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Junio de 2003

Harry Potter: 22 años

Draco Malfoy: 23 años

La primera vez que Harry vio a Malfoy luego de los juicios, fue dos semanas después de que Harry se convirtiera en Auror, y sucedió porque el Departamento de Aurores no tenía un laboratorio con gente que investigara pociones. En su lugar, tenía una pequeña habitación llamada Expedientes & Archivos donde un anciano llamado Kirkley Zidwidley buscaría el origen de un antiguo hechizo si lo preguntaban amablemente (y muy alto).

Cuando Harry le preguntó a Savage, porque Savage lo sabía todo, por qué no tenían un laboratorio, o al menos un consultor de pociones, Savage le respondió, de la manera típica en que lo hacía Savage:

—Pregúntale al capataz.

Cuando, en respuesta, Harry se dirigió a la oficina del Jefe de Aurores Robards, ella agitó las manos frenéticamente y dijo:

—¡No me refería a que le preguntaras de verdad! —Esto también era típico de Savage, y Harry aún no había aprendido que el hecho de que Savage supiera todo no significaba que ella siempre diera el mejor consejo.

Cuando Harry le preguntó a Robards, porque Robards era el Jefe de Aurores, por qué no tenían un laboratorio, Robards frunció el ceño, removió su té y dijo:

—¿Savage hizo que me preguntaras esto? —Harry tampoco había sabido en ese momento que Robards ya había discutido sobre este tema con Savage. De hecho, Harry no había sabido en ese momento que todo el Departamento de Aurores era una maraña de disputas pequeñas, provocadas por un complejo de superioridad y la burocracia; pero con los años Robards había dejado bastante en claro eso con sus fruncimientos de ceño, su té y su: ¿Savage hizo que me preguntaras esto?

Harry salió de la oficina de Robards sintiéndose decepcionado con la vida, los Aurores, y sobre todo con este estúpido caso que no podía resolver porque la única clase extra de pociones que había tomado en la Academia de Aurores no era suficiente para determinar el uso de esta poción en particular. El Departamento de Misterios estaba demasiado ocupado como para lidiar con los problemas de los Aurores, había aprendido Harry. Tendría que hacer la investigación él mismo, lo cual no sería un problema, excepto que estaría atrapado en su escritorio tratando de resolverlo mientras los muggles morían en las calles.

Savage se compadeció y luego llevó a Harry al Boticario Slug & Jiggers en el Callejón Diagon.

—Esto es lo que hacen los buenos Aurores por un laboratorio —le dijo Savage. Lo que Savage quiso decir fue que los buenos Aurores sobornaban a los comerciantes boticarios del Callejón Diagon para que hicieran su investigación por ellos.

—Pero, ¿cómo pueden cobrarte? —Harry había preguntado más tarde—. ¿No puedes simplemente decir que eres una Aurora? ¿No es la ley?

—Eres tierno —Savage se había sentado en el borde del escritorio de Proudfoot y se volvió para mirar a Proudfoot, el único otro Auror que había trabajado allí tanto tiempo como ella—. Él es tierno.

—Soñador —asintió Proudfoot.

Savage se volvió hacia Harry.

—Claro —dijo ella—, es la ley. Y les llevará dos meses hacer lo que les ha pedido, y se disculparán, y tendrán muchos pedidos, aunque la mitad de esos boticarios están vacíos la mayor parte del tiempo. Y les preguntarás qué puedes hacer para acelerar el proceso y te dirán que no podrían ir más rápido, y luego agitarás esos dulces galeones ante sus narices. Y de repente, boom. Ya está hecho para el viernes.

—Eso no está bien —había dicho Harry.

—Tampoco el laborismo —había dicho Savage.

El propietario de Slug & Jiggers era un hombrecito horrible llamado Abel Alby, que estaba tan encantado de conocer a Harry que casi se cae. Savage ya había presenciado al menos tres docenas de encuentros como estos, pero aún parecía incrédula de que alguien pudiera estar tan encantado de conocer a Harry.

—Alby —dijo, agitando una botella de líquido plateado en la cara de Alby—. La poción.

El comportamiento encantador de Alby se redujo por completo. Volviéndose hacia ella, dijo astutamente:

—Te costará.

La poción se llamaba Filtro Soñador, y Harry lo había relacionado con una serie de muertes de muggles. Lo que estaba tratando de averiguar era qué hacía exactamente la poción, ya que arrestar a su sospechoso actual sin ese detalle probablemente sería contraproducente. Mientras Savage regateaba sobre el soborno, Harry vio a un hombre tratando de escabullirse detrás de los estantes.

El cabello rubio era lacio, sin brillo. Los hombros eran más puntiagudos de lo que Harry recordaba, y la ropa era notablemente poco elegante, pero Harry lo reconocería a él en cualquier lugar.

