebrados labios por mi glande.

Luego de unos cuantos segundos, apartó su rostro de mi palpitante falo. Y tras levantar la cabeza con bastante suavidad, procedió a entreabrir sus pequeños labios; hasta dejar escapar un par de relucientes hilos de saliva, sobre mi temblorosa verga.

Una vez que logró cubrir gran parte de mi endurecido miembro con su resplandeciente baba, dirige su mirada hacia la mía. E inmediatamente después, procede a descender la cabeza hacia mí sensitiva intimidad; hasta hacerla desaparecer, justo en medio de sus delgados labios. ¡Uff!. ¡Que gran sensación!.

Durante unas cortas milésimas de segundos, estuve debatiendo fuertemente en mi cabeza, si lo que estaba aconteciendo frente a mi; era real o no. Aunque mis nacientes dudas no tardaron en disiparse, una vez que Ronnie Anne comenzó a intensificar el enfurecido ritmo de sus continuos lametazos.

A medida que iba devorando mi electrificada polla, mi cuerpo entero no dejaba de contraerse con inigualable rapidez. Sin darme cuenta me estaba entregando cada vez más, a los desbordantes estímulos que tan copiosamente me eran impartidos, por la acalorada boquita que tenía sobre mi pene.

Entre más pasaban los minutos, mayor era la rapidez con la que Ronnie Anne hacía desaparecer, a mi venoso miembro en medio de sus sensuales labios.

Por momentos, podía apreciar la forma en la que mi trigueña acompañante; abría su ajustada boca, para tratar de respirar. Y la manera en la que esta lo hacía, sin sacar ni por un solo instante, a mi aturdido pene de su interior.

Estaba sumergido en el agobiante éxtasis del momento, mientras disfrutaba con total descontrol; de la manera en la que succionaban mi sensitivo falo. En ese fugaz instante, estaba tan increíblemente entregado, que ni siquiera era capaz de pensar con claridad. ¡Rayos!.

Sin darme cuenta, había comenzado a rozar mi sulfurante límite. Al punto en que podía sentir las innumerables gotas de sudor, que caían por mi frente.

Estaba sumamente excitado. Y entre más sentía el incesante mete y saca, proveniente de la acalorada boca de Ronnie Anne; mayor era el frenesí que se acumulaba en mis adoloridolas bolas.

Fue así como de un instante al otro, mi polla empezó a hincharse de manera altamente acelerada; hasta hacer contorsionar cada tramo de mi enrojecido cuerpo, con elevada intermitencia.

El desenfrenado movimiento de vaivén que hacía con su inquietantes labios, me estaba haciendo socavar mi limitada cordura. Y por si eso fuera poco, podía sentir como sus suaves manos continuaban sujetando firmemente mis impacientes bolas; mientras me continuaba masturbando con su placentera boca.

No tenía ni la menor idea de en donde había aprendido a maniobrar tan bien un pene; aunque por el momento, eso me tenía totalmente sin cuidado.

En ese instante estaba deseando con total demencia, el lograr correrme dentro de su apretada cavidad. Aunque traté de aguantar el mayor tiempo posible; para continuar disfrutando de tan magnífica mamada.

Sin lugar a dudas Ronnie Anne me estaba dando lo mejor de sí; y en el proceso, me estaba haciendo estremecer del infinito agrado.

A medida que pasaban los minutos, mayor era el calor y la fuerte exaltación, que revoloteaba en mis entrañas.

Aunque al parecer, no era el único Loud que estaba gozando en ese momento. Ya que se podían escuchar unos portentosos gemidos de placer, provenientes del cuarto de al lado; que nos daban a entender con auténtica claridad, lo bien que la estaba pasando mi hermana.

—¡Ahh, Aaghhh... Mmmh!. ¡Así mi osito Boo, Boo!. ¡Mmm!. ¡Si, si... No te detengas!.

Lori estaba gimiendo con auténtica efusividad; sin importarle en lo más mínimo, si alguien más llegase a oírla. Todo parecía indicar que su despistado acompañante, si que sabía cómo hacerla feliz.

