VIII
El domingo por la mañana Draco dijo: —Creo que tenemos que dar otro paseo, Harry.
Aún no había terminado su desayuno, Harry todavía estaba masticando su tostada con mermelada.
—¿A dónde? —Preguntó, con la boca llena.
—Al Ministerio de Magia.
Después de masticar un poco más, Harry finalmente logró tragar.
—Pensé que habías dicho que mi yo mayor decía que no podía confiar en la gente de allí.
—Sí —dijo Draco, recogiendo sus platos con su varita y llevándolos al fregadero—. Por eso vamos a usar disfraces.
Harry, que había estado a punto de morder otra tostada, hizo una pausa, se quitó la tostada de la boca y dijo:
—¿Disfraces?
—Sí —Draco le echó un Scourgify a los platos y luego comenzó a guardarlos a mano—. Tengo unos buenos en mente.
—¿A qué se parecen? —Preguntó Harry, tratando de no sonar demasiado emocionado, a pesar de que lo estaba.
Finalmente, Draco se dio la vuelta.
—A nosotros.
—¿Qué?
Apuntando con su varita a la mesa, Draco levitó los frascos de mermelada y mantequilla, y se giró para guardarlos. Volviendo a la mesa, jugueteó con el mantel individual, limpiándolo con su varita a pesar de a Harry no le parecía que estaba sucio. Luego guardó su varita, luego la sacó de nuevo.
A Draco no siempre le gustaba responder preguntas, Harry se había dado cuenta, pero a diferencia del tío Vernon, él nunca le decía a Harry que no preguntara. Sin embargo, Harry estaba bastante seguro de que Draco tendría que explicar esto, así que esperó en silencio hasta que Draco resopló y se sentó.
—¿Recuerdas todos los archivos que encontramos en el Número Doce?
—Sí —dijo Harry con cautela—, dijiste que no había nada allí.
—Dije que podrías haber estado vinculando algunos casos —dijo Draco—, hay algunos archivos que no estaban allí. Se me ocurre, se me ocurrió, que esos archivos podrían estar en el Ministerio, pero si estuvieran allí… si estuvieran allí, lo más probable es que estén en tu escritorio.
—¿Tengo un escritorio? —Harry se animó. Tener un escritorio le hacía sentirse muy importante.
Draco sonrió levemente; solo una mueca a un lado de su boca.
—Sí, Harry, tienes un escritorio.
—¿Vamos a ir a verlo?
—Ese es el problema, Harry —Draco estaba jugando con el mantel de nuevo, su varita hacía bailar las franjas de los bordes—. La única persona estaría revisando tu escritorio por alguna razón lógica, eres tú.
—Lo haré —dijo Harry, porque, aunque los escritorios eran aburridos, este era un escritorio de policía y le pertenecía a su yo adulto. Se preguntó si tendría esposas. Esposas mágicas.
—Bien —dijo Draco—. Solo que... si un Harry Potter de diez años es visto revisando tu escritorio, se podría… generar incertidumbre.
Harry estaba bastante seguro de que "generar incertidumbre" significaba que la gente haría preguntas, y de todos modos entendía cuál era el problema si Draco pensaba que no podían confiar en nadie más.
—Y necesito estar contigo —dijo Draco—, porque leí esos otros archivos y tengo una mejor idea de qué buscar. Además, sé más sobre el mundo mágico y podría responder más fácilmente a las preguntas de cualquiera que nos detenga. Por lo tanto, tiene sentido si… —Su voz se apagó, jugueteó con el mantel un poco más, y Harry sintió que su corazón se hundía.
—No me vas a llevar contigo —Ahora sabía por qué Draco no había querido decirlo.
—No, tienes que estar ahí —dijo Draco—. No estoy seguro de que la seguridad de los Aurores me permita pasar, pero las barreras te reconocerán, incluso si eres joven.
—¿Como mi casa? —Preguntó Harry, sintiéndose mucho mejor respecto a todo el asunto.
—Exactamente. Además —agregó Draco, con otro rastro de una sonrisa en sus mejillas—, no tengo experiencia en irrumpir en el Ministerio. Será un gran apoyo moral ir con alguien que lo haya hecho antes.
—¿He irrumpido? —Harry sintió que sus ojos se agrandaban—. ¡Pero dijiste que es el gobierno mágico!
—Estoy seguro de que tenías tus razones.
Esto no hizo nada para apaciguar a Harry, a pesar de que Draco parecía encontrar divertida la situación.
—¿Me encarcelaron?
—Oh, no. Creo que obtuviste una medalla por eso.
—¿Pero por qué?
—Las cosas pueden estar muy al revés en el mundo mágico, Harry —Draco dejó de jugar con el mantel. Cuando habló, su voz sonó mucho más firme de lo que sonado antes—. Vamos a irrumpir en el Ministerio. Pero para hacerlo, tengo que ser tú y tú tienes que ser otra persona.
—¿Tienes que ser yo?
—Sí —dijo Draco—. Tu yo de treinta y un años.
—¿Cómo?
—Hay una poción llamada Multijugos —dijo Draco—. Te permite cambiar de forma temporalmente para parecerte a otra persona. Todo lo que necesito es una parte de tu cuerpo de ti a la edad correcta.
—El pelo —adivinó Harry.
—Sí —Draco comenzó a jugar con el mantel de nuevo y Harry recordó cómo Draco había hecho trampa en el juego Quidditch. No había dicho la verdad, lo que Harry supuso que era algo que él debería haber estado esperando. La tía Petunia y el tío Vernon le habían mentido toda su vida; debía ser algo que hacían los adultos.
Siempre dijiste la verdad, Harry. Te admiraba por eso.
—Es por eso lo tomaste —dijo Harry— en mi casa; por eso te llevaste el pelo.
La mirada de Draco se levantó rápidamente.
—Esa... esa era solo una parte de la razón por la que lo hice, Harry. Las otras cosas que dije también eran ciertas.
—Entonces, ¿por qué no fuimos antes? —Preguntó Harry—. Al Ministerio. Si tomaste el cabello para poder ser yo-
—Hoy es domingo —dijo Draco—. Habrá menos personas allí y, por lo tanto, menos posibilidades de ser interrogados. Además —añadió, sonando un poco a la defensiva—, esperaba que, si podía encontrar los ingredientes de la poción original, no tendría que encontrar al pocionista para hacer una cura. Pero ahora nos falta este último ingrediente, y no tengo idea de qué es. Tiene que ser algo que nunca he visto antes, una especie de poderosa sustancia mágica… —Frunció el ceño, ya no se preocupaba por el mantel individual, pero parecía tan infeliz—. No creo que pueda hacer la cura sin él.
Harry miró a Draco, la forma en que las comisuras de su boca tiraban hacia abajo, y las manchas debajo de sus ojos. Harry no creía que Draco durmiera mucho en las literas, a pesar de que cada vez que Harry revisaba en medio de la noche para ver si Draco estaba durmiendo, él siempre había estado acostado allí. Ciertamente no roncaba.
Draco no había mentido, no realmente. Simplemente no lo había dicho todo, y Harry se preguntó cuántas cosas se estaría perdiendo porque Draco pensó que no entendería.
—Está bien —se escuchó decir Harry a sí mismo.
Draco lo miró.
Harry prosiguió: —Si ya me hubieras curado, no sabría cómo hacer un duelo de magos o jugar al Snap Explosivo.
Los labios de Draco se fruncieron. —Lo sabrías; simplemente no sabrías cómo hacerlo gracias a mí.
—Haberlo aprendido de ti es mucho mejor —Harry terminó su brindis—. ¿Quién voy a ser yo?
Draco tragó lo que sonó como un pequeño suspiro.
—La multijugos está regulado. Es ilegal adoptar la apariencia de otra persona sin su permiso.
Ahora Harry entendía por qué Draco había dudado. Podía obtener el permiso de un Harry de diez años, pero no tenía el permiso del Harry de treinta y un años. Tal vez Draco pensó que el Harry mayor estaría molesto, y una vez más, Harry pensó que su yo mayor era un idiota.
—Pero estamos siendo ilegales de todos modos, ¿verdad? —Dijo Harry—. Porque estamos irrumpiendo.
—Sí —dijo Draco, algo vacilante—, pero no es solo que sea ilegal, Harry. Es… una falta de respeto.
—¿Por qué?
—Es el cuerpo de otra persona —dijo Draco—, y tienes que tomar una parte de ella para hacerlo, y luego asumir su identidad. Es… uno no debería de hacerlo. Es- es… —Hizo una mueca extraña— inmoral.