Acercándose hacia los estantes, Harry no esperó a que Malfoy se diera la vuelta.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Preguntó.

Los hombros se pusieron rígidos.

—Trabajo aquí —dijo Malfoy, después de un largo momento. Su voz era tensa pero tan arrogante como siempre.

—¿Haciendo qué? —Preguntó Harry.

—Deleitando a nuestros invitados.

Malfoy no se había girado para mirarlo a la cara aún. Molesto, Harry lo agarró por el hombro para obligarlo a hacerlo, pero tan pronto como Harry lo tocó, Malfoy se apartó y tropezó con una pila de cajas en el suelo. En el proceso, se había dado la vuelta.

Tenía un aspecto espantoso.

—Malfoy —La mano de Harry cayó con sorpresa.

Malfoy, con una sonrisa burlona en su rostro, recogió las cajas y se dio la vuelta.

Harry lo siguió hasta el frente de la tienda, pero cuando Malfoy entró en la sala de trabajo detrás del mostrador, Alby detuvo a Harry.

—Oh, lo siento mucho, Auror Potter —dijo Alby—. Eso está restringido.

—Malfoy está ahí atrás —le dijo Harry a Savage, señalando la sala de trabajo.

—Lucius —Savage sacó su varita.

—No —dijo Harry—. Draco —Harry se volvió hacia Alby—. ¿Qué está haciendo aquí?

—¿Oh, el pequeño lord Malfoy? —Alby parecía presumido—. Él trabaja para mí.

—¿Trabaja para ti? —Harry no sabía por qué se sentía tan sorprendido. Malfoy tenía que conseguir un trabajo en alguna parte, ¿no es así?, con ambos padres despojados de toda su fortuna y sentenciados a Azkaban. Sin embargo, Harry no había pensado en eso antes, y trabajar en una tienda no parecía tan... Malfoyesco. Harry habría pensado que Malfoy se iría a Francia o algo así, a estudiar en el extranjero. Como el tercer hijo de un duque en una de las películas de la tía Petunia, alguien que no tenía profesión ni dinero, pero que siempre vestía ropa elegante y aún hablaba como un idiota privilegiado.

—Sí —dijo Alby, luciendo engreído—. Oh, pequeño lord Malfoy, ¿no saldrás y saludarás a nuestros invitados?

Harry frunció el ceño. Incluso si Malfoy hubiera sido un idiota y un Mortífago y, en general, haberse comportado de la peor manera, llamarlo así parecía fuera de lugar.

Pero Malfoy salió al frente, todavía luciendo espantoso. Su piel estaba tan apretada sobre su rostro que su cabeza parecía una calavera, y Harry se dio cuenta de lo que había hecho que sus hombros parecieran tan afilados: Malfoy estaba delgado. Bastante y desesperadamente delgado, y eso que siempre había sido enjuto. No se veía muy bien estando así. Tampoco con los huecos debajo de sus ojos que le recordaron a Harry al sexto año. Su boca era una pequeña línea hosca, pero eso no era diferente a cómo solía verse.

Solía verse bien, se dio cuenta Harry con un sobresalto. Con su cabello estúpidamente rubio y su carita inquieta; se veía descuidado, elegante, arrogante y brillante, y ahora parecía un fregadero aburrido sin brillo. Para Harry, llegar a comprender que le gustaban los chicos mientras estaba en la universidad había sido en su mayor parte una revelación útil, pero ser consciente de ello en momentos como este parecía inconveniente. Lamentar el cómo se veía Malfoy ahora era lo que Hermione llamaría ser superficial.

—Dile a nuestro invitado, Harry Potter, lo que haces aquí, trabajando para mí —dijo Alby.

Malfoy sonrió amargamente, mirando al mostrador.

—¡El pequeño lord Malfoy abastece los estantes! —dijo Alby, aparentemente demasiado emocionado con este hecho como para obligar a Malfoy a decirlo él mismo—. ¡Barre el suelo! Así es como tratamos a los ex Mortífagos, ¿no, Auror Potter?

Harry no lo sabía. La mayoría de los ex Mortífagos estaban en Azkaban, pero una parte de ellos había estado involucrada en crímenes que no pudieron probarse. Solo su asociación con los Mortífagos era un hecho verificable, y aunque esa asociación fue suficiente para implicarlos, no fue suficiente para condenarlos, especialmente no en el caso de Draco Malfoy, por quien Harry había testificado. Los mortífagos que no fueron enviados a Azkaban fueron condenados a restricciones en su magia, la cual fue limitada a una cantidad de años que se adaptara a los crímenes con los que razonablemente podrían estar asociados.

Las restricciones eran la razón por la que el comercio ilegal de pociones estaba en auge. Las pociones se pueden preparar con poca o ninguna magia, y sus efectos pueden ser bastante mágicos. Por lo tanto, para ejercer el poder al que una vez estaban acostumbrados, algunos de los que estaban bajo restricción mágica se dedicaron a la elaboración de pociones. Draco Malfoy tenía diez años de restricciones. Todavía le quedaban seis.

