The loud house y sus personajes son propiedad de Nickelodeon. Esta historia es escrita únicamente con fines de entretenimiento.
Capítulo 2
(Parte 3a)
Demonios internos
La luz del semáforo cambio de rojo a verde repentinamente. Por fortuna, este hecho no tomó a Lincoln por sorpresa, ya que esta vez su mente estaba preparada para ello. No quería que el mismo incidente de hacía apenas unos minutos volviera a repetirse, así como tampoco quería arriesgarse a importunar a los demás conductores, y más importante aún, no quería a exponerse a sufrir un serio accidente a causa de su descuido y de su falta de atención. Sintiéndose un poco más tranquilo y decidido a no volver a distraerse, el joven peliblanco dejó de pisar el pedal del freno y siguió conduciendo en dirección a su destino.
Más valía que no siguiese perdiendo el tiempo rememorando cosas del pasado.
Esto último, sin embargo, no pasó de ser solamente un fugaz pensamiento que no tardó mucho en ser desechado, ya que, sin importar cuanto se esforzase en no seguir pensando en el pasado, casi como si fuese una broma de muy mal gusto, la mente del joven soldado seguía estando enfrascada en todo un revoltijo de ideas y pensamientos respecto a lo ocurrido aquella noche con su pequeña hermana, Lucy.
Sin duda alguna, aquella había sido una charla bastante… inusual, pero no por eso menos agradable o amena. Por un lado, varias interrogantes que en un principio habían llamado la atención de Lincoln habían quedado aclaradas, pero, irónicamente, y por extraño que pueda parecer, nuevas dudas habían venido a ocupar el mismo lugar en los pensamientos del chico. Para empezar, no se podía ignorar el hecho de que, en todo el tiempo que duró aquella memorable conversación, el peliblanco no pudo en ningún momento apartar de su mente el extraño presentimiento de que su hermana menor estaba tratando desesperadamente de ocultarle algún detalle importante, el cual, desafortunadamente, resultaba casi imposible de poder adivinar, pues Lucy, de alguna manera, siempre lograba zafarse de toda duda o cuestionamiento con sus respuestas cargadas de poesía y madurez.
Ciertamente no se podía esperar menos de una chica introvertida y melancólica cuyo mayor placer en la vida era la poesía y todo aquello que estuviese incluso remotamente relacionado con la palabra "oscuridad".
Ahora bien, un detalle que podía considerarse bastante inusual en todo este asunto, era el hecho de que, a pesar de estar acostumbrado a los gustos y a la personalidad de su hermana menor, Lincoln no podía evitar sentirse frustrado con ella debido a su peculiar manera de expresarse, ya que a veces, se dirigía a él como si fuese una noble dama inglesa del siglo diecinueve avezada en temas de narrativa gótica, especialmente de las obras de Edgar Allana Poe y Howard Phillips Lovecraft, aunque, curiosamente, al mismo tiempo fuese una fiel seguidora de las historietas infantiles sobre ponis (algo que la misma Lucy llegó a confesar en una ocasión, pidiéndole nuevamente a Lincoln guardar el secreto), y otras veces, volvía a ser una chica sencilla del siglo veintiuno, con inseguridades y dudas como cualquier persona normal. Y si bien era cierto que conocía a Lucy de toda la vida, nunca dejaba de sorprenderle el hecho de que la chica parecía siempre estar acompañada por una indefinible aura de misterio, en buena parte gracias a su gusto por vestirse de manera lúgubre y tenebrosa, aunque también la ambigüedad de sus palabras y su indefinible encanto de belleza oscura sin duda ayudaban a conservar esa imagen de "chica gótica" ante los demás, lo cual, al parecer, era de gran importancia para ella. Además de todo esto, Lucy tenía la molesta costumbre de mostrarse inaccesible con sus propios sentimientos y de no contestar las preguntas que se le hacían de manera directa, como si fuese una bella princesita proveniente de un asteroide lejano (1).
Todo lo anterior dicho, sin embargo, era solo el principio.
