IV
A la mañana siguiente, Harry se despertó en una cama. Una cama de verdad, con una almohada de verdad y con sábanas.
Al principio, pensó que la cama debía ser de Dudley. Una vez, cuando Harry había sido olvidado en casa, se había acercado a la cama de Dudley para ver cómo era dormir en una, solo que esto se sentía diferente. Harry abrió los ojos y buscó sus anteojos, que estaban doblados sobre una cómoda junto a la cama. Cuando Harry se los puso, vio una zorra plateada.
Lo había estado observando, pero al ver que Harry estaba despierto, el animal se volteó y trotó a través de la pared.
Esta definitivamente no era la cama de Dudley.
Harry se levantó de un salto y se dio cuenta de que tampoco llevaba su propio pijama. Aunque él ni siquiera tenía pijama, solo unos viejos pantalones cortos y, a veces, los que heredaba de Dudley. Pero esta era un pijama real: suave, cálido y de algodón. Blanco, con rayas azules. El señor Malfoy debió habérselo puesto, y presa del pánico, Harry recordó a los viejos malos, pero estaba más preocupado por la cama, en la que no debería haber dormido. Le había dicho al señor Malfoy, Draco, que se quedaría en una alacena, y Harry no sabía cómo había llegado a la cama, pero definitivamente había dormido en ella.
A toda prisa, Harry trató de ordenar las sábanas, acomodando la almohada. Se preguntó si habría un hechizo para tender la cama, luego se preguntó si todas esas cosas que recordaba del día anterior eran reales. Draco había hecho un pastel mágico, Dudley tenía treinta y un años y Harry podía hacer magia, tenía una varita. Draco le había dicho que siempre debería tener su varita a la mano, y Harry la estaba buscando frenéticamente cuando alguien llamó a la puerta.
Harry miró hacia arriba. Estaba en una habitación pequeña con una sola ventana. La cama estaba en el medio de una pared y la puerta a la que llamaban estaba en la pared de enfrente. A la derecha de la puerta había un armario con un gran cuenco y una jarra encima; a la izquierda había una cómoda y otra puerta. Estaba en un dormitorio y la segunda puerta era el armario, supuso Harry.
—¿Harry? —Dijo una voz al otro lado de la puerta. Estaba amortiguada, pero sonaba como Draco.
Por un momento, Harry consideró seriamente esconderse en el armario.
—Uhm, ¿sí? —Respondió en cambio.
—¿Te importa si entro? —Preguntó Draco, y eso se sintió extraño. A Harry nunca nadie le había preguntado algo así.
—¿Sí? —Contestó Harry— Quiero decir, no. Quiero decir, ehm, está bien.
La puerta se abrió, y todo pensamiento de que lo que había sucedido ayer era solo producto de su imaginación, voló de la mente de Harry. Draco estaba allí, luciendo extremadamente real, y Harry sabía que no podía imaginar a nadie que se pareciera a él.
—¿Dormiste bien, Harry? —Preguntó Draco.
—No sé cómo llegué aquí —espetó Harry.
—Yo te traje —dijo Draco.
—No fue mi intención dormirme en la cama.
—Harry —Draco frunció el ceño—, yo te puse en ella.
—¿De quién es la cama?
—Es mía. Yo estaba en el laboratorio.
Los ojos de Harry se agrandaron. Draco no solo lo había dejado dormir en una cama, sino que esa era su cama y… Harry miró furtivamente las sábanas arrugadas. Realmente no había hecho un buen trabajo en tratar de ordenarlas. Esperaba que Draco no se diera cuenta.
—Y… ¿qué hay de esto? —Tiró del pijama.
—Transfiguré tu ropa en pijamas. Muggles… usan pijamas, ¿no? —Preguntó Draco con incertidumbre.
Draco no lo había cargado hasta allí, Harry se dio cuenta tardíamente. Habría usado magia.
—Sí, nosotros- ellos usan pijamas —dijo Harry.
—Bien. No sobresalí en Estudios Muggles, pero no pensé que hubiese fallado tan estrepitosamente —Draco abrió aún más la puerta—. He preparado el desayuno, por si tienes hambre.
Con los ojos muy abiertos, Harry siguió a Draco hacia la puerta. El dormitorio se abría al laboratorio que había en la planta baja, lo que a Harry le pareció extraño, con la cocina en el piso de arriba, pero luego pensó en las múltiples chimeneas que había en la planta baja. Quizás las cosas se organizaban de otra manera porque el apartamento tenía un laboratorio. O tal vez los pisos mágicos fueran diferentes. Al subir las escaleras, Harry pudo oler el aroma a tocino que provenía desde la cocina, y trató de no subir las escaleras tan rápido para evitar chocarse con Draco.
En la cocina, los huevos se volteaban en una sartén sobre la olla, mientras que las naranjas se estrujaban en una jarra. El tocino chisporroteó en otra sartén al lado de los huevos, y trozos de pan flotaron sobre las llamas, tostando. Sobre la mesa había leche y mermelada y el sol entraba a raudales a través de las cortinas azules. Harry pensó que nunca había visto nada tan bonito.
Cuando Harry se sentó en la mesa, la comida comenzó a volar hacia un plato frente a él. Draco se sentó en una silla frente a él, con la comida sirviéndose en su plato también. Todo olía delicioso. Draco desdobló una servilleta y la puso en su regazo, así que Harry lo imitó. Luego Draco sirvió un vaso de jugo de naranja con su varita, para luego dirigirlo hacia donde estaba Harry. Draco se sirvió otro vaso y tomó un tenedor. Harry también tomó un tenedor.
—¿Puedo comer? —Dijo Harry, tratando de no sonar demasiado emocionado.
