Era el primer domingo de las vacaciones de verano, y la casa estaba envuelta bajo un sistemático bullicio de lo más cruento y perturbador; que mantenía a todos los integrantes de la familia, cada vez más acelerados.
Y es que durante esa época del año, Royal Woods se veía sometida bajo una inclemente ola de calor; que nos hacia padecer bajo sus más despiadadas temperaturas.
Es por ello que desde escasas horas de la madrugada, nos habíamos estado preparando con auténtica dedicación; para poder pasar el resto de la jornada, en la nueva piscina municipal de la ciudad.
La simple idea de pasar nuestra mañana de domingo, dentro de una refrescante piscina al aire libre; nos tenía a todos cargados de felicidad. Aunque en mi caso en particular, lo que más me llenaban de emoción, era el poder visualizar a gran parte de mis atrevidas hermanas mayores; en sus reducidos trajes de baño.
Una vez que estuvimos todos listos, partimos con total velocidad hacia la zona oeste de Royal Woods; dando inicio a nuestra excitante aventura de fin de semana.
El viaje a bordo de camiónzilla se sintió increíblemente agotador, y no sólo por lo lejos que se encontraba el lugar, sino por la gran cantidad de huecos destapados que había en el camino; los cuales nos hacían rebotar de un lado para el otro, como si fuésemos auténticas balotas de lotería.
Una vez que llegamos a nuestro destino, vimos con total incredulidad como no eramos los únicos que le estaban huyendo al calor; ya que el lugar permanecía tan ampliamente abarrotado, que parecía como si media cuidad estuviese en el.
La piscina era un auténtico hervidero de personas, y no le cabía ni una sola alma más. Pero ya que estábamos ahí, no íbamos a desaprovechar la oportunidad de disfrutarla.
Luego de vestirme, logré visualizar con gran entusiasmo, la manera en la que mis hermanas fueron saliendo una a una de los pequeños vestidores; hasta quedar todas juntas, en un extremo de la piscina. ¡Pero que bien se veían!.
Con el cuerpo acalambrado, y la piel ampliamente enrojecida, fijé la mirada en cada una de sus atractivas siluetas; logrando apreciar con gran detalle, la enorme belleza que se alzaba frente a mis extasiados ojos.
Todas se veían absolutamente bien. Desde Lisa hasta Luna. E incluso Lynn, Lana y Lucy; quienes desde siempre, se habían negado a utilizar vestidos de baño tradicionales. Aunque de entre todas mis hermanas, Lori y Leni brillaban con luz propia.
Como era de esperarse, Lori se veía perfecta. Su hermoso cuerpo estilizado estaba cubierto por un pequeño bikini de color celeste; el cual difícilmente conseguía ocultar, la imponente belleza de sus voluminosas partes.
Por su parte, Leni no se quedaba atrás. Ya que llevaba puesto un vestido de baño mucho más clásico y apretado; que hacía resaltar con gran detalle, las sorprendentes curvas de su delicado cuerpo.
Desde el mismísimo instante en el que supe de que iríamos a la piscina, por mi mente pasaron una infinidad de pensamientos de lo más oscurecidos; que me impulsaban a permanecer atento, hasta del más mínimo de sus animados movimientos.
Aunque por desgracia, eso no fue suficiente. Ya que tan pronto estuvimos todos reunidos, bastó con un simple parpadeo de mi parte; para lograr darme cuenta con total incredulidad, de la manera en la que mis inquietas acompañantes, se desvanecía en medio de la multitud. ¡Rayos!.
Una vez que estuve solo, comencé a recorrer gran parte de la congestionada piscina; para intentar dar con su paradero. Aunque por más que me esforzaba, no lograba encontrar a ninguna de ellas.
Luego de varios minutos de una intensa búsqueda, y tras haber dado con la ubicación de Lana y Lisa; logré vislumbrar con gran alegría, la manera en la que la mayor de todas ellas, permanecía parada en el extremo opuesto de la piscina.
Esta era la oportunidad que había estado esperando, para poder acercarme mucho más a Lori.
Con la vista puesta en mi objetivo, caminé pausadamente con rumbo hacia su dirección. Y cuando estuve a un par de pasos de lograr conseguirlo, aparecen frente mi Luan y Luna; completamente dispuestas, a acabar con mi felicidad.
—¡Te daré un consejo, hermano!. —señaló Luna con total seguridad—. Sigue tu camino calmadamente; y por nada del mundo intentes acercarte a Lori.
–¡Hazle caso a Luna!. —replicó rápidamente Luan, con el rostro cargado de una inusual seriedad.
—¡Pe, pero chicas!. ¿Que es lo que está pasando?.
—¡Es muy sencillo, Bro!. —atinó a decir Luna—. Lori está absolutamente furiosa porque Bobby no pudo venir. Así que por el momento... Es mejor dejarla sola.
—¡Así es, hermanito!. La reina de las flatulencias está tan increíblemente estresada, que es capaz de sumergir el lugar bajo una peligrosa nube de gases tóxicos; que nos harían retorcer, sin ninguna clase de piedad. ¡Mmm!. Aunque quizás eso no sea tan malo para ella... Ya que los pedos son el respiro del alma. ¡Jajajaja!. ¡Entiendes!.
Mis hermanas tenían razón. Y es que desde el mismísimo instante en que Bobby partió hacia la gran ciudad, Lori no había dejado de comportarse con una actitud tan ampliamente perturbadora; que nos tenía a todos en la familia, cada vez más atemorizados.
Al ver la actitud tan desafiante con la que permanecía Lori dentro del agua, decidí hacerle caso a mis hermanas; e intentar probar suerte en algún mejor lugar.
Una vez que estuve nuevamente solo, me dispuse a caminar por el contorno de la piscina; para intentar dar con el paradero, del resto de mis hermanas.
Fue así como con mucha intranquilidad, las fui localizando una a una; hasta lograr dar con la mayoría de ellas. Salvo por Lucy... Quien desde siempre, había sido muy buena para esconderse.
Luego de dar con su paradero, posé mis extasiados ojos sobre el inocente rostro de Leni. Quien permanecía con la mirada perdida, y el cuerpo completamente paralizado; en un extremo de la piscina. Sin lugar a dudas... ¡Era la elección perfecta!.
Aprovechando la gran cantidad de gente que había a su alrededor, me sumerjo cuidadosamente en el interior de la piscina, y me acercó poco a poco hacia su lado; hasta quedar situado justo detrás de su fabulosa figura.
Al tenerla tan cerca, podía sentir el cautivante aroma de su dorada cabellera; así como contemplar la delicada manera en la que los animados rayos del sol, se reflejaban sobre su humedecida piel blanca. El cuerpo de Leni era sencillamente único y encantador.
Llevado por la adrenalina, dirijo una de mis ansiosas manos sobre la parte más baja de su aclarada espalda; hasta lograr sacarla con rapidez, del delirante trance en el cual se encontraba.
Al darse cuenta de la inusual manera en la que me mantenía apoyado a su lado, Leni comienza a observarme con descomunal asombro; tras lo cual, me dice con gran tranquilidad:
–Ah... ¡Hola Linky!. No me di cuenta cuando llegaste.
Tener a Leni en traje de baño, y a escasas pulgadas de mi lado, comenzó a generarme un sinfín de tormentosas sensaciones; que me tenían con la cabeza nublada, y el corazón latiendo descontrolado.
Aprovechando que permaneciamos dentro del agua, rodeo mis brazos sobre su estilizado cuello, y me aferro a su cuerpo con total convicción; hasta quedar abrazados, el uno frente al otro.
Una vez que logré adherirme a su hermosa silueta, aferré mis piernas sobre su imponente cintura; para evitar descender hacia el interior de la piscina. Y ya que el peso de mi cuerpo se hacía más leve con el agua, Leni aceptó mi abrazo con innegable agrado; y procedió a cargarme sin inconveniente alguno.
Podía palpar con inigualable afán, la sensual manera en la que sus imponentes tetas; hacían presión sobre mi intranquilo pecho. Lo cual no tardó en generarme una colosal erección, que me mantenía con los nervios cada vez más al límite.
Cegado por la calentura, no tardé en comenzar a propinarle una efusiva serie de pequeños besos por gran parte de su alargado cuello; casi al tiempo en que acariciaba su satinada cabellera, con la suave yema de mis dedos.
Al darse cuenta de la sorpresiva efusividad con la que poco a poco acariciaba su joven figura, Leni posa sus asombrados ojos sobre los míos; y tras comenzar a observarme con gran indecisión, no demora en esbozarme en un tenue susurro:
—¡¿Pero que haces Linky?!. ¿Porque estas tan cariñoso hoy?.