Escuchar los fervientes gemidos generados por mi agitada hermana mayor, fue el estímulo que me faltaba, para acercarme cada vez más a mi apoteósico final. Era inevitable. ¡Estaba a punto de correrme!.

Mi polla estaba palpitando cada vez con mayor intensidad. Por lo que tan solo era cuestión de tiempo, para que explotase en un desenfrenado mar de abundantes fluidos; dentro de la cálida boca de Ronnie Anne.

Esta fantástica sesión de sexo oral se había prolongado más allá de mi debilitada resistencia; y por mi mente solo pasaba la idea de liberar mi semen, dentro de tan placentera abertura.

Pero tan pronto estuve a punto de acabar, Ronnie Anne me suelta repentinamente el pene, y se aparta poco a poco de mi lado; dejándome totalmente desconcertado, y con la leche acumulada sobre la punta. ¡¿En serio?!.

Plagado de un sinfín de interrogantes, dirijo la mirada hacia el desconcertante rostro de mi inexpresiva acompañante; y tras comenzar a temblar con evidente descontrol, le pregunto suavemente:

—¿Pe-Pero que pasa?. ¡¿Porque te detienes?!.

—Eso es todo por hoy. ¡Ya puedes irte!. —diciendo esas enigmáticas palabras, comienza a ponerse de pie.

—¡¿Espera... Qué?!. ¿Pero de que estás hablando?.

—Este es tu castigo por haberme hecho enfadar. ¡¿O es que acaso pensaste que podías jugar conmigo, y salirte con la tuya?!.

—¡Pe-Pero Ronnie Anne!. Si ya te he explicado muchas veces que todo fue un gran malentendido. ¡No me dejes así por favor!.

—Ya vete de mi casa perdedor, que quiero descansar.

Al terminar de hablar, Ronnie Anne comienza a vestirse con elevada tranquilidad; y con una enorme mueca de satisfacción, dibujandose en su transpirado rostro.

En ese instante estaba mucho más que desconcertado, por lo que no lograba asimilar lo que estaba pasando. Aún así, le continúe rogando insistentemente a mi rencorosa pareja; para hacerle cambiar de opinión. Pero a pesar de mis innumerables suplicas, Ronnie Anne se mantuvo firme en su idea de que me fuese de su casa.

Fue así que sin mucho más por hacer, me subí poco a poco el pantalón, y me retiré con la cabeza gacha de su pequeña habitación; mientras escuchaba los desorbitantes alaridos de placer, que eran liberados por mi acalorada hermana.

Ronnie Anne me había dejado con las bolas encendidas, y el cuerpo totalmente acalambrado. ¡Rayos!.

El repentino castigo impuesto por mi malvada acompañante, había sido extremadamente cruel y excesivo; por lo que tenía que pensar en algo lo antes posible, si es que quería aliviar el intenso dolor que me carcomía por dentro.

Cargado de un agónico malestar, decidí ir en busca de Lucy o de alguna de las gemelas; para que me ayudasen a liberar, toda la tensión que sentía por dentro. Pero al momento de regresar a la casa, tan solo encontré a Luan y Lynn; quienes iban saliendo con total serenidad, para ir a encontrarse con alguna de sus amigas.

Las bolas me ardían, la piel se me erizaba; y por más que lo intentaba, no dejaba de temblar. En ese instante me sentía tan ampliamente estimulado, que no era capaz de caminar sin llegar a experimentar alguna clase de dolor.

Con el cuerpo entumecido, y la voluntad hecha pedazos, comencé a escudriñar por cada rincón de la casa; para ver si había alguien más en ella. Aunque luego de una angustiante búsqueda, a la única persona que logré hallar, fue a mi sollozante madre; quien dormía plácidamente, dentro de su habitación.

Al darme cuenta de que no había nadie más en la casa, me dirigí pausadamente hacia mí pequeña habitación; para intentar pensar con algo más de calma, en alguna posible solución a mi angustiante malestar. Sin lugar a dudas, la tarde no pintaba para nada bien.

Al llegar a mi alcoba, y contemplar el agobiante silencio que predominaba en todo el lugar, me quité poco a poco la rasposa ropa que traía puesta; hasta quedar en calzoncillos.