—Sí, Harry —dijo Draco—. Puedes comer.
Harry comenzó a comer ansiosamente.
—Solo no comas demasiado —agregó Draco.
—No lo haré —respondió Harry, con la boca completamente llena.
—Ahora sé de dónde sacaste esos modales en la mesa —dijo Draco, cortando sus huevos antes de comer cualquier cosa.
¿Qué modales en la mesa? Harry quiso preguntar, pero estaba demasiado ocupado comiendo. Todo sabía absolutamente fantástico, y Draco le mostró un hechizo que podías usar para untar el pan con mantequilla y para ponerle mermelada. El tocino, para decepción de Harry, estaba en un plato en medio de la mesa, y no había flotado directamente hacia su plato, como habían hecho las tostadas y los huevos.
—Nunca me contaste cómo dormiste —dijo Draco, después de que Harry se comió dos huevos enteros y una tostada con mantequilla y mermelada.
—Genial —dijo Harry, con la boca llena de tostadas.
—¿Sin pesadillas?
—No —Harry tomó otra tostada—. Nunca había dormido en una cama antes.
El tenedor de Draco hizo ruido al caer sobre plato. Harry supuso que quizás los modales de Draco en la mesa tampoco eran perfectos, ya que estaba tirando cubiertos en su plato. O tal vez sabía de aquella vez en la que Harry había dormido en la cama de Dudley.
—Quiero decir que nunca me lo permitieron —dijo Harry—. ¿Puedo comer el tocino?
—Harry —dijo Draco, sonando tan molesto que Harry miró hacia arriba, con la boca llena de tostadas.
Draco tenía una expresión terriblemente angustiada en su rostro. Quizás los modales de Harry en la mesa eran muy malos de verdad. O tal vez no le iba a permitir comer tocino después de todo.
—Toma el tocino —dijo Draco—. Toma- Harry, toma todo el tocino.
Allí había seis tiras de tocino. Harry miró del plato de nuevo a Draco, quien todavía se veía terriblemente angustiado.
—Dijiste que no comiera demasiado —le dijo Harry.
—¿Dónde dormías? —Preguntó Draco—. Si tú- si tú- si no dormías en una cama.
Harry comió otro bocado de su tostada, le respondió con la boca llena.
—Tengo un saco para dormir. ¿Estás seguro de que puedo comerme todo el tocino? —Aunque Harry lo tomó, vaciló.
—Estoy seguro —contestó Draco, empujando el plato de tocino más cerca a Harry.
Harry apuñaló una rebanada con su tenedor, puso el tocino en su plato y comenzó a cortarlo.
—Lento, Harry.
La voz de Draco era tan baja y áspera que Harry lo miró sorprendido, con la boca llena de tocino, pero Draco ya estaba de pie, recogiendo su plato y separándose de la mesa. Harry supuso que Draco ya no tenía hambre.
Durante unos minutos, Draco estuvo fregando los platos, aunque con un Scourgify no habría tardado tanto. Quizás este no servía para lavar platos. Draco estaba de espaldas a Harry mientras Harry comía el tocino, pero al final Draco se dio la vuelta y dijo:
—Te transfiguraré algo de ropa mientras te duchas. Tú- te permiten ducharte, ¿verdad?
—Sí —dijo Harry, frotando el tocino alrededor de su plato para untarle mermelada—. ¿Qué? ¿Acaso los magos no pueden?
—Los magos sí pueden —dijo Draco, sonando muy aliviado por eso.
Después del desayuno, Draco no dejó que Harry ni siquiera lavara su plato, le echó un Scourgify y luego lo guardó. Si podía dejar los platos limpios así de fácil y rápido, Harry no entendía por qué Draco había tardado tanto tiempo antes en hacerlo, pero pensó que era mejor no discutir. Después de eso, Draco le dio un par de toallas y luego dejó a Harry en el baño, diciendo que pondría la ropa nueva allí con un hechizo.
Como nadie se había acabado toda el agua caliente antes de que él pudiera si quiera entrar al baño, se dio una buena ducha y, efectivamente, cuando salió de la ducha y se puso sus gafas, vio que la ropa estaba allí, doblada, en el asiento del inodoro. Como nunca había tenido ropa que le quedara antes, Harry nunca se había preocupado demasiado por ella, pero estas eran muy bonitas. Los pantalones marrones se sentían suaves y resbaladizos a la vez, y el jersey gris verdoso no estaba caliente ni rasposo. Harry estaba avergonzado de que Draco también hubiera tenido que hacerle ropa interior mágica, pero estaba agradecido por ello. Estaba limpia y por primera vez era de su talla, así que era realmente la mejor ropa interior que había tenido alguna vez. Draco había dejado calcetines y zapatos, así que Harry se los puso también.
Una vez vestido, Harry sintió que se veía un poco tonto, como Dudley preparándose para una de esas fotos que la tía Petunia le había tomado con su uniforme de Smeltings. Aun así, estar con ropa hecha especialmente para él se sentía muy bien, y Draco era bastante elegante. Mirándose al espejo, Harry trató de peinarse el cabello mojado y rebelde, solo para verse menos como el vagabundo que tía Petunia decía él que era.
Cuando Harry salió del baño para dirigirse a la cocina, Draco no estaba allí, pero la zorra plateada estaba sentada afuera de la puerta.
—Uh, hola —dijo Harry, sintiéndose un poco tonto al hablar con ella cuando era incorpórea, (eso significaba que podía atravesarla con la mano, eso había aprendido). La zorra trotó hacia la puerta que conducía a la sala de estar, lo que a Harry le pareció un poco extraño ya que había visto que ella podía atravesar las paredes. Adivinando que el patronus estaba haciendo eso para que él lo siguiera, Harry entró en la sala de estar y luego bajó las escaleras, siguiendo al animal.