Harry no quería ser inmoral. Sabía que eso era malo, aunque todavía no tenía claro del todo qué era lo que significaba.
—Entonces, ¿qué tengo que…? —Se interrumpió, Harry abrió mucho los ojos—. ¿Tú? ¿Puedo ser tú?
Draco sonrió levemente.
—Si no te importa.
—¿Estás loco? ¿Puedo irrumpir en el Ministerio y ser tú mientras tú eres yo? ¿Y mirar en mi escritorio y recibir preguntas y verme en forma mientras lo hago? ¿Por qué me importaría?
Draco se sonrojó levemente, sus mejillas se ruborizaron.
—Sí, bueno —dijo, poniéndose de pie apresuradamente—, termina tu desayuno, entonces, y podemos ponernos en marcha.
Draco ya estaba saliendo de la cocina, así que Harry terminó su desayuno en un instante, lavando su plato tan rápido que dejó algunos restos de almíbar en él. Guardándolo de todos modos, Harry salió corriendo de la cocina, atravesó la sala de estar y bajó las escaleras.
En el laboratorio, Draco tenía dos pequeños vasos de algo que se parecía un poco al barro, espeso y rezumando, y con algunas burbujas.
—Todavía no he agregado el cabello —dijo Draco—. Funcionará mejor si nos cambiamos primero a lo que usaremos cuando seamos el otro; lo que estamos usando ahora no nos va a quedar a ninguno de los dos.
—Oh —dijo Harry, sintiéndose decepcionado a pesar de su emoción—. ¿Seguiré siendo bajito?
Draco pareció encontrar eso divertido.
—Para nada —Harry debió parecer preocupado, porque Draco añadió—: No te preocupes, Harry. Cuando veas a tu yo mayor, me imagino que estarás bastante satisfecho con la forma en que resultó todo. ¿Voy primero?
Harry no estaba seguro de lo que Draco quería decir, pero cuando entró en la habitación, se dio cuenta de que Draco se iba a beber la poción allí, ya que primero tenía que cambiarse de ropa. Después de que Harry se diera cuenta de ello, deseó haber elegido ir primero. Verse viejo no sería tan estresante si ya estuviera en el cuerpo de Draco. Probablemente todo era mejor en el cuerpo de Draco.
Inquieto mientras esperaba a Draco, Harry se acercó y miró la taza que contenía el lodo restante. No parecía oler a nada, lo cual era sorprendente. De cierta forma, quería probarlo, pero en la escuela habían dicho que pequeños pedazos de piel se te caían todo el tiempo y, no quería contaminar la poción, así que no la tocó. Draco sí que se estaba tomando mucho tiempo allí dentro. Volviéndose a las otras cosas en el banco, Harry tomó un frasco que parecía estar lleno de delicadas alas.
Entonces la puerta se abrió, Harry se dio la vuelta y un hombre salió de la habitación de Draco.
Se veía horrible.
Harry retrocedió un paso y dejó caer el frasco.
—Harry —dijo el hombre. Venía hacia él—. ¿Estás bien?
Harry retrocedió otro paso y otro, hasta que estuvo contra la pared.
—Harry —dijo el hombre de nuevo, esta vez en un tono más alto, lo que no se veía bien saliendo de esa boca áspera y seria. Dejó su vaso precipitado vacío en la mesa del laboratorio—. Soy yo.
—¿Pero por qué yo…? —Se escuchó decir a sí mismo Harry, y su voz sonaba demasiado alta también. Tomó un profundo respiro—. ¿Por qué luzco así?
—¿Así cómo? —El hombre parecía enojado, pero su voz no sonaba realmente molesta—. Harry, ¿qué pasa? Pensé que estarías… —Su voz vaciló— Impresionado.
El cuerpo adulto de Harry no era bajo. Tampoco era más alto que Draco, pero era más ancho, los hombros y el pecho más anchos. No era tan grande como Arnold Schwarzenegger (el tío Vernon pensaba que Arnold Schwarzenegger era lo mejor), pero parecía alguien que podría golpearte, si quisiera. Sin embargo, esa no era la parte terrible. La parte horrible era que parecía que sí quería.
Tenía un rostro de malo.
Era todo ángulos agudos y líneas ásperas, con bigote y barba y cabello hasta las orejas, recogido en la espalda con mechones largos que le caían por las orejas. En otra persona, podría haber parecido genial. Ahora que lo pensaba, todo el cuerpo podría haber sido bueno en cualquier otra persona; solo que Harry había esperado que se viera amistoso y amable. Y guapo. Y elegante. Como Draco.
—Está…. —Harry tragó— Está bien. Yo solo... no esperaba verme así.
—Pero tú no… pensé que estarías feliz —dijo Draco en el cuerpo de Harry, sonando insatisfecho.
—¿Por qué? —Harry recordó a Draco diciendo que pensaba que Harry estaría satisfecho.
—Porque eres tan- eres tan...
Pero Draco no terminó, y Harry no pudo entender lo que había estado a punto de decir. "Duro", tal vez, porque se veía así. A Dudley probablemente le gustaría tener un cuerpo así cuando creciera, en lugar del que tenía ahora. Harry trató de alegrarse de no verse como un Dudley adulto, pero mientras que Dudley adulto había sido redondo con el pelo canoso, no había parecido en lo más mínimo amenazante, y eso era algo que este cuerpo sí parecía. Lucía amenazante.
—Está bien —dijo Harry—. Lo siento, rompí el frasco.
—Harry, no me importa el frasco —Draco, en el cuerpo de Harry, se acercó un poco más, y ahora que sonaba menos angustiado y más preocupado, también se veía mejor. Las arrugas de su rostro severo se suavizaron, aunque Harry todavía pensaba que se veía un poco salvaje.
—¿Por qué tengo barba? —Soltó Harry.
Draco, en el cuerpo de Harry, se tocó el cabello al costado de su barbilla, como si hubiera olvidado que estaba allí.
—Te lo pregunté una vez, pero tú. . . Pensé que era porque se veía… Empezaste a usarla cuando tenías alrededor de veintiocho años.
—Oh.
—Harry, tú… —Draco dio otro paso más cerca, y con la forma en que las cejas se levantaron y su mandíbula se relajó, se veía casi gentil—. ¿No crees que es…? —Pero Draco no terminó la pregunta y en su lugar continuó—, ¿estás seguro de que estás bien?
—Simplemente no me lo esperaba —dijo Harry—. ¿Siempre me visto así?
Draco se miró a sí mismo, con el ceño fruncido en el rostro duro e implacable. Esta vez, Harry sabía que el ceño fruncido no era para él, pero aun así no le gustó. Reconoció la ropa, por supuesto, Draco llevaba la túnica escarlata, los guantes, la túnica, el cinturón, los pantalones y las botas que Harry había usado cuando se redujo por primera vez a su edad y talla actuales. Se preguntó si Draco también se habría puesto los calcetines naranjas nudosos.
—No siempre —dijo Draco, sonando un poco perdido.
—Eh —dijo Harry, una vez que el silencio se prolongó—. ¿Aún puedo ser tú?
—Sí. Sí, por supuesto —Dándose la vuelta, Draco apuntó con su varita al frasco roto en el suelo, murmurando el encantamiento para repararlo. Reuniéndose, el vidrio volvió a resquebrajarse, aunque las hermosas alas transparentes de insectos todavía estaban por todo el suelo. Apuntándolas también con su varita, Draco las puso en el frasco, luego volvió a poner el frasco en el banco. Después de recoger el vaso que contenía el barro fangoso, se volvió hacia Harry—. Te he colocado ropa en la cama. Recuerda cambiarte primero. Entonces puedes agregar esto —dijo Draco, mostrándole a Harry un solo cabello dorado— y bebe.
—Sí, señor.
Draco hizo una mueca.
—Harry. Sigo siendo Draco.
—Bien —dijo Harry—. Sobre eso. No se supone que seamos amigos, ¿verdad?
El rostro, el rostro adulto de Harry, se volvió frío, la expresión plana, nada parecido a lo que Draco haría en su vida.
—Así es —dijo Draco, pero sonaba cansado.
Al mirar esa cara, Harry podía entender que no eran amigos de una manera que nunca había sido capaz de comprender antes, y eso le había recordado un pequeño detalle que parecía faltar en todo este plan.
—Si no somos amigos —continuó Harry—, ¿por qué vendrías al Ministerio conmigo? Si tú vas como yo y yo voy como tú. ¿Otras personas piensan que somos amigos?