Una vez que estuve mucho más ligero, procedí a acomodarme sobre mi pequeña cama; la cual estaba de lo más revuelta y desarreglada, luego de que Lori me hubiese sacado a rastras, al comienzo de la mañana.

Lleno de ansiedad, y con el ritmo de mi respiración cada vez más comprometido, recosté mi alterado cuerpo en un extremo de la cama; y tras cerrar los ojos con elevada suavidad, me dispuse a estimular mi polla con inigualable ligereza, para tratar de apaciguar el sulfurante ardor que sentía por dentro.

Una vez que estuve listo, empecé a frotar mi pene con descomunal lentitud; mientras recordaba con auténtico malestar, la inigualable calidez de sus atrevidos labios.

En ese instante me sentía tan caliente y estimulado, que no era capaz de apartar mis más desenfrenados pensamientos; del salvaje recuerdo de Ronnie Anne.

Hasta que de manera casi repentina, comencé a sentir la alucinante manera en la que una pequeña mano, se aferraba insistentemente a mí tembloroso pene. ¡¿Pero que rayos?!.

Lleno de incertidumbre, abrí los ojos con gran estupefacción; logrando darme cuenta con auténtica sorpresa, de la manera en la que Lily sostenía mi polla con firmeza.

Todo parecía indicar que mi hábil hermanita, había aprovechado el desorden presente en mi congestionada habitación; para esconderse mientras llegaba. Y al darse cuenta de la manera en la que frotaba confiadamente mi desafiante miembro; decidió volver a echarme mano, para disfrutar de su despampanante dureza.

Lily me tenía completamente agobiado con sus reiteradas visitas a mi habitación. Y mucho más ahora, cuando tenía la polla a punto de reventar.

Al ver el modo en el que mi pequeña hermana mantenía su aclarada mano encima de mi pene, la miré directamente a los ojos; y le dije con gran efusividad:

—Li-Lily... ¿Pero que haces?. Suelta mi cosita que la tengo muy sensible.

Al terminar de escuchar mis conmocionadas palabras, Lily comenzó a sonreír con elevada intensidad; y tras lanzar un par de suaves carcajadas de alegría, comienza a masajear mi colorado miembro, hasta hacerme estremecer con gran ferocidad.

—¡No, Lily... N-No!. Deja de tocar mi polla, que me vas a hacer enloquecer.

Sin importarle mis reclamos, Lily se mantenía totalmente aferrada a mi venosa verga. Y en lugar de detenerse, comenzó a intensificar cada uno de sus desmedidos movimientos; hasta hacer oscurecer mis ofuscados pensamientos.

¡No sabía que hacer!. De todas mis hermanas, Lily siempre había sido la más tierna e inocente; por lo que sin importar sus reiteradas provocaciones, no estaba para nada dispuesto a tratar de involucrarla en ninguna de mis desmedidas aventuras. Aunque en esta oportunidad, las cosas se estaban saliendo totalmente de control.

Cada vez que intentaba pensar con mediana claridad, sentía la manera en la que mi risueña hermana pequeña, frotaba su delgada mano sobre mi electrificada polla.

En ese punto estaba tan absorto y meditabundo, que ni siquiera era capaz de apartarla de mi lado. Y a medida que pasaban los segundos, mayor era la desesperación que se adueñaba de mi interior.

Lily permanecía sentada en el centro de la cama, desde donde me veía muy fijamente a la cara, con una enorme sonrisa en su resplandeciente rostro.

No tenía idea de lo que estaría pensando en ese momento. Pero al tenerla cada vez más cerca, y sentir la animada forma con la que se aferraba insistentemente a mí electrificada polla; sabía que mi aplacada resistencia, estaba llegando a su inevitable final.

A pesar de mi prolongada indecisión, y de mi más menguada resistencia; había llegado el tan inesperado momento, de saldar cuentas con mi hermana.