En el laboratorio de la planta baja estaban sucediendo un centenar de cosas. Había fuego en todas las chimeneas, con ollas burbujeando sobre ellas, y cucharas revolviendo las ollas. Los cuchillos picaban cosas en las mesas; goteros que derramaban líquidos en frascos. Las plumas escribían notas en un pergamino flotante, y Draco se sentó frente a una bombilla de líquido burbujeante, sacudiendo lentamente paquetes de polvo en un tazón pequeño.
—Hola, Harry —dijo Draco, cuando Harry se detuvo, boquiabierto, en medio de la habitación—. ¿Te gustaría venir a ver?
Harry se acercó a la mesa donde Draco estaba trabajando, notando a la cuchara flotante que revolvía una mezcla.
—He estado trabajando en la poción rejuvenecedora —dijo Draco.
Frente a él, Draco tenía polvos y semillas y cosas que parecían orejas de ratón, pero Harry no sabía qué significaba todo eso. Sin embargo, notó que Draco parecía cansado. Harry no se había dado cuenta de eso antes cuando recién se había despertado, y en ese entonces había tenido mucha hambre. Debería haberlo notado porque Draco había dicho "estaba en el laboratorio" cuando le explicó cómo había dejado que Harry durmiera en su cama.
Harry se dio cuenta de que Draco no había dormido para nada. Había estado aquí toda la noche, cortando orejas de ratón, a excepción del momento en que se había detenido un rato para prepararle el desayuno a Harry y transfigurarle la ropa. Por alguna razón, eso hizo que sintiera un dolor en el pecho, como cuando algo malo sucedía, solo que no debió haber sido así, porque Draco había sido bueno con él.
—He hecho una lista de ingredientes basándome en los diagnósticos que realicé, pero aún me falta mucho trabajo —dijo Draco.
—¿Puedo ayudar? —Preguntó Harry, aunque no sabía nada sobre orejas de ratón.
Draco pareció dudar.
—Me gustaría realizar más diagnósticos, si te parece bien —Haciéndose a un lado, Draco apunto al suelo y apareció un taburete. Harry se preguntó si el taburete era del otro lado de la habitación, o si Draco había hecho que saliera de la nada, pero en lugar de preguntar, Harry se sentó en él, suponiendo que eso era lo que Draco quería.
—Este puede hacer que tu cabello se mueva un poco —dijo Draco, apuntando con su varita—. Veo que lo peinaste, así que intentaré no despeinarlo.
Harry se llevó una mano tímida al cabello.
—Se ve hermoso —agregó Draco.
Sintiendo que se ruborizaba, Harry se removió en su silla. Apostó a que todas las chicas pensaban que Draco era muy hermoso también.
Draco lanzó el primer hechizo, y luego de un momento comenzó a hablar.
—Excelente, Harry —dijo Draco, a pesar de que Harry no había hecho nada todavía—. Solo voy a lanzar algunos hechizos, no te tocaré. Avísame si algo te resulta incómodo —Entonces Draco lo apuntó con su varita, pronunciando un encantamiento.
Harry siguió sin hacer nada, mientras Draco continuaba apuntándole con su varita y diciendo más y más hechizos, haciendo que partes de Harry se iluminaran y sus dedos se movieran, y así sucesivamente. Fue algo interesante al principio, pero finalmente llegó a ser bastante aburrido. La zorra resplandeciente se sentó al otro lado del laboratorio, mirándolo.
—¿Me está mirando? —Preguntó Harry.
—¿Hmm? —Draco tenía un lápiz detrás de la oreja y estaba garabateando en un pergamino con una pluma.
—El Patronum- patronus —dijo Harry—. Estaba allí cuando me desperté.
—Oh —dijo Draco—. Quería que ella te vigilara en caso de que te pasara algo. Te lo habría preguntado, excepto que te quedaste tan profundamente dormido.
—Lo siento.
Draco sonrió levemente. —Está bien, Harry. Tuviste un día muy largo. ¿Ella te molesta?
—Supongo que no —Harry lo pensó—. ¿Estaba mirándome cuando yo- ehm- estaba en la ducha?
—Ah, no —dijo Draco—. Ella estaba mirando la puerta, por si acaso te ibas.
—Oh. ¿A dónde iría?
—No lo sé, Harry —contestó Draco, pareciendo muy interesado en su rollo de pergamino de repente—. ¿A dónde ibas anoche cuando salí de la habitación para conseguir la poción cura-todo?
—No lo sé —dijo Harry—. En ese momento creía que me habías secuestrado.
—¿Y ahora?
—¿Qué estás diciendo? —Preguntó Harry—. Pensé que tenía treinta y un años, y así es como terminé aquí.
—Definitivamente tienes treinta y un años —dijo Draco, girándose hacia él—. Lo que estoy diciendo es que no sé nada sobre la forma en que funcionan las mentes de los niños y, sin embargo, a pesar de mi falta de experiencia, estás bajo mi custodia exclusiva. Sabiendo lo que sé ahora, me he dado cuenta de que es una gran responsabilidad. Si sufrieras algún daño, me resultaría imposible vivir conmigo mismo, y créame. Vivir conmigo mismo ya es bastante difícil —Detrás suyo, la pluma seguía escribiendo en el pergamino, los sonidos del papel siendo rayado llenaban la habitación.
—¿Por qué es difícil vivir contigo mismo? —Preguntó Harry con curiosidad.