—Ah —La expresión fría se derritió. Harry notó que los ojos eran muy verdes. Él ya lo sabía, pero realmente no sabía lo que se sentiría al tenerlos mirándote así, como si pudieran ver a través de ti. No fue una sensación muy agradable—. Nadie piensa que seamos amigos.
Aunque la voz de Draco era gentil, Harry no pudo evitar la forma en que sus hombros se hundieron ante esta noticia.
—Pero con frecuencia vienes a mí para consultas de pociones.
—¿Lo hago? —Harry se animó.
—Sí, lo haces —La cara sonrió un poco, y eso fue mejor, mucho más agradable de lo que Harry había esperado, en realidad. Parecía casi... guapo, si sonreía así. Probablemente solo era Draco debajo de tosa esa expresión—. Y los otros Aurores lo saben. De hecho, dado que soy tan bueno en eso, la cantidad de consultas que hago probablemente sea para todo el departamento, a menos que trabajes una cantidad exorbitante de casos, lo cual no dudo que también podría ser cierto.
Harry no sabía lo que significaba exorbitante, pero obtuvo algo de información de esto.
—¿Es por eso por lo que eres el único en quien puedo confiar?
—No lo sé —el rostro volvió a sonreír—. Tal vez puedas contarme sobre eso cuando seas grande.
—Está bien —dijo Harry, alcanzando el vaso y el cabello—. Voy a… voy a ir a cambiarme.
—Un momento, Harry —Draco le dio a Harry el vaso precipitado, pero se quedó con el pelo—. Tú… verás una marca. En mi brazo. Es... es un tatuaje antiguo. No hay nada de qué preocuparse, no te hará daño.
Harry sintió que se le hinchaban los ojos.
—¿Tienes un tatuaje?
—Fue idea de otra persona.
—¿De quién? —Harry pensó en el tatuaje de un marinero, que era un corazón en el bíceps atravesado por una flecha. Generalmente decían "mamá", pero estaba seguro de que era algo americano—. ¿Fue idea de tu mamá?
—No. No te preocupes por eso. Me lo hicieron hace mucho tiempo.
—¿No te gusta? —Harry se había dado cuenta de eso por el tono de Draco, pero Harry estaba decepcionado de todos modos. Un tatuaje sonaba muy bien, mucho mejor que una vieja barba tonta.
—No me gusta en lo absoluto, Harry. Ojalá pudiera quitármelo, pero ahora es parte de mi cuerpo y, por lo tanto, es parte de mí.
—Entonces no puede ser tan malo.
—Oh, Harry —El rostro volvió a suavizarse y una mano ancha se acercó a la frente de Harry. Harry ya estaba tan acostumbrado al gesto que a pesar de que la mano pertenecía a un cuerpo diferente, sabía qué esperar, y la mano apartó el flequillo de Harry a un lado. El pulgar de la mano rozó la cicatriz de Harry con mucha suavidad y luego se apartó—. Es mejor que vayas a cambiarte.
En el dormitorio, Harry se puso la ropa que Draco le había dejado. Era demasiado grande y se tardó un rato en abrocharse los botones de la camisa. Harry se sintió avergonzado una vez más de que Draco hubiera incluido ropa interior, y por primera vez se dio cuenta de que todo su cuerpo se iba a convertir en el de Draco. Se puso de un rojo brillante, a pesar de que nadie podía ver, Harry rápidamente se puso la ropa interior y los pantalones. No iba a mirar nada debajo de la ropa, nada. Excepto por el brazo, así que Harry dejó abiertos los botones de los puños de la camisa.
Cuando añadió el cabello a la poción, el líquido se convirtió en algo claro pero teñido de ámbar, casi como té. Sin embargo, no olía a té, olía a fuego y a algo dulce. Llevándose el vaso a los labios, Harry respiró hondo y luego se obligó a tragar la poción. Sabía a caramelo ahumado, a azúcar que se había quemado en una sartén. Entonces las extremidades de Harry comenzaron a crecer.
Después de unos momentos, los estiramientos y tirones terminaron, y Harry miró con asombro sus manos. Todo estaba borroso.
Harry se quitó las gafas y, por primera vez, pudo ver sin ellas. Las palmas de sus manos eran largas y elegantes, nada que ver con las de su yo mayor, que eran cuadradas, y los dedos eran afilados y las uñas estaban bien recortadas. Alzando su mano, Harry revisó su cabello. Era sedoso y fino, justo como se veía el cabello de Draco, para nada áspero. Harry se pasó la mano por la cara solo para asegurarse de que no estaba usando anteojos, maravillándose de lo fácil que era ver todo sin ellos.
El tatuaje no era en absoluto lo que Harry esperaba, pero no sabía lo que en realidad esperaba, ya que las respuestas de Draco habían sugerido que probablemente no era un corazón atravesado por una flecha. La única similitud con un corazón era que el tatuaje era de color rojo, más como una cicatriz que como tinta. La imagen, sin embargo, era lo más sorprendente: una calavera con una serpiente saliendo de su boca. Se veía muy bien, pero a pesar de que Harry quería seguir mirándolo, bajó la manga y cerró el botón del puño de la camisa con la otra mano. A Draco no le gustaba. Probablemente no quería que Harry lo mirara.
Encima de la cómoda había un espejo, así que Harry miró en él para ver cómo se veía como Draco. Se veía muy elegante, como siempre se veía Draco, pero también elegante y amable. Eso hizo sonreír a Harry, y eso se veía aún mejor. Satisfecho con el trabajo de la poción, Harry salió del dormitorio y regresó al laboratorio con su vaso precipitado vacío.
Draco, con los ojos de Harry, recorrió con la mirada a Harry, vistiendo el cuerpo de Draco. No se sentía muy bien en absoluto, y Harry se preguntó si sus ojos siempre habían sido tan penetrantes en su yo mayor.
—Muy bien —dijo Draco, tomando el vaso precipitado de Harry—. Tendrás que darme tus lentes, Harry. No tenía idea de que tu visión fuera tan mala.
Harry se giró para buscarlos.
—También tendremos que … — Draco tosió un poco—. Eh, suelen comprobar varitas en el Ministerio. Por medidas de seguridad. La varita de un mago es personal, pero ¿te importaría...? —Haciendo una pausa como si no pudiera terminar de hablar, Draco sacó su varita de su manga. Harry entendió.
—¡Oh! ¿Necesitamos intercambiar? Espera —Corriendo de regreso a la habitación, Harry tomó su varita y sus anteojos. Mientras le tendía su varita a Draco, dijo—: ¿Eso significa que puedo…? —Pero Draco ya le estaba entregando a Harry su propia varita, que era un poco más corta y de un color más claro. Una vez que Harry la tuvo en la mano, no sintió la gran oleada que había sentido al sostener la de color oscuro, pero todavía sentía algo pequeño, no desagradable. Aun así, Harry se sintió un poco decepcionado; había asumido que la varita de Draco debía ser realmente genial—. ¿Funcionará para mí?
Draco se había puesto los anteojos y los estaba usando para mirar la varita de color oscuro de Harry, pero ante la pregunta de Harry, rápidamente se la metió en la manga.
—Debería —Draco pareció dudar de nuevo, luego agregó—. La has usado antes.
—¿En serio? —Harry trató de agitarla.
—Cuidado, Harry —murmuró Draco.
—¿Por qué usé tu varita? —Preguntó Harry—. Si las varitas son tan personales.
—La necesitabas para algo —Draco se volvió hacia el banco de trabajo, movió el frasco de alas y limpió los vasos precipitados vacíos.
—No creo que mi voz sea la correcta —dijo Harry—. Tu voz suena mucho mejor que esta.
—Harry —Los hombros de Draco en el cuerpo de Harry se desplomaron—, va a sonar más profunda porque el sonido está reverberando a través de tu propio cráneo. Hablar con tu voz también suena diferente a lo que estoy acostumbrado a escuchar cuando hablas.
—¿Te hablo mucho? —Preguntó Harry, tratando de no sonar ansioso. Le costaba imaginar cómo era conocer a Draco y no ser amigos.
—A veces lo haces —dijo Draco gentilmente—, pero no a menudo. Harry —Draco finalmente se dio la vuelta—¸debemos… permanecer en el personaje de ahora en adelante. Posiblemente logremos evitar hablar con otra persona, pero debes… recordar llamarme Potter, y no debes decir cosas como…
—¿Cómo qué? —Preguntó Harry, cuando Draco titubeó.
