XIX

Junio de 2012

Harry Potter: 31 años

Draco Malfoy: 19 años

A la mañana siguiente, Harry no encontró nada útil en las memorias del Ojo-que-todo-lo-ve. Antes de ir a Elixires Especializados, Harry pasó a ver a Andrómeda. Le había enviado una nota cuando dejó solo al Draco de once años para poder ir al almacén, en la cual había explicado la cura y lo que le estaba pasando a Draco. Pero como Harry había estado muy cansado mientras la escribía, quería hablar en persona con Andrómeda para hacerle saber lo que estaba sucediendo con Ron y Hermione, el caso de pociones y la cura de Draco.

—Sonabas frenético, sí —estuvo de acuerdo Andrómeda, cuando Harry terminó su explicación.

—Tuve que dejarlo solo —dijo Harry—. Solo tenía once años.

—Los niños de once años pueden quedarse solos en casa durante unas horas sin terminar matándose a sí mismos —dijo Andrómeda, sonando divertida—. Me imagino que a ti te dejaban solo con mucha más frecuencia.

—Eso es diferente.

—¿Por qué?

—Porque no tenía a nadie que me quisiera —dijo Harry, afirmando lo obvio.

—Ah —dijo Andrómeda, sonando tanto como al Draco adulto en ese momento que Harry sacudió la cabeza—. ¿Qué tal te pareció el Draco joven, entonces?

—Bien —dijo Harry.

Andrómeda solo levantó las cejas lentamente.

—Bien —insistió Harry—. O sea, él fue- no fue cómo tú esperarías que fuera.

—Déjame decirte lo que esperaba —Andrómeda tenía ojos que siempre le hacían sentir como si estuviera mirando una parte de él que él no sabía que tenía—. No pude conocer a mi sobrino hasta después de los juicios, pero conocí a Cissy —Harry se dio cuenta de que se refería a Narcissa—. Ella era la tranquila. Incluso cuando Bella y yo nos gritábamos, Cissy era tranquila, encantadora y educada. Hacía todo lo que mamá y papá le ordenaban, excepto cuando se casó con Lou. Cada emoción que alguna vez tuvo, buena o mala, la encadenó dentro de sí misma con tanta fuerza que nunca se pareció a nada más que a la imagen de la niña bonita que viste alguna vez.

—¿Lou? —Dijo Harry.

—No le digas a Draco que te lo dije —Andrómeda sonrió—. De todas formas, ella tenía que manifestar todas esas emociones en alguna parte. ¿Dónde crees que las puso? Ciertamente no en su marido; también tenía que ser perfecta para él. Veintitrés años de amor, pasión, cariño, soledad y dolor. Ella puso todas en él.

—Draco.

—Él era el amor de su vida. Por eso se volvió loca en Azkaban, no podía soportar la idea de que él estuviera solo. Sin ella.

—¿Cómo lo sabes?

—Harry —Andrómeda de repente se veía tan cansada, las arrugas alrededor de su boca parecían aclararse, como si estuvieran tirando de toda su cara hacia abajo—. Ella me lo dijo. Cuando estaba en la Sala de Janus Thickey. ¿Sabes qué es lo que más la preocupaba?

Harry no tenía idea de que Andrómeda había visitado a Narcissa en San Mungo. ¿Por qué esta familia escondía tantas cosas?

—Le preocupaba haberlo dañado. Psicológicamente. Que su obsesión había hecho que él no pudiera vivir sin ella —La voz de Andrómeda era plana—. Por eso lo hizo.

Harry no quería escuchar. No iba a poder soportarlo.

—Ella quería que él continuara —dijo Andrómeda—, y lo ha hecho. Lo hará.

—Sí —dijo Harry con voz ronca—. Quiero… quiero ayudarlo.

Andrómeda nunca fue particularmente cálida. Era demasiado dura, demasiado honesta para sentirse como si fuera una madre. Pero podías sentir cuando ella te aprobaba y, por lo general, te decía exactamente lo que pensaba. Excepto cuando estaba visitando a su hermana, aparentemente. Fue solo ahora que Harry vio que ella aprobaba sus acciones, y por primera vez, sin la necesidad de que fuera un día festivo para hacerlo, pensó en abrazarla.

—¿Harry?

Harry se giró ante el sonido de la nueva voz, sabiendo ya quién era.

—Teddy —dijo, con todo el corazón llenándose—. Pensé que volverías mañana.

—La abuela dijo que podrías necesitar mi ayuda, por lo que podía volver a casa temprano si quería.

Harry miró a medias a Andrómeda, quien se encogió de hombros.

—Fue su elección —dijo.

—Ella me dijo que el tío Draco tenía once —dijo Teddy.

—Eso fue hace unos días —dijo Harry—. Hoy tiene diecinueve.

—Qué extraño —fue todo lo que dijo Teddy.

—Me gusta tu cabello —dijo Harry. Hoy Teddy tenía el cabello rizado y verde, y la mitad de la cabeza rapada. Su ahijado llevaba unos vaqueros rotos y una camiseta negra con algún tipo de banda, probablemente una muggle—. ¿Cómo estuvo Hogwarts este año?

—Bien —dijo Teddy. No solía ser particularmente hablador, aunque Harry había tenido algo de experiencia para prepararlo para la verbosidad de Draco, ya que conocía a Rose Granger-Weasley.

—Gracias por venir —dijo Harry—. Quiero decir, para ayudarme.

—Parece que no necesitas mi ayuda.

—Pero de todas formas te lo agradezco.

—Genial —Teddy se encogió de hombros—. ¿Draco tiene piercings?

—Por supuesto que no —dijo Harry.

Teddy se encogió de hombros de nuevo.

—Dijo que sí. Dijo que era bastante salvaje, con pantalones de cuero y todo.

