XIV

Junio de 2012

Harry Potter: 31 años

Draco Malfoy: 11 años

—¿Quién eres tú? —Preguntó una voz imperiosa.

Harry se giró para ver a Malfoy, que parecía tener diez u once años.

—Mierda —dijo Harry.

Malfoy lo miró de arriba abajo.

—¿Bien? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estoy con esta ropa? Eres un Auror, ¿no?

—Yo, eh… —Harry agarró el pergamino que el Draco adulto había dejado sobre la mesa, deseando desesperadamente que le dijera qué hacer. Temporal. Draco había dicho que esto sería temporal. Típico de Malfoy, sin decirle lo que realmente sucedería y mantener las cosas en silencio.

—¿Qué ha pasado? —Dijo la vocecita de Malfoy, ahora más fuerte—. ¿Dónde está mi ropa?

"Potter", decía la nota, y Harry se sorprendió de que el apellido le doliera. Había sido un niño cuando le había exigido a Draco que lo llamara Harry. Aparentemente, Draco no había creído que Harry pudiera sentirse de la misma manera cuando volviera a crecer.

"Pude discernir que las pociones de varios casos diferentes están vinculadas entre sí a través de ingredientes que se originan en la misma región, el Golfo de México. Como esa área también es la ubicación de la legendaria Fuente de la Juventud...

—¿Por qué no me respondes? —Demandó Malfoy—. ¿Qué está pasando?

Harry pasó la página.

"… Creo que el proveedor del que hablaste tiene acceso al Agua de la vida, que se dice que fluye de esta Fuente. Las propiedades míticas del Agua son la única explicación de mi incapacidad para contrarrestar..." Jesús, Draco había escrito un puto ensayo, a Harry le dolía el cerebro con tan solo mirarlo. Volvió a pasar la página. "Como sin duda ya habrás supuesto, se dice que la Fuente de la Juventud encapsula literalmente la edad. Es la única sustancia conocida que lo hace..."

—¿Dónde están mis padres? —La voz de Malfoy había subido de tono.

Harry volvió a pasar la página.

"Desafortunadamente, la naturaleza antes mencionada de esta cura te dejará en la compañía de mi antiguo yo por algún tiempo. Soy consciente de que esto es un inconveniente terrible, ya que su introvertido ensimismamiento sin duda exigirá escandalosamente tu atención. Lamento…"

—Mírame cuando te hablo —dijo Malfoy, luego arrancó el pergamino de la mano de Harry—. ¿Qué es esto?

"… su retorcido prejuicio" apenas alcanzó a leer Harry, y lo único en lo que pudo pensar fue, no dejes que lo vea.

Accio pergamino —dijo Harry.

—¡No! —Malfoy se aferró al pergamino, lo que lo hizo ponerse de puntillas mientras el pergamino se dirigía hacia la mano de Harry—. ¿Qué es eso? ¿Qué está pasando? ¿Dónde están mi mamá y mi-?

—Te diré; lo siento; déjalo ir —Harry tiró del pergamino, pero Malfoy todavía se aferraba al otro extremo—. Malfoy- Draco. Déjalo ir —Con un tirón final, Harry le quitó el pergamino.

—¡Te exijo que me digas qué está pasando en este instante!

—Tienes treinta y dos años —espetó Harry.

Los ojos de Malfoy se agrandaron.

—Has rejuvenecido —prosiguió Harry—. Había una poción. Fue un accidente. Bueno, algo así. Tienes… —Harry levantó el pergamino, lo suficientemente alto como para que estuviera fuera del alcance de Malfoy—. Lo ha explicado todo aquí, pero todavía no he tenido la oportunidad de leerlo.

—¿Tengo treinta y dos? —Preguntó Malfoy.

—Sí —dijo Harry, recordando lo difícil que le había resultado a él creérselo. No estaba seguro de habérselo creído del todo, en realidad; él simplemente había confiado tanto en Draco que no había pensado mucho en el tema.

—Bien —Malfoy resopló de una forma que Harry no lo había visto hacer desde la escuela: esa arrogante inclinación de cabeza que ponía la nariz de Malfoy por encima de todos los demás, solo que ahora Harry podía ver lo brillantes que estaban los ojos de Malfoy. Sin embargo, ninguna de sus lágrimas había caído, y Malfoy continuó—. ¿Por qué no lo dijiste?

—Eh… —dijo Harry.

Malfoy extendió la mano.

—¿Bien? —Dijo de nuevo—. Entrégamelo —Sus dedos se movieron y Harry se sintió mareado por lo mucho que se parecía Malfoy a su yo mayor en ese momento, exigiendo que le pusieran una poción en la mano. Mientras Harry dudaba, Malfoy prosiguió—: Dijiste que lo he explicado todo ahí; debería tener la oportunidad de leerlo.

—Ehm —Harry dio un paso atrás—. Es para mí.

—¿Y quién eres tú, de todas formas? Nunca me respondiste. Eres extremadamente poco informativo para ser un Auror. ¿Quién es tu jefe?

Harry había estado doblando el pergamino y metiéndolo en su túnica, pero ahora no pudo evitarlo: sonrió.

—Gawain Robards.

—Nunca escuché de él. No debe ser muy importante —Malfoy volvió a resoplar—. Mira, Auror… —Malfoy hizo una pausa significativa, con las cejas enarcadas. Cuando Harry no dijo nada, Malfoy extendió el pie como si fuera a golpearlo, pero llevaba puestos los zapatos del Malfoy adulto, que probablemente eran algo grandes como para que su pequeño pie pudiera levantarse fácilmente—. ¿Tu nombre?

Al imaginarse el pie de Malfoy golpeando el interior del gran zapato, la sonrisa de Harry se hizo aún más grande. Oh, Dios.

—Harry —dijo, compadeciéndose del pobre pie de Malfoy.

—Auror Harry —prosiguió Malfoy—. Escribí esa carta; debería poder… espera un minuto. ¿Auror Harry?

—Sí —dijo Harry, tratando de ocultar la sonrisa. Esto no era justo. Malfoy no se había burlado de Harry en lo absoluto cuando este había rejuvenecido; se había tomado a Harry tan en serio y había sido muy amable. Esto no era para nada amable: pero Harry no podía evitar reaccionar así cuando el pequeño Malfoy era tan divertido.

—Treinta y dos años. Y esa cicatriz. ¡Por las barbas de Merlín! —Malfoy chasqueó los dedos—. ¡Eres Harry Potter!

—Sí —dijo Harry.

—Fuimos a la escuela juntos, ¿no? —Malfoy ni siquiera esperó una respuesta—. Por supuesto, conoceríamos. Eres famoso y yo... bueno. Entonces, ¿éramos amigos? Siempre pensé que lo seríamos. Padre debe ser tan-, bueno, pero habrás conocido a mi padre, ¿no es así? Sabes cómo es él. De todos modos, dijo que debería llegar a conocerte. ¿Estábamos en la misma Casa? ¿Jugamos Quidditch?

Ya no era tan divertido ahora.

—¿Y bien? —Malfoy dijo con impaciencia.

Los ojos de Harry bajaron rápidamente para ver si el pie pequeño de Malfoy comenzaría a intentar golpear de nuevo, pero no fue así.

—Hagamos algo con esa ropa —dijo Harry, sacando su varita—. Reducio ropa. Reducio zapatos.

—Oh, gracias —dijo Malfoy—. Eso está mucho mejor.

Era como un Malfoy adulto en miniatura, con sus pequeños y prolijos pantalones y su pulcra camisa de vestir y su carita. Harry recordó que cuando conoció a Malfoy cuando era niño, había pensado que la cara de Malfoy era larga y afilada, pero ahora parecía tan suave, las mejillas estaban redondas y llenas con grasa de bebé. Dios. Esto era terrible

—Entonces, eres un Auror —dijo Malfoy arrastrando las palabras. Metiendo una mano en un bolsillo, Malfoy comenzó a pasear por el laboratorio—. ¿Qué es este lugar? No soy ministro de Magia, todavía, supongo —Tomando un vaso precipitado que estaba en uno de los bancos del laboratorio, Malfoy fingió mirarlo, mientras su mirada se deslizaba hacia Harry como si evaluara su reacción. Malfoy parecía pensar que estaba siendo sutil—. ¿No sabías que voy a convertirme en Ministro de Magia? Bueno, voy a hacerlo. Supongo que me voy a tardar una década más o dos.