—Simplemente no hagas demasiadas preguntas. Y si soy… un poco brusco contigo, no es porque esté enojado.
—Es porque mi yo mayor es un idiota —Este habría sido un momento en el que Harry se subiría las gafas; se sentía extraño no tener que hacerlo—. Eso es lo que estás diciendo, ¿verdad?
Draco vaciló de nuevo.
—Estoy diciendo que ninguno de los dos ha sido particularmente amable el uno con el otro. Si bien me gustaría intentar eso en algún momento, ahora no es ese momento.
Harry se encogió de hombros.
—Puedo ser grosero si quieres.
Draco sonrió, de nuevo haciendo que el rostro pareciera casi agradable.
—No tengo ninguna duda de eso, Harry. Vamos, ¿de acuerdo?
Y se fueron.
-0-
Llegaron al Ministerio de Magia a través baño público en Londres. Tuvieron que tirarse al agua, lo que Harry pensó que era una broma al principio. Cuando llegaron a un gran salón que tenía una fuente con estatuas en el medio. Harry quería detenerse a mirar, pero Draco avanzaba hacia un conjunto de puertas doradas en el otro extremo.
Había algunas personas en el pasillo: dos hombres y una mujer parados y hablando, dos mujeres sentadas junto a la fuente, comiendo lo que parecía ser un almuerzo. Cuando Draco y Harry se acercaron a las puertas doradas, un hombrecito apareció detrás de un puesto de seguridad.
—¡No has aparecido por aquí desde hace un tiempo! —dijo el hombre, radiante.
—Sí, hola —dijo Draco con la voz de Harry, su tono brusco—. Tengo un invitado, Draco Malfoy.
—¿Malfoy? —El hombrecito miró a Harry, los ojos se abrieron un poco. Tenía mechones de pelo detrás de las orejas, lo que, junto con su espalda ligeramente redondeada, lo hacía parecer una especie de koala—. ¿No es eso-
—Sí —dijo Draco, aún más brusco—. Él no causará problemas en mi presencia.
—Si usted lo dice —dijo el hombre, luciendo escéptico. Volviéndose hacia Harry, frunció el ceño—. Varita —espetó, extendiendo su mano.
—Oh—, dijo Harry, dándose cuenta de que esta era la "medida de seguridad" que Draco había mencionado—. Aquí —dijo, deslizando la varita fuera de su manga.
Tomando la varita, el hombre pareció mirarla.
—Harry Potter te ha echado el ojo —dijo, devolviéndole la varita a Harry—. Ni siquiera pienses en causar problemas.
—Ni lo soñaría —murmuró Draco—. Vamos.
Harry deslizó rápidamente la varita en la manga y siguió a Draco hasta un ascensor. Una vez dentro, Draco apretó el botón para ir al segundo piso y se volvió hacia Harry. Aparte de ellos, el ascensor estaba vacío.
—Eso estuvo muy bien Harry. ¿Cómo te sientes?
—Bien —dijo Harry—. ¿Qué quiso decir cuando dijo-
—Shh —dijo Draco, pero tomó la mano de Harry y la apretó una vez, con fuerza, antes de soltarla—. Ahora no.
La puerta del ascensor se abrió, revelando un largo pasillo con puertas a ambos lados.
—Por aquí —Draco se abrió camino por el pasillo, y Harry estaba empezando a preguntarse cómo Draco sabía a dónde iba, cuando Draco murmuró—: Mi padre solía venir aquí a veces.
Harry recordó a Draco diciendo que su padre era importante, y luego se encontraron ante un conjunto de pesadas puertas de roble. Draco abrió una, revelando una gran habitación amurallada en cubículos. Los cubículos que podían ver frente a ellos tenían escritorios dentro de ellos, así como una silla en cada escritorio y un archivador al lado. Aunque obviamente los escritorios se usaban con frecuencia, nadie se sentaba en ellos. En el cuerpo de Draco, Harry era lo suficientemente alto como para ver más allá de las paredes del cubículo. No parecía haber nadie más cerca, pero si estuvieran sentados en un escritorio no serían visibles.
Levantando la mano por encima de la cabeza, Draco dijo en voz baja:
— Accio pluma de Harry —Una pluma se levantó de uno de los cubículos y voló hacia ellos, luego Draco comenzó a caminar en la dirección de donde había venido la pluma. Harry supuso que la pluma había venido del escritorio de su yo adulto, así que ahora sabían dónde estaba.
—Entonces, ¿ya ni siquiera caminamos hacia nuestros escritorios? Simplemente haces flotar todo lo que necesitas a través de la oficina, ¿no? —dijo una voz, antes de que hubieran llegado hasta allí.
—Joder —dijo Draco, saltando.
—Es un saludo fantástico, después de que no te molestaras en apareces por una semana.
La mujer estaba dentro del cubículo por el que pasaban. Parecía mucho mayor que Draco, como de cuarenta o setenta años, y era baja, pero su cuerpo era ancho, hombros anchos, caderas gruesas. Llevaba grandes botas negras, pantalones de trabajo y tirantes sobre una camisa a rayas.
—Veo que finalmente trajiste a tu novio —agregó la mujer, con los ojos oscuros deslizándose hacia Harry.
Draco frunció el ceño, la expresión feroz en el rostro adulto de Harry.
—Él no es mi novio.
—Eso es lo que siempre dices. ¿Cómo te trata la vida de Mortífago, mini-Lucius?
—Me está ayudando en un caso —dijo Draco rápidamente—. Seguiremos nuestro camino —Comenzó a guiarlos en dirección a lo que debía ser el cubículo de Harry, pero la mujer lo siguió.
—¿Eso es lo que obtengo? ¿Un "ayudando en un caso"? ¿Y tú le envías una lechuza a Robards, pero no me envías una lechuza a mí?
—Él es mi jefe —dijo Draco.
Estaban en el escritorio de donde debía haber salido la pluma, y Harry quería mirarlo, pero supuso que con la mujer allí, podría parecer extraño que Draco, que no era amigo de Harry, pareciera demasiado interesado. El escritorio estaba bastante desordenado, con papeles esparcidos sobre él, una taza de café vieja, tres globos, una cubeta con la etiqueta "riñones" y lo que parecía un montón de polillas muertas. Draco estaba mirando a través de los papeles mientras la mujer estaba allí, mirándolos.
—¿Y qué hay de él? —Hizo un gesto a Harry sin mirarlo realmente—. ¿Es tu nuevo compañero? Le dirás a un ex mortífago en qué estás trabajando, pero no le dirás-
—No le he dicho nada —murmuró Draco, la voz del Harry mayor lo hizo sonar como un gruñido.
—Entonces, ¿dónde has estado?
—Creo que ya te lo he dicho —Draco siguió buscando en el escritorio, abriendo cajones—. Estoy trabajando en un caso-
—¿Cuál? —Preguntó la mujer, con la mano en la cadera—. En caso de que lo hayas olvidado durante la semana que estuviste fuera, Potter, tenemos siete abiertos ahora mismo.
—Uno diferente —dijo Draco, pasando al archivador.
La mano de la mujer se deslizó por su cadera y abrió los labios. Luego pareció notar que Harry la miraba y frunció el ceño.
—Bueno, ¿qué caso es? —dijo, volviéndose hacia Draco—. Si es el caso de Ludville, no te preocupes por eso. El departamento de Misterios lo tiene bajo control. Estoy segura de que todo se aclarará-
De repente, Draco se puso de pie y se volteó, con un pergamino en la mano.
—¿Qué estás haciendo aquí un domingo de todas formas, Savage?
—Trabajando —dijo la mujer, Savage, casi demasiado rápido. Luego, tardíamente, dijo—. Obviamente.
—Obviamente —repitió Draco, luego se volvió hacia Harry—. Esta es la poción de la que te estaba hablando —dijo, entregándole el pergamino—. ¿Crees que puedes encontrar al pocionista?
Harry tomó el pergamino y lo abrió. Estaba lleno de palabras, pero no parecía una poción.
—Sí —fue todo lo que dijo, ya que estaba bastante seguro de que eso era lo que Draco quería que dijera.
—Bien —dijo Draco—. Nos vamos, entonces.
—Sí, bueno, envía una postal la próxima vez, ¿quieres? —Dijo Savage, alejándose, pisando fuerte.