Plagado de una envolvente calentura, me quedé mirando su inocente rostro, durante un corto instante. Hasta que de manera casi repentina, y aún con algo de incertidumbre por dentro de mi ser, acerqué mi inquietó rostro al suyo; y le susurré con bastante suavidad:

—Te, te lo advertí muchas veces, pero no quisiste hacerme caso. ¡Ya veras, Lily!. No sabes lo que te espera.

Lily había estado provocándome insistentemente a lo largo de semanas. Y aunque sabía que era mi hermana más pequeña, y que la gran mayoría de las cosas que realizaba, las hacía por mera curiosidad; no estaba dispuesto a dejar pasar tan majestuosa oportunidad.

En esta ocasión estábamos prácticamente a solas; por lo que tenía vía libre para descargar mi desproporcionada calentura, a costa suya.

Fue así como plagado de una tormentosa desazón, acerqué mis temblorosas manos hacia el reducido cuerpecito de mi sonriente hermanita. Y tras comenzar a observarla con algo de deseo, empiezo a desvestirla con bastante lentitud; hasta lograr dejar su aclarada silueta, completamente al natural.

Una vez que su delicada figura quedó totalmente expuesta, Lily comenzó a sonreír con evidente aceptación; y tras soltar mi venosa polla con descomunal velocidad, procedió a acomodar su cuerpo sobre el centro del colchón.

Contemplar la pausada manera con la que mi animada hermana menor, se acomodaba tranquilamente sobre mí cama, no tardó en generarme toda clase de sensaciones de lo más abrumadoras; que me tenían con la cabeza nublada, y con el cuerpo a punto de colapsar.

La terrible excitación que sentía en ese momento, era tan fuerte y desmedida; que no era capaz de dejar de temblar. El aclarado cuerpo desnudo de mi sonriente acompañante, me tenía cada vez más atrapado en un peligroso abismo; del cual me era imposible lograr escapar.

La pelea interna que se debatía en mi cabeza, era tan increíblemente sofocante; que me impulsaba a abandonar cualquier clase de prejuicio, que tuviese con antelación. En ese extasiante instante en lo único en lo que podía pensar, era en lograr dar rienda suelta al desbordante frenesí sexual; que tenía acumulado en mi aplacado interior.

Ver a Lily sobre mi cama, totalmente tierna e indefensa, me sacó por un breve instante del alucinante trance en el cual me encontraba. Aunque de manera repentina, y casi como si supiese en lo que estaba pensando, comenzó a pasar uno de sus pequeños dedos por todo el centro de su esponjosa rajita; hasta hacerme olvidar de cualquier rastro de sensatez.

¡Ya no podía más!. Tenía que liberar mi angustiado semen a como diera lugar.

Con un sinfín de dudas en la cabeza, y un contrastante ardor en las bolas, comencé a acercarme muy lentamente hacia su lado. Y tras observar con detenimiento su aclarada silueta desnuda, extiendo una de mis afanosas manos hacia su pequeña cinturita; hasta lograr posarla sobre su frágil vientre.

Con mi agitada mano en posición, empecé a repasar cada centímetro de su aterciopelado abdomen; hasta hacerla liberar un montón de entrecortadas carcajadas de alegría.

Al ver la deslumbrante sonrisa que mantenía en su complacido rostro, me dispuse a deslizar la intranquila punta de mí dedo por todo el centro de sus abultados labios vaginales; hasta verla suspirar con descomunal agrado.

Entre más acariciaba su voluminosa hendidura, mayor era la agitación y terrible desesperación, con la que mi alterada pareja; sacudía su sudoroso cuerpecito.

Lily estaba tan increíblemente emocionada, que de manera casi repentina, comenzó a separar aún más sus diminutas piernas; para que lograse acariciarla con mayor facilidad.

Completamente extasiado, y con la polla cada vez más endurecida, comencé a deslizar la incansable punta de mis dedos, por todo lo largo de sus regordetes labios vaginales; hasta hacerla resollar con algarabía.

Al ver la manera en la que Lily se mantenía claramente inamovible, posé mi cabeza justo en medio de sus recordadas piernas; y sin atreverme a pronunciar palabra alguna, comencé a entreabrir sus ceñidos pliegues con total delicadeza, hasta lograr visualizar su descomunal belleza.