—Cuero. Hmm —Harry tragó saliva y miró a Andrómeda, que se había sentado de nuevo a leer el periódico—. ¿Pantalones de cuero?

—Lo sé —Teddy hizo una mueca—. Así que, ¿él fue un idiota a los once años? Siempre me decía que fue un idiota.

—No lo fue.

—¿Estás seguro? Él habla como si hubiera matado cachorros o algo así.

—Ya conoces a Draco —dijo Harry—. ¿Te lo imaginas matando a alguien?

—Tienes razón —estuvo de acuerdo Teddy—. Draco es muy quisquilloso con los olores.

—Teddy —dijo Harry apresuradamente—. Sabes que te amo, ¿no?

Teddy le frunció el ceño, las largas cejas que tenía hoy se inclinaron hacia abajo, sus labios frunciéndose. Por lo general, Teddy no cambiaba la forma de sus labios, a menos que realmente quisiera parecerse a otra persona. Dijo que hacer eso era demasiado difícil.

—¿Sí? —dijo, con cierta vacilación—. ¿Estás... pasa algo?

—No pasa nada —dijo Harry—. Solo quería que lo supieras.

Teddy siguió frunciendo el ceño.

—¿Le pasa algo al tío Draco? Quiero decir. Además de tener diecinueve años.

—Solo pensé que no… que no lo digo lo suficiente, que te amo.

—¿Le pasa algo a la abuela?

—Harry está trabajando en algunas cosas —dijo Andrómeda, haciendo crujir su periódico.

Teddy volvió su ceño hacia ella, luego miró a Harry.

—Nadie tiene cáncer, ¿verdad?

—Es solo que —dijo Harry— no soy bueno para expresar cosas. Algunas veces. Sentimientos. Quiero decir.

—Algunas veces —Teddy resopló.

—Y quería que lo supieras —continuó Harry con la voz quebrada—. Quería decírtelo para que nunca dudes que te amo tal como eres. Sí, tal como eres. Sin importar en quién quieras ser y en quién te conviertas.

—Genial, porque estoy pensando en convertirme en un vampiro.

—No —dijo Andrómeda, el papel crujió de nuevo.

—Te amaría como vampiro —dijo Harry.

—¿Qué tal un koala? —Preguntó Teddy.

—No —dijo Andrómeda.

—Te amaría como koala.

—¿Y qué hay de un koala vampiro?

—Eso podría ser interesante —dijo Andrómeda—, pero no.

—¿Puedo abrazarte? —Preguntó Harry.

Teddy lo miró con incredulidad.

—¿Estás seguro de que nadie tiene cáncer?

—Harry está tratando de tener emociones —dijo Andrómeda—. Deja que el pobre chico las tenga.

—Él es mi padrino —le dijo Teddy a Andrómeda—, No un pobre chico. Está bien, Harry —Volviéndose hacia Harry, Teddy se acercó y lo abrazó—. No le prestes atención a la abuela. Ella también te ama.

—No me gustaría tener que cuidar un koala vampiro —dijo Andrómeda.

—Te amo demasiado —Harry no pudo evitar devolverle el abrazo.

—¿Crees que no lo sé? —Dijo Teddy. Debes estar loco. Me estás aplastando.

—Lo siento —dijo Harry, dejándolo ir.

—Está bien —dijo Teddy—. ¿Quieres practicar con los abrazos? Puedes practicar conmigo —Teddy lo miró con sorna, que era su mirada habitual—. Sabes que yo también te amo, ¿verdad?

—Sí —Harry lo abrazó de nuevo, esta vez más gentilmente—. Sí, sé que lo haces.

—Solo para reiterar —dijo Andrómeda desde detrás de su papel—, nada de koalas vampiros.

Harry rozó con sus labios la mata de cabello verde para que Teddy no lo sintiera, tratando de no abrazarlo con demasiada fuerza.

-0-

Harry había decidido entrar por la puerta principal de Elixires Especializados en lugar de Aparecerse como de costumbre. Debería haberlo hecho desde el principio, por supuesto; solo que siempre quiso resolver sus problemas inmediatamente cuando necesitaba la identificación de alguna poción. Draco había tenido razón; Harry realmente había tratado a Draco como si Draco estuviera a disposición de Harry. Eso podría cambiar, solo que ahora que Harry estaba entrando en Elixires Especializados, no vio a Draco por ninguna parte, y tampoco acudió a su llamado.

Harry revisó el dormitorio, pero no parecía que alguien estuviera durmiendo en la cama, así que Harry subió al piso de arriba rápidamente, con el corazón latiéndole fuertemente contra el pecho.

—¿Llamabas? —Dijo Draco, cuando Harry irrumpió en la sala de estar, y el acento sonó tan parecido al Draco adulto que el corazón de Harry se detuvo por un momento. Acurrucado en su silla con estampado floral con un libro en su regazo, Draco tampoco se veía tan diferente de su yo adulto. Draco marcó la página que estaba leyendo y cerró lentamente el libro—. Te ves como la mierda —observó.

—¿Estás bien? ¿Cómo te sientes?

—Cálmate, Potter.

Los labios de Draco se habían vuelto más delgados. Su cabello tenía un poco menos de brillo.

—Está bien —dijo Harry, después de un largo momento—. Me he calmado. ¿Estás bien?

—Mi padre y mi madre están en la cárcel y no puedo hacer magia. ¿Crees que estoy bien?

—¿Qué puedo hacer?

Draco apartó la mirada. Harry se dio cuenta de que la línea de su mandíbula también se había afilado.

—Has hecho lo suficiente, gracias.

—¿Necesitas algo de comer? Tus suministros están agotados. Puedo ir de compras por ti. Puedo comprar pescado y papas fritas.

—Potter —dijo Draco en voz baja—. Lo decía en serio. Déjame hacer algo por mi cuenta, por una vez.