Draco se dirigió hacia las grandes puertas de roble, así que Harry lo siguió, deteniéndose cuando Draco de repente tomó su mano. Dejándose ir, Draco se llevó un dedo a los labios en señal de silencio, luego se dirigió a la puerta de roble, la abrió y la cerró sin pasar. Tomando la mano de Harry de nuevo, Draco los hizo agacharse contra la pared del cubículo.
Una repentino ¡crack! llenó la gran habitación, como el sonido que hacían cada vez que viajaban a través de la fría oscuridad hacia otro lugar.
—Rápido —susurró Draco. Sin soltar la mano de Harry, Draco los condujo de regreso a través de los cubículos, hasta donde había estado Savage cuando la vieron por primera vez. Esta vez ella no estaba allí, y Harry entendió que el crujido debió ser Savage haciendo el hechizo de desaparición.
Finalmente soltando la mano de Harry, Draco comenzó a buscar en el escritorio del cubículo de Savage, de la misma forma que había buscado en el de Harry. Después de un rato, colocó un trozo de pergamino sobre el escritorio con una pluma encima. Harry miró el pergamino, pero parecía en blanco. Draco se volvió hacia Harry.
—Harry, ¿me puedes dar mi varita?
Harry la sacó de la manga de su elegante camisa y se la dio a Draco, quien señaló la pluma sobre el escritorio.
—Prior scribendo —murmuró Draco. La pluma se levantó y comenzó a escribir en el pergamino.
Esto se prolongó durante sólo unos momentos antes de que la pluma se posara de nuevo. Draco recogió el pergamino, lo sopló, lo dobló y lo metió en la túnica escarlata.
—Accio pluma de Cecil Vance —dijo Draco a continuación, sosteniendo su mano en alto.
Otra pluma se elevó sobre los cubículos para que pudiera flotar hasta la mano de Draco, pero Draco comenzó a caminar rápidamente hacia esa dirección, así que Harry lo siguió. Llegaron a otro escritorio, y Draco rebuscó en él al igual que lo había hecho con el anterior. Hizo que esa pluma también escribiera cosas, tomó el papel en el que se había escrito, y luego ordenó todo para que se viera como había estado antes. Entonces Draco volvió a tomar la mano de Harry y la apretó.
—Solo una cosa más, Harry. Lo estás haciendo muy bien.
Harry no creía que lo estuviera haciendo tan bien, ya que Draco parecía estar siguiendo algún tipo de plan que Harry no entendía, pero se mantuvo en silencio mientras regresaban al escritorio del Harry mayor. Allí, Draco recogió todos los papeles que había dejado tirados en el escritorio cuando Savage los había estado mirando, así como varios archivos del gabinete.
—Ahí —dijo Draco—. Eso es todo lo que necesitamos. Toma mi mano de nuevo, Harry.
Harry extendió su mano para que Draco la tomara, y luego se abrieron paso a través de la fría oscuridad, directamente al laboratorio de Draco.
—Eso estuvo bien —dijo Draco, colocando todos los papeles en uno de los bancos de trabajo. También sacó los pergaminos que había doblado—. ¿Tienes el pergamino? —Harry se lo entregó y Draco lo tomó, agregándolo a la pila—. Lo hiciste tan bien —dijo Draco de nuevo, girándose hacia Harry—. ¿Cómo te sientes?
—¿Vas a decirme lo que hicimos? —Si Harry no hubiera estado en el cuerpo de Draco, se habría subido las gafas de nuevo.
—Yo… no lo sé exactamente —dijo Draco, frunciendo el ceño. El ceño fruncido en el rostro del Harry mayor parecía feroz, pero ya no le molestaba tanto—. Tendré que revisar esos papeles. ¿Quieres almorzar? —Añadió, moviéndose hacia las escaleras.
Draco siempre hacía eso, evitar preguntas. Harry se quedó quieto.
—¿Qué es un Mortífago?
—Una mala persona —dijo Draco con desdén.
—¿Qué es un mini-Lucius?
—Otra mala persona.
—¿Quién era esa mujer? ¿Quién es Cecil Vance?
—Son Aurores —espetó Draco—. Creí que eso era obvio.
Draco le había hablado así a Savage, y le había hablado así a Harry cuando Harry había rejuvenecido por primera vez. Sin embargo, no le había hablado así desde entonces, y tomó a Harry por sorpresa.
Draco había estado saliendo del laboratorio, pero luego se volvió para mirar a Harry.
—Oh —dijo, casi sonando como Draco de nuevo, en lugar del Harry mayo—. Harry —dijo, volviendo. Cuando alcanzó la mano de Harry, comenzó a cambiar, adelgazando, sus hombros se estrecharon. Su cabello se volvió rubio desde la raíz, la barba de su rostro creció hacia adentro a medida que su rostro se adelgazaba—. Lo siento —dijo Draco, y ahora sonaba exactamente como él—. Estoy… estoy tan perdido en esto como tú, y estoy tratando de encontrarle sentido. Lo siento, no puedo explicarlo todo, pero te- te diré todo lo que sé.
—Tal vez pueda ayudar —dijo Harry. Todavía se sentía alto, por lo que aún debía parecerse a Draco, y Draco le sostenía la mano. Si alguien hubiera podido verlos en ese momento, habrían parecido gemelos.
Draco sonrió con su linda sonrisa, la que era una suave curva y se veía tan amable.
—Estoy seguro de que podrás. Tú y tus amigos siempre estaban resolviendo misterios en Hogwarts.
En ese momento, Harry sintió que comenzaba a encogerse. La mano de Draco comenzó a aflojarse, ya sea porque la mano de Harry se estaba haciendo más pequeña o porque Draco lo estaba soltando. La mano de Harry se apretó.
—Me gustó ser tú —dijo, sintiéndose cada vez más pequeño, hasta que los elegantes pantalones y la camisa de vestir de Draco le quedaban como trapos colgando de su cuerpo.
—Harry —dijo Draco, pero luego no dijo nada más. Inclinándose, movió con cuidado el cabello de Harry; Harry supuso que tenía la cicatriz de regreso, y luego Draco le estaba poniendo las gafas sobre los ojos—. Reducio gafas —murmuró Draco, y los lentes se ajustaron en la cabeza de Harry—. Aquí tienes tu varita —dijo Draco, entregándosela—. Ve a cambiarte. Yo también me cambiaré, luego te haré el almuerzo y te diré lo que sé.
Harry le devolvió a Draco su propia varita, luego fue a hacer lo que Draco le había dicho.
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Draco tenía razón; no sabía mucho.
Gawain Robards era el jefe de los Aurores y el jefe de Harry. Draco le había estado enviando cartas y firmándolas con el nombre de Harry para disculpar la ausencia de este, lo cual era algo que Harry ni siquiera había considerado hasta ahora.
Georgiana Savage había sido Auror durante años, el tiempo suficiente para que Draco pensara que ella ya no estaría lo suficientemente interesada en el trabajo como para venir un domingo. Por eso había decidido que la engañaría para hacerle pensar que se habían ido. El hechizo que había hecho en su pluma simplemente había hecho que ella copiara lo último que había escrito, que había sido una nota para Cecil Vance.
Cecil Vance era un auror más joven de quien el Harry mayor a veces se había quejado, había dicho Draco. La madre de Vance era una especie de heroína, pero Draco no parecía pensar mucho en el padre de Vance, quien había ascendido en el Ministerio de Magia después de su muerte. Como el Harry mayor había dicho que Draco era la única persona en la que podía confiar, eso implicaba que no confiaba en nadie en el Ministerio, lo que significaba que Savage o Vance podrían estar involucrados en el caso en el que Draco estaba trabajando. Draco había tomado los archivos del escritorio de Harry para ver si había alguna conexión con Savage, Vance, los papeles que habían visto en la casa de Harry o con alguna poción que pudiera rejuvenecer a alguien.
Para el almuerzo, Harry volvió a pedir los mini Solomillos de Wellington de carne de ternera. Draco hizo uno, pero se preparó para sí mismo una ensalada de pollo. Mientras comían, Draco vio a Harry mirándolo y dejó que Harry la probara. Estaba muy buena, mucho mejor que cualquier ensalada que la tía Petunia hubiera preparado. Cuando Draco vio que Harry seguía mirándolo, hizo otra solo para Harry, y no lo obligó a terminar la carne. Harry quería acabar con las dos comidas, pero recordó esa vez que se enfermó y decidió dejar el resto para más tarde.
