XI

Julio de 2004

Harry Potter: 23 años

Draco Malfoy: 24 años

Por la infracción de romper la estúpida política de Robards de comunicarse con los Mortífagos, Harry estuvo trabajando con el papeleo durante un mes. Por la infracción adicional de amenazar a un comerciante inocente ("Inocente, mi culo", dijo Savage), a Harry se le asignó el papeleo un segundo mes.

Durante dos meses seguidos, Harry presentó documentos para el departamento. Vio casos que llegaban a su escritorio: sin resolver porque algunos Aurores eran incompetentes, sin terminar porque otros Aurores no podían obtener los recursos que necesitaban, incompletos debido a la burocracia de Robards y la mojigata negativa de Cecil Vance a trabajar con otros y, a veces, incluso debido a la negligencia deliberada de Savage por las reglas. La burocracia de todo eso enfermó a Harry.

Al final del segundo mes, una nueva poción llamada Ragerade llegó al mercado negro. Ragerade podría hacerte más fuerte, pero también ponerte en una rabia digna de un Berserker por hasta seis horas. Ya se habían generado varias peleas en el Callejón Diagon, la calle de Gothat y la Avenida Havanold. Aquellos que bebieron la bebida quedaban agotados después de la rabia y eran fácilmente arrestados, pero el comerciante de la poción permaneció esquivo. Los aurores Vance y Kidder fueron asignados al caso y no iban a hacer nada al respecto.

Los dos meses de Harry habían terminado. Era hora de resolver algunos casos.

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Lo peor que podía hacer Robards si Harry iba con Malfoy era despedirlo, y Harry dudaba que eso sucediera. Despedir a Harry Potter quedaría mal para la prensa, y a Robards le importaba mucho la imagen pública. Harry podría ser suspendido de nuevo, pero eso también podría verse mal cuando Harry resolviera este caso, particularmente porque Harry conocía a los reporteros de El Profeta. Lee Jordan había comenzado a trabajar allí hace dos años.

Resultó que Harry no fue el que fue despedido.

—¿Dónde está? —Preguntó Harry, avanzando hacia Alby.

—Ya se lo he dicho —dijo Alby—. El pequeño lord Malfoy ya no es asunto mío, y me alegra deshacerme de él. Era más problemático que cuando tenía-

—Lo despediste porque me ayudó —dijo Harry—, y los Aurores ya no te pagaban debajo de la mesa.

—No tengo ni idea de lo que está hablando —dijo Alby—, pero los Aurores que pagan a los comerciantes honrados debajo de la mesa suena mucho como un soborno, y el soborno es algo que sin duda informaría al Jefe de Aurores-

—¿Dónde está? —Preguntó Harry, su voz aún más baja y firme. Dio otro paso más cerca.

—Ya se lo dije, no lo sé —contestó Alby, con la voz temblorosa mientras se alejaba.

Dejando a Alby temblando, Harry rastreó a Malfoy escribiendo su nombre en un pergamino, agregando un hechizo de rastreo al papel y luego haciendo que una lechuza de la oficina de correos se lo entregara. La búsqueda por lechuza era un truco que había aprendido de Savage al comienzo de su carrera como Auror, y esta vez no le falló. Malfoy estaba trabajando en el Boticario del señor Mulpepper, justo al lado de Slug & Jiggers, pero a Harry no le importaba que Alby hubiera mentido. Al menos Harry ya no tendría que lidiar con ese estúpido.

En cambio, Harry tuvo que lidiar con la señora Mulpepper, quien repentinamente rompió a llorar cuando supo que estaba buscando a Malfoy.

—No lo despidas —dijo Harry rápidamente.

—Oh, sí —habló una voz baja y lacónica—. No queremos que me despidan por culpa de Harry Potter.

Draco Malfoy estaba en una puerta, con un hombro despreocupado apoyado contra el marco. Todavía estaba demasiado delgado, su cabello todavía estaba apagado. Sin embargo, la forma en que holgazaneaba allí, como si no le importara nada en el mundo, cuando Harry lo había despedido de su último trabajo y estaba en camino a que también lo despidieran de este, le recordó tanto a la forma en la que Malfoy se había visto en la escuela que Harry tragó saliva fuertemente. Él desvió la mirada.

—¡Oh, oh, oh! —gritó la señora Mulpepper—. ¡Te di una oportunidad, Draco Malfoy! ¿Y todo el tiempo has estado cometiendo crímenes sucios y desagradables ante mis narices?

Harry nunca supo qué hacer con el llanto. Probablemente debería acercarse, darle una palmada en el hombro o algo, solo que no conocía muy bien a la señora Mulpepper. Podría tomárselo a mal. Podría hacerla llorar más fuerte. Ella podría abrazarlo o algo así, y Harry no sabía qué hacer con los abrazos que no fueran de Hermione, Ginny o Molly. Los extraños siempre estaban tratando de abrazarlo, desde que terminó la guerra, y Harry se sentía intensamente incómodo al ser tocado de manera tan íntima.

Draco Malfoy dejó de apoyarse en la puerta, teniendo la gracia de verse un poco incómodo.

—Señora Mulpepper-

—Ya se lo dije —dijo Harry—. No lo voy a arrestar. Yo- él me está ayudando —continuó, desesperado porque cesara el llanto—. Malfoy me está ayudando con algo.

Malfoy le lanzó a Harry una mirada sardónica, pero la señora Mulpepper sollozó.

—¿Ayudando?

—¡Sí! Malfoy, él es… —Harry tosió—. Ha sido de gran ayuda. Él es muy… útil.

Desde la puerta, Malfoy resopló.

—Necesito que él identifique unas pociones —explicó Harry.

—¿Pociones? —La señora Mulpepper lo miró sollozando—. ¿Identificar? —Sus ojos se agrandaron—. ¡Oh, pero Auror Potter, señor! ¡Puedo ayudarle con eso! Recuerda cómo lo ayudé la última vez-

—Ehm… —Harry definitivamente lo recordaba. Cuando había estado buscando a alguien además de Malfoy que pudiera ayudarlo con la Lejía de ojo de madera, la señora Mulpepper había estado ansiosa por ayudar. También había sido fantásticamente mala en eso, vertiendo cosas dentro y fuera de Lejía de ojo de madera durante una hora, antes de que Harry se diera cuenta de que ella no tenía idea de lo que estaba haciendo.

—Es una poción oscura —dijo Malfoy, finalmente saliendo de la puerta—. Es oscura, malvada y terrible, y solo alguien que haya comido la carne de un unicornio y haya bebido las lágrimas de los bebés puede identificarla. ¿No es así, Potter?

Malfoy ya no lo miraba. Y ya no lucía malhumorado, su rostro era una máscara en blanco. Sus ojos grises se veían más brillantes con su piel tan clara. Apresuradamente, Harry se volvió hacia la señora Mulpepper.

—Así es —agregó inteligentemente.

—¿La-lágrimas de bebé? —Repitió la señora Mulpepper.

