XVI
Todo estaba bien.
Harry se Apareció primero en Grimmauld Place y fue a buscar su Capa de invisibilidad. Después de ponérsela, se Apareció en la calle fuera del almacén en Colville Road. Aún bajo la Capa de Invisibilidad, Harry activó el Ojo-que-todo-lo-ve. Cuando vio que nadie parecía estar dentro del almacén, se dirigió hacia allí rápidamente.
Dentro del laboratorio, Harry ubicó el gabinete debajo del cual había estado parado cuando la poción cayó sobre él. Se habían quitado los cristales rotos; la moneda que había usado como traslador había desaparecido. Quienquiera que hubiera estado entrando en el laboratorio justo después de que Harry había rejuvenecido, debía haberlos encontrado.
Encontrar el Agua de la Vida fue más fácil de lo que Harry había pensado, principalmente porque estaba en el gabinete junto a la poción que había caído sobre él. Después de confirmar que era el Agua de la Vida a través de uno de los hechizos de diagnóstico de Draco, Harry tomó una botella. Luego lanzó un hechizo en el Ojo que todo lo ve que lo alertaría si alguien entraba o salía del laboratorio.
Una vez que terminó, se Desapareció. Con suerte, nadie habría detectado su presencia en el lugar.
-0-
Después de Aparecer de nuevo en Elixires Especializados, Harry se quitó la Capa de Invisibilidad y Draco bajó corriendo por las escaleras, con la varita en alto en el puño. La zorra plateada ple siguió, pisándole los talones.
—¿Quién es? ¿Quién está ahí? ¡Sé cómo hacer un Incendio!
—Draco —dijo Harry, mientras Draco entraba a toda velocidad en la habitación—. Soy yo, soy Harry.
—Oh —Draco se apoyó contra una mesa de laboratorio, vacilando allí como si todavía quisiera lanzarse hacia adelante—. Bueno, entonces, ¿estás… estás bien?
—Draco —Harry salió de alrededor de la mesa del laboratorio, notando que Draco estaba muy pálido—, estoy bien.
—¿Nadie te atacó? —Draco todavía parecía que se iba a caer.
—Nadie me atacó —afirmó Harry, comenzando a dar otro paso adelante.
Draco debió haberlo malinterpretado, porque se arrojó contra Harry.
—Pensé que los magos oscuros iban a venir por mí —dijo, agarrando la túnica de Harry—. Pensé que los muggles me iban a atrapar.
—¿Cómo pueden lastimarte los muggles? —Preguntó Harry, mirando a Draco con desconcierto.
—Han inventado armas mecánicas —dijo Draco—, porque no tienen magia. Crearon la primera bomba atómica. A partir de él, se forman nubes hechas de hongos: una niebla con forma de hongo. Mataron a todo un pueblo. Simplemente lo borraron. No fue un pueblo pequeño. Era… era del tamaño de Oxford. Y luego lo hicieron de nuevo.
—Draco —dijo Harry de nuevo. Trató de apartar a Draco de él, pero nuevamente Draco debió haber malinterpretado el movimiento, porque presionó su rostro con más fuerza contra el pecho de Harry. Recordando cómo Draco lo había abrazado después de pensar que Harry había estado en peligro, Harry rodeó a Draco con sus brazos. Realmente no se le había ocurrido en ese momento que Draco había hecho eso porque estaba aterrorizado, y tocar a Harry lo había hecho sentirse mejor—. Los muggles no te van a arrojar bombas —dijo Harry.
—Pero podrían —dijo Draco, finalmente relajándose un poco—. O podrían lanzarte una a ti.
Pensé que no te preocupabas por mí, quiso decir Harry, pero sabía que no era cierto. Desde que Harry se había ido, Draco se las había arreglado para entrar en un estado de pánico, que Harry asumió que debería haber previsto. Draco siempre había parecido estar algo alterado en la escuela, pero Harry había pensado que era solo porque Draco lo odiaba, y no porque Draco tuviera demasiadas emociones fuertes que le costara controlar.
—No estoy en peligro por los muggles —dijo Harry, acariciando experimentalmente el cabello de Draco.
—No quise decir lo que dije —dijo Draco apresuradamente—. Tu eres mi amigo. Quiero decir, cuando crezca, cuando crezcamos, serás mi amigo.
—Sí.
—Y —Draco inclinó la cabeza para mirar a Harry—, y no crees que soy un bicho raro, ¿verdad?
Harry dio un paso atrás, quitando su mano del cabello de Draco.
—¿Quién te dijo eso?
—Nadie —dijo Draco—. Simplemente no quiero que pienses que soy uno.
—Yo no- —dijo Harry—. ¿Quién te dijo eso? ¿Tu papá?
—¿Mi papá? —Draco se apartó de Harry, frunciendo el ceño pesadamente—. ¿Por qué sigues pensando que mi padre me diría cosas malas?
Harry no supo qué decir.
—Mi padre es el mejor. ¿No sabes…? —Interrumpiéndose a sí mismo, el rostro de Draco pasó por una serie de expresiones—. Supongo que después de todo no lo sabes —dijo finalmente—. No tienes papá, ¿verdad?
Draco le había dicho cosas así a Harry durante la mayor parte de su tiempo en Hogwarts. Harry siempre había asumido que Draco se estaba burlando de él, pero ahora se preguntaba cuántas veces había sucedido porque Draco, honestamente, no podía entender cómo podría ser.
—No —fue todo lo que dijo Harry—. No tengo.
—Oh, bien —Draco se enderezó—. Déjame decirte que los padres no te insultan. Te enseñan cómo ser inteligente, a hacer magia y a triunfar en la vida. Ellos lo saben todo, bueno, al menos el mío lo sabe todo. Él sabe que no soy un bicho raro y- e incluso me enseñó cómo evitar que la gente piense que soy uno.
Oh. El corazón de Harry se contrajo dolorosamente en su pecho.
—Algunas personas no tienen cerebro, ya sabes —Draco había adoptado ese tono arrastrado y había vuelto a levantar la nariz, posiblemente sintiéndose muy confiado, ahora que podía enseñarle a Harry todo sobre lo que era tener a Lucius Malfoy como padre. Aparentemente, se había olvidado de que los muggles lanzando la bomba atómica, lo que probablemente también le había enseñado Lucius—. Hablan con instituciones si haces… si haces ciertas cosas, entonces simplemente no las haces. Sé discreto para que luego puedas triunfar en la vida.
—¿Instituciones?
—Hablar con instituciones —dijo Draco—. Es una expresión. "Hablar con instituciones". Significa decir cosas que no son agradables.
Hablar con insinuaciones, Harry finalmente se dio cuenta. Tragó.
—¿Y si… y si realmente quieres hacer algo? Incluso si… hmm, incluso si la gente habla con insinuaciones.
—Instituciones —le corrigió Draco con arrogancia. En realidad, parecía que estaba a punto de empezar a dar golpecitos con el pie
—Bien —dijo Harry—. ¿Qué pasa si quieres hacer algo que es importante? Más importante que si la gente es amable contigo o no.
—No estás entendiendo esto —dijo Draco—. Probablemente sea porque no tienes papá, supongo que entonces es bueno que tuvieras una mamá que te hizo famoso. No importa si la gente es amable contigo, lo que importa es si triunfas en la vida. Y no puedes hacer eso si no le gustas a nadie.
—¿Pero no crees que… —Harry tragó de nuevo— es mejor ser honesto contigo mismo?
—Por los pantalones de Merlín, ¿a qué te refieres?
—Por ejemplo —dijo Harry, porque no sabía cómo ganar esta discusión con un niño de once años. Demonios, no estaba seguro de poder ganarla con un adulto—, ¿realmente importa si triunfas en la vida si no puedes ser tú mismo? ¿Si no puedes hacer lo que en verdad deseas?
Draco puso los ojos en blanco.
—No digas tonterías. ¿Cómo puedes ser tú mismo si no te va bien? No puedes hacer lo que deseas si vives en una choza y no tienes dinero, y todo el mundo estará hablando de ti con instituciones. ¿Cómo podrías ser tú mismo entonces? Una vez que triunfes en la vida, podrás ser tú mismo. Merlín, estoy preocupado por ti porque no tienes padres que puedan enseñarte este tipo de cosas. Yo… debo haberte instruido un poco, ¿verdad? —Luciendo muy complacido por esto, Draco continuó—. Te tomé bajo mi protección, ¿verdad? Al igual que como hice con Vince y Greg.
Harry no pudo evitarlo. —¿Tomaste a Crabbe y a Goyle bajo tu protección?
—Tendré que hacerlo, ¿no? No pueden hacer amigos por sí mismos. Y Vince apenas puede leer. ¿Quién más los va a ayudar?
Harry sabía que debía detenerse, pero no podía.
—¿Por qué alguien necesita ayudarlos? ¿No es mejor que lo hagan por sí mismos?
Draco frunció el ceño.
—Eso no me haría un muy buen amigo, ¿no?
—No —murmuró Harry, y una cálida sensación se extendió por su pecho, en donde antes había estado el dolor—. No lo haría.
—Además —dijo Draco—, tienen que hacerlo bien, ¿no? Nosotros, los de sangre pura, tenemos que mantenernos unidos, o los sucios mestizos se apoderarán de la tierra.