En ese momento, Heloise entró en picada desde la puerta hasta el piso de arriba, y Harry se preguntó si había dormido allí, o, si no lo había hecho, cómo había entrado. Tenía un paquete de papel marrón en sus garras, que dejó caer sobre el regazo de Draco. Luego se aleteó para aterrizar cerca de la ventana, en una barra que Harry no había notado antes.
—¿Te gustaría darle un caramelo? —Preguntó Draco, comenzando a abrir el paquete.
Harry pensó que era una manera bastante hábil por parte de Draco para evadir la pregunta que le habían hecho, pero Harry estaba distraído por la idea de alimentar a la lechuza. Los búhos comen roedores, Harry había aprendido eso en la escuela.
—¿Te refieres a las orejas de ratón?
Draco lo miró, sorprendido, y luego sus labios se torcieron en lo que Harry reconoció como una sonrisa.
—Accio golosinas de búho —Una bolsa con cordón flotó hacia él.
Desde su posición, Heloise se movió de una pata a otra.
—Ve si puedes encontrar una oreja de ratón en eso —dijo Draco, entregándole la bolsa a Harry—. Es lo que más le gusta a ella.
La bolsa no tenía orejas de ratón y Harry se dio cuenta de que Draco se estaba burlando de él. Sin embargo, las bromas no se sintieron malas, y cuando Harry se acercó a las golosinas, Heloise tomó un poco de la piel de la mano de Harry rápidamente, sin tocarla con el pico. Mirando a Draco, Harry extendió su mano hacia la cabeza de Heloise.
—¿Puedo?
—Adelante. Le gustas —dijo Draco, sacando un libro del papel marrón.
Draco había dicho lo mismo sobre el patronus, pero Harry no veía por qué no podía ser verdad. Tentativamente, volvió a acariciar la cabeza de Heloise. Ella cerró los ojos, presionando su cabeza contra su cuello. Harry supuso que eso significaba que le gustaba que la acariciaran.
—Hemos terminado con los diagnósticos por ahora —dijo Draco, acercándose a la ventana—. Esto es para ti —le entregó el libro.
—¿Para mí? —Dijo Harry, tomándolo con sorpresa.
Los labios de Draco se arquearon de nuevo.
—Es un entre-cumpleaños, ¿recuerdas? Recibes un regalo cada día y cualquier cosa que quieras comer. Y una cama para dormir —agregó, sonando un poco enojado por eso.
Quizás no le gustaba que Harry durmiera en su cama después de todo.
Pero daba igual, Draco le había conseguido un regalo a Harry. A pesar de que los libros eran aburridos, Harry había recibido muy pocos regalos antes, y la idea de que Draco le hubiera regalado uno lo hacía sentir un poco abrumado.
—No tengo uno para ti.
—¿Qué?
—También es tu entre-cumpleaños, ¿no?
Draco abrió la boca. Parecía desconcertado.
—¿No es así como dijiste que funcionaba?
Draco cerró la boca. —Sí. Yo- no, no tienes que preocuparte por mi entre-cumpleaños, Harry. Tengo treinta y dos. Estoy demasiado viejo para entre-cumpleaños.
—Pero dijiste que yo tengo treinta y uno.
—Ahora no tienes treinta y un años —dijo Draco—, y eso significa que no has tenido suficientes cumpleaños. ¿No vas a mirarlo?
—¿Qué?
—Tu libro —Draco hizo un gesto hacia el libro que Harry estaba apretando contra su pecho, así que Harry le echó un vistazo.
Hechizos para principiantes, un libro para magos y brujas menores de edad decía el frente. Debajo de eso, decía algo sobre estar de acuerdo con un decreto sobre la hechicería de menores de edad, pero los ojos de Harry se estaban cansando con solo mirarlo. Odiaba leer.
—Es un libro de hechizos —dijo Draco, como si Harry no supiera leer, cuando el problema era que estaba aburrido—. Pensé que podrías aprender algo más de magia mientras trabajo en la poción —Le tendió la varita de Harry.
—¿No me vas a enseñar? —Preguntó Harry, tomando la varita y tratando de no parecer decepcionado.
—Me encantaría —contestó Draco, y lo dijo con tanta sinceridad que Harry le creyó—. Pero tengo que trabajar en esta poción. ¿Qué tal si lees hasta la hora del almuerzo y luego me muestras lo que has aprendido? Entonces, podré ayudarte con lo que sea que necesites.
Emocionado por la idea del almuerzo, Harry dijo que estaba bien.
El libro tenía algunas imágenes, aunque Harry no podía decir lo que sentía por ellas. Las imágenes eran mucho mejores que las palabras, pero los profesores te daban libros con imágenes cuando pensaban que eras demasiado estúpido para leer bien. Pero las imágenes de este libro eran un poco técnicas, como las imágenes de un libro de texto. Harry no había tenido que usar muchos libros de texto todavía, ya que estaba terminando el sexto año, pero pensó que la escuela secundaria estaría bien. Nadie lo conocería allí, así que sería mejor.
Entonces las imágenes empezaron a moverse y Harry decidió exactamente qué sentir sobre ellas.
Harry trató de leer el libro, pero mientras trazaba las palabras con su dedo, intentando comprender qué significaban, se dio cuenta de que se estaba aburriendo cada vez más, y las imágenes en movimiento hacían que las letras parecieran saltar aún más. Durante mucho tiempo, probablemente casi quince minutos más o menos, Harry realmente intentó leer, pero después de eso comenzó a mirar las fotos. Ellas mostraban los movimientos de la varita que describían las palabras, y había leído lo suficiente sobre el primer hechizo para descubrir el encantamiento. Agitando la varita, trató de hacer el hechizo de plegado, usando la franela de una de las mesas para practicar.
