XVII
Junio de 2012
Harry Potter: 31 años
Draco Malfoy: 12 años
Tres horas después, Harry había limpiado el cristal y transfigurado la ropa que Draco tenía que ponerse cuando despertara. Las instrucciones de Draco habían dicho que se mantuviera dentro de un radio de diez metros, lo cual infundió suficiente ansiedad en Harry como para preferir lanzarse un Scourgify antes que tomar una ducha y alejarse de Draco, luego transfiguró de vuelta el pijama que llevaba puesto en su túnica de Auror. La túnica había estado bajo tantos hechizos que probablemente tendría que conseguir una nueva, pero Harry no estaba preocupado por eso. Estaba preocupado por Draco, que no se había movido.
Sin embargo, su rostro había cambiado. No había cambiado lo suficientemente rápido o dramáticamente como para que Harry viera la carne de Draco moverse activamente, pero su rostro se había alargado un poco. Parte de la grasa del bebé se había ido.
Harry transfiguró la litera a su forma original, principalmente para que fuera más fácil ver a Draco. También agrandó el pijama de Draco porque se suponía que Draco tenía doce años después de la primera dosis de la cura, y doce eran más de once. Harry no sabía qué tanto iba a crecer Draco, porque a los doce él había sido más pequeño que Draco, así que simplemente lo había adivinado. Draco parecía haber crecido con su pijama puesta sin haberse muerto o lastimado seriamente, así que eso era bueno. Era genial. Harry se obligó a respirar.
Un grito ahogado llenó la habitación, y Harry saltó del taburete que había traído del laboratorio a la habitación de Draco. Draco estaba sentado en la cama con la espalda recta, como si no se hubiera desmayado en lo absoluto. Su rostro definitivamente parecía mayor.
—Draco —suspiró Harry.
—Potter —escupió Draco, de una manera tan familiar que Harry se estremeció.
Si Harry no se hubiera vuelto loco de preocupación, podría haber pensado en cuánto odiaría Draco a Harry después de su primer año y decidir cómo lo manejaría. Harry no lo había olvidado, pero no se había permitido pensar en ello más de lo necesario. Quizás una parte de él incluso esperaba que esto no sucediera, pero no se puede volver atrás al pasado. Así debería ser si quiere recuperar a Draco.
—Sí —dijo Harry.
Los labios de Draco se curvaron. Luchó con las sábanas y finalmente las desenredó de sus piernas.
—Quiero algo de ropa.
—Te dejé algo —dijo Harry, haciendo un gesto—. Allí.
Draco se bajó de la cama y se acercó a la ropa, recogiendo la camisa de vestir con dos dedos, como si estuviera cubierta de baba.
—Horrible. Exactamente lo que esperaría de ti. Bueno, ¿te vas a quedar ahí parado mirándome cambiarme o qué?
Harry cerró los ojos, sacando su varita.
—Expecto Patronum —dijo, pensando en algún momento en el que le había agradado a Draco. La zorra plateada salió y Harry la dejó en la habitación con Draco, temiendo dejarlo solo en este estado.
—¡No necesito que tu feo animal me espíe, viejo pervertido! —Draco gritó cuando Harry salió.
Harry esperó en el laboratorio cerca del dormitorio durante cinco minutos, luego diez.
—¿Draco? —Preguntó, llamando a la puerta.
—¡No he terminado aún! —Una voz estrangulada sonó en el interior.
Harry esperó otros cinco. —Draco-
—¡Déjame en paz!
—Voy a entrar —dijo Harry, abriendo la puerta.
Draco estaba sentado en el suelo junto a la cama, con las rodillas dobladas y el rostro enterrado en ellas. Se había cambiado de ropa y la zorra plateada estaba sentada a su lado, mirando con tristeza los hombros temblorosos de Draco.
—Oh —dijo Harry.
Ahora sabía lo que debería haber hecho cuando encontró a Draco así después de que su madre había muerto. Debería haberlo tocado. Debería haberlo abrazado. Debería haberlo llamado "cariño", porque lo era.
Harry sabía que Draco no lo agradecería ahora. Harry lo sabía, pero la necesidad de tocarlo, de abrazarle y tratar de hacerlo sentir seguro estaba allí, cuando nunca la había estado antes. No sabía si era por lo que Draco había hecho cuando Harry era joven. Cualquiera sea la razón, Harry sintió como si algo se hubiera abierto dentro de él, como si finalmente pudiera acceder a una parte de sí mismo que había estado cerrada por mucho tiempo.
Harry lo intentó, sentándose en el suelo junto a Draco.
—Draco —dijo, poniendo experimentalmente su mano sobre el hombro de Draco.
—Se suponía que ibas a ser mi amigo —sollozó Draco. No se quitó de encima a Harry. En todo caso, se inclinó un poco hacia él.
Tentativamente, Harry puso su brazo alrededor de los hombros de Draco, y fue como si todas las defensas de Draco se hubieran ido, se presionó contra él, con la cara enterrada en el pecho de Harry.
—Oh —dijo Harry de nuevo, sintiéndose abrumado. Intentó abrazar a Draco.
—¿Por qué no te agrado? Dijiste que te agradaría. Dijiste que-
—Shh —dijo Harry, porque Draco se lo había dicho a su yo niño—. Sí me agradas. En serio.
—No es así —dijo Draco—. Prefieres a la comadreja y a esa- a esa-
—Por favor, no lo digas —dijo Harry, abrazando a Draco con fuerza.
—¿Decir qué? —Draco se lamentó—. ¿Qué importa? ¡No me importa lo que quieras que diga! ¡No te agrado!
—Sí me agradas —dijo Harry de nuevo, acariciando su cabello—. Solo que… se va a tardar, va a tomar su tiempo.
—¿Cuándo? —Draco se apartó y sollozó—. ¿El próximo año?
Harry vaciló. —Quizás un poco más tarde,
—Mierda —Draco se había alejado, pero su mirada se dirigió a Harry—. Tengo doce; puedo decir "mierda". Y tampoco suelo llorar. No me parezco en nada a mí yo de once años. Olvida todo lo que te dije. De todos modos, ni siquiera me agradas.
—Pero tú me sigues agradando.
—¿Qué pasa con la comadreja? —Preguntó Draco con amargura.
—Me agrada él también. No… —Harry tragó—. No de la forma en que tú me agradas.
—¿Por qué… por qué lo elegiste a él, entonces? Él no es genial. Tiene pecas. No es nada guapo.
—Draco —dijo Harry—. Yo no lo elegí. Ron fue amable conmigo. Su mamá fue amable conmigo.
—Su mamá —dijo Draco, consternado.
—Nunca había tenido una mamá antes —Por alguna razón, Harry quería explicarse, no para excusar sus acciones, sino para que Draco lo entendiera. Quería que Draco entendiera que la forma en que Harry había actuado con él no tenía nada que ver con que a Draco le gustaran los niños, las cintas o los libros; tenía que ver con la forma en que Draco había actuado—. Nunca tuve a nadie que fuera amable conmigo —prosiguió Harry—. Nunca. Ron fue amable. Fuiste… Draco, fuiste cruel con él.
—Él se burló de mí.
—No, no lo hizo.
—¡Sí, lo hizo! ¡En el tren! ¡Se rio de mi nombre!
Tienes que admitir que es un nombre ridículo, quiso decir Harry, pero se contuvo.
—Intentaste que arrestaran a Hagrid.
—¡Estaba haciendo algo ilegal! ¿Por qué casi iban a arrestar a mi padre y no a tu estúpido guardabosques? ¡De todos modos es un idiota!
—Draco —Harry se puso de pie—. Por favor, no lo insultes.
Draco también se puso de pie de un salto.
—¿Por qué no debería?
—¡Intentaste que me castigaran! —Soltó Harry.
—¡A mí también me castigaron!
—Oh, Dios —Harry se quitó las gafas y se frotó los ojos. Luego se frotó la cara. Le picaba toda la mandíbula. Debía afeitarse la barba. Mierda. No quería pisar este camino. No quería discutir con Draco sobre todo lo que pasó en Hogwarts. Esto haría que se odiaran de nuevo. Destruiría todo el camino que habían recorrido; era injusto. Dios. No era justo.
—Sin embargo, todavía te agrado —dijo Draco después de un rato—. Todavía te agrado a pesar de que hice que te castigaran.