La cálida sensación se desvaneció abruptamente.
—No hables de esa forma.
—¿Cómo? ¿Tiene algo de malo? —Draco se encogió de hombros—. No dije la otra palabra con S. No vas a ser un cobarde al respecto, ¿verdad? Pensé que estabas en Gryffindor.
—Tengo que trabajar en esta poción —Sintiendo nauseas, Harry se dio la vuelta. Había dejado el Agua de la Vida en la mesa del laboratorio cuando llegó, pero casi la había olvidado por completo cuando Draco se lanzó a sus brazos. Caminando hacia la botella de agua, Harry trató de decirse a sí mismo Draco no sentía nada de lo que estaba diciendo.
Estas eran simplemente cosas que a Draco le habían enseñado, al igual que a los niños se les enseñaba sobre Santa Claus. Los niños creían en Santa Claus no por la evidencia presentada, sino porque alguien en quien confiaban había dicho que era verdad. Alguien en quien Malfoy confiaba le había dicho estas cosas, y él se había aferrado a ellas como la base de su mundo, pero no era quien Draco en realidad era. No lo era. Harry conocía al verdadero Draco porque había visto a la persona en la que Draco se había convertido al crecer: alguien que ayudaba a los Aurores y amaba a su madre y amaba a Teddy, alguien que siempre peleaba sus propias batallas y había cumplido su condena por los errores que había cometido. Draco realmente no creía en esas cosas que había dicho. Por supuesto que no.
Aun así, dolía escucharlas.
La zorra plateada se sentó con la cola enroscada entre las patas, mirando a Harry con una expresión de complicidad. Probablemente se llevaría muy bien con el cervatillo de Draco, pensó Harry, y disipó al Patronus con un movimiento de su mano.
—¿Puedo ayudar? —Preguntó Draco, pavoneándose hacia la mesa del laboratorio donde estaba el agua—. Soy excelente en pociones. ¿Que estoy diciendo? Eso ya lo sabes muy bien. Apuesto a que también te ayudo con eso. ¿Éramos los estudiantes favoritos de Severus?
—Estoy bastante seguro de que tú lo eras —dijo Harry, tirando de un trozo de pergamino y una pluma hacia él—. Solo tengo que escribir una nota.
—¿A quién?
—En realidad, puedes ayudar —dijo Harry, con la esperanza de distraer a Draco mientras Harry le escribía a Andrómeda. Agitando su varita para llamar a Heloise, Harry dijo—: Puedes darle una golosina a la lechuza.
—¿A la lechuza?
Un momento después, Heloise bajó las escaleras aleteando.
—Oh, cielos —Draco suspiró—. Un búho real.
Heloise, que parecía reconocer a Draco incluso en su forma más joven, voló directamente hacia él, aterrizando sobre su hombro de una manera que hizo que Draco se tambaleara hacia atrás.
—Wow —dijo Draco, pero Heloise solo usó su pico para despeinar el cabello de Draco—. ¿Qué está haciendo? —Preguntó Draco, alisándose su pelo.
—Le agradas —dijo Harry.
—Bueno —dijo Draco—. No estoy seguro de que a mí me agrade ella- ¡ay! —Heloise cerró suavemente el pico sobre la concha de su oreja.
—Intenta acariciarla.
—Lo haré, cuando deje de morderme —Tentativamente, Draco extendió su brazo sobre su pecho para levantarlo hasta su hombro opuesto, tocando suavemente su ala.
Heloise hizo un suave sonido de satisfacción y, encantado, Draco miró a Harry para ver si había notado el éxito de Draco.
Harry sonrió. —Le caes muy bien.
Draco también sonrió.
—Sus golosinas están colgadas en esa bolsa que cuelga de esa percha cerca a la ventana —dijo Harry, principalmente porque a Draco le tomaría un minuto o dos caminar hacia allí con Heloise en su hombro, y eso le daría a Harry un momento para terminar la nota para Andrómeda.
Una vez que Harry terminó de escribir la nota, fue hacia donde estaban Draco y Heloise, quien estaba arrebatando golosinas de la mano de Draco felizmente.
—Realmente le agrado —dijo Draco con entusiasmo, mirando a Harry.
—Sí —Harry ató la nota a la pierna de Heloise.
—Quiero seguir alimentándola —dijo Draco.
—Puedes alimentarla cuando regrese —dijo Harry—. Está bien, Heloise, es hora de irse ahora.
La lechuza se fue y Draco siguió a Harry de regreso al banco donde estaba el Agua de la Vida. Pensando en lo terrible que sería si la botella se rompiera, Harry pensó en otra cosa que Draco pudiera hacer.
—Estas son instrucciones que tu yo mayor me dejó —dijo Harry, entregándole a Draco la libreta.
—Pensé que no querías que las viera —Draco ya estaba tomando la libreta, mirándola con curiosidad.
—Solo quería leer lo que me habías escrito para saber qué estaba pasando —Harry solo esperaba que Draco no recordara que también había habido una carta. De ninguna manera iba a dejar que el yo más joven de Draco la leyera—. Ahí se explica sobre la cura para hacerte crecer —dijo Harry, señalando la libreta en las manos de Draco—, así que deberías empezar a leer ahora.
Afortunadamente, Draco ya se había distraído con la libreta, y se acercó a la ventana para leer. Sacando una de las probetas de Draco, Harry comenzó a prepararse para agregar el ingrediente final a la poción que curaría a Draco… y a él mismo.
La poción que Draco había preparado era de un marrón amarillento enfermizo, pero cuando Harry agregó el Agua de la Vida, cambió abruptamente a un azul brillante, toda la mezcla se arremolinaba. Según sus notas, Draco había esperado que eso sucediera. Harry no tenía idea de cómo Draco podría haber predicho el color de una poción que nunca había preparado, pero Harry se sintió aliviado de todos modos. Harry abrió el gabinete debajo de la mesa del laboratorio, puso la poción allí y cerró el gabinete con llave. Desafortunadamente, la poción tendría que madurar durante doce horas antes de poder ser administrada. Guardó el resto del Agua de la Vida en otro armario, solo por seguridad.
Con esta tarea vital completada, Harry sintió un gran alivio, al que inmediatamente le siguió una ola de hambre. No había comido desde que volvió a su edad normal, lo que significaba que Draco tampoco había comido. La ola de hambre se disipó en una ola de pánico, cuando Harry se dio cuenta de que él era el único responsable de Draco ahora, y la mayoría de los niños no podían alimentarse por sí mismos. No era de extrañar que Draco hubiera perdido la cabeza por el incidente del taxi; cuidar a los niños era terrible.
—Draco —dijo Harry, yendo hacia donde Draco estaba leyendo junto a la ventana.
Draco no respondió.
Por un momento, Harry se convenció por completo de que Draco se había desmayado de hambre, pero luego recordó cómo había sido Draco la última vez que Harry lo había interrumpido mientras leía.
—Draco —dijo Harry más fuerte.
—Suena horrible —dijo Draco.
Harry pensó en las bombas atómicas y la crueldad de Lucius Malfoy, presentada a su hijo como un acto de bondad, y en el hecho de que Draco aparentemente despreciaba a su yo más joven. Alarmado, Harry trató de recordar si Draco había dicho alguna de esas cosas horribles en la libreta que le había dejado, pero no, solo estaban en la carta.
—¿Qué es horrible?
—¡Esta supuesta cura!
—Oh —dijo Harry.
—¡Va a tardar semanas!
—Solo unas cuantas.
—¿Por qué mi yo adulto diseñaría algo tan espantoso? —Preguntó Draco.
—Hizo su mayor esfuerzo.
—Pues su mayor esfuerzo parece basura.
No hables de él de esa forma, quiso decir Harry, pero eso no era justo.
—Trato de que el proceso sea lo más indoloro posible —dijo Harry.
—No suena indoloro. Quizás necesitemos una segunda opinión. Mamá dice que siempre necesitas una segunda opinión.
—Esta es tu opinión. Y es la mejor que hay, porque eres el mejor maestro de pociones que hay.
Draco parecía como si su aversión al sufrimiento estuviera en guerra con su arrogancia.
—¿Qué hay de Severus? —Dijo finalmente—. ¿Le consulté a él?
—El profesor Snape está muerto.
—¿Qué? —Dijo Draco, sorprendido—. ¿Como murió?
—Murió por alguien a quien amaba.
Draco pareció pensar en lo que Harry había dicho.
—¿Amaba a alguien? Pensé que él podía ser, ehm… —Sus ojos se desviaron, luego se enderezó—. Pero a Mamá y a Papá les agrada. No creen que sea una mala influencia. No como el director de Hogwarts. ¿Sabías que el director de Hogwarts ni siquiera se casó?
—Sí —dijo Harry con cuidado—. Sí lo sabía.
—Madre dijo… dijo que deberíamos sentir lástima por él, por Severus. Porque no tenía familia. Ella dijo que él nunca se casó porque era demasiado nerd. No pudo encontrar a nadie que lo quisiera. Es lo peor del mundo: no tener familia, ¿sabes? Pero… —Draco se mordió el labio y bajó los ojos—. Pero tú sí lo sabes. ¿No es así?
—Está bien —dijo Harry, porque Draco no estaba tratando de burlarse de él u ofenderlo—. Tengo amigos.
Draco lo miró rápidamente.