—¡Hmm!. Es solo que quería demostrarle a mi hermana favorita, lo mucho que la quiero.
—Ah... ¿Y entonces porque me abrazas a mi?.
Su breve respuesta me dejó completamente descolocado. Pero de un momento a otro, Leni cambia su clásica mirada de confusión por una mucho más amable; y me sorprende con sus fugaces palabras.
—¡Jajaja!. Es broma Linky. Yo también te quiero mucho.
A pesar de parecer una tonta, y de lucir siempre con la mirada llena de confusión, Leni acababa de burlarse de mi, sin ninguna clase de reparos. Demostrándome con auténtica ligereza, que había mucho más en su espaciosa cabeza, de lo que generalmente nos dejaba ver.
¡¿Acaso su aparente torpeza era tan solo una simple fachada, para lograr manipularlos como a ella le plazca?!.
Una vez que terminó de burlarse de mi, procedió a darme un descomunal abrazo cargado de una inusitada intensidad; que dejó completamente en evidencia, la destacada erección que tenía en ese momento. ¡Rayos!.
Nuestros cuerpos estaban tan increíblemente compenetrados, que me resultaba mucho más que imposible, el separar mi polla de su erizado vientre.
Y es que el sentir la suave piel de mi hermana, tan sorpresivamente cerca de mi cosquilleante intimidad, me tenía con las bolas cada vez más estresadas; y con el resto de mi alterado cuerpo, cargado de una agobiante desesperación.
Una vez que Leni se percató de la inusual manera en la que presionaba su frágil vientre, guardó silencio de forma repentina; mientras desvanecía su apagada mirada, en la lejanía perpetua del infinito horizonte.
Sentir mi palpitante miembro, cada vez más cerca de su temblorosa humanidad; tenía a mi agitada acompañante, completamente perturbada.
Luego de volver en sí, Leni pegó un leve grito de sorpresa, y comenzó a sacudir ferozmente su temblorosa silueta; para intentar alejarme cuanto antes de su lado. Y aunque en un principio me mantenía aferrado a ella sin ninguna especie de maldad, bastaron un par de leves roces de su delicado cuerpo; para hacerme estremecer con absoluto descontrol.
El vientre de Leni se sentía tan sorpresivamente cálido, que me tenía con la cabeza revuelta; y con gran parte de mi electrificada figura, cada vez más comprometida.
Al darse cuenta de la indiscriminada presión, con la que frotaba insistentemente mi endurecido miembro contra su cuerpo; Leni acerca su aterrado rostro al mío, y me dice con indescriptible suavidad:
—¡¿Pe, pero que haces, Linky!?. No, no... Esto está mal. —susurraba nerviosamente mi aterrada hermana mayor, casi al tiempo en que batía sus aceleradas caderas con soltura—. ¡Su, suéltame ya, que alguien puede vernos!.
Entre más pasaban los minutos, mayor era la impotencia e increíble desesperación, con la que Leni sacudía su estresado cuerpecito. Aunque a pesar de sus prolongados movimientos, no era capaz de apartarme de su lado.
Luego de un par de tormentosos segundos, nuestra lucha se comenzó a tornar mucho más ardiente y desmedida; llegando a llamar muy seriamente la atención, de quienes teníamos a nuestros costados.
Pero justo en el instante en el que nuestro desmesurado forcejeo comenzó a tornarse cada vez más descontrolado, aparece de la nada Becky; para poner fin a nuestro efusivo enfrentamiento.
Todo parecía que indicar que la sensual pelirroja, era la persona a la que había estado esperando Leni. Es por ello que al momento de percibirla, detuvo cada uno de sus impetuosos movimientos; hasta quedar completamente paralizada.
Becky era una de las amigas más cercanas, que tenía mi temblorosa hermana mayor; por lo que para nadie sería una sorpresa que se hubiesen quedado a encontrar, a esas horas de la mañana.
Al tenerla tan cerca, podía apreciar la elevaba belleza, que emanaba de sus imponentes curvas. Y es que Becky era dueña de unas piernas tan increíblemente largas; que eran capaces de detener el tráfico, a cualquier hora del día.
Becky traía puesto un micro bikini de color rojo, tan increíblemente ajustado; que dejaba divisar con sorprendente claridad, la prolongada abertura que se marcaba entre sus prominentes piernas.
De un instante al otro, Becky posa sus oscurecidos ojos sobre los de Leni; y tras comenzar a sonreírle con gran naturalidad, le susurra muy apaciblemente.
—¡Vaya!. Hasta que por fin te encuentro.
Luego de pronunciar tan curiosas palabras, Becky procede a sentarse en el borde de la piscina; dejando una parte de sus sensuales piernas, sumergidas bajo el agua.
Una vez que estuvo sentada, inclina su aplanado torso muy lentamente hacia atrás; y sin dejar de observar el inquietante rostro de su amiga, le replica poco a poco:
—¡Cielos Leni!. Con tanta gente en el agua, pensé que iba a ser imposible el lograr encontrarte.
Al terminar de esbozar tan sonoras palabras, Becky dirige su tranquila mirada hacia mí lado; luego de lo cual, simplemente me dice:
—Ah... ¡Hola pequeñín!.
De todas las amigas de mis hermanas, Becky era una con las que me la llevaba mejor. Y es que a parte de ser hermosa, y cautivante; era increíblemente divertida. Por lo que tenerla a escasas pulgadas de mi lado, me llenaba de gran felicidad.
Tener a Becky sobre un costado, mientras continuaba aferrado al torso de mi temblorosa hermana mayor; hizo incrementar aún más, la inexorable excitación que sentía en ese momento.
La inesperada aparición de Becky en frente de nuestros exaltados ojos, hizo que Leni se paralizara completamente del miedo; frustrando con gran notoriedad, sus prolongadas intenciones de escaparse.
Fue así como llevado por la ferviente adrenalina del momento, aparté mi cuerpo de la temblorosa silueta de mi hermana; hasta quedar parado tranquilamente, a un solo paso de su cuerpo.
Al tenerla tan cerca, podía sentir toda la tensión, y el evidentemente nerviosismo, presentes en cada uno de sus irritados poros. A pesar de haberme separado de su lado, Leni permanecía con el rostro serio; y la mirada bastante confundida.
Luego de un par de segundos, y aprovechando su evidente entrega, abracé a Leni por la espalda; hasta quedar pegados, el uno contra el otro.
Al ver la manera en la que juntábamos nuestros cuerpos, Becky interviene con gran serenidad; esbozando con evidente agrado:
—¡Aww!. ¡Pero que lindos se ven!. Como se nota lo mucho que se quieren.
Tan pronto escuchó las ingenuas palabras de su amiga, Leni volvió nuevamente en sí; y tras tomar aire con un poco más de confianza, comenzaron a dialogar sin mayor afán.
Al cabo de unos cuantos minutos, y mientras Leni se esforzaba por seguirle el paso a la animada conversación de su atractiva compañera, dirijo una de mis delgadas manos hacia la parte más baja de su redondeada rodilla; dando inicio a un envolvente movimiento ascendente, por la cara interna de sus aterciopeladas piernas.
Me sentía tan increíblemente exaltado, que ni siquiera era capaz de vislumbrar con claridad, las posibles consecuencias de mis lascivos actos. Fue así como en cuestión segundos, logré recorrer una enorme longitud de sus oscilantes muslos; hasta lograr llegar a su delirante sexo.
Ya que Leni mantenía su cuerpo parcialmente pegado a la pared, podía recorrer gran parte de su esponjosa intimidad, sin miedo a ser descubierto. Y es que al estar sentada junto al borde de la piscina, Becky era incapaz de percibir las distintas cosas que pasaban bajo el agua; permitiéndome acariciar la apretada zanja de mi nerviosa hermana, con completa libertad.
Al sentir como mis cortos dedos, había comenzado a hurgar justo en medio su delicada hendidura, Leni se puso completamente colorada; y no tardó en comenzar a temblar, con elevada displicencia.
Becky permanecía atenta al sonrojado rostro de su asustada amiga, como tratando de determinar... Que era lo que le ocurría. Y mientras mi hermana continuaba confundida, y sin saber que hacer; me mantuve desplazando la traviesa punta de mis ansiosos dedos, sobre la abultada rajita que se le marcaba sobre la tela. Hasta hacerla resoplar, con inconfundible desespero.
Como era de esperarse, el cuerpo de Leni permanecía completamente paralizado, y sin intensiones aparentes de querer resistirse; permitiéndome repasar el voluminoso contorno de sus sensibles labios, sin ninguna clase de restricción.
Leni era tan inocente y pura, que era incapaz de detener mis más atrevidos movimientos; con tal de evitar, una confrontación mayor. Más aún, si tenía alguna de sus amigas cerca.