Eventualmente se volvió aburrido, pero Harry estaba acostumbrado a estar encerrado en la alacena durante horas y horas. Esto fue muchísimo más interesante que eso. Draco parecía ocupado, así que Harry trató de aprender el siguiente hechizo, que consistía en hacer una nube.
Después de unas horas, Draco enrolló sus pergaminos, tapó sus botellas, dejó la pluma en el banco y se acercó a donde Harry estaba tratando de aprender los hechizos.
—¿Ya terminaste? —Preguntó Draco, sonriendo en dirección a la mesa donde el libro había sido olvidado.
—Eh —dijo Harry—, puedo hacer el hechizo de plegado.
—¿Qué hay del Aguamenti?
—Ehm…
Draco no dejó de sonreír.
—¿Qué tal si me muestras todas las cosas que has aprendido? —Sugirió, así que Harry le mostró el hechizo de plegado con la franela.
Y luego trató de hacer la nube.
—Es así —dijo Draco—: Reúne el agua suspendida en el aire a tu alrededor —le mostró a Harry con su varita—, y, Frigua —Una nube salió del extremo de su varita.
—Frigua —repitió Harry, tratando de imitar los movimientos de Draco. Una nube también salió del extremo de su varita.
—Muy bien, Harry —dijo Draco, sonriendo de nuevo—. ¿Qué más aprendiste? ¿Ya has intentado el que desaparece el polvo?
—De hecho, no sé ese —dijo Harry.
—Está bien. ¿Y el hechizo de secado?
Harry negó con la cabeza.
La sonrisa se desvaneció, Draco se acercó a mirar el libro. Lo hojeó un poco, probablemente comprobando cuánto no había leído Harry.
—¿No te parecieron interesantes los otros hechizos? —Preguntó Draco, volteándose para ver a Harry.
Harry trató de pensar en algo que decir. Draco le había dicho que no fingiera nada.
—Quizás podrías enseñarme —dijo Harry finalmente—. Eres mucho mejor que un libro viejo.
—Oh —Los ojos de Draco se abrieron un poco—. Me olvidé.
—¿Olvidaste qué?
—Nunca te gustó mucho estudiar en la escuela —dijo Draco—. Siempre pensé que- Tenías mejores cosas que hacer. Algunas veces eran cosas muy importantes. Siempre pensé que tú- —Draco se interrumpió.
—Ajá —dijo Harry rápidamente—. Nunca me gustó mucho estudiar. Es- no me gusta.
—Pensé que te gustaría si había hechizos para aprender —Draco frunció el ceño—. Te gusta la magia, ¿no?
—Sí.
—Pero no cuando tienes que leerla.
Harry pensó que eso parecía bastante obvio, así que no dijo nada.
—¿Alguien te ha dicho que no debes leer?
Draco sonaba tan preocupado, hasta el punto en que comenzaba a sonar como uno de esos "buenos" profesores que decían cosas malas sobre él. "Estás subdesarrollado, Harry. Hay algo llamado déficit de atención, Harry."
—¿Alguien te ha dicho que no puedes hacerlo?
—No —respondió Harry.
Draco tomó el libro de nuevo.
—Podríamos leer juntos, si quieres —sugirió, sosteniéndolo.
—Puedo leer —dijo Harry, retrocediendo un paso—. No soy un bicho raro.
—Por supuesto que puedes leer; decir- —Draco se interrumpió a sí mismo—. No importa, Harry. No tienes que hacer nada que no quieras, siempre y cuando estés seguro de que no quieres hacerlo —Dándose la vuelta, Draco dio unos golpecitos al libro, y este desapareció en el aire.
Harry frunció el ceño, sintiendo un poco de sospecha por el cambio de tono en la voz de Draco.
—Es hora del almuerzo —dijo Draco a continuación, su voz decisiva—. ¿Qué te gustaría? Podríamos comer un estofado de ternera, o un pollo al curry, o incluso otro desayuno, si lo deseas. ¿Qué te apetece?
Aun sintiéndose cauteloso, Harry estaba bastante seguro de que Draco estaba tratando de tranquilizarlo por alguna razón. Aun así, la idea de poder elegir qué comer era definitivamente atractiva.
—¿Podemos comer pescado y papas fritas? —Harry dijo, después de pensarlo un momento.
Los labios de Draco se arquearon.
—Sí. Por supuesto.
-0-
—Creo que tenemos que hacer un pequeño viaje —dijo Draco, una vez que terminaron de almorzar.
Harry no estaba seguro de qué pensar al respecto. "Un pequeño viaje" solía ser algo malo, como cuando los Dursley habían llevado a Harry al médico y él había regresado a Privet Drive usando gafas. Al final, las gafas habían sido una mejora, ya que no le dolía la cabeza cuando las usaba y podía ver mejor las palabras cuando leía, pero ellas no lograban que las letras dejaran de saltar. Además, era incómodo usarlas, y a Harry lo habían golpeado mucho por llevarlas puestas. Pero Draco era realmente genial, y probablemente no lo llevaría a ningún lado malo. Sin embargo, Harry notó que Draco estaba esperando a ver su reacción. Eso era algo que hacían los adultos cuando te estaban engañando.
Harry esperó a ver qué haría Draco, pero Draco simplemente se puso de pie, usando su varita para limpiar la mesa.
—¿Qué piensas de eso? —Preguntó Draco mientras comenzaba a fregar—. ¿Te gustaría salir un rato?
—¿A dónde? —Harry preguntó con sospecha. Draco podría llevarlo a ver a Dudley nuevamente. O peor aún, tal vez había encontrado al tío Vernon y la tía Petunia. Por primera vez, a Harry se le ocurrió que ya serían muy mayores. Quizás ya se habían muerto.