Todo en Lucy era un enigma insoslayable, sobre todo en aquellos días tumultuosos, en los que todo parecía estar al revés dentro de la casa. No sería exagerado incluso afirmar que la chica se había vuelto todavía más hermética que antes, especialmente en todo lo que se refería a sus actividades y rutinas diarias, ya que difícilmente podía saberse lo que hacía una vez que llegaba a casa después de la escuela.
Solía pasar la mayor parte de su tiempo libre en su habitación, sin hacer mucho excepto escribir en su cuaderno y mirar por la ventana, como un reo sentenciado a cadena perpetua… aunque, la verdad sea dicha, Lucy parecía estar satisfecha con ese particular estilo de vida. Quizás no estuviese atada con cadenas y encerrada en una celda oscura, pero ciertamente parecía estar encerrada en sus propios pensamientos y en su poesía.
En otras ocasiones, de repente le daba por salir a dar largos paseos por las calles o simplemente a visitar las casas de algunos de sus amigos de la escuela, o por lo menos eso era lo que decía, y podían llegar a pasar horas enteras antes de que se decidiese a volver a la casa. Además de esto, era muy raro que hablase de las cosas que hacía estando fuera, lo cual, en un principio, no preocupó demasiado a Lincoln, pero con el paso del tiempo, y tras varias serias observaciones hechas sobre el comportamiento de su hermana, empezó a preocuparse seriamente. El joven peliblanco había intentado en varias ocasiones hablar de esto con sus padres y el resto de sus hermanas, pero… al parecer, nadie veía nada extraño o perturbador en la conducta de la chica sombría, y simplemente la dejaban en paz con sus asuntos.
Lincoln, sin embargo, nunca dejó de lado sus inquietudes.
Sumado a todo esto, el hecho de haber descubierto que su hermana menor tenía por costumbre el caminar a solas en el parque durante la noche y sin permiso… bueno, eso ya era en sí mismo algo bastante preocupante, pero más alarmante aún fue el descubrir que la chica sombría llevaba mucho tiempo haciendo esto, y en ningún momento sus padres habían siquiera notado su ausencia dentro de la casa, algo que, dicho sea de paso, nunca sucedía con las demás chicas ni con él.
Todo este asunto era por demás bastante extraño.
Ahora bien, en este punto de la historia, tal vez sea necesario recalcar ciertos detalles importantes. Para empezar, cualquier persona que hubiese tenido el valor… o, tal vez, la paciencia… de visitar la casa de los Loud en esos agitados días, hubiese podido constatar, sin ningún tipo de dificultad, que casi todos los miembros de la familia hacían verdadero honor a su apellido, ya que era muy poco común que hubiese un día completamente desprovisto de ruido, discusiones o pleitos entre dos o más hermanas. Los Loud hacían verdadero honor a su nombre. Sin embargo, en un cierto punto, el visitante hubiese podido observar que tanto Lincoln como Lucy se diferenciaban del resto de sus hermanos al ser ambos de carácter más tranquilo. De los dos, el joven peliblanco sin duda era el que más destacaba, ya que tendía a fungir siempre como un mediador o juez en todas las disputas que inevitablemente terminaban surgiendo a lo largo del día, un papel que, ciertamente, le quedaba como anillo al dedo, pues tenía lo que muchas personas suelen llamar "don de gentes", además de grandes habilidades de persuasión que hubiesen sorprendido a cualquiera que se hubiese tomado la molestia de observar detenidamente sus interacciones, ya que incluso en los momentos más estresantes el chico lograba mantener la calma, y al hablar su tono de voz era siempre suave y sosegado, raras veces llegando a encolerizarse; debido a todo esto, era común que todas sus hermanas acudiesen a él como si fuese su líder "de facto". Lucy, por otro lado, si bien tenía el mismo carácter tranquilo que su hermano, se podía decir que era el polo opuesto de este. Dicho sea, en palabras más simples: mientras que el joven peliblanco parecía brillar con luz propia gracias a sus habilidades sociales, la chica era más bien… retraída y reservada, siempre apartada de los conflictos, rara vez entrometiéndose en las peleas y siempre manteniendo un extraño y sepulcral silencio en los momentos más adversos, el cual solamente llegaba a romper de vez en cuando para hacer algún que otro comentario cargado de sensatez y prudencia, usualmente dirigido hacia alguna de sus hermanas.