—Sí —Harry volvió a ponerse las gafas—. todavía me agradas.
—Más que a Weasley.
—Eso no fue lo que… —Con la voz demasiado alta, Harry se interrumpió—. No dije que me agradas más, solo de una manera diferente.
—Supongo que porque soy más inteligente.
—Probablemente —dijo Harry, dándose la vuelta para mirar a Draco de nuevo—. Pero él es más fuerte y valiente que tú, y nunca intimidó a nadie, así que eso es tres puntos a su favor —El rostro de Draco decayó, y Harry inmediatamente lamentó sus palabras—. Draco, lo siento. Tú eres una buena persona. Tú, si pudieras saber las cosas que has hecho por mí… Yo solo. Es realmente difícil, cuando eres cruel con las personas que me importan.
—La comadreja fue cruel con las personas que me importan. Se burló de Crabbe y Goyle.
—Eso no fue burlarse, porque físicamente eran- ya, sabes qué, no importa. Ron se defendió porque Crabbe y Goyle fueron horribles con nosotros, al igual que tú fuiste horrible conmigo.
—Pero aún así todavía te agrado —dijo Draco.
—Sí —dijo Harry, respirando profundamente—. Me agradas.
—¿Por qué?
—Porque cuando crezcas-
—Cuando crezca —La voz de Draco era extrañamente firme—. ¿Qué tal ahora?
Harry lo miró impotente. —Eres un niño.
—Un niño que no te agrada.
Harry no supo qué decir.
—Está bien —dijo Draco, levantando la barbilla—. Tú tampoco me agradas. Eres muy diferente a lo que esperaba, aunque… Ojalá hubiera descubierto que no sabías leer. Podría haber usado eso en tu contra.
—No lo dices en serio.
La barbilla de Draco sobresalió más. —Sí, lo digo en serio.
Harry se alejó. No podía dejarse arrastrar por esto; tenía que pensar. Draco era un niño, y la poción volvería a envejecerlo en unas pocas horas, y Harry tenía que asegurarse de que estuviera a salvo. No importaba lo que Draco dijera; no importaba. Seguía siendo la misma persona. Él era la misma persona. Harry suspiró, volviéndose hacia Draco.
—¿Tienes hambre?
—No si tengo que mirarte.
—Draco, tengo treinta y uno. No actúes como si fuera la misma persona.
—Lo haré si quiero.
Harry miró la expresión desagradable en el rostro de Draco.
—Vayamos al Caldero Chorreante —dijo Harry de repente—. Sigue siendo peligroso salir, pero cambiaremos nuestra apariencia.
La burla desapareció. —¿Disculpa?
—Todavía te gusta el pescado y las papas fritas, ¿no? Resulta que a todo el mundo le gusta el pescado y las papas fritas. Vayamos al Caldero Chorreante, podrás comer pescado y papas fritas, y te conseguiré una cerveza de mantequilla.
Draco hizo otra mueca.
—No finjas que no te gusta la cerveza de mantequilla —dijo Harry—. Te vi beberla en Las Tres Escobas.
—¿Voy a Las tres escobas? —Draco se animó.
—En tercer año —dijo Harry.
—¿Y ya somos amigos ahí?
—Todavía no.
Draco parecía disgustado. —Recién ha amanecido. Es demasiado pronto para comer pescado y papas fritas.
—El Caldero Chorreante atiende en todo momento —dijo Harry—. Vamos, será divertido.
—Eso es porque el Caldero Chorreante es un establecimiento de segunda categoría. Padre lo dice.
—Exactamente —dijo Harry—. Así que vayamos allí y comamos una ración, y podrás pensar en lo mejor que eres a comparación de todos los muggles. Incluso puedes decirme que eres mejor que todos los muggles. No se lo digas a nadie, especialmente a los muggles.
—Te estás burlando de mí.
—Un poquito.
—Pero… —Draco se mordió el labio—. Se supone que vas a ser mi amigo.
—Exactamente —dijo Harry de nuevo—. Pero a veces los amigos se burlan unos de otros. Te burlas de mí todo el tiempo.
—¿Lo hago? —Los ojos de Draco se agrandaron—. ¿Pero en qué se diferencia de-?
—Es diferente —dijo Harry—. Es diferente cuando sé que me estás tomando el pelo cuando nunca dices cosas que realmente me lastimen.
—¿Cómo qué cosas?
Harry sintió que no debería tener que explicar esto y, sin embargo, ahora entendía mejor por qué lo hacía.
—Si te lo digo —dijo—, ¿lo vas a usar en mi contra?
Draco abrió la boca, luego la cerró y negó con la cabeza.
—Yo… no lo haré. Haré un Juramento Inquebrantable si quieres.
—No, no hagas un Juramento sobre cosas como esta. Solo… trata de hacer lo mejor que puedas —Harry miró hacia abajo por un momento, tratando de pensar por qué, cuando eran niños, Draco había parecido tan verdaderamente horrible con los demás. Al ver la cicatriz en su mano, Harry pasó su pulgar sobre ella. No debo decir mentiras. Tomando aire, Harry miró hacia arriba—. Me duele cuando dices cosas desagradables sobre Ron, Hermione y Hagrid. Me duele cuando dices cosas desagradables sobre mis padres.
—Oh. Ya veo —Draco parecía preocupado—. ¿Es esto… es esto lo que quiso decir Madre? Sobre que la gente que no me querrá si.. si soy indiscreto, si no tengo tacto, si no soy amable?
Harry pensó que los conceptos de ser discreto y ser amable estaban totalmente jodidos para Narcissa. Ser amable no se trataba de ocultar quién eras, se trataba de ser amable, pero Harry no sabía cómo explicar que pensaba que era terrible que Narcissa y Lucius hubieran animado a Draco a esconderse. La peor parte era que Narcissa y Lucius habían querido proteger a Draco, y eso era comprensible. Incluso habían estado tratando de hacer que Draco se llevara mejor con la gente, y de alguna manera eso iba de la mano con ser una buena persona, pero no era lo mismo. Harry no sabía cómo decir todo eso, así que lo que dijo fue:
—Yo diría que has tenido mucho tacto. Sí.
—Oh —Draco frunció el ceño, pero la expresión estaba dirigida al suelo y parecía bastante pensativa.
—Entonces —dijo Harry—, ¿irás al Caldero Chorreante conmigo?
—¿Cómo cambiaremos nuestra apariencia? —Preguntó Draco con sospecha.
—Como Auror, a veces tengo que asegurarme de que la gente no pueda reconocerme —dijo Harry—. Entonces, conozco un montón de hechizos de glamour, solo cosas para hacerte más bajo o más alto, cambiar el color de tu cabello, la longitud de tu nariz, ese tipo de cosas.
—¿Puedo tener el pelo negro? Y quiero ser más alto. Y quiero tener barba. Y ojos verdes.
—Entonces, como un modelo.
—¿Disculpa? —Preguntó Draco, desconcertado.
—Claro —dijo Harry—. La barba puede ser un poco difícil, pero creo que puedo conseguirlo. ¿Irías conmigo?
—Supongo —dijo Draco—. ¿Puedes dejarme una cicatriz?
-0-
Fueron al Chorreante. Harry le dio a Draco cabello negro y ojos verdes y 30 centímetros más de altura, pero no logró hacerle la barba ni la cicatriz. Solo para "divertirse", como el Draco adulto había dicho, Harry se puso cabello rubio y ojos grises, corrigió su visión para no tener que usar anteojos, y escondió la barba y la cicatriz. En el pub, Draco se burló de la iluminación, del piso, de los muebles y de Lucille, la mesera. También dijo algo malhumorado sobre tener que leerll el menú a Harry, pero una vez que consiguieron sus cervezas de mantequilla, preguntó:
—¿A ti también te gusta la cerveza de mantequilla?
—Me encanta la cerveza de mantequilla. Es la mejor parte de ser un mago.
Draco tomó un gran sorbo, la espuma se le pegó al labio superior.
—Lamento haber intentado que te castigaran —dijo, chasqueando los labios.
—Disculpa aceptada —dijo Harry, tomando un sorbo de su propia pinta.
—¿Qué era esa cosa? —Continuó Draco—. Cuando estábamos en detención. En el bosque.
—El profesor Quirrell —dijo Harry.