—¿Como yo?
—Como tú.
—Severus era nuestro amigo —dijo Draco, pareciendo preocupado—. Apuesto a que lo habría logrado que la cura no doliera.
Finalmente, Harry se dio cuenta de que Draco tenía miedo.
—Todo va a estar bien —dijo. Cuidadosamente, puso su mano sobre el hombro de Draco—. Tu yo adulto la elaboró de tal forma que te quedes inconsciente durante la mayor parte del tiempo.
—Tal vez no quiero estar inconsciente —dijo Draco con petulancia.
—Lo siento —dijo Harry—. Todo va a estar bien.
—¿Pero cómo lo sabes?
—Porque estaré a tu lado.
Draco se mordió el labio. —¿Lo prometes?
—Por supuesto que sí —dijo Harry, quitando su mano del hombro de Draco—. Vamos. ¿No tienes hambre?
—Oh —dijo Draco, luciendo como si el hambre fuera un concepto completamente nuevo para él, pero interesante de todos modos—. Supongo que sí, podría comer.
—¿Qué te gustaría?
—Hmm —Draco lo consideró un poco más, la angustia desapareció de su rostro—. ¿Y si vamos a The Floating Monk?
—Eh… —dijo Harry.
Draco comenzó a lucir emocionado, su miedo por la cura aparentemente olvidado—. Me imagino que nos Aparecemos en Francia y Bélgica para almorzar todo el tiempo, una vez que dominemos la Aparición sobre el océano, pero por ahora creo que es mejor que nos lo tomemos con calma. Sin embargo, deberías cambiarte de ropa. No creo que un uniforme sea una vestimenta adecuada.
Harry trató de imaginarse diciendo "vestimenta adecuada" cuando tenía once años y no pudo. De alguna manera, Draco se parecía sorprendentemente a Hermione cuando tenía once años, solo que nunca había hablado de irse a Francia o Bélgica, y The Floating Monk era uno de los restaurantes más exclusivos que Harry conocía.
—Creo —dijo Harry, tratando de pensar en cómo debería expresar esto— que salir no es una buena idea.
—¿Porque soy un niño? Oh, bien —Draco frunció el ceño—. Asumo que mis enemigos políticos podrían usar eso como una forma de avergonzarme.
—¿Qué tal si vamos a la cocina y vemos lo que tenemos? —Subieron a la cocina, donde Harry comenzó a abrir los gabinetes de Draco. No sabía cómo hacer buenos almuerzos como los que Draco había hecho para él, nunca se había tomado el tiempo para aprender muchos hechizos domésticos—. Hiciste una ensalada de pollo, una vez —dijo, pensando que no podía ser demasiado difícil—. ¿Te gustaría comer eso?
Draco, que lo había seguido hasta la cocina, hizo una mueca.
—Detesto la ensalada. ¿Llamas a esto una cocina?
—Es mi cocina favorita —dijo Harry, porque lo era. Le gustaba casi tanto como la cocina de Molly, pero esta era tan pequeña que resultaba acogedora y, por lo general, tenía a Draco en ella—. ¿Qué tal un sándwich?.
—Quiero un croque monsieur —dijo Draco, abriendo un cajón y mirando su contenido.
—¿Que es eso?
Draco miró a Harry, sorprendido.
—Pensé que era un sándwich.
—¿Y qué hay en?
—Bueno, yo no sé —dijo Draco, moviéndose al siguiente cajón sin cerrar el primero—. Pregúntale a un elfo doméstico.
—¿Qué tal pavo? —dijo Harry—. Sé cómo hacer eso.
Draco hizo otra mueca. —No, gracias.
Harry trató de pensar en las comidas que Draco había preparado para el yo más joven de Harry. Debieron gustarle cuando era pequeño, aunque ahora, de adulto, se imaginaba a sí mismo comiendo trufas y caviar todo el día.
—Curry —dijo Harry.
Draco estaba deambulando por la cocina, abriendo todos los cajones, sacando cosas y volviéndolas a poner en su lugar.
—No me gusta el curry —dijo, frunciendo el ceño ante un abrelatas. Probablemente nunca había visto uno. Draco debįa de haberlo dejado ahí luego de todos sus años con la restricción mágica.
Quizás Draco había adecuado sus gustos por Harry, haciendo platos más comunes que pensó que le gustaría a un niño. Probablemente el Draco joven estaba acostumbrado a comer cosas muy elegantes, solo que Harry no tenía mucha experiencia haciendo cosas elegantes.
—¿Fettuccini al Alfredo? —Sugirió Harry, porque al menos tenía un nombre elegante, y sabía que podía hacerlo.
—No me gusta —Para entonces, Draco había abierto todos los cajones de la cocina, mirándolos sin mucho interés. Ahora se inclinaba para mirar por la ventana.
—¿Por qué no sugieres algo? —Dijo Harry, tratando de no sentirse impaciente.
Draco sacó la cabeza por la ventana.
—Tenemos un asado para Navidad.
Harry miró en el armario, que tenía pollo, harina, azúcar, pan y una variedad de verduras.
—Tardará unas horas —dijo, porque incluso si pudiera transformar el pollo, tendrįa que preparar el resto por sí mismo.
—Oh —dijo Draco.
No había forma en el mundo de que Harry pudiera pensar en algo tan elegante que pudiera cocinar.
—Solomillo Wellington —sugirió Harry porque Malfoy los había hecho, a pesar de que Harry estaba seguro de que no podría hacerlo.
—Todo eso me es indiferente.
—Entonces supongo que no puedo hacer lo que quieras —dijo Harry, perdiendo la paciencia—, a menos que sea pescado y papas fritas.
Los ojos de Draco se agrandaron, su boca se abrió.
—¿Pescado y papas fritas?
Harry se volvió hacia el armario. —Vamos a comer sándwiches de pavo.
—¿Te refieres a pescado y papas fritas como los que hacen en el Caldero Chorreante?
Harry se volvió hacia Draco, que estaba allí de pie con un anhelo muy mal disimulado en sus grandes ojos.
—No me importaría —comenzó Draco, luego tragó—. Quiero decir. Es terriblemente dudoso, ¿no es así, el Caldero Chorreante? Dejaron entrar a muggles. Pero vi a alguien comiendo pescado y papas fritas allí, una vez, a través de una ventana, y me pareció muy... bueno, supongo que podría… Podría soportarlo. Si es es que no hay nada más.
Harry lo miró fijamente.
—¿Nunca has comido pescado y papas fritas?
—Tenemos pescado todo el tiempo, pero no así. Una vez tuve que comer papas fritas con la tía Bella. A mamá no le gustan. Son muy grasosas, ¿no? —Preguntó Draco esperanzado.
—Sí —dijo Harry lentamente, comenzando a pensar que había malinterpretado toda esta conversación—. Muy grasosas.
—Supongo que no me molestaría —Draco enganchó un hombro descuidadamente—. Si es que eso es todo lo que puedes hacer.
Harry escondió una sonrisa.
—Ciertamente puedo hacer eso.
-0-
Heloise regresó durante la cena y Draco se fue de la mesa porque quería acariciarla. Cuando no regresó a la cocina, Harry recogió los platos de Draco y limpió la mesa.
Para cuando Harry terminó, Draco parecía completamente absorto en la lectura. Harry fue a revisar la poción de abajo, dejando su Patronus con Draco. La poción parecía estar bien, así que Harry volvió arriba y encendió otro fuego en la chimenea. Pensando en lo que Andrómeda había dicho sobre Draco y las chimeneas, Harry volvió a lanzar algunos de los hechizos de color y abrió la libreta para volver a leerla. Quería asegurarse de entender la cura, pero se encontró mayormente mirando la letra de Draco. Todo era ordenado y preciso; elegante.
Draco no debió estar tan absorto como Harry había supuesto, porque después de un momento cerró su libro y se acercó al sofá.
—Esa libreta decía que tomaría doce horas completas para que la cura madure —dijo Draco, señalando la libreta con la cabeza mientras se sentaba en el sofá—. Supongo que eso significa que tenemos que quedarnos aquí. Nunca dijiste dónde estaba este lugar. No le pertenece a Severus, ¿verdad?
—No —dijo Harry—. Es una tienda. Una tienda de gran reputación. La mejor tienda, creo. Hace pociones por encargo.
—Entonces debe ser exclusiva —dijo Draco con aprobación.
—Creo que sí —dijo Harry, cerrando la libreta—. Vinimos aquí para trabajar en la cura.
—Supongo que necesitaba ingredientes —Draco no parecía muy interesado y Harry no lo corrigió—. Este cuaderno —Sonando preocupado, Draco asintió de nuevo hacia la libreta—, uso muchas palabras, ¿no?
—Te dije —tratando de tranquilizarlo, Harry dejó la libreta en la mesa lateral—; eres muy inteligente.
—¿Soy un…? —Draco miró fijamente el fuego. Pareciendo reunir coraje, se volvió hacia Harry—. ¿Crees que soy un nerd?
Sin estar seguro de lo que Draco estaba sintiendo realmente frente a lo que sus padres podrían haberlo animado a sentir, Harry trató de hablar con cuidado.
—Tal vez un poco.
—Pero todavía entro en Slytherin —dijo Draco apresuradamente—, no a Ravenclaw.