En ese punto en particular, me morían de ganas por llegar cada vez más lejos. Así que aprovechando que mi delirante hermana estaba cada vez más distraída, deslicé uno de mis hábiles dedos por un costado de su delgado bañador, hasta lograr situarlo por debajo de este.
Leni continuaba absolutamente sensitiva por culpa de mis atrevidos movimientos. Por lo que al momento de sentir a mis hábiles dedos, excarvando frenéticamente en el interior de sus aceitados labios; no pudo evitar generar un suave gemido de inocultable placer, el cual disimuló con sorprendente habilidad.
—¡Ooghh!. ¡Mmm!. ¡Cof, cof, cof!. Disculpen chicos, ¡Creo que fue algo que comí!.
La piel de Leni permanecía completamente erizada; y su agitado cuerpo, a medida que respiraba, se tornaba cada vez más enrojecido.
Estaba más que claro que mis prolongados estímulos, sumado al hecho de que nos pudiesen atrapar; tenían a mi aterrada hermana, cada vez más cerca de claudicar.
Mientras Leni intentaba reponerse ante tan asombrosa situación, mis dedos seguían jugando entre sus apacibles labios. Y de un momento a otro, uno se deslizó más de la cuenta; hasta ir a parar, en el interior de su resguardada cavidad.
A pesar de encontrarse por debajo el agua, su apretada vagina se mantenía absolutamente hirviendo. Y a medida que seguía avanzando, podía sentir como de sus suaves labios brotaba una extraña especie de denso lubricante; que me mantenía los dedos cada vez más aceitados.
Esa situación ya la había experimentado con algunas de mis otras hermanas, pero jamás pensé que se pudiera sentir; al estar sumergido por debajo del agua. ¡Leni no dejaba de sorprenderme!.
Así estuvimos durante un par de minutos más, gimiendo y temblando con total desesperación. Hasta que de manera casi repentina, intervino Becky con total tranquilidad; para ponerle fin a mis reiterados movimientos.
—Leni. Voy para donde están Dana y las demás chicas. ¡¿Vienes conmigo?!.
Esa era la oportunidad que había estado esperando mi hermana. Por lo que de un instante a otro, salió del prolongado letargo en el cual se encontraba; y de manera casi instintiva, sacudió su cuerpo con elevada intermitencia, hasta lograr apartarse completamente de mi lado.
Una vez que logró su objetivo, acomodó muy discretamente su apretado traje de baño, y salió disparada con absoluta velocidad; dejándome con la polla engarrotada, y con gran parte de mi alarmado cuerpo, temblando de evidente excitación. ¡Rayos!.
A medida que ambas chicas se adentraban en la multitud, logré ver con gran admiración, la manera en la que Leni giraba su sonrojado rostro hacia mí lado; para luego lanzarme una enigmática mirada plagada de decepción, que me hizo estremecer con evidente desenfreno.
Como era de esperarse, Leni estaba completamente perturbada, por la innegable osadía mis actos; aunque por suerte para mí, también era muy fácil de contentar.
Luego de esperar a que disminuyese mi erección, me dispuse a recorrer una última vez el contorno de la piscina; para ver si de ese modo, bajaban mis pulsaciones.
Una vez que logré tranquilizarme, comencé a observar con gran alegría, como a lo lejos se divisaba la silueta de Lola; quien permanecía acostada en un extremo de la piscina, tomando calmadamente los fulgurantes rayos del sol.
Al llegar junto a Lola, logré apreciar con gran notoriedad, la manera en la que mantenía sus expresivos ojos cerrados; mientras continuaba tendida sobre una enorme toalla rosa, bronceando su delicada espalda.
Cuando finalmente estuve a su lado, me quedé quieto con gran admiración, para lograr contemplar el maravilloso tono dorado; presente en su estilizada piel. ¡Lola era muy hermosa!.
Al salir del indudable limbo en el cual me encontraba, comencé a acariciar sus recortadas piernas con mis ondulantes manos; recorriendolas con inigualable rapidez, desde sus delgados tobillos, hasta llegar a sus suaves muslos.
Tan pronto Lola sintió mis delicadas caricias en sus extremidades, abrió los ojos con apoteósica ofuscación; casi al tiempo en que decía:
—¡Pero que rayos!. —esbozó ferozmente mi agitada hermanita, mientras posaba sus alarmados ojos sobre los míos—. Ah, eres tu... ¡Porque no me sorprende!.
Lola estaba completamente exaltada. Pero al percatarse que era yo quien la había estado toqueteando, volvió a acomodar su agitado rostro sobre la toalla; para continuar con su tranquilo bronceado.
Una vez que estuvo nuevamente acomodada, me mira de reojo; y me dice con gran decisión:
—Apártate Lincoln... ¡¿No ves que estás tapando el sol?!.
Lola llevaba puesto un ensanchado bikini de color dorado, el cual la hacía lucir realmente estupenda; y que a pesar de mi notoria calma, me hacía vibrar desde la base misma de mis irritadas bolas. ¡Rayos!.
Sumamente excitando, acomodé mi cuerpo al lado suyo. Y con elevada discreción, continué sobando poco a poco sus resplandecientes piernas; hasta hacerle arrugar la frente, con absoluto descontrol.
Lola no era tonta, por lo que sabía con exactitud, que era lo que estaba tramando. Fue así como mirándome con notoria frialdad, me dice levemente:
—Vete, Lincoln... ¡Deja ya de molestar!.
—¡Vamos Lola!. El día está muy lindo como para que lo pases tirada en el suelo, sin hacer nada. Anda... ¡Disfrutemos de la piscina juntos!.
—Largo de aquí, Lincoln... ¿No ves que estoy ocupada?.
—No seas tan aguafiestas, Lola. Estuvimos esperado este día por mucho tiempo, como para que no entremos al agua.
—¡No lo creo Lincoln!. Estoy tomando el sol, y por nada del mundo pienso dejar mi bronceado incompleto.
—Anda, Lola. ¡Vamos a divertirnos!.
—No insistas Lincoln. Además... Hay mucha gente en el agua; y a decir verdad, no me pienso mezclar con ellos.
Lola estaba completamente determinada a no meterse a la piscina; y en ese punto tenía más que claro, lo testaruda que podía llegar a ser. Fue así como decidí emplear otro tipo de estrategia mucho más permisiva, para intentar persuadirla de que aceptase mi invitación.
–Bueno... ¡Como digas!. —le respondí de manera despreocupada—. ¡Hmm!. Me pregunto... ¡¿En donde estará Lana?!. Ella de seguro querrá pasar la tarde a mi lado, sin importar si la piscina está llena.
Una vez que pronuncié el acortado nombre de su gemela, Lola levantó la cabeza con desbordante rapidez; y me comenzó a mirar con evidente extrañeza.
—¡Nos vemos, Lola!. Voy a buscar a Lana.
Lola siempre había sido sumamente competitiva, sobre todo cuando se trataba de su hermana gemela; y al igual que en los concursos de belleza en los cuales participaba, jamás quería estar en el segundo lugar.
Pese a todos los pronósticos, mis palabras le hicieron cambiar el semblante que mantenía en su impávido rostro; haciéndola lucir totalmente vulnerable, y llena de dudas. Por lo que en el instante en que me di media vuelta para comenzar a marcarme, Lola me sujeta firmemente de un tobillo; y me susurra con increíble pasividad:
—¡Espera Lincoln!. Ya me cansé de estar acostada sin hacer nada. Así que, creo que iré contiguo al agua.
Las palabras de Lola replicaron de alegría por gran parte de mi cuerpo, y volvieron a reactivar la portentosa erección que tenía bajo mi ropa.
A pesar de su objeción inicial, había conseguido que mi violenta acompañante, sucumbiese a mis más profundas manipulaciones; incitandola de manera directa, a pasar el resto de la tarde a mi lado.
Con una enorme sonrisa dibujadose en mi rostro, tomé a Lola de la mano y la guíe con mucha calma hacia el extremo de la piscina; hasta lograr entrar en ella.
Una vez que estuvimos dentro, me dejé llevar por el agradable ambiente que predominaba dentro del agua; y contra todos los pronósticos existentes, comenzamos a divertirnos sin ninguna clase de malicia en nuestras mentes. ¡Quien lo hubiera imaginado!.
Me sentía completamente relajado de tener a Lola a mi lado. Y a medida que retozabamos, pude darme cuanta con inigualable rapidez, de la forma en la que la congestionada piscina; se iba llenando cada vez más de mujeres hermosas. ¡Estaba en el paraíso!.
Mientras me deleitaba sigilosamente con las numerosas chicas que desfilaban a mi alrededor, fueron apareciendo ante mis ojos Tabby, Haiku, Dana, Becky, y Carol Pingrey. Quienes cruzaron sin ninguna especie de prisa en frente mío; mientras batían sus animadas caderas, al marcado ritmo de la música de fondo.