—Oh —Draco tomó otro sorbo y luego dejó la pinta—. Conoces a Zabini, por supuesto.
—Nos conocemos —dijo Harry, sin saber a qué se refería.
—¿No es el chico más guapo de Hogwarts?
Oh, Dios. Una parte de Harry quería reír.
—Está en Slytherin —continuó Draco—. Y le encanta leer. Apuesto a que es de quien me hago mejor amigo, ya que tú resultaste ser un idiota —Draco lo miró—. Sin ofender.
—No pasa nada —dijo Harry, tomando un sorbo de cerveza de mantequilla porque de lo contrario realmente se iba a reír. Estar con Draco a esta edad era como montar un tornado. Además, él era tan, tan gay. Harry no entendía por qué nunca se había dado cuenta.
—Su mamá es modelo —continuó Draco y, durante los siguientes quince minutos, procedió a hablar elocuentemente sobre los méritos de Blaise Zabini.
—Siempre pensé que Oliver Wood era el chico más guapo de Hogwarts —dijo Harry de repente.
—¿Oliver Wood? —Draco parecía escandalizado—. Es de quinto año.
Harry arqueó las cejas. —¿No crees que las personas mayores pueden ser guapas?
Las mejillas de Draco se pusieron rojas.
—Bueno, obviamente… —Mirando a Harry, Draco se interrumpió y se sonrojó aún más—. Solo quise decir… Estaba hablando de la gente de nuestro año.
—Michael Corner, entonces —dijo Harry.
—Pfft —dijo Draco, luego añadió soñadoramente—. Zabini se va a hacer un piercing.
—Se hizo uno.
—¿Disculpa? —Draco saltó en su silla y miró a Harry atentamente—. ¿Dónde?
—En su ceja.
Draco dejó escapar un pequeño suspiro de admiración.
—Apuesto a que se ve muy bien.
El por qué Narcissa enfatizaba la discreción con su hijo se estaba volviendo muy claro y, sin embargo, si Harry hubiera llegado a escuchar a Draco hablar de esta manera en la escuela, varias cosas también podrían haberse vuelto muy claras. Harry quería estar triste por eso, estaba triste por eso, solo que estaba muy feliz por el hecho de que Draco había decidido que no necesitaba ser discreto con Harry, incluso después del desastre del primer año.
—Sí —fue todo lo que dijo Harry.
Pensando en algo, Draco se enderezó de nuevo. —¿Me haré algún piercing?
—No- bueno, no que yo sepa —Harry no había notado uno cuando se había convertido en Draco, pero tenía once años, y probablemente no había notado muchas cosas. Ciertamente no había mirado debajo de ninguna de sus ropas, por lo que Harry no tenía idea de cómo se veía el cuerpo de Draco, aparte de lo que recordaba de cuando ambos tenían su edad correspondiente.
—Por supuesto no —Draco se desplomó de nuevo—. No lo haría, ya sabes. Eso no es nada discreto. Pero yo… bueno, olvídalo.
—Creo que te verías absolutamente espectacular con un piercing —dijo Harry.
—¿En serio? —Draco pareció complacido, pero luego dijo—: Bueno. Por supuesto. Todo me queda bien.
—Sí —asintió Harry—. Aquí está nuestra comida.
Lucille dejó el pescado y las papas fritas, y los ojos de Draco se agrandaron.
—Wow —suspiró—. Puedo ver la grasa.
—Sí, por supuesto —Harry sonrió—. Hay que comer.
-0-
Después de haber desayunado, Harry y Draco regresaron a Elixires Especializados, donde Harry les quitó los glamoures. El próximo año debería llegar pronto.
—¿Me cambio esta ropa? —Preguntó Draco, tirando de sus pantalones.
—Podría agrandarlos —dijo Harry—. O podríamos encontrar otros, ya que crees que son horribles.
—Realmente no creo que sean horribles —confesó Draco, haciendo una mueca—. Estaba…
—Disgustado.
Draco exhaló un ruidoso suspiro.
—Estaba enojado contigo. Pero creo que incluso si tu yo de once años es un idiota, de mayor probablemente estés bien.
—Mira, ese es el tipo de burla que está bien —dijo Harry—. Mi yo de once años probablemente era un poco idiota-
—Ojalá… —Draco se mordió el labio.
—¿Desearía qué? —Preguntó Harry, esperando que tal vez Draco dijera algo sobre no ser cruel o no ser un intolerante.
Draco dejó escapar otro gran suspiro.
—Desearía que me hubieras dado la mano en el tren. Yo habría… las cosas habrían sido diferentes.
—Estoy seguro de que lo habrían sido —Desearía que no hubieras sido un idiota con Ron, quiso decir Harry, pero en cambio dijo—: Desearía haber tomado tu mano también. Creo… Creo que podríamos habernos enseñado mucho el uno al otro.
Draco arqueó una ceja. —¿Como leer?
—Y ese es el tipo de burla que no es-
Harry nunca terminó su oración, porque Draco se derrumbó al suelo.
-0-
Junio de 2012
Harry Potter: 31 años
Draco Malfoy: 13 años
Pasaron otras tres horas, durante las cuales Harry movió a Draco de regreso a la cama, agrandó la ropa de Draco y trató de no preocuparse.
Segundo año. Harry recordaba haber luchado contra un basilisco, preparado multijugos, asistido a una fiesta de fantasmas. Recordó cómo conoció a Dobby, cómo Dumbledore tuvo que dejar la escuela por un tiempo, a Colin Creevey convertido en piedra. Harry trató de recordar a Draco. Hubo un partido de Quidditch, había tratado de averiguar si Malfoy era el heredero de Slytherin. Draco había llamado a Hermione sangre sucia.
Mierda.
Draco había sido un niño. Un niño, y Harry lo había perdonado hace tanto tiempo. No lo había olvidado, Harry nunca lo olvidaría; no debería ser olvidado, ni por Harry ni por Draco, pero Draco había cambiado. Había cambiado tanto para ser la persona que le había dicho a Harry que era inmoral usar la poción multijugos para convertirse en alguien sin su permiso, la persona que dijo que Ron era un buen hombre, la persona que había hecho todo lo posible para asegurarse de que el Harry niño se sintiera amado y seguro.
Sentándose, Draco jadeó.
Harry se preparó.
—Potter —dijo Draco.
—Draco —dijo Harry, con voz muy cuidadosa.
—Puaj —Draco se dejó caer sobre la cama—. ¿No puedes simplemente… irte? —Se tapó la cara con las manos.
—Necesito asegurarme de que estás bien —dijo Harry, acercándose.
—No puedo creer que perdí ese partido de Quidditch. Esperar —Draco se levantó de un salo de nuevo, mirando confundido alrededor de la habitación—. ¿Quién era el heredero de Slytherin?
—Eh… —dijo Harry.
—¿Qué pasó con todos los niños que fueron petrificados? ¿Por qué…? —Draco miró a Harry con ojos llameantes—. ¿Por qué Gryffindor ganó la Copa de las Casas?
—Bueno, había un basilisco —comenzó Harry.
—¿Les volvieron a dar un millón de puntos a último minuto otra vez? —Dijo Draco, saliendo de la cama—. Y… —Se detuvo—. Mierda, ¿robaste a Dobby?
—Hmm —dijo Harry, dando un paso atrás—. Tu papá lo liberó.
—Él nunca- ¿qué diablos está mal contigo? ¿Existes para hacer mi vida miserable?
Harry no debería decirlo. Realmente no debería decirlo. No tenía doce años.
—Sabes, realmente es tu propia culpa que perdieras ese partido de Quidditch —Aparentemente, Harry tenía doce años.
—Vete a la mierda —dijo Draco, tirándose de nuevo en la cama. Honestamente, ni siquiera sonaba tan molesto, solo cansado.
Harry se acercó de nuevo.
—¿Estás bien? ¿Te duele algo?
—Dije que te vayas a la mierda —dijo Draco, tapándose los ojos con el brazo—. ¿Por qué tienes que ser tan…? Ugh —Su rostro se había vuelto aún más largo, finalmente perdiendo el resto de la grasa. Harry podía ver esos pómulos altos ahora, la pequeña barbilla afilada. Su nariz se había ensanchado, pero no mucho; se había vuelto más definida de lo que había sido antes. Su piel no era tan clara, de color pálido, sino que ahora estaba un poco manchada. De repente, Draco se quitó el brazo de los ojos y se incorporó con los codos en la cama—. ¿Tú y tus amiguitos ataron a Crabbe y Goyle y los dejaron desnudos en un armario?