Poniendo los años juntos en su cabeza, Harry agarró el frasco del Filtro Soñador de Savage.

—¿Sabes algo sobre esto? —Preguntó, poniendo el frasco debajo de la nariz de Malfoy.

Malfoy puso una cara fea, más fea que la cara de calavera que ya de por sí tenía.

—Más que tú.

—¿Qué sabes? —Preguntó Harry.

—No tengo que decírtelo.

—Puedo asegurarles —dijo Alby, la presunción se convirtió en alarma—, no sé nada sobre actividades delictivas. ¡Soy simplemente su empleador!

Malfoy le lanzó una mirada mordaz.

—Escucha —Savage también se acercó a Malfoy—. Esta poción se ha relacionado con una serie de muertes muggles. Si sabes algo, debes confesarlo.

Harry habría dicho que era imposible hace un momento, pero Malfoy se puso un poco más pálido.

—Vamos, Malfoy —dijo Harry.

Malfoy murmuró algo.

—¿Qué cosa? —dijo Savage.

—¡No sé nada!

—Dijiste que sí sabías —dijo Harry.

—Quiero decir —comenzó Malfoy, luego se detuvo. Ya no se veía pedante, solo miserable por todas partes.

—¿Qué querías decir? —Preguntó Harry.

—¡Yo no contrato a criminales! —La voz de Alby era aguda—. ¡Pensé que estaba reformado!

—Malfoy —dijo Savage.

—¡Me refería a que Potter es un idiota en pociones!

Toda la tienda se quedó en silencio.

Entonces sonó la campanilla encima de la puerta.

—Fuera —le dijo Savage al cliente en la puerta, empujándolo y cerrando la puerta.

—Disculpe —dijo Alby—. Tengo derecho a mi clientela.

—¿Qué quieres decir? —Demandó Savage, volviendo hacia Malfoy.

Malfoy todavía se veía enfermo, pero ahora también parecía molesto.

—Obviamente es una poción para meterse en la mente de las personas mientras duermen.

Harry miró el frasco. —¿Qué?

—Tiene líquido de Pensadero —dijo Malfoy, con impaciencia— y coca.

—¿Cómo lo sabes? —Dijo Savage.

—Puedes saberlo mirando —dijo Malfoy—. ¿Nunca tomaste un ÉXTASIS de pociones?

Harry miró el frasco de nuevo, luego volvió a mirar a Malfoy.

—¿Tú obtuviste uno?

Malfoy parecía desafiante.

—Lo habría conseguido.

—Sí —dijo Savage—, seguro. Vamos, Potter. Eso era lo que necesitabas —comenzó a dirigirse hacia la puerta.

Cuando Harry se volvió para seguirlo, Alby lo agarró de la manga.

—No le doy empleo a criminales —le aseguró a Harry.

—No —asintió Harry—. Es solo un idiota.

Cuando regresaron a la Oficina de Aurores, Savage se acercó a charlar con Proudfoot en lugar de revisar los archivos del caso como Harry había esperado.

—Nuevo consultor en la ciudad —dijo Savage a Proudfoot, tomando el frasco de Filtro Soñador de manos de Harry.

A veces, ser nuevo y trabajar con un Auror que tenía años de experiencia era un poco complicado.

Savage golpeó el frasco sobre el escritorio de Proudfoot.

—Lo hará gratis.

—¿Gratis? —Proudfoot, que estaba reclinado en su silla giratoria, se sentó de repente con la espalda recta.

—Gratis —dijo Savage.

Todo se fue cuesta abajo a partir de ese momento.

-0-

Mayo de 2004

Harry Potter: 23 años

Draco Malfoy: 23 años

Todo el mundo sabía que Savage y Proudfoot eran los Aurores que hacían las cosas. Nadie sabía muy bien cómo lo hacían, aparte de que habían trabajado en el Departamento durante décadas y sabían básicamente todo: dónde buscar sospechosos, a quién pedir favores, cuándo presentar el papeleo y cuándo olvidar el papeleo en beneficio a usar métodos alternativos. Después de la primera visita de Harry a Slug & Jiggers, Savage y Proudfoot sabían a quién acudir para consultar sobre pociones: Harry Potter, porque tenía una relación con Draco Malfoy.

—No soy bienvenido ahí —protestó Harry, la tercera vez que Savage le arrojó otro caso sobre pociones ilegales. Trató de devolverle los archivos—. Pregúntale tú misma.

—Pero Harry —dijo Savage, alejándose—, ¡hiciste que arrestaran a su padre en quinto año! ¡Eso los convierte en prácticamente compañeros!