Una vez que se lograron percatar de mi presencia, comenzaron a mecer sus lindas manos para tratar de saludarme; casi al tiempo en que desfilaban sus atrevidos trajes de baño, con auténtica sensualidad.
Mientras caminaban, Becky voltea su precioso rostro hacia mi lado; y me guiña uno de sus brillantes ojos con evidente sensualidad, hasta hacerme alucinar de infinito gusto. Ohh, Becky... ¡Lo que daría por hacerte mía!.
Mi vista estaba perdida en las delirantes curvas de tan despampanante grupo de mujeres. Sobre todo en el cuerpo de Carol, quien llevaba puesto un bikini de color lila tan increíblemente ajustado; que daba la sensación de que en cualquier instante, explotaría por los cielos.
Al percatarse de que mis ojos y mi mente permanecían en otro lado, Lola agarró mi cabeza con ambas manos, y la giró bruscamente hacia su dirección; hasta volver a dejarla en frente suyo.
Una vez ahí, y luciendo visiblemente molesta; me esboza bien despacio:
—¡¿Que haces mirando a esas perras?!. ¡Nghh!. Como te atreves a mirar a otras mujeres cuando estás conmigo.
Lola siempre había sido una chica de lo más posesiva y territorial, quien no estaba acostumbrada a compartir nada con nadie; en especial, si era con alguna otra chica linda.
Sus pequeños ojos estaban cargados de un inusual brillo tan maligno y perturbador, que rápidamente comenzaron a atormentarme. Por lo que intenté aplacar su elevada fiereza, para no ser víctima de su notoria ira.
—N-No, no estaba viendo a nadie. —le respondí entrecortadamente, mientras sonreía con evidente nerviosismo—. So-Solo las saludé por simple educación.
Lola estaba visiblemente exaltada conmigo, y eso era algo digno de preocupación; ya que no tenía límites a la hora de cobrar venganza, de quienes la llegasen a incomodar.
—¡Siií, claro!. ¡Solo fue por simple educación!. —respondió Lola con deslumbrante ferocidad—. ¡¿Acaso crees que soy una tontaaa?!.
—Te, te... ¡Te lo juro Lola!. No fue mi intención.
El rostro de Lola se comenzó a tornar cada vez más enrojecido, y lleno de ansiedad. Fue ahí cuando me susurró unas impactantes palabras, que hasta el día de hoy retumban en mi cabeza:
—Escúchame bien, Lincoln Loud. ¡Eres mío y de nadie más!. Y jamás... Escúchame bien... JAMÁS, te voy a compartir con otra persona. ¡Mucho menos con esas perras!.
Mientras decía tan perturbadoras palabras, logré notar con gran resquemor, el inusual brillo de maldad; que sostenía en sus inquietantes ojos. Y mientras sonreía con elevada demencia, levantó la cabeza con bastante suavidad; y me susurró poco a poco al oido:
—Te voy a demostrar que ninguna de esas perras se puede comparar conmigo. Y que no existe nadie que te pueda complacer, como lo hago yo.
Una vez dijo eso, estiró su pequeña mano con asombrosa determinación; y la comenzó a meter dentro de mí acortada pantaloneta, hasta lograr apoderarse de mi palpitante verga.
Tan pronto tuvo mi duro miembro entre sus dedos, y sin dejar de mirarme fijamente a los ojos, Lola dió inicio a un inesperado movimiento de muñeca; que me dejó sin fuerzas para oponerme.
Lola me mantenía totalmente sujeto de mi sensible polla. Y a medida que me masturbaba con maestría, comenzó a deslizar su otra mano por gran parte de mi aplanado pecho; hasta lograr llegar a mis perceptivas bolas.
La sensación de ser masturbado por una mano distinta a la mía, no tenía la más mínima comparación. Y que esa otra mano fuese la de mi adorable hermana pequeña, tan solo incrementaba aún más; el impactante ardor que sentía por dentro.
En ese instante Lola era la indiscutida dueña de todo mi ser, y podía hacer conmigo lo que se le diera la gana.
Estaba gozando como nunca de las prolongadas caricias, que mi sonriente pareja me estaba propinando. Hasta que de manera repentina, Lola detiene su delgada mano con sorprendente tranquilidad; y tras comenzar a observarme con alucinante regocijo, me dice con extrema suavidad:
—Dime Linky... ¡¿Quieres que continue moviendo mi mano?!.
En ese instante me sentía tan ampliamente desesperado, que no era capaz de susurrar ni la más leve de las palabras. Así que no tuve más remedio que inclinar la cabeza con bastante lentitud, para comenzar a asentir de manera afirmativa.
—¡Eso pensé!. —replicó mi malvada acompañante, con una enorme sonrisa en su resplandeciente rostro.
Lola tenía el control absoluto de la situación, así que sin darle largas al asunto retomó el sube y baja que había detenido segundos antes; haciéndome gemir de infinito gusto.
Estaba gozando como nunca del desorbitante mar de sensaciones, que era provocado por mi diminuta acompañante. Y cuando pensé que sería prácticamente imposible el superar lo que sentía, Lola se sumerge muy calmadamente por debajo del agua, y comienza a deslizar mi pene en medio de los sonrosados labios de su boca. Hasta hacerme desvariar con absoluta intensidad.
La gran determinación que sentía mi hermana en ese instante, la llevó a superar cada uno de sus sistemáticos prejuicios; con tal de demostrar de una vez por todas, que era mejor que las mujeres ahí presentes.
Lola continuaba aferrada a mi desafiante pene, succionandolo con completa velocidad. Y solo se retiraba por limitadas ocasiones, para aspirar aire en la superficie.
Mientras sus labios se adherían completamente a mi venosa polla, podía sentir como su lengua comenzaba a serpentear en la cabeza misma de mi aturdido glande; haciéndome retorcer con innegable devoción.
Podía sentir con gran facilidad, el desbordante calor de su condensada saliva; así como la manera en la que sus estilizados labios, se aferraban a mi debilitado miembro con deseo.
Por instantes lograba palpar como la abertura generada por el diente que le hacía falta, rozaba reiteradamente el apabullante tronco de mi intranquilo pene; generándome un ligero ardor de lo más estimulante, que me era difícil de lograr explicar.
Entre más devoraba mi polla, mayor era la velocidad con la que mi endurecido miembro, se adentraba en su interior. Llegando a provocarle un sinfín de portentosas arcadas, cada vez que mi abultado glande, aruñaba su garganta.
A medida que pasaban los minutos, Lola me chupaba la polla con mayor exaltación. Y en una de esas inquietantes láminas, deslizó uno de sus pequeñas manos por dentro de mi pantaloneta; para luego rozar su dedo en mi trasero.
Aprovechándose de mi socavada resistencia, comenzó a chupar ferozmente mi palpitante verga; casi al tiempo en que presionaba su delgado dedo indice, por encima de mi temeroso ojete. ¡Esa maldita!.
A pesar de mi elevado malestar, no era capaz de apartarla de mi cuerpo. Por lo que al cabo de un par de minutos, y por extraño que pareciese; ya no me desagradaba tanto su colosal osadía.
Lleno de una inusual efervescencia en el cuerpo, y con el extremo de mi pene a punto de reventar, siento como Lola comienza a deslizar la electrizada punta de su lengua por todo el contorno de mi voluminoso glande; hasta hacerme tiritar con angustiante conmoción.
Cuando estaba cerca de venirme, Lola pasó su lengua por la punta misma de mi inflamado glande, e inmediatamente después le dió un leve mordisco con soltura; el cual me hizo delirar con apoteosico frenesí, hasta empezar a correrme en lo más profundo de su apretada boca.
Sus prolongados estímulos fueron mucho para mi, por lo que no tardé en sujetarla firmemente por su redondeada cabeza; justo antes de comenzar a liberar mis espesados chorros de leche, dentro su lujuriosos labios.
Podía notar como Lola me miraba fijamente desde abajo del agua, a medida que continuaba ordeñando mi afligido falo; con apoteósica desesperación.
Una vez que logró succionar hasta la última gota de mi burbujeante néctar, sacó su cabeza hacia la superficie, y se apartó tosiendo de mí lado; mientras un par de minúsculos chorros de mi más rebelde lefa, comenzaban a escabullirse por la comisura de sus labios, hasta ir a parar sobre su delicado cuello.
Al percatarse de lo sucedido, Lola no pudo evitar sonrojarse con soltura; mientras me miraba abiertamente con deseo.
A pesar del reciente espasmo que acababa de experimentar, en mi mente no dejaba de repetirse una y otra vez; la desenfrenada idea de introducir mi polla, justo en medio de sus acordadas piernas.