—Definitivamente estás en Slytherin —dijo Harry, tratando de que su voz transmitiera confianza—. El Sombrero lo dijo apenas tocó tu cabeza.
—Bien —Draco se volvió hacia el fuego, su colores rojo y amarillo que poseía por naturaleza intercalando entre verde y azul.
Todos los colores de la Casas, supuso Harry.
Draco se giró y lo miró de nuevo.
—Y tú… —Vaciló, lamiendo sus labios—. ¿Lo saben otras personas? Que soy un nerd, quiero decir. Yo no ando por ahí con la cabeza enterrada un libro, ¿verdad?
—Yo… —dijo Harry—. No.
—Bien —Draco se volvió de nuevo hacia el fuego. Harry pensó que no iba a continuar, pero de repente Draco agregó—: No sirve de nada ser demasiado inteligente. No lo sabes, no tienes padres que te lo digan. Pero es importante ser inteligente, pero no… no un ratón de biblioteca. La gente piensa que eres aburrido. O un mojigato. Severus… —Lanzó una mirada a Harry—. Eso es lo que Mamá quiso decir con Severus. Ella dijo que era demasiado listo, y la gente siempre lo era, siempre se burlaban de él, porque él estaba en las esquinas leyendo solo.
—Sí —dijo Harry, sintiendo una punzada familiar—. Creo… creo que la gente se burlaba de Snape. Y esto estaba mal.
—Mamá no quiere que me pase eso —dijo Draco—. Ella dice que no siempre debo ir citando cosas de libros.
Harry pensó en Hermione a los once, siempre citando Historia de Hogwarts. Malfoy la había ridiculizado con tanta crueldad, pero a Harry nunca se le había ocurrido que Malfoy no lo hubiera hecho porque no era nada más que un idiota. Lo había hecho porque sus padres le habían dicho que así funcionaba el mundo, pero Harry ya lo sabía. Lucius y Narcissa también le habían dicho a Draco que los nacidos de muggles arruinarían toda su cultura y, por primera vez, Harry entendió por qué Draco les había creído. Al crecer solo con Crabbe y Goyle como amigos, incluso con Parkinson, Draco debió haberse sentido como un extraterrestre, alguien tan completamente diferente.
Harry nunca había pensado que alguien que creció con padres que lo amaban y niños de su edad que no lo intimidaban podría sentirse solo, pero Draco sí. Estaba tan desesperadamente solo.
—No le dirás a nadie, ¿verdad? —Draco dijo en voz baja—. Sobre los libros. Supuse que lo sabías, pero lo mantienes en secreto. ¿No es así?
—Nunca le diría a nadie nada sobre ti que no quisieras que compartiera —dijo Harry.
—Guardamos los secretos del otro —Draco asintió una vez, bruscamente—. Ya me lo imaginaba.
Harry quería decirle a Draco que no debería tener que seguir leyendo libros en secreto. Quería hacer que esta versión de Draco se sintiera de la forma en la que el Draco adulto había hecho sentir a Harry, cuando Harry era un niño, cuando Draco lo había abrazado y dicho: Eres amado. Eres tan amado.
Draco estaba mirando fijamente al fuego, luciendo preocupado.
—¿Te he dicho…? —y luego se detuvo.
Harry se quedó quieto. Habían estado hablando de secretos.
Pero Draco no dijo nada más y el fuego crepitó en la chimenea.
—Ignis lavande —dijo Draco, apuntándolo con su varita. Algunas de las llamas se iluminaron en violeta, justo al lado de las de color azul. Draco bajó su varita—. Theodore Nott cree que Padre está fingiendo.
—… ¿Fingiendo? —Dijo Harry.
—Él piensa que Padre pretende ser más importante de lo que es —explicó Draco—. No piensas eso, ¿verdad? Padre es el mejor hombre que hay. Y es más guapo que el padre de Theo. Probablemente Theo solo esté celoso. Dice que la pureza de la sangre no importa, pero si eso fuera cierto, no veo por qué él…
—¿Por qué él qué? —Preguntó Harry.
—Nada —as mejillas de Draco estaban rosadas—. Solo estaba…
Las llamas azules finalmente se desvanecieron en la chimenea.
—Quería ser su amigo —dijo Draco.
—¿No quería ser tuyo? —Harry preguntó suavemente.
—Supongo que no —Las suaves mejillas de Draco se redondearon aún más y sus ojos se convirtieron en tristes océanos grises; hizo un puchero con los labios como si algo le ofendiera.
—¿Por tu padre? —Harry adivinó—. ¿O por la pureza de la sangre?
—Nada de eso. Él cree que soy… —Draco se mordió el labio de nuevo—. Simplemente se hizo una idea equivocada sobre mí; eso es todo.
Harry recordó la otra vez que Draco había mencionado a Nott, la forma en que había comenzado a hablar sobre el matrimonio inmediatamente después. Algo se hundió en el pecho de Harry.
—¿Es él quien dijo que eras un bicho raro? —Preguntó Harry.
—¿Por qué siempre dices eso? —Preguntó Draco—. Theo nunca lo haría… Quiero decir, no lo haría. Pero… creo que quizás… él lo pensó.
—No lo eres —dijo Harry de inmediato.
—Bueno, por supuesto, yo sé que no soy.
—No, Draco, quiero decir… —Harry se detuvo, recordando lo horrible que había sido para él admitirlo, cómo Ginny lo había convencido para que enfrentara lo que era, tan gentilmente, tan amablemente. Había intentado luchar contra él en cada paso del camino—. ¿Cuándo sucedió? —Harry preguntó en su lugar.
—Hace un par de semanas —dijo Draco, aparentemente sin darse cuenta de que no había mencionado nada específico que sucediera, aparte de que Theo "se hizo una idea equivocada"—. No importa —continuó Draco, sacudiendo la cabeza—. Conoceré a otros chicos en Hogwarts. Me haré amigo de ellos, y luego, eso se lo demostrará.
Draco había conocido a otros chicos en Hogwarts. Draco había conocido a Harry.
—Somos mejores amigos, ¿no? —Continuó Draco—. Apuesto a que todos en Hogwarts están celosos de nosotros. Todos quieren ser amigos de nosotros, pero somos muy selectivos en cuanto a con quién seremos amigos. Tenemos a Vince y Greg; los llamaré Crabbe y Goyle en la escuela, por supuesto, e imagino que tendremos a Pansy, a pesar de que es una niña. ¿A quién más tenemos? ¿Somos amigos de los Ravenclaws? Apuesto a que somos amigos de los Ravenclaws; es bueno tener aliados inteligentes.
—¿Por qué llamas a Vince y Greg Crabbe y Goyle?
—Esos son sus apellidos —Draco le frunció el ceño—. Pero debes saber eso. ¿No sabes que todo el mundo usa apellidos en los negocios? Nadie llama a Padre "Lucius"; todos lo llaman "Malfoy", excepto Mamá. Excepto que Mamá no lo llama Lucius; ella lo llama… —Draco se interrumpió—. De todos modos, los socios comerciales usan apellidos y nuestros profesores usarán apellidos. Entonces, en la escuela, planeo comenzar a usar apellidos. Me imagino que en la escuela nos llamamos por apellidos, y todavía lo hacemos en público. Apuesto a que en privado nosotros… —Draco miró a Harry, fingiendo que no lo estaba haciendo.
—He dicho que quería que me llamaras Harry —dijo Harry—. Me gusta llamarte Draco.
—Sí, pensé, pensé que ese podría ser el caso. De todos modos —continuó Draco, con las mejillas un poco rosadas—, usar apellidos es conveniente, ¿no? Harry. De esa manera, sabrás de qué familia son todos, lo cual es importante. Imagínate ser un "Smith",
—Conozco a un Smith —dijo Harry—. Buen tipo.
Draco levantó la nariz. —Qué terriblemente común.
—Potter tampoco es tan inusual, ¿sabes?
La nariz bajó. —No me refiero a la frecuencia del nombre, ugh. Hay mucho que aprender. Tú eres un legado, incluso si tu madre fue una… —Draco se interrumpió de nuevo, mirando rápidamente a Harry como para comprobar si estaba ofendido. Draco prosiguió más lentamente—. Solo quise decir que eres de una buena familia. Incluso si nunca llegaste a conocerlos, Harry.
—Gracias —dijo Harry—. Creo.
—¿Estas triste? —Preguntó Draco, luciendo interesado—. ¿Porque no conociste a tus padres?
—A veces —dijo Harry.
—Creo que sería horrible —continuó Draco—. La familia es más importante que cualquier otra cosa. Sin embargo, está bien —Se instaló en el otro lado del sofá, apoyado en el brazo y extendiendo las piernas como un adulto en miniatura a gusto, con las manos cruzadas sobre el pecho—. Ya que somos mejores amigos, imagino que los Malfoy somos como un acog-… acog.. familia adoptiva. Podrías venir a nuestra casa en vacaciones. Apuesto a que lo has hecho muchas veces. ¿No es mi madre la mujer más hermosa del mundo, Harry? Debes amarla mucho. Hace que la gente se sienta cómoda. Ella siempre quiere que todos estén cómodos, incluso las personas que nunca se sienten cómodas, como Severus. ¿Puedes hablarme de una Navidad que hayamos tenido?
—No creo que pueda.