Era un hecho bien fundamentado que Lucy era la persona más callada en la familia, pero no conforme con esto, la chica era además bastante sigilosa, al grado en que incluso parecía moverse entre las sombras como una entidad observadora de todo cuanto estaba sucediendo dentro del hogar, llegando a intervenir solamente en muy contadas ocasiones. Su presencia era tan imperceptible que todos, con excepción de Lincoln, podían fácilmente olvidarse de ella durante el día, sin saber siquiera dónde estaba o que estaba haciendo, y después, cualquiera podía fácilmente toparse con ella de manera inesperada y repentina, lo cual por lo general llegaba a causar un gran susto y hasta una que otra caída involuntaria.
Esto último detalle era algo que daba mucho en que pensar, al menos para Lincoln.
El joven peliblanco siempre había encontrado un poco extraño como aquel curioso fenómeno se repetía con demasiada frecuencia sin importar el tiempo que pasase. De hecho, un dato sobresaliente que vale la pena mencionar en estos momentos es que, en un día normal, Lucy podía fácilmente pasar desapercibida, incluso en presencia de otras personas dentro de la misma habitación, lo cual era algo que venía ocurriendo desde siempre, pero ahora, por algún extraño motivo, era mucho más frecuente.
Esta… "habilidad", por llamarla de alguna manera, resultaba ser tan enigmática y a la vez tan notable que, en el pasado, todos los hermanos (incluyendo a Lisa, por extraño que esto pueda parecer) llegaron a formular sus propias teorías disparatadas al respecto. De entre todas estas, quizás la que más prevaleció fue que Lucy tenía una especie de extraño… "súper-poder" o mutación que le permitía tele-transportarse a diferentes lugares con toda libertad sin tener que emitir ni el más mínimo sonido, y debido a esto era capaz de asustarlos a todos con gran facilidad y hacerlos caer de la impresión cada vez que les hablaba de repente con su voz apática y monótona, cosa que a todos molestaba enormemente.
El solo acordarse de estas cosas hizo que Lincoln sonriese para sí mismo con algo de tristeza. Resultaba increíble pensar que alguna vez tanto el cómo sus hermanas habían sido tan inocentes e ingenuos.
Obviamente, con el tiempo todas aquellas ideas tan absurdas e infantiles terminaron siendo refutadas y olvidadas, pero eso no evitó que se volviese una frecuente rutina el que todos, en algún momento de la semana, se quejaran de ese molesto hábito que Lucy tenía de asustar a todo el mundo de manera inesperada, aun cuando, en retrospectiva, la mayoría de las veces, aquello estaba completamente fuera de su control.
Lincoln incluso recordaba que, una vez, Luan había bromeado al respecto, diciendo que había que considerar seriamente la idea de colgarle un cascabel a Lucy en el cuello, para que de esta forma todo el mundo pudiese ser alertado de su presencia "fantasmal" y nadie tuviese que caer al suelo a causa del tremendo susto que solía propinar a todo aquel que tuviese la mala fortuna de encontrarse con ella; al oír aquello, las demás hermanas se rieron quedamente o simplemente expresaron estar de acuerdo con esa idea, para luego pasar a quejarse de lo incómodo que era que la chica sombría siempre se apareciese de repente sin previo aviso y las asustara de esa manera. Los comentarios pasaron entonces a ser criticas de Lucy, desde la forma en que se vestía, hasta por su forma de hablar y el cómo siempre se la pasaba diciendo que la oscuridad esto y la oscuridad aquello… todo esto mientras la chica en cuestión las escuchaba en silencio desde el otro lado de la sala, sin que nadie notase siquiera su presencia. Y para empeorar aún más la situación, a pesar de que Lincoln se aclaró fuertemente la garganta y les hizo gestos con la mirada, ninguna de las chicas fue lo suficientemente perspicaz para entender lo que estaba tratando de decir a base de señas. Al final, el peliblanco se dio por vencido y simplemente les dijo que Lucy estaba detrás de ellas. Inmediatamente todas voltearon, como si fuesen niñas parlanchinas sorprendidas por la maestra en medio de la clase, y, riendo nerviosamente por lo embarazoso de la situación, se disculparon con la joven poetisa, quien, después de permanecer en silencio unos cuantos segundos, se limitó a decir que aquello no tenía importancia y, sin decir otra palabra, simplemente subió las escaleras, dejando tras de sí una pesada atmosfera de incomodidad entre sus hermanos.