—Eh…
—Definitivamente existes para hacer de mi vida un infierno. ¿Por qué hicieron eso?
—Estábamos tratando de averiguar si eras el heredero de Slytherin.
—Si yo hubiera sido- —Draco se incorporó aún más—. ¿Pensaste que era yo? —Dijo, sonando un poco complacido.
—Bueno, quiero decir —Harry vaciló—. Eso significa que pensé que estabas intentando asesinar gente, así que posiblemente no sea algo de lo que enorgullecerse.
—Asesinar gente, uff —Draco se recostó—. Me gustaría asesinarte —Luego se cubrió la cara con una almohada.
—Draco —dijo Harry, después de que hubieran pasado tres minutos.
Draco no dijo nada.
—Draco —dijo Harry, acercándose. Quizás no había estado prestando atención; tal vez algo estaba realmente mal.
Draco se quitó la almohada de la cara. —¿Estás diciendo que nos haremos amigos de todos modos?
—Sí.
—¿Pero cuándo? —Me uní al equipo y Pucey se comporta como si yo no valiera nada —Draco volvió a cubrirse la cara con la almohada.
Harry apenas recordaba a Adrian Pucey, cazador del equipo de Quidditch de Slytherin. Llevaba dos años por delante de ellos y era bastante guapo, ahora que Harry estaba pensando en ello. Había sido alto. Pelo negro.
—¿Qué le pasó a Blaise Zabini? —Preguntó Harry.
—Zabini está demasiado ocupado con su novia —dijo Draco, mientras Harry luchaba por recordar a alguien que tuviera una novia de segundo año. Si alguien la hubiera tenido, supuso, habría sido Zabini—. ¿Por qué te hablo de Zabini? —La almohada amortiguó su voz—. No quiero hablarte de nada —Draco se quitó la almohada de la cara—. ¿Un basilisco, dices?
—Sí.
—¿En la escuela?
—Sí.
—Cielos. Dumbledore merecía ser despedido.
—Pero Salazar lo puso allí —señaló Harry.
—¿Salazar Slytherin?
Y el diario que tu papá le dio a Ginny lo dejó salir, Harry quiso agregar, pero no lo hizo.
—¿Cómo sabes eso sobre el basilisco? —Preguntó Draco, incorporándose de nuevo.
—Ehm —dijo Harry—. Bueno, lo maté.
La mandíbula de Draco cayó literalmente.
—¿Qué?
—Había una espada en un sombrero —comenzó Harry.
—Ugh —dijo Draco, echándose hacia atrás y colocando la almohada sobre su rostro de nuevo—. ¿Por qué eres así? ¿Por qué andas con esa sangre sucia?
—No la llames así —dijo Harry, logrando mantener la voz tranquila.
—¿Por qué? —Draco se quitó la almohada de la cara—. ¿Acaso es tu novia?
—No. Se casó con Ron.
Draco hizo un sonido como si estuviera a punto de vomitar.
—Ugh, ¿se casaron? Pero, ¿cómo se verá el cabello de sus hijos?
—Rose tiene el pelo rojo —dijo Harry—. Tiene demasiado.
—Obviamente —Draco abrazó la almohada.
—Es el cabello más hermoso que jamás hayas visto.
—Es pelirrojo.
—Vayamos al Callejón Diagon —dijo Harry.
—¿Disculpa? —Draco se sentó de nuevo.
—Fue divertido —dijo Harry— cuando fuimos al Caldero Chorreante. Deberíamos hacer otra cosa divertida.
—Cualquier cosa es mejor que escuchar sobre los mocosos de Weasley y Granger —dijo Draco, tirando la almohada a un lado—. ¿Tenemos que cambiar nuestra apariencia otra vez? Quiero parecerme al profesor Lockhart.
—Te gustó, ¿no es así?
—¿De qué estás hablando? Era una basura —Pero Draco se sonrojó.
—Pero era bastante guapo —dijo Harry.
Draco se sonrojó aún más.
—Lo que sea.
-0-
—No voy a entrar allí —dijo Draco.
Habían hecho algunas compras en el Callejón Diagon, Draco se parecía a Gilderoy Lockhart y Harry se parecía de nuevo a Draco, solo porque podía. Draco había calmado un poco, solo preguntando "¿Por qué estás así?" Tres o cuatro veces más, y solo diciendo "Vete al infierno" una vez. Sin embargo, había arrastrado los pies mucho y parecía que deseaba tener una almohada para cubrirse la cara. Harry sintió que debería haber sabido que el Draco de trece años era un rey del drama, pero de alguna manera, no se había percatado de ello. Era poco probable que alguien más se tomaría la molestia de disfrazarse de dementor solo para asustar a alguien a quien le gustaba atormentar.
Draco había dejado de quejarse por completo cuando llegaron a Flourish y Blotts, por lo que Harry todavía conocía el camino al corazón de Draco, supuso. Luego comieron más pescado y papas fritas en el Caldero, y ahora estaban frente a Sortilegios Weasley.
—No puedes obligarme. No hay forma de que vaya a una tienda dirigida por- —Draco dejó de hablar, su atención fue captada por algo en la ventana.
Entre las cajas de hechizos, pociones y extremidades falsas, George exhibía una capa, uno de sus nuevos diseños. Las nubes de lluvia envolvieron los hombros del manto, y torrentes de lluvia torrencial recorrieron toda su longitud, haciendo que la capa gris resplandeciera. De vez en cuando las nubes se abrían un poco. La capa se volvería más brillante y la lluvia se detendría. Solo gotas caían sobre la capa, y luego aparecía un arco iris a lo largo de ella, los colores brillantes resplandecían solo por un momento antes de que las nubes regresaran.
Draco dejó de hablar justo cuando apareció el arcoíris, mirándolo un anhelo no disimulado. Luego, antes de que las nubes regresaran, se dio la vuelta.
—Todo allí es espantoso —anunció.
—Claro —dijo Harry—. ¿Pero quieres esa capa?
Luciendo asustado, Draco preguntó: —¿Qué capa?
—La de ahí —dijo Harry—, con la lluvia.
Draco fingió un escalofrío.
—No me atraparías ni muerto vistiendo algo con imágenes en movimiento. ¿No sabes que eso es para niños y tacaños?
—¿Quieres decir —dijo Harry—, porque no tiene colores apagados? ¿Por el arcoíris?
—Mamá dice que los muggles han arruinado completamente los arcoíris —dijo Draco, levantando la nariz—. Para todo el mundo.
—¿Cómo los han arruinado?
—Bueno, yo no sé —dijo Draco, con lo que su nariz hacia abajo—. Solo que Mamá dice que sí, y no debes poner su imagen en las cosas, o vestir con sus colores, como mamá dice que ya no puedo usar rosa, porque los muggles- bueno —Draco resopló—. Nunca me verás a mí usando esas cosas.
—Creo que te verías genial en rosa —dijo Harry—. Creo que también te verías bien usando esa capa.
Draco pareció aturdido por literalmente un segundo e inmediatamente lo ocultó.
—No puedes decir que me veré bien usando algo. Eres un chico.
—Claro que puedo decir que te verías bien —Harry se encogió de hombros—. Todos decían que el profesor Lockhart se veía bien.
Draco negó con la cabeza.
—Eso es diferente. Él está en todas las revistas mágicas.
—Apuesto a que tú también podrías aparecer en revistas —dijo Harry—. Sé cómo te ves de adulto.
Un rubor cubrió el rostro de Draco.
—Voy a entrar allí —espetó, irrumpiendo en Sortilegios Weasley,
Siguiéndolo al interior, Harry sacó la capa de la ventana y la llevó a la caja registradora. Draco dijo que no la quería, pero Harry la compró de todos modos.
-0-
A Draco le había gustado bastante Sortilegios Weasley, como Harry había esperado. Muchos de los artículos cómicos eran bastante furtivos para su propósito previsto, y el propio Draco a veces era bastante furtivo, aunque a veces era muy divertido. Draco y George probablemente nunca se habían conocido cuando eran adultos, y ahora Draco quería comprar todo tipo de productos horripilantes para gastar bromas. Harry los compró todos, a pesar de que Draco no iba a tener tiempo de bromear con nadie a esta edad, y luego volvieron a Elixires Especializados.