—Eso está bien. ¿Te he contado sobre aquella en la que Papá me consiguió un dragón? Estaba en un huevo. Vender huevos de dragón es ilegal, ya sabes, solo que Papá no estaba infringiendo la ley cuando lo obtuvo—. Cayó en sus manos. Solo lo confiscaron. Casi lo arrestan.
—Así es como sabes tanto sobre la confiscación de dragones ilegales —Había pasado suficiente tiempo desde el incidente con Norberta para que Harry pudiera divertirse.
—Sí. Sé muchas cosas, Harry —Draco comprobó la expresión de Harry, como para asegurarse de que Harry le creyera, luego miró hacia el fuego—. ¿Te he hablado de mi instructora de baile? Padre la maldijo.
—Tú me dijiste eso, en realidad.
—Eso es porque somos tan buenos amigos. Imagino que te lo cuento todo. No tenías instructora de baile, ¿verdad? Apuesto a que no, habiendo sido criado por muggles. ¿Cómo fue eso? Terrible, supongo. Te encantará venir a nuestra casa en verano. ¿Hemos jugado Quidditch en los jardines?
—Sí, hemos jugado en ellos.
—Es lo que pensaba. Es exactamente lo que pensé que sucedería cuando fui a Hogwarts. Haría buenas amistades con un chico que jugaría quidditch conmigo, y él vendría a casa conmigo de vacaciones. No sería Vince o Greg, porque ya somos amigos, y ellos no leen, y no puede ser Theo porque... bueno, ahora sabes sobre Theo —Draco volvió a mirar a Harry—. Me alegro de que seas tú.
—Draco —Las palabras de Harry se habían atascado en su garganta.
Draco se incorporó, miró a Harry y luego imitó su postura exactamente. El brazo de Harry estaba a lo largo del respaldo del sofá, así que lo llevó a su regazo. Draco miró la mano de Harry con interés, luego señaló con el dedo la marca que decía No debo decir mentiras.
—Esta es una cicatriz inusual —anunció.
Siempre admiré lo honesto que eras, le había dicho Draco, pero Harry no podía soportar decirle la verdad al Draco joven. No podía soportarlo; el corazón de Harry se estaba rompiendo y no sabía qué pasaría con el de Draco. Ciertamente, él no estaría sentado aquí con Harry frente al fuego. Draco no querría estar cerca de Harry en absoluto, y Harry no sabía si el Draco adulto tampoco lo querría después de esto.
—¿Cómo la conseguiste? —Estaba diciendo Draco—. ¿Fuiste torturado?
—Algo.
Draco lo miró con abierto interés.
—¿Te torturan mucho?
—Ya no tanto.
De cara al fuego de nuevo, Draco parecía pensativo.
—No me gustaría que me torturaran —dijo por fin, luego volvió sus grandes ojos grises hacia Harry—. ¿Podrías contarme sobre ser un Auror, Harry? Me imagino que es muy interesante.
—No todo el tiempo —dijo Harry, pero eligió una historia para contarle a Draco de todos modos. Se trataba del Ragerade, principalmente porque la identificación de Draco de esa poción había demostrado ser invaluable. Harry no le dijo a Draco por qué había estado suspendido, solo le dijo que había estado suspendido y que nadie más había podido ayudar hasta que le preguntó a Draco, y luego Harry había localizado al pocionista, que había estado guardando esencia de Demonio de Pantano en su patio trasero en Sussex.
Draco se reclinó en el sofá de nuevo. Escuchó tan silenciosamente la historia que Harry estaba medio seguro de que Draco se había quedado dormido. Sin embargo, tan pronto como Harry terminó, Draco se enderezó, un poco de su cabello cayó sobre su frente.
—Nunca he visto un Demonio de Pantano —dijo—. ¿Son grandes?
—Sí.
El cabello casi caía sobre el ojo derecho de Draco.
—Me pregunto cómo sé cómo lucen los demonios.
—Bueno, dijiste que sabes muchas cosas.
—Oh —dijo Draco—. Cierto.
Incapaz de resistirse, Harry movió el mechón de cabello.
Draco lo miró con sorpresa.
—Mamá siempre hace eso.
—¿Qué?
—Me quita el pelo de la frente así.
—Oh —dijo Harry.
—Está bien —dijo Draco, alisándose el cabello él mismo—. Tuve que cortarme el pelo, pero me dejaron conservar algunos mechones largos. Probablemente los planche cuando vaya a la escuela, ya que todavía tengo que cortarme el pelo aún más.
—¿Por qué tuviste que cortarte el pelo? —Preguntó Harry, recordando que Draco había dicho algo al respecto antes.
—Por la escuela.
—Eso no es hasta dentro de unos meses todavía.
—No seas tonto. Tengo treinta y dos —Las palabras no tenían ningún desprecio real en ellas, y Draco sonaba casi triste. Miró al fuego que crepitaba en la chimenea—. Ignis rose —dijo, apuntando con su varita al fuego, y las llamas se pusieron rojas—. Papá dijo que debería acostumbrarme al pelo corto.
—Tu padre siempre lo tuvo largo.
—Sí, pero… —Draco puso sus manos en sus mejillas, casi como para sentir si estaban calientes. Harry supuso que sí, ya que las mejillas de Draco se habían puesto bastante rojas. Volviéndose hacia Harry, Draco dijo—: Tú… si te cuento un secreto, ¿no se lo dirás a nadie?
—No lo diré.
—Me… me gustaba llevar cintas. En mi cabello. Mamá lo trenzaba. Nosotros… nosotros sabíamos que no era… nadie nos vio nunca, excepto Padre. Era solo por diversión.
Harry tuvo cuidado de no cambiar de expresión. —Creo que tu cabello se vería muy bien con cintas —fue todo lo que dijo.
—Pero los chicos no usan cintas —dijo Draco miserablemente.
—Algunos chicos lo hacen —dijo Harry con firmeza—. Conozco a un chico que tiene tatuajes por todas partes y al menos cinco piercings, y siempre usa una trenza en un lado, y siempre tiene algo en ella: como hilos o cintas. Tiene los músculos más grandes que jamás hayas visto.
Los ojos de Draco estaban muy abiertos.
—Él es un domador de dragones —agregó Harry, por si Draco todavía pensaba que Charlie Weasley era demasiado femenino.
—Wow. ¿De verdad conoces a alguien así?
—Sí.
—¿Él es guapo?
—Mucho —Harry trató de ocultar una sonrisa.
—Y a su esposa, ¿no le importa? ¿Sobre la cinta?
La sonrisa de Harry se desvaneció.
—No tiene esposa.
—Oh —Draco se dejó caer de nuevo en su rincón del sofá, pero esta vez se acurrucó en lugar de tumbarse. Después de un tiempo, dijo—: Solía querer ser un domador de dragones.
—¿Por qué cambiaste de opinión? —Preguntó Harry.
—No pagan mucho —fue todo lo que dijo Draco.
Draco se veía tan pequeño allí, acurrucado en un rincón, mirando el fuego. Harry quería decirle que ser un domador de dragones estaría bien. Quería decirle que todo estaría bien. Harry también miró el fuego y se frotó la cicatriz de la mano.
—Extraño… —La voz de Draco se quebró.
—¿Extrañas a tu mamá? —Preguntó Harry en voz baja.
—Extraño mi cabello —dijo Draco, conteniendo un sollozo. Giró su rostro hacia el brazo del sofá, presionándolo allí.
Harry no sabía qué hacer. Cuando lloró cuando tenía diez años, Draco sostuvo a Harry en sus brazos y le hizo sentir que todo estaría bien. Torpemente, Harry le dio una palmada en la espalda a Draco.
—Volverá a crecer —dijo finalmente.
—No —dijo Draco, volviendo a tomar aire. Se sentó en el sofá, girándose para mirar a Harry—. Nunca lo volveré a dejar crecer, nunca. Gente como Theo… bueno, no voy a tener músculos grandes; soy escuálido y nunca voy a domesticar dragones. Tengo que tener el pelo corto para siempre, y tengo que vestirme de gris, y tengo que... ser discreto; tengo que fingir… —Suspiró convulsivamente, luego de nuevo.
—¿Alguien te llamó escuálido?
—¿Por qué siempre dices que alguien me dijo cosas? ¡Yo sé lo que soy!
—Pero no eres escuálido —dijo Harry—. Eres perfecto.
—Pero no soy perfecto —Draco continuó, sonando un poco histérico—. ¡Soy lo opuesto a perfecto! ¡Y Mamá dijo- dijo- dijo que no puedo tener histeria! Dijo... ¡dijo que no puedo llorar! —gritó Draco.
Harry se mordió el labio.
—Eso es una tontería.
—Ella dice… dice que el baño es el único lugar donde puedes llorar en Hogwarts, porque en las mazmorras tienes a tus compañeros; en los pasillos alguien podría ver... y... y...
—Eso es ridículo —dijo Harry, poniendo su brazo alrededor de los hombros de Draco—. No hay nada de malo en que alguien te vea llorar.
—Pero no… —Draco se quedó sin aliento y Harry pensó que podría estar jadeando por respirar.
Sin saber qué hacer, Harry apretó los hombros de Draco con más fuerza. No tenía ni la menor idea qué era lo que había provocado esto.