Después, Draco dijo que necesitaba mirar los archivos. Con el ánimo de ayudar, Harry leyó algunos de ellos, pero después de dos o tres de ellos se rindió. Draco iba a leerlos de todos modos; podría decirle a Harry lo que dijeron. Tal vez si se metían en problemas, Harry podría ayudar con la magia, así que decidió practicar los hechizos que había aprendido durante la última semana. Por la noche, Harry pudo comer más ensalada de pollo y Solomillo de Wellington, y luego Draco les preparó galletas y té. Después del postre, Harry pensó que podrían hacer algo divertido como solían hacer, pero en cambio Draco dijo que tenía que leer más archivos.
Harry practicó más de su magia. Estaban en la sala de estar, pero como Harry tuvo que moverse por toda la habitación para practicar con diferentes cosas, Draco no había convertido la silla con el estampado flores en un sofá. Finalmente, Harry se aburrió de practicar, a pesar de que era divertido. Quería sentarse junto a Draco, pero no quería molestarlo. Esas veces que Harry se había quedado dormido, Draco había usado su varita para llevar a Harry a la cama, pero antes de eso debió haberse quedado dormido al lado de Draco, junto a Draco, Harry se dio cuenta, recordando la sensación del cálido hombro de Draco contra su mejilla.
El recuerdo era tan agradable que Harry quería quedarse dormido de esa manera de nuevo, pero eso era extraño. La gente no te sostenía en sus brazos cuando eras tan mayor como lo era Harry; solo los bebés necesitaban ser cargados, y eso se debía a que no podían caminar. Y el tío Vernon siempre le decía a Dudley que los niños grandes tampoco necesitaban ser abrazados, a pesar de que Petunia abrazaba a Dudley todo el tiempo, pero eso se debía a que Petunia era molestosa y Dudley era terriblemente malcriado. Era extraño querer que alguien te tocara, pero Harry no pudo evitar desear que Draco hubiera hecho de la silla un sofá. Entonces podría sentarse a su lado, y eso no era extraño. Era perfectamente normal querer sentarse junto a alguien que te agradaba. La gente lo hacía en la escuela todo el tiempo.
—Protracto —dijo Draco, y Harry miró hacia arriba para ver que la silla se alargaba hasta convertirse en un sofá—. Ven a sentarte a mi lado, Harry —dijo Draco, y Harry se preguntó si había visto a Harry mirando con nostalgia la silla.
Harry fue a sentarse a su lado de todos modos.
—¿Te gustaría leer un poco más? —Preguntó Draco, moviendo los papeles para que Harry pudiera verlos.
Harry realmente no quería hacerlo, pero la forma en que Draco sostenía los papeles significaba que tenía que acercarse para poder mirarlos.
—Sí —dijo Harry, moviéndose y fingiendo mirar los papeles. Después de un momento miró a Draco, que estaba mirando fijamente el pergamino—. Ehm —dijo Harry, dudando. Se apretó más contra él—. ¿Tu brazo no está siendo aplastado?
Draco lo miró, pareciendo desconcertado, y, sin embargo, una vez que miró la cara de Harry, inmediatamente dijo:
—Oh, sí, muy aplastado —y sacó su brazo, colocándolo alrededor de los hombros de Harry.
Se sentía tan cálido y bueno, y no era extraño porque era solo para que pudieran leer los papeles, aunque Harry no los estuviera leyendo. En cambio, estaba pensando en hechizos y en Hogwarts, y en resolver misterios, y en cómo casi podía sentir los latidos del corazón de Draco de nuevo. Los ojos de Harry se cerraron, pero de vez en cuando Draco se movía para poder pasar al siguiente papel, lo que los separaba a ambos un poco. La siguiente vez que se separaron, la mano de Draco estaba en el cabello de Harry.
—No se va a peinar —murmuró Harry.
—¿Hmm?
—Mi pelo.
—Ah —La mano de Draco se detuvo.
—No puedes hacer que se vea bien —explicó Harry.
Hubo una pausa.
—Al contrario —La voz de Draco se escuchaba baja y ronca con la oreja de Harry contra su pecho—. Siempre me pareció que se veía bien.
—Se veía incluso desordenado en mi yo mayor.
—Me gusta mucho cómo se ve en tu yo mayor. Especialmente… —Draco se interrumpió.
Harry lo miró, pero Draco estaba mirando los papeles.
—Me gustaba especialmente cuando era lo suficientemente largo como para poder atarlo. Un momento, Harry —dijo Draco, moviéndose debajo de él y tirando de su brazo más fuerte alrededor de Harry para pasar la siguiente página. Luego volvió a donde estaba, pero la mano no volvió a tocar su cabello.
—Puedes intentar arreglarlo si quieres —dijo Harry, después de un largo momento en el que la mano de Draco no volvió a su cabello—. No me molesta.
Otra pausa, luego otro suave estruendo.
—A mí tampoco me molesta, Harry —La mano de Draco tocó el cabello de Harry de nuevo, sus dedos tocaron el cuero cabelludo de Harry, acariciando suavemente su oreja.
Harry volvió a cerrar los ojos.
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—Harry.
Algo sacudió el hombro de Harry, pero Harry estaba cálido, incluso si su cabeza estaba sobre algo un poco duro. No quería despertar.
—Harry —dijo la voz de Draco—, despierta.
La leve urgencia en el tono de Draco finalmente hizo que Harry abriera los ojos. Todavía estaba acostado contra Draco en el sofá, y la cosa dura era el codo de Draco. El fuego había bajado bastante y la habitación estaba completamente a oscuras. Debía ser muy tarde.
—Creo que he encontrado algo —dijo Draco.
—¿Sobre la poción?
—Sobre el ingrediente que falta —dijo Draco—. Tenemos que ir a tu casa.
—¿Ahora? —Harry bostezó.
—Si estoy en lo cierto, esto significa que estamos mucho más cerca de encontrar ese ingrediente —dijo Draco— Accio dos túnicas.
—¿Qué es? —Preguntó Harry, sentándose y tratando de parpadear para quitar el sueño que sentía.
—Aún no lo sé —dijo Draco—, pero creo que encontré la conexión entre los casos más antiguos, tú también debes haberla encontrado. Si estoy en lo cierto, necesito mirar algunos de los archivos que tenías en Grimmauld Place para ver si puedo averiguar cómo encontraste el lugar al que fuimos la noche que tú envejeciste.
—Está bien —Harry se puso de pie, se acomodó las gafas y luego ocultó otro bostezo.
—Reducio —dijo Draco, señalando una de las túnicas—. Ponte esto —dijo, entregándosela a Harry—. Hace frío afuera y no podemos aparecernos directamente en tu casa.
—¿Aparecernos?
—Ese es el hechizo que usamos para ir a diferentes lugares.
Pasando a través de la oscuridad, supuso Harry.
—Está bien —dijo de nuevo, extendiendo su mano.
Draco la tomó y se Aparecieron.
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Aparecieron en Grimmauld Place exactamente donde lo habían hecho antes, solo que esta vez la calle estaba oscura y el Número Doce ya estaba allí. Rápidamente, subieron los escalones y abrieron la puerta grande. Harry entró primero de nuevo, pero una vez que estuvieron dentro, Draco pasó junto a él y subió por las escaleras. Subieron a la habitación con todas las cajas con papeles dentro, solo que se veía diferente que antes.
Todas las cajas estaban abiertas, los papeles esparcidos por todas partes. Las cosas de los estantes estaban en el suelo. Harry estaba seguro de que no habían dejado la habitación tan desordenada, pero su yo mayor ciertamente no había estado por aquí para mover las cosas, y Draco había dicho que Harry no estaba casado. Harry supuso que la chica pelirroja o de cabello castaño, Weasley y Granger, los había llamado Draco, podrían haber venido a su casa cuando él no había estado allí, pero eso parecía extraño.
—Harry —dijo Draco con voz ronca. Su mano estaba alcanzando la de Harry, cuando alguien gritó.
—¡Stupefy!
—¡Protego! —Gritó Draco, casi al mismo tiempo. Un estallido de luz se movió frente a ellos, pareciendo golpear un escudo invisible frente a Draco. Tomando con fuerza la mano de Harry, Draco gritó—: ¡Ponte detrás de mí!
De pie, en el pasillo, estaba un hombre que Harry nunca había visto antes. Sostenía un fajo de papeles, apuntando con una varita a Draco.
—¡Finite Incantatem!
—¡Expelliarmus! —Gritó Draco, al mismo tiempo que el hombre gritaba algo más.
Harry se dio cuenta de que estaban peleando y Draco lo estaba protegiendo con su cuerpo.