Fue así como llevado por tan inusual calentura, sujeté su torso con imponente delicadeza, y comencé a girar su delicado cuerpo muy suavemente hacia la pared; hasta lograr dejar sus empinadas nalgas, a la altura misma de mi tambaleante polla.
Una vez que estuvo en posición, comencé a deslizar mi mano por la cara interna de sus recortadas piernas; hasta lograr llegar a su prominente sexo.
Tan pronto Lola se percató de lo que hacía, tensó su cuerpo con indudable prontitud, y se mantuvo de lo más tranquila; mientras dirigía la mirada hacia un costado.
De ese modo, continué repasando mis alargados dedos sobre la delgada tela que cubría su intimidad; estimulando abiertamente su esponjosa abertura, hasta hacerla resollar.
A medida que toqueteaba sus voluminosos labios, logré notar con gran exasperación, la manera en la que mi enrojecida hermana pequeña; sacudía su intranquilo cuerpo con temor.
Lola estaba tan increíblemente aturdida, que ni siquiera era capaz de respirar con normalidad. Y entre más deslizaba mi travieso dedo por el centro mismo de sus inflamado labios, mayor era la vehemencia con la que se quejaba sin recato.
—Ohh, Lincoln... Me siento... ¡Mmm!. ¡Me siento rara!.
Podía ver la prolongada impaciencia que había en su rostro, cada vez que estimulaba la pequeña zanja que tenía en su sexo.
Lola estaba tan increíblemente exaltada, que no era capaz de dejar de temblar, cada vez que deslizaba la atrevida yema de mis esbeltos dedos; sobre la base misma de sus inquietantes piernas.
De un momento a otro, Lola no pudo seguir ocultando las cuantiosas sensaciones que se mantenía experimentando; y explotó en un mar de alucinantes alaridos, que difícilmente podía ocultar.
—¡Ohh, si, siií, Linky!. Ahí, ahí. Sobame la rajita. Sobame la rajitaaa.
Escuchar los entrecortados gemidos de placer, provenientes de mi temblorosa acompañante; llenaron mi cuerpo de una terrible agitación, que me tenía con la polla cada vez más engarrotada. Por lo que llevado por la ineludible desesperación, no tardé en deslizar mi dedo por un costado de su tanga; hasta lograr palpar directamente, los lubricados pliegues de su añorado sexo.
Al sentir la manera en la que mis inquietos dedos, hurgaban tranquilamente entre sus palpitantes labios; Lola abrió aún más sus consternadas piernas, para que continuase con mis efusivos movimientos.
—Me pica... ¡Mmmh!. ¡Me pica mi rajita!. No te atrevas... ¡Nghhh!. ¡No te atrevas a parar!. —decía esas sofocantes palabras; mientras estremecía su intranquilo cuerpo, con elevada intermitencia.
Al ver lo acalorada que se encontraba, introduje mi dedo poco a poco entre sus sulfurados labios; e inmediatamente después, me dispuse a masajear cada tramo de su aturdido sexo, hasta hacerla resollar.
A medida que mi dedo se perdía una y otra vez entre sus carnosos labios, el cuerpo de Lola temblaba con despampanante efusividad. Por lo que aprovechando su profunda desesperación, abrí sus apretados pliegues vaginales con gran velocidad; para lograr disfrutar de su replegado botoncito.
En el momento en el que la delgada yema de mi dedo, rozó su resguardada protuberancia, el cuerpo de Lola brincó con gran entrega; prácticamente como si hubiese recibido una portentosa descarga eléctrica en su sexo.
—¡Mmm, Mghhh... Nghjhh!. —protestaba fervientemente mi intranquila hermana, cada vez que mi decidido dedo se perdía entre sus labios.
Contemplar los continuos gemidos de Lola, para lo único que sirvió, fue para hacerme retorcer de agonía; cada vez que acariciaba su hendidura.
Para mi sorpresa, Lola no oponía ninguna clase de resistencia a mis efusivos movimientos; facilitando en gran medida, el ingreso de mis dedos dentro de su apretada cavidad.
El pequeño cuerpo de Lola me tenía tan increíblemente estresado, que de continuar así, estaba seguro de que me correría antes de metérsela.
Fue así como motivado por mi extraordinaria excitación, retiré mis sulfurados dedos de su coño; y giré su liviano cuerpo hacia mi lado, hasta lograr dejarlo frente al mío.
Mi polla estaba vibrando a más no poder. Por lo que llevado por la rozagante calentura, liberé rápidamente mi endurecida polla de su encierro, para luego comenzar a restregarsela con auténtico descaro; sobre el despampanante bulto que se le formaba entre las piernas.
Al sentir el contacto de mi miembro sobre la suave tela que cubría su intimidad, Lola no pudo evitar liberar un leve sollozo de placer; que nos hizo tiritar de absoluta alegría.
—¡Ooghhh!. —esbozó muy abiertamente mi aturdida hermana pequeña, mientras apretaba con rudeza sus cansados ojos.
Visiblemente extasiada, Lola se sujeta con firmeza de mis hombros, y rápidamente acerca su placentera boca a la mía; hasta concluir sus apasionados movimientos, en un ardiente beso consensuado.
En ese instante me sentía tan increíblemente acelerado, que no era capaz de controlar las prolongadas ráfagas de placer, que le daba a Lola sobre su apretada tanga.
De ese modo, y aprovechando la gran cantidad de gente que había a nuestro alrededor, no tardé en devolverle el beso con mayor intensidad; mientras apretaba con total entereza, sus erguidas nalgas.
En un principio podía sentir como el miedo de ser descubiertos, tensionaba notablemente su vibrante cuerpecito; impidiéndole en gran medida, el entregarse por completo a mis efusivas caricias. Pero luego de un par de besos, y sistemáticos movimientos, finalmente comenzó a relajarse, y a disfrutar de nuestro furtivo encuentro.
Pronto, mi lengua no tardó en comenzar a jugar con la suya, con mucha sensualidad y sin delicadeza alguna; haciendo que nuestros besos y caricias fuesen subiendo cada vez más de nivel, hasta hacernos olvidar de lo que ocurría a nuestro alrededor.
La temperatura de nuestros cuerpos estaba cada vez más elevada, y ni el agua de la piscina era capaz de apaciguarla. Estábamos tan increíblemente compenetrados, que tan solo era cuestión de tiempo, para lograr unir nuestros sensibles cuerpos; en la infinidad perpetua del pecado.
De un momento al otro, comencé a moverme muy lentamente sobre su voluminosa abertura; para tratar de disfrutar al máximo, de tan prolongada calidez.
A medida que se la frotaba, podía apreciar con gran detalle, la manera en la que Lola presionaba sus caderas de atrás hacia adelante; como intentado que mi punzante miembro, la perforase violentamente.
Luego de una serie de feroces movimientos, y un sinfín de contundentes sacudidas; finalmente había llegado el tan anhelado momento, de volver a unir nuestras almas en una sola.
Con las bolas cada vez más acalambradas, sujeté a Lola con descomunal firmeza, y rápidamente me dispuse a recorrer por un lado de la piscina; hasta lograr camuflar nuestros enrojecidos cuerpos, en un extremo del rincón.
Una vez que estuvimos resguardados, pegué su cuerpo contra la pared; e inmediatamente después, comencé a deslizar su tanga poco a poco hacia un costado; hasta lograr dejar expuesta, su sonrosada intimidad.
Fue así como besando a Lola con elevada firmeza, acomodé mi polla sobre su alucinante coño, para luego comenzar a ejercer una incesante presión justo en medio de sus apabullantes labios; hasta lograr adentrar mi verga, en lo más profundo de su alterado sexo.
—¡Mmm, Mmghh!. —renegó Lola con soltura—. Más despacio, Lincoln. Que me estás haciendo daño.
A pesar de sus delirantes palabras, no lograba contener la sistemática ola de portentosos corrientazos, que sacudían con soltura mi frágil pene. De ese modo, comencé a intensificar mis salvajes movimientos de cintura con completa libertad; hasta hacerla estremecer con mayor intermitencia.
—¡Ay, ay, Lincoln!. Más, mas... ¡Nghh!. Más despacio. ¡Nnghh!.
Al sentir el trágico modo, en el que mi afiebrado miembro se abría paso entre sus aturdidos pliegues vaginales, Lola comenzó a gemir sin recato alguno; como tratando de expresar, su inigualable excitación.
Al ver el elevado grado de conmoción del cual era presa, no tuve más remedio que sumergirla velozmente bajo el agua; para evitar llamar la atención, de quienes teníamos a los costados.