—No —continuó Draco—, porque yo... y si me descubren- y están todos esos otros niños; van a- ¡no quiero ir a la escuela!
Oh.
—Ya has ido a la escuela —dijo Harry, tratando de tranquilizarlo—. Tienes treinta y dos.
—Padre dijo… dijo que el director no es natural. Que él... él pondrá ideas repugnantes en mi cabeza.
—No creo que eso sea cierto.
—No lo entiendes —se lamentó Draco—. ¡Ya tengo ideas repugnantes!
—Draco —Harry sintió que su magia se acumulaba dentro de él. No sabía qué hacer con él.
—¿Y si… y si el director Dumbledore…? ¿Y si la ya lo sabe? ¿Y si se entera? ¿Qué pasa si otros niños se enteran sobre las cintas?
—No lo harán —dijo Harry, tratando de hacer retroceder su magia. Ahora no era el momento de tener la conversación sobre cómo ninguna de las ideas que tenía Dumbledore era repugnante.
—¿Pero y si lo hacen? ¿Qué pasa si no les agrado a otros niños? ¿Y si no tengo amigos? ¿Y si me odian?
—Me agradas —dijo Harry—. Me agradas mucho.
—Sí —Draco sollozó—. Supongo que... supongo que todo saldrá bien. Al final. Pero no puedo evitar… Estoy tan preocupado por eso.
—Aquí —dijo Harry, conjurando un pañuelo—. Suénate la nariz. Está bien estar preocupado por la escuela, Draco. Mi ahijado estaba aterrorizado.
Después de sonarse la nariz, Draco lo miró con ojos llorosos.
—¿Lo estaba?
—Sí. Es un metamorfomago. Tenía miedo de que todos los niños de Hogwarts le hicieran preguntas groseras al respecto.
—¿Un metamorfomago? —Draco volvió a sonarse la nariz—. Nunca he conocido a uno —Su mirada se volvió pensativa—. ¿Puede hacer que su piel tenga escamas?
—Preguntas como esa —señaló Harry—. Pensó que la gente le diría cosas así.
—Eso no es de mala educación.
—Es un poco intrusivo, ¿no? Como si alguien te dijera que no puedes llevar cintas en el pelo.
Draco le hizo una mueca.
—Padre me dijo que no podía. No fue intrusivo; me estaba protegiendo. Me lo dijo para que la gente no se burlara de mí.
—Pero Teddy no puede evitar ser un metamorfomago, así como tampoco tú puedes evitar querer usar cintas.
—No quiero usar cintas nunca más; no soy patético —Draco parecía haber superado su pequeño arrebato, pasando a la curiosidad—. ¿Su nombre es Teddy?
—Sí —dijo Harry, quitando su brazo de los hombros de Draco.
—¿Y es tu ahijado? ¿Cómo conseguiste un ahijado? —Draco parecía mucho más interesado en esto que en aprender a ser cortés con la gente.
—Había un profesor al que respetaba y amaba mucho —dijo Harry—. Tenía una esposa. Yo también la amaba, y… tuvieron un hijo y… y me pidieron que fuera su padrino.
—Oh. Debes haberlo hecho bien —dijo Draco, secándose la nariz.
Harry sonrió.
—No mucho.
—Bien —Draco parecía estar pensando—. ¿Los niños hicieron preguntas malas? En Hogwarts, quiero decir. ¿A Teddy?
—Algunos de ellos lo hicieron —dijo Harry.
—¿Por qué?
—Porque algunos niños no son muy agradables.
Draco miró hacia otro lado y comenzó a jugar con el pañuelo, lo cual era un poco asqueroso. Tenía mocos por todas partes.
—No soy agradable —dijo de repente.
Harry guardó silencio.
—Madre dice que tengo que tratar de ser más amable. Y Padre cree que soy muy…. antipático. Dice que tienes que ser complaciente, para que… para que otras personas estén de acuerdo contigo.
—A veces no me portaba bien —dijo Harry, después de un largo momento—. Hay momentos en los que no deberías ser agradable.
—Oh, no —Draco sollozó—. Madre dice… ella dice que no importa lo que sientas por dentro. Por fuera, siempre tienes que ser cortés. Es eso que se llama decoro, como decorar. De eso se trata ser discreto, ya sabes. Te escondes detrás de la decoración para que la gente no sepa lo que estás sintiendo. Solo que… todavía no soy bueno en eso. Madre dice que todo lo que tengo dentro siempre sale a la luz.
—Amo lo que hay dentro de ti —comentó Harry.
—Eso es porque eres un Gryffindor. Si fueras astuto, podrías decorar y luego obtendrías lo que quieres. Los Gryffindors no obtienen lo que quieren porque son... son descarados. No puedo ser descarado, especialmente porque soy... bueno. Tengo que decorar, es lo que estoy diciendo.
—Tu madre y tu padre te dicen mucho cómo debes actuar.
Draco miró hacia el techo.
—Mira, no lo sabes, porque eres huérfano. Están tratando de ayudarme. Me están moldeando.
—Bien —asintió Harry—. Pero parecen estar moldeándote para que seas quien ellos quieren que seas, en lugar de quien tú quieres ser.
—No seas idiota —dijo Draco, sonando disgustado—. Quiero ser como ellos. Quiero ser como Papá.
—Entonces, tal vez sea mejor que empieces a dejarte crecer el cabello.
Draco lo fulminó con la mirada, sus ojos comenzaron a brillar.
—¡Lo siento! —Harry levantó las manos—. Solo quise decir- eres una persona diferente a tu padre. No puedes ser él. Tienes que ser tú.
—Lo sé; yo solo… —Draco se dejó caer de nuevo en la esquina del sofá y se tumbó de nuevo. Se movía mucho y Harry se preguntó si Draco tenía demasiada energía para sentarse tanto tiempo en el sofá. Sin embargo, no parecía querer irse, porque continuó diciendo—: Ojalá pudiera ser más como él.
—Me alegro de que seas como tú —dijo Harry—. Me gustas más así.
—¿En serio? —Draco lo miró de nuevo.
—En serio —dijo Harry, deseando poder pensar en cosas que harían que Draco se sintiera menos inquieto y malhumorado. Cuando Harry tenía diez años, Draco había pensado en todo tipo de cosas para mantenerlo entretenido: hacer que el suelo se pusiera peludo, hacer volar el sofá. De alguna manera, Harry pensó que Draco no apreciaría esas cosas. Pensaría que Harry estaría siendo condescendiente con él.
—Mi papá ama mucho a mi mamá —dijo Draco.
—Eso es algo bueno —dijo Harry, porque Draco sonaba miserable al respecto.
—Lo sé —dijo Draco, sonando aún más miserable—. La amaba tanto, la complacía. Cuando se trataba de mí, me refiero. Él le dejó... bueno, ya sabes lo de las cintas. Y jugábamos con muñecas —se levantó de golpe, sentándose derecho para poder enfrentar a Harry—. No le dirás a nadie sobre eso, ¿verdad?
—Por supuesto no.
Dejándose caer contra el brazo del sofá, Draco prosiguió:
—Padre dejó que esto siguiera por mucho tiempo. Las cintas y las muñecas. Él... él falló en su trabajo de moldearme, y le preocupa que no les agrado a otros chicos en la escuela. Bueno, y que a las chicas tampoco les agrado. Es muy importante que les guste a las chicas. Tengo que llevar una a un baile, si hay un baile en Hogwarts. Así es como Padre y Madre empezaron a cortejar.
Harry tragó saliva. —Algunos chicos a los que no les agradaste en la escuela pueden aprender a amarte después de eso.
—Pero Padre tiene razón; ¿no lo ves? Nunca amaré a una chica como Papá ama a Mamá. Sé que nunca lo haré.
No necesitas amar a las chicas, quería decir Harry desesperadamente, pero no lo hizo.
—Y Padre también me ama —continuó Draco—. Él me ama tanto. Tanto así que él haría cualquier cosa por mí. Él solo quiere lo mejor para mí, y yo... y yo voy a decepcionarlo.
—No eres una decepción.
—Pero voy a decepcionarlo a él, y eso es lo que realmente importa.
—Tal vez —dijo Harry—. Pero no me decepcionas a mí. Recuerda eso cuando seas mayor. Superas con creces todas las expectativas que he tenido de ti.
—Bueno, por supuesto que superé las expectativas de todos los demás —Draco levantó la nariz, a pesar de que el resto de él estaba desplomado contra el costado del sofá.
—Te extraño —dijo Harry apresuradamente.
Draco se volvió hacia él.
—Estoy aquí.
—Me refiero a tu yo mayor. Le extraño.
—Bueno, entonces, ¿qué soy yo? ¿Un puré de guisantes?
—Eres mucho más joven, para empezar.
—Oh, cielos —dijo Draco, poniendo los ojos en blanco.
—¿Aún no tienes hambre? —Preguntó Harry—. Todavía tenemos que comer pastel.
—¿Pastel? —Draco se animó.
Transfigurar un pastel era uno de los pocos hechizos de cocina que Harry conocía; lo había hecho algunas veces para Teddy.
—Vamos —dijo Harry, poniéndose de pie—. ¿Qué tal si me cuentas otra historia de Navidad mientras yo hago uno para nosotros?
—¿Por qué iba a contarte una historia de Navidad? —Preguntó Draco, siguiendo a Harry a la cocina.