Su suave coño era tan blanco y abullonadito, que no tardó en hacerme estremecer la polla, con fascinante descontrol.

Cargado de una incomparable comezón en gran parte de mi cuerpo, abrí muy lentamente sus apretados labios vaginales; hasta lograr visualizar el extasiante tono rosa, que predominaba entre sus piernas.

¡Ya no podía más!. El abultado cuerpo de mi sonriente hermana menor, había acabado con el poco raciocinio que se mantenía en mi mente.

Fue así como plagado de un descomunal hermetismo, abrí su apretado coño con inigualable rapidez; y comencé a deslizar muy suavemente la delgada punta de mi lengua por la cara interna de su resguardado interior, hasta hacerla suspirar con elevada intermitencia.

Entre más deslizaba mi oscilante boca justo en medio de sus acortadas piernas, mayor era la algarabía con la que mi agitada compañera, estremecía abiertamente su electrificada cinturita.

Contemplar el dulce néctar de su coño, para lo único que sirvió; fue para agudizar aún más, el fuerte dolor que sentía en las bolas. Por lo que de continuar así, no tardaría en perder el sentido.

Lily estaba tan increíblemente alterada, que no tardó en entremezclar sus reducidos dedos sobre mi recortada cabellera; como tratando de controlar las portentosas descargas de placer, que arremetían contra su sensible sexo.

Luego de unos acalorados minutos en los que el único sonido que se divisaba en la habitación, era el de los desaforados jadeos de placer provenientes de mi ruborizada hermana pequeña; mi cuerpo entero se llenó de una inmisericorde exaltación, que me impulsaba a continuar hasta el final.

Cegado por sus interminables gemidos, y por el cálido aroma que desbordaba de su almizclado coño, tomé mi endurecida polla entre mis manos; y tras acomodar mi cuerpo poco a poco sobre el suyo, comencé a deslizarla sobre sus inflamados labios, hasta hacerla tiritar con deslumbrante notoriedad.

A pesar de ser tan pequeña, Lily estaba completamente extasiada. Y sin importar lo que le hiciera, permanecía completamente atenta para tratar de colaborar.

Fue así como de un instante al otro, comencé a deslizar mis dedos sobre sus regordetes labios vaginales; logrando apreciar con gran notoriedad, la manera en la que estremecía su reducido cuerpo, con cada uno de mis prolongados movimientos.

Luego de apreciar su elevada entrega, comencé a puntear mi polla en todo el centro de sus sonrosados labios, para tratar de comprobar su limitada estrechez.

Como era de esperarse, Lily tenía el coño de lo más apretado; por lo que sin importar mis continuos esfuerzos, no iba a ser capaz de penetrarla, sin llegar a hacerle daño.

Con la polla temblorosa, y mis bolas cada vez más aturdidas, deseché rápidamente la idea de apartarme de su lado. De ese modo, tomé un pequeño tarro con crema humectante; y tras aplicarle un poco sobre su abultado coñito, comencé a repasale una y otra vez la voluminosa punta de mi inflamado pene, hasta dejarla completamente lubricada.

Con su rajita mucho más que humedecida, volví a retomar sistemáticamente mis desesperados intentos de adentrarme en su interior.

Fue así como tomándola por sus caderas, y sin dejar de contemplar la enorme sonrisa que mantenía en su expectante rostro, comencé a ejercer presión justo en medio de sus oscilantes piernas; hasta lograr acomodar mi miembro, a la altura de su coño.

Una vez ahí, me dispuse a puntearla con despampanante velocidad; hasta contemplar la manera en la que mi sorprendida hermanita, abría los ojos con total efusividad.

Luego de contemplar la decidida manera en la que mi desafiante pene intentaba abrirse pasó en medio de sus ondulantes piernas, Lily comenzó a batir su enrojecida cinturita con increíble rapidez; para tratar de apartarse velozmente de mi lado. Pero al no conseguirlo, no tuvo más remedio que mirarme con resignación.

Con el cuerpo electrificado, y mi cabeza a punto de estallar, empecé a ejercer presión con mayor ferocidad; para tratar de abrirme paso, en medio de sus robustas piernas.