—Pensé que querías ser un combatiente del Fuego Maligno —dijo Harry sin pensar.

Malfoy dejó el vaso sobre la mesa con estrépito.

—¿Quién te dijo eso? —Preguntó.

Harry no sabía cómo se suponía que debía comunicarse. Tenían todos esos años e historia a sus espaldas, y todo lo que Harry sabía que Malfoy había experimentado y visto. Cuando Harry había sido un niño; y Malfoy, un adulto, Draco había sabido exactamente qué hacer.

—Supongo que yo lo hice —continuó Malfoy. Al menos, en su mayor parte, no parecía importarle tener que responder a sus propias preguntas.

Harry recordó eso de la escuela. A Malfoy le gustaba oírse a sí mismo hablar.

Vagando entre los bancos del laboratorio de nuevo, Malfoy continuó:

—Me imagino que estaba borracho si es que dije algo así. Soy un adulto, después de todo; debo beber alcohol. Supongo que eso significa que salimos a beber juntos. Entonces, ¿somos muy buenos amigos?

Malfoy fingía no volver a mirarlo y Harry no sabía qué decir.

Te extraño, había dicho Draco la noche anterior, cuando Harry todavía era un niño.

Me agradas.

Si Harry había aprendido algo a través de su experiencia como niño, era que no entendía a Draco en lo absoluto. Ni siquiera un poquito.

—¿Somos más como conocidos, entonces? —Dijo Malfoy, sonando tan casual que obviamente estaba decepcionado. Estaba hurgando en los objetos de la mesa del laboratorio como si ya supiera que vivía aquí, pasando el dedo por el borde del Pensadero vacío, jugando con las bolas de pelusa y frunciendo el labio. Distraídamente, tomó una flor seca y la olió, como si ni siquiera se diera cuenta de que lo estaba haciendo.

—Te considero un amigo —dijo Harry al fin.

—Hmm. Eso no es sorprendente —dijo Malfoy, dejando la flor—. Imagino que paso más tiempo contigo que con Vince y Greg. ¿Supongo que los conoces?

—Eh… —dijo Harry—. Los conocía.

—Son mis mejores amigos —Malfoy había cogido un frasco, pero una vez que vio el cerebro que había dentro, hizo una mueca y lo dejó en su lugar.

Harry no debería preguntar. Sabía que no debería preguntar, porque no necesitaba saberlo; estaba frente a una versión de Malfoy con todas sus defensas bajas y las preguntas personales no eran justas. Pero Harry no pudo evitarlo.

—Si son tus mejores amigos, ¿por qué no pasas tiempo con ellos ahora?

—Bueno, yo no sé lo que hago como un adulto —dijo Malfoy, moviendo algunas rocas en la mesa del laboratorio—, solo que a ninguno de los dos le gusta leer. ¿Te imaginas que no te guste leer?

—Eh… —dijo Harry.

—El problema es que —continuó Malfoy, apilando las rocas para construir un pequeño castillo— muchas familias mágicas que conocemos tienen hijos de mi edad. Están Vincent y Greg, y Pansy, por supuesto, pero ella es una niña. Ellos están bien, pero espero que cuando llegue a Hogwarts, vaya a conocer a personas cuyos intereses sean similares a los tuyos y a los míos. Y a los de Theo. Aunque apuesto a que habría sido más fácil conocer gente si solo dejaran entrar a Hogwarts a personas de familias mágicas. Eso ya lo hemos cambiado, ¿no?

—¿Quieres que a Hogwarts solamente vayan sangre-puras solo para poder tener amigos de tu edad que lean?

—Sí, exactamente —dijo Malfoy, levantando la vista de las rocas—. Tú entiendes.

De hecho, Harry no entendía nada.

—¿Qué pasa con los niños que no son de sangre pura que leen?

Malfoy se encogió de hombros con pereza.

—Estoy seguro de que podríamos tener menos en común que yo con Vince y Greg. Ojalá Greg tomara un libro una o dos veces. Es muy aburrido no tener a nadie que te hable sobre lo que has leído. Theo lee, pero él no…

Harry se había estado preguntando si lograría leer la carta del Draco mayor mientras el menor balbuceaba, pero notó el cambio de tono en la voz de Malfoy.

Malfoy le estaba echando otra mirada, sus mejillas, por alguna razón, sonrojadas.

—Eso no importa —dijo Malfoy, volviéndose apresuradamente hacia su torre de roca y derribándola con estrépito—. Probablemente ya sea viejo y aburrido. No como nosotros. Apuesto a que somos muy interesantes.

Harry miró los tensos hombros de Malfoy, la forma en que había dejado de jugar con las cosas en la mesa, pero Harry no recordaba ni una sola cosa sobre Theodore Nott.

Cuando Malfoy habló de nuevo, su voz sonó tan falta que sonó como una broma, excepto que Malfoy era un niño, y los niños nunca parecían notar lo horriblemente obvios que eran cuando mentían. Al menos, Teddy y Rose nunca lograban ocultar nada.

—Supongo que estoy casado, ¿verdad? —Dijo Malfoy.

Oh.

No deseo tener una esposa, le había dicho Draco, y ahora Harry entendía lo que significaba, solo que eso no podía explicar lo de Nott. Malfoy era demasiado joven para gustarle Nott en ese sentido. Harry había tenido veinte años y acababa de salir de una relación de tres años con Ginny cuando se dio cuenta de que le gustaban los chicos; darse cuenta de que, de hecho, los prefería, le había llevado aún más tiempo. No había ninguna manera de que Malfoy supiera sobre esas cosas ahora.

—No me digas —dijo Malfoy—. Prefiero no saberlo.

—No estás casado —dijo Harry, en parte por una morbosa curiosidad por ver cómo reaccionaba Malfoy.

—¿En serio? —Malfoy se dio la vuelta, sorprendido—. Pero… tengo treinta y dos años. Estoy comprometido al menos, ¿no?

Si Malfoy hubiera sabido do que era gay, habría soltado un suspiro de alivio, al igual que lo había hecho Harry en su día. En cambio, parecía preocupado.

—No que yo sepa —Harry recordó lo que Malfoy le había dicho—. Eres un soltero confirmado.

—¿Confirmado? —La preocupación comenzaba a sonar como una alarma—. Pero… —Interrumpiéndose, Malfoy tragó saliva—. No tengo… —Malfoy se detuvo de nuevo, sus ojos se agrandaron. Miró a Harry de arriba abajo—. Yo- no somos compañeros de cuarto, ¿verdad?

Oh.

Mierda.

Harry podía sentir la sangre corriendo por sus oídos, pero se dio cuenta de que había malinterpretado lo que Malfoy había dicho. Sí, se debía de haber equivocado.

—No somos compañeros de cuarto —dijo Harry, tratando de hablar sin entonación, porque un niño de diez años nunca le hablaría sobre si su versión adulta se acostaba con él. Simplemente, no había forma alguna.

—¿Y yo... yo vivo solo?

—Tú vives solo.

Malfoy todavía parecía tenso.

—Supongo… supongo… —Luego se encogió de hombros con torpeza, volviéndose hacia la mesa del laboratorio, presionó una balanza y la soltó, solo para verla subir—. Tengo que estar ocupado con mi trabajo y demás, ya que quiero ser Ministro de Magia. No es que forme una familia de inmediato. Como siempre le dije a Madre, Harfang Munter no se casó hasta que tuvo casi setenta años. ¿Sabías eso? Él estaba demasiado ocupado luchando en duelos, dirigiendo Durmstrang y aprendiendo magia de combate como para estar distrayéndose con las chicas. Gilderoy Lockhart no está casado y no porque no pueda estarlo. Tiene cosas más importantes que hacer.

—Tienes cosas más importantes que hacer —asintió Harry, porque era verdad. Malfoy tenía diez años; Harry no entendía cómo podía estar tan obsesionado con la idea del matrimonio.