Si, sin duda alguna, aquella había sido una tarde interesante y divertida.
Con todo eso, y por extraño que pueda parecer, Lucy nunca reaccionaba con enojo o exasperación ante las palabras que el resto de las chicas llegaban a pronunciar a sus espaldas, las cuales bien podrían considerarse ofensivas o hirientes. De igual manera, nunca llegó a mostrar ningún tipo de reacción cuando hacían preguntas insulsas respecto a sus gustos, preferencias o pasatiempos, o incluso cuando se impacientaban con ella a causa de los increíbles e inesperados sustos que podía llegar a causar. La pobre chica simplemente se limitaba a escuchar pacientemente lo que todos decían y a soltar sus acostumbrados suspiros de resignación.
El solo pensar en esto hizo que Lincoln se sintiese terriblemente culpable, pues, ahora que pensaba las cosas con mayor detenimiento, lo más probable era que su hermana se hubiese sentido herida por todo aquello que su propia familia decía sobre ella, pero nunca se había decidido a expresarlo directamente.
De esta forma, el tiempo siguió su marcha, y a pesar de que todos fueron creciendo y olvidándose de todas aquellas ideas descabelladas que habían tenido en el pasado, esto no evitó que Lucy siguiese siendo imperceptible a los ojos del resto de la familia en más de una sola ocasión. El único que parecía haberse vuelto completamente inmune a su "habilidad" era Lincoln, mientras que, para el resto de sus hermanas, la chica sombría solía pasar desapercibida la mayor parte del tiempo, y si bien esta situación venía sucediendo desde que el joven peliblanco tenia memoria, hacía apenas un año (más específicamente, poco después de su regreso a la casa) que había empezado a ver todo aquello como algo sumamente alarmante. Dicho fuese en palabras más simples, si hasta los señores Loud eran incapaces de notar la ausencia de una de sus hijas dentro del hogar, entonces era más que obvio que era hora de considerar las circunstancias de su hermana menor como un problema bastante serio.
De hecho, otro detalle que vale la pena mencionar dentro todo este asunto es que, si bien los señores Loud, como ya se ha dicho antes, habían hecho el firme propósito de ser más estrictos, de pasar más tiempo de calidad en familia, así como también de hablar con todas y cada una de sus hijas para así ayudarlas con todo lo que estas pudiesen necesitar, Lincoln, en ningún momento que él mismo pudiese recordar, había visto a sus padres hablando a solas o por lo menos teniendo un gesto de consideración con Lucy.
Tristemente, al parecer, esto era algo de lo cual nadie más se había percatado dentro de la familia, pero para el joven peliblanco resultaba ser más que obvio y no había lugar para la duda. Simplemente no se podía negar que había una notoria diferencia cuando uno comparaba el tiempo e incluso el trato que ambos padres le dedicaban al resto de sus hijas, ya que, en el transcurso de un día normal, era común que todas recibiesen regaños, ordenes, consejos, permisos, atenciones… mientras que Lucy muchas veces era dejada en el último lugar en su lista de prioridades, o simplemente su presencia no era percibida… como de costumbre.