—Protego —dijo Draco de nuevo, y más luz se estrelló contra un escudo invisible—. ¡Confundus!
La luz brilló desde la varita de Draco, pero al mismo tiempo una sombra salió de la varita del hombre, una cosa larga y oscura, desenrollándose como una cinta en una nube. Harry se sintió repentinamente asustado de una manera que no había sentido antes en toda su vida.
Sin soltar la mano de Harry, Draco apretó con fuerza. Luego, con la varita en la otra mano, dijo:
—¡Expecto patronum!
Harry buscó a la zorra plateada, pero nunca llegó. En cambio, había un ciervo plateado, ni siquiera uno adulto. Tenía una pequeña cola y manchas en la espalda, como el ciervo de esa película de dibujos animados. Se precipitó hacia la sombra negra, haciéndola estallar en pedazos como jirones de tela.
El hombre que los estaba atacando había irrumpido en la casa de Harry, se dio cuenta Harry. El hombre debió haber estado buscando los mismos papeles que ellos. Harry sacó su varita y se inclinó por detrás del hombro de Draco.
—¡Accio papeles!
Los papeles volaron lejos del hombre, quien parecía sorprendido.
—¡Quédate detrás de mí! —Draco dijo frenéticamente, empujando a Harry hacia atrás. Lanzándose hacia adelante, gritó—: ¡Stupefy!
El hombre, momentáneamente distraído por los papeles voladores, bloqueó por poco el hechizo de Draco, gritando un "¡Protego!".
—¡Finite Incantatem! —gritó Draco—. ¡Expelliarmus!
Pero para ese entonces, el hombre había recuperado el equilibrio y ya estaba gritando algo en respuesta.
Mientras tanto, los papeles cayeron en las manos de Harry. Sabía que Draco no quería que se lastimara, pero obviamente Draco necesitaba ayuda.
—¡Tarantellegra! —Gritó Harry, inclinándose alrededor de Draco de nuevo.
El hombre, que había estado gritando algo más, comenzó a bailar.
—¡Petrificus totalis! —Draco gritó, luego agarró a Harry por la muñeca con torpeza—. ¡Vamos!
Luego, el negro los atrapó, más frío y apretado que antes, todo girando en un remolino en nada más que frío. Ni siquiera había aire para respirar, y luego estaban en la sala de estar, y las estrellas nadaban en los ojos de Harry.
—¡Harry! —Draco cayó de rodillas y luego tocó los hombros de Harry, su cabello, sus manos, su pecho—. ¿Estás bien?
—Estoy bien —dijo Harry, tratando de alejarse, porque Draco estaba actuando raro.
Draco aguantó. —Nunca vuelvas a hacer eso. ¿Me entiendes? Nunca hagas eso.
—Pero conseguí estos —dijo Harry, sacando los papeles.
—Lo hiciste —Draco tomó los papeles, pero no parecía importarle en absoluto. Los dejó en el suelo y volvió a tomar las manos de Harry—. Pero no debes… no debes ponerte en peligro. ¿Lo entiendes?
—No estaba en peligro —dijo Harry—. Tú sí.
Draco solo lo miró, y Harry no entendió por qué lo que había dicho hizo que Draco pareciera tan triste.
—Harry —Draco se puso de pie, y luego Harry no pudo ver. Sus lentes estaban presionados contra algo suave y duro, y las manos de Draco estaban en su espalda. El calor rodeó a Harry, pero sintió como si se estuviera asfixiando también, y luego se dio cuenta de que Draco lo estaba abrazando. Draco murmuró algo y Harry escuchó la palabra "valiente".
Por fin, Draco lo soltó y Harry se apartó, incómodo. No estaba seguro de por qué Draco había querido abrazarlo, ya que parecía que probablemente tenían cosas más importantes que hacer en ese momento.
—¿Quién era ese hombre? —Preguntó Harry, esperando que pudieran ponerse a trabajar en el misterio.
Agachándose para recoger los papeles del suelo, Draco los tomó y luego comenzó a dirigirse hacia las escaleras.
—Ese era Cecil Vance —dijo Draco mientras Harry lo seguía—. Creo que es seguro decir que está involucrado. Lo que usó fue un hechizo oscuro.
—¿Por qué no funcionó el hechizo del animal?
—Funcionó muy bien —Luego estaban entrando en el laboratorio y Draco prosiguió—: Necesitamos dejar este lugar, Harry. Ya no es seguro aquí —Incluso mientras hablaba, Draco estaba guardando los papeles de Vance en una mochila de cuero. Luego apuntó con su varita sobre el laboratorio, encogiendo notas, botellas e ingredientes y agregándolos a la mochila.
—¿Qué hay de Heloise?
—Heloise puede cuidar de sí misma —dijo Draco.
—Pero tu tienda —continuó Harry, dándose cuenta de que no quería irse. Era un lugar tan agradable, mejor que cualquier otro lugar en el que hubiera estado antes. Ni siquiera había estado dentro de ninguna de las alacenas.
—La tienda estará bien —dijo Draco—. Volveré una vez que solucionemos esto.
—¿Pero a dónde vamos? —Preguntó Harry, siguiendo a Draco mientras Draco entraba al dormitorio.
Draco comenzó a empacar la ropa, y Harry reconoció la túnica escarlata que llevaba cuando se había encogido, la que Draco había usado cuando tuvo el cuerpo de Harry.
—Dijiste que yo era el único en quien confiabas —dijo Draco, agregando la túnica a la mochila, luego agregando otras prendas también—. Pero en este punto, debo asumir que te referías al único en quien podías confiar que también podía ayudarte con este caso. Puede que ella no haya podido ayudarte entonces, pero hay alguien que puede ayudarnos ahora, y sé con certeza que tanto tú como yo confiamos en ella —Terminado de empacar, Draco puso la mochila en su hombro, luego extendió una mano hacia Harry.
—Pero, ¿quién es? —A regañadientes, Harry tomó la mano de Draco.
—Ya verás.
Harry quería hacer más preguntas, pero la habitación ya estaba dando vueltas.
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Se aparecieron en una nueva habitación.
—Lumos Maxima —dijo Draco, dirigiendo la luz que salía de su varita hacia el techo. La habitación era bonita, aunque no demasiado grande. Tenía un sofá y dos sillas, con una mesa baja y algunas estanterías. Había una cocina detrás de ellos y a la izquierda había un pasillo. A la derecha había una chimenea y una ventana grande. Afuera todavía estaba oscuro y las persianas estaban echadas.
—Expelli- — alguien comenzó a gritar, luego se interrumpió. Una mujer entró desde el pasillo, bajando una varita. Tenía el pelo largo y gris, y un camisón blanco que llegaba hasta el suelo. Casi parecía sacada de una pintura, a pesar de que, obviamente, acababa de saltar de la cama, o tal vez porque acababa de saltar de la cama. Su cabello estaba un poco alborotado, sus ojos ardían—. Draco Malfoy —dijo, sonando consternada—. ¿Qué crees que estás haciendo?
—Andrómeda —Soltando la mano de Harry, Draco le dijo que retrocediera un paso.
Los ojos de la mujer se posaron en Harry, luego dio un paso rápido hacia él.
—¿Qué…? —Se detuvo tan rápido como había comenzado—. Ese no es Teddy.
—No —estuvo de acuerdo Draco.
—¿Pero qué…? —La mujer, Andrómeda, dio otro paso adelante. Harry había escuchado el nombre antes, en alguna parte.
Draco apartó el flequillo de Harry a un lado.
Los ojos de Andrómeda se agrandaron. Harry vio que eran de un marrón oscuro, y luego volvió a mirar a Draco.
—¿Qué pasó?
—Un accidente de pociones —dijo Draco.
—¿Contigo? —dijo Andrómeda.
—Esa es una historia un poco larga —dijo Draco—, y estoy seguro de que a Harry le gustaría saber quién eres. Te importa si… ¿nos quedamos un rato?
—Eres la hermana de la mamá de Draco —dijo Harry—. Te vi en un álbum de fotos.
Andrómeda lo miró fijamente.
—Haré una taza de té —Girando sobre sus talones, se alejó por el pasillo, su camisón blanco dando vueltas.
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Diez minutos después, Andrómeda, Draco y Harry estaban sentados en la cocina, cada uno sosteniendo tazas de té. Andrómeda también tenía galletas, lo que mejoró su imagen, en opinión de Harry, a pesar de que parecía un poco severa. Draco le había explicado que ella era la abuela de Teddy Lupin, y que Teddy Lupin era el ahijado de Harry. Harry no podía imaginarse teniendo un ahijado, pero supuso que la abuela de su ahijado debía estar bien.