Esas palabras le recordaron tanto a Harry lo que Draco había dicho una vez cuando Harry trató de protegerlo de Alby que Harry se estremeció.

Lentamente, Draco se puso de pie. Se había vuelto aún más alto.

—Testificaste por mí en el juicio. ¿Por qué lo hiciste?

—Porque era lo correcto. Y tu madre me salvó la vida.

—¿Pero por qué testificaste por mí?

—Te lo dije —dijo Harry—. Eso era lo correcto. Además, no me identificaste cuando me llevaron a la mansión, y sé que sabías que era yo.

—¿Cómo?

Harry se encogió de hombros.

—Siempre sabes que soy yo.

—Así que no fue porque… —Draco volvió a evitar su mirada—. ¿No lo hiciste porque- porque…?

—¿Porque qué?

—Nada —dijo Draco, pero luego continuó—. Tu testimonio. ¿No fue por…? ¿No fue por eso?

—Draco —dijo Harry lentamente—. No supe que era gay hasta los veinte.

Draco frunció el ceño.

—Pero tú dijiste-

—Dije que era gay.

—Pero, ¿cómo no pudiste…? —El rostro de Draco estaba sonrojado—. Quiero decir. ¿Tú no…? Y, y Oliver Wood. Dijiste que- y él era- pensé que querías decir…

Draco tropezó, tropezó con cada palabra, y, sin embargo, por una vez, parecía estar hablando sobre el tema de una manera que no era oblicua o completamente intolerante, lo cual era un avance.

—Me di cuenta de que Oliver era atractivo después de que dejé Hogwarts.

—Pero- pero yo estaba hablando de- nosotros estábamos hablando de- quiero decir, pensé que estabas hablando de… —Draco parecía tan mortificado, pero siguió adelante—. Se trataba de chicos en la escuela, ¿no? ¿Quieres decir que en la escuela… tú no…? ¿Para nada?

El corazón de Harry se retorcía en su pecho.

—Oliver era atractivo en la escuela. Simplemente no me di cuenta. Luego pensé en ello mucho tiempo después, y me di cuenta. De que era atractivo.

—¿Pero cómo no pudiste…? ¿No querías...?

—Draco —Harry trató de decirlo tan gentilmente como pudo—. No sabía lo que me gustaba. Pensé que me gustaba Ginny Weasley.

—Pero pensé- ¡Pensé que habías nacido con eso! —Draco habló aún más fuerte—. Si pudiera gustarte una chica- si pudieras… si pudieras elegir- ¿por qué… por qué…? ¿Por qué elegirías ser- por qué…? —El rostro de Draco se contrajo—. ¡Pensé que eras como yo!

—Draco —Harry no sabía qué más decir, y Draco estaba parado allí, luciendo como si fuera a llorar de nuevo—. ¿Puedo…? —comenzó Harry, extendiendo la mano—. Déjame —Entonces la mano de Harry estaba sobre el hombro de Draco, y Draco lo dejaba acercarse, y Harry lo abrazaba.

Harry conocía esta confusión, estaba tan familiarizado con ella. Y desde que Draco había tenido once años, había hablado sobre el tema de una forma como si fuera aceptable hablar sobre qué chicos te parecían lindos siempre y cuando no mencionaras que los encontrabas atractivos. Si Draco alguna vez lo había mencionado directamente, había lanzado insulto tras insulto, algunos de ellos tan viciosos como cualquier cosa que hubiera dicho sobre los muggles o Hermione, y Harry simplemente había asumido que pasaría cierto tiempo hasta que Draco lo superara. Quizás nunca lo había hecho, y, sin embargo, había hablado de ello con tanta amabilidad con Harry durante ese juego de Snap Explosivo, cuando Harry había tenido once años y ni siquiera se le había ocurrido que existía la gente homosexual.

Ahora Draco estaba hablando de eso, y Harry se preguntaba si habiendo perdido la guerra, perdido a sus padres y perdido todo lo demás, Draco sintió que finalmente se le permitía ser quien realmente era. Había más cosas que reprimir en Draco que simplemente gustarle los chicos, y Harry sintió que tal vez esta había sido la clave todo el tiempo; todo esto había tenido que suceder para que Draco finalmente creciera y se convirtiera en la persona que Harry había llegado a amar. Sosteniendo a Draco con más fuerza, Harry tocó el cabello de Draco, esos cortos cabellos en la parte trasera de su cabeza, y deseó que estuviera bien.

Draco se movió en los brazos de Harry, casi a la altura de Harry ahora, girándose para que estuvieran cara a cara. El aliento de Draco estaba allí en la barba de Harry, sus grandes ojos brillantes mirando a los lentes de Harry, y luego los labios de Draco estaban allí, cerrándose torpemente sobre los de Harry.

—No —dijo Harry, empujándolo.

Draco lucía como si acabara de recibir una bofetada.

—Draco —La voz de Harry se sintió ronca—. No puedo.

—Dijiste… —El pecho de Draco se agitó, como si le costara respirar.

—Tienes diecinueve —dijo Harry impotente.

—Pero tú dijiste-

—Eres un niño.

—He estado en una guerra. He visto a gente siendo asesinada. ¿Cómo puedes decir- cómo puedes-?

—Porque tú no… nosotros no… —Harry se quedó sin palabras como Draco hace unos momentos.

Los labios de Draco se veían realmente rojos.

—No recuerdas las cosas sobre ti que yo recuerdo de ti —dijo Harry al fin—. No estamos… al mismo nivel. No está bien.

—¡Por supuesto que no está bien! ¡Somos unos jodidos homosexuales!

Harry miró los brillantes ojos de Draco, su boca roja, su expresión contorsionada. Su delgado pecho todavía se movía demasiado rápido.

—Me voy a ir —dijo Harry—. Regresaré mañana.

—¡No quiero que regreses! —Gritó Draco—. ¡Sal!