—Lágrimas de bebé recién nacido —dijo Malfoy, su tono casi aburrido—. Tienen un sabor delicioso. Potter, será mejor que me des esa poción antes de que los cachorros mueran y la sangre de inocentes se inunde en las calles —Sin siquiera mirarlo, Malfoy le tendió la mano.

La señora Mulpepper se veía tan desconsolada.

—¡Me juraste que estabas intentando reformarte!

—Nadie se reforma de verdad —le dijo Malfoy, todavía con esa voz plana—. Ven, Potter —Movió los dedos.

Harry puso el frasco de Ragerade en la mano de Malfoy.

—¿Hay algún lugar al que podamos ir para que no nos molesten? —Preguntó Harry—. Nosotros-eh… tenemos que trabajar en- en esa maldad.

—No, no es necesario —Malfoy le devolvió el frasco de Ragerade—. Contiene esencia de Demonios de pantano.

Harry tomó la poción. —Eso fue rápido.

—¿Cómo puedes saberlo? —Preguntó la señora Mulpepper, sus ojos rojos hinchados y curiosos—. ¡Ni siquiera la destilaste!

Malfoy se encogió de hombros descuidadamente.

—Debe ser la Marca Tenebrosa. Puede sentir la fuerza vital de las criaturas malvadas.

Los ojos de la señora Mulpepper se agrandaron.

—¿En serio?

—Oh, sí —dijo Malfoy—. Especialmente la de los Demonios.

—Malfoy —dijo Harry bruscamente.

Malfoy lo miró con el ceño fruncido, luciendo puntiagudo.

—No tengo permitido usar magia —espetó—. Todo lo que tengo son las pociones —parecía estar diciéndole esto a Harry más que a la señora Mulpepper, pero la señora Mulpepper fue la que respondió.

—Estoy segura de que haber sido un mago oscuro tiene que ver con eso—dijo.

Malfoy se mostró más fastidiado que nunca.

—Estoy seguro.

—Gracias —dijo Harry, guardando el frasco—. Me iré, entonces.

—Ohhh —dijo la señora Mulpepper, comenzando a lucir emocionada de que Harry Potter estuviera en su tienda, ahora que ya había terminado de llorar—. ¿Pero no necesitas pociones? ¿Un montón de pociones para tu trabajo de Auror? ¡Una poción de la confusión para tus enemigos! ¡Unos polvos para escaparse!

—No, gracias —dijo Harry, dirigiéndose hacia la puerta.

—¡Pero estarás enfrentando terrores tan oscuros! ¡Y salvando la sangre de inocentes! ¡Y a cachorros! —Exclamó la Señora Mulpepper, cuando Harry finalmente salió por la puerta.

Estuvo afuera solo un momento o dos cuando Malfoy se paró frente a él.

—Deja de venir a mi trabajo.

Harry abrió la boca.

—Ya me has costado un trabajo —prosiguió Malfoy—. No puedes costarme otro.

—Alby no tenía derecho a despedirte —dijo Harry.

—Y, sin embargo, aquí estamos, con la fantástica señora Mulpepper para hacerme compañía.

—Te despidieron por mi culpa.

—Ah, ¿de verdad? —El tono de Malfoy era perfectamente educado y Harry puso los ojos en blanco.

—Quiero decir que puedo ayudarte, si quieres —dijo Harry—. Puede que Robards no me quiera mucho en este momento, pero Shacklebolt-

Malfoy lo interrumpió con un ruido molesto.

—No vas a involucrar al Ministro de Magia en mi trabajo como asistente del dueño de la tienda.

—¿Por qué no?

—¡Porque no te lo he pedido, idiota! —Como sorprendido por sus propios insultos, Malfoy miró alrededor de la calle. La gente se detenía a mirarlos: el ex Mortífago y Harry Potter, uno frente al otro en la acera. Harry estaba acostumbrado a que la gente mirara fijamente y se había resignado a ello, pero Malfoy parecía incómodo. Malfoy señaló un callejón lateral y entró, Harry lo siguió—. No necesito tu ayuda —dijo Malfoy, en voz baja—. Estoy manejando todo esto yo mismo.

—No pudiste manejar a Alby.

Estaba manejando eso —siseó Malfoy—, si no hubiera sido por ti.

—Lo siento —dijo Harry.

—¿Qué? —Malfoy espetó.

Esa era la respuesta que Harry podría haber esperado de Malfoy, pero no cambió el hecho de que realmente lo lamentaba. Harry extendió sus manos.

—Me ayudaste y te despidieron por ello. Lo siento. Te merecías algo mejor.

Malfoy comenzó a tener una expresión extraña en su rostro.

—Bueno, sí. Lo merecía.

—Mira, Malfoy —dijo Harry, molesto con toda la situación, pero dándose cuenta de que por una vez, no estaba tan molesto con Malfoy—. Eres el mejor que hay en la identificación de pociones.

La extraña mirada en el rostro de Malfoy floreció. Levantó un poco la barbilla.

—Bueno, sí. Lo soy.

Harry estaba comenzando a reconocer esa mirada, esa mirada muy extraña, con la nariz de Malfoy en el aire. Malfoy se haciendo ver atractivo, como solía hacer antes. A pesar de que Harry había odiado esa expresión en la escuela, se veía mucho mejor que Malfoy frunciendo el ceño y siendo hosco, y Harry quería apartar la mirada. No quería pensar que Malfoy se veía mejor en ninguna manera.

—Estoy tratando de decirte que necesito que hagas esto —continuó Harry, sintiéndose molesto—. Robards no quiere que hable contigo, pero tengo que hacerlo para poder ayudar a la gente.

—¿Qué pasa con los cachorros? —Malfoy estaba empezando a sonreír, y por el amor de Dios, esa era la sonrisa pasada de moda de Malfoy, como las de la escuela. Le hacía lucir menos demacrado, casi sano. Bien.

Harry se enfureció.

—Esto es serio, Malfoy.

—Entiendo —dijo Malfoy alegremente. Siguió sonriendo de esa manera alegre, y Harry estaba tan enojado, y Malfoy se veía tan bien así, que Harry podía sentir el calor comenzar en su pecho, extendiéndose por su cuello hacia su cara. Mierda—. Pero tenemos que dejar de vernos el uno al otro así —prosiguió Malfoy con esa voz ligera y burlona.

—Malfoy —dijo Harry, incluso más mortificado que antes.

—Creo que tienes que venir a mi apartamento.

Harry pudo sentir que se sonrojaba.

Con una floritura dramática, Malfoy sacó un pequeño pergamino de un bolsillo de su túnica. La túnica en sí era una cosita casi sin colores, raída y gris, al igual que la ropa raída que Malfoy usaba debajo.

Harry recordó la forma en que Malfoy solía vestirse, todo nuevo con un ajuste perfecto. Las restricciones impedían que Malfoy hiciera magia ahora, así que no podía confeccionar su ropa y no tenía los galeones para esas telas caras que te daban ganas de tocar. Harry nunca había querido tocarlas en la escuela. No había querido. Malfoy era un idiota; era un idiota, un Mortífago idiota, y Harry podía sentir que su intenso rubor se desvanecía lentamente.

—Voy a anotar mi dirección en este papelito que fuiste tan amable de enviarme —estaba diciendo Malfoy, sonriendo como si pensara que todo esto era una especie de broma. Sacando un bolígrafo de un bolsillo, y era extraño ver a Malfoy con un bolígrafo, garabateó en el pergamino—. Entonces podrás llamarme a tu antojo, y prestaré mis servicios lo mejor que-

—Prestarás tus servicios cuando yo quiera —dijo Harry, arrebatando el papel de la elegante mano de Malfoy—. Sigues siendo un ex Mortífago, Malfoy, incluso si eres el mejor en pociones.

La expresión en el rostro de Malfoy cayó, se limpió y se instaló en esa máscara que Harry había visto antes.

—Oh, sí —dijo sin comprender—. Lo había olvidado.

Harry no lo había querido decir esa forma, Cristo.

—Malfoy-

—No, gracias por recordármelo, Potter —Con esa expresión vacía, la cara de Malfoy había vuelto a verse como una calavera, y Harry no entendía cómo podía haber sido tan atractiva para arremeter—. A veces se me escapa de la cabeza —prosiguió Malfoy—, pero no con gente como tú aquí para recordármelo. Muchas gracias por ponerme en mi lugar. ¿Eso es todo?

—Tú eres el que quería hablar.

—Correcto. Mi error —Con eso, Malfoy echó a andar por el callejón, de regreso a la casa de la señora Mulpepper.

Harry miró el pergamino que tenía en la mano. Draco Malfoy, decía, en los propios garabatos desordenados de Harry. Luego, debajo, con una letra pequeña y precisa: Número 357 del Callejón Knockturn, primer piso, para cualquier momento en que el gran Harry Potter necesite el consejo de un experto.

Harry arrugó el pergamino y se lo metió en el bolsillo. Tenía algunas esencias de Demonios del pantano que rastrear. Luego tendría que enfrentarse a Robards y decirle que no solo había violado su suspensión, sino que nuevamente había roto la política por la que había sido suspendido, todo para poder hablar con Draco jodido Malfoy. Más vale que esas cosas del pantano valgan la pena.

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Diciembre de 2004

Harry Potter: 24 años

Draco Malfoy: 24 años

El apartamento de Malfoy estaba encima de La tienda de calderos Potage, un edificio destartalado en una hilera de tiendas. El apartamento era pequeño, consistía simplemente en una pequeña sala de estar con chimenea, una cocina con azulejos amarillos y un retrete en la parte de atrás, y lo que debía ser la habitación de Malfoy detrás de la sala de estar.

Las primeras veces que Harry había llamado por la Red Flú, Malfoy le había gritado a Harry que sacara su cabeza de la chimenea. Un caldero u otro siempre estaba burbujeando allí, así que Harry había adquirido el hábito de Aparecerse directamente. A Malfoy no le gustaba esto, pero a Malfoy no le gustaron muchas cosas al principio. Harry supuso que Malfoy todavía debía estar ofendido porque Harry lo había llamado Mortífago fuera de la casa del señor Mulpepper, a pesar de que lo era, porque Malfoy finalmente se calmó.

De hecho, tratar con Malfoy podría ser casi placentero. Sin Alby o la Señora Mulpepper con quienes lidiar, sus reuniones fueron bastante eficientes, ya que Malfoy era un consultor de pociones estelar. A veces, Harry pensaba que Malfoy era la única persona a la que conocía que trabajaba tan duro como él.

Obviamente, eso no era cierto, ya que Harry conocía a Hermione, y Hermione siempre había trabajado más duro que él en todo, pero Hermione estaba dividida entre el trabajo, la familia y sus obligaciones políticas, mientras que Harry realmente solo tenía su trabajo. Mientras tanto, Malfoy solo parecía tener a las pociones. Su sala de estar estaba llena de mesas llenas de cristalería e ingredientes para pociones. Cada vez que Harry iba allí, Malfoy siempre parecía estar trabajando en algo nuevo: hirviendo cosas en su cocina, midiendo polvos en la sala de estar. Una vez, Harry incluso lo encontró mezclando tinturas en el inodoro.

Malfoy hizo una mueca.

—Intenta preparar una cura para el vampirismo en setecientos pies cuadrados con sólo tres calderos —había dicho.

—¿Estás elaborando una cura para el vampirismo? —Preguntó Harry, un poco preocupado de que Malfoy pudiera ser un vampiro. Cada vez que Harry veía a Malfoy, se veía mejor que el primer día que lo había visto en Slug & Jiggers. Su rostro se había llenado un poco; su cabello tenía algo de vida, sus mejillas algo de color. Incluso su ropa le quedaban un poco mejor, pero en opinión de Harry, Malfoy todavía estaba preocupantemente pálido y un poco demasiado delgado, en comparación a lo delgado que había estado en su quinto año. Tal vez así era como se veía Malfoy como un adulto, pero a Harry no le gustó.

Le recordaba a la forma en que Malfoy siempre había estado barriendo, fregando o surtiendo estantes cuando Harry lo había visto por primera vez en Slug & Jiggers, cuando Malfoy parecía un esqueleto y Alby siempre le decía cosas horribles. Le recordó a Harry a los espacios oscuros y a las arañas, y a un dolor en el estómago que no desaparecía. A Harry no le gustaba pensar en eso.

Malfoy simplemente puso los ojos en blanco.

—No soy un vampiro, Potter.

—Entonces, ¿por qué estás preparando una cura?

—Porque aún no existe una, por supuesto —dijo Malfoy, a su manera pretenciosa, volviéndose hacia la tintura en el inodoro.

—Andrómeda dice que la has estado visitando —dijo Harry, principalmente para cambiar de tema, pero en parte también porque lo encontró un objeto de curiosidad.

—¿En serio? No puedo pensar por qué.

—Porque la has visitado, idiota.

—Gracias por informarme —dijo Malfoy—. No tengo idea de lo que haría sin ti.

Cristo. Malfoy era tan imposible a veces.

—Aquí —dijo Harry, sacando el frasco con una sustancia viscosa burbujeante de su bolsillo—. Si no quieres entablar una conversación.

—¿Es eso lo que estábamos haciendo? —Malfoy preguntó inocentemente, pero tomó la poción, y veinte minutos después explicó que era un veneno de petrificación hecho de coral de cuerno de alce.

—¿Pasarás la Navidad con Andrómeda? —Harry pensó en preguntar, justo cuando estaba a punto de irse. Cuando Andrómeda mencionó la visita de Malfoy, Harry había estado pensando en lo incómodo que sería tener que ver a Malfoy allí cuando él fuera a visitar a Teddy.

—La voy a pasar con Madre —Malfoy le dio la espalda, tema cerrado.

Lo último que Harry había escuchado era que Narcissa Malfoy estaba en la sala Janus Thickey, sufriendo un colapso mental después de un tiempo en Azkaban. Malfoy no quería hablar de eso, supuso Harry. Se Apareció.

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Junio de 2005

Harry Potter: 24 años

Draco Malfoy: 25 años

Durante los siguientes seis meses, el apartamento de Malfoy se llenó cada vez más con ingredientes de pociones y equipamientos para su elaboración, desplazando cualquier otro tipo de mobiliario cómodo, excepto una silla con estampado floral que Malfoy había dejado en una esquina y en la que nunca parecía sentarse. Al principio, solo los tableros de las mesas parecían abarrotados, pero gradualmente los espacios debajo de las mesas comenzaron a llenarse de cajas, sacos y montones de frascos. Mientras tanto, los estantes alrededor del perímetro de la sala de estar se estaban llenando de libros, y todas estas cosas parecían estar aumentando en la habitación más rápido que la cantidad de carne en los huesos de Malfoy o la calidad de la ropa de Malfoy.

—¿Vas a dar una clase de pociones? —Preguntó Harry, señalando las existencias de suministros debajo de las mesas.

—Es un inventario —dijo Malfoy, su voz condescendiente.

—¿Un inventario para un apocalipsis de pociones?

—Nunca sabes —Malfoy levantó su estúpidamente recta nariz en el aire.

—En serio, Malfoy. ¿Qué estás haciendo? ¿Además de preparar curas para el vampirismo?

—Eso fue el año pasado.

—Malfoy.

La nariz de Malfoy bajó y su voz burlona regresó.

—Uno no se vuelve competente en pociones sin práctica, Potter. ¿Pensaste que nací como un genio en eso?

—Algo como eso.

Malfoy comenzó a sonreír y Harry se dio cuenta de su error demasiado tarde.

—Quiero decir —comenzó Harry.

—Crees que soy un genio.

—No, claro que no.

—Dijiste que era el mejor en pociones.

—Yo nunca dije eso.

—Lo hiciste —dijo Malfoy, todavía sonriendo—. Lo recuerdo.

—Entonces dime qué es esto —dijo Harry, sacando el polvo azul que había traído para que Malfoy lo identificara. Después de todo, era la razón por la que él estaba aquí, no… lo que sea que estuvieran haciendo.

—Admítelo —dijo Malfoy—, quieres que lo identifique porque soy el mejor en pociones.

—Si no quieres —dijo Harry, comenzando a guardar el polvo en su bolsillo.

Malfoy se marchitó.

—Oh, dame eso —dijo con impaciencia, arrebatando la botella de las manos de Harry.

Harry tuvo que ocultar su propia sonrisa. Había aprendido hacía mucho tiempo que Malfoy se distraía fácilmente con las pociones. Como un cuervo con cosas brillantes, Malfoy simplemente no podía mantenerse alejado.

—Lo llaman Golpe de sueño —dijo Harry, mirando como Malfoy llevaba la botella de polvo a una mesa y vertía un poco en un plato de vidrio—. Te hace sentir más y más somnoliento, pero estamos tratando de averiguar cuál es el punto. Quiero decir, puedo imaginar que se podría utilizar para hacer a alguien sentirse exhausto y así robarle más fácilmente, pero no es así como parece que se está utilizando.

Malfoy puso el plato bajo lo que parecía un microscopio.

—Entonces, ¿cómo se está utilizando?

—Como dije, todavía no estamos seguros —dijo Harry—, pero la gente ha estado haciendo cosas raras.

Mientras Malfoy se inclinaba sobre el microscopio, Harry deambulaba, mirando las cosas de Malfoy. Tenía un Pensadero, cerebros en frascos, cajas de escarabajos, frascos de ojos, algo que se parecía a Wheatabix cuidadosamente diseccionado en una sartén. Práctica, lo había llamado Malfoy, y Harry de repente se dio cuenta de que probablemente Malfoy no había podido ir a la universidad. La fortuna de sus padres había sido confiscada, y de ninguna manera una universidad mágica admitía a un ex Mortífago con una beca.

Harry luchó por recordar si Malfoy alguna vez había hablado de lo que había querido ser cuando creciera, pero no podía recordarlo. En Hogwarts, Malfoy siempre había estado hablando. Había dicho muchas cosas, pero Harry había aprendido desde el principio a no escuchar.

—Te deja abierto a varias posibilidades —dijo Malfoy, levantándose del microscopio y devolviéndole a Harry la botella de polvo—. Tiene escopolamina.

—¿Qué es eso? —Preguntó Harry, poniendo la botella en su bolsillo.

—Una droga de la flor de un árbol centroamericano —dijo Malfoy.

—Entonces, necesito averiguar quién tiene acceso a esos árboles —dijo Harry.

—Eso no es todo. Este polvo fue triturado en el mismo Pensadero en el que se preparó la primera poción que me trajiste, la que influía en los sueños de las personas.

—El Filtro Soñador —Debido al comportamiento anterior de Malfoy, a Harry realmente le hubiera gustado ocultar el hecho de que estaba impresionado, pero lo estaba encontrando difícil—. ¿Cómo puedes estar seguro?

Distraído por el polvo, Malfoy no pareció darse cuenta.

—El líquido del Pensadero deja un residuo y es único para el individuo. Si estás tratando con magia mental, que es… —señaló con la cabeza la botella en el bolsillo de Harry—, probablemente querrás prepararla en un Pensadero, y si eres lo suficientemente cuidadoso, lo cual yo sí soy, puedes comenzar a identificar diferentes Pensaderos.

—Arresté al pocionista de El Filtro Soñador —señaló Harry.

—O hubo más de uno, o solamente arrestaste al traficante.

Harry, todavía impresionado y algo abrumado por el gran agujero que había en su caso debido a esta nueva información, accidentalmente soltó:

—Realmente eres el mejor en pociones.

—¿Qué? —Dijo Malfoy, lo que significaba que estaba realmente sorprendido. Malfoy casi siempre decía "disculpa".

La sorpresa desnuda en su rostro fue vergonzosa. Se supone que Malfoy debía tomarlo como una broma; habían estado bromeando antes, ¿no es así?

—¿Qué querías ser de mayor? —Harry dijo en su lugar.

Malfoy parecía desconcertado.

—¿Qué dijiste antes?

—Cuando éramos niños —dijo Harry—, antes de que te convirtieras en Mortífago y todo eso. ¿Qué querías ser? Quiero decir, definitivamente no querías ser un dependiente en una botica.

La expresión de Malfoy se endureció, como si el agua derretida se congelara instantáneamente.

—Es la ambición de mi vida. Trabajar en una tienda.

—No quise decir… —Harry soltó un suspiro y se rindió. Malfoy siempre había sido imposible—. ¿Sabes qué? No importa.

—¿Necesitabas algo más? —Preguntó Malfoy en ese tono ártico.

—No —dijo Harry—. Supongo que no.

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Abril de 2007

Harry Potter: 26 años

Draco Malfoy: 26 años

En los años transcurridos desde que Harry comenzó a ir al apartamento de Malfoy para la consulta de pociones, desarrollaron una especie de ritmo. Al principio, Harry veía el uso de la experiencia de Malfoy como una solución provisional hasta que el Departamento de Aurores pudiera invertir en un laboratorio de investigación adecuado, o hasta que Harry encontrara a un maestro de pociones real que pudiera hacer el trabajo de forma oficial y respetable. Finalmente, Harry abandonó esa idea. Robards estaba disgustado con la forma en que Savage tomaba atajos, pero Harry, a lo largo de cuatro años trabajando para el Departamento, había aprendido que era la única manera de hacer las cosas, y además, Malfoy no era un verdadero atacante. De hecho, era mucho más respetable que la mayoría de los informantes de Savage, quienes podían o no estar cometiendo crímenes de forma activa, y ninguna otra persona podía identificar los ingredientes de las pociones o las firmas ocultas de pocionistas como Malfoy lo hacía.

—¿Firmas ocultas? —Había preguntado Harry, la primera vez que Malfoy lo había mencionado.

—Sí, firmas ocultas —había respondido Malfoy con impaciencia, vertiendo el contenido de un plato en un recipiente, sellando el recipiente y metiéndolo en el frigorífico—. ¿Qué crees que he estado haciendo todo este tiempo?

Harry se distrajo momentáneamente con la nevera, ya que los magos no solían tenerlos. Malfoy tenía que tener una, supuso, ya que no tenía magia para mantener la comida fría.

Malfoy chasqueó los dedos frente al rostro de Harry.

—Lo siento —dijo Malfoy, sin sonar en absoluto arrepentido—, ¿te estoy aburriendo?

—Ehm —Harry vio como Malfoy limpiaba su plato—. Interrumpí tu cena.

—Eso nunca te ha molestado antes.

—Nunca lo había hecho antes.

Malfoy solo le dedicó una mirada.

—Bueno, si lo hubiera hecho, me lo habrías dicho —dijo Harry, sintiéndose descontento.

—¿Te habría detenido? Lo siento, Auror Potter, tendrás que esperar para salvar el mundo, ya que estoy ocupado comiendo.

—Y a los cachorros —dijo Harry.

—¿Qué? —Malfoy espetó.

—Salvando el mundo y a los cachorros —dijo Harry, pero Malfoy solo parecía confundido, y Harry se dio cuenta de que Malfoy no había recordado esa conversación en el callejón afuera del Boticario del señor Mulpepper. Por supuesto que no lo había hecho; no había sido una conversación especial, y Harry solo la recordaba porque…—. Lo siento, de todos modos —dijo Harry, solo para dejar de pensar—. Deberías comer más.

—¿Debería qué?

Harry sintió que un rubor comenzaba a crecer bajo en su pecho, amenazando con subir hacia su cuello. El peso y el color de Malfoy habían seguido mejorando durante el último año. Harry había intentado no darse cuenta, pero todavía le molestaba. Le molestaba que le molestara; Le molestaba que le recordara cosas en las que no le gustaba pensar.

—¿Qué te importa a ti cuánto debo comer? —La voz de Malfoy era baja y furiosa.

—Nada —Harry no tenía idea de por qué pensaba tanto en eso. Se sentía extrañamente en blanco por dentro.

—No tienes idea de lo que es no tener suficiente —dijo Malfoy—, ¿no?

Malfoy en realidad no le estaba haciendo una pregunta, y Harry no la tomó como una. No pensaba en sí mismo en absoluto, porque esto no tenía nada que ver con él. Malfoy era un adulto, después de todo.

—¿Por qué no cobras por la consulta?

—¿Perdón? —Malfoy pareció horrorizado.

—Si el problema es el dinero —dijo Harry—, Alby se salió con la suya.

—¿Quieres que solicite sobornos? ¡Soy un mortífago, Potter!

—No sobornos —dijo Harry—. Quiero decir, estoy seguro de que el Departamento de Aurores le pagaría a un investigador para que lo hiciera, si Robards no tuviera un palo en el culo.

—No quiero tu maldito dinero —espetó Malfoy—. Quiero arreglármelas solo, sin que nadie me diga que no merezco más. Quiero hacer magia sin la amenaza de meterme en problemas por ello. Quiero- —Con el pecho agitado, se interrumpió. Su rostro estaba manchado de color.

Harry se limitó a mirar, sintiéndose extrañamente vacío por dentro, una sensación de desapego, porque esto todavía no tenía nada que ver con él. Debería sentir lástima por él, supuso Harry. Hermione se compadecería de él. Harry no era tan buena persona como Hermione, supuso.

Malfoy respiró profundamente, pero cuando habló, su voz era diferente, más suave, de alguna manera.

—¿Nunca has…? En la guerra, cuando nadie te creía. ¿No querías probar tu valía?

—Supongo que me probé a mí mismo —Harry se encogió de hombros—. Todos me creyeron al final.

El rostro de Malfoy se contrajo de impaciencia.

—Quise decir- sobre cómo te sentías. ¿Qué hay de cuando estabas huyendo, sin un lugar para dormir, casi nada para comer, y te perseguían? ¿Cómo fue en ese entonces?

Las cejas de Harry se arquearon.

—¿Te has convertido en psicólogo, Malfoy?

Malfoy hizo una mueca.

—Estoy tratando de hablar contigo.

—¿Estás huyendo? —Persistió Harry—. ¿Estás siendo perseguido?

Malfoy le frunció el ceño.

—No es lo mismo, Malfoy.

—Nunca dije que lo fuera —dijo Malfoy.

—Entonces, ¿por qué estás tratando de hacerme hablar de eso? Está en el pasado.

—Correcto —los hombros de Malfoy bajaron un poco, y Harry no se había dado cuenta de que hasta entonces estaban tensos. Pero Malfoy no parecía que se estuviera relajando, parecía derrotado y Harry no pensó en el por qué.

Harry había sido una persona diferente cuando era un niño: un huérfano, encerrado en una alacena. También había sido una persona diferente en Hogwarts: un estudiante, luchando en una guerra. Ahora era un Auror. Tenía un trabajo y amigos y una paz mundial mágica. Todo era mucho mejor; Harry no pensó en esas otras cosas.

Nunca hablas de tus sentimientos, solía decir Ginny.

Tal vez no tenga ninguno, había respondido cuando terminaron.

—Entonces —dijo Harry, porque no quería hablar más de eso—, ¿todavía puedes identificar esa poción por mí?

—Dámela —Malfoy extendió el brazo, la mano abierta hacia Harry, a pesar de que su cuerpo todavía estaba alejado.

—¿Qué? —Dijo Harry, sorprendido.

—Cualquiera que sea la estúpida poción que quieras identificada —dijo Malfoy—, solo dámela.

—Oh —Aun sintiéndose extrañamente vacío, Harry buscó a tientas en su túnica la pequeña botella.

Malfoy encontró la firma oculta en cuestión, que era que la Poción del Olvido tenía escamas de tortuga gigantes. Harry estuvo a punto de sugerirle a Malfoy que tomara un poco de la poción, antes de recordar que la sustancia era ilegal y causaba todo tipo de problemas en la mente de las personas. Solo que, Malfoy sonaba como si le viniese bien un poco de olvido. Algunas cosas eran mucho mejores cuando nunca pensabas en ellas.

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Noviembre de 2007

Harry Potter: 27 años

Draco Malfoy: 27 años

Harry siempre era el último en salir de la Oficina de Aurores, y pensó que podría haber veneno en su té.

Una sospechosa se lo había dado a Harry dos días antes, antes de que sus hadas ilegales salieran de una alacena y Harry la arrestara. A pesar de las hadas, Harry no había pensado en el té, pero se había sentido extraño desde esa noche. Durante el último día, había desarrollado una tos extraña y escalofríos aleatorios, y Harry no tenía nada mejor que hacer que seguir la pista del té para descubrir posibles irregularidades adicionales.

Nadie lo esperaba en casa. Incluso Kreacher trabajaba en San Mungo ahora, y lo único que Harry hizo en Grimmauld Place fue dormir y desear poder volver a trabajar. A veces traía el trabajo a casa porque incluso la parte de dormir era imposible. Ciertamente sería imposible ahora, con esta presión contra sus senos paranasales. Cuando Harry comenzó a recoger sus cosas, metiendo su varita en la manga, los archivos de su caso en una cartera, ni una sola vez se le ocurrió que Malfoy no estaría despierto a esta hora. Malfoy siempre estaba despierto.

—¡Cielos! —Exclamó Malfoy, y saltó.

—Tengo un problema —dijo Harry, luego se detuvo para mirar a Malfoy.

Por una vez, Malfoy no estaba removiendo una tintura o midiendo el polvo en cucharas. En cambio, estaba sentado en la silla con estampado floral, que había sido colocada cerca de la chimenea. Había libros a su alrededor, pergaminos esparcidos en todas direcciones. Harry podía decir que Malfoy estaba trabajando, tenía una pluma en la mano y un libro en su regazo, y las notas estaban garabateadas en un pergamino junto a su codo con tinta fresca. Que Malfoy aparentemente fuera un empollón no fue lo que hizo que Harry se detuviera.

Era la forma en la que Malfoy, acurrucado en esa silla, con el libro en su regazo. La luz del fuego era más amable con su rostro que un Lumos, pintando la palidez en un suave color dorado, resaltando todos sus mejores rasgos: la frente recta, los pómulos altos, sus labios delgados y llamativos. Parecía una pintura que haría alguien sobre lo que un hogar debía ser.

Mierda.

—¿Qué diablos llevas puesto? —Dijo Harry.

—Se llama bata —dijo Malfoy arrastrando las palabras, deslizando un marcador entre las páginas del libro—. Qué amable de tu parte llamar, y sin previo aviso. Me encanta eso.

—Lo siento —dijo Harry, demasiado angustiado por cómo se veía Malfoy para realmente sentir pena.

—Nunca te molestes, Potter. Estoy completamente a tu disposición, por supuesto —Dejando el libro a un lado, Malfoy se puso de pie, revelando la bata completa. Era verde y plateada, más bonita que cualquier cosa que Harry hubiera visto llevar a Malfoy desde que habían estado en la escuela. Debajo, Malfoy vestía un pijama blanco que debería haberle quedado mejor. El escote había caído demasiado bajo, revelando demasiado del pecho de Malfoy, y Harry estaba enojado con el escote, con la piel que revelaba. Estaba enojado con Malfoy, por usar un pijama demasiado holgado.

Malfoy se apretó más la bata, ocultando el pijama ofensivo.

—¿Tenías una poción para que la identificara, o viniste a admirarme en ropa de dormir?

Un repentino y violento rubor recorrió el cuello de Harry hasta sus mejillas.

Malfoy sonrió.

—Me dosificaron con algo —dijo Harry entre dientes, dándose cuenta de que esa debía ser la razón por la que estaba reaccionando de esta manera—. Tomé té.

—Oh, qué horrible —Malfoy se llevó una mano al corazón—, té.

Harry quería sacudirlo.

—Creo que fue una especie de veneno; necesito averiguar de qué tipo.

Malfoy extendió su mano.

Harry lo miró.

—El té —dijo Malfoy, moviendo los dedos.

Los dedos de Malfoy eran delgados, largos y elegantes. También parecían una pintura.

—Ehm…

—No lo tienes —Malfoy bajó la mano.

—No sabía que era veneno en ese momento.

—¿No regresaste para recoger una muestra?

—Todo había sido limpiado.

Malfoy frunció el ceño y bajó las manos a los costados. Hizo que la túnica, la bata, se abriera un poco, y Harry se obligó a apartar la mirada del delgado cuerpo que tenía dentro.

—¿Qué esperas que haga sin una muestra? —dijo la voz desdeñosa de Malfoy—. ¿Por qué no fuiste a San Mungo?

Otro escalofrío recorrió a Harry. Le dolía la cabeza; tenía la nariz tapada y los músculos débiles.

—No necesito una cura —dijo—. Necesito saber qué veneno es. Pensé que podrías… —Harry se apagó miserablemente, porque Malfoy tenía razón. Harry no tenía idea de lo que Malfoy podía hacer sin una muestra—. Esto fue estúpido —murmuró, sacando su varita para poder Aparecerse.

—Potter —dijo Malfoy, y su mano estaba en el brazo de Harry.

Harry lo miró. No recordaba que Malfoy lo hubiera tocado voluntariamente, no desde que Malfoy se había aferrado a él mientras salían volando del Fuego Maligno.

—Siéntate —dijo Malfoy, quitando su toque.

Harry miró la silla. Quería irse, porque Malfoy era molesto y su bata también era molesta; su silla de aspecto acogedor era molesta, pero Harry se sentía débil y cansado. Tan cansado.

—Solo siéntate, Potter —dijo Malfoy, sonando tan molesto como Harry se sentía—. Trataré de averiguar qué pasa.

Harry se sentó y Malfoy desapareció. La silla realmente era muy cómoda.

Después de unos minutos, Malfoy regresó con una bandeja con un montón de botellitas encima.

—Estas son principalmente de diagnóstico —dijo Malfoy, colocando la bandeja al lado de la silla. Sosteniendo una pequeña botella de líquido naranja brillante, dijo—: Bebe esto.

Harry la tomó y la miró con recelo.

—¿Qué es?

—Es un veneno que hice, solo para ti —Malfoy sonaba molesto e impaciente, pero no necesariamente cruel. De hecho, parecía un poco divertido—. Tómala.

Harry echó la botella hacia atrás y se la bebió de una vez.

—Bien —dijo Malfoy, quitándole la botella—. Eso era una poción cura-todo. Ahora trabajaremos en los diagnósticos.

—¿Qué tipo de cura-todo? Nunca había oído hablar de ella antes.

—Eso es porque yo la hice. He hecho todo tipo de cosas, ¿alguna vez te has molestado en preguntar? San Mungo habría tenido suerte de tenerme, si alguna vez se dignarían contratar a un Mortífago.

—¿Has hecho cosas como…?

Malfoy lo fulminó con la mirada y Harry quiso poner los ojos en blanco.

—Malfoy —dijo—, estoy preguntando.

La sorpresa llenó el rostro de Malfoy, seguida de algo casi como el comienzo de una sonrisa no planificada. Tan pronto como empezó a formarse, Malfoy apartó la cara.

—Bien. Bueno, supongo que no es posible que lo entiendas. Todas son muy complicadas y tú eres un estúpido.

Harry estaba demasiado cansado para estar molesto.

—Pruébame.

—Bueno —dijo Malfoy de nuevo, luego no dijo nada más. De repente, se abalanzó hacia su pequeña bandeja y agarró una botella de material azul—. Esta es una solución indicadora —dijo, sin mirar a Harry—. Pones el pulgar en ella y la usaremos para determinar qué cierto tipo de veneno has ingerido.

Malfoy siguió mirándolo, sin decir nada más.

—Está bien —dijo Harry lentamente—. ¿Lo vamos a hacer?

—Sí —dijo Malfoy, luciendo sobresaltado de un ensueño—. Sí, vamos a… —Apresuradamente, agarró un cuenco de la bandeja, luego vertió un poco del líquido azul en él—. Y luego a… —Se acercó a Harry, se detuvo y luego empujó el cuenco hacia él—. Pon tu pulgar y lo cronometraré.

Harry metió el pulgar, mientras Malfoy lo cronometraba con un reloj de bolsillo plateado, mirando el reloj en lugar de a Harry. La luz del fuego hizo que la habitación se calentara bastante, y Malfoy todavía parecía una pintura, arrodillado a los pies de Harry. No tenía ningún otro lugar donde sentarse, Harry estaba sentado en la única silla de la habitación.

—Bien —dijo Malfoy, después de un minuto—. Puedes sacar el pulgar.

Harry sacó su pulgar, lo que hizo que Malfoy dijera "Bien" de nuevo. Tomando una franela de su bandeja, comenzó a buscar algo de nuevo, luego se detuvo y le dio a Harry la franela.

—Para que puedas secarte el pulgar —Malfoy tomó algo más de la bandeja: un frasco de pastillas rojas—. No tengo un nombre para estos todavía. Si tienes algo maldito en tus pulmones, te harán estornudar para expulsarlo.

—George Weasley es bueno para nombrar cosas.

No provocó la reacción que Harry esperaba, ya que Malfoy simplemente inclinó la cara hacia abajo y jugó un poco con la botella.

—Sí, bien. No lo he patentado todavía.

—No me importa. Estornudaré lo que sea.

Siguieron así, Malfoy describiendo sus píldoras y pociones, haciendo que Harry bebiera y comiera cosas y sacara la lengua, luego metiera los dedos en las cosas. Harry no tenía nada más a lo que prestar atención, así que le prestó atención a Malfoy. En los recuerdos de Harry de Hogwarts, la voz de Malfoy era nasal y molesta, pero no lo era en realidad. Aunque era ligera, rápida y agradable de escuchar, también tenía un timbre bajo en capas que hacía que su voz fuera bastante resonante, casi hipnótica. Y los ojos de Malfoy eran de un color llamativo. Como hoces, pensó Harry, y se sintió peor que nunca. Su nariz goteaba.

—Aquí —dijo Malfoy, extendiendo la mano hacia la bandeja y luego entregándole a Harry un cuadrado de pañuelo verde.

—¿Cuántas cosas tienes ahí? —Harry se secó la nariz.

—Tendría muchas menos si pudiera usar la magia —dijo Malfoy, apilando las botellas y cosas a un lado de su bandeja—. Probablemente podría hacer todo esto con unos pocos hechizos.

—No necesitas magia.

—Potter, todo el mundo necesita magia.

—No todo el mundo.

—Me olvidé; eres un defensor de los muggles —dijo Malfoy, levantando su reloj de bolsillo de nuevo.

—Solo quise decir que eres lo suficientemente inteligente como para evitar utilizarla.

Malfoy se quedó helado.

—Realmente fuiste envenenado —dijo, su voz sonaba extraña después de un largo momento.

Harry se animó un poco.

—¿Estás seguro?

—No —dijo Malfoy, luego puso sus dedos en la muñeca de Harry.

—¿Qué-? —Harry trató de apartarse.

—Quédate quieto —Malfoy estaba mirando el reloj de bolsillo—. Estoy tomando la presión arterial.

—¿Por qué necesitas mi-?

—Dije, quédate quieto —Los firmes dedos de Malfoy presionaron con más firmeza la piel pegajosa y húmeda de Harry.

Nadie le había hecho algo así antes: tomarle el pulso, arrodillarse a su lado. Incluso en San Mungo, casi siempre te lanzaban hechizos para descubrir qué te pasaba. El diagnóstico por poción debía ser un poco más práctico, y Harry no sabía qué hacer con su confusión, su vergüenza. No debería estar reaccionando así, particularmente con Malfoy. Particularmente cuando todo su cuerpo se sentía como un trapo de cocina, pero probablemente esa era la razón. Lo habían envenenado. De lo contrario, no estaría reaccionando a Malfoy en absoluto.

—Bien —dijo Malfoy, luego soltó su muñeca.

Harry se hundió aliviado.

Entonces la mano de Malfoy cubrió la frente de Harry, y Harry trató de apartarse. La otra mano de Malfoy se aferró al hombro de Harry, la mano derecha de Malfoy todavía estaba en la frente de Harry.

—Mis manos no están hechas de serpientes, Potter —dijo Malfoy—. Son solo manos, a pesar del rumor común. Estoy tratando de medir tu temperatura.

La mano de Malfoy se sentía fría y reconfortante contra la piel caliente de Harry, solo que Harry no recordaba estar caliente. Había tenido escalofríos. Se había sentido frío, ¿no?, excepto que podía sentir el sudor en sus sienes, y la mano de Malfoy era mágica. Harry recordó esos dedos largos y delgados, y esta era una mala idea. Era una mala idea y Harry estaba avergonzado, profundamente avergonzado de lo bien que se sentía.

Te incomoda que te toquen, le había dicho Ginny una vez, pero no era así. No lo era; se sentía perfectamente normal al respecto; era solo que este era Malfoy, y nadie le había hecho esto antes. Tal vez Molly. Quizás Hermione, una vez, o Madame Pomfrey. Harry quería salir arrastrándose de su piel. Quería acurrucarse en el toque de Malfoy.