Savage sabía que Harry nunca descuidaría voluntariamente un caso, no cuando un pocionista estaba en las calles haciendo que la gente se muriera. Tragando un suspiro, Harry agregó el archivo a la pila creciente en su escritorio. Así fue como se convirtió en la persona a la que acudir para los casos de pociones ilegales, y cómo Draco Malfoy se convirtió en el consultor no oficial de pociones de todo el Departamento de Aurores.

Durante el resto del año, trabajar con Malfoy no se volvió más fácil. Siempre se mostraba hosco cada vez que Harry acudía a él en busca de ayuda y se burlaba tanto como siempre. Pero siempre ayudó, y nunca cobró, y por lo general podía dar información útil en unos pocos días como máximo.

Abel Alby, sin embargo, fue lo contrario a útil. Aunque todavía adulaba a Harry, trató activamente de evitar que Harry trabajara con Malfoy, obviamente perdiendo las recompensas que Savage solía darle a cambio de ayuda con la identificación de pociones. Además, siempre le decía cosas horribles a Malfoy, cosas que Harry intentaba ignorar, pero no podía evitar escuchar: Alby le decía a Malfoy que era una pérdida de espacio, que nadie lo quería. Mientras tanto, Malfoy trabajaba constantemente con ropa que no le quedaba, todavía era demasiado delgado y no se le permitía usar magia.

Le recordó a Harry algo terrible en lo que no le gustaba pensar, así que no pensó en eso.

Cuando Robards se enteró de que Harry iba a ver a Malfoy para una consulta de pociones, Robards le preguntó si Savage había hecho que Harry lo hiciera, y luego hizo una política en contra de trabajar con ex mortífagos. Mientras tomaban el té, Robards afirmó que se veía mal que alguien del departamento fuera visto con aquellos que habían servido al Señor Oscuro. Lo que realmente quería decir era que estaba avergonzado de no haber podido romper el hechizo Imperius sobre sí mismo cuando había servido a Voldemort durante su régimen, sirviéndole como su títere, y también que los registros de Harry sobre los casos hacían los de los demás se vieran mal. De hecho, el historial de Harry era tan bueno que parecía que algo podía estar mal con el liderazgo, ya que Harry tenía que trabajar con frecuencia alrededor del sistema para hacer las cosas.

Harry intentó trabajar dentro del sistema. Trató de obedecer la nueva política de Robards mientras intentaba identificar una nueva poción que había aparecido en las calles. La Lejía de ojo de madera funcionaba como un antídoto para el Veritaserum, pero Harry no sabía quién lo estaba preparando. Recurrió a los expertos en pociones en Hogwarts, San Mungo y la Academia de Aurores para ver si alguno de ellos podía identificar algo sobre el pocionista al mirar la poción. Probó con todos los tenderos de pociones del Callejón Diagon e incluso le escribió a un experto en pociones en Francia. Casi ninguno de ellos pudo identificar la Lejía de ojo de madera tan rápido como probablemente Malfoy lo habría hecho, y como aquellos que podrían querer cobrar cantidades exorbitantes. El departamento no tenía dinero para pagarles, y Harry no estaba interesado en sobornar a la gente, a diferencia de Savage.

Cuando Harry habló con Hermione, ella dijo:

—Se necesita de cierto tiempo tiempo para destilar los ingredientes de las pociones, Harry.

—Pero Malfoy por lo general puede decir algo al respecto con solo mirarlas —dijo Harry.

—Quizás tenga menos que perder si se equivoca.

—Pero no se equivoca —dijo Harry—. Su información siempre es correcta.

Hermione simplemente se encogió de hombros.

—Él siempre fue bastante hábil en pociones —señaló.

—Pero no puede ser el mejor.

—¿Por qué no?

Porque es Malfoy, quería decir Harry. En cambio, dijo:

—Robards dice que no podemos consultar a ex mortífagos.

Hermione frunció el ceño.

—¿Malfoy hizo algo?

—Dejó entrar a los Mortífagos a Hogwarts, trató de matar a Dumbledore y envenenó a Ron —le recordó Harry—. Así que sí, diría que hizo algo.

Poniendo los ojos en blanco, Hermione dijo:

—Ya ha sido sentenciado por eso. Lo último que supe es que estaba siguiendo la restricción y manteniendo la cabeza gacha. Tú mismo lo dijiste.

Harry había dicho eso, no sobre la restricción, ya que realmente no había pensado en eso, pero le había contado a Hermione sobre su primer encuentro con Malfoy en Slug & Jiggers y la ayuda que había proveído después Malfoy al Departamento.

—No ha hecho nada malo —dijo Harry de mala gana—, aparte de ser Malfoy. Robards simplemente está obsesionado con la imagen del Departamento.

—Lo siento —dijo Hermione con simpatía.