—Me voy —dijo Harry, volviéndose para bajar las escaleras.

—¡No quiero volver a verte nunca más! —Draco gritó detrás de él, luego cerró la puerta.

Mañana Draco cumpliría veinte años.

-0-

Junio de 2012

Harry Potter: 31 años

Draco Malfoy: 20 años

Harry se presentó en Elixires Especializados al día siguiente con un Pensadero y con las compras. El Pensadero lo dejó abajo; las compras, arriba, donde llamó a la puerta. Draco la abrió y Harry casi deja caer las bolsas.

Draco procedió a sentarse en el marco de la puerta -había adquirido este hábito ahora, entonces-, y tenía el pelo largo. Atado. Hacia atrás. Con mechones cayendo. Alrededor de su cara. Se veía… se veía… Debería haberse parecido a Lucius, quizás, aunque el cabello de Draco le llegaba hasta el cuello, no más allá de sus hombros como el de Lucius. Draco no se parecía a Lucius. Parecía una chica. Harry podría haberlo confundido con una si se lo hubiera encontrado caminando por la calle.

Harry se sintió culpable de que esta fuera la cosa más sexy que había visto en su vida.

Pensar de esa forma probablemente era sexista, o algo así. Hermione o alguien como ella diría que era sexista, tal vez. Ginny se encogería de hombros y diría que era porque Harry era bisexual, pero Harry conocía a personas bisexuales a las que no les gustaban los chicos que parecían chicas. Aparentemente, a Harry le gustaba. Aparentemente, le gustaba mucho este chico que parecía una chica.

Harry podía sentir que sus mejillas se ponían rojas.

—Veo que hemos aprendido a tocar la puerta —dijo Draco arrastrando las palabras.

—Traje… traje las compras —Harry se las entregó, porque tal vez entonces Draco las tomaría y… y se iría.

Los ojos de Draco bajaron rápidamente a las bolsas, luego, lentamente, volvieron a subir.

Mierda.

—Ya veo —dijo Draco, todavía de esa manera perezosa—. ¿Qué parte de "no regreses" no registró tu cerebro?

—Hmm —Harry se humedeció los labios y luego vio que Draco tenía perforadas las orejas. En varios lugares. Bueno, una de ellas lo estaba. Harry no podía ver la otra oreja de Draco por la forma en que su cabeza estaba inclinada. Harry no podía ver ningún arete visible en la oreja, solo pequeños agujeros. Draco se habría despertado con los agujeros; su yo mayor no necesariamente tenía aretes esperando a ser usados. Harry nunca se había dado cuenta de que Draco tenía perforaciones cuando Harry lo había visto por primera vez en Slug & Jiggers, pero Teddy había dicho que Draco las tenía. Draco le había dicho a Teddy que las tenía, y Harry se preguntó si Draco alguna vez le habría dicho algo así a él.

—¿Le pasa algo a mi cara?

—Dijiste que podía —dijo Harry estúpidamente— visitarte. Y que tú no…

Draco arqueó una ceja. —¿Pelearía verbalmente?

—Dijiste que me dejarías venir.

—Eres un poco patético —dijo Draco, empujando el marco de la puerta—. ¿Lo sabías? —Dándose la vuelta, regresó a la sala de estar. Harry había estado tan distraído por el cabello que no se había dado cuenta de que Draco estaba usando esa estúpida blusa blanca de pijama y jeans muggles. ¿De dónde sacó el Draco adulto jeans muggles? ¿El Draco de veinte años había salido a comprarlos? ¿Solo para el único día en que iba a tener veinte años? ¿También tenía pantalones de cuero?

Draco se veía bien, demasiado bien, de una manera que hizo que Harry se sintiera culpable por siquiera estar aquí, pero cuando Harry siguió mirándolo, vio lo delgados que estaban los muslos de Draco y los huesudos que estaban sus hombros. Cuando Draco se dio la vuelta para mirar a Harry, Harry vio la forma en que las clavículas de Draco sobresalían y pensó en cómo había lucido Draco en Slug & Jiggers: una tez enfermiza, cabello opaco, un rostro como si hubiera sido privado de vida.

—Deberías comer algo —dijo, a pesar de que recordaba la forma en que Draco había arremetido esa vez que le había dicho a Draco que debería comer más.

—Sí, gracias. Como puedes ver, estoy bien aquí —dijo Draco, haciendo un gesto alrededor de la habitación—, así que tal vez deberías irte.

Los libros estaban esparcidos por todas partes. Harry pudo ver que en algunos de los que habían sido quemados, había algunos apuntes escritos, como cuando estudiabas para un proyecto.

—Nunca te vi cuando teníamos diecinueve —dijo Harry—. O cuando teníamos veinte.

—Y, sin embargo, yo tengo que mirarte a la cara todos los días en El Profeta. Estoy seguro de que no me importan tus cursos en la universidad, ni lo que comiste en el desayuno, ni si estás a favor de Los Tornados o de las Arpías de Holyhead; pero a alguien debe importarle, ya que es lo único que aparece constantemente en los titulares.

—¿Qué hiciste? —Preguntó Harry—. Durante el año que tuviste diecinueve, quiero decir.

—Pensé que, sobre todo, iba a estar follando —Draco miró hacia otro lado, garabateando distraídamente con su varita sobre uno de los libros quemados—. Pero resulta que nadie quiere follar con un mortífago.

Yo sí quiero, casi soltó Harry, pero logró contenerse.

—Eh… —Harry se humedeció los labios—. Entonces, ¿qué has estado haciendo en cambio?

—No tenía casa, así que robaba trozos de pan de los contenedores de basura, ya sabes, ese tipo de cosas —Draco siguió garabateando ociosamente sobre el libro, que poco a poco se estaba reparando.

—Draco —suspiró Harry.