—¿Cómo te sientes? —Preguntó Harry—. ¿Vas a querer comer antes del próximo-?
—Lo siento venir ahora —dijo Draco.
—¿Duele? —Harry sintió que comenzaba a entrar en pánico; La voz de Draco había sonado tan-
—Mierda —murmuró Draco, dejando caer las bolsas de Sortilegios Weasley, y luego cayendo al suelo.
-0-
Junio de 2012
Harry Potter: 31 años
Draco Malfoy: 14 años
Draco jadeó.
Luego siguió jadeando.
Harry corrió hacia la cama donde había dejado a Draco después de caer. Esta vez no fue como las otras, Draco estaba agarrando su brazo, que estaba sangrando.
—¡Draco! —Gritó Harry—. ¡Accio díctamo!
El díctamo llegó disparado desde el laboratorio, pero cuando llegó allí, el sangrado se había detenido. Las costras se habían formado casi instantáneamente en el brazo de Draco, y Draco se había dejado caer en la cama, inmóvil.
—Accio franela —dijo Harry, dejando el díctamo a un lado. Lanzando un rápido hechizo de mojado, Harry comenzó a limpiar la sangre que ya había salido, sin perder de vista el brazo de Draco. Se formaron costras marrones en la herida, luego se disolvieron, luego los cortes se volvieron pálidos, del mismo color que la piel de Draco. Ahora eran finas cicatrices.
Buckbeak. Harry no tenía idea de que los rasguños habían sido lo suficientemente fuertes como para dejar cicatrices.
Tercer año. Dementores, Lupin, Sirius, la Casa de los Gritos. Harry apenas podía recordar a Draco en él, pero había estado allí. Había intentado que despidieran a Hagrid, de nuevo. Draco, Crabbe, Goyle y Flint se habían vestido como dementores. Draco había visto a Harry fuera de la Casa de los Gritos y le había informado sobre él a Snape.
—Nunca seremos amigos, ¿no es así?
La cabeza de Harry se levantó de golpe. Todavía había estado sentado en la cama, esperando a que Draco se despertara, pero Draco no se había quedado sin aliento y se había sentado como lo había hecho las dos primeras veces. Tenía los ojos abiertos, pero estaba allí tumbado, mirando a Harry desde arriba. Su nariz se había vuelto más larga.
—Lo seremos —Harry tragó—. Eso… toma mucho tiempo.
Draco se sentó. —Quieres a la sangre sucia.
Harry se puso de pie y se alejó.
—Te dije que no la llamaras así.
—La quieres —continuó Draco, saliendo de la cama también—. Pero ella se casa con esa Comadreja idiota y llorona.
—Draco —Harry cerró los ojos.
—Me arrojaste barro.
—¡Te estabas burlando de Ron! ¡De nuevo!
—Merece que se burlen de él.
Mierda. Harry no sabía si podría seguir haciendo esto. Tal vez debería haber llamado a Andrómeda, excepto que Harry recordó cómo Draco lo había tratado cuando el propio Harry había sido un niño. Dios, Draco era tan hermoso, y se haría pedazos si Harry se rendía, si lo abandonaba. Se castigaría a sí mismo; Harry sabía que Draco lo haría, y Draco no se lo merecía. Ya había sido castigado. Merecía tener una vida tranquila ahora. Ambos la merecían.
Reprimiendo sus otras emociones, Harry trató de mantener la calma.
—Es casi la hora de la cena. Deberías comer algo.
—¿Por qué siempre intentas alimentarme? No soy amigo tuyo. ¿Por qué no me dejas en paz?
El rostro de Draco se torció en una expresión fea que Harry recordaba bien de la escuela. Simplemente no había recordado que le doliera de esta forma.
—Está bien —dijo Harry, dándose la vuelta y saliendo de la habitación.
—¿A dónde vas? —Preguntó Draco de inmediato, siguiéndolo.
Harry miró por encima del hombro con sorpresa, pero Draco nunca pareció darse cuenta o importarle cuando se contradecía. Una explicación de que Harry estaba haciendo exactamente lo que Draco le había dicho probablemente no sería bienvenida en este momento, y por primera vez, Elixires Especializados y el apartamento de Draco se sentían demasiado pequeños. Harry sintió que no podía respirar. Quería salir, pero no podía dejar a Draco solo aquí. Arriba estaría mejor al menos, lejos de esa habitación donde Draco se había despertado una y otra vez odiándolo.
Sin embargo, cuando Harry subió las escaleras, Draco lo siguió, su voz acusadora durante todo el camino.
—¿A dónde vas? —Preguntó de nuevo—. ¿Por qué me retienes aquí? Tengo la intención de ir con Madre y Padre; no me importa si tengo treinta y dos. ¿Qué estás haciendo?
Harry estaba sentado en el sofá, recogiendo la libreta de nuevo. Quería lanzar el hechizo de lectura de nuevo y escuchar la voz del Draco adulto, envolverse en ella y escucharla una y otra vez, una y otra vez.
—¿Por qué siempre estás leyendo eso? —Preguntó Draco, pisando fuerte hacia el sofá—. ¿No lo entendiste la primera vez? Pero no puedes, ¿verdad? No sabes leer.
Harry abrió la libreta para poder ver la letra de Draco.
—¿Qué estás haciendo? —Draco estaba de pie directamente frente a él, con las manos en las caderas mientras miraba a Harry, quien estaba sentado en el sofá—. ¿Por qué estás mirando eso? ¿Por qué no me estás prestando atención?
Harry tocó las pequeñas líneas con su dedo, trazó los contornos de las pulcras letras.
—¡Para! —Haciendo a un lado la mano de Harry, Draco tomó la libreta de su regazo, la cerró de golpe y luego la arrojó a la chimenea.
—Mierda —exclamó Harry, jadeando de sorpresa. La magia lo atravesó, cargando su columna vertebral como si fuera una descarga eléctrica. Ella llenó sus terminaciones nerviosas, haciéndolo sentir como si todo en él crepitara con energía peligrosa y, mierda. Mierda. Mierda, ¿y si la dejaba ir? ¿Y si perdía los estribos con este niño, que no entendía nada? Draco era tan pequeño; él no era la persona que Harry conocía, y Harry quería desesperadamente protegerlo, pero, ¿y si no podía? ¿Y si no podía protegerlo, mantenerlo a salvo y hacerlo sentir amado, y la razón por la que no podía hacerlo era porque el propio Harry estaba demasiado jodido?
—¿Qué está mal contigo? —Demandó Draco.
—Nada —Harry sintió que estaba luchando por respirar—. Nada está mal, Draco —Obligándose a respirar, enroscó la magia con fuerza en su interior, el cable eléctrico se envolvió una y otra vez con tanta fuerza que el cable se rompió y no se pudo ver lo que había debajo—. Draco —dijo Harry con voz ronca—. Ven a sentarte conmigo.
—No quiero sentarme contigo —dijo Draco—. ¡No te agrado! Y tú no me agradas. No entiendo por qué sigues fingiendo.
—No estoy fingiendo —dijo Harry.
—Sí estás fingiendo. Eres amigo de la Comadreja, no el mío —Los ojos de Draco tenían una luz casi maníaca en ellos, y Harry se dio cuenta de que Draco también debía estar sintiendo la claustrofobia. Harry trató de imaginarse viviendo tres años en un solo día, atrapado con alguien que pensabas que te odiaba. No era de extrañar que Draco se estuviera comportando de esta manera; esto no era saludable—. Y todavía eres amigo de él —continuaba Draco, levantando los brazos con disgusto—. Hablaste de su hijo; sé que los ves- ¡todavía son amigos!
—Sí —dijo Harry.
—¡¿Por qué?! —Draco golpeó con el pie. De hecho, literalmente, golpeó con el pie—. ¿Qué tiene de especial la Comadreja? ¿Qué tiene él que yo no tengo?
—Bondad —dijo Harry con voz apagado, aunque no debería haberlo hecho.
—Él no tiene nada —La voz de Draco era feroz, sus rasgos aún se contraían de esa forma odiosa—. Él no tiene nada excepto… excepto esa sangre sucia. Eso es lo que realmente quieres, ¿no? A ella.
—Los amo a ambos por igual.
—Quieres follar con ella.