—Exactamente, ¿comprendes? —Malfoy se animó un poco y, sin embargo, no parecía estar interesado en las cosas importantes que podría estar haciendo—. ¿Qué es lo que dice Padre al respecto?

—No tengo ni idea —dijo Harry, porque realmente no lo sabía.

Malfoy se encogió de hombros de nuevo.

—Supongo que eso no importa. Obviamente, soy mi propia persona. Apuesto a que he hecho todo tipo de cosas que él no esperaría —Presionó la balanza de nuevo, mirándola saltar distraídamente—. ¿Qué está haciendo Padre ahora? —Se dio la vuelta—. Él no es Ministro de Magia, ¿verdad?

—No —dijo Harry—. No lo es.

—Bien —dijo Malfoy, luego pareció sorprendido de que lo había dicho—. Quiero decir…. Yo... yo no quiero ser el hijo del Ministro, eso es todo.

—Quieres ser el Ministro.

—Correcto —Sonando desinteresado, Malfoy se volvió hacia la balanza.

Harry no pudo evitarlo de nuevo.

—¿Y qué hay de lo de ser combatiente del Fuego Maligno?

—No seas ridículo —Malfoy golpeó la balanza con fuerza, haciendo que las cadenas que sostenían la plataforma de pesaje se agitaran cuando la plataforma volvió a subir—. Quería eso cuando tenía seis años, o algo así. Las personas que realizan trabajos como ese no llegan a ninguna parte. Y, de todos modos, si te dije eso cuando estaba borracho, obviamente esperaba que nunca volvieras a sacar el tema; es vergonzoso —Malfoy no parecía avergonzado. Sonaba como si estuviera citando algo.

—Creo que tal vez debería leer esta carta —dijo Harry, viendo como Malfoy se movía a lo largo del banco para hurgar en una bolsa de polvo.

Malfoy le frunció el ceño.

—Sigo pensando que se me debería permitir leerla. Después de todo, yo la escribí. Dime, ¿por qué estamos aquí? No se parece en nada a los clubes o restaurantes caros donde imagino que solemos pasar el rato. Imagino que tenemos un palco en el estadio Turf Moor. También tenemos un palco en el Teatro Oberon —Miró a su alrededor—. Espera un minuto, ¿es aquí donde vive Severus?

Se sintió como un puñetazo en el estómago.

—Merlín —murmuró Malfoy mientras caminaba hacia otra mesa y movía sus dedos hacia la fila de frascos que colgaban del soporte—. Me pregunto lo que está haciendo. No es de extrañar que nunca nos haya invitado aquí. Madre siempre decía que vivía como un monje. ¿Qué clase de profesor era él? Bastante duro, supongo. Padre siempre dijo que deberíamos respetarlo. Probablemente no sea nada, pero a mí siempre me pareció que él siempre estaba molesto, ¿no crees? Al menos debería haberse molestado en lavarse-

—Malfoy —lo interrumpió Harry, sin querer sonar duro, pero lo hizo, de todos modos—. Para.

Malfoy golpeó los frascos, lo suficientemente fuerte como para hacer que todos se mecieran violentamente, tintineando, pero no lo suficientemente fuerte como para romperlos.

—No vas a jugar ese juego conmigo de "yo soy el adulto y tú el niño", ¿verdad? Somos de la misma edad. De hecho, si no recuerdo mal, creo que probablemente soy mayor que tú.

—Malfoy, tienes diez.

Malfoy le hizo una mueca.

—Once.

—Está bien —Si Draco había sido rejuvenecido a la misma edad de Harry, Malfoy tendría once años. Dios, ¿qué había hecho Draco? La carta mencionaba un intercambio. Había intercambiado sus edades.

—¿Bien? —Dijo Malfoy.

—Bien, ¿qué? —Harry de repente se sintió agotado.

Malfoy levantó la nariz.

—Tú eres quien me dijo que me detuviera.

—Voy a leer esta carta —dijo Harry, tragando un suspiro mientras sacaba el pergamino doblado de su túnica—. Así que, si tan solo pudieras… quedarte en silencio. Solo por unos minutos.

—¿Y qué esperas que haga mientras tanto?

—¿No puedes…? —Simplemente sentarse ahí, en silencio, era lo que Harry había querido decir, pero era muy parecido a lo que le habían dicho durante toda su infancia, lo que Snape había dicho, lo que Petunia había dicho. No hagas preguntas, había dicho Vernon. Cuando Harry había sido el que se había convertido en un niño, Draco nunca le había dicho que no fuera una molestia, a pesar de que Harry probablemente la había sido. Draco casi siempre le había dado a Harry cosas que hacer; ni una sola vez había parecido que estuviera manteniendo a Harry entretenido solo por diversión, a excepción de la primera vez que había llevado a Harry a volar, e incluso entonces, no había tratado de mantener a Harry ocupado; había tratado de hacerlo feliz.

Harry miró a su alrededor y encontró la varita de Draco en el banco junto a un libro encuadernado en cuero. Draco debió haberlo dejado ahí justo antes de verter la poción sobre su cabeza y sobre la de Harry.

—Toma —dijo Harry, llevándole la varita a Malfoy—. ¿Conoces algún hechizo todavía?

Los ojos de Malfoy se agrandaron, su boca se abrió un poco.

—¿Quieres decir que puedo…? —Malfoy le arrebató la varita, como si Harry fuera a quitársela—. Por supuesto que conozco hechizos. No soy un nacido de muggles. ¿Puedo…? —Había comenzado a apuntar con la varita, pero volvió a mirar a Harry. Sus mejillas estaban rosadas de emoción—. ¿Qué pasa con el decreto sobre el uso de la magia de menores?

—El Ministerio no va a saber que eres menor de edad —señaló Harry—. Creen que tienes treinta y dos años.

Malfoy agitó su varita antes de que Harry terminara de hablar.

¡Wingardium Leviosa! —Dijo, agitándola en dirección a uno de los vasos precipitados.

No se movió.

—Uhm. Por lo general, eso funciona —Malfoy se humedeció los labios—. ¡Wingardium Leviosa! —El vaso seguía sin moverse.

—Tal vez no deberías apuntar directamente al vaso —sugirió Harry, debido a la violencia con que Malfoy agitaba su varita. Con la forma en que Malfoy lo estaba haciendo, si el vaso precipitado levitaba alguna vez, se derrumbaría de nuevo casi de inmediato.

—Sé lo que estoy haciendo —dijo Malfoy, frunciendo el ceño en concentración—. ¡Wingardium Leviosa!

—¿Quieres que yo-?

—Puedo hacerlo. ¡Wingardium Leviosa!

Todo permaneció sobre la mesa, tranquilo y completamente indiferente a la varita de Malfoy agitándose desesperadamente en el aire.

Harry vaciló.

—Entonces, te dejaré aquí, yo iré por allá y leeré esta carta.

¡Wingardium LEVIOSA! —Gritó Malfoy a todo pulmón.

Harry se alejó cuidadosamente, desdobló el pergamino y se acercó a la ventana para leerlo. Por alguna razón, ver la letra pequeña, perfecta e impecable de Draco hizo que el corazón de Harry se apretara en su pecho, y esto no mejoró cuando leyó el saludo inicial: Potter,

Pude discernir que las pociones de varios casos diferentes están vinculadas entre sí a través de ingredientes que se originan en la misma región, el Golfo de México. Como esa área también es la ubicación de la legendaria Fuente de la Juventud. Creo que el proveedor del que hablaste tiene acceso al Agua de la vida, que se dice que fluye de esta Fuente. Las propiedades míticas del Agua son la única explicación de mi incapacidad para contrarrestar la poción que cayó sobre ti. Digo esto no con arrogancia sino con conformidad con las leyes mágicas que gobiernan la química taumatúrgica; una cura no es posible sin este ingrediente clave.

Pude calcular la cantidad exacta de Agua de la vida utilizada en la poción en proporción a cada uno de los otros ingredientes, que se encuentran en el libro encuadernado en cuero a la derecha de esta nota. Con esta información pude desarrollar una cura, que estoy 100% seguro de que resultará efectiva una vez que se obtenga el Agua de Vida.