Harry trató de decidir si sentía algo al respecto.
—A tu casa —dijo Draco.
—¿Tengo una casa? —Preguntó Harry, todos los demás pensamientos abandonaron su cabeza.
Draco asintió. —Supongo que no agradecerías que vaya allí sin tu permiso, pero necesito comprobar algunas cosas.
—Pero pensé que habías dicho que podía ir contigo.
—Sí, por supuesto —dijo Draco—. Me refería al permiso de tu yo de treinta años.
—¿Qué necesitas comprobar? —El cerebro de Harry pensaba a toda máquina—. ¿Tengo un perro?
—¿Un perro?
—Sí, ¿tengo uno marrón? ¿O uno blanco, con manchas negras? Y no ha visto a mi yo de treinta años desde hace días, así que, ¿necesita que le den su comida?
—No lo sé, en realidad. No me has confiado mucho sobre esas cosas —Al ver la expresión del rostro de Harry, Draco añadió más gentilmente—: Pero creo que me habría enterado si tuvieras un perro. No creo que tengas uno.
—Oh.
El tono de Draco se volvió aún más suave.
—Sin embargo, solías tener una hermosa lechuza, Harry —Terminado de fregar, Draco comenzó a dirigirse a la sala de estar, así que Harry lo siguió—. La lechuza más preciosa de toda la escuela —Bajaron las escaleras.
—¿Ella entregaba cosas? —Preguntó Harry—. ¿Cómo la tuya?
—Sí, y ella era blanca como la nieve —Usando su varita, Draco hizo que algunas cosas de la habitación flotaran hacia la bolsa que llevaba consigo—. Todos estaban celosos de ella.
—¿Qué ocurrió con ella? ¿Ya no la tengo?
—Ella murió, pero debe haber tenido una muy buena vida. ¿Sabes cómo lo sé, Harry?
—¿Cómo?
—Porque ella te tenía como amigo.
Aunque era cursi decirlo, Draco sonaba como si lo dijera en serio. Extendió la mano y Harry la tomó.
—¿Estás listo? —Preguntó Draco.
Harry lo miró.
—¿Para ir a mi casa?
—Sí.
—Supongo —dijo Harry, y la habitación comenzó a dar vueltas.
-0-
Atravesaron la fría oscuridad hacia una calle con hileras de casas. La calle estaba limpia y tranquila, con un pequeño parque al otro lado, así que Harry pensó que probablemente era elegante, a pesar de que las casas parecían estar un poco deterioradas. El letrero de la calle decía Grimmauld Place.
—¿Puedes ver el número doce, Harry? —Preguntó Draco, todavía sosteniendo su mano.
—¿Qué? —Harry comenzó a decir, pero mientras hablaba, las casas comenzaron a moverse. Otra casa apareció, abultada en el medio de dos, como una burbuja formándose en el barro. Entonces la casa finalmente encajó en su lugar, enderezándose y poniéndose firme, como si hubiera estado allí todo el tiempo—. Wow —suspiró Harry.
—Es bastante divertido, ¿no? —Dijo Draco, tirando de la mano de Harry—. Sígueme.
—¿Qué necesitas comprobar? —Preguntó Harry, subiendo por los desgastados escalones que había en la entrada.
—¿Hmm? —Draco miró hacia un lado, luego hacia el otro, luego golpeó la puerta con su varita.
No quería que lo vieran, supuso Harry, y la puerta se abrió.
—Será mejor que vayas primero, Harry —dijo Draco, soltando su mano.
—¿Por qué?
—No sé si las protecciones me permitirán entrar si paso yo primero —dijo Draco—, pero deberían reconocerte, incluso si no tienes la edad adecuada.
Harry no tenía idea de lo que Draco quería decir, pero igualmente hizo lo que Draco le indicó, entrando en un pasillo largo y oscuro. Draco entró detrás de él. Cerró la puerta detrás de él y luego encendió las lámparas de gas en la entrada con su varita. Las lámparas hicieron poco para disipar la penumbra que reinaba en la casa, que parecía llena de más sombras de las necesarias. Harry no entendía por qué él viviría en un lugar tan lúgubre, aunque parecía que alguna vez había sido bastante grandioso.
—¿Me reconoció? —Preguntó Harry, mirando a su alrededor como si alguna parte de la casa pudiera asentir con la cabeza o saludarlo.
—Debe haberlo hecho —dijo Draco—. Vamos arriba.
—Dijiste que tenías que comprobar algo aquí —le recordó Harry, mientras subían por las escaleras—. ¿Qué cosa?
—Bueno, Harry —Draco lo miró—, estoy tratando de identificar la poción que cayó sobre ti, esa es la mejor manera de idear una cura, en la mayoría de los casos. Ingeniería inversa. Pero… Lumos —Una luz brilló en la punta de la varita de Draco. Habían llegado a un pasillo con varias puertas y Draco eligió la de la derecha—. Tengo problemas con la identificación. Tiene que ser bastante compleja como para rejuvenecer tanto el cuerpo como la mente tan a fondo, y parece que no es temporal. Realmente ayudaría si pudiera hablar con el pocionista, pero, por supuesto, eso es imposible.
—¿Por qué? —Preguntó Harry. Estaban en lo que parecía ser una oficina. Había un escritorio en una esquina junto a una ventana, mientras que en el lado opuesto había estantes llenos de extrañas cosas: botellas y frascos, como en el laboratorio de Draco, pero también había un equipamiento, cosas que parecían microscopios, una batidora de mano y posiblemente un paquete de galletas de nueces.