En lo que respectaba al resto de las hermanas, tanto Lynn Sr. como su esposa, Rita, habían demostrado que se estaban tomando muy en serio su nueva resolución, ya que, desde que tuvo lugar el incidente con Lisa, los dos empezaron a ser más firmes y estrictos con Luna respecto a su comportamiento agresivo y pendenciero (aunque esto, en realidad, no sirvió de mucho), escucharon los problemas que tanto Luan como Lynn tenían en sus escuelas y en sus vidas personales, además de que se aseguraron de mostrar su apoyo incondicional con las decisiones que ambas chicas tomaron para su futuro, consolaron a Lana por la posible futura pérdida de Charles, fueron más severos con Lola y procuraron no descuidar la salud mental de Lisa y Lily, llevando a la primera a frecuentes terapias psicológicas y teniendo muchas charlas con ella, mientras que con la segunda se mostraban más atentos y cariñosos que antes, asegurándole en todo momento que la amaban y que no permitirían que algo malo le volviera a ocurrir. Incluso se tomaron el tiempo para llamar con mayor frecuencia a Lori y a Leni, con el fin de saber que pasaba en sus vidas o si necesitaban ayuda con algo. Esto último resultó ser bastante provechoso, sobre todo en el caso de Leni, ya que, gracias a las llamadas de sus padres, terminó enterándose de varios errores que había estado cometiendo a la hora de cuidar de su pequeña hija, Liena.
En suma, todas las chicas tuvieron la oportunidad de recibir las renovadas atenciones de sus padres, algunas con gusto y otras no tanto, pero el punto es que todas las recibieron.
Todas… menos Lucy.
Y aun si uno estuviese dispuesto a aceptar el hecho de que la… "invisibilidad" de la joven poetisa fuese el pan nuestro de cada día dentro de la casa, que todas sus hermanas e incluso sus padres fuesen incapaces de notar su presencia incluso dentro de la misma habitación, o que casi todos llegasen a sorprenderse hasta el grado de caer al suelo o gritar desaforadamente cada vez que la chica se animaba a hablarles… aun con todo eso, para Lincoln, era injustificable que sus padres no tuviesen la misma atención con Lucy que con el resto de sus hermanas.
Como si todo eso no fuese suficiente, el joven peliblanco había empezado a notar que, en lo que a sus padres y a Lucy se refería, ciertos… "incidentes" empezaban a repetirse con reiterada frecuencia.
Para entender mejor esto, es necesario hacer una breve explicación: en aquella época sucedió que los señores Loud, de un momento a otro, empezaron a tener días cada vez más ajetreados, lo cual, en buena parte, fue debido al notable e inesperado éxito que empezó a tener el restaurante que Lynn Sr. había decidido abrir en el tiempo que Lincoln había estado lejos de casa; difícilmente había un día en que los dos adultos no estuviesen apurados con las gestiones de su negocio, razón por la cual a menudo se veían obligados a pasar mucho tiempo fuera de casa, ya fuese en el mismo restaurante, en los mercados de abastos o en reuniones con posibles inversionistas o publicistas… en fin, todo esto, como cualquiera podría esperar, implicaba el tener que organizarse de la mejor manera posible para tener tiempo de calidad en familia, así como también el poder asistir a todos los eventos más importantes de sus hijos, tales como partidos, obras de teatro, festivales, concursos, etc. Sin embargo, a pesar de todos sus esfuerzos, era común que de vez en cuando llegasen con retraso a dichos eventos o que, algunas veces, simplemente no pudiesen asistir debido a sus muchas responsabilidades, por lo que no les quedaba más remedio que disculparse de la mejor manera posible con sus hijos, sabiendo que estos estarían muy decepcionados y tristes. En otras ocasiones, llegó a suceder que también se olvidaban de ir a recoger a alguien o se acordaban en el camino que debían haber hecho otra cosa o ido a otro sitio, por lo que se veían forzados a dar la vuelta, hacer aquello que tenían que hacer y, una vez más, disculparse más tarde con cualquiera de sus hijos que se hubiese visto afectado por el inconveniente.