—¿Estás seguro de que no puedes ayudar? —Preguntó Harry, ya que esa era la razón por la que había acudido a Hermione inicialmente.

—Estoy… —Hermione tragó—. Puedo intentar.

—No —dijo Harry, porque reconoció esa mirada. Hermione lo haría por él. Ella haría cualquier cosa por él—. No debería haber preguntado.

—Harry-

—Tienes cosas más importantes de las que preocuparte —dijo Harry. Hermione tenía un trabajo en el Departamento de Misterios, trabajando como un Inefable. Ron tenía que trabajar en la tienda de bromas mientras estudiaba en la universidad, mientras que el salario de Hermione pagaba la casa. Además de eso, Hermione estaba embarazada; los Granger-Weasley apenas iban a tener tiempo para ellos mismos, mucho menos para Harry.

Hermione tenía su propia vida ahora, y el corazón de Harry se rompió un poco al darse cuenta de que las cosas nunca volverían a ser como eran en la escuela, donde sus vidas habían pertenecido el uno al otro. Podía confiar en que Hermione siempre sería su amiga, pero no debería esperar que ella hiciera sus deberes y resolviera sus misterios, como lo había hecho una vez. Él estaba por su cuenta, ahora, era un adulto, con su gran casa polvorienta y un elfo doméstico que no lo quería. Si su trabajo consistía más en políticas estúpidas que en salvar vidas, era su maldita culpa.

Hermione se veía preocupada y tan estresada como si lo amara a él, como si quisiera que todos sus problemas desaparecieran.

—Todavía puedo ayudarte.

—Sé que puedes, Hermione —Harry le tomó sus manos y se las apretó—. Siempre pudiste. No significa que siempre debas hacerlo. Este es mi problema, no el tuyo.

—Pero-

—Cuida a tu familia —Apretando sus manos una vez más, Harry la dejó ir.

—Harry —dijo, un poco bruscamente—. Tú eres mi familia.

—Y este es mi trabajo —dijo Harry. Esta era su vida, y que se jodiera Robards si iba a interponerse en el camino de Harry.

-0-

Cuando Harry rompió la política de Robards de ver a Malfoy, sin embargo, Malfoy no estaba exactamente interesado en ayudar.

Harry no se había engañado a sí mismo pensando que Malfoy estaba haciendo identificación de pociones para él durante el último año por la bondad de su corazón. Malfoy lo estaba haciendo porque Harry lo había mantenido fuera de Azkaban y había testificado en el juicio de su madre. Aunque no había salvado a Narcissa de Azkaban, el testimonio de Harry había acortado su sentencia. Si tan solo el pocionista de San Mungo hubiera sido un criminal también, Harry no habría tenido que lidiar con las tonterías de Malfoy.

Pero criminal o no, Malfoy seguía murmurando sobre tener que poner en orden las pociones de los estantes, cuando ya estaban ordenadas alfabéticamente.

—Necesitan ordenarse por color —dijo Malfoy con petulancia.

—La gente no busca pociones por color; lo hacen por su nombre —dijo Harry.

Malfoy apretó los dientes.

—Solo haz la maldita poción, ¿quieres? —Dijo Harry, sosteniendo el frasco de Lejía de ojo de madera.

Malfoy le dedicó una mirada.

—Tiene lejía —dijo, luego se volvió hacia los estantes.

—Vamos, Malfoy —dijo Harry, tirando de Malfoy hacia atrás para mirarlo—. Sé que tiene lejía; Necesito saber algo que me ayude a identificar al pocionista. Yo sé que puedes hacerlo.

Por primera vez, Malfoy vaciló.

—No puedo —dijo finalmente.

Harry miró la poción.

—¿Porque destilar pociones tarda semanas? —Preguntó, pensando que esta poción en particular debía ser más difícil que las otras que le había traído a Malfoy. Quizás esto significaba que Harry podría usar al maestro de pociones en Hogwarts para consultar sobre ella, después de todo.

Malfoy miró hacia el frente de la tienda, luego de regreso al piso.

—Ya te dije. Tengo que ordenar los estantes.

Harry también miró hacia el frente de la tienda.

—¿Dónde está Alby? —Preguntó de repente.

Malfoy murmuró de nuevo.

—¿Qué?

—Se fue. Cielos, Potter. ¿Siempre fuiste así de sordo? —Malfoy levantó los ojos por primera vez, entonces, y Harry vio que estaban destellando, iris brillando como acero al sol. El color rojo en sus mejillas, y por primera vez Harry se dio cuenta de que Malfoy estaba enojado.

Eso, o avergonzado.

Harry sacó su varita y señaló los estantes.

—Ahí —dijo Harry, guardando su varita mientras los frascos de los estantes salían volando y bailaban uno alrededor del otro—. ¿Lo harás ahora?