Harry miró hacia arriba, apenas capaz de creer que algo tan vulgar pudiera salir de la boca de un niño, pero Draco tenía catorce años. Se había vuelto más alto, su rostro más largo. Tenía la edad suficiente para decir esto sin poner mucho significado en las palabras.
—De eso se trata realmente, ¿no? —Continuó Draco, como poseído por una fuerza invisible. Sus palabras sonaban como si estuvieran siendo empujadas río abajo, y Draco no podía detenerlas, salieron de él frase por frase—. Quieres follar con ella. Quieres tener bebés con ella. Quieres casarte con ella y hacer todo lo que se supone que debes hacer, pero adivina qué, Potter, ella está mal. Ella no es sangre pura; ella no te dará bebés de sangre pura. No estarías cumpliendo con tu deber, porque ella es una maldita sangre-
—No quiero bebés sangre pura —dijo Harry.
—Es tu maldito deber —gruñó Draco—. Tienes que hacerlo.
—No —dijo Harry—. En realidad, no.
—Eso es lo que está mal contigo —dijo Draco salvajemente. Se inclinó hacia adelante—. Eso es lo que no entiendes; eres un pequeño huérfano estúpido; no sabes nada de tu deber. Crees que puedes hacer lo que quieras, y quieres… —De repente, su voz se quebró—. Tú la quieres… la quieres a ella.
—No —dijo Harry—. Soy gay.
Draco se congeló, luciendo absolutamente salvaje por un momento.
—¿Qué?
—Soy gay —dijo Harry—. Me gustan los hombres. Románticamente. Sexualmente.
—¡Ya sé lo que significa!
Harry probablemente no debería haber agregado esa última parte, no con un chico de catorce años, pero qué diablos. Draco ya había cruzado la línea con los insultos, así que, ¿por qué no?
—No puedes —La voz de Draco había cambiado por completo. Ya no sonaba enojado. Sonaba horrorizado.
—Puedo —dijo Harry—. Y lo hago.
—Pero es… —Draco dio un paso atrás, luego otro. Retrocedió contra una columna de la chimenea y luego la miró como si lo hubiera atacado—. Es… es una abominación.
—No, no lo es.
—¡Sí lo es! —El horror de Malfoy parecía estar transformándose lentamente en pánico—. ¡Lo es! ¡Es una enfermedad! ¡Estás- estás enfermo!
—No —dijo Harry de nuevo—. No lo estoy.
—¡Sí lo estás! Yo… tú podrías infectarme. Necesito- ¡quiero irme a casa!
Mierda.
—¡Quiero irme a casa en este instante! —Gritó Draco.
—No puedes.
—¡Vete a la mierda! —Draco corrió hacia las escaleras—. ¡Jódete! ¡No me importa si tengo treinta y dos! ¡Me voy a casa!
Harry se tomó un segundo para cerrar los ojos, pensando en cómo Draco había tratado a Harry cuando Harry había tenido once años. Draco había sido tan gentil y amable, y aquí estaba Harry tratando de dejar la agenda homosexual sobre un chico de catorce años. Quizás debería haberlo pensado primero.
No hay una agenda, le había dicho Ginny una vez, cuando habían estado discutiendo al respecto. Ella había dicho que pensaba que él podría ser bisexual, y él estaba tan convencido de que no lo era. Solo estás tú y lo que sientes. Tienes que seguir tu corazón, Harry. Incluso si no te me lleva a mí.
No estamos hablando de mi corazón, le había gritado Harry. Estamos hablando de mi polla. Joder, había sido un idiota.
¡Será mejor que empieces a usar uno de ellos! Ginny le había gritado.
Maldita sea. Había tenido veinte años. Ese chico tenía catorce años; no era justo.
Lo que Narcissa y Lucius le habían hecho creer era aún menos justo.
Harry bajó las escaleras.
Draco estaba sacando cosas de la repisa de una de las chimeneas y tirándolas al suelo.
—Draco —dijo Harry, sintiéndose vacío y exhausto.
—Aléjate de mí —dijo Draco—. Estás enfermo.
Botellas y vasos de vidrio se estrellaron contra el suelo. El Draco adulto no iba a estar contento, pensó Harry distante, pero el Draco adulto solo se culparía a sí mismo. Probablemente pensó que su yo más joven debería ser castigado por sus palabras, en lugar de ser perdonado por su evidente terror. Harry se había creído tan mayor a los catorce años. Parecía tan joven ahora.
—No estoy enfermo —fue todo lo que dijo Harry.
—Eres un maldito pervertido —dijo Draco, tirando más cosas—. Quiero ir a casa.
Harry vio como líquidos, polvos y huesos comenzaban a amontonarse en el suelo. Finalmente, encontrando lo que estaba buscando, Draco tomó una pizca de polvo y la arrojó a la chimenea. Llamas verdes estallaron en la oscura chimenea y Draco inclinó la cabeza hacia ellas.
—¡Mansión Malfoy!
El fuego verde llameó alrededor de sus hombros.
Draco se adentró más en la chimenea.
—¡Mansión Malfoy!
—Draco —dijo Harry.
Trepando hasta la chimenea, Draco gritó:
—¡Mansión Malfoy! ¡Dije, Mansión Malfoy!
Harry lo miró fijamente, sintiéndose como si estuviera separado por un abismo, y él mismo era una estatua de hielo al otro lado. Ni siquiera podía moverse para extender la mano.
—¿Por qué no está funcionando? ¡Mansión Malfoy! —Arrastrándose fuera de la chimenea, Draco agarró todo el bote de polvos flú de la pieza de la chimenea. Su puñado iluminó todo el laboratorio esta vez, las llamas verdes emitieron un sonido explosivo antes de lamer felizmente los lados de la chimenea de piedra. Draco volvió a meterse en la chimenea.
—Mansión Malfoy. ¿Dónde está mi casa? ¡Mansión Malfoy! ¡Propiedad Goyle!
Mierda. Harry no sabía qué había pasado con la casa de Goyle, o la de Crabbe, pero Draco ya estaba recitando otros nombres.
—¡Harrow Hall! —Gritó Draco—. ¡Tanglewood Abbey!
El fuego verde zumbó. Draco desapareció y la chimenea se apagó.
Mierda.
Harry no tenía idea de lo que era el Tanglewood Abbey, pero la desaparición de Draco lo impulsó a una acción repentina. Agarró un puñado de polvo flú y lo arrojó a la chimenea. Metiendo la cabeza dentro, dijo: "Tanglewood Abbey", luego se empujó más hacia el interior de la chimenea para salir rodando por el otro lado.
—¡Pansy! —Malfoy estaba gritando, pisando fuerte alrededor de una sala de estar bien equipada—. ¡Pansy! ¡Quiero hablar con Pansy Parkinson!
—Draco —dijo Harry, corriendo tras él.
—¡Pansy! —Gritó Draco, huyendo—. ¡Ven aquí, Parkinson!
—¿Qué son todos estos gritos? —Exclamó una mujer entrando en la sala de estar.
Harry pensó que debería reconocerla, pero de lo único que estaba seguro era de que no tenía ninguna conexión con Parkinson. El padre de Parkinson se había ido a Azkaban; Harry no tenía idea de lo que le había pasado a ella, a su madre o a sus hermanas.
—¡Pansy! —Draco estaba gritando.
—Lo siento —dijo Harry, yendo tras él—. ¡Asuntos de Aurores!
—¿Harry Potter? —Preguntó la mujer.
—¡Pansy! —Draco todavía estaba corriendo—. ¿Dónde estás? ¿Dónde están tus padres? ¿Dónde están tus elfos domésticos?
—¿Qué…? —Dijo un hombre que venía del comedor—. ¿Qué está pasando?
—Accio Draco —dijo Harry, y Draco voló desde la mesa, justo al lado de la cabeza del hombre.
—¡No uses accio conmigo! —Draco se agitó en el aire—. ¿Dónde está Pansy? ¿Dónde está mi casa? ¡Quiero ir a casa!
Harry lo agarró, tratando de contener los golpes de Draco el tiempo suficiente para Desaparecerse.
—¿Draco? —Dijo la mujer, entrando desde la sala de estar. Harry la reconoció ahora: Florina Fortescue, hermana de Florean Fortescue. Su imperio de los helados había enriquecido a la familia; probablemente habían comprado la casa de los Parkinson después de que los Parkinson la abandonaran—. ¿Como el mortífago? —Preguntó Florina.