Con el tiempo, todos en la casa (a excepción, tal vez, de Luna) tuvieron que aprender a aceptar esta nueva situación y a sobrellevarla como mejor podían. Fueron meses muy difíciles para la familia Loud. A pesar de que el restaurante empezaba a gozar de cierto renombre y popularidad, lo cierto era que la situación económica estaba volviéndose cada vez más apretada, y esto no hizo más que empeorar una vez que Lisa se rehusó tajantemente a seguir ayudando a sus padres en todo a lo que respectaba a sus decisiones financieras y administrativas, lo cual a su vez ocasionó que se fueran cometiendo varios errores que, al final, terminaron costando mucho dinero, además de otros problemas… pero esa es otra historia, y será relatada en otro momento.
En fin, volviendo al punto de partida… tristemente, de entre todos las hijas, Lucy fue quien terminó siendo la más afectada por todos estos nuevos cambios, ya que, al ser la única de las chicas que asistía a la escuela secundaria, en muchas ocasiones sus padres se olvidaron de recogerla cuando terminaban sus clases, lo cual la obligaba a tomar el autobús o incluso, algunas veces, cuando no tenía suficiente dinero para pagar su pasaje, a tener que volver hasta la casa caminando, lo cual le llevaba por lo menos entre una hora o una hora y media, ya que la escuela se encontraba a una distancia considerable de la casa. También era muy común que ambos padres se tardasen mucho en llevarla a las reuniones del club de literatura al que se había inscrito, o que se olvidasen por completo que había que comprarle nuevos útiles, cuadernos y libros, o que se olvidasen de pagar sus viajes escolares y de ir a sus eventos de declamación de poesía.
Conforme fue pasando el tiempo, estos "incidentes" con Lucy fueron haciéndose cada vez más y más habituales, incluso al grado de ser ampliamente más frecuentes que con el resto de las chicas. Parecía ser que, de manera inconsciente, ambos progenitores no tenían empacho en seguir relegando hasta el último momento los compromisos o necesidades de la joven poetisa y, de hecho, no fueron pocas la veces en que terminaron olvidándose de ella por completo, y cada vez que esto sucedía, terminaban acordándose hasta mucho tiempo después, cuando ya era demasiado tarde.
Una vez, por ejemplo, se acordaron hasta la hora de la cena que tenían que haber ido a recoger a Lucy de la escuela… y que debían haberlo hecho hacía por lo menos dos horas y media. Al parecer, esta gran confusión se originó en la mañana de ese mismo día, cuando, debido a las prisas que ambos padres tenían a causa de sus responsabilidades y compromisos, no tuvieron el tiempo suficiente para ponerse de acuerdo sobre quien se encargaría de recoger a Lucy por la tarde, por lo que Rita terminó creyendo que su esposo se encargaría de hacer esa tarea, mientras que Lynn, por su parte, pensó lo mismo de su mujer.
Cuando finalmente llegó el momento en que toda la familia debía sentarse a la mesa para cenar (faltaba poco para que Lincoln regresara de su entrenamiento), ambos padres empezaron a sacar los platos de la alacena mientras que las chicas iban ocupando sus asientos. Al hacer esto, no tardaron mucho en percatarse que una de sus hijas estaba ausente, y que está definitivamente era Lucy. Los dos no recordaban haberla visto desde la mañana, y.… en fin, para no hacer esta historia demasiado larga, simplemente diremos que, al ir hablando, la pareja acabó por darse cuenta que ni uno ni el otro había ido a recoger a la chica.
En ese momento, un tenso silencio invadió el comedor. Ambos progenitores se miraron el uno al otro sin saber qué hacer, al mismo tiempo que las chicas intercambiaban miradas entre sí, como si esperasen que, de un momento a otro, Lucy apareciese de la nada, asustándolas como ya era su costumbre… pero esto no sucedió. Todos se habían olvidado de ella.