Una vez que estuvo bajo el agua, logré que observar con gran admiración, la manera en la que un sinfín de numerosas burbujas blancas; escapaban silenciosamente de sus perturbados labios.
Al momento de sacarla nuevamente a flote, Lola había recuperado gran parte de su recato perdido. Por lo que decidí volver a insertar mi furibundo pene en medio de sus lascivos labios, para volver a disfrutar de su inigualable calidez.
Sus entrañas eran una auténtica delicia. Y el estar penetrandola junto a tanta gente desconocida tan solo incrementaba más, mi ardor interior.
Poco a poco comencé a subir el vertiginoso ritmo de mis efusivos movimientos. Hasta que comencé a sentir la renuente manera en la que mis entumecidas bolas, chocaban insistentemente contra el apretado sexo de mi jadeante pareja.
A medida que me adentraba en su interior, Lola chillaba con auténtico malestar; llamando inevitablemente la atención, de quienes teníamos a nuestro lado. ¡Rayos!.
Fue así como cargado de una colosal incertidumbre, giré la mirada levemente hacia un costado; hasta lograr darme cuenta con total incredulidad, de la manera en la que par de hombres, nos miraban con completa fijación.
Esas dos personas permanecían de lo más atentas, a cada uno de mis despiadados movimientos. Y en lugar de decirme algo, me sonrieron con ligera aceptación; e inmediatamente después, se dieron vuelta en frente nuestro, para evitar que alguien más nos llegase a observar.
Con mis nuevos compañeros haciendo guardia, me dispuse a taladrar el suave coño de mi intranquila hermana; hasta hacerla resoplar con fastuosa brutalidad.
Escuchar a Lola gemir, me tenía absolutamente perturbado; así como con unas terribles ganas de liberar gran parte de mi grumosa esencia, en lo más profundo de su apretado cuerpo. Pero antes de hacerlo, decidí incrementar aún más mis efusivos movimientos; para lograr apaciguar, el delirante goce de su cautivante sexo.
El interior de Lola se sentía tan ampliamente reconfortante, que podía palpar con gran facilidad, la manera en que sus atrevidas paredes vaginales; se aferraba a mi vigoroso miembro.
Lola estaba tan increíblemente acelerada, que ni siquiera era capaz de mantener sus bonitos ojos abiertos; y en lugar de pedirme que parase, se aferraba cada vez más a mí debilitado cuerpo, utilizando sus filosas garras como apoyo.
A medida que escarbaba entre sus erizadas piernas, mayor era fuerte descontrol que se apoderaba de nuestros sensitivos cuerpos.
En ese momento, mi cabeza era un completo desastre. Y en lo único en lo que podía pensar, era en salpicar hasta el último chorro de mi fabulosa esencia; dentro de sus placentera intimidad.
De esa manera, le enterré la polla hasta la base misma de mis chispeantes bolas, y me dispuse a incrementar cada uno de mis sistemáticos movimientos; con el único fin de correrme en su interior.
Pero justo en el instante en el que me acercaba al tan anhelado clímax, siento como un par de gotas de la más ligera lluvia; comenzaron a caer sobre mi desprevenido rostro. Y al levantar la mirada con recelo, me percato de la manera en la que nuestra expectante madre, se mantenía sentada a un par de metros de nosotros; observandonos fijamente.
¡¿Acaso habrá visto lo que habíamos estado haciendo?!. ¡Rayos!.
Al ver la manera en la que nos miraba sin recato, el miedo se comenzó a apoderar rápidamente de mis nublados pensamientos.
Y se hizo más fuerte aún, cuando me percaté con descomunal nerviosismo, de la manera en la que se puso de pie; y comenzó a caminar lentamente hacia nosotros. ¡Era el fin!.
Nuestra madre se dirigía hacia el lugar en donde nos encontrábamos, con la mirada perdida y el rostro bastante serio. Por lo que al tenerla prácticamente encima, detuve cada uno de mis prolongados movimientos; pero sin sacar mi pene del interior de Lola.
De un momento a otro, Rita se para justo en frente de nosotros; y tras mirarnos fijamente, nos dice con absoluta seriedad:
—Salgan ya del agua niños, que no falta mucho para que empiece a llover.
Al terminar de escuchar sus espontáneas palabras, el alma me volvió lentamente al cuerpo. Por lo que llevado por la inocultable adrenalina que sentía en ese momento, decidí protestar con gran decisión; para lograr soltar mi furibundo semen, en el placentero interior de mi aterrada acompañante.
—Pe-Pero mamaaá... ¡Déjanos un rato más!. Mira que aún es temprano.
—¡Nada de peros, Lincoln!. —refutó rápidamente mi acelerada madre—. Salgan de una buena vez del agua, que debemos irnos antes de que llueva más fuerte.
No podía creer lo que estaba pasando. Tenía que comenzar a llover, justo en el instante en el que estaba a punto de lograr correrme.
Lola permanecía de lo más paralizada y en absoluto silencio, mientras mi más punzante miembro, se mantenía alojado en lo más profundo de sus entrañas. Y por lo tenso que permanecía su cuerpo, estaba mucho más que seguro, de que también le faltaba poco para lograr correrse.
De un momento al otro, Rita inclinó su cuerpo con enorme suavidad. Y tras tomar a Lola por sus axilas, procedió a tirar decididamente de ella; hasta lograr sacarla de la piscina. ¡Raaayos!.
Ya sin mayores cosas por hacer, retiré mi polla del cálido interior de Lola, e inmediatamente después, oculté mi miembro con increíble velocidad; mientras veía la manera en la que mi temblorosa hermana pequeña, se alejaba poco a poco de mi lado.
De repente, el cielo se oscureció casi por completo, y la lluvia comenzó a incrementarse de manera significativa; obligándonos a aceptar con gran aflicción, que nuestro sensacional día de piscina... Había llegado a su fin.
Cabizbajo, me dirigí lentamente hacia el lugar en donde se encontraba el auto. Y al llegar ahí, logré notar con gran detalle, la manera en la que mis aceleradas hermanas aparecieron corriendo de todos lados; para evitar mojar las ensanchadas prendas de colores, con las que cubría sus llamativos trajes de baño.
Cuando finalmente estuvimos todos reunimos, conseguí observar con gran admiración, como varias de mis hermanas habían llegado en compañía de sus amigas; para ayudarles a escapar de tan inoportuna tempestad.
Si bien camiónzilla era relativamente grande, no parecía tener suficiente espacio en su interior; como para albergar a tanta gente. Y es que junto al auto se encontraban Dana, Tabby y Carol Pingrey; quienes permanecían a la espera de que las alejasemos de tan sombrío lugar.
Al ver todo el desorden que predominaba junto al vehículo, Rita intervino con gran decisión; para tratar de organizar las cosas, antes de que se salieran de control.
—Niños... ¡Presten mucha atención!. Debemos acomodarnos lo más rápido posible, para lograr salir cuanto antes de este lugar. ¡De prisa!. Que los más grandes carguen a los más pequeños.
Tan pronto escuché a Rita dar esa orden, mi mente se iluminó con gran celeridad. Por lo que en fracciones de segundo tomé a Lola por el brazo, y la halé decididamente hacia mí lado; para lograr echarle mano, durante el viaje de regreso.
Y aunque en un principio Lola se enfureció con la simple idea de que la tuviesen que cargar, no tardo en cambiar la irritada expresión que mantenía en su rostro; luego de darse cuenta de las ilimitadas posibilidades, que tendríamos de camino a casa.
Una vez que nos pusimos de acuerdo con la mirada, decidimos ir en busca de un lugar lo suficientemente tranquilo; que lograse garantizar, cada uno de nuestros animados movimientos.
Nuestra idea inicial era la de sentarnos en la fila del fondo, para lograr estar alejados del radar de nuestros padres. Pero por desgracia, esas sillas fueron rápidamente ocupadas por Lori y sus amigas; quienes mantenían cargándo a Lynn y a Lisa, en contra de su voluntad.
Lo mismo ocurrió con las bancas del medio. Las cuales fueron invadidas de un instante al otro por Luan, y Luna; así como por su extraña amiga Tabby.
Al ver lo rápido que se llenaban esos lugares, no tuvimos más alternativa que sentarnos detrás de nuestros padres. Y una vez ahí, Lola tomó a su hermana gemela decididamente por el brazo; y la sentó junto a nosotros. Dejando un único lugar libre en la esquina opuesta del auto; el cual no tardó en ser ocupado por Leni, quien decidió llevar a Lucy en su regazo.
Tan pronto estuvimos acomodados, partimos muy lentamente con rumbo a la ciudad; mientras veíamos con completa resignación, el modo en el que nos alejabamos de la piscina.