—Potter estaba tratando de averiguar algo que él cree que involucra a varios pocionistas diferentes —dijo Draco—. Si sabía quiénes eran algunos de ellos, no me lo dijo. Esperaba que pudiéramos encontrar una pista en algún lugar aquí.
—¿Llamas a mi yo mayor Potter?
Draco había estado hurgando en los papeles del escritorio, pero ahora miró hacia arriba, con la boca abierta un poco por la sorpresa.
—Solamente… —Comenzó a decir, luego tragó—. Así es como nos llamábamos en la escuela. Yo… —Draco se volvió hacia el escritorio—. Yo era un poco idiota y llamaba a todo el mundo por sus apellidos. Incluso a mis amigos. Fue… pensé que me hacía ver genial.
—Y no éramos amigos —dijo Harry, esperando que tal vez la respuesta hubiera cambiado desde la última vez que hablaron de ello. Eso había sido hace un tiempo; tal vez Draco se había olvidado de los grandes amigos que habían sido en la escuela mágica donde aprendieron cosas mágicas.
—Ah, no —Draco pareció encontrar algo muy interesante en el escritorio, porque se inclinó para mirarlo, jugueteando con uno de los cajones—. No eras amigo de los imbéciles, solo, solo del tipo correcto de personas. Siempre sabías identificar quiénes eran.
—Entonces, ¿de quién eras amigo? —Preguntó Harry.
—Del tipo equivocado —dijo Draco, cerrando el cajón que había estado revisando.
—Pero ahora somos amigos —dijo Harry esperanzado, deseando que Draco lo mirara. No sabía por qué. Solo pensó que sería bueno, porque los ojos de Draco eran muy agradables, y a Harry le gustaba que Draco estuviera complacido. Esperaba que Draco estuviera feliz porque fueran amigos, pero Draco estaba ocupado abriendo otro cajón.
—Oh, sí, somos muy buenos amigos ahora —dijo, cerrando también ese cajón—. Pero solo para tu referencia futura, yo también quería ser tu amigo, solo que tú… hice mal las cosas. Yo era- yo era bastante terrible.
—No creo que seas terrible —dijo Harry, acercándose al escritorio. Draco dijo que tenían que buscar pistas.
—Sí, bueno —Draco tomó algunos de los papeles y los hojeó—, yo diría que tu marco de preferencias ha cambiado bastante a estad —Arrojando los papeles hacia abajo, giró sobre sus talones y se dirigió hacia la puerta—. Ven, Harry. No hay nada aquí.
Corriendo para alcanzarlo, Harry siguió a Draco—. ¿Qué quieres decir con que mi "marco de preferencias ha cambiado"?
—Nada —dijo Draco, abriendo otra puerta. Dentro había un dormitorio cubierto de una fina capa de polvo.
Ciertamente querías decir algo, quería decir Harry. En cambio, dijo:
—¿Estás enojado?
—No —Draco volvió a cerrar la puerta y abrió otra puerta.
Pareces enojado, quiso decir Harry, pero sabía que era mejor no decir nada esta vez. Esta habitación estaba llena de estantes y cajas, pero parecía que quizás se usaba con más frecuencia, ya que no había tanto polvo.
—Lo siento —dijo Draco abruptamente, volviéndose hacia él—. Lo siento, Harry. No debería haber… —Extendió la mano y Harry se estremeció.
Harry no había querido hacerlo. Realmente, realmente no había querido hacerlo, solo que Draco parecía tan molesto; había hecho que Harry se sintiera tenso, como si sus entrañas se estuvieran haciendo nudos. Una parte de él ya había estado pensando en ir a la alacena, aunque Draco nunca lo enviaría allí. Draco ni siquiera sabía lo de la alacena, pero ya era demasiado tarde.
Draco se echó hacia atrás, luciendo afligido.
—Lo siento —dijo de nuevo, su voz ronca.
—¿Por qué? —Avergonzado, Harry pasó a su lado, mirando dentro de una de las cajas. Draco había dicho que necesitaban una pista. La caja estaba llena de papeles en carpetas, como archivos viejos. Harry miro la que estaba al lado.
Después de un largo momento, Harry escuchó a Draco moverse. Cuando Harry le echó un vistazo, Draco estaba mirando las cosas que había en los estantes.
—Estoy frustrado —dijo Draco, después de que Harry hubiera revisado otras dos cajas más.
Draco no parecía haber progresado mucho en los estantes.
—Ya debería haber arreglado el rejuvenecimiento. Dependías de mí para hacerlo.
—No, no lo estaba —Un poco malhumorado, Harry empujó una de las cajas a un lado y comenzó con la siguiente. La mayoría de ellas estaban llenas de archivos viejos y aburridos.
Draco se giró para mirarlo.
—Me refiero a tu yo mayor. Él dependía de mí.
Harry en cierto modo odiaba a su yo mayor. Sacando las carpetas de la caja, miró las etiquetas que tenían y luego las arrojó.
—Por eso me trajo a… donde estábamos cuando tú rejuveneciste —continuó Draco, y Harry no quería escucharlo. De todos modos, sonaba como una historia aburrida, a excepción de que se trataba de él, por lo que no pudo evitar estar interesado a pesar de lo que sentía. Fingiendo que no estaba escuchando, pasó a la siguiente caja—. No sé dónde estábamos —dijo Draco— cuando la poción cayó sobre ti. Pero me trajo porque él… él cree que soy bueno con las pociones, y necesitaba mi ayuda. Y- y quería ayudarlo, excepto que no lo hice, y sé que no le gustaría que irrumpiera en su casa-
—¡Entonces él es el idiota! —Harry se escuchó a sí mismo gritar, y no había querido hacerlo. No había querido decir nada en absoluto, y, sin embargo, comenzó a decir muchas cosas—. Él es el idiota si no puedes ir a su casa cuando estás tratando de ayudarlo, especialmente si- —Harry empujó se acomodó sus gafas— si también es mi casa. Y él es yo, y yo digo que está bien.