—Ahora estás preocupado por mí —El fantasma de una sonrisa tocó los labios de Draco, curvándolos levemente—. Eso es dulce.

—Mírame —dijo Harry, acercándose.

—¿Por qué? Sigues mirándome con esa cara de "intenté matar a tu mejor amigo, y logré que dos de tus profesores favoritos fueran asesinados, y siempre llamé a tu mejor amiga 'Sangre sucia', además de ella fue torturada en mi casa", entonces, ¿por qué necesito mirarte? Sé lo que piensas —Draco lo miró por debajo de las pestañas, como solía hacer cuando tenía once años, cuando fingía que no estaba mirando, solo que esto era diferente—. A pesar de lo que me has dicho.

—No… —Harry tragó saliva y lo intentó de nuevo—. No es así como te estoy mirando.

Los ojos de Draco lo recorrieron.

—Entonces, ¿cómo me estás mirando, Auror Potter?

—Yo… —Harry tragó de nuevo. Parecía tener un nudo en la garganta—. ¿Realmente no tienes casa?

Dándose la vuelta, Draco cerró el libro de golpe.

—Conseguí un trabajo muggle. Por si quieres saberlo.

Harry sintió que algo se le oprimía en el pecho y se sorprendió al darse cuenta de que era orgullo.

—¿Cómo hiciste eso?

—Obviamente, no podría haberlo hecho por mi propia cuenta.

—Eso no es lo que quise decir.

—No —convino Draco, inclinando la cabeza—. Tienes razón. Probablemente mataría a esos pobres muggles, ¿no? O al menos los torturaría y mutilaría. Tal vez violaría a sus hijos, quién sabe la clase de monstruo que soy. Un repugnante amante de los niños.

Cuando Harry se había encontrado de nuevo con Draco en Slug & Jiggers, él había hablado de esta manera, no con los insultos homofóbicos, solo con la autocrítica mordazmente sarcástica. Harry siempre solía pensar que Draco estaba citando las cosas que había escuchado decir a otras personas, las cosas que pensaba que otras personas pensaban de él. Ahora Harry estaba bastante seguro de que Draco había estado diciendo las cosas que pensaba de sí mismo, incluso las cosas que sabía que no eran ciertas. Draco pensó que la gente debería pensar esas cosas. Pensó que se lo merecía.

Lo único bueno que salió de esta comprensión fue que Harry ya no quería desesperadamente follar con el Draco de veinte años, lo cual era un alivio. Harry nunca se había sentido atraído por alguien mucho más joven que él antes, y no le gustaba lo lujurioso que lo hacía sentir.

—Te sorprendió, ¿no es así? —dijo Draco.

—No —dijo Harry, un poco bruscamente—. Solo que… me recuerdas a ti mismo. Cuando seas mayor.

—Espero haber sido follado para ese entonces, al menos. ¿No sería triste pasar por todo esto y seguir siendo virgen?

Harry no sabía qué decir a eso, así que pensó que sería mejor cambiar de tema.

—¿Qué trabajo muggle tienes?

—Quizás eso es asunto mío —dijo Draco, bajando la mirada de nuevo—. Déjame mantener un poco de dignidad, al menos.

Harry tragó saliva de nuevo y dio otro paso hacia adelante.

—Me preguntaba si podrías ayudarme con un caso en el que estoy trabajando. El proveedor… La red de pociones ilegales que mencioné. Siempre ayudas, bueno, en algunos años más, cuando comienzas a trabajar como consultor de pociones, así que pensé-

La cabeza de Draco se alzó bruscamente.

—¿Realmente soy un consultor de pociones?

—Sí. Draco —dijo Harry, un poco impaciente—, no mentí sobre todo. Solo te dejé pensar… algunas cosas, que no eran exactamente ciertas.

—Esa es una definición muy Slytherin de mentir —Draco había abierto el libro y estaba garabateando con su varita de nuevo.

—¿Me ayudarás?

—¿Por qué debería?

Harry se encogió de hombros.

—Siempre lo haces.

—¿Pero por qué?

—No lo sé —dijo Harry—. Al principio, pensé que era porque había ayudado a tu mamá, y tal vez tenías miedo de meterte en problemas si no me ayudabas. Pero luego…

—Luego —repitió Draco.

Harry ni siquiera se había dado cuenta de cómo había cambiado la voz de Draco. Harry no podía decir con exactitud cuándo, pero definitivamente había cambiado. Ahora tenía ese timbre que hacía que Harry sintiera como si algo resonara en su interior cada vez que Draco hablaba.

—Luego empecé a pensar que lo hacías porque querías ayudar. Porque eres una buena persona.

—Ah —dijo Draco, de esa forma tan tranquila que siempre había tenido—. No crees que lo hice porque quería que me follaras.

Harry finalmente perdió la paciencia.

—Draco, no todo gira en torno a lo gay que eres.

—Quizás no —dijo Draco—. Pero tenía que haber un punto culminante después de perder a mi padre, a mi madre, a mi hogar, a mis amigos y todo lo que alguna vez me importó. Se suponía que el punto culminante iba a ser cuando besara a quien quisiera, pero me resulta un poco difícil hacerlo cuando nadie quiere devolverte el beso.

Harry estaba a punto de besarlo solo para demostrarle que estaba equivocado, pero en su lugar dijo:

—¿Has intentado besarte con algún muggle? Dudo que a ellos les importe que seas un mortífago.

Los labios de Draco se curvaron y, oh, claro. Draco todavía estaba lleno de prejuicios. Eso no había cambiado todavía solo porque Draco se veía sexy. Harry ni siquiera podía estar seguro de si eso había cambiado para cuando Draco cumplió los treinta y dos. Nunca habían hablado de Muggles; apenas habían tocado el tema cuando Harry tenía once años.

—¿Me vas a ayudar o no? —Dijo Harry finalmente.