Al mirar por la ventana, podía ver con gran detalle, la manera en la que las ennegrecidas nubes presentes en el horizonte, comenzaron a bloquear de forma apresurada; los debilitados rayos de luz natural. Sumergiendo el resto de nuestro agobiante camino, bajo una inquietante penumbra.
Aprovechando la naciente oscuridad que predominaban en la camioneta, posé mis impacientes manos sobre las delgadas piernas de mi hermana; e inmediatamente después, comencé a deslizarlas de manera ascendente, hasta lograr ocultarlas por debajo de su pequeña falda.
A medida que avanzábamos, el auto se iba sumergiendo cada vez más, en la tormentosa penumbra que había en el camino. Y lo único que se podía escuchar en tan agónico trayecto, era el consistente sonido de la lluvia; cada vez que impactaba contra el duro techo de la camioneta.
Para mí sorpresa, la mayoría de mis hermanas lucian tan ampliamente agotadas, que ni siquiera tenían ánimos de protestar; lo cual facilitaba en gran medida, el tormentoso silencio que predominaba en el interior.
Al cabo de unos cuantos minutos, logré posar la temblorosa punta de mis esbeltos dedos, sobre la cálida abertura de mi impaciente hermana pequeña.
Lola estaba tan increíblemente sensitiva, que al momento de deslizar mi hábil dedo por la comisura misma de su ceñido coño; no fue capaz de controlar los vertiginosos embates de placer, que arremetían contra su inocente cuerpo.
Podía sentir con gran detalle, la elevada calidez de su esponjosa abertuta; así como la desbordante humedad, que se incrementaba con cada uno de mis fervorosos movimientos.
Aprovechando que su arrugada falda, lograba cubrir cada una de mis ansiosas manos, deslicé mis dedos por debajo de su tanga; hasta lograr adentrarme con total velocidad, justo en medio de sus aterciopelados labios.
El interior de Lola se sentía tan cálido y acogedor, que no era capaz de respirar con normalidad.
Luego de sentir mis alegres roces en su concha, Lola inclinó su dorada cabellera hacia atrás. Y tras arquear su reducido cuerpo con soltura, se dispuso a liberar un aplacado gemido de placer; que me hizo palpitar la polla, con agobiante intensidad.
—¡Jaaaahhhhh!.
Su dulce gemido retumbó con tal docilidad, que hizo que tanto Lana como Lucy, volteasen sus asombrados rostros hacia el lugar en donde nos encontrábamos; para luego comenzar a observarnos, con inusitada fijación.
En pocos segundos su delicada raja se comenzó a inundar en un vertiginoso mar de apacibles fluidos, que comenzaron a deslizarse por gran parte de sus recortadas piernas; hasta hacerla enloquecer con absoluto descontrol.
¡Ya no aguantaba más!. La fuerte excitación que sentía en ese momento, me tenía con el cuerpo totalmente acalambrado; y con el tormentoso ritmo de mi inquieta respiración, cada vez más comprometido.
Fue así como llevado por la ineludible desesperación, saqué mis dedos de su ceñida abertura; e inmediatamente después, le hice un par de señas para que levantase sus caderas. Con el único objetivo, de lograr sacar mi polla.
Al percatarse de mis morbosas intenciones, Lola levantó muy lentamente su apretada cinturita; hasta lograr apartar su transpiranda existencia, de mi punzante regazo.
Con mi miembro en libertad, apartó su tanga hacia un costado. Y tras comenzar a respirar con majestuosa intermitencia, sujetó mi verga con su otra mano; y la ubicó con mucho cuidado, justo en medio de sus aceitados labios.
Al tener nuestros oscilantes sexos cada vez más cerca, podía contemplar con gran detalle, la manera en la que su ajustada entrepierna; envolvía mi electrificada polla con ferocidad.
El interior de Lola se sentía tan particularmente acogedor, que me tuve que concentrar durante varios segundos; para evitar correrme antes de tiempo.
Luego de palpar el intenso ardor que provenía de su ajustada vagina, tomé a Lola suavemente de sus caderas. Y tras besar su delgado cuello con soltura, comencé a tirar de su agitado cuerpo hacia abajo; hasta lograr desaparecer mi polla, en medio de sus sudorosas piernas.
Percibir a mi afiebrado pene en su interior, mientras permanecimos rodeados por cada uno de los integrantes de la familia; tenían el enardecido coño de mi hermana, cada vez más tenso y humedecido. ¡¿Será acaso que muy en el fondo, le excitaba la idea de ser descubiertos?!.
Justo en el instante en el que mi oscilante pene, era devorado despiadadamente entre sus hambrientos labios, Lola intento contener sus descontrolados movimientos con locura; para evitar llamar la atención de los demás.
Aunque era muy difícil de su parte, ya que su cuerpo estaba sumergido en un apoteósico mar de abrumadoras sensaciones; que le impedían ocultar su extraordinaria excitación.
Al ver ma forma en la que sacudida su cuerpo, giré rápidamente mi aterrada mirada hacia un costado. Y una vez que lo hice, logré apreciar con gran detalle, la manera en la que Lana y Lucy se mantenían con la mirada puesta sobre nosotros; mientras nos observaban con completa fijación.
Tanto Lana como Lucy permanecían con la mirada claramente inamovible, y en sus rostros se evidenciaba una extraña mezcla entre rabia y envidia. Por fortuna Leni estaba tan increíblemente mareada, que era incapaz de darse cuenta de lo que ocurriese a su alrededor.
Llevado por la agitación, comencé a penetrar a Lola con mucha más intensidad; y lo continúe haciendo durante varios minutos más, hasta hacerla retorcer con devoción.
De un momento al otro, Lola gira su cabeza hacia mí lado; y tras acercarla lentamente a mi oído, me susurra poco a poco:
—Más despacio Linky, que nos pueden descubrir.
En ese instante, la voz de Lola me resultaba la más sexy del mundo; pero a pesar de sus directas palabras, no era capaz de aminorar mis movimientos.
Aprovechando que el cuerpecito de Lola no pesaba tanto, podía suspenderla a mi completo gusto. Por lo que continúe ensartandola con mucha más tenacidad; y sin tener que apaciguar mi extasiados movimientos. ¡Que felicidad!.
De repente, el vertiginoso ritmo de mis salvajes embestidas, se fue incrementando notablemente; debido a los numerosos huecos destapados, que existían sobre el camino.
A medida que avanzábamos, podía sentir la despiadada manera en la que mi adolorida estaca, se adentraba violentamente en el rozagante coño de mi nerviosa hermana pequeña; cada vez que nuestro acelerado vehículo, incrustaba sus llantas dentro de algún agujero.
Estábamos tan eufóricos y compenetrados, que ni siquiera éramos capaces de ocultar nuestras más lascivas intenciones.
Al estar tan cerca, Lana no perdía detalle alguno de nuestro efusivo encuentro. Y aunque permanecía ligeramente calmada y en absoluto silencio, en su rostro se evidenciaba con increíble claridad; las desorbitantes ganas que tenía, de ocupar el lugar de su gemela.
Con el pasar de los minutos, y al ver el complacido rostro de su jadeante hermana menor, Lana no pudo continuar soportando las tormentosas ráfagas de sensaciones que bombardeaban su afligido cuerpecito. Por lo que cargada de un sofocante arrebato, no tardó en protestar con evidente notoriedad:
—¡No es justo!. —gritó Lana con locura, casi al tiempo en que batía sus pequeños brazos con desesperación—. Yo también quiero que Lincoln me cargue.
Lana quería disfrutar de la placentera cabalgata, que le estaba propinando a su extasiada gemela. Pero Lola, quien ya estaba en su límite; no estaba dispuesta a bajarse una vez más de mi polla, sin haber logrado terminar.
Abrumado por tan insólita situación, continúe intensificando mis prolongados movimientos en el interior de mi erizada pareja; para trata de correrme lo antes posible.
Pero justo cuando pensé que la cosa no pasaría de una simple pataleta, comencé a observar con absoluta incredulidad, la manera en la que Lana se abalanzaba fervientemente sobre el desprevenido cuerpo de su gemela; para intentar apoderarse de su lugar.
—¡Ya es suficiente Lola!. —renegaba Lana con demencia—. Es mi turno de estar sobre Lincoln.
—¡Ni siquiera lo pienses!. —replicó Lola con enojo—. Yo llegué primero, y por nada del mundo me pienso mover de aquí.
Las gemelas estaban protagonizando otra de sus clásicas peleas territoriales. Por lo que el resto de mis cansadas hermanas, ni siquiera se dignaron en tratar de intervenir.
De un momento a otro, y ante el bochornoso escándalo que estaban protagonizando, la que apareció rápidamente fue Rita; para ponerle fin a tan molesta discusión.