Los labios de Malfoy se separaron levemente, la boca colgando abierta mientras observaba cómo los frascos se reordenaban y volvían a colocarse en los estantes, ahora en orden por color. Cuando los frascos se quedaron quietos, la boca de Malfoy se cerró de golpe. Agarrando la botella en la mano de Harry, se alejó.

—¡Espera! —Dijo Harry, siguiéndolo, pero Malfoy estaba yendo al frente de la tienda, al cuarto de trabajo detrás de la caja registradora.

Dejando la Lejía de ojo de madera en la mesa en el centro de la habitación, Malfoy comenzó a sacar frascos de los estantes.

—¿Qué estás haciendo? —Preguntó Harry.

—Horneando un pastel —dijo Malfoy con desdén—. ¿Qué parece que estoy haciendo?

Parecía que Malfoy se estaba preparando para hacerle algo a la Lejía de ojo de madera.

—¿No puedes simplemente…? No sé, ¿probarla?

—Realmente eres un idiota en pociones —dijo Malfoy, sacando una tabla de cortar de un estante y luego golpeándola contra la mesa—. La lejía es una táctica de distracción para dificultar el discernimiento de los ingredientes clave de la poción, y el polvo de los ojos de madera hace que sea peligroso probarla, a pesar de que la lejía está muy diluida.

—¿Realmente lleva ojos de madera? —Preguntó Harry, y Malfoy lo fulminó con la mirada.

Aparentemente, Malfoy iba a tener que hacerle algo a la poción para poder identificar el "ingrediente clave", lo que Harry supuso que no era tan extraño si la misma composición de la poción estaba destinada a disfrazar su contenido. Hermione había dicho que destilar completamente la poción tomaría mucho tiempo, pero Malfoy probablemente no estaría criticando cosas así si fuera un proyecto de una semana. Harry decidió ayudar.

Después de que Malfoy le gritara que usara magia -Harry podía usar magia después de todo, y Malfoy todavía no podía-, cayeron en un ritmo casi pacífico, cortando, machacando, tamizando y mezclando.

—Excelente —dijo Malfoy, cuando Harry le dio la ceniza volcánica que había mezclado con la baba de un cuenco de puré de babosas.

Harry casi se sintió satisfecho, pero no lo hizo, ya que era Malfoy. Malfoy añadió una gota de Lejía de ojo de madera a la mezcla, luego añadió otra a las bayas mezcladas con algas y pus de dragón, y luego otra gota más al polvo negro y los huesos.

—Tiene lágrimas de cocodrilo —dijo Malfoy, mirando la mezcla de bayas.

—¿Lágrimas de cocodrilo?

Dando vuelta el tazón, Malfoy presionó la mezcla de bayas a través de uno de los tamices mágicos. Un líquido transparente goteó por el otro extremo y Malfoy recogió unas gotas en un frasco limpio.

—Aquí —dijo Malfoy, entregándole el frasco a Harry—. Hay una tienda en el Callejón Knockturn llamada La casa de Mortensen. Venden partes de animales exóticos y es posible que puedan averiguar de dónde provienen.

—Por supuesto que conoces las tiendas en el Callejón Knockturn —dijo Harry, tomando el frasco.

—Correcto —Malfoy se giró abruptamente, comenzando a despejar la mesa.

Harry ni siquiera lo había dicho realmente como un insulto, pero podía decir que Malfoy lo había tomado como tal. Sin embargo, en lugar de tomar represalias, Malfoy siguió limpiando la mesa, poniendo el ingrediente en frascos y raspando la tabla de cortar. Como Malfoy acababa de ayudarlo, Harry se sintió un poco mal por haberlo dicho, incluso si era culpa del propio Malfoy que se lo tomara como algo personal. Tosiendo un poco, Harry dijo:

—¿Cómo lo hiciste tan rápido?

—Es porque soy muy malvado —dijo Malfoy—. Conozco todo tipo de trucos oscuros. Por ejemplo, cómo cortar las bayas en cuartos —Empujó la tabla de cortar de nuevo en su estante con un ruido sordo.

—Vamos, Malfoy.

—¿Vamos qué?

Harry observó por un minuto cómo Malfoy volvía a colocar los frascos en sus lugares y guardaba los cuchillos en sus cajones.

—Fui a hablar con el maestro de pociones en Hogwarts —dijo Harry, tratando de hacer que su voz sonara conciliadora—. Le pregunté cuánto tardaría en identificar un ingrediente útil en esta poción.

—¿Olvidaste que tenías un esclavo que lo haría gratis? —Dijo Malfoy, restregando la mesa con un trapo—. O tal vez simplemente no querías tener que mirar mi cara pastosa de Mortífago.

—Malfoy —dijo Harry—. Mírame.