Luego de un par de angustiantes segundos, en los que puse a prueba mi más elevada resistencia, comencé a sentir con gran alegría, la manera en la que mi adolorido falo; se abría camino en su apretado interior.

Después de una ardua y tormentosa lucha, el sexo de Lily era todo mío.

Al momento de sentir la inesperada manera en la que la abultada punta de mi miembro, se abría camino entre sus temblorosas piernas; Lily comenzó a estremecer violentamente cada parte de su enloquecida silueta, para tratar de expulsar a su extraño invasor.

Sentir la asombrosa manera, en la que la menor de mis hermanas, batía su acelerado cuerpecito para tratar de apartar mi afilado fierro de su lado; me tenía cada vez más sensible, y repleto de ansiedad.

Fue así como llevado por tan terrible malestar, tomé a Lily por sus pequeñas caderas. Y tras mirarla con inigualable deseo, procedí a enterrarle gran parte de mi verga justo en medio de sus sonrosados pliegues vaginales; hasta verla resollar con evidente desesperación:

—¡Ño, ñoo!. ¡Incol malo!.

En ese vibrante instante, me sentía el dueño absoluto de su pequeño cuerpecito. Por lo que entre más se quejaba, mayores eran las ganas que tenía de taladrar entre sus brillantes labios.

Al darse cuenta de que su esponjosa intimidad había sido invadida, Lily comenzó a batir su reducida cinturita con prolongada intermitencia; para tratar de impedir mis sistemáticas estocadas.

Aunque luego de un par de pronunciados intentos, y al lograr comprobar la incesante presión que ejercía fervientemente entre sus piernas, no le quedó más remedio que tenderse sobre la cama; mientras sus apagados ojos, se iban llenando de numerosas lágrimas.

En ese instante me encontraba tan ampliamente poseído, que no era capaz de sacar mi pene de su magullado interior. A pesar de sus prolongados esfuerzos, no estaba dispuesto a dejarla descansar; hasta haberme corrido entre sus cautivantes labios.

A medida que la penetraba, Lily aullaba y retorcía cada tramo de su adolorido ser, cada vez con mayor intensidad. Por lo que rápidamente posé una de mis afanosas manos a la altura de su boca, para intentar sofocar sus interminables reclamos.

—¡Mmm, Mmmh... Mmmh!. —esbozaba eufóricamente mi aturdida hermana menor, a medida que le entallaba mi endurecido miembro, entre sus sensitivas partes.

Las constantes muestras de dolor provenientes del agobiado rostro de Lily, eran completamente inútiles; ya que en lo único en lo que podía pensar, era esparcir mi viscoso semen, en lo más profundo de su apretada vaginita. Lily era toda mía, y no había manera alguna; de que me apartase sin terminar.

Con el cuerpo acalambrado y la frente cada vez más llena de sudor, continúe envistiendola con auténtico entusiasmo; hasta empezar a sentir con total desesperación, la desbordante manera en la que mi acalorada leche, se volvía a acumular en la voluminosa punta de mi pene.

Después de una angustiante mañana, finalmente estaba a punto de lograr correrme.

Lleno de una impaciente desesperación, procedí a intensificar mis acelerados movimientos de cintura. Hasta que de manera casi repentina comencé a ser víctima de un paralizante corrientazo de lo más turbio y demoledor; que me hizo resoplar con despampanante algarabía, hasta comenzar a liberar un potente chorro de mi más viscosa lefa, en lo más profundo de su aceitada hendidura.

A medida que escarbaba entre sus diminutas piernas, podía notar con deslumbrante claridad, la manera en la que Lily permanecía con los ojos casi en blanco; mientras se retorcía con evidente descontrol.

Durante todo ese tiempo, Lily se mantuvo jadeando y tratando de aspirar aire por su agitada boca; mientras varios hilos de su más espumosa baba, se escurrían por las comisuras de sus labios.

Al terminar de inundar cada tramo de su ceñido ser, mantuve mi polla alojada en lo más profundo de su sexo; mientras admiraba con auténtico resquemor, la manera en la que me miraba fijamente.