—Qué horrible —dijo el hombre; su esposo, Harry estaba bastante seguro—. Su nombre es exactamente el mismo.
Malfoy dejó de moverse el tiempo suficiente para que Harry le dijera que mantuviera firme su varita.
—Obliviate —le dijo Harry a los Fortescue, luego se Apareció de regreso a la sala de estar de Draco.
—Quiero ir a casa —dijo Draco.
—Lo sé —Harry trató de liberarse, pero Draco se aferró a él.
—¿Dónde está mi casa? —Seguía diciendo—. Quiero ir a casa.
Draco lo había llamado abominación. Había llamado a Harry enfermo y pervertido. Draco tenía catorce años y estaba aferrado a la túnica de Harry, sus puños se arrugaron en la túnica de Aurora, y Harry no sabía qué hacer. Draco dijo que lo odiaba; trató de huir de él. No quería que lo tocaran, pero Harry quería consolarlo. Todavía quería hacerlo, después de todo. Tentativamente, su mano tocó el cabello de Draco.
—¿Dónde está mi casa? —Demandó Draco.
Harry mantuvo su mano sobre los cabellos cortos del cuello de Draco.
—¿Dónde está mi casa? —Cuando Draco se apartó, sus ojos estaban húmedos—. ¿Por qué no me lo dices?
—La mansión Malfoy fue demolida —dijo Harry.
—¿Por…? —Draco tragó saliva—. ¿Por mí?
—Draco. Por supuesto que no.
—¿Mamá y Papá me repudiaron?
—No —dijo Harry, confundido. Alejándose, trató de mirar a Draco a los ojos, pero Draco tenía la cabeza gacha. Harry intentó acariciar esos cabellos cortos, solo un poco, apenas un toque. La nuca de Draco seguía siendo tan delicada—. Nunca lo harían —dijo Harry, porque Draco parecía necesitar algún tipo de consuelo—. Ellos te amaban, te aman, Draco. Te aman tanto; nunca te repudiarían.
—Pero yo… —Draco se mordió el labio—. No me casé.
Harry todavía estaba confundido.
—¿Pensaste que te repudiarían por eso?
—Bueno, yo… y tú… —Draco se frotó la cara—. Paso tiempo contigo, así que, ¿yo… nosotros...?
La comprensión atravesó a Harry como una onda de choque. Dio un paso cauteloso y luego otro.
—No. Nosotros no.
La cabeza de Draco se alzó bruscamente.
—¿No?
En silencio, Harry negó con la cabeza.
—Tú nunca… nunca te he dicho que lo soy —dijo—. Nunca hemos hablado de eso.
—Pero yo… ¿cómo no podría haber…? —Draco se veía tan miserable.
—Simplemente nunca surgió —dijo Harry.
—Pero, estás diciendo… —Draco dio un paso atrás, luciendo aún más miserable—. ¡Estás diciendo que salgo con maricones como tú y ni siquiera llego a… ¡Ni siquiera lo-!
Harry tragó. —Bueno, yo… —Tragó de nuevo—. No he hecho un seguimiento de lo que haces en tu tiempo libre. Eres… discreto.
—No soy discreto —Draco agitó los brazos salvajemente—. Madre tenía razón: ¡Nunca seré discreto! ¡Parkinson dice que no podría guardar un secreto si alguien me pagara! Zabini dice que soy sutil como un huracán. Incluso Crabbe dice que debería ser más circunspecto, ¡y Crabbe ni siquiera sabe lo que significa la palabra circunspección! ¿De verdad salgo con un montón de maricones a pesar de todo lo que Madre y Padre han dicho, y ni siquiera me beso con ninguno de ellos?
El mundo se sentía como si se estuviera volviendo lentamente del revés.
—Hmm —dijo Harry débilmente—. No estoy seguro.
—¿Por qué no estás seguro? Pensé que- dijiste que eras mi amigo.
—Dije amigo —La voz de Harry se sintió ahogada—. No- no novio.
—¿Pero por qué no lo seríamos? Te ves bien; dijiste que yo también. Salgo con maricas, ¿no es así? Soy un maldito consultor de pociones; lo he jodido todo; lo he estropeado todo; no he hecho nada de lo que Padre dijo que debería. ¿Por qué no me follaría al resto? ¿Por qué no me follaría a quien me plazca? ¿Por qué no te follaría?
—Hmm —dijo Harry de nuevo, incluso más débilmente.
—¿Quizás estoy haciendo esto para convertirme en Ministro de Magia? ¿De verdad pienso que eso va a suceder si salgo con un amante de los hombres como tú?
—No es un amante de los hombres —dijo Harry—. Solo un gay normal.
—¿Cuál es la diferencia? —Draco le agitó una mano—. Mi casa fue demolida.
—Pero no porque seas gay —señaló Harry.
—Ajá —Volviéndose hacia él, Draco se burló—. Entonces, yo soy uno. Te lo dije, ¿no? Y lo crees; crees que yo también soy un amante de los hombres.
—No digas amante de los hombres —dijo Harry.
—Puedo decir lo que me plazca, ¡nada importa! Todo está arruinado. ¡Mi vida es un desastre! —Draco respiró temblorosamente, y luego otra vez—. ¿Dónde están mi mamá y mi papá? —preguntó, en un tono completamente diferente, agudo, pero muy tranquilo—. Ellos… —Su voz se quebró—. ¿Si quiera me hablan?
—Tu papá está en Azkaban —dijo Harry.
Malfoy soltó una risa salvaje.
—No, ¿dónde está realmente?
Harry se quedó ahí parado.
—Nadie se atrevería, esto es una broma, ¿verdad? ¿Estás bromeando? Esto es una broma —dijo Draco frenéticamente, comenzando a caminar de un lado a otro—. Todo esto es una broma. Vas a poner el recuerdo en un Pensadero y lo vas a ver con todos tus amigos; te vas a reír de mí por hacerme creer que yo podría… bueno, no lo he hecho. No soy un maricón. ¡Mi padre no está en Azkaban!
Harry se sintió un poco mareado.
—¡No lo está! —Draco dijo de nuevo.
Sus ojos estaban tan abiertos que parecían espejos, bordeados de rojo.
—No lo está —dijo Draco, luego lo empujó.
Harry se tambaleó hacia atrás.
—¿Por qué dijiste eso? ¿Como pudiste decir eso?
—Voldemort regresó —dijo Harry—. Tu padre se puso de su lado.
Draco se estremeció ante el nombre, pero luego soltó una fuerte carcajada, esta vez en señal de triunfo.
—Te equivocas. ¡Tú lo mataste! Tú mismo lo dijiste, ¡lo mataste!
—No —dijo Harry con firmeza—. Dije que mi mamá lo derrotó. Y luego regresó de nuevo, en la parte posterior de la cabeza de Quirrell. Luego regresó de nuevo y abrió la Cámara de los Secretos. Y luego realmente regresó en cuarto año.
—Él no podría. ¡Él estaba muerto! ¡Y quién vuelve en la cabeza de alguien!
—Voldemort —dijo Harry—. Tu padre se puso de su lado.
—Pero no pondrían a mi padre en Azkaban por eso —dijo Draco—. ¿Por ponerse del lado de un oponente político? No es un crimen tener una opinión. ¡Especialmente cuando es la correcta!
—Voldemort no era un oponente político —dijo Harry—. Era un megalómano que dio un golpe de estado y mató a mucha gente en el proceso.
—Pero mi padre nunca mató a nadie.
—Draco —dijo Harry.
—¡No lo hizo! ¡Nombra a alguien! ¡Nombra a alguien a quien mató!
—No tengo nombres.
—¡Ves! ¡Estás mintiendo!
Harry extendió sus manos. —Incluso si nunca lo hizo con sus propias manos, él era el responsable. Decenas de brujas y magos murieron en la guerra.
Por un momento, Draco pareció desconcertado.
—¿Guerra?
—Después del golpe, algunos miembros de la comunidad mágica se resistieron a su gobierno. Muchos de ellos murieron antes… antes de que Voldemort fuera derrotado para siempre.
—¡Pero hubo una guerra! —Draco dijo emocionado—. ¡La gente muere en las guerras! No es- no es como si fuera un asesinato; mi papá no lo haría, ¡él no haría eso!