En la siguiente página de esta libreta de notas, encontrarás los detalles exactos para la finalización y administración de esta cura. Ya he preparado la mayor parte, que puedes encontrar en el gabinete cerrado debajo de la tercera mesa de laboratorio. Todo lo que se requiere es que agregue la cantidad adecuada de Agua de la vida y luego darle al producto final el tiempo necesario para madurar. La tercera página de la libreta contiene un conjunto completo de instrucciones, así como información adicional que podrías necesitar. Pido disculpas por la complejidad y la duración de esta cura.

Como sin duda ya habrás supuesto, se dice que la Fuente de la Juventud encapsula literalmente la edad. Es la única sustancia conocida que lo hace, y, por lo tanto, sin el Agua, los años de tu vida se pierden en este universo. La única forma en que podría devolverte todo el tiempo que perdiste, como pediste, es darte mis propios años. Esto no solo es necesario para que tú obtengas el Agua de la vida, sino también para la cura en sí, como verás en la página 3 de la libreta. Ya que estás mejor equipado que yo para obtener el Agua de Vida, decidí que sería mejor que hiciéramos este intercambio.

Desafortunadamente, la naturaleza antes mencionada de esta cura te dejará en la compañía de mi antiguo yo por algún tiempo. Soy consciente de que esto es un inconveniente terrible, ya que su introvertido ensimismamiento sin duda exigirá escandalosamente tu atención. Lamento no poder ofrecer algún consejo para tratar con él. Sabes lo mimado que era y lo odioso que podía llegar a ser. Me disculpo de antemano.

No espero que perdones su ignorancia o su intolerancia; sin embargo, tengo una petición. Por favor, déjalo en compañía de Andrómeda y especialmente de Teddy lo menos posible. Tú al menos estás familiarizado con su retorcido prejuicio, mientras que mi tía y mi primo solo lo conocen indirectamente. No puedo soportar la idea de que mi primo sea expuesto a él. Son mi única familia.

Draco

—¡Mirar! ¡Auror Potter, mira! —Malfoy miraba emocionado a Harry por encima del hombro, con la varita en alto. Una pluma flotaba en el aire a unos treinta centímetros de ella—. ¡Lo hice! ¡Hice el Wingardium Leviosa!

—Eso es genial —dijo Harry, doblando el pergamino y volviéndolo a guardar en su túnica. Se acercó a Malfoy—. Mira, todavía lo estás haciendo.

Malfoy le sonrió.

—¡Eso no es nada! —Aflojando el agarre de su varita en la pluma, Malfoy volvió a apuntar. Mientras la pluma flotaba perezosamente de regreso a la mesa, Malfoy gritó a la mesa—. ¡Wingardium Leviosa!

—Wow —dijo Harry, poniendo su mano sobre la mesa—. Ahora toda la mesa también va a volar —dijo, aunque ya podía ver que el hechizo no iba a funcionar.

—Sí. Será mejor que no me deje llevar. Las cosas podrían salirse de control —Dejando su varita, Malfoy se volvió ansiosamente hacia Harry—. Soy muy bueno con la magia. Tengo una varita de práctica.

—Apuesto a que sí —dijo Harry—. Eres uno de los magos más poderosos que conozco.

Los ojos de Malfoy se agrandaron, sus mejillas se sonrojaron aún más. Abrió la boca para decir lo que Harry solo podía imaginar que era un ¿¡En serio!?, pero luego se controló visiblemente. En cambio, asintió con la cabeza.

—No me sorprende en lo absoluto.

—Tu varita funciona bien —continuó Harry—, pero es en pociones en lo que realmente sobresales. Eres el mejor maestro de pociones que he visto en mi vida.

—¡Maestro de pociones! —Malfoy bajó bruscamente la nariz, que volvió a subir al techo en alabanza—. ¿Como Severus?

—Tan bueno como Severus —dijo Harry—. Quizás incluso mejor, pero tenías razón. El hombre debería haberse lavado más el cabello.

Y agregar más colores a su guardarropa.

—Exacto —asintió Harry—. Todo el tiempo con el negro. ¿Qué pasa con eso?

Malfoy comenzó a sonreír de nuevo.

—No le favorece en nada a su color de piel. Los tonos intensos son más adecuados para él.

—Exacto. Tonos intensos.

Malfoy se mordió el labio. —Mamá dice- ella dijo que yo debería usar colores apagados.

—Eh… —Harry se estaba sintiendo rápidamente fuera de su alcance, pero quería mantener la conversación para que la expresión feliz volviera a la cara de Malfoy—. ¿Colores apagados?

—Significa mayormente grises. Ella solía vestirme… bueno —Malfoy inclinó la cabeza y se humedeció los labios—, ella dice que usar colores muy brillantes y variados es extravagante.

Oh. Oh.

—Creo que te ves fantástico utilizando colores brillantes—dijo Harry rápidamente—. No usas suficientes, en mi opinión.

Malfoy inclinó la cabeza para mirarlo.

—¿Te refieres a cuando sea mayor?

—Y en Hogwarts —dijo Harry de inmediato.

—Pero Madre dice que tengo que usar uniforme.

—Me refiero a cuando estás sin uniforme.

Malfoy se sonrojó, bajó la mirada y Harry se dio cuenta de lo que había dicho.

No, bueno, de verdad. ¿Cómo podía Malfoy ser tan gay? ¿A los once? La versión mayor de Draco había dejado bastante claro que su padre estaba en contra, pero quizás, eso explicaba todo. Si Malfoy sabía que lo era, lo había sabido siempre, de la forma en que sabía que era un niño y que era un mago y que le gustaba el Quidditch, y Lucius Malfoy le informaba activamente que no podía… El corazón de Harry se hundió en su pecho.

—Quiero decir —dijo Harry, solo para que Malfoy no se hiciera una idea equivocada—, no siempre usábamos uniformes en los viajes a Hogsmeade, y también hubo un Baile de Navidad, y tú jugabas Quidditch.

—¿En serio? —Malfoy hizo esa cosa de emocionarse y luego fingir que no le importaba—. Quiero decir, por supuesto. Yo era Slytherin, ¿no?

—Oh, sí —dijo Harry—. Obtuviste el puesto de Buscador en segundo año, todo un logro.

El rostro de Malfoy decayó.

—¿Qué jugué durante el primer año?

—Eh… —dijo Harry—. Los de primer año generalmente no juegan.

—Pero mi padre dijo... bueno —Mordiéndose el labio, Malfoy hizo garabatos con su varita en la mesa del laboratorio—. Olvídalo. ¿Qué eras tú? No, espera. Déjame adivinar —Malfoy miró a Harry por el rabillo del ojo, como si no quisiera que Harry lo viera mirándolo de arriba abajo—. Eras Guardián —pronunció triunfalmente, después de un momento.

—Nop —dijo Harry—. Buscador.

El rostro de Malfoy volvió a caer.

—¿Me reemplazaron?

—Yo no estaba en tu equipo, tonto —Harry sonrió para mostrarle que estaba bromeando—. Estaba en Gryffindor.

Gryffindor —dijo Draco, en un tono como si no supiera qué pensar respecto a eso.

—Era la mejor casa —dijo Harry—. ¿Quieres subir las escaleras? Puedes mostrarme más de esa magia que conoces.

—Gryffindor no es la mejor casa —dijo Malfoy, pero le siguió cuando Harry se dirigió hacia las escaleras.

—Claro —dijo Harry—. Ravenclaw es genial; simplemente no diría que es la mejor.

Slytherin es la mejor —dijo Malfoy, mientras comenzaban a subir.

—Oh, Slytherin —dijo Harry, fingiendo estar sorprendido—. ¿Cómo es que nunca ganaron la Copa de la Casa, entonces?

—¿Qué-? ¿Perdón? —Estaban en lo alto de las escaleras, ahora, y Malfoy se volvió hacia él—. ¿Nunca la ganamos?

—Supongo que porque Gryffindor siempre estaba ganándola —Harry se encogió de hombros como si no fuera gran cosa, que ya no lo era, solo que obviamente todavía lo era para Malfoy.