—En realidad no tengo que hacerlo —dijo Malfoy, exprimiendo el trapo sobre la mesa y luego frotando aún más fuerte—. A pesar de la opinión popular, todavía tengo mi libre albedrío, incluso si tú-

—Malfoy —Harry agarró a Malfoy por el codo.

—No me toques —dijo Malfoy, apartándose.

Su rostro se había puesto lívido, justo después de que Harry había estado pensando que su rostro no estaba tan pálido como antes. Se había llenado un poco desde la primera vez que Harry lo había visto aquí, e incluso si todavía estaba delgado y sí, pálido, todavía tenía las mismas características que había tenido en la escuela. Donde Harry no se había dado cuenta de que era guapo. Contorsionado por la ira de ahora, el rostro de Malfoy no se veía tan bien. Harry olvidó lo que había estado a punto de decir.

—¡Malfoy! —Abel Alby estaba en la entrada de la puerta, con el ceño fruncido ferozmente en su rostro arrugado—. ¡Se supone que debes reordenar ese estante!

Harry esperó a que Malfoy respondiera que el estante ya estaba ordenado, pero no recibió respuesta. Al volverse para mirar a Malfoy, Harry vio que Malfoy se había quedado quieto, con la cabeza inclinada hacia abajo. Se quedó allí, mirando fijamente a la mesa, con una expresión hosca en su rostro.

—Vuelve a eso —exigió Alby, pero Malfoy simplemente siguió parado allí.

Harry frunció el ceño, inseguro de por qué Malfoy no tenía miedo de hablar en contra del supuesto Héroe del Mundo Mágico, pero sí contra un hombre enano de rostro mezquino. Su rostro estaba atado y parecía como si le hubieran atado la lengua.

—Ya está ordenado —le dijo Harry a Alby.

—Harry Potter —dijo Alby, con la voz llena de falsa amabilidad—. ¡Me alegro de tenerle de vuelta en nuestra tienda! No necesitas preocuparte por los pequeños gusanos que son los mortífagos. Siento mucho haberme ido, ¿en qué puedo ayudarlo?

—Ya sabes que era la ayuda de Malfoy lo que necesitaba —dijo Harry. Había estado viniendo aquí durante casi un año para buscar la ayuda de Malfoy con la identificación de pociones; nunca había necesitado a Alby ni una vez.

—Oh, ya veo —dijo Alby, su voz todavía tan aceitosa—. ¿Pero comprende lo difícil que es para una empresa cuando sus empleados son acosados y distraídos? El trabajo no se hace, ya ve. Ya tuve que presentar una queja al Jefe Auror Robards sobre esto. No querría tener que presentar otra.

—Disculpa —Harry parpadeó—, ¿acabas de… amenazarme?

—Por supuesto que no, Auror Potter —Alby comenzaba a parecer alarmado.

—Creo que lo hiciste —dijo Harry—. Sonaba como una amenaza. Dijiste que volverías a quejarte con Robards si hablo con Malfoy.

—Es solo que… —Alby se retorció las mano—. El pequeño lord Malfoy está muy distraído con su trabajo, ya ve; él no hace las cosas-

—Tu maldito estante está ordenado por color —dijo Harry—, tal como lo pediste.

—Pero Auror Potter —Alby se volvió hacia él con los ojos muy abiertos e inocentes—. Él debía de organizar el estante por viscosidad, no por color.

Harry se volvió hacia Malfoy, pero Malfoy solo estaba mirando al suelo, con la mandíbula apretada.

—Él siempre se equivoca, ya ve —prosiguió Alby—. O es posible que lo esté haciendo deliberadamente; después de todo, era un Mortífago, y ya sabe lo maliciosos que son.

Harry puso los ojos en blanco.

—Sabría si Malfoy estuviera tramando algo. Probablemente solo escuchó mal.

Malfoy resopló suavemente.

—¡Pero ya ve lo difícil que es encontrar una buena ayuda! —Dijo Alby de su manera más tranquilizadora—. Entiende mi preocupación.

—Lo que sea —dijo Harry, recogiendo la botella de Lejía de ojo de madera—. Solo vine a obtener esta identificación —Comenzó a salir de la trastienda, seguido de Alby.

—Por supuesto, Auror Potter. Solo que nosotros, los propietarios de pequeñas empresas, tenemos que lidiar con muchas cosas. Seguro que puede entender-

—No vayas con Robards —dijo Harry, con la mano en el pomo de la puerta—. Si lo haces, lo sabré.

—Pero-

Harry abrió la puerta y salió de Slug & Jiggers, cerrando la puerta detrás de él.