—¿Porque soy una buena persona? —Draco hizo otra mueca, lo cual lo hizo ver más joven—. Por qué no. Guíame.

Abajo, Harry le mostró a Draco los recuerdos grabados con el hechizo de rastreo del Ojo-que-todo-lo-ve, y le explicó que el Ojo estaba observando el laboratorio, mientras que el hechizo de rastreo registraba todo lo que el Ojo veía. Podía acelerar los recuerdos, pero tenía que mirar con atención para asegurarse de no perderse a nadie que entrara o saliera del almacén. Draco tenía un Pensadero en el laboratorio, y Harry había traído el suyo, para que juntos pudieran examinar todos los recuerdos aún más rápido.

—¿Eso es todo? —Preguntó Draco, sonando decepcionado—. ¿Quieres que mire en un Pensadero durante horas?

Harry arqueó una ceja.

—¿Pensaste que la vida de un Auror era glamorosa?

—Pensé que sería algo relacionado con pociones. Pensé… —Draco se interrumpió, comenzando de nuevo—. Pensé que como no puedo usar magia, encontraría una forma de… —Se detuvo de nuevo.

—Usualmente usas pociones cuando me ayudas. Y ya no estás bajo restricción, así que puedes usar magia si quieres —Como Draco todavía no se veía feliz por eso, Harry agregó—: No tienes que ayudarme si no quieres.

—Lo que sea —dijo Draco, sonando más como cuando tenía trece años que cuando tenía treinta y dos—. No tengo nada mejor que hacer.

—Bien —dijo Harry, y empezaron.

-0-

Junio de 2012

Harry Potter: 31 años

Draco Malfoy: 21 años

Cuando Draco cumplió los veintiún años, Harry llamó a la puerta de la sala de estar de Draco, quien la abrió, luciendo más hermoso que nunca, su cabello aún más largo. Harry solo podía decirlo por los mechones que caían sobre su rostro, pero el cabello de Draco era lo suficientemente largo como para haberlo atado en un nudo sin nada para sujetarlo. Santo cielo.

Sin embargo, todavía estaba demasiado delgado, más delgado que la última vez, y Harry recordó haber pensado que la cara de Draco parecía una calavera cuando Harry lo había visto en Slug & Jiggers. Harry no quería que Draco pareciera una calavera. Quería que se viera como un hermoso chico feliz que siempre tenía suficiente para comer y no tenía miedo de llevar el pelo suelto. Con cintas en él. Harry se preguntó si Draco alguna vez se delineó los ojos.

—Te he traído pescado y papas fritas —dijo Harry, entregándole a Draco una bolsa grasienta, principalmente para bloquear la vista del hermoso cuello de Draco.

Draco se puso pálido. Su rostro cambió.

—Llévatelo —dijo, pero no con una voz sarcástica. Su rostro tampoco era una mueca de desprecio. En realidad, parecía enfermo—. Lo digo en serio, Potter. Llévatelo.

Harry bajó la bolsa.

—Tengo que… —Draco se tapó la boca y se apresuró a regresar a la cocina.

Después de vaporizar la comida, Harry entró en la sala de estar y cerró la puerta, luego siguió a Draco a la cocina. Estaba en el baño, arrodillado ante el retrete.

—¡Draco! —Harry corrió hacia él, pero Draco extendió una mano.

—No —dijo—. Con ese olor, no te acerques a mí.

—¿Olor?

—Todavía hueles a eso.

Se refería al pescado y papas fritas, se dio cuenta Harry. Sacando su varita, Harry se apuntó a sí mismo, luego tomó un vaso y le echó agua. No sabía qué encantamiento había usado Draco cuando Harry tenía once años para hacer que el agua se sintiera como si limpiara tu boca, pero tomó el vaso de todos modos y se quedó fuera de la puerta.

—¿Puedo entrar? —Preguntó—. He disipado el olor.

—No —Cansado, Draco se puso de pie, luego salió y tomó el agua.

Harry volvió a mirar al baño.

—No vomitaste.

—Pensé que lo haría.

¿Estás embarazado? Harry pensó salvajemente, pero algunas cosas eran imposibles incluso con magia. Sería mejor si no fueran imposibles, en realidad, entonces tal vez Narcissa y Lucius no hubieran jodido tanto a Draco con la idea de que era necesario tener una esposa sangre pura.

—¿No te gusta el pescado y las papas fritas?

Draco negó con la cabeza. —Ya no.

Harry trató de asimilar eso, porque a Draco realmente pareció gustarles cuando había sido mucho más joven. Incluso cuando había sido un adolescente, no se había quejado cuando Harry los había hecho. Y se había quejado básicamente de todo lo demás que hacía Harry.

—¿Tus papilas gustativas cambiaron? —Preguntó Harry, tratando de encontrar una explicación.

—No —Draco caminó desde la cocina de regreso a la sala de estar, donde los libros todavía estaban esparcidos por todo el lugar.

Harry lo siguió, todavía perdido en sus pensamientos.

—Entonces… ¿Pasó algo malo? ¿Con el pescado y las papas fritas?

—Sí, pasó algo malo —Draco se dejó caer en el sofá.

Sobresaltado, Harry se dio cuenta de que todavía era el de Grimmauld Place. Todavía tenía diligencias, perros y coles estampados en él, aunque ahora también tenía sangre. Draco no se había molestado en limpiarlo, lo que parecía poco común en él.

—¿Qué pasó? —Preguntó Harry, acercándose.

—No tengo que decírtelo.