—Apuesto a que nos la robaron —dijo Malfoy con petulancia.

—Tienes razón en eso —Harry miró alrededor a la sala de estar de Draco. La pobre silla con estampado floral se hundía en el medio, demasiado estirada por demasiados hechizos de ampliación, una pequeña mesa estaba junto a ella. No queriendo arruinar la silla por completo, Harry lanzó un hechizo de invocación para que un sofá viniera de Grimmauld Place y lo usara en vez de a ella—. Vamos a sentarnos, ¿de acuerdo?

—¿Qué es eso? —Preguntó Malfoy, horrorizado.

La mayoría de los muebles de Grimmauld Place eran una mierda, pero el sofá estaba bien. Luna había ayudado a Harry a elegirlo, por eso tenía las diligencias, los perros y las coles impresas por todas partes, pero era muy cómodo. Con cuidado, Harry movió la silla floral a una esquina, para poder arreglarla más tarde, luego colocó el sofá frente a la chimenea, al lado de la mesita.

—Parece ser un sofá —dijo Harry, sentándose—. Creo que, si te sientas en él, descubrirás que en realidad es uno.

Malfoy se cruzó de brazos.

—Crees que eres tan gracioso, pero no lo eres.

—Soy hilarante. Tú me lo dijiste.

Malfoy dejó caer los brazos. —¿Qué tan borracho estaba?

—No me lo dijiste la última vez que bebimos juntos —dijo Harry—. Pero me lo dijiste una vez cuando estábamos almorzando. ¿Quieres sentarte conmigo?

Malfoy se acercó al sofá como si fuera un viaje extremadamente arduo, luego se dejó caer en él como si estuviera exhausto.

—No entiendo cómo podría ser amigo de un Gryffindor —dijo, tan dramáticamente que Harry casi esperaba que se tapara la frente con una mano—. ¿No son todos unos brutos?

—Un poco —dijo Harry.

—Ni siquiera hubiéramos dormido en la misma parte del castillo —Malfoy fingió no mirar furtivamente a Harry—. ¿Lo hicimos?

—No —respondió Harry, a esta pregunta tan poco sutil—. Jamás.

—Cielos —Malfoy exhaló un ruidoso suspiro.

Harry lo miró por un momento, el cuerpo de Malfoy estaba extendido en el sofá, su cabeza descansaba hacia atrás, y él mismo fingió no mirar a Harry de reojo.

—¿No me ibas a mostrar algo de tu magia?

—Ya lo has visto —dijo Malfoy—. No soy un niño. Tengo treinta y dos.

—Bien —asintió Harry—, pero hace veinte años que no veo la magia que podías hacer a los once.

—Estás tratando de avergonzarme —dijo Malfoy, sonando avergonzado, pero también sospechoso y un poco complacido—. Cuando vuelva a crecer, lo usarás para burlarte de mí.

—Para nada —dijo Harry, tratando de pensar en algo más que pudiera captar la atención de Malfoy, cualquier otra cosa. Su mente, sin embargo, estaba en blanco, lo que significaba que las palabras de esa horrible carta resurgieron en la mente de Harry.

No espero que perdones su ignorancia o su intolerancia.

Harry puso su mano sobre su pecho, donde la carta descansaba dentro de su capa.

Al menos estás familiarizado con su retorcido prejuicio.

Cristo. Harry apretó los dedos sobre su pecho.

Sabes lo mimado que era y lo odioso que podía llegar a ser. Me disculpo de antemano.

¿Cómo pudo? Sobre un niño. Pero, por supuesto, Draco nunca habría dicho esas cosas sobre otro niño. Nunca podría haberlo hecho, no con la forma en que había tratado a Harry cuando este había sido un niño. Había sido tan amable, tan generoso, tan ferozmente protector. Ahora que Harry había vuelto a crecer y podía verse a sí mismo como un niño a través de los ojos de un Draco adulto, lo sabía. Sabía cómo se había visto, que Draco había visto lo que había sido la infancia de Harry. Draco la había visto, y había hecho todo lo posible por el niño que nunca había vislumbrado lo que podía llegar a ser el amor real. Cualquier cosa que pudiera hacerlo sentirse protegido y amado.

La única razón por la que Draco pensó que podía decir cosas tan feas era porque, en este caso, él mismo era el niño.

La magia se agitó dentro de Harry, y por eso no le gustaba sentir nada, mostrar sentimientos. La tristeza siempre se sintió como rabia, algo difícil de controlar; lágrimas apuñaladas como agujas detrás de los globos oculares al mismo tiempo que las yemas de sus dedos crujían sobre su corazón.

—¿Estás bien?

Los ojos de Harry se abrieron de golpe, la magia y las lágrimas se redujeron instantáneamente a un nudo caliente y duro en su garganta. Un rostro estaba encima de él, grandes ojos grises mirándolo.

—¿Qué estás haciendo? —Preguntó Draco.

—Nada —dijo Harry, quitando la mano de su pecho.

—Tienes una mirada bastante oscura, ¿sabes? Quiero decir, con esa barba y todo lo demás.

Harry se tragó un suspiro. —Lo sé.

—No quise decirlo como algo malo. Apuesto que… —Las mejillas de Malfoy se sonrojaron de nuevo—. Bien. Es genial, es lo que quiero decir. Esa cicatriz. ¿La obtuviste cuando…? Ya sabes, ¿Cuándo lo mataste? —Malfoy estaba arrodillado en el sofá, su rostro aún se cernía sobre el de Harry. Sus ojos estaban puestos en la cicatriz.

—Mi mamá derrotó a Voldemort.

—¿En serio? —Malfoy retrocedió.

—Ella me amaba tanto que su amor me protegió y lo derrotó.

—Oh —Malfoy se mordió el labio, sus ojos volvieron a la cicatriz—. Puedo… ¿puedo tocarla?

—Sí —dijo Harry, porque su plan era decirle que sí a Malfoy siempre que pudiera.

Tentativamente, Malfoy extendió un dedo, y luego su dedo estuvo en la frente de Harry, trazando la cicatriz en forma de rayo. La cicatriz no le había dolido desde que Voldemort había muerto y, sin embargo, el cálido toque del dedo de Malfoy agudizó todas las sensaciones. Nadie la había tocado desde hacía tanto tiempo, excepto cuando Harry se convirtió en un niño y Draco constantemente le apartaba el cabello para mirar la cicatriz. Tal vez solo se había estado recordando a sí mismo que el niño con el que estaba tratando era Harry Potter, pero cuando ambos eran adultos, nunca la había mirado. La había mencionado varias veces, pero solo cuando estaba enojado, después de que su madre había muerto. Después de ese beso.

—Draco —dijo Harry, agarrando la mano de Malfoy por la muñeca. Apartó la mano de Malfoy—. Sabes que tu mamá te ama, ¿no?

—¿Qué? —Preguntó Malfoy, parpadeando—. Por supuesto que lo hace.

—Ella te ama —repitió Harry obstinadamente—. Mucho. Ella también podría haber derrotado a Voldemort, así es lo mucho que te ama.

—Mi madre nunca habría luchado contra el Señor Oscuro —dijo Malfoy, alejándose y dejándose caer para sentarse en el sofá—. Ella es demasiado inteligente.

Harry esperó a que Malfoy se diera cuenta de que acababa de llamar estúpida a Lily, pero Malfoy no pareció darse cuenta.

—De todos modos, el Señor Oscuro no era tan malo como la gente cree. En realidad, no era oscuro en absoluto. O un señor. Él era un oponente político —Por la forma en que Malfoy pronunció las palabras, Harry se dio cuenta de que estaba citando esta vez—. Pero a la gente no le gustaron sus ideas —Malfoy lo mirón furtivamente de nuevo—. Pero tú ya lo sabías, ¿no es así?

—A mí tampoco me gustan sus ideas.

—¿En serio? —Malfoy en realidad no parecía interesado.

—Creo que era un hombre muy malo —dijo Harry.

—Bien. Eso se acabó —Malfoy no parecía querer hablar más de eso, pero luego dijo, dudando un poco—. Padre es muy político y tiene una opinión sobre cualquier tema.