Preocupados y, ¿por qué no decirlo?, terriblemente abochornados por su falta de atención y cuidado, ambos padres intentaron llamar al celular de su hija, pero, por increíble que pueda parecer, después de unos momentos se acordaron que su antiguo celular se había roto y habían prometido comprarle uno nuevo a la menor oportunidad, pero aquella promesa había quedado en el olvido. Fue entonces que en verdad empezaron a preocuparse, pues su pequeña hija no había vuelto a la casa. Al interrogar a sus otras hijas, todas afirmaron no haberla visto desde la mañana, y que no tenían ni la menor idea de adonde podía haber ido, por lo que el indecible temor, típico de los adultos, de que alguien pudiese haber secuestrado a Lucy, o que algo malo le pudiese haber sucedido, empezó a volverse cada vez más tangible. Pensaron en llamar a los amigos de Lucy para ver si ellos sabían dónde estaba, pero esta idea fue rápidamente desechada cuando descubrieron que no se acordaban del nombre de ninguno y, por supuesto, tampoco tenían sus números de teléfono ni los de sus padres.
A estas alturas, decir que solamente tuvieron un pequeño ataque de ansiedad seria quedarse demasiado corto. Tal vez sea más acertado decir que se volvieron prácticamente locos, lo cual, dicho sea de paso, es una declaración que todas sus demás hijas hubiesen estado de acuerdo en decir que no era una exageración en absoluto. Por ello, sin perder más tiempo, salieron corriendo de la casa, se metieron en Vanzilla, la vieja, pero confiable camioneta familiar, y condujeron a toda prisa por la ciudad hasta por fin llegar a la escuela, donde, por más que pidieron información, buscaron y gritaron su nombre, no encontraron ni el más leve rastro de su hija sombría.
En medio de su desesperación, decidieron que su mejor opción era contactar a la policía. Una vez que lo hicieron, la recepcionista les pidió los datos y descripción de su hija para luego activar una alerta Amber (2), de manera que esto pudiese potenciar la búsqueda y localización de Lucy para todas las patrullas disponibles. Asimismo, se les recomendó a los padres que siguiesen buscando por su propia cuenta en los lugares que la chica solía frecuentar y ponerse en contacto con cualquiera que estuviese mínimamente relacionado con su hija, ya fuese amigos, parientes, maestros, etc. Así pues, los dos continuaron con su interminable búsqueda, en teatros, parques, librerías, funerarias y cualquier otro sitio que se les iba ocurriendo en la marcha, llenos de angustia y ansiedad.
Fue una verdadera lástima que, en un determinado momento, con toda la confusión y el estrés del momento, ambos se bajaran en un cementerio local y dejaran olvidados sus celulares dentro de la camioneta, por lo que no fue sino hasta mucho más tarde que por fin pudieron ver las llamadas perdidas y los mensajes que Lincoln les había enviado, explicándoles que no tenían nada de qué preocuparse y que Lucy estaba sana y salva en su hogar.
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FLASHBACK (HACE DOCE AÑOS APROXIMADAMENTE…)
Lo que en realidad había ocurrido fue lo siguiente: algunos minutos después de que los dos adultos salieran a toda prisa, el joven peliblanco había llegado a la casa montado en su bicicleta, pues ese día, en particular, había estado en el parque haciendo su acostumbrada rutina de ejercicios de los jueves. Apenas hubo entrado en su humilde morada, Lincoln subió rápidamente las escaleras para dejar su mochila en el escritorio de su habitación, y en el camino se encontró a Lucy, quien, al parecer, iba saliendo de su propio dormitorio para ir al baño. El chico la saludó alegremente y su hermana menor le respondió el saludo con voz monótona y apagada, como siempre solía hacerlo.
Una vez que el joven hubo terminado de desempacar sus cosas, bajó las escaleras para ver si ya estaba lista la cena, pero se sorprendió mucho al ver a casi todas sus hermanas reunidas en el comedor, con semblantes preocupados e intranquilos, sin animarse a comer, a pesar del exquisito olor que venía de la cocina. Cuando les preguntó qué era lo que les pasaba, estas le contaron que Lucy no había recalado, que sus padres habían salido a buscarla y que estaban esperando recibir noticias de ellos para saber si podían ayudar en algo, sin importar lo que fuese.