Draco tenía puesta su bata sobre la ropa muggle, solo que la usaba de manera diferente a como la usaba cuando era mayor. Cuando había sido mayor, Draco se había puesto esa bata envolviéndola alrededor de su cuerpo, cerrándola. Lo había hecho lucir tan remilgado y elegante que a Harry le había dado ganas de despeinarlo. Ahora Draco la llevaba suelta, completamente abierta. El dobladillo de la bata le golpeaba los tobillos mientras caminaba, y ahora que estaba desparramado en el sofá, le hacía lucir decadente, como un modelo de una revista. Debajo de ella todavía se podían ver las líneas nítidas de su cuerpo, gráciles y claras, pero en contraste con la suavidad de su cabello, y él… él estaba demasiado delgado. Harry quería abrazarlo y darle sopa. Decidiendo que tal impulso no sería bienvenido, Harry dijo gentilmente:

—No tienes que decírmelo. Pero podrías.

—¿Por qué estás tan obsesionado conmigo? —Draco se tapó los ojos con el brazo—. ¿Por qué no puedes dejarme solo?

—Quiero asegurarme de que estás bien —dijo Harry—. Y dijiste que me ayudarías a ver más de esos recuerdos en el Pensadero.

Draco se quitó el brazo de los ojos, pero su mirada se dirigió a los cojines del sofá, en lugar de a Harry.

—Trabajo en un restaurante muggle —dijo de repente—. Todo lo que he comido ha sido grasa durante los últimos dos años.

—Pero estás tan… –delgado, había estado a punto de decir Harry, pero luego se dio cuenta de que probablemente no debería comentar sobre el peso de Draco.

—Al principio estuvo bien —continuó Draco—. Comida gratis y todo. Pero luego no podía soportar comerla, y no tenía dinero para comprar otras cosas, y luego, llegó al punto en el que ni siquiera podía soportar el olor, así que desarrollé una poción para no tener que oler, y luego no pude oler nada y simplemente… Jesús —Draco se giró para mirar a Harry, con un mechón de pelo cayendo sobre su rostro—. Me siento enfermo, todo el tiempo.

Harry lo miró sin comprender.

Draco debió haber malinterpretado la expresión, porque mientras Harry miraba, el rostro de Draco se torció en una mueca de vieja rabia. De repente se enderezó.

—Adelante, mira —escupió—. Es lo que me merezco; ¿no es eso lo que estás pensando? Debería estar muriéndome de hambre después de todo lo que he hecho; ¿no es así? Eso es lo que todos estaban pensando, cuando me quitaron mi magia.

—Eso no era lo que estaba pensando. Draco —dijo Harry, todavía sin superar la conmoción—, dijiste, "Jesús".

Draco hizo otra mueca.

—Salir con muggles, ¿te imaginas? Al final, hice lo que dijiste y me follé a uno de ellos. ¿Qué piensas al respecto?

Harry trató de no pensar en eso en absoluto, ya que el interés, la lástima y los celos ocasionados por el comentario de Draco parecían ser un problema muy difícil con el que lidiar, y esa no parecía una reacción apropiada en absoluto. Harry tragó saliva y se humedeció los labios.

—No quise decir que debieras follar con cualquiera —dijo finalmente, ya que Draco hizo que sonara como si hubiera sacado a alguien de la calle, solo para poder hacerlo.

Draco puso los ojos en blanco.

—Su nombre era Erik; estaba en forma. Dijo que le agradaba; tenía ojos verdes, así que me lo follé.

—¿Hoy? —Preguntó Harry, muy confundido.

—¿Estás loco?

—Pero dijiste- ojos verdes. Pensé que —comenzó Harry, pero no sabía lo que había pensado.

Draco lo miró fijamente.

—Potter —dijo, luego pareció que tenía que empezar de nuevo—. Potter, ¿de verdad crees que mi fetiche por los ojos verdes comenzó cuando una poción me convirtió en un niño de once años? Comenzó cuando en realidad tenía once. Dios, eres tan jodidamente despistado —Draco se puso de pie, dándole la espalda.

Harry vio a Draco caminar hacia la mesa, en donde había más libros quemados.

—¿Estás bien? —Harry preguntó al fin.

—Estoy bien —Draco se dio la vuelta para mirar a Harry de nuevo—. ¿O pensaste que Erik el Muggle, me infectaría? No. Pensaste que yo pensaría que Erik el Muggle podría infectarme. Te preocupa que me sienta degradado.

—No —dijo Harry—. Pregunté porque la gente todavía puede lastimarte. Ya sean muggles o no.

—No te preocupes, Potter —dijo Draco, mirando uno de los libros—. Usó mucho lubricante.

—Eso no es lo que quise decir, y lo sabes.

—No estoy seguro de lo que quisiste decir. ¿Cuánto lubricante usas ?

—¿Por qué hablas así? —Harry soltó, incapaz de contenerse—. ¿Cómo es que siempre eres tan…?

—¿Puto?

Destructivo. Quieres que la gente te odie.

—No. Quiero que tú me odies. Tú, específicamente.

—¿Pero por qué? —Preguntó Harry, sintiéndose tan destrozado—. Sé que tenemos nuestra historia, pero sabes que yo… —No sabía ni cómo decirlo, las cosas que sentía por Draco, así que Harry no lo intentó—. ¿Por qué no puedes simplemente superarlo?

—¿Podrías? Cuando nos volvamos a encontrar, ¿todo será perdonado instantáneamente? —Los ojos de Draco se deslizaron hacia él, mirándolo de reojo alrededor de la larga curva de cabello suelto. Él desvió la mirada—. Ya me lo imaginaba.

Harry miró hacia el sofá, la mesa al lado. La mesa tenía un libro encima, probablemente uno que Draco había estado leyendo, no reparando. El libro estaba encuadernado en cuero con enredaderas en la portada y cuentos de hadas en el interior.

Cuando Draco volvió a hablar, su voz era suave.

—Cuando pasas quince años de tu vida fingiendo que no quieres algo, ni siquiera hablas de ello, ni siquiera te permites mirar… y de repente todos los que te dicen que no puedes tenerlo se han ido, y no solo puedes mirar; puedes tocar, Potter. ¿Por qué no deberían todos mis pensamientos que durante mucho tiempo no me dejaron dormir, ser sobre el sexo?