—Porque me has dicho que las vacaciones son felices —dijo Harry—. Me gusta escuchar que eres feliz.
—Eres raro —dijo Draco, pero le contó una historia de todos modos.
-0-
El pastel de Harry no era tan bueno como lo había sido el de Draco, pero era lo suficientemente bueno. Draco dijo que no era tan bueno como los pasteles hechos por los elfos domésticos en la Mansión, pero tomó dos rebanadas, así que Harry lo consideró una victoria. Charló intensamente durante toda la hora del postre, y cuando volvieron a la sala de estar, siguió charlando frente al fuego durante una hora más.
—Creo que es hora de irse a la cama —dijo Harry, una vez pasada la hora.
—No tengo que ir a dormir. Tengo treinta y dos.
Esto se estaba convirtiendo en una excusa común.
—Bien —asintió Harry, poniéndose de pie—, pero estoy hecho polvo y me voy a la cama. Comenzaremos su cura una vez que hayan transcurrido las doce horas, por lo que es posible que desees descansar un poco antes de que lo hagamos.
—Me quedaré despierto —dijo Draco—. ¿Dónde duermes?
—Hay literas.
—¿Literas? —Sonando interesado, Draco se levantó del sofá.
—Están abajo —dijo Harry, dirigiéndose al librero. Comenzó a buscar ese libro de cuento de hadas, el que tenía la cubierta de cuero y enredaderas por todas partes, el que Draco le había leído—. Pensé que te gustaría leer un libro.
—Bien —dijo Draco, sonando confundido—, pero tengo tres allí. Y seis allí —Señaló las pilas cerca de la silla floral.
—Por supuesto —Por fin, Harry encontró el libro y lo sacó de los estantes—. Pero pensé que tal vez podríamos leer juntos. ¿Qué tal este?
Draco le hizo una mueca.
—¿Por qué tienes ese libro? Es para bebés.
Harry miró el libro, tratando de ocultar su decepción.
—¿Y cómo leeríamos juntos? —Continuó Draco—. ¿Qué pasa si uno de nosotros tiene que pasar las páginas a un ritmo diferente? Suena incómodo.
—Quiero decir —dijo Harry, también tratando de no sonar impotente o decepcionado o cualquiera de las cosas que estaba sintiendo—, podría leerte.
—Oh, cielos —poniendo sus manos en sus caderas, Draco lo miró con total disgusto—. Esto se debe a que no tienes padres, ¿no? Los padres hacen eso cuando tienes siete años, Harry. Cuando tienes once años eres mayor y nadie te lee a menos que seas patético. Siempre tengo que enseñarte cosas, ¿no?
—Sí —Volviéndose hacia el estante, Harry guardó el libro—. Supongo que sí —Comenzó a bajar las escaleras.
Draco lo siguió, anunciando: —No me voy a dormir. Quiero ver las literas —como si Harry hubiera cambiado de opinión al respecto.
Caminaron a través del laboratorio hasta el dormitorio, donde Harry reforzó la cama hundida con nuevos encantamientos para convertirla en una litera. También redujo el pijama para Draco, con cuidado de evitar hacer referencia al hecho de que el pijama en realidad pertenecía al yo mayor de Draco. El Draco joven ya se había burlado del tamaño y el mobiliario de la habitación, y a Harry no le apetecía que Draco pasara por otra crisis cuando se enterara de lo profundamente que había decepcionado a Lucius al vivir detrás de una tienda.
Draco hizo que Harry se fuera para que Draco pudiera ponerse el pijama, pareciendo haber olvidado que había dicho que no se iba a dormir todavía. Harry transfiguró su túnica de Auror en pijamas para él, y cuando volvió a entrar, Draco ya había reclamado la litera de arriba.
—Pensé que no te ibas a dormir —señaló Harry.
—No lo haré —dijo Draco—. Voy a leer. ¡Accio Mareas del Atlántico! —Salvajemente, Draco agitó su varita desde la litera de arriba—. ¡Accio Mareas del Atlántico! ¡Accio Mareas del Atlántico!
—Tal vez podrías haberlo tomado cuando estábamos mirando las estanterías —dijo Harry, tratando de no sonar molesto con él.
—¡Accio Mareas del Atlántico!
Suspirando, Harry agarró el brazo de Draco mientras éste salía de la cama.
—Así —Con una mano, Harry aflojó los tensos dedos de Draco en la varita. Con el otro, Harry ayudó a Draco a hacer el movimiento requerido para hacer el encantamiento—. ¡Accio Mareas del Atlántico! —dijo Harry.
—No va a funcionar si lo dices tú —dijo Draco.
—Creo que lo hará. Le agrado a tu varita.
Draco abrió los ojos como platos y miró su varita.
—¿En serio?
—Sí. Somos amigos.
Draco miró a Harry, luego a la varita, luego a Harry. Draco se mordió el labio.
—Parece que tienes razón —dijo finalmente, su voz suave.
—¿En serio? —Preguntó Harry, la molestia se había convertido en diversión. Draco siempre decía que lo sabía todo.
—La magia... tararea. Más. Cuando tú... cuando lo haces conmigo. Es así cuando Mamá y Papá me ayudan con mi varita de práctica.
Harry no supo qué decir.
Las Mareas del Atlántico golpearon a Harry en el hombro y luego flotaron ordenadamente en el regazo de Draco.
—¡Lumos! —Dijo Draco—. Puedes apagar la luz, ya que te vas a dormir —dijo, abriendo el libro y acurrucándose en su almohada—. Es mejor que no ronques.
—Está bien —Harry se metió en la cama.
—¿Harry? —Dijo Draco, un minuto después.
El Draco joven no se parecía en nada a Harry, pero era un charlatán mucho más grande, incluso si le gustaba leer, así que Harry casi había esperado esto.
—¿Sí, Draco? —Preguntó Harry, divertido de encontrarse a sí mismo diciéndolo de la misma manera que Draco lo había hecho.
—¿Quieres leer mi libro?
—No —dijo Harry—. Puedes leerlo.
—Es realmente bueno —dijo Draco.
—Me iré a dormir —dijo Harry, sin esperar dormir en absoluto.
Draco inclinó la cabeza hacia un lado, tal como lo había hecho el propio Harry cuando tenía diez años.
—Pero es estupendo. Hay gente-pez, no creo que la gente-pez sea real; son inventos, pero creo que tal vez solía haber gente-pez, y de todos modos hay sirenas, así que la gente-pez podría ser real.
—Además —dijo Harry—, hay Demonios de Pantano.
—No digas tonterías. Los Demonios de Pantano no están relacionadas en absoluto. Aquí —Draco entregó el libro a un lado de la cama, así que Harry tuvo que agarrarlo o dejar la pequeña mano de Draco sosteniendo un enorme tomo—. También puedes usar mi varita —dijo Draco, entregándola a un lado una vez que Harry tomó el libro. La varita seguía emitiendo luz, destellando en los ojos de Harry.
—Tengo mi propia varita —señaló Harry.
—Sí —dijo Draco, moviendo la varita hacia el rostro de Harry—. Pero mi varita es tu amiga, y la mía ya está emitiendo un Lumos, así que no tienes que lanzar uno. Mi Lumos es realmente bueno.
Harry tomó la varita, solo para que la luz dejara de brillar en su rostro. Draco movió la cabeza y los hombros hacia su litera.
—¿Qué te parece el libro? —Preguntó Draco, después de otro minuto.
Harry había estado sosteniendo el libro y la varita hasta que Draco pidiera que se los devolviera.
—Hmm —dijo Harry—. No puedo ver. Me quité las gafas.
—Bueno, eso es una tontería. Lánzales un Accio.
Suspirando, Harry recogió sus lentes de la mesa al lado de la cama.
Después de otro minuto, Draco preguntó:
—¿Has llegado a la parte en la que el rey pez tiene que vender a su hija, o volverán a elevar la isla por encima del mar?
—Todavía no.
—Ese es el capítulo cuatro —dijo Draco—. El capítulo cuatro es el mejor hasta ahora.
—Eh… —dijo Harry—. Empecé por el principio.
—No empieces por ahí —dijo Draco—. Empieza por el capítulo cuatro.
—Está bien.
—¿En qué página estás? —Preguntó Draco un momento después.
—Setenta y tres.
—Bien —dijo Draco—. Son capítulos largos. Leo rápido. ¿Qué está pasando?
—Hmm —dijo Harry—. ¿Capítulo cuatro?
Draco volvió a inclinar la cabeza hacia un lado.
—¿Pero qué está escrito?
—Eh… —dijo Harry. Miró la página—. La Reina Alispa-
—Alisbah —La cabeza y los hombros de Draco desaparecieron de nuevo.
—La reina Alisbah está comiendo y el rey acaba de recibir un mensaje de un cangrejo.
—No resumas —dijo Draco apareciendo por el costado de nuevo—. Léelo.
Harry leyó una oración para él, siguiéndola con su dedo para que las letras no saltaran, lo cual era difícil mientras sostenía la varita.
Draco había vuelto a desaparecer.
—Ahora lee la siguiente parte.
—Draco —dijo Harry—. ¿Quieres que te siga leyendo?
—Sí, por favor.
—Oh, Dios mío —dijo Harry.
—¿Qué? —Draco apareció de nuevo.