—¿Y tú que piensas sobre eso?

—Tengo once. Quiero decir… —Malfoy se encogió de hombros—. Me imagino que a mis treinta y dos años las cosas habrán cambiado.

—¿Quieres decir que crees que te interesará luego?

—Debo de interesarme —dijo Malfoy descuidadamente.

—¿Por qué? —Preguntó Harry.

—Porque —dijo Malfoy, luego hizo una pausa—, porque Padre dice- ¿no es eso lo que hacen los adultos?

—¿Interesarse en la política?

—Quiero decir, los adultos importantes —dijo Malfoy, irritado—. Gente con estatuas en el mundo mágico. Gente de… de influencia.

—Gente con estatuas —dijo Harry.

Malfoy le frunció el ceño.

—A esa gente le hacen estatuas en su honor, ¿no es así?

—¿De verdad quieres que se haga una estatua de ti?

—Por supuesto que sí —dijo Malfoy, sonando aún más irritado—. ¿Crees que quiero crecer para ser una especie de comerciante o dependiente? Obviamente voy a ser alguien importante.

—Creo que ser el dueño de una tienda suena bastante bien —dijo Harry.

Malfoy frunció los labios.

—Bueno, tú qué sabes. Trabajas en la aplicación de la ley.

—La aplicación de la ley puede ser muy importante, a veces. El actual Ministro de Magia trabajó en la aplicación de la ley.

—¿En serio? —El interés de Malfoy pareció despertarse—. ¿Quién es?

—Su nombre es Kingsley Shacklebolt.

—Nunca he oído hablar de él —dijo Malfoy con desdén, pero luego continuó—. ¿Realmente pasó de ser un Auror a Ministro de Magia?

—Realmente lo hizo.

—¿Crees que yo…? —Los ojos de Malfoy se abrieron como platos—. ¿Soy un Auror?

—No —dijo Harry—. Eres un consultor de pociones.

—¡Consultor de pociones! ¿Qué es eso?

—Identificas las pociones para la Oficina de Aurores, para que podamos mantener las pociones peligrosas fuera de las calles —Al ver el ceño fruncido de Malfoy, Harry agregó—: A veces tú mismo preparas pociones para ayudarnos a nosotros. Me curaste una vez. Varias veces, en realidad.

—¿Como un sanador? —Malfoy parecía curioso, mucho más curioso de lo que había parecido cuando había hablado de convertirse en una persona con estatuas.

—Mejor que la mayoría de los Sanadores que he conocido —dijo Harry.

—Supongo que sí —dijo Malfoy con desdén, pero su siguiente pregunta transmitió un gran interés—. ¿Puede un Sanador ser Ministro de Magia?

—Supongo que sí —dijo Harry—. No sé si ha sucedido alguna vez.

—¿Y qué hay de un jugador famoso de Quidditch?

—Eso parece menos probable.

—¿Un domador de dragones?

—¿Qué pasó con ser un combatiente del Fuego Maligno?

Malfoy puso los ojos en blanco. —Bueno, de verdad, Potter, tenía seis años. ¿Siempre mencionas las cosas que dije cuando estaba borracho? —Sus mejillas se sonrojaron de nuevo—. No respondas a eso —Se dio unos golpecitos en el musco con la varita—. ¿Tú… crees que un combatiente del Fuego Maligno podría llegar a ser Ministro de Magia? No pregunto porque yo- está bien. Olvídalo —Los golpecitos continuaron—¿Crees que…? —El golpeteo se detuvo—. No importa. Sé cómo hacer el Lumos. ¡Lumos! —Sostuvo en alto su varita, que esta no se encendió. Sacudiéndola, lo intentó de nuevo—. ¡Lumus!

—La estás agarrando demasiada fuerza —dijo Harry, tratando de hacer que su voz fuera tan suave como lo era con Rose. Extendiendo una mano hacia la varita de Malfoy, Harry tocó sus pequeños nudillos blancos con la otra, presionando ligeramente sus dedos, que estaban apretados en un puño. El agarre de Malfoy se relajó y Harry movió sus dedos alrededor de su varita—. ¿Sientes la magia dentro de ti?

—Yo… —Malfoy frunció el ceño—. Sé cómo hacerlo —dijo, sacando su mano de la de Harry.

—Sí —dijo Harry—. Eres muy bueno en la magia.

Malfoy se sonrojó, luego volvió a levantar la varita.

¡Lumos! —La punta de la varita no se encendió.

—Déjame hacerlo contigo —Harry esperó un momento a que Malfoy aceptara, pero luego vio que Malfoy no iba a hacerlo, y si Harry esperaba un segundo más, Malfoy levantaría la nariz e insistiría en que podía hacerlo solo de nuevo—. Así —Harry había pasado suficiente tiempo con Teddy, Rose y Hugo como para saber cómo hacer un hechizo con un niño. Inclinándose un poco detrás de la espalda de Draco para poder alcanzar su brazo, Harry rodeó los hombros de Draco con el brazo, alineándose con el de Draco, luego puso su mano sobre la de Draco—. Ahora la levantamos así —dijo Harry, levantando su brazo con el de Draco—. Lumos.

Lumos —repitió Malfoy.

Lumos —Lo hicieron de nuevo.

Lumos —Un débil resplandor se iluminó en la parte superior de la varita de Malfoy—. ¡Lo hice! —Dijo Malfoy, saltando ligeramente en su ligar. Se volvió para mirarlo—. ¡Lo hice! —Los ojos de Malfoy brillaban.

—Sí —dijo Harry, soltando la mano de Malfoy y retrocediendo—. Lo hiciste.

—¡Te dije que sabía cómo hacerlo! ¡Lumus! —La varita se encendió de nuevo.

—Muy bien —dijo Harry.

—Lumos —Malfoy dio unos cuantos saltos más—. ¡Lumus, lumus, lumus!

Harry sacó su propia varita y apuntó a la chimenea.

Incendio —El fuego cobró vida en la chimenea, llenando la sala de estar con una luz más cálida.

—¿Podemos hacer eso? —Preguntó Malfoy.

Se refería al hechizo de fuego, y Harry había pasado suficiente tiempo con Teddy, Rose y Hugo para saber la respuesta a esa pregunta.

—No —dijo, y guardó su varita.

—Pero tengo treinta y dos.

—En este momento, no.

—Pero soy bueno con la magia —Malfoy hizo un puchero—. Dijiste que lo era.

Harry rio. —Por lo general, ¿siempre obtienes lo que quieres?

Arrugando el rostro para fruncir el ceño, Malfoy preguntó: —¿Qué quieres decir con eso?

—Al quejarte, ¿siempre obtienes lo que quieres?

—Por los calzoncillos de Merlín —Malfoy se apartó de él—. No eres divertido.

Harry sonrió.

—¿Te gustaría mostrarme los hechizos para hacer cambiar al fuego de color?

—Los hechizos de color son aburridos —Draco puso los ojos en blanco, pero apuntó con su varita al fuego—. Ignis azul.

Por un instante, una de las llamas del fuego se tornó levemente a azul, pero después de un momento, volvió a ser amarilla anaranjado.

—Suele funcionar.

Harry quería decirle que sacudir su varita como si estuviera defectuosa no iba a ayudar realmente, pero los hombros de Draco se tensaban cada vez que un hechizo no funcionaba. Habiendo conocido a Lucius, Harry habría adivinado que Draco se estaba preparando para las críticas, pero ahora Harry no estaba tan seguro. Aparentemente, Lucius Malfoy le había leído historias a su hijo imitando diferentes voces, y había maldecido a los instructores de baile solo porque le habían dicho cosas negativas. Mientras tanto, Draco también parecía reaccionar mal a los elogios, como si el ánimo fuera solo otro recordatorio de que había fallado. Era tan orgulloso y al mismo tiempo demasiado duro consigo mismo.

Harry volvió a pensar en la carta, esas palabras mordaces sobre este niño pequeño que quería volver el fuego azul solo para impresionar a alguien que no conocía.

Ignis azul —dijo Draco de nuevo, y el fuego se volvió azul. Esta vez se quedó así, y Draco se volvió hacia él emocionado—. ¡Lo hice!