—Eso no es lo que yo-

—Y luego imagina diez de esos años, queriendo algo muy específico que sabes que nunca podrás tener, por más razones de las que podrías- porque me odiabas Potter; me rechazaste y eras amigo de la gente equivocada. Cuando eso sucede, tomas ese deseo y lo entierras tan profundamente que incluso pensar en él duele. Como el fantasma de Dumbledore —Draco miró su mano sobre el libro, la luz gris de la ventana creando una especie de halo alrededor de su esbelto cuerpo, iluminando su cabello apagado.—. Cuando algo duele tanto, llegas a odiarlo. Realmente lo odias. Con todo el corazón, hasta lo más profundo del alma. La atracción sexual y el odio son básicamente las mismas cosas para mí, Potter. Y te odio —murmuró—. Siempre te he odiado mucho.

Harry todavía se sentía destrozado, como si Draco hubiera tomado todas sus entrañas y las hubiera colocado en un futuro donde parecía imposible que Draco se sintiera así, dejando a Harry en el presente completamente vacío, despojado de sangre. Entonces Harry abrió la boca y dijo la cosa más incomprensible que pudo imaginar decir:

—¿Puedes soltarte el pelo? —Su voz estaba tan ahogada que ni siquiera sintió que pudiera hacer que sonara como una pregunta, al final.

La mirada de Draco se volvió hacia él.

—¿Qué? —Preguntó bruscamente.

—¿Puedes soltártelo? —Dijo Harry de nuevo—. Yo… quiero verlo.

Lentamente, sin romper el contacto visual, Draco levantó los brazos y extendió la mano por detrás de la cabeza. Desató el nudo y su cabello cayó en un río largo y curvo, luego se extendió. Era recto, pero no tan recto como Harry había imaginado, unas cuantas curvas que hacían que los mechones se abultaran un poco contra el rostro de Draco en lugar de colgar sin vida. Ya no tenía ese brillo que solía tener, algunas partes se habían vuelto de ese color marrón que casi parecía gris, la sombra de un ratón.

Draco se parecía aún más a una chica así, los rasgos afilados de su rostro más suaves de alguna manera, más femeninos. Harry pensó que definitivamente era sexista y que Draco era la persona más hermosa que había visto en su vida.

Tan lentamente como se había quitado el cabello, Draco comenzó a sonreír.

—Te gusta, ¿verdad?

—Sí —dijo Harry, sin respirar del todo bien.

—¿Quieres tocarlo?

—Sí —dijo Harry sin aliento.

Draco dio un paso hacia él.

—Quizás deberíamos-

Harry dio un paso atrás.

—No podemos. No puedo.

—Tengo veintiuno.

—Y yo tengo treinta y uno.

—Sigues diciéndome tu edad —La sonrisa regresó, solo una pizca de ella. Mierda. Draco era tan jodidamente hermoso—. Iba a sugerir que bajáramos al laboratorio y nos pongamos manos a la obra en esos recuerdos.

—¿Qué? —Harry dijo estúpidamente.

—Tú eres el que lo malinterpretó —Echando la mano hacia atrás, Draco comenzó a atarse el cabello de nuevo—. Por otra parte, eres tú quien desesperadamente quiere follar conmigo.

—Pero —Harry frunció el ceño—. Tú dijiste…

—Asumiste que estaba hablando de ti —continuó Draco—. Siempre fuiste tan arrogante, Potter.

Draco estaba mintiendo. Harry sabía que Draco estaba mintiendo, pero no podía entender por qué lo haría, particularmente después de que le acababa de decir una verdad que había estado escondiendo la mitad de su vida, aparentemente. Por otra parte, Draco había dicho que no había querido besarlo directamente después de haberlo besado, durante ese incidente con el Polvo de lengua de sirena.

—¿Vas a estar demasiado distraído? —Draco sonrió de nuevo—. ¿Necesito usar un sombrero?

—No —logró decir Harry—. Así que, resulta que debería haber traído ensalada.

Sorprendido por su sonrisa, Draco casi se rio de verdad. Luego tosió.

—Sí —estuvo de acuerdo—. Quizás deberías haberlo hecho.

Bajaron al laboratorio para mirar recuerdos.


Quedan dos capítulos (o tres, aún me estoy decidiendo en si dividir el último capítulo o no, aunque lo más probable es que no lo haga), y no sé si mi corazoncito pueda soportarlo JAJAJAJAJ:(

Nessie-sars: La verdad es que a mí también me encanta leer tus comentarios, ya que mencionas algunos aspectos de los personajes que yo no había notado o no les había prestado atención, o me dejaba llevar por mi opinión. "El capítulo más triste"... Uy, no sé JAJAJAJA. La verdad es que sí me entristeció demasiado ese capítulo, aunque el anterior a ese me dolió aún más, porque Draco era tan solo un niño en ese momento, y verlo expresarse de esa forma, repudiando aquello que le gusta... Me entristece bastante, en especial porque sé eso se da muy frecuentemente en niños con familias muy conservadoras o que son criados con esa clase de pensamientos. Nadie debería pasar por eso. Notaste otra cosa, y es el autodesprecio que Draco, y que en este capítulo también se menciona. De nuevo, es algo que me rompe el corazón. (PD: Lo del patronus es una de mis cosas favoritas en esta historia, me derrite el corazoncito).

Jade Angel7: Creo que este capítulo es más tranquilo que los otros, definitivamente. Aunque no te prometo nada por los dos (o tres) restantes JAJAJAJAJA. Pero creo que sirven para Harry pueda entender más a Draco. Hubieron bastantes malentendidos entre ambos precisamente porque no se entendían el uno al otro. Ninguno llegaba a comprender por lo que el otro había pasado. Gracias por comentar:D