Lily estaba tan increíblemente sorprendida, que no era capaz de apartar su nublada vista de mi transpirando rostro. Y aunque sus pequeños ojos me miraban con delirante angustia, no me atrevía a sacar la polla de su apretado interior.

El coño de Lily se sentía tan tórrido y acogedor, que me resultaba realmente difícil el alejarme de su lado.

Fue así como llevado por la interminable calentura que azotaba angustiosamente en mis cosquilleantes entrañas, tomé a Lily suavemente entre mis brazos. Y tras envolver su agitado cuerpo con una toalla, volví a retomar el salvaje ritmo de mis profundas embestidas; hasta hacerla alucinar con desbordante algarabía.

Una vez que volví a enterrarle gran parte de mi verga en lo más profundo de su dilatada almejita, me puse poco a poco de pie, y comencé a caminar de manera pausada hacia la entrada de mi habitación; con mi resollante hermana menor, totalmente apoyada en mi pecho.

Con la punta de mi pene cada vez más enclavada entre sus palpitantes labios, decidí tomar una ducha junto con mi jadeante hermana menor; para poder relajar el acelerado ritmo de nuestros cuerpos, y de paso limpiar las huellas de mi naciente locura.

Tener a Lily entre mis brazos, mientras la iba penetrando tranquilamente con cada uno de mis sulfurados pasos, me comenzó a llenar el cuerpo de un desproporcionado morbo; que me incitaba a continuar taladrandola, cada vez con mayor ferocidad.

En todo ese trayecto, podía sentir la despiadada manera con la que el ajustado coño de Lily, se adhería cada vez más a mi sensitivo miembro. Todo parecía indicar que su aturdida silueta, aún se resistía a la idea, de entregarse sin luchar.

Al ver su más naciente oposición, apoyé su cuerpo contra la pared. Y tras observarla con inmenso recato, me dispuse a intensificar el desmesurado ritmo de mis fervientes penetraciones; hasta hacerla balbucear con inigualable descontrol.

Una vez que mi jadeante acompañante estuvo más resignada, retomé mi calmado camino hacia la entrada del baño; logrado cruzar sin mayores inconvenientes, el oscurecido pasillo que tenía en frente.

Tan pronto estuve adentro, y sin dejar de taladrar la lubricada rajita de Lily; abrí poco a poco la llave de la tina, para que se empezase a llenar con prontitud. Y mientras esperaba, acomodé mi cuerpo sobre la tapa del sanitario; y me dispuse a besar su rosagante boquita, con mi polla bien clavada en lo más profundo de su esponjoso ser.

Entre más pasaban los minutos, mayor era el grado de aceptación que tenía el cuerpo de Lily. Por lo que lleno de un inmenso cosquilleo en la punta de mi glande, comencé a subir y bajar su colorado cuerpecito; hasta lograr intensificar el prolongado compás, presente en cada una de mis furibundas embestidas.

El desbordante sexo de Lily se sentía tan ampliamente receptivo, que no tuve mayores inconvenientes en comenzar a penetrarla, desde tan lasciva posición.

Fue así como en cuestión de segundos, comencé a subir y bajar su agitada existencia sobre la base misma de mi polla; hasta hacernos suspirar a ambos, con cada uno de sus prolongados movimientos.

Lily permanecía tan increíblemente quieta y retraída, que parecía una simple muñeca de trapo, a la que movían sin protestar.

Cuando finalmente se llenó la bañera, retiré la toalla que cubría su temblorosa silueta, y nos metimos lentamente en su interior; hasta quedar cubiertos por el agua.

Una vez que estuvimos dentro, giré mi cuerpo hasta quedar de rodillas, y sin mediar palabra alguna; volví a intensificar el desmesurado contorneo de mis aceleradas sacudidas, logrando acribillar su maltratado conducto vaginal.

Al estar dentro del agua, podía sentir un indescriptible cosquilleo en la base misma de mi inflamada polla; cada vez que ma abría camino, entre los dilatados labios de mi resollante hermanita.