Afuera, el Callejón Diagon estaba iluminado, y Harry se alegró de haber salido de la tenue tienda en la que estaban ese horrible hombrecillo y Malfoy. Mientras Harry se dirigía al Callejón Knockturn para ver el lugar que había mencionado Malfoy, se dio cuenta de que de nuevo casi sentía pena por Malfoy, por tener que lidiar con Alby. Ahora que Harry sabía que Alby había sido el que se había quejado con Robards de que Harry había visto a Malfoy, Harry pensó que tenía perfecto sentido. Robards podría ser menos obvio que Alby en su pequeñez y mezquindad, pero ambos eran iguales en su preocupación por la apariencia de las cosas, sus superficiales intentos de cortesía mientras socavaban a las personas decentes que solo intentaban hacer su trabajo...

Harry se detuvo en la intersección de Diagon y Knockturn. Malfoy no era una persona decente.

La gente pasaba por la calle, un mago con una lechuza al hombro. Dos brujas adolescentes se comían los conos de helado de Fortesque. Una bruja mayor sostenía a un niño de la mano, el niño tropezaba detrás de ella y miraba con asombro todo lo que pasaban. La primera vez que Harry había ido al Callejón Diagon, Harry lo había encontrado tan extraño, tan fantástico. Apenas había parecido real.

Malfoy no era decente, pero no era el mismo idiota que Harry había conocido en la escuela. Harry tampoco era la misma persona, y ver el mundo mágico como un adulto no era lo que Harry había esperado cuando era niño. Con un fuerte ¡crack!, Harry se Apareció.

—¡Mierda! —Exclamó Malfoy, casi tirando los frascos que sostenía.

—¿Qué hechizo podría usar para ordenarlos por viscosidad? —Harry le preguntó.

Malfoy frunció el ceño. —¿Perdón?

Harry sacó su varita.

—Lo hare por ti. ¿Cuál es el hechizo?

—¡Auror Potter! —Dijo Alby, corriendo hacia la parte trasera de la tienda—. ¿Regresó tan pronto?

Harry se volvió hacia él.

—Lo estás castigando.

Alby fingió confusión.

—No puedo pensar en lo que-

—Estás castigando a Malfoy —dijo Harry.

—Potter —dijo Malfoy.

—Bueno —dijo Alby, disgustado—, él era un Mortífago.

—Sí, y te gustaría que yo pensara que se trata de eso —dijo Harry—. A todos les gustaría que yo pensara que se trataba de eso. Casi desearía que lo fuera, ya que tendría algún sentido. Pero no, se trata del hecho de que solías conseguir galeones de Savage para tu consultoría de pociones, y ahora no es así. Malfoy te está costando ese dinero, así que le has dicho que no me ayude, y lo castigas cuando lo hace.

—Potter —dijo Malfoy de nuevo, más fuerte.

Alby se las arregló para parecer muy ofendido.

—¡Nunca prohibiría a alguien a mi servicio hablar con un Auror! ¿Cómo se atreve a sugerir-?

—Entonces, no se lo prohíbes —dijo Harry—. Lo haces ordenar los estantes en orden alfabético, luego alegas que te entendió mal y lo haces volver a hacerlo.

—Él no entendió lo que le pedí —dijo Alby—. Le dije muy claramente que-

—Malfoy es más inteligente que eso —dijo Harry—. Él es más inteligente que eso y es más inteligente que tú; él es mejor en pociones que tú, y lo resientes por eso, y no le dejas hacer su maldito trabajo porque eres demasiado-

Malfoy se movió para pararse frente a Alby, cara a cara con Harry.

—Deberías irte.

Harry retrocedió.

—¿Qué?

—No estás ayudando —dijo Malfoy con voz ronca.

—¡Draco Malfoy es un ex Mortífago! —Dijo Alby en voz alta, saliendo de detrás de Malfoy—. ¿Cómo se atreve a defenderlo contra-?

—No lo estoy defendiendo —espetó Harry—. Yo simplemente-

—Por el amor de Merlín, Potter —dijo Malfoy, frotándose la frente como si le doliera la cabeza—. Solo por una vez en tu vida, retírate.

Harry se volvió hacia él.

—Pero tú-

—¿Yo qué? —Demandó Malfoy—. Puedo manejarlo; lo estaba manejando. ¡No soy uno de tus amiguitos! Ve a pelear con alguien más.

—Pero yo no-

—¡Siempre estás buscando pelea!

La forma en que Malfoy lo dijo hizo que Harry finalmente se detuviera y se diera cuenta. Malfoy estaba pálido, casi temblando, de ira o algo más, Harry no estaba muy seguro. Los ojos de Malfoy estaban brillantes.

—Malfoy —dijo Harry, y se detuvo. Se dio cuenta de que había elegido una pelea y nunca se había tratado realmente de Malfoy.

—¡El Auror Principal Robards se enterará de esto! —Dijo Alby furiosamente—. ¡Está interrumpiendo mi negocio!

—Solo vete —dijo Malfoy—. Antes de que lo empeore.

—Malfoy —dijo Harry de nuevo, pero no estaba seguro de qué decir.

—Vete —dijo Malfoy.

Harry se fue.