—¡¿Pero que rayos les pasa, niñas?!. Porqué tanto alboroto. —replicó nuestra enojada madre, con el rostro rojo por el escándalo—. Si no se comportan, no volverán a venir con nosotros.
La reciente amenaza impuesta por Rita, fue tan increíblemente precisa, que apasiguó el deseo autodestructivo de las gemelas; dejándolas quietas en los lugares que venían, y con limitadas intensiones de continuar con su batalla.
Al ver como las gemelas se calmaron momentáneamente, Rita volvió a su posición habitual; aunque en ocasiones volteaba la cabeza hacia nuestros lugares, para comprobar que todo siguiese en orden.
En el instante en que nuestra furiosa madre volvió a colocar su agitada vista al frente, volví a enfocar cada una de mis desbordantes energías; en tratar de retomar mis prolongadas embestidas, sobre el apacible coño de Lola.
Pronto, volví a penetrarla a un ritmo tan absolutamente demoledor, que no tardé en sentir un desmedido cosquilleo en la base misma de mi furibundo falo; que me tenía con el cuerpo mismo, a punto de claudicar.
Sin darme cuenta, había llegado al inevitable límite de mi copiosa resistencia. Y al parecer no era el único, ya que Lola se encontraba con la piel bastante enrojecida; y con cada uno de los dorados vellitos de su alterado cuerpo, completamente erizados.
Decidido a inundar sus sofocantes entrañas, deslicé mi mano por debajo de su tanga. Y a medida que la iba penetrando, comencé a estimular su pequeño botoncito; hasta hacerla resollar, con innegable ferocidad.
—¡Ohh, Ohhh!. ¡Mmm!. ¡Mmghh, Nghhh!.
Lola ya no podía continuar ocultando, todo el ardor que sentía en su cuerpo. Por lo que llevada por la fulminante calentura que envolvía su cuerpo, inclinó su espalda muy lentamente para atrás; hasta lograr posarla sobre mi agitado pecho.
Lola estaba tan ampliamente afectada, que ni siquiera era capaz de moverse con normalidad. Fue así como aceleré el compás de mis enérgicas estocadas, para lograr correrme cuanto antes, dentro de su ajustada raja.
De un instante al otro, Luan asoma su cabeza por un costado. Y tras posar su somnolienta mirada sobre la nuestra, nos pide que dejásemos de sacudir tanto la silla; para que pudiese dormir.
Estando en ese punto, se me hacía realmente difícil el lograr controlarme. Por lo que llevado por la fuerte excitación que se blandía por mis venas, me dispuse a besuquear su delicado cuello, y a estimular fervientemente su lubricada hendidura; teniendo cuidado de no volver a llamar la atención.
Después de unos incesantes segundos, acerqué mi mano libre a la boca de Lola, y le puse uno de mis alargados dedos sobre sus labios; el cual comenzó a chupar de manera fervorosa. ¡Estábamos tan cerca del final, que no éramos capaces de pensar en otra cosa!.
De repente, pudimos escuchar como nuestro padre mencionaba que se venía la peor parte del camino; lo cual era mucho más que ideal, para lograr culminar nuestro apasionado encuentro.
En el instante en que el auto comenzó a sacudirse con mayor brutalidad, sujeté nuevamente a Lola por sus frágiles caderas, y le enterré la polla lo más profundo que pude. Para luego comenzar a acribillarla con auténtica desesperación, como si mi vida dependiera de ello.
A medida que el auto iba brincando, mi pene se mantenía perforando el chapoteante interior de Lola; hasta lograr arañar su delicado útero.
Contemplar el modo en el que mi pequeña hermana rubia, rebotaba abiertamente sobre mi intranquila entrepierna, me tenían con la sangre mucho más que burbujeante; y con cada tramo de mi adolorido miembro, cargado de una inusual excitación.
En ese ajetreado instante, estaba completamente fuera de mi. Y por más que la penetraba, no lograba liberar todo el semen que tenía acumulado en las bolas; lo cual me generaba un agudo dolor, que me estaba carcomiendo por dentro.
Cuando finalmente llegó la peor parte de la vía, nuestros cuerpos no pudieron continuar soportando las terribles sacudidas a las que se habían visto envueltas; y explotaron en un vertiginoso mar de inquietantes percepciones, que estuvieron a punto de hacernos desfallecer.
—¡Ay, ay, Lola!. ¡Ay, Aayyyy... Mmmm!. –le susurraba fervientemente al oído; mientras estremecía sus delgadas caderas, cada vez con mayor aceleración.
—¡Aahh, Aaghhh!. ¡Mmm!. ¡Mghhh!. —resoplaba incesantemente mi trastornada hermana pequeña; a medida que batía sus reducidos brazos, con apabullante desesperación.
Nuestros orgasmos fueron tan violentos y desproporcionados, que no tardaron en llamar la atención de nuestra vigilante madre.
Fue así porque en cuestión de segundos, Rita dió media vuelta en su silla, para tratar de comprobar de primera mano; a que se debían los incesantes jadeos liberados, por su agitada hija.
—¡¿Que ocurre, cariño?!. ¿Te sientes mal?. —preguntó atentamente nuestra intranquila madre, con la mirada puesta sobre el enrojecido rostro de la pequeña rubia.
—¡No... No pasa nada mami!. Es solo que sin querer, choqué mi nuca contra la enorme cabezota de Lincoln. ¡Mmm!. ¡Pero ya estoy bien!.
La velocidad mental con la que generalmente reaccionaba Lola, siempre me había parecido de lo más cautivante. Con razón era tan hábil, a la hora de manipular a los demás.
La sencilla explicación emitida por Lola, fue tan clara y contundente, que sirvió para convencer a nuestra intranquila madre; de que todo estaba en orden.
Fue así como en cuestión de segundos, volvió a girar su tranquila cabeza al frente; dejándonos con los cuerpos temblorosos, y completamente agotados.
El brutal orgasmo al que tan repentinamente nos estábamos enfrentando, resultó ser tan fuerte y perturbador; que era capaz de hacernos estremecer, con el más simple roce de nuestros cuerpos.
Lola permanecía con la cabeza completamente apoyada sobre mi cuerpo; mientras luchaba con enorme fijación, por tratar de tomar aire por su pequeña boca. Mi malvada hermanita había quedado tan ampliamente trastornada, que ni siquiera era capaz de apartarse de mi lado.
Al terminar de correrme, mantuve mi polla totalmente alojada en medio de sus esbeltas piernas; mientras sentía con enorme claridad, la manera en la que mi abundante semen, se abría camino en su sensible interior.
Mi genial corrida había sido tan brutal, que estaba seguro de que había llenado por completo; la ceñida vaginita de mi jadeante hermana. Por lo que tan solo era cuestión de tiempo, para que comenzase a resumirse de sus esponjosos labios.
Luego de unos cuantos minutos más, Lola no pudo continuar soportando el vertiginoso cansando que habitaba fervientemente en su intranquilo cuerpo; y se quedó dormida sobre mi agitado pecho. Y mientras dormía, aproveché la oportunidad para darle un cálido beso sobre un costado de su cabeza; seguido de un reconfortante abrazo con deslumbrante ternura, para que lograse dormir con mayor tranquilidad.
Aún faltaba camino por recorrer. Y mientras veía la reconfortante forma en la que las numerosas gotas de lluvia, caían plácidamente por la ventana; no pude evitar posar mi extasiado rostro junto al de mi angelical hermanita. Mientras sentía la manera en la que mi semi erecto miembro, se apartaba poco a poco de su placentero interior. ¡Que feliz me sentía!.
De un momento a otro, mi tranquilidad se vió claramente interrumpida por una feroz cachetada; la cual me impactó de manera repentina en la parte más baja de mi rostro, hasta hacerme retorcer de infinito dolor. ¡¿Pero que rayos?!.
Al voltear la mirada, pude ver a Lana con la mano estirada, regocijandose por el duro golpe que me había suministrado. Luego de lo cual, acerca su molesto rostro al mío, hasta permitirme contemplar la innegable calidez, que emanaba de su pequeña boca; y una vez ahí, me susurra con enorme fijación:
—Eso fue tan solo un adelanto por haber escogido a Lola en lugar de a mi... ¡Cuando lleguemos a casa ajustaremos cuentas!.
De continuar así, estaba más que seguro de que tarde o temprano, mis hermanas terminarían acabando conmigo. Aunque pensándolo bien... ¡No sería una terrible forma de terminar!.
A pesar de las fuertes molestias que sentía Lana, y de las terribles consecuencias que de seguro me esperarían en casa; no me cambiaba por nadie.
Acababa de pasar una de las mejores tardes de mi vida; y sin importar lo que aconteciese después, estaba mucho más que seguro... ¡De que no la olvidaría jamás!.