Confundido, Lincoln les respondió:
—¿De qué rayos están hablando? Hace apenas un par de minutos que acabo de ver a Lucy salir de su habitación para ir al baño… ¡Incluso le dije "hola" y ella me devolvió el saludo!
Las chicas se sorprendieron mucho al oír esto. Apenas lograron reponerse de su asombro, todas corrieron en tropel hasta el segundo piso a comprobar lo que su hermano les había dicho, mientras que este último, aun desconcertado por todo lo que estaba ocurriendo, simplemente decidió seguirlas a paso lento.
Una vez arriba, las chicas no tardaron mucho en escuchar el sonido característico que hacen los inodoros al bajar la palanca, después vieron como el pomo de la vieja puerta del baño giraba hasta permitir que esta se abriese lentamente con un chirrido casi dramático y espeluznante… y entonces… vieron a Lucy surgir del baño, con toda calma y sin ninguna preocupación. De inmediato, todas se pusieron a hablar al mismo tiempo, haciéndole todo tipo de preguntas, y la chica, sin alterarse en ningún momento, les pidió que hablasen una a la vez, pues resultaba muy difícil entenderlas a todas al mismo tiempo. Una vez que todas se calmaron y expresaron sus preguntas, la joven poetisa les explicó que hacía más o menos una hora que había llegado caminando a la casa, razón por la cual se sentía muy cansada de los pies y prefirió descansar en su cama, donde, sin quererlo, había terminado quedándose dormida, y apenas hacia unos minutos que se había despertado con ganas de ir al baño.
Una vez que la chica sombría terminó de dar su explicación, todas se quedaron en silencio por unos momentos, tratando de asimilar lo que acababan de oír, como si no pudiesen creer que Lucy había estado en la casa todo el tiempo, sin que ellas se dieran cuenta de nada. Al final, fue Luan quien decidió romper el hielo de manera un poco... lamentable.
—Bueno… esto sí que es incómodo. — dijo al mismo tiempo que se rascaba la cabeza, pero luego empezó a reírse un poco — Pero… ¡Oigan! Vean el lado positivo. Yo diría que Lucy tiene futuro en el negocio de ser ninja profesional. Solo piénsenlo: en la escuela nadie se daría cuenta de que esta en el salón, nadie la molestaría, se podría desaparecer durante los exámenes… ¿Y quién sabe? Tal vez incluso podría trabajar en las casas embrujadas de la feria haciéndose pasar como un fantasma, un vampiro… o tal vez la novia del hombre invisible. ¡Ja! Solo esperemos que, si alguna vez se enferma y tiene que ir al hospital, el doctor no diga que no puede verla… je, je, je… ¿entienden? ¡Eso sería algo nunca antes visto! Ja, ja, ja…
La comediante volteó a ambos lados, esperando a que todo el mundo se riera de sus chistes improvisados, pero lejos de reírse, o incluso de soltar el acostumbrado suspiro de cansancio ante los disparates de la chica castaña, todos se veían sumamente incomodos. Las bromas de Luan, además de ser bastante malas, lo único que estaban haciendo era hacer que todas las chicas se sintiesen aún más culpables por no haber notado desde un principio la presencia de Lucy, quien, por su parte, con cada palabra que salía de la boca de la comediante, sus labios y su rostro iban desencajándose en una clara expresión de aflicción… y todos lo notaron, excepto Luan.
—Umm… ¿Chicos? — preguntó Luan, contrariada al ver que su "publico" no había tenido ninguna reacción — ¿Qué pasa? ¿No entendieron el chiste?
Lincoln se llevó una mano a la frente y soltó un suspiro, sin poder creer que su hermana pudiese ser tan densa como para no darse cuenta de lo que sus palabras habían provