XIII
Mayo de 2011
Harry Potter: 30 años
Draco Malfoy: 30 años
Después de la muerte de Narcissa, Malfoy todavía lo continuó ayudando con la identificación de pociones, siendo tan eficaz como siempre, pero manejaron casi todo a través de la lechuza. Harry entendió por qué Malfoy le había enviado esa nota. Harry podría no ser una persona real con sentimientos humanos reales, pero sabía lo que era perder a alguien. Todo tu mundo se reorganizaba, asumiendo prioridades completamente nuevas. Aparentemente, la prioridad de Malfoy era abrir una tienda.
En una de las pocas citas que separó Harry, Malfoy le había dicho eso, explicándole que estaba muy ocupado viendo clientes y preparando pociones para ellos. Había estado trabajando en sus comisiones mientras también trabajaba para el señor Mulpepper, obteniendo ingresos adicionales, hasta que finalmente tuvo el inventario necesario para abrir su propia tienda, lo que debería aumentar su clientela. Él dijo esto con seriedad, en lugar de hablar de esa forma tan ostentosa y despreocupada que Malfoy solía emplear para reírse de él, y Harry no sabía cómo decirle que la extrañaba. Malfoy hablaba con un todo muy serio, así que Harry trató de actuar profesionalmente a cambio. En los momentos más oscuros, Harry se recordaba a sí mismo que Malfoy era un ex Mortífago que había dejado entrar a más Mortífagos a Hogwarts, lo que debería haber hecho que a Harry le importara mucho menos lo que pensara Malfoy. No fue así.
Elixires Especializados se abrió en la planta baja del aparamento, donde solía estar la Tienda de calderos de Potage. Malfoy puso su habitación allí también, lo que hizo que la sala de estar de arriba fuera dos veces más grande, aunque Malfoy pareció no hacer nada más que llenarla con más libros. Tener el dormitorio en la planta baja tenía sentido, supuso Harry, ya que Malfoy prácticamente vivía en el laboratorio que ocupaba el piso principal de la tienda, pero a Harry le parecía inconveniente que el retrete estuviera en el piso de arriba.
Aproximadamente un año después de la muerte de Narcissa, Harry estaba en la oficina de Aurores jugando con una botella, tratando de sacar el pequeño corcho. Habiendo tomado la botella del traficante de pociones que acababa de arrestar, Harry estaba bastante seguro de que el polvo ahí dentro era ilegal, pero no sabía si era uno que el Departamento ya estaba rastreando o si uno era completamente nuevo. Principalmente estaba evitando llevarle el polvo a Malfoy, ya que la forma fría con la que Malfoy lo trataba molestaba a Harry sin que este pudiera explicar por qué. Había pasado un año desde lo sucedido con la mamá de Malfoy y, sin embargo, de alguna manera se sentía como si Malfoy todavía estuviera enojado con él.
Cuando Harry finalmente abrió la botella, el polvo rosa en el interior le manchó en la cara inmediatamente. Qué gracioso. El polvo había parecido muy móvil. Tragando un suspiro y esperando que el polvo no hiciera que su piel se cayera o que su nariz se torciera al revés, Harry lo quitó de su cara y lo regresó a la botella con un hechizo. Al menos el polvo no lo había dejado ciego ni detenido su respiración, todavía. Como de costumbre, la Oficina del Aurores estaba vacía a esta hora de la noche, por lo que nadie más había estado expuesto al polvo, y Harry pensó que era mejor ir a ver a Malfoy y averiguar si a Harry le iba a crecer piel de lagarto.
Malfoy estaba trabajando en su laboratorio cuando Harry se Apareció. Harry no había estado seguro en si expresar cuánto le gustaba el aspecto del lugar, porque estaba bastante seguro de que las razones por las que le gustaba no eran normales. Estaba a la par con el Gran Comedor de Hogwarts y la cocina de Molly Weasley: forma en que todo en ellos era mágico y te recordaba constantemente a la magia que los rodeaba. Eran similares en la forma en que todo en ellos siempre se movía, flotaba y hacía algo por sí solo, miles de cosas sucedían al mismo tiempo y, sin embargo, la mayoría de estas cosas eran tan mundanas. Era tan diferente a una alacena llena de arañas, y a la Oficina del Aurores, donde las cosas siempre se movían, pero a veces querían matarte o echarte polvo en la cara, o si no, agregaban montones de papeleo, cuyo crecimiento era alarmantemente estresante.
Los calderos siempre estaban en las chimeneas del laboratorio de Malfoy, los cuchillos siempre picaban, las cucharas siempre se movían. La mejor parte siempre era Malfoy, a veces congelado en la locura mágica que sucedía a su alrededor, y a veces un poco loco él mismo, corriendo entre calderos, cuchillos y cucharas. Por el calor de las chimeneas, su rostro a menudo se sonrojaba, sus ojos brillaban; sus dedos se veían largos, delgados y capaces al usar los cuchillos y las cucharas. Finalmente había desarrollado una cantidad decente de músculo, la suficiente para adherirse a sus huesos, pero no la suficiente para robarle la forma delgada de su cuerpo, que era alto, fuerte y perfecto en casi todos los sentidos.
A veces, Harry tenía que respirar profundamente al mirarlo. Harry todavía pensaba que era injusto que Malfoy hubiera estado en forma durante la escuela y que de alguna manera se las hubiera arreglado para volver a estarlo. Simplemente no podía ser tan bueno. Después de todo, había servido al Señor Oscuro.
Malfoy finalmente levantó la vista de las notas esparcidas que había estado escribiendo cuando Harry había entrado.
—Hola —Malfoy hizo una pausa, como sorprendido de verlo—, Potter.
—Sé que no tengo una cita —dijo Harry, antes de que Malfoy pudiera gritarle—. Tengo una pequeña emergencia.
Algo cambió en el rostro de Malfoy. Se puso de pie, acercándose.
—¿Estás bien?
—No lo sé —dijo Harry—. Es este polvo. No la abras —agregó, mientras le entregaba la botella—. Me explotó en la cara cuando lo intenté.
—Quizás deberías haber tenido más cuidado —El comentario sonó como si Malfoy debería haberse molestado, pero solo había preocupación en su voz. Tomando el polvo, preguntó—: ¿Qué es lo que hace?
—No lo sé.
—Entonces realmente deberías haber tenido cuidado —dijo Malfoy, pero sonrió, casi cálidamente.
—Lo tendré la próxima vez.
Los ojos de Malfoy se suavizaron y el corazón de Harry dio un vuelco.
No entendía lo que estaba sucediendo.
—Ehm —dijo Harry, tosiendo un poco—. Entonces, ¿cómo lo identificarás? Ya que no puedes abrir la botella.
—Oh —dijo Malfoy, mirando la botella como si hubiera olvidado que estaba en su mano. La dejó en la mesa del laboratorio—. Probablemente le lanzaré un campo de contención y lo examinaré en una burbuja.
—Bien.
—¿Dónde te cayó?
—¿Qué? —Sorprendido, Harry se volvió de la botella a Malfoy, que estaba más cerca de lo que esperaba.
—¿Te tocó?
La voz de Malfoy era baja y sedosa, y la forma en que dijo "te tocó", hizo que el calor subiera por la columna de Harry. Por lo general, Malfoy prácticamente ignoraba a Harry tan pronto él le pasaba la poción, pero ahora Malfoy estaba demasiado cerca y había dicho "te tocó" en un tono como si estuviera rezando.
Mierda. Harry tenía que estar loco. Malfoy solo estaba tratando de imaginarse cómo la poción podría afectar a Harry.
Aparentemente, así era cómo.
—Yo… —Harry se humedeció los labios—. Sí, me- me cayó en la cara. Creo… creo que me está haciendo algo.
—¿En qué parte de tu cara? —Preguntó Malfoy.
—Ehm —Harry tragó saliva—. En todas partes.
Los labios de Malfoy se separaron.
—Muéstrame.
—Aquí —Harry señaló su mejilla—, y aquí —señaló su mandíbula.
—Aquí —Malfoy suspiró, su dedo en los labios de Harry. Sus ojos se habían vuelto tan oscuros—. ¿Qué es lo que te está haciendo?
—Malfoy —La voz de Harry sonaba un poco asustada, y luego Malfoy se acercó más y más.
Malfoy apartó el dedo. Ahora respiraban el mismo aire; Harry podía sentir el aliento húmedo de Malfoy. Podía saborearlo.
—Me está haciendo —dijo Harry sin aliento—, me está haciendo-
Malfoy aprovechó que había abierto su boca, rozando los labios de Harry con los suyos.
Harry se escuchó a sí mismo hacer un sonido agudo y tenso.
—Potter —dijo Malfoy—. Joder, Potter —Y luego los labios de Malfoy tiraron suavemente del labio inferior de Harry, llevándolo a la boca de Malfoy, caliente, húmeda, suave y oh.
Oh. Oh. Malfoy lo estaba besando. Malfoy lo estaba besando.
Harry abrió la boca.
Soltando el labio de Harry, la boca de Malfoy se cerró sobre la suya, los labios se movieron sobre los de Harry de una manera tan lenta y cálida que Harry se estremeció. Oh, Dios. No había hecho esto en tanto tiempo. Nadie lo había besado en tanto tiempo. Había estado demasiado ocupado; había estado demasiado concentrado. No había estado interesado, porque no había nadie a quien quisiera besar, pero se había equivocado. Se había equivocado porque estaba Malfoy, quien indolente y húmedamente sondeó su boca con la suya.
Gafas, estaba pensando Harry. Debería quitarse las gafas para poder besar a Malfoy más profundamente, para poder acercarse tanto a Malfoy que no hubiera separación entre ellos.
A Malfoy no parecía importarle. Una de sus manos se deslizó por la barbilla de Harry, sobre su sien, hasta que el pulgar de Malfoy tocó la cicatriz de Harry. La otra pasó por debajo de la túnica de Harry, encontró su cintura, lo acercó más y lo presionó contra el cuerpo delgado y duro de Draco. Harry obedeció. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por Malfoy.
Dios, Malfoy.
Malfoy.
Algo acerca de esto estaba terriblemente mal, porque Malfoy era un Mortífago. Malfoy era un Mortífago, un hecho que ni siquiera había cruzado la mente de Harry cuando comenzaron a besarse, pero que debería haberlo hecho. Debería haberlo hecho, aunque podría no haber impedido que Harry lo besara. La lengua de Malfoy se deslizó por el labio inferior de Harry, un toque burlón, y Harry sabía que no lo habría hecho. Definitivamente no lo habría hecho. Malfoy siendo un Mortífago no habría detenido a Harry en lo absoluto.
Pero ahora Harry lo estaba considerando, ya no le agradaba a Malfoy. No le agradaba; había sido brusco con Harry cada vez que Harry había intentado hablar con él, desde que su madre había muerto. A Malfoy no le agradaba, y la lengua de Malfoy se deslizaba gentilmente contra la de Harry, una broma cálida y gentil que era tan suave y sobria que Harry se escuchó a sí mismo hacer otro sonido de necesidad y deseo.
La decepción se apoderó de Harry, una tristeza que se instaló detrás de sus ojos y los pinchó. Él se apartó.
—Hay algo en el polvo.
Los ojos de Malfoy aún estaban cerrados, sus labios aún húmedos.
—¿Qué? —dijo, abriendo los ojos como con esfuerzo. Parecían aturdidos por la lujuria.
—El polvo —Harry realmente debería haberse alejado de los brazos de Malfoy, que todavía estaban a su alrededor, pero no pudo encontrar los medios para hacerlo. Debe de haber sido el polvo—. Es un afrodisíaco. Una poción de amor. Algo como eso.
—Quieres decir… —Malfoy se humedeció los labios, rojizos por los besos—. ¿No quieres...?
—Malfoy.
Los ojos de Malfoy bajaron a los labios de Harry.
—Pareces como si lo quisieras —Malfoy se apretó sutilmente más cerca, alineando sus caderas con las de Harry. Susurró—: Y sientes que lo quieres.
Harry lo quería. Se sentía a punto de estallar de deseo. Definitivamente debía ser el polvo.
—Harry —suspiró Malfoy. Besó a Harry de nuevo.
Harry realmente no se había dado cuenta antes de que todavía se llamaban por apellidos, pero ciertamente lo notó ahora. Tenía que encontrar una manera de sacar a Malfoy de esto; Harry ya se estaba perdiendo en este beso. La manera persuasiva, suave y gentil con la que los labios de Malfoy exploraron los de Harry, como si estuviera saboreando cada toque, cada sabor. Malfoy lo besaba como si la boca de Harry fuera algo caliente y precioso que merecía ser persuadido y adorado.
Arrancándose lejos de esa embriagadora calidez, Harry jadeó.
—Eres un mortífago.
—¿Qué? —La voz de Malfoy se quebró, pero las palabras parecían haber atravesado la neblina y llegado a su mente.
—Siempre me has odiado —le recordó Harry—. Querías entregarme a Voldemort.
—Pero —La mirada de Malfoy se posó en los labios de Harry, su expresión preocupada—, ahora quiero-
Harry tomó la botella de la mesa del laboratorio y la puso en la mano de Malfoy.
—El polvo —dijo Harry—. Te está haciendo querer eso. Si quitas su efecto, todo se arreglará.
Malfoy miró el polvo como si nunca lo hubiera visto antes.
—¿Estás seguro?
—Absolutamente —dijo Harry—. Malfoy, tienes que arreglarlo.
—Bien —Finalmente, Malfoy miró hacia otro lado, un ceño levemente fruncido entre sus cejas—. Voy a… —Como si estuviera perdido, Malfoy se volvió hacia Harry y lo alcanzó de nuevo.
Harry dio un paso hacia tras.
—Puedes hacerlo, Malfoy —dijo. Siempre puedes. Eres tan bueno en esto.
Malfoy se lamió los labios de nuevo.
—Dijiste que ibas a lanzar un campo de contención —dijo Harry, alentador.
—Bien —dijo Malfoy de nuevo—. Bien —Dándose la vuelta, aturdido, Malfoy se trasladó al otro lado de la habitación. Sacando su varita, lanzó una burbuja de Protegos alrededor de la botella en el banco.
—¿Qué puedo hacer? —Preguntó Harry.
—No… —Malfoy se estremeció, luego respiró profundamente unas cuantas veces, sin mirarlo—. No digas esas cosas. Con tu voz. Esas que… No eres muy bueno con las palabras.
—¿Debería irme?
—Quédate —dijo Malfoy—. Te necesito.
—Pero-
—Harry —dijo Malfoy—. Las palabras.
La boca de Harry se cerró inmediatamente. Malfoy lo había llamado Harry nuevamente. Su voz había sido tan suave, y Harry se dio cuenta de que le había gustado. Quería que Malfoy fuera así con él, que fuera tierno, que lo llamara Harry. Definitivamente todo era culpa del polvo.
Harry vio como Malfoy lanzaba hechizos a sus manos para protegerlas, luego las empujaba a través del encantamiento de escudo mágico para abrir la botella. El polvo rosa brotó por todas partes, tal como le había hecho a Harry, pero luego se asentó en la curva invisible del encantamiento escudo. Malfoy lanzó algunos hechizos a la pila de rosa, luego canalizó el polvo de regreso a la botella con su varita. Disipando los escudos con otro movimiento de su varita, Malfoy tomó la botella y comenzó a ejecutar lo que Harry ahora reconoció como diagnósticos.
Mierda. Malfoy lo había besado. Harry sabía que había sido por el polvo, pero se había sentido tan real. Aún podía sentir al fantasma del toque de Malfoy, los labios de Malfoy quemando los de Harry, la mano de Malfoy tirando de la cintura de Harry. Harry se había sentido a sí mismo responder. Había querido responder y, sin embargo, había sido él quien había podido romper la compulsión del polvo. Quién y qué era Malfoy se lo había recordado, porque, por un momento, Harry lo había olvidado. Había olvidado todo, todo lo que había entre ellos, excepto el sabor de los labios de Malfoy contra los suyos, la presión del cuerpo de Malfoy contra el suyo.
Lo olvidaría de nuevo. Harry sabía a ciencia cierta que lo haría, que el hecho de que Malfoy dejara entrar a los mortífagos a Hogwarts no tenía nada que ver con la razón por la que había impedido que Malfoy siguiera adelante. Había perdonado a Malfoy por eso hace mucho tiempo, y, de todos modos, incluso si ese era quien había sido Malfoy una vez, no era quien era Malfoy ahora. La única razón por la que Harry había detenido a Malfoy había sido porque estaban bajo la compulsión del polvo. Harry nunca le haría algo así a alguien que no tuviera la libertad de tomar sus propias decisiones. Sin el polvo, Harry ni siquiera estaba seguro de qué elegiría.
Sobresaltado, Harry se dio cuenta de que había echado de menos a Malfoy. Lo había extrañado desde que había muerto su madre, cuando Malfoy había dejado de molestar a Harry como una mascota que a veces toleraba tener cerca.
—Necesito tu cabello —dijo Malfoy desde el otro lado de la habitación, todavía sin mirarlo.
Después de mirar el polvo bajo su pequeño microscopio, Malfoy había comenzado a hacer cosas con los ingredientes de las pociones, mezclando, removiendo y machacando cosas.
—¿Cuánto-?
—Las palabras —dijo Malfoy, inclinándose sobre su microscopio.
El cabello de Harry era un poco más largo que su barbilla y apenas era lo suficientemente largo como para amarrarlo. Cuando lo hacía, atando todo lo que podía hacia atrás para que no se sentara en su cuello y lo sobrecalentara, las partes del frente generalmente escapaban, colgando alrededor de su cara. Había tenido la intención de cortárselo, ya que la molestia de tenerlo en la cara había superado la molestia de ir por un corte de pelo y tener que escuchar a los buenos peluqueros que querían escuchar sobre cómo era ser Harry Potter. Oh, bien. Apuntando su varita a su cabeza, Harry se cortó toda la parte de atrás de su cabello, luego trató de llevárselo a Malfoy.
—No te acerques más —espetó Malfoy—. Ponlo en la mesa.
Harry la puso sobre la mesa.
—Accio cabello de Potter —dijo Malfoy, levantando su mano. Todo el desorden de cabello llegó volando a la palma de Malfoy. Los ojos de Malfoy se agrandaron cuando lo vio—. Cielos, Potter, ¿por qué ...? —Malfoy se interrumpió, habiendo levantado accidentalmente la vista.
Malfoy no lo había mirado desde que lo había besado. Su expresión estaba absolutamente abatida.
Cohibido, Harry se llevó la mano a la cabeza rapada. Probablemente no debería haberlo hecho así. Solo quería que Malfoy obtuviera lo que necesitaba.
Malfoy volvió a mirar de nuevo a su mezcla y siguió haciendo lo que fuera que hacía. El proceso parecía ser mucho más largo de lo usual. Harry quería preguntar, pero Malfoy le había dicho que se callara y, además, Malfoy probablemente estaba preparando algún tipo de cura para esto.
Después de veinte minutos, Malfoy finalmente dijo:
—He producido una crema —Sosteniéndolo, lo puso en la mesa de laboratorio a su lado—. Tendrás que echártela en todos los lugares de tu rostro que tocó el polvo.
—¿Qué hay de mi-?
—Sin hablar —dijo Malfoy.
Ropa, había estado a punto de decir Harry, pero en cambio cerró la boca y dio un paso hacia la mesa del laboratorio.
Malfoy cerró los ojos, con el ceño fruncido por la frustración.
—Hazlo allí, Potter.
Harry hizo una pausa, a punto de señalar que todavía tenía que conseguir la crema, pero luego se dio cuenta de que Malfoy quería que él usara magia. Malfoy también quería que se callara, así que Harry sacó su varita y se concentró en la crema. Se disparó a través de la habitación hacia su mano, y Harry se dispuso a aplicársela en la cara. Mientras tanto, Malfoy tomó un caldero del fuego, lo decantó en un frasco, lanzó un hechizo de enfriamiento y bebió de él.
Después de otro minuto, Malfoy se acercó a donde Harry estaba aplicando la crema. Llevó la botella de polvo y la dejó sobre la mesa junto a Harry.
—No necesitas ponértelo en la ropa —dijo Malfoy.
Harry ya se lo había puesto en la cara, el cuello y las orejas, en todos los lugares donde pensaba que el polvo había tocado su piel. No parecía hacer que se sintiera diferente, por lo que apenas estaba comenzando a aplicárselo a su túnica. Se detuvo ante las palabras de Malfoy.
—Hay una mancha… —Malfoy se mordió el labio, luego se tocó detrás de la oreja, indicando un lugar en su piel—. Aquí.
Harry puso un poco de crema allí.
—Sí —dijo Malfoy—. Bien. Creo que eso es todo.
Harry tapó la crema y la puso sobre la mesa a su lado.
Malfoy apartó la mirada.
—El polvo tiene lengua de sirena —dijo—. Las sirenas ya no viven en Europa, por lo que debería ser fácil… —Malfoy se apagó y se lamió los labios de nuevo—. También tiene algunos de los mismos ingredientes que la Amortentia, y chiles, que, como tú sabes, son… —Malfoy se volvió hacia Harry de nuevo, como si se estuviera obligando a mirarlo—. Sabes que no quise hacer lo que hice.
—¿Puedo hablar ahora? —Dijo Harry.
—Ese polvo es poderoso —Malfoy miró la pequeña botella de rosa—. Es poderoso y peligroso. En las manos equivocadas, cualquiera podría hacer cualquier cosa. Podría convertir a alguien su esclavo. Tuvimos suerte de que te quitaras la mayor parte del polvo; solo el residuo molecular me estaba afectando —Miró hacia arriba—. No tenía control sobre mis acciones. Sabes que no lo habría hecho de otra manera. No significó nada.
—No creo que la crema haya funcionado —espetó Harry, porque todavía no se sentía diferente.
—Por supuesto que funcionó. El polvo hace que cualquiera que lo use se vuelva irresistiblemente atractivo para cualquiera que lo vea. No me atraes en lo absoluto ahora, así que obviamente está funcionando.
—Pero… —las objeciones se arremolinaron en la cabeza de Harry, y estaba teniendo problemas para precisar una—. Bebiste algo. Con mi cabello en él. ¿No es por eso que puedes resistirte?
—Eso fue porque ya me había afectado —dijo Malfoy con impaciencia—. Una vez que se apodera de tu sistema, no importa si el objeto de deseo se quita el polvo; seguirán siendo objeto de deseo hasta que la víctima esté curada. Por lo tanto, si alguien ve a una persona que usa el polvo, la cura debe adaptarse a la víctima, no a la persona que usa el polvo, incluso después de que el polvo mismo se haya neutralizado.
Harry abrió la boca para hacer otra pregunta, luego la cerró. Víctima, había dicho Malfoy. Las personas que veían a alguien usando el polvo eran las afectadas. La persona que lo llevaba no se veía afectada en lo absoluto.
—Si vas a preguntar por la crema —dijo Malfoy—, es mejor neutralizar algo así por completo en lugar de correr el riesgo de que se extienda a otro lugar. Todo es bastante complicado para tu pequeño cerebro, Potter. Escribiré las instrucciones para que puedas encargarte de esta muestra y cualquier otra con la que puedas encontrarte.
—Eso no era lo que iba a decir.
—Entonces, ¿qué? —Dijo Malfoy, todavía sonando irritado.
Harry había perdonado a Malfoy por dejar entrar a los mortífagos a Hogwarts. Lo había perdonado todo, no porque el comportamiento de Malfoy hubiera sido aceptable de alguna manera, sino porque Malfoy era una persona diferente ahora. Había crecido; ambos habían crecido. El pasado siempre estaría entre ellos, pero no tenía por qué regir sus vidas.
—¿Qué pasa, Potter? —Malfoy prosiguió—. ¿Te gustaría imponer algún tipo de castigo por haber tenido estos labios de Mortífago tocando tu perfecta piel de salvador?
Harry lo miró fijamente.
—Dije eso para que te detuvieras.
—¿Crees que quería continuar? Créeme, lo último que querría es saborear tu rostro lleno de cicatrices, tu altivo Gryffindor-
—Jesús —dijo Harry—. ¿Tienes doce años?
Malfoy cerró la boca.
—No tienes que poner dementores en el cielo para escribir el hecho de que no te gustó. Puedes decir que no te gustó, y está bien. ¿Crees que te guardaría rencor?
Los labios de Malfoy se apretaron, sus ojos un poco demasiado grandes en comparación con el vitriolo que había estado saliendo de su boca no hace unos momentos.
—Fue un beso, no el fin del mundo —Harry sabía que Malfoy solo se había puesto a la defensiva. Él lo sabía, pero maldita sea. Sacar a relucir el asunto de Gryffindor parecía un gran esfuerzo, como si tal vez Malfoy no hubiera cambiado tanto en realidad, como si todavía pensara en Harry como una especie de enemigo, incluso después de todo, aunque tal vez fueron los besos en particular lo que había molestado a Malfoy. Ahora que Harry lo pensaba, probablemente Malfoy tenía una racha homofóbica de una milla de ancho. Malfoy había sido criado como sangre pura, así que era comprensible, solo que… Harry había pensado que Malfoy había superado la forma en que fue criado, sus mezquinos prejuicios. Escuchar a Malfoy actuar de esta manera después de todo era…
Harry se dio cuenta de que era doloroso. Estaba sintiendo dolor. Dolía, sobre todo porque acababa de darse cuenta de lo mucho que no le había molestado besar a Malfoy. No le había molestado en lo más mínimo.
—Tu cabello —comenzó Malfoy, luego se detuvo. Su tono era completamente diferente al que había sido hace unos momentos.
—¿Qué?
—¿Por te lo cortaste tanto?
—Malfoy —dijo Harry, pasando su mano por su cabeza rapada—. Dijiste que lo necesitabas.
Malfoy parecía desconsolado.
Mierda. Harry no entendía cuál era el problema de Malfoy y no quería lidiar con eso. No quería lidiar con los ridículos cambios de humor de Malfoy y su irritable actitud defensiva y su horrible sensibilidad, porque el dolor en el pecho de Harry todavía le dolía y no le gustaba. No le gustaba lidiar con este tipo de cosas. Harry sacó la botella de la mesa y se la guardó en el bolsillo.
—Tengo que ir a ocuparme de esto —dijo—. Si hay más por ahí, causará problemas.
—Por supuesto —dijo Malfoy. Joder, su voz realmente temblaba.
Harry puso los ojos en blanco.
—Deja de preocuparte, Malfoy. Eres el único que está haciendo un gran escándalo. Solo finge que nunca sucedió.
—Sí —Malfoy cuadró los hombros—. Sí.
—Y envía esas instrucciones cuando tengas la oportunidad —agregó Harry.
—Sí —dijo Malfoy de nuevo. Levantó la barbilla.
Bueno, de todos modos, se veía mejor.
—Gracias por la ayuda —dijo Harry. Se apareció en la Oficina de Aurores, donde podía sumergirse en el trabajo y no pensar en nada que tuviera que ver con Malfoy. Dejándolo en el pasado con todas las cosas que había decidió olvidar e ignorar, Harry se puso a trabajar.
-0-
Junio de 2012
Harry Potter: 31 años
Draco Malfoy: 32 años
En mayo de 2012, Harry arrestó a una sospechosa llamada Lorica Ludville y la interrogó bajo Veritaserum. Lo que dijo cambió el curso de la vida de Harry.
Ludville era una bonita morena con una sonrisa que parecía iluminar tanto como un Lumos, y brillantes ojos marrones, que balbuceaba que su novio era solo un empelado que se encargaba del papeleo, pero que había ganado un montón de dinero en efectivo invirtiendo en el comercio de pociones. Así fue como Harry la encontró en posesión de la última creación de contrabando en las calles, una pastilla para escuchar pensamientos llamada Una pizca de susurros. Pero algo mucho más grande estaba por llegar, dijo. Un proveedor que su novio conocía tenía información sobre un nuevo ingrediente que los haría increíblemente ricos, dijo. Ella no sabía quién era el proveedor, dijo, pero su novio era Cecil Vance.
Vance era parte de una red de pociones ilegales. Según Ludville, lo había sido durante años. Esto era absolutamente enorme.
Suficiente gente sabía que Harry no era fanático de Vance, por lo que Harry sabía que necesitaba ayuda para aceptar la declaración de Ludville. De esa manera, Harry podría tener absolutamente claro el hecho de que el testigo no había sido manipulado. Ron no estaba cerca, y de todos modos era el mejor amigo de Harry, por lo que Ron no era exactamente el observador imparcial requerido para tal situación. Tampoco lo era Savage, pero al menos podía ayudar, así que Harry le contó lo que estaba pasando.
Savage se puso pálida.
—No debería sorprenderme —había dicho, después de un momento—. Debería haber sabido que toda la mierda de Vance sobre el protocolo era solo para encubrir algo.
—Aun así —dijo Harry—, nunca lo hubiera creído capaz.
Savage gruñó, y una expresión pensativa apareció en su rostro.
—¿Usaste la solución indicadora? Sabes que la Lejía de ojo de madera está volviendo a pasar de mano en mano.
—¿De nuevo? —Preguntó Harry, sorprendido—. Pensé que la habíamos erradicado.
Savage negó con la cabeza.
—Es como una mala hierba; nunca muere.
—¿Por qué Ludville mentiría sobre Vance, sin embargo?
—Podría guardarle rencor. Quién sabe —Savage se encogió de hombros—. Es mejor comprobarlo, solo para estar seguros.
—Zidwidley se llevó mi solución indicadora hace unos meses —dijo Harry—. Tú sabes que Robards siempre quiere cualquier poción no autorizada bajo llave —Maldita sea. Harry iba a tener que ir con Malfoy por más.
Malfoy había sido perfectamente cordial desde el incidente con el Polvo de lengua de sirena, todavía ayudando a Harry con la identificación de pociones, sin quejarse de nada. Y eso era un problema, ¿verdad? Porque Malfoy no era una persona perfectamente cordial; era inteligente y capaz y, a veces, incluso encantador, pero no era agradable. Ahora, sin embargo, no era más que educado y profesional con Harry, y Harry no sabía si la actitud era el resultado de una homofobia total, aversión personal por Harry, todavía dolor por su madre, o una combinación de los tres.
Tratar de averiguar eso dolía como un dolor físico. Harry no estaba acostumbrado a lidiar con este tipo de confusión emocional; por lo general, podía aislarse de las personas y las cosas que lo hacían sentir de esa manera, pero no de Malfoy. Algunas noches, Harry todavía soñaba con la forma en que Malfoy lo había besado.
—Sabes cómo siempre le hago caso a Robards —dijo Savage, abriendo un cajón del escritorio.
Harry salió de sus pensamientos.
—¿Tienes alguna solución de indicadora?
—No se lo digas a Zidwidley —Savage le guiñó un ojo—. Administraré la solución; tú toma la declaración de Ludville.
Pero cuando Harry fue a interrogar a Ludville de nuevo, Savage levantó el pulgar de Ludville y este estaba cerúleo. Eso significaba que había tomado la Lejía de ojo de madera, y ninguna de sus declaraciones era admisible. Tendría que ser interrogada de nuevo una vez que la Lejía de ojo de madera desapareciera, y Savage se hizo cargo de su caso a partir de ahí. Harry se dedicó a averiguar por qué Ludville implicaría falsamente a Vance, quien, cuando Harry le preguntó al respecto, afirmó que nunca había oído hablar de ella.
Harry deseaba poder poner a Vance bajo Veritaserum también, solo que no tenía una causa adecuada para sospechar de un compañero Auror cuando la testigo que había testificado en su contra ya había demostrado ser una mentirosa. Sin embargo, por si acaso, Harry fue a pedirle a Savage un poco de esa solución de indicadora al día siguiente. Cuando no la vio en su escritorio, él abrió el cajón donde había visto que la guardaba y alcanzó la botella.
Aparentemente, Savage guardaba todo tipo de cosas allí, porque cuando Harry abrió el cajón, un Escarabajo saltó, haciendo que Harry dejara caer la botella de solución indicadora. Harry atrapó al animal con un encantamiento, reparó la botella, lanzo un hechizo de extracción en el charco sobre el escritorio de Savage, y estaba a punto de decantar la solución en la botella cuando vio la mancha cerúlea.
Harry sabía cómo funcionaba la solución del indicadora. La había probado él mismo hace muchos años con Malfoy: si alguien no hubiera ingerido lágrimas de cocodrilo, nada cambiaba de color. Lo que significaba que, o el escritorio de Savage estaba cubierto de lágrimas de cocodrilo o algo más andaba mal. Harry volvió a poner la solución en la botella y lanzó un Revelio.
La solución indicadora era, de hecho, pintura cerúlea. Nada más sobre la pintura que no fuera la ilusión era mágico; no tendría ningún efecto en nada, excepto en pintar cosas de color cerúleo. Pero eso significaba que cualquier persona a la que se le hiciera la prueba de Lejía de ojo de madera podía parecer que había dado positivo, ya que sus pulgares definitivamente cambiarían al color de la pintura. Eso significaba que innumerables testimonios verdaderos bajo Veritaserum podrían haber parecido estar diciendo mentiras, y eso significaba que Ludville había estado diciendo la verdad sobre Vance. Por alguna razón, Savage había usado la pintura para que pareciera que Ludville había estado mintiendo.
Ludville había sido llevada a Azkaban para esperar su juicio. Cuando Harry fue a la prisión, sin embargo, descubrió que Ludville había sido trasladada.
—¿Quién firmó la orden? —Preguntó Harry, temiendo que ya lo supiera. Solo unas pocas personas estaban autorizadas a sacar prisioneros de Azkaban.
—El Jefe de Aurores Gawain Robards —dijo el duende en la puerta.
-0-
—¿Qué hiciste con Ludville? —Harry le preguntó a Robards ese mismo día.
Robards estaba tomando su té de la tarde, como siempre, como si nada en el mundo pudiera salir mal.
—Me temo que tendrás que ser más específico.
Harry apretó los dientes.
—Lorica Ludville. La persona a la que arresté ayer por posesión de una poción altamente ilegal. Por alguna razón, ya la han trasladado fuera de Azkaban.
—Oh, ella —dijo Robards, sorbiendo su té.
Harry resistió el impulso de arrojarle algo.
—Sí, ella, ¿o había otros sospechosos desfilando por aquí diciendo que el Auror Vance es parte de una red de pociones ilegales y ha estado ganando dinero con eso durante años?
—Eso fue refutado —dijo Robards con calma, revolviendo un poco su té—. Ella había tenido ese antídoto para el Veritaserum.
—Bien— Forzando a sus hombros a relajarse a propósito, Harry respiró hondo. Luego lo hizo una vez más—. Siento que —comenzó, con su voz más seria— alguien así, alguien que acusaría a uno de los nuestros, es alguien a quien debemos vigilar. No me gustaría que hiciera más acusaciones falsas.
Los ojos de Robards se entrecerraron.
Harry hizo todo lo posible por parecer inocente.
Dejando la taza y el platillo en el suelo con un ruido metálico, Robards dijo:
—El Departamento de Misterios ha estado trabajando en un caso que involucra a Ludville desde hace meses. Tu arresto interfirió; envié la transferencia a los Inefables como un gesto de nuestra voluntad de proceder a su futura discreción. No se puede hacer nada más, Auror Potter. Los Inefables lo tienen desde aquí.
—Entiendo —dijo Harry.
Él verdaderamente entendía. El Departamento de Misterios era un agujero negro al que entraba información y nunca volvía a salir; cada vez que los Inefables se involucraban, la Oficina de Aurores tenía que dejar todo y dejar que ellos tomaran las riendas. Harry se había quejado de eso antes, y también Robards, era una de las pocas cosas en las que estaban de acuerdo. Si Robards quería hacer desaparecer un caso, todo lo que tenía que hacer era afirmar que había sido entregado al Departamento de Misterios.
Hermione era una inefable, pero, aunque era la mejor amiga de Harry, era dedicada a su trabajo. Ella nunca revelaría nada sobre uno de sus casos, ni siquiera si el caso era realmente de ellos. Robards había llevado a Harry directamente a un callejón sin salida. No quedaba ningún lugar a dónde ir.
Sin embargo, este caso era más grande que el de Ludville. De acuerdo con la declaración de Ludville, Vance había estado involucrado en el comercio ilegal de pociones durante años, y la pintura cerúlea en el escritorio de Savage no podría haber aparecido allí repentinamente. Era posible que la hubiera usado antes, y ella y Vance estaban conectados de alguna manera. Al dirigirse a Kirkley Zidwidley en la habitación de Expedientes & Archivos, Harry pidió (en voz alta) ver todos los casos en los que Savage había administrado la solución indicadora.
—No clasificamos los archivos de esa forma —dijo Zidwidley—. Tendrás que encontrarlos tú mismo.
Harry comenzó a llevarse archivos a casa, al principio solo unos pocos, hasta que encontró un patrón. Los casos en los que Savage había administrado la solución indicadora involucraban pociones, y cada poción contenía un ingrediente de algún lugar en la región del Golfo de México: las lágrimas de cocodrilo en la Lejía de ojo de madera, la saliva de jaguarundi en la Poción del Miedo, incluso los chiles en el Polvo de lengua de sirena.
Harry recordó haber investigado los ingredientes de esa región antes. El Golpe de Sueño había tenido escopolamina, un químico extraído de un árbol centroamericano, pero Harry había investigado el Golpe de Sueño mucho antes de que Malfoy hubiera desarrollado esa solución indicadora. Harry tuvo que retroceder más en el tiempo, obteniendo más casos antiguos de Expedientes & Archivos. Lentamente, la oficina de Grimmauld Place se había llenado de cajas para cuando Harry finalmente encontró otras conexiones: el Veneno de Petrificación hecho de coral cuerno de alce, que se encuentra en el Mar Caribe, las escamas de tortuga en la Poción del Olvido, la coca en el Filtro Soñador. Incluso la esencia de Demonios de pantano, que había estado en el Ragerade, también se podía encontrar en algunos pantanos de Florida.
El Golfo de México era un área grande, pero algo conectaba cada uno de los casos; Harry solo tenía que averiguar qué. Aunque todas las pociones habían sido elaboradas por diferentes pocionistas, podían tener el mismo proveedor de ingredientes, alguien que viajara con frecuencia a la región del Golfo, por ejemplo, o que tuviera conexiones allí. Además, en algunos casos, hubo indicios de algo que Ludville había dicho: que había otro ingrediente que este proveedor estaba buscando, algo más poderoso y precioso que cualquiera de los demás ingredientes ilegales combinados.
El problema era que Harry simplemente no era lo suficientemente inteligente como para juntar las partes de este caso. Hace un par de años, le habría llevado el problema a Malfoy. Malfoy era brillante y tan inteligente que vería todas las conexiones instantáneamente, excepto que Malfoy solo se reunía con una cita previa. Harry no sabía qué escribirle para separar una cita. ¿Quizás un "Háblame sobre cosas de Auror"? Solían hacer eso, más o menos. "Solo háblame como solías hacerlo" era el motivo de la cita que realmente quería poner Harry, pero era demasiado patético incluso para él. Al mismo tiempo, Harry no quería ir a ver a Malfoy sin una cita previa; lo había hecho con el Polvo de lengua de sirena. Ese polvo había comenzado algo que parecía un final, y a Harry no le importaba repetir la experiencia.
Savage y Vance estaban involucrados; probablemente Robards también. Lo mejor era dejar a los Aurores fuera de esto, incluso a Ron; Harry no quería poner a Ron en medio de todo el problema. Además, Hermione siempre había sido la que resolvía todo. Harry no esperaba que ella resolviera el caso, pero necesitaba otra perspectiva. Fue hacia ella una noche en que Harry sabía que Ron estaba vigilando y comenzó a explicarle la situación.
Se sentaron en la cocina de Hermione y Ron, los niños estaban dormidos. Los dibujos de los niños estaban colgados en los gabinetes y las paredes, y había un tablero de notas colgado cerca del refrigerador, en el que estaban pegadas las coloridas notas de Hermione para Ron. Sobre la mesa estaban los restos del pastel de melaza de Molly.
—Oh, el caso de Ludville —dijo Hermione—. No te preocupes por eso. El Departamento de Misterios lo tiene bajo control. Estoy segura de que todo se aclarará al final.
—Ehm —dijo Harry. Con cuidado, dejó el tenedor en la mesa—. ¿Estás segura de que eso es algo que puedas contarme?
Las cejas de Hermione se fruncieron en confusión.
—¿Contarte qué?
—Nada —dijo Harry, porque finalmente se había dado cuenta de lo que le había estado molestando acerca de los dibujos a su alrededor—. ¿Rose hizo eso? —Dijo Harry, señalando con la cabeza hacia una de las fotos.
—¿Qué? Oh —Hermione se dio la vuelta para mirar el dibujo—. Sí, se está convirtiendo en una pequeña artista.
—No sabía que ella pintaba —dijo Harry—. Es un color muy bonito.
Hermione se rio, mirando las líneas curvas cerúleas del cuadro de su hija.
—Oh, Harry, qué impropio de ti al darte cuenta.
—Sí —asintió Harry—. ¿De dónde sacaste esa pintura?
Ron la había traído del trabajo, dijo Hermione.
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Harry había planeado preguntarle a Ron sobre la pintura, pero cuando fue al escritorio de Ron al día siguiente, Ron no estaba allí. Harry tenía toda la intención de sentarse y esperar, pero en cambio, se encontró rebuscando en el escritorio de Ron. Sabía que no debería hacerlo; necesitaba preguntar, pero le había preguntado a Hermione por qué le había contado sobre el caso de Ludville, y ella había actuado de forma extraña. Harry estaba en un noventa por ciento seguro de que ella estaba bajo el Imperius. Necesitaba encontrar ese otro diez por ciento de certeza antes de intentar demostrar que su mejor amiga estaba mintiendo.
Harry no estaba seguro de lo que estaba buscando, tal vez más pintura cerúlea. Tal vez pintura cerúlea disfrazada para parecer una solución indicadora. Tal vez solución indicadora que no estuviera disfrazada de nada, para que Harry pudiera convencerse a sí mismo de que Ron no estaba involucrado en lo que fuera que Savage había estado haciendo, porque Ron simplemente no lo estaba. No podría estarlo. En cambio, Harry encontró un par de aretes de diamantes. Dos segundos después, Ron encontró a Harry.
—¿Qué estás haciendo, amigo? —Preguntó Ron.
Harry tenía muchas ganas de guardar los pendientes en un cajón y fingir que no los había visto.
—Oh —dijo Ron, antes de que Harry pudiera intentar algo por el estilo—. No le digas a Hermione, ¿de acuerdo?
—¿Acerca de?
—De estos —dijo Ron, quitándole los pendientes a Harry—. Van a ser una sorpresa.
—¿Una sorpresa? —Preguntó Harry, sorprendido.
—Por nuestro aniversario —dijo Ron—. ¿No son geniales? —Ron les sonrió y los volvió a guardar en el cajón.
—Ron —dijo Harry—. ¿Cómo pudiste pagarlos?
La cara de Ron decayó un poco.
—He estado ahorrando.
—Pero —dijo Harry—, ¿diamantes?
Ron comenzaba a verse incómodo.
—He estado ahorrando. Incluso más de lo yo mismo pensaba,
—Más de lo que pensabas —dijo Harry lentamente.
—El dinero estaba solo en mi cuenta. Pensé que sería mejor que lo usara —Ron se encogió de hombros—. Oye, ¿qué estabas buscando?
—Pintura —dijo Harry—. Estuve en tu casa anoche. Hermione dijo que tenías un poco.
—¡Qué gracioso! —dijo Ron—. Pensé que tenía algunas pociones en ese cajón, sobrantes de algún caso. Pero hace un rato, cuando lo estaba limpiando, descubrí que solo era pintura. ¡No recuerdo haberla puesto allí!
—Sí. Gracioso. Oye —continuó Harry—, he estado investigando el caso de Ludville.
—Oh, el caso de Ludville —dijo Ron—. No te preocupes por eso. El Departamento de Misterios lo tiene bajo control. Estoy seguro de que todo se aclarará al final.
Harry lo apuntó con su varita.
—Finite Incantatem —dijo, poniendo suficiente fuerza en el contrahechizo para detener el Imperius.
—Eh, amigo —Ron miraba a Harry como si Harry se hubiera vuelto loco, luego su hombro se relajó. Él puso los ojos en blanco—. ¿George me hizo algo?
—Tus dientes estaban brillando de diferentes colores —dijo Harry, porque eso había sucedido el año pasado.
—¿De nuevo? Ese idiota.
—Entonces, ¿nada sobre Ludville? —Preguntó Harry, comprobando si el contrahechizo había funcionado.
—Oh, el caso de Ludville —dijo Ron—. No te preocupes por eso. El Departamento de Misterios lo tiene bajo control. Estoy seguro de que todo se aclarará al final.
Algún bastardo debía pensar que Ron era un verdadero idiota.
La cuestión era que Ron podía no darse cuenta de las cosas. Podría ser absolutamente tonto. Podía ser descuidado, incluso lo suficientemente descuidado como para tomar la pintura cerúlea de Savage, encantada para parecer una solución indicadora, y no ser consciente de que era una ilusión. Podría ser lo suficientemente descuidado como para dejarla en su escritorio y no darse cuenta de que la ilusión se había desvanecido, lo suficiente como para concluir que había puesto pintura allí sin darse cuenta.
Pero Ron nunca, nunca sería tan descuidado como para ver el dinero simplemente aparecer en su cuenta y no pensar en ello. Cualquiera que pensara eso no conocía a Ron, no sabía lo que había tenido que hacer para ahorrar lo suficiente para la universidad y para la Academia de Aurores, para ahorrar lo suficiente para sus hijos, Hermione y la hermosa casa que tenían. Que pensaran que Ron tomaría ese dinero e iría a comprar aretes de diamantes con él era una maldita estupidez.
Alguien, sin embargo, debió haber pensado que eso era creíble, porque alguien había colocado evidencias en el escritorio de Ron y luego había puesto dinero en la cuenta de Ron para que, si una parte de todo este complot se descubría, pareciera que Ron había sido sobornado para participar en él. Ron estaba destinado a asumir la culpa, y para que eso funcionara, le habían hecho algo. No era un Imperius, porque el Finite Incantatem habría funcionado.
Fuera lo que fuera, también se lo habían hecho a Hermione. Sus palabras sobre Ludville habían sido exactamente las mismas que las de Ron; ella ni siquiera habría mencionado el caso por su cuenta.
Si tanto Hermione como Ron estaban siendo controlados mentalmente con algo más que el Imperius, esto era mucho más grande de lo que Harry había pensado inicialmente. Tenía el potencial de involucrar a más que solo a los Aurores, y Harry ya sospechaba que Robards estaba involucrado. Harry necesitaba hablar con algún superior.
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—¿Qué pasa, Harry? —Preguntó Kingsley Shacklebolt, con expresión seria y cálida.
Harry había tratado de no pedirle demasiado al Ministro de Magia, pero se estaba desesperando. Al explicar la situación, Harry trató de presentar la evidencia de la manera más objetiva posible, sin dejar que su anterior animosidad por Vance o Robards entrara en juego.
—Oh, el caso de Ludville —dijo Shacklebolt, cuando Harry terminó—. No te preocupes por eso. El Departamento de Misterios lo tiene bajo control. Estoy seguro de que todo se aclarará al final.
Incluso su expresión era la misma que la de Hermione y Ron.
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El control mental era producto de una poción, concluyó Harry. Los otros casos que había relacionado con Ludville, Vance, Savage y el círculo de pociones ilegales tenían que ver con pociones; algunas de estas eran muy poderosas. Desde que los ex Mortífagos habían sido condenados a restricciones mágicas, las pociones habían surgido como una alternativa a la magia.
Eso no significaba que un ex Mortífago estuviera necesariamente detrás de todo esto. Varios pocionistas diferentes estuvieron involucrados, según los archivos del caso, pero Harry aún no había podido averiguar qué los conectaban, más allá del hecho de que la fuente de los ingredientes clave estaba en la región del Golfo de México. Esto indicaba que el elemento en común era un proveedor, no un pocionista.
Sin embargo, el hecho de que las pociones se usaran para encubrir hacía que fuera mucho más difícil llegar al fondo de lo que estaba pasando. Aunque Harry sospechaba de Vance, Robards y Savage, no podía retenerlos a todos a la vez para interrogarlos; si Harry llegaba a uno de ellos, ese podría advertir a los demás. Borrarles la memoria podría ni siquiera funcionar si es que se había desarrollado una poción que pudiera resistirse al Obliviate, y por una vez Harry no podía depender de otros Aurores ni de nadie en el Departamento de Ministerios para ayudarlo. Si había un proveedor detrás de todo, Harry tenía que averiguar quién era antes de intentar decírselo a alguien más, o de lo contrario, Harry se arriesgaba a que se escaparan.
Para averiguar de dónde venía la poción de control mental, estableció hechizos de rastreo en todos sus sospechosos: Robards, Vance, Savage y Ron. Las primeras noches no habían dado ningún fruto, pero la cuarta noche, Harry rastreó a Vance a través de Londres hasta un distrito lleno de almacenes, donde sabía que Vance no tenía ninguna razón para visitar. Apareciéndose de modo que estaba a unas pocas cuadras del punto de localización de Vance, Harry siguió su varita hasta un almacén en Colville Road. Aparentemente, Vance estaba adentro.
Con ayuda de varios hechizos, Harry se enteró de que un encantamiento anti-Aparición se había colocado en el almacén. Las protecciones permitirían que alguien Desaparezca del almacén, pero no les permitiría Aparecer en él. Después de quince minutos, el hechizo de rastreo de Vance comenzó a alejar a Harry. Como Vance no había salido, debió Desaparecerse desde dentro. Harry deshizo el hechizo rastreador, se lanzó a sí mismo un encantamiento Desilusionador y entró al almacén.
Era un laboratorio.
Todo debería haberle recordado a Harry a Malfoy y sus pociones, pero a Harry no se le hacía para nada parecido. Este lugar era fresco y clínico, mientras que, a pesar de lo distante que se había vuelto Malfoy, Elixires Especializados siempre parecía cálido, acogedor, un lugar alegre donde sucedían cosas mágicas. La mezcla, el vertido y el tamizado parecían algo siniestros aquí, el suelo de baldosas blancas brillando con la luz blanca y dura, los techos tenían cinco metros de altura, las paredes estaban revestidas con vitrinas de vidrio estériles llenas de pociones hasta los ojos. El equipo para la elaboración de las pociones estaba alineado a lo largo de los mostradores: calderos, Pensaderos, cucharones, vasos precipitados y cucharas.
Al menos algunas de estas debían ser las pociones responsables de controlar a Ron y Hermione. Otras probablemente eran pociones involucradas en otros casos, todos ellos vinculados de alguna manera a través del misterioso proveedor que comerciaba con sustancias ilegales de América Central y el sur de los Estados Unidos. Incluso podría haber estado ese nuevo ingrediente que Ludville dijo que le haría ganar tanto dinero a Vance, pero Harry nunca podría encontrarlo aquí. No sabía lo suficiente sobre pociones.
Al encontrar un pequeño espacio oculto en un gabinete entre dos botellas de pociones, Harry instaló un Ojo-que-todo-lo-ve, que le permitiría ver cualquier cosa que sucediera en el laboratorio de forma remota. Luego, usó la moneda en su bolsillo para hacer un Traslador vinculado a la ubicación, sabiendo que tendría que regresar.
No estaría solo.
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—No tienes una cita —gruñó Malfoy cuando Harry se Apareció en Elixires Especializados.
Malfoy estaba trabajando, como siempre, luciendo increíblemente hermoso, como siempre. Harry se tomó un momento, solo para respirar.
Malfoy suspiró, dejando a un lado el musgo que había estado revisando y finalmente miró a Harry a los ojos.
—¿Qué pasa, Potter? Espero que no te hayas vuelto a envenenar.
—Necesito que vengas conmigo —dijo Harry.
Una mirada de sorpresa cruzó el rostro de Malfoy de una manera que lo hizo lucir extrañamente vulnerable, ojos grises brillantes demasiado abiertos en su rostro estrecho. Entonces la máscara se deslizó en su lugar, esa vieja máscara que lo hacía no menos encantador, simplemente completamente inaccesible. A veces, Harry se preguntaba qué había hecho para que a Malfoy le desagradara tanto.
—No voy a ir a ningún lado contigo —dijo con frialdad.
—Bien —Harry respiró hondo—, sé que me odias, Malfoy.
—No te odio —espetó Malfoy. Inclinó la cabeza y volvió a su musgo.
Por un momento, Harry observó cómo la luz del fuego de las chimeneas jugaba en el cabello de Malfoy.
—Sé que no te agrado mucho —Hizo una pausa, medio esperando que Malfoy también lo contradijera, pero no lo hizo—. Pero eres el único en quien puedo confiar en este momento.
La cabeza de Malfoy se alzó bruscamente como si alguien hubiera tirado de ella con una cuerda invisible.
—Por favor —dijo Harry.
Todavía dolía que a Harry le importara tanto. Lo miró por tanto tiempo que Harry comenzó a imaginar un ataúd que contenía lo que sentía por Malfoy, clavos que se clavaban en la cubierta para sostenerla, uno por uno. Dios. Aún estaba preocupado por Malfoy, se dio cuenta Harry con dolor.
—¿Qué necesito traer conmigo? —Malfoy dijo al fin.
—Solo te necesito a ti —dijo Harry.
Esa mirada sorprendida y con los ojos muy abiertos pasó por el rostro de Malfoy una vez más, luego se escondió de nuevo, como una niebla que nunca había existido.
—¿Cuándo? —Dijo, pero su voz no era tan firme como antes.
Harry lanzó el hechizo para activar el Ojo-que-todo-lo-ve que había instalado en el laboratorio. Al ver que no parecía haber nadie en el laboratorio.
—Ahora —respondió.
—Sí —Dejando el musgo, Malfoy se acercó a él, luego se detuvo, casi vacilante—. ¿Quieres que… me Aparezca allí?
—No podemos llegar allí por Aparición. Hice un traslador —Harry sostenía una moneda en su mano enguantada.
Malfoy miró la mano extendida de Harry. Se humedeció los labios.
—Por el amor de Dios, Malfoy —dijo Harry, más enojado de lo que había pensado que podría estar por la homofobia de Malfoy y su obvio recuerdo de ese estúpido beso de mierda—. No voy a molestarte.
Malfoy tomó su mano.
Ambos entraron en el almacén y la moneda cayó al suelo. Malfoy se apartó y miró las vitrinas.
—¿Dónde estamos?
—En una especie de laboratorio. Creo que diferentes pocionistas están haciendo las pociones aquí, pero creo que hay un elemento común: algún tipo de proveedor —Harry se movió para abrir uno de los gabinetes, aunque todavía no sabía qué buscar. Sin embargo, incluso estar al lado de Malfoy lo hacía sentir más capaz. Malfoy siempre resolvía todo—. Tenemos que averiguar quiénes son.
—¿Por qué no trajiste estas pociones a mi laboratorio?
—Mira cuántas hay —dijo Harry, señalando el gabinete—. Además, no quiero que nadie sepa que hemos estado aquí.
—¿Estás diciendo que esta área no es segura? —Malfoy se puso un poco más pálido—. ¿No hay… otros Aurores?
Harry le dio una mirada.
—Te dije que no confiaba en nadie más.
—Pero… —Malfoy se mordió el labio.
Suspirando, Harry se acercó a él.
—Mira, sea cual sea el comercio ilegal de pociones que esté ocurriendo aquí, creo que algunas personas en el Ministerio están conectadas de alguna manera, algunos de ellos ni siquiera saben que lo están, pero no puedo avisarles. No quiero que nadie más que tú sepa que conozco este lugar. Te lo dije, eres mejor en esto que cualquier otra persona que haya conocido. Nadie más puede hacerlo.
—Sí, me lo has dicho —dijo Malfoy—, porque sabes que siempre me convertirá en tu esclavo.
Harry frunció el ceño con incomprensión.
—Malfoy —comenzó a decir, pero Malfoy ya se estaba alejando. Harry lo agarró del brazo.
—No me toques —dijo Malfoy, girándose para sacar su brazo del agarre de Harry.
Harry lo soltó, pero aun así trató de acercarse a Malfoy. Mientras tanto, Malfoy retrocedió, hasta los gabinetes de la pared, el gabinete de vidrio abierto encima de él.
—Nunca te hice un esclavo —dijo Harry, todavía sin entender por qué Malfoy era el que actuaba enfadado, por qué Malfoy era el que actuaba herido.
—Oh —dijo Malfoy—. Como si no esperaras que lo dejara todo, solo porque llegas en medio de la noche con todo tu esplendor de Auror y dices "Malfoy, te necesito", "Malfoy, confío en ti más que en nadie" —Su voz era amarga, burlona—. ¿De verdad esperabas que me negara?
—¿Es todo esto por ese estúpido beso?
Malfoy se quedó muy quieto.
—Sí —siseó—. Ese estúpido beso.
—Malfoy —dijo Harry, acercándose a él.
—¡Dije que te mantuvieras alejado! —Malfoy se hizo a un lado justo cuando Harry avanzaba.
Harry tropezó con sus propios pies, agarrando el gabinete para mantener el equilibrio, derribando una de las botellas que había dentro.
Se abrió en su cabeza.
La poción se filtró en su cabello.
—Oh, joder —susurró Malfoy, pero Harry ya estaba olvidando.
Olvidaba el beso, la muerte de Narcissa, Cecil Vance; se olvidó de la Lejía de ojo de madera y de Savage y los Aurores, la academia, la universidad, Hogwarts, Hermione, Ron. Entonces Harry se olvidó de Malfoy, y era un chico con ropa demasiado grande que sostenía un palo.
Un hombre rubio estaba parado allí luciendo afligido.
—¿Potter?
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Bueno, la mañana se convirtió en noche. Perdón, no esperaba estar tan ocupada hoy:( Pero al menos el capítulo es bastante largo:D
Jade Angel7: ¡Gracias por tu comentario! A mí también se me salieron unas cuántas lágrimas mientras traducía ese capítulo. Lettered sí que sabe jugar con los sentimientos de uno con sus escritos. La escena en la que Draco le preguntaba a Harry qué es lo que él era para él... Dios, sentí una presión horrible en el pecho. ¡Me alegra que te haya gustado!
Nessie-sars: Sobre lo de si Draco quería un abrazo de Harry... no estoy del todo segura. Una parte de mí dice que sí, porque Draco se encontraba en un momento vulnerable y quizás querría algo a lo que aferrarse, pese a que él no es alguien a quien le guste mostrarse vulnerable frente a los demás. Al mismo tiempo, pienso solo fue la molestia e indignación de haber pensado que Harry solo había ido hasta allí para que identificara una poción, creo que eso es más acorde a la interpretación de el lector. ¡Gracias por comentar!