Draco lo miró fijamente.
Harry se dio la vuelta y empezó a revisar otra caja. Solo quería hacer algo que no fuera mirar el rostro largo y elegante de Draco.
—Tienes razón, Harry —dijo Draco—. Como dije, estaba frustrado. Me puse irritable y lo siento.
—Está bien —dijo Harry, dejando la caja llena de archivos y pasando a la siguiente, solo para darse cuenta de que no había más cajas—. ¿Qué tipo de pista estamos buscando, de todos modos? —preguntó.
—Sí —Draco finalmente se movió para mirar una de las cajas—. Algo que tiene que ver con algunos casos recientes relacionados con pociones. Él pensó que eran habían diferentes pocionistas, pero que los casos estaban conectados por un elemento en común entre todos ellos. Algo como- como alguien proporcionando los ingredientes.
—Esos son los más recientes —dijo Harry, señalando una caja.
Draco lo miró, sorprendido, luego sacó una de las carpetas y comenzó a hojearla.
Después de uno o dos minutos, Harry fue allí para ayudar. La perspectiva de leer todos esos papeles viejos no le emocionaba demasiado, pero las carpetas tenían fechas. Él podría ayudar a clasificarlas. Comenzando con los papeles, Harry dijo:
—Nunca me dijiste qué es un Auror. ¿Es una especie de abogado?
Los ojos de Draco se deslizaron hacia él y luego volvieron a los papeles.
—Un Auror es… —Dejando el archivo, tomó otro. Harry puso el que Draco ya había mirado en la caja—. Un policía —dijo Draco abruptamente, volviéndose hacia Harry—. Es como un policía muggle, excepto que son para los magos. Encuentran magos y brujas que violan la ley y los encarcelan.
—¿Qué es encarcelar? —Preguntó Harry, antes de que pudiera detenerse.
—Los llevan a prisión —dijo Draco, volviendo a sus papeles—. Los ponen en la prisión mágica.
—Oh —Harry hojeó los papeles, leyendo la parte superior de ellos para tratar de determinar si tenían algo útil. La mayoría de ellos parecían ser sobre hechizos que la gente no debería haber hecho, por una razón u otra. No debes hacer hechizo frente a los muggles, dedujo, y tampoco puedes hacer magia cuando eres joven. Harry se preguntó si eso era de lo que hablaba la portada del libro que Draco le había dado, cuando mencionaba un decreto sobre la magia de menores. Ninguno de los periódicos parecía ser sobre asesinatos, incendios o bombas, que eran el tipo de cosas con las que tenía que lidiar la policía.
Harry se preguntó si su yo mayor le gustaba ser un Auror. Nunca antes había pensado en ser policía.
—¿Gano mucho dinero? —Preguntó finalmente.
—Para nada —dijo Draco, dejando otra carpeta, que Harry volvió a poner en la caja.
—Entonces, ¿por qué tengo una casa completa —Incluso si la casa era estrecha, tenía muchos pisos y estaba en Londres. Harry no sabía nada sobre bienes raíces, pero parecía mucho para una persona que no ganaba dinero.
—Tu padrino te lo dio.
—No tengo padrino —Draco no dijo nada, así que Harry supuso que no lo había escuchado—. Dije que no tengo padrino.
—Lo siento, Harry —La voz de Draco sonaba tensa, pero Harry no podía ver su rostro. Estaba mirando los papeles, sin mirarlo a él—. Lo tuviste.
—Entonces, ¿cómo es que no sé nada de él?
—No lo sé. No lo sabía. Harry —Draco se giró de repente—. Su nombre era Sirius Black.
—Oh.
—Él te amaba —agregó Draco, su voz sonaba inesperadamente urgente.
—¿Cómo pudo hacerlo? Nunca lo conocí.
—Pero lo harás —dijo Draco—. Creo que debió haber querido conocerte muchísimo. Trató de encontrarte, se esforzó tanto en llegar a ti.
—No creo que se haya esforzado tanto —Harry dio un paso atrás—. El nombre del tío Vernon está en la guía telefónica.
—Estuvo en prisión —dijo Draco.
Encarcelado, se repitió en la mente de Harry.
—Por un crimen que no cometió —continuó Draco.
Harry pensó en eso, y en el hecho de que Draco había estado diciendo "era", como si Sirius Black ya no estuviera con ellos. La pesada sensación de inevitabilidad se apoderó de los hombros de Harry.
—¿Qué le sucedió?
—Murió —dijo Draco, que era lo que Harry había estado esperando escuchar.
Todavía era decepcionante.
—Lo siento, Harry.
Harry se obligó a encogerse de hombros.
—No lo conozco. Supongo que me sentiré triste cuando sea mayor.
—Está bien estar triste ahora.
—¿Esperas que llore por eso?
—No, Harry, quise decir… —Draco sonaba como si fuera él quien iba a comenzar a llorar— Quise decir que está bien expresar cómo te sientes.
—No siento nada.
El silencio llenó la habitación como un globo que se expande lentamente, como el número doce creciendo entre el once y el trece.
—Está bien, Harry —dijo Draco, su voz desinfló el globo de la manera más suave—. Eso está bien. ¿Te gustaría sentarte conmigo? Podemos poner estos papeles en orden —Sentado en el suelo, Draco colocó los papeles en pilas.