—Sí —dijo Harry—. Qué genial.

—Eso no es nada —Draco sacudió la cabeza—. ¡Ignis verde!

Harry deseó que el hechizo funcionara, preguntándose qué tan incorrecto sería intentar algo de magia no verbal y sin varita, solo para empujar la magia de Draco en la dirección correcta—. Wow —dijo Harry, cuando algunas de las llamas se volvieron verdes—. Es como el fuego de la Red Flú.

—Te dije que podía hacer hechizos de color —dijo Draco, levantando la barbilla—. Cualquier niño de seis años puede hacerlos.

—Yo no podía —dijo Harry— cuando tenía seis años.

—Supongo que era magia un poco avanzada para mi edad.

—Tú me enseñaste a hacerlos.

—¿Yo qué? —La indiferencia de Draco se desvaneció instantáneamente, lo que hizo sonreír a Harry. A veces, cuando ambos habían sido adultos, Harry podía ver grietas en la fachada que Draco parecía estar mostrando al mundo, pero a los once, Draco era bastante obvio. Tenía los ojos bien abiertos, como si anhelara escuchar lo que había hecho con tanta inteligencia.

—Oh, sí —dijo Harry—. Yo tenía diez años. Me enseñaste los hechizos de color. Cada uno de ellos.

—Oh —Draco se movió en su asiento, como si tratara de dejar de parecer increíblemente complacido—. Bueno, siempre he tenido talento para- espera un minuto, ¿cuándo tuviste diez años? Los niños no reciben sus cartas de Hogwarts hasta los once años. ¿Llegué a conocerte antes de ir a la escuela? —Draco frunció el ceño—. Eso debió haber sucedido muy poco después de esto; ya tengo mi carta. ¿Cuándo es tu cumpleaños?

—El treinta y uno de julio —dijo Harry—. ¿Sabes que ahora es nuestro entre-cumpleaños?

El ceño fruncido de Draco se profundizó.

—¿Nuestro entre- qué?

—Cumpleaños —dijo Harry—. Me dijiste que los cumpleaños de tu madre y tú se llevaban solo unos días de diferencia.

—¿Estaba borracho?

—¿No? —Harry no estaba seguro de dónde provenía esta obsesión de Malfoy por estar borracho—. Solo iba a decir que, ya que tu cumpleaños es a principios de junio y el mío es a finales de julio, eso significa que tenemos casi dos meses enteros de entre-cumpleaños. De hecho, ahora mismo es nuestro entre-cumpleaños, lo que significa que hay- —pastel, había estado a punto de decir Harry, pero Draco lo interrumpió de nuevo.

—No seas ridículo —Malfoy se movió incómodo—. No soy un bebé.

—Yo… yo no dije que lo fueras.

—Mamá inventó eso para complacerme —dijo Draco—. Obviamente pensó que yo era una especie de bebé llorón que necesitaba mimos, pero ahora tengo once años. Pronto me iré a Hogwarts. ¿Cómo crees que reaccionarán los demás niños mágicos si ven que mi madre me mima? Yo… quiero decir... —Draco frunció el ceño—. ¿Cómo crees que reaccionaron cuando…?, bueno, no lo hicieron. Obviamente. Como estoy seguro de que sabes. Padre le dijo… bueno, estoy seguro de que consiguió que dejara de hacer ese tipo de cosas.

Harry tragó saliva.

—No lo sé —dijo—. Ella solía enviarte chocolates en el Gran Comedor.

Draco puso los ojos en blanco.

—Naturalmente, ella me enviaba chocolates. Son mis favoritos. Solo quiero decir que dejó de disfrazarme como su muñequita —Luego, añadió rápidamente—: No es que ella alguna vez- ella no me vestía. Excepto cuando era un bebé. Quiero decir, eso sería extraño. Pero solíamos… bueno, olvídalo. Me cortaron el pelo y Malkin va a hacerme un guardarropa completamente nuevo, así como también mi túnica de la escuela, conoces a Malkin, ¿no?

—Sí.

—Y voy a conseguir una lechuza —continuó Draco—. Así que, ya ves, no soy un crío molestoso.

El aliento de Harry se atascó en su garganta, que se sintió espesa.

—Nunca dije que lo fueras.

Por un momento, Draco pareció sorprendido.

—Bueno, entonces… —Hizo una pausa y frunció el ceño—. Entonces, no es necesario que hables de combates contra el Fuego Maligno o de entre-cumpleaños o cosas así, y no necesitas tratar de avergonzarme mencionándome… otras cosas vergonzosas.

—Draco —dijo Harry, pero descubrió que no podía decir nada más.

Draco levantó la barbilla un poco más. —Obviamente, he aprendido la lección: nunca decirte cosas cuando estoy borracho.

—No estabas borracho —dijo Harry, con demasiada brusquedad.

—Lo estaba —insistió Draco—. Cuando sea mayor, seré muy sofisticado. Apuesto a que aguanto el licor de manera excelente. Apuesto a que tomo licor todo el tiempo y… —Hizo una pausa, aparentemente pensando en más partes de su historia—. Y tengo enemigos políticos que intentan inventar cosas malas sobre mí, pero que no son ciertas, y me río en su cara. Así, ¡ja, ja, ja!

La risa falsa y burlona le recordaba tanto a Harry a Hogwarts que, también, de alguna manera, se sentía dolorosa.

—Yo era un niño —se escuchó a sí mismo decir.

—¿Qué? Quiero decir: ¿disculpa?

—El accidente de pociones —dijo Harry—. La poción cayó sobre mí; me convertí en un niño de diez años. Me contaste esas cosas porque… Me dijiste que era nuestro entre-cumpleaños y me hiciste un pastel. Yo fui al que complacieron; yo fui el niño mimado, porque estaba solo y abandonado, y tú fuiste amable. Tú me cuidaste. Tu madre, ¿no lo sabes? ¿No sabes que tu madre hace eso porque se preocupa por ti?

—Bueno —dijo Draco, sonando inquieto—. Por supuesto que ella se preocupa por mí. Ella es mi mamá. ¿Cumpliste diez?

—Nadie pensó que eras un bebé llorón —dijo Harry—. Nadie pensó que eras… —No podía recordar el otro nombre con el que Draco se había llamado a sí mismo—. Los niños mágicos, si vieran lo mucho que tu madre te quiere y se preocupa por ti, estarían celosos de ti; desearían tener madres como la tuya.

—Obviamente, estarían celosos —dijo Draco, sentándose más derecho—. Ninguna otra madre es ni la mitad de buena que la mía.

—¿Fue tu padre? —Preguntó Harry, porque parecía que no podía detenerse—. ¿Fue él quien te llamó esas cosas?

—¿Padre? —Draco dijo bruscamente—. Mi padre no diría eso. Mi padre cree que soy brillante. Voy a ser una persona tan importante como él. No sé qué es este asunto de "consultor de pociones", pero es- es… probablemente, probablemente sea un camino. Un camino hacia algo mejor; lo dejaré una vez que mi carrera… despegue. Despegará y luego haré cosas mucho mejores. Trabajaré desde un escritorio con muchos papeles y tendré… tendré ocho secretarias y todos me tendrán miedo. Y… Y me casaré con una hermosa mujer de sangre pura, y la amaré tanto como Padre ama a Madre. Muchísimo más. Y... y seré Ministro de Magia, y-

—Detente.

Draco se quedó en silencio, sus encantadores ojos grises se agrandaron y sus labios formaron una "o".

Harry nunca le había gritado a un niño antes, ni a Teddy, ni mucho menos a Rose ni a Hugo. Incluso cuando lo molestaban, siempre recordaba que eran niños y no merecían palabras duras. Pero precisamente porque Draco era solo un niño, Harry sintió una tremenda tensión en su interior, porque Draco no se daba cuenta de que él era perfecto. Elixires Especializados era perfecto; su consultoría en pociones era perfecta; Draco Malfoy era uno de los mejores hombres que Harry conocía, y Draco ni siquiera se daba cuenta.