—Draco —dijo Harry—, mucha gente que no estuvo involucrada en la guerra fue asesinada por Voldemort y sus seguidores. Decenas de muggles inocentes fueron asesinados.
—¡Pero los muggles no son personas!
Harry recordó cómo se había visto Draco en su sexto año. Harry sabía ahora que Draco había tenido miedo, que su palidez había sido pavor; las arrugas de sus ojos y boca, cansancio, sus burlas eran su única defensa contra un horror que lo había estado devorando de adentro hacia afuera. Entonces parecía que toda su vida lo había abandonado, pesando sus hombros hacia abajo, y el Draco de ahora no lucía igual que en aquel entonces. Su rostro estaba loco, lleno de desesperación y pánico. No estaba temblando por el hecho de que el horror estaba absorbiendo lentamente su fuerza con el tiempo; ahora todo su mundo había colapsado bruscamente.
—No crees eso en serio —dijo Harry, hablando con esfuerzo.
—¡Sí! —Dijo Draco—. ¡No son personas! Si los estaba matando, ellos- ellos- ¡probablemente se lo merecían! ¡Son- son… es como matar a un elfo doméstico!
—Nunca matarías a un elfo doméstico —dijo Harry, sintiéndose exhausto de nuevo.
—¡Me gustaría! ¡Me gustaría! —Los ojos de Draco lucían salvajes. Parecía vibrar con energía.
Harry se preguntó cómo podía haber pasado por alto lo loco que se volvía Draco cuando estaba molesto. Cuando Draco creció, supuso Harry, había aprendido a controlarlo mejor.
—Dobby —fue todo lo que dijo Harry—. ¿Matarías a Dobby?
—Yo- —Draco se atragantó—. Lo haría —dijo, y luego comenzó a llorar—. ¡Me gustaría! ¡Me gustaría! Lo robaste. Padre no- él no- ¡Yo lo haría! ¡No importaría! ¡Mataría a cualquiera!
—No —dijo Harry—. No lo harías. No podrías. No podrías ni aunque lo intentaras.
—¡No lo sabes! ¡No tienes idea de lo que puedo hacer!
—Draco —dijo Harry en voz baja—. Sí lo sé.
—¡No lo sabes! —Draco empujó a Harry de nuevo, justo en el estómago.
Harry tropezó y dio otro paso hacia atrás.
—¡No sabes nada! —Draco dijo de nuevo—. ¡Mi padre nunca mataría a nadie! ¡Yo podría matar a quien quisiera! ¡No salgo con maricones! ¡Y mi casa no fue derribada! —Tenía las manos cerradas en puños y golpeaba a Harry con cada afirmación enfática, los golpes aterrizaban en los brazos, el estómago y el pecho de Harry—. ¡Él nunca lo haría! Él es mi papá.
—Draco —Harry se atragantó, recordando cuando la mamá de Draco había muerto, la forma en que Draco lo había empujado. Harry lo agarró por la muñeca. Con el otro brazo atrajo a Draco hacia él, esperando que no funcionara, esperando que Draco retrocediera y lo golpeara de nuevo, pero no lo hizo. En cambio, se estremeció en los brazos de Harry y luego rompió a llorar.
—Shh —dijo Harry, tratando de acariciar el cabello de nuevo.
Draco lloró más fuerte.
—Mi papá no mató a nadie.
—Está bien —dijo Harry, abrazándolo.
—No lo hizo.
—Shh.
Eventualmente Draco dejó de llorar, pero de alguna manera, todavía estaba temblando, como si unos sollozos secos todavía sacudieran su cuerpo.
—¿Dónde está mi mamá? —Preguntó, después de finalmente quedarse quieto.
Harry pudo sentir que se ponía rígido. Sin duda, Draco también podía sentirlo.
Se apartó, con la cara enrojecida y húmeda por todas partes.
—¿Dónde está ella?
Harry comenzó a tener esa sensación de vacío, como si por fin hubiera alcanzado la capacidad de lo que podía sentir una vez más.
—¿Dónde está ella? —Preguntó Draco, su voz en un tono peligroso—. No te atrevas a decirme que está en Azkaban; no te atrevas-
—No lo está —dijo Harry—. Ella murió.
Toda la lucha desapareció del cuerpo de Draco, sus rasgos se relajaron de inmediato. Su boca se abrió.
—Pero… pero solo tiene treinta y siete años.
Harry no dijo lo obvio.
—¿Fue el…? —Draco tragó saliva—. ¿Fue el Señor Oscuro? ¿Ella... lo que dijiste... acaso ella ...?
—No —dijo Harry rápidamente—. El Señor Oscuro no la mató. Ella... fue… —Pero entonces Harry no supo qué decir, porque El Profeta había afirmado que Narcissa había muerto de un corazón roto, pero la gente no moría de corazones rotos. En realidad, no, y Harry no le había preguntado a Draco qué le había pasado realmente. No había querido que Draco lo dijera.
—¿Fue qué? —Demandó Draco.
Harry se humedeció los labios secos. —Ella murió de un corazón roto —dijo por fin.
—¡La gente no muere de corazones rotos!
—¡No sé! —Dijo Harry, las palabras salieron de él—. ¡Lo siento! Yo no pregunté. Estabas sufriendo y yo quería- y después de eso, tú no… nosotros no… no querías hablarme de eso. No querías hablar conmigo en lo absoluto.
—¡No quiero hablar contigo nunca! —Gritó Draco—. ¡Te odio!
La chimenea estaba vacía. Los libros de un Draco de once años estaban esparcidos en una silla con estampado floral. Harry había querido decirle que debía guardarlos, pero no lo había hecho. Se sentía como si hubiera pasado una eternidad desde que habían estado sentados en esa habitación, Draco brincando inquieto en el sofá. Nunca volvería a ser así.
—Te odio —Draco estaba comenzando a llorar de nuevo—. Siempre te he odiado. Siempre te odiaré; eres un mentiroso —El llanto de Draco había sonado desgarrador antes, pero era aún peor ahora, ya había llorado tanto, ahora ni siquiera había lágrimas, solo esos sollozos agudos mutilados que sacudían su cuerpo una y otra vez—. Eres un mentiroso —dijo—. Te odio.
Cuando Harry extendió la mano, Draco se alejó.
—No me toques —dijo con voz entrecortada.
—No lo haré —Harry sacó su varita y la agitó en el aire—. Expecto Patronum —dijo, y la zorra plateada apareció.
Dejando al patronus en la sala de estar con Draco, Harry fue a la cocina, revisando los gabinetes. Draco había dicho que no le gustaba el pavo, así que Harry hizo el sándwich con jamón, luego se sirvió un vaso de leche y lo calentó con un hechizo. Volviendo al salón, puso la leche y el plato con el bocadillo en la mesita al lado del sofá.
—Te hará sentir mejor —dijo Harry, porque eso era lo que Draco había dicho que había dicho su madre.
Draco se acercó a la mesa, recogió el vaso y el plato, luego los arrojó a la chimenea.
—¿Qué vas a hacer ahora? —Se burló.
Sacando su varita de nuevo, Harry evaporó los platos rotos, luego limpió la comida con hechizos lo mejor que pudo. Luego fue a la cocina, hizo otro sándwich y sirvió otro vaso de leche.
Draco rompió esos también, usando su varita, esa vez.
Harry limpió de nuevo, considerando darse por vencido. En cambio, regresó a la cocina y tomó otro sándwich y otro vaso de leche, luego se los llevó a Draco.
Esta vez, Draco los ignoró, sentándose con cara de piedra en el sofá. La zorra estaba sentada a su lado en los cojines, mirando fijamente a Draco. Harry pensó en si debía dejar a Draco en paz, luego Draco habló. Su voz era plomiza.
—¿De quién es el apartamento?
—Tuyo —dijo Harry con voz ronca.
Draco se limitó a mirarlo.
La zorra puso una cuidadosa pata en el muslo de Draco.
—Suéltame —Tratando de empujarla, la mano de Draco la atravesó. Su labio se curvó en una expresión fea—. Quítamela de encima.
Harry hizo un gesto a la zorra para que se alejara. Ella lo miraría, pero dejaría de intentar interactuar.
—Estaré abajo —dijo Harry.
-0-
No, por si se lo preguntan, no estoy bien.