—Shh —murmuró Malfoy, y luego retiró su mano—. Sé lo que te pasa.

Harry estaba aterrorizado de que Malfoy supiera exactamente qué le pasaba. Ni siquiera se conocía a sí mismo.

—Tienes un resfriado —dijo Malfoy, sonando divertido.

—¿Qué?

—Un resfriado bastante común —dijo Malfoy.

—No, no lo tengo —dijo Harry de inmediato.

—Ah —Malfoy lo miró con expresión inescrutable—. Entonces, ¿te importaría decirme por qué estás temblando como una hoja?

—Yo no me enfermo —dijo Harry, porque no lo hacía. Se sentía mal de vez en cuando, pero no como otras personas. Ni siquiera había estado enfermo cuando era un niño, no como Dudley, indefenso y llorando y llevando sus demonios por todas partes. Eso nunca le pasó a Harry.

—Potter —comenzó Malfoy, luego se detuvo. Cogió algo de la bandeja—. Este es un analgésico tópico. Puedo frotarlo en tu garganta, para que puedas-

—No necesito que nadie me cuide —dijo Harry, prácticamente saltando de la silla.

Malfoy lo miró fijamente.

—Quiero decir —dijo Harry—, sé que no lo estabas haciendo. Solo quise decir…

Lentamente, Malfoy se puso de pie.

—Potter —dijo, su voz suave y cálida—, ¿qué diablos te pasa?

¡Estoy enfermo! Harry quiso decir. ¡El té venenoso! Pero el té no estaba envenenado. Harry no quería que Malfoy lo tocara, pero Harry no estaba enfermo. Nunca había estado enfermo, excepto en ese momento en que todos los huesos de su brazo se rompieron en segundo año, pero eso había sido culpa de Malfoy, y esa vez que había muerto en el bosque, solo que había sido culpa de Voldemort. No era culpa de Harry; él no había hecho nada.

—Te Apareces cuando quieres —estaba diciendo Malfoy con esa voz engañosamente tranquila. La bata se había desabrochado y colgaba abierta—. Estoy a tu entera disposición; no importa qué me encuentre haciendo, lo dejo todo. He hecho todo lo que me has pedido y sigo- ¿qué soy para ti? ¿Alguna clase de leproso?

—No —dijo Harry, incapaz de explicarlo—. No, no tiene nada que ver contigo.

En todo caso, esto pareció enfurecer aún más a Malfoy.

—Ya veo —dijo con frialdad.

—Quiero decir —dijo Harry—, no estoy acostumbrado a… estar enfermo.

—Qué maravilloso para ti.

—Malfoy.

—¿Necesitas más servicios?

El tono y la elección de palabras hicieron que Harry quisiera estremecerse. En cambio, le tendió el pañuelo.

Malfoy realmente se estremeció.

—No quiero eso.

—¿Que debería-?

—Quémalo, por lo que a mí respecta. No quiero tocar nada que hayas tocado —Malfoy se dio la vuelta, y todo parecía muy dramático hasta que Harry se dio cuenta de que, si tenía un resfriado, probablemente había infectado todo el apartamento de Malfoy con gérmenes.

—Lo siento —dijo Harry, metiendo el pañuelo en su bolsillo.

—Vete —Malfoy todavía estaba de espaldas, pero cada parte de él irradiaba disgusto, desde la postura de sus hombros hasta el puño junto a su muslo.

Harry pensó en el analgésico tópico, ya que realmente se sentía mal. Probablemente aliviaría el dolor de garganta, o al menos aliviaría la tos. Harry pensó en cómo Malfoy había dicho que untaría la crema en la garganta de Harry, y luego hizo lo que Malfoy le había dicho que hiciera y se fue.

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Al día siguiente, Harry tomó su primer día de descanso por estar enfermo, pero no lo pasó en casa. En cambio, fue a la oficina de correos del Callejón Diagon, y le envió a Draco Malfoy cinco galeones y una nota que decía:

Malfoy,

Lamento no haber tomado esa crema tópica, porque creo que necesito un poco después de todo. Los 5 galeones son para toda la botella, si es que puedes enviármela. Mi dirección es El Número doce de Grimmauld Place, Londres. Entiendo si no puedes.

Gracias,

HP

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Una hora más tarde, Harry estaba de regreso en Grimmauld Place cuando llegó un búho real con un paquete. Harry estaba bastante seguro de que era el mismo búho que Malfoy había tenido en la escuela. Harry recordó tantos casos de ver ese búho en el Gran Comedor, trayendo paquetes de Narcissa a Malfoy; nunca pensó que le traería un paquete a él. Cuando la lechuza sacó la pierna, Harry separó el paquete y luego le dio una caricia experimental en la cabeza. Nunca había reemplazado a Hedwig, sobre todo porque nada podía reemplazarla. La lechuza cerró los ojos y bajó la cabeza cuando Harry la acarició. Intentó acariciarla de nuevo.

Dentro del paquete había una nota, cinco galeones, una botella de líquido burdeos, un paquete de polvo rosa y un tubo etiquetado como Cura para el resfriado: Crema Analgésica Tópica. La nota decía:

1) Toma tres sorbos del líquido de burdeos cada mañana, mediodía y noche.

2) Una cucharadita del polvo cada vez que te sientas congestionado, sin exceder una cucharadita cada cuatro horas.

3) Aplica la crema en el pecho y la garganta para aliviar la tos y el ardor.

Siéntete mejor, Potter.

Draco Malfoy

Harry siguió las instrucciones de Malfoy al pie de la letra.

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Gracias a aquellas personas que han estado comentando durante el transcurso de la publicación de los capítulos. Me alegra que estén disfrutando la traducción, y me gusta leer sus opiniones al respecto:D

Nessie-sars: Respecto a Harry, la historia de él y Draco es un poco complicada, y se irá desenvolviendo a lo largo del fic, especialmente en este capítulo y en el siguiente. Personalmente, aunque a mí también me saca un poco de quicio la manera en la que actúa Harry con Draco en la mayoría de los fics post-war (desconfiando de él, y a veces, un poco idiota, sin creer que Draco haya podido cambiar realmente), no me sorprende. Y no porque crea que Harry es un imbécil o algo así, sino porque su relación con Draco a lo largo de la saga ha sido bastante turbulenta, y teniendo en cuenta las cosas que le hizo Draco (y las que él también le hizo a él), no me sorprende que piense así de él. ¿Es correcto? No, claro que no. La gente puede cambiar, para bien o para mal, y eso es algo que a veces le cuesta a Harry entender. Sin embargo, como ya dije, me parece, de cierta forma, entendible su actitud, aunque obviamente no es justificable. Sobre el cómo se enamora Draco de Harry en este fic... bueno, también se explicará en los siguientes capítulos xd. Y respecto a la última parte de tu review, ¡muchas gracias! Me tuve que parar un ratito luego de leer tu comentario porque me había emocionado, en serio gracias:3