Quizás era por eso por lo que Snape había actuado de la forma en que lo había hecho; quizás esto explicaba que Petunia viera a su hermana Lily en Harry. Quizás era demasiado doloroso ver a la versión más joven que no tenía idea de nada, cuando que la versión mayor era muy importante para ti.

—Escucha —Draco tragó saliva—. No estás enojado, ¿verdad?

—No —gruñó Harry—. Lo siento. Draco, lo siento mucho.

Draco frunció el ceño. —Si fuiste tú quien se convirtió en un niño, ¿qué fue lo que pasó? Te ves bastante mayor.

Harry respiró hondo. —Estabas tratando de curarme —dijo, con más calma—. Necesitas un ingrediente que solo yo puedo conseguir, así que tú... desarrollaste una poción para intercambiar nuestras edades.

—Eso no suena bien. ¿Por qué no podía conseguir el ingrediente yo mismo?

—Es… una cosa de Aurores —dijo Harry, un poco impotente, sin saber cómo explicarlo—. Hay… un grupo ilegal de fabricantes de pociones; están usando el mismo proveedor. Este ingrediente en particular es muy peligroso y no sabías dónde estaba siendo guardado…

Draco parecía extremadamente interesado en esto.

—¿Algún tipo de artefacto oscuro?

—No —dijo Harry— . Pero es muy poderoso.

—Los objetos oscuros pueden ser muy poderosos. "Oscuro" suena como algo malo, pero no lo es. Es solo un tipo diferente de magia, ya sabes, como si la noche es diferente al día.

Draco estaba citando de nuevo.

—La magia no debería lastimar a la gente —fue todo lo que Harry pudo pensar en decir. El tono de su voz hizo que fuera difícil continuar.

Mientras tanto, Draco simplemente se encogió de hombros.

—El sacrificio es necesario para obtener una gran recompensa.

Harry cerró los ojos.

—Oye —dijo Draco de nuevo—. ¿Hay algo mal contigo?

—No —dijo Harry, tratando de no sonar tan cansado como se sentía. Apagando el fuego de la chimenea con un movimiento de su varita, dijo—: Tengo que ponerme manos a la obra para encontrar ese ingrediente. ¿Tú… cómo te sentirías si hicieras algunos hechizos más con tu varita mientras leo algunas de las instrucciones que tu yo mayor me dejó?

—No me importa —dijo Draco—. ¿Tienes libros de hechizos?

—Uhm —La sala de estar estaba llena de libros, pero Harry no sabía qué tenía Draco y quién sabía si alguno de los libros era apropiado para los niños. Al recordar el libro que Draco le había dado a su yo más joven, Harry dijo—: Accio Hechizos para principiantes.

—Cielos —Draco puso los ojos en blanco—. No te refieres al manual de Wellbeday, ¿verdad?

El libro que Draco le había dado al yo más joven de Harry salió flotando de la estantería. En la parte inferior estaba grabado "Wellbeday" en letras doradas, ya sea ese el nombre del autor o del editor.

—Eso es para principiantes —continuó Draco, sonando irritado—. Aprendí todos esos hechizos cuando tenía cinco años.

—Bueno —dijo Harry, sosteniendo el libro y sintiéndose un poco como cuando tenía once años y Hermione lo regañaba constantemente por no haber leído Historia de Hogwarts—. ¿Quieres mirar las estanterías y ver si hay algo que te guste?

En respuesta, Draco se acercó a los estantes. Harry consideró ocultar el estante inferior que tenía algunos de los cuadernos de Draco y el álbum de fotos. Como Draco había dejado en claro que no pensaba mucho en la tienda o el apartamento, descubrir que le pertenecía sería otra conversación, y Harry no estaba seguro de que su corazón maltratado pudiera soportarlo. Al final, sin embargo, no se atrevió a ocultar la verdad tan descaradamente, ni siquiera a un niño. Especialmente a un niño.

Afortunadamente, Draco comenzó examinando los libros que estaban en los estantes que eran de su tamaño, y pareció encontrar varios volúmenes de interés allí.

—Esto se ve bien —dijo, sacando uno blanco con un sello rojo en el lomo. Casi lo había sacado del estante cuando dijo—: ¡Oh! Fleetmoss y Sewell. Hace mucho que quería este libro —y comenzó a tirar de uno marrón con una cubierta descolorida—. ¡Oye! —Luego saltó, literalmente saltó al siguiente estante—. ¿Es esto ...? —Sacó una caja gris con forma de libro que se estaba desmoronando del estante y la abrió para revelar un libro de cuero en el interior con bordes dorados. Cuando abrió la tapa, las páginas produjeron los tonos suaves de una flauta—. Música de las esferas de Bright. He estado buscándolo por todas partes. ¡Y tienes a Hornley! —Dejando Música de las esferas de Bright y su caja en el estante en la parte superior de la fila de libros, Draco tomó otro.

—Eh —dijo Harry—. Entonces, ¿puedo dejarte aquí?

—¿Hmm? —dijo Draco—… ¡Oh! Tienes la serie de Espadas y corceles. ¡Y está completa! Bueno, por supuesto que está completa; tiene que ser el… 2012 —Draco se volvió hacia él con entusiasmo—. ¿El Rey Aegis alguna vez derrotó a los brujos? ¿Y Maid Faunla alguna vez reveló que era parte Veela?

—Yo… —Harry tosió—. Nunca leí esa serie.

—Entonces, ¿por qué la tienes?

—Yo…

—¡Oh! Me pregunto si tienes… ¡sí! ¡Tienes Mareas del Atlántico!

—Nunca supe cuánto te gustaba leer —dijo Harry, un poco impotente.

—Oh, sí, me encanta... —Draco se interrumpió—. Quiero decir, me gusta mucho. Yo… no hagas bromas sobre Ravenclaw; ya dijiste que terminé en Slytherin.

—No haría ninguna broma.

—De todos modos, no soy algún tipo de erudito. Sé la clase de trabajos sin futuro que tienes como académico. Prefiero morir que sentarme en una universidad con mi nariz en un... ¡tienes Aritmancia para los Millones! ¡La edición de Truhart! —Draco tomó otro libro de los estantes y lo abrió. Las páginas del libro arrojaron luz a la habitación, creando formas luminosas que parecían proyectarse en el techo—. Oh, wow —Draco suspiró—. Es geometría de runas cartesianas para mandalas.

—Genial —Sonriendo levemente, Harry sacó su varita de su manga—. Expecto Patronum —No tenía que encontrar un recuerdo feliz para que el hechizo funcionara, ya que Draco estaba parado allí mismo, la luz del libro brillaba en su rostro y el asombro en sus ojos era tan evidente. La zorra plateada saltó desde el extremo de la varita de Harry y corrió hacia Draco, quien cerró el libro con sorpresa. Harry no se sorprendió en lo absoluto: su Patronus había sido una zorra desde el día en que murió Narcissa.

—¿Por qué hiciste eso? —Preguntó Draco, mirando fijamente al animal.

—Voy a bajar a echar un vistazo a la poción que necesitaré hacer con ese ingrediente —dijo Harry—. Ella te hará compañía.

Draco lo miró rápidamente.

—¿Es un ella?

—Sí.

—Me pregunto qué forma tomará el mío. No mucha gente puede hacer un Patronus corpóreo, pero mi mamá sí. El suyo es un dragón.

Harry mantuvo su leve sonrisa.

—Muy impresionante.

—Mucho más impresionante que un zorro —dijo Draco—. Muchos zorros son carroñeros, ¿sabes? Ni siquiera luchan por sí mismos, no como los dragones.

—Pero los zorros son inteligentes —señaló Harry—. Y decididos. Tienen que serlo para sobrevivir al invierno.

—Los dragones pueden ser lo que quieran —dijo Draco—. Porque son dragones.

—Los dragones protegen lo que es de ellos. Los zorros tienen que salir a buscar lo que quieren.

—Bueno —dijo Draco, levantando la nariz—. Me gustan los dragones. No los zorros.

Harry sonrió.

—Eso está bien. Dile a mi Patronus si necesitas algo; estaré abajo.

Pero Draco ya estaba inclinado sobre el nuevo libro con grabados en la portada y no dijo nada.