Draco también le había explicado a Andrómeda sobre la poción rejuvenecedora y lo que había sucedido en el Ministerio y en la casa de Harry.
—Había ido con él a un almacén —dijo Draco—. Po- Harry dijo que pensaba que podría ser la base de operaciones de una red ilegal que había estado tratando de localizar Había... Lo había estado ayudando con la identificación de pociones antes de eso. Supongo que nunca te lo mencioné.
—Pero Harry lo hizo —dijo Andrómeda.
—¿Él... lo hizo? —Draco tomó un sorbo rápido de su té.
—Oh sí. Estaba molesto porque parecías ser el único lo suficientemente bueno en pociones para ayudar al departamento.
—Ah —Draco dejó su taza sobre la mesa con estrépito.
—Y estaba impresionado con lo dispuesto que siempre estabas a ayudar —continuó Andrómeda.
—Mi yo mayor le dijo a Draco que era el único en quien podía confía —dijo Harry, porque incluso si su yo mayor era un idiota, al menos había dicho una cosa buena.
—Eso tiene sentido —dijo Andrómeda, sorbiendo cortésmente su té—. Si Harry sospechaba que el Ministerio estaba involucrado, la mejor ayuda vendría de alguien completamente ajeno a él. Harry —continuó, dejando su té y poniéndose de pie—, debes estar cansado. Te prepararé la cama de Teddy.
—No estoy cansado —dijo Harry, bostezando directamente después de sus palabras.
—Has tenido un día muy emocionante —dijo Andrómeda. Su cocina era mucho más grande que la de Draco, con encimeras de mármol y gabinetes de madera oscura. A Harry no le pareció tan agradable como la cocina de Draco, pero era mucho más agradable que la de Petunia. Dentro había una nevera y un teléfono, aunque parecían anticuados.
—Voy a ayudar a Draco a resolver el misterio —dijo Harry.
—Por la mañana —dijo Draco, levantándose también y recogiendo la mochila que había traído.
Harry se volvió hacia él.
—No me vas a dejar aquí, ¿verdad?
—Ambos nos quedaremos aquí esta noche —dijo Draco, extendiendo su mano.
Harry la tomó, y siguieron a Andrómeda a través de la sala de estar y por un pasillo.
—¿Dónde va a dormir Draco? —Preguntó Harry mientras caminaban por el pasillo con paneles de madera. La casa era bonita, pero parecía un poco vieja—. ¿Hay literas?
—Yo tomaré el sofá —dijo Draco.
—Quiero que duermas en una cama —dijo Harry, mientras entraban en un dormitorio.
El dormitorio era muy fresco, a pesar del mismo revestimiento de madera. Tenía carteles colgados, y la gente en los carteles era intimidante, pero de una manera fría, con mohicanos, cabello rosado y anillos en la nariz. Sostenían cosas como guitarras y baquetas, y parecían estar gritando, pero no se podía oír. La cómoda estaba cubierta de pegatinas y en el suelo había una alfombra que gruñía al pisarla. Las sábanas eran plateadas, pero cambiaron de color cuando Andrómeda las destendió.
—Teddy es más o menos del mismo tamaño, por lo que veo —dijo Draco.
—¿Dónde está? —Preguntó Harry, mirando a su alrededor como si Teddy pudiera materializarse desde la puerta de madera en forma de acordeón en la esquina, que debía conducir a una alacena.
—En Hogwarts —dijo Andrómeda. Volviéndose a la cómoda, dijo—: Te transfiguraré el pijama.
Harry miró a Draco.
—¿Podemos tener literas?
—No, Harry —dijo Draco—. No vamos a arruinar los muebles de Teddy.
Al pensar en esto, Harry frunció el ceño.
—¿Eso significa que arruinaste tus muebles?
—La madera se debilita si la estiras —dijo Andrómeda—, pero la cama de Teddy es resistente. Debería funcionar bien durante algunas noches.
Draco miró a Andrómeda.
—Si estás segura.
Harry seguía pensando en los muebles de Draco.
—¿Eso significa que tu silla de flores también está arruinada?
—¿Tienes una silla de flores, Malfoy? —Andrómeda dijo, su tono un poco burlón.
—Oh, cállate —murmuró Draco.
—¿Lo llamas Malfoy? —Preguntó Harry, mirando de Andrómeda a Draco. Había pensado que Andrómeda era amiga de Draco, pero ahora no estaba tan seguro.
—Solo para burlarme de él —dijo Andrómeda—. Necesita que se burlen de él de vez en cuando, o se sentirá demasiado autocompasivo.
—No, no lo hace —dijo Harry, incorporándose y acercándose a Draco—. Está bien como está, gracias.
—Harry —dijo Draco, con un tono de reproche amable.
—Lo estás —dijo Harry, volviéndose para mirarlo.
Andrómeda se echó a reír.
—¡No has cambiado en lo más mínimo!
Alcanzando la mano de Draco, Harry se acercó más, para poder ponerse entre Draco y Andrómeda. Después de todo, no estaba seguro de que le agradar ella.
—Quiere decir que siempre fuiste muy valiente y protector con tus amigos —Draco le apretó la mano—. No es algo malo.
—Eso no es lo que quise decir en lo absoluto —dijo Andrómeda, todavía riendo—. Quiero decir que a él no le gusta que se digan cosas malas sobre ti.
Harry miró a Draco, quien comenzó a cambiar de color.
—A menos que sea él quien las diga —prosiguió Andrómeda.
—Vamos a preparar esa litera —murmuró Draco.
—Por supuesto —dijo Andrómeda, su tono alegre.
Ambos apuntaron sus varitas a la cama, transformándola en poco tiempo en una litera muy fresca. Sin embargo, en lugar de abrir la colcha, Andrómeda fue a buscar otra, y Draco hizo que Harry tomara el pijama y fuera al baño a cambiarse.
—¿Qué quiso decir con que no me gustaban las cosas malas que decían-
—No lo sé, Harry —lo interrumpió Draco, sonando irritable—. Tendrás que contármelo todo cuando seas mayor.
—¿Pero crees que eso significa-
—Dije que no lo sé —Entonces Draco lo miró y su rostro se volvió suave por completo—. Ven, por favor, cámbiate por mí. Dormiremos, y luego, por la mañana, averiguaremos el ingrediente que falta, y cuando esté todo arreglado, podrás crecer y decidir si quieres ser amigo.
—Seremos amigos —dijo Harry, dirigiéndose al baño—. Lo prometiste.
—Sí, prometí que podríamos serlo —Draco se giró para cerrar la puerta, pero antes de hacerlo, se detuvo para apartar el flequillo de Harry. Harry estaba acostumbrado a que lo hiciera, excepto que Draco seguía haciéndolo todo el tiempo ahora, como si necesitara ver la cicatriz de Harry con frecuencia por alguna razón, y luego, hizo algo extraño. Inclinándose, dejó que sus labios rozaran la cicatriz de Harry, y luego salió del baño—. Cámbiate para que podamos ir a dormir —dijo, y cerró la puerta.
Harry se quedó allí durante un largo momento, tratando de averiguar por qué Draco era tan extraño.
Le tomó casi un minuto darse cuenta de que lo habían besado.
Harry pensó que probablemente lo habían besado antes. Sus padres debieron haberlo hecho. Levantó la mano y tocó la cicatriz. No se sintió diferente. El beso no se había sentido bien ni especial ni nada por el estilo, en su mayoría solo confuso, pero Draco lo había besado. Draco había querido besarlo, porque lo quería. Había sido de la forma en que la tía Petunia siempre besaba a Dudley. Porque a ella lo quería.
Y eso, en lugar del beso, se sentía bien, especial y extremadamente agradable, el que Draco quisiera besarlo. Sin razón. Solo algo que se había dado sin la necesidad de pensarlo demasiado, solo un gesto ausente, y Harry se preguntó si así es como se sentía tener padres. Tal vez eso era lo que hacían: besarte solo porque querían, y empujarte al baño, y nunca responder preguntas o explicar las cosas completamente. Pero a pesar de eso, tal vez todavía decían cosas bonitas, y te abrazaban, y te daban buena comida para comer y una cama para dormir. Tal vez Draco era lo que era tener un papá.
Si así era, Harry pensó que estaría bien.
Sin embargo, a la mañana siguiente, Draco se había ido.