—No importa. ¿Quieres que también haga voces?
—¿Haces voces? —Draco parecía interesado.
—Puedo intentar.
—Nadie las hace tan bien como Papá —dijo Draco—. Supongo que puedes intentarlo.
—Bueno, gracias por tu permiso —dijo Harry, pero leyó las dos páginas siguientes.
—No eres un buen lector —dijo Draco, después de que las dos páginas hubieran terminado.
—Eso me han dicho —dijo Harry, queriendo rascarse los ojos.
—Será mejor que vaya allí y te ayude.
—Draco —comenzó Harry, pero Draco ya estaba bajando por el costado de la litera, que no tenía escalera.
—Muévete —dijo, cuando llegó al suelo.
—No hay espacio —protestó Harry.
—No te quejes —dijo Draco—. Por supuesto que hay espacio. Muévete.
Draco ya estaba empezando a subirse a la cama encima de las sábanas, así que Harry se movió tanto como pudo.
—Léemelo —dijo Draco, recogiendo el libro de nuevo y entregándoselo a Harry.
—Pensé que leía terriblemente —dijo Harry, abriendo el libro.
—No haces —dijo Draco.
Harry había terminado dos oraciones cuando Draco dijo: —No necesitas poner el dedo así. No tengo cuatro.
Draco siempre parecía ansioso por enumerar las edades que no tenía.
—Lo estaba haciendo para mí —dijo Harry.
—¿Por qué?
Harry suspiró.
—Es difícil para mí leer.
Draco lo miró rápidamente.
—¿Como Vince?
—Me lo imagino.
—Entonces… —La pequeña frente de Draco se arrugó con dolor—. ¿No te gusta leer?
—Draco… —Harry se tragó otro suspiro—. Realmente no.
—Pero —Los ojos de Draco buscaron los suyos—. Pero nosotros… —Se mordió el labio—. Debo ayudarte —dijo, recostándose contra Harry—. Te ayudo en la escuela, ¿no? Yo soy el que te lee. ¿Te gusta, Harry? ¿Te gusta cuando te leo?
—Me ha gustado cuando me lees.
—Puedo sostener el libro por ti, Harry —Con voz ansiosa y solícita, Draco tomó el libro—. Conservaré tu lugar, para que puedas mirar las letras. Eso es lo que hago por Vince. Soy un buen amigo, ¿no?
—Sí —dijo Harry débilmente.
—Apuesto a que me gusta hacerlo por ti. Me gusta hacerlo por Vince, me gusta ayudarlo. Y tú me ayudas, ¿no? Apuesto a que me ayudas de otras formas. Apuesto a que eres inteligente en otros aspectos. ¿No es así, Harry?
—Yo… sí.
—Me agradas, Harry —susurró Draco—. Me gusta cuando leemos juntos así. ¿A ti también te gusta?
Harry respiró hondo.
—Draco-
—Y sigo siendo discreto, ¿no? —Draco susurró—. Nadie lo sabe.
Oh, Dios.
—Yo nunca hago nada raro —continuó Draco—. No crees que soy un bicho raro, ¿verdad?
—No —dijo Harry con fuerza—. Por supuesto que no.
—Porque sabes que solo te estoy ayudando a leer. Lo hago así con Vince. No cree que sea un bicho raro. Él sabe que solo lo estoy ayudando.
—Está bien, Draco.
—¿Qué es esta palabra? —Draco tocó el libro—. La diremos juntos. "Record-"
—Recordar.
—Muy bien —Draco le sonrió—. Ahora te leeré la siguiente parte y te acostumbrarás.
Draco leyó por un rato. Harry se había acostumbrado tanto al zumbido de la voz de Draco que sintió que se quedaba dormido, cuando finalmente Draco dijo:
—Ahora es tu turno. Seguirás mi dedo y te ayudaré cuando no sepas las palabras.
—Conozco las palabras. Es solo que… no importa —dijo Harry, porque no quería molestarse en explicar. De todos modos, nunca había sido capaz de explicarlo bien; solo Hermione parecía entender de lo que estaba hablando, y eso había sido en quinto año. Entonces le había enseñado el hechizo de lectura, lo que le había ayudado mucho.
Harry leyó por un rato, hasta que el dedo de Draco cayó de la página, su cabeza contra el hombro de Harry. Con cuidado de no despertar a Draco, Harry lo apuntó con su varita y dijo: "Levicorpus", y empujó a Draco de regreso a la litera de arriba.
-0-
Harry se despertó con su varita sonando para alertarlo de que la poción había madurado.
—Draco —dijo Harry, después de sacar la cura del armario cerrado. Encendió la luz.
Draco estaba acostado en la cama, estirado en todas direcciones en un ángulo que no podía ser cómodo. Su cabello también sobresalía en todas direcciones, su camisa de pijama levantada hasta su cintura estrecha
—Draco —dijo Harry de nuevo, sacudiéndolo por el hombro—. Despierta.
—Mamá —dijo Draco, y abrió los ojos—. No eres mamá —Él frunció el ceño.
—Son las cuatro y media —dijo Harry—. La cura está lista.
—Oh —Con el cabello levantado por todos lados, Draco se frotó los ojos—. Bien.
—¿Quieres quedarte en la cama? —Preguntó Harry. La he traído aquí. Las instrucciones dicen que te dormirás cuando seas mayor, por lo que todavía no sentirás nada.
—Un año a la vez, ¿verdad?
—Un año a la vez.
Draco bostezó.
—Al menos no tengo que ir a la escuela. De nuevo, quiero decir. Quiero decir, puedo terminar el primer año en… ¿cuánto tiempo? ¿Unas pocas horas?
—Sí —Harry levantó la poción—. Tomó un bonito color —dijo, porque la tormenta hirviente en el cristal se había convertido en algo casi completamente claro, con solo un rastro de azul. Esto coincidía con los colores que el Draco adulto había predicho, por lo que Harry se sentía bastante bien al respecto.
—Dámela—dijo Draco, extendiendo la mano y moviendo los dedos. Cuando Harry le dio la botella, Draco la giró, como para mirarla a la luz—. ¿Tengo que beberme todo?
—Sí.
—Bien. Es mejor que no sepa asqueroso —Luego, sin más ceremonia, Draco echó la cabeza hacia atrás y comenzó a beber—. No es tan malo —agregó, después de un largo sorbo.
—¿Te sientes bien? —Harry preguntó con ansiedad.
—Preocupado por mí, ¿verdad?
—Sí.
La sonrisa de Draco se suavizó un poco.
—Está bien, Harry. No le diré a nadie que no sabes leer.
—No me molestes —dijo Harry—. Bebe tu poción.
Draco tomó otro sorbo largo.
—Hay bastante —dijo.
—¿Sigues bien?
—Cielos —dijo Draco—. Cálmate. Eres peor que Mamá.
—Draco —dijo Harry, porque en algún momento, Draco iba a recordar acerca de Narcissa, pero Draco estaba volcando la botella hacia atrás, bebiendo el resto.
—Bueno —dijo Draco, limpiándose la boca con el dorso de la mano—. Eso fue-
Entonces la botella cayó y Draco se golpeó contra la cama.
—¡Draco! —Dijo Harry, el vidrio chocando con el suelo. A Harry no le importaba, porque Draco yacía inmóvil en la litera de arriba, y Harry no sabía lo que le había dado. Draco había hecho la poción; Harry no sabía lo que contenía. Harry había confiado en Draco, pero ¿y si no podía? ¿Y si Draco hubiera puesto algo allí para lastimarse a sí mismo para poder curar a Harry? Sonaba como algo que Draco haría. Draco lo había hecho antes, había hecho esto, se había convertido en un niño.
Harry miró el cuerpo boca abajo de Draco, sintiendo el pulso, poniendo una mano cerca a la nariz y a la boca de Draco para tratar de sentir si aún respiraba. El pulso era constante y Harry podía sentir el suave aliento de Draco. Harry respiró hondo y trató de calmarse.
Mierda.
Debería haber llamado a alguien. No debería haber intentado hacerlo solo, solo que Draco no quería que nadie lo viera de esa manera, y Hermione y Ron todavía estaban bajo la influencia de algo, y Harry no sabía quién más estaba involucrado. Lo único que quedaba era esperar y esperar que la poción funcionara.
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Nessie-sars: Si el capítulo anterior te volvió loca por el cambio de emociones de Draco, no quiero ni imaginar cómo te pondrá este JAJAJAJA. No te miento, me puse demasiado mal cuando traducía este capítulo, el anterior y el catorce. La manera en la que tanto el Draco adulto y al Draco niño piensan sobre sí mismos o sobre cosas que les gustan... mi corazoncito no puedo soportarlo. Ah, y sobre la zorra, sí, ese también era su patronus c: ¡Me alegra que te hayan gustado los capítulos!
Jade Angel7: Totalmente de acuerdo contigo. La manera en la que los niños el mundo suele ser diferente a la forma en que nosotros lo percibimos, y muchas veces notan detalles que nosotros no, y sin embargo, se les suele subestimar. ¡Gracias por comentar!
giulianacontesso: ¡Me alegro que te esté gustando la historia! Pero solo una aclaración: No es mía, es de lettered en ao3, quien me dio el permiso para traducirla. De todas formas, aprecio bastante que te esté agradando:3.