El elevado nivel del agua causaba que mis continúas embestidas, se sintiesen mucho más profundas y placenteras; haciéndome taladrar cada vez más su ajustada abertura. Mientras que mi debilitada pareja se mantenía con la mirada perdida, y sin intenciones aparentes de continuar luchando.

Ver a mi pequeña hermana, tan increíblemente entregada al desorbitante contorneo de mis agobiantes sacudidas, me fue causando una incesante sensación de vacío en el pecho; que me hizo acelerar mis desenfrenados movimientos.

Llevado por la inclemente excitación que revoloteaba en lo más profundo de mis venas, tomé a Lily de sus agobiadas caderas. Y tras empezar a mirarla con elevado deseo, me dispuse a sumergir su resignado cuerpecito dentro del agua fría de la tina; hasta hacerla protestar con enorme malestar.

Contemplar la manera en la que mi alterada hermana menor, sacudía fervientemente sus debilitados brazos dentro el agua; me generó un apabullante ardor en las bolas, que me impulsaba a embestirla con mayor velocidad.

A medida que la iba penetrando, hundí a Lily completamente dentro del agua. Y mientras daba desesperados manotazos para intentar volver a respirar, aumenté el vertiginoso ritmo de mis apasionadas sacudidas; hasta lograr experimentar una portentosa descarga de placer, que me hizo ver estrellas.

En ese punto estaba totalmente fuera de mi. Por lo que continúe penetrando su intranquila entrepierna durante un largo rato; hasta hacerle tragar diversos buchados de agua en el proceso.

A medida que su cara de desesperación aumentaba con notoriedad, podía sentir la inigualable forma en la que mi adolorido miembro, se ponía cada vez más exaltado.

Estaba tan increíblemente acelerado, que podía sentir con completa facilidad, la manera en la que mi espeso semen, estaba listo para salir.

Fue así como cegado por el prolongado roce de sus entumecidos labios, tomé a Lily con profunda ansiedad. Y tras sumergirla una última vez en el interior de la tina, me dispuse a penetrarla con total displicencia; mientras la veía retorcer con prolongado afán, en su desesperada lucha por volver a respirar.

Así estuvimos durante un par de extasiantes segundos, hasta que finalmente no pude continuar soportando las prolongadas ráfagas de placer que me provocaban sus desesperados movimientos. Y tras comenzar a gemir con inigualable frenesí, comencé a liberar una cuantiosa cantidad de semen en lo más profundo de su conmovido interior; mientras veía con auténtico placer, la manera en la que luchaba por liberarse.

Desde mi elevada posición, podía sentir la forma en la que mi aturdido pene, se adentraba en lo más lejano del estrecho interior de Lily; mientras iba liberando un sinfín de mi más grumosa esencia, en el interior de sus entrañas.

A medida que me corría entre sus recortadas piernas, mantuve la mirada puesta sobre su angustiado rostro; logrando apreciar con gran exaltación, la manera en la que expulsaba diversos hilos de numerosas burbujas, de un costado de sus entreabiertos labios.

Al culminar nuestro apasionante encuentro, saqué su desgastada figura de entre las aguas, y le di un rápido beso en los labios; mientras se mantenía mirándome en completo silencio, y con el cuerpo tembloroso.

Luego, sequé a Lily con extrema lentitud. Y tras llevarla cuidadosamente hacia su silencioso cuarto, procedí a vestirla con inigualable suavidad; no sin antes aplicarle un par de cremas por todo lo largo de su enrojecida rajita, para que le ayudasen a disminuir su dolor.

Una vez que logré cubrir su magullado cuerpo, la acomodé muy lentamente dentro de su pequeña cuna; y le cerré la puerta con cuidado, para que lograse descansar durante el resto de la tarde.

Después de haber disfrutado de un impensado encuentro, en compañía de la más pequeña de todas mis hermanas; sabía que mi vida, jamás volvería a ser la misma.

Acababa de atravesar la única barrera que desde siempre había dicho que no cruzaría. Aunque a pesar de mis tardías objeciones morales, estaba mucho más que seguro de que tarde o temprano... Nuestros caminos se volverían a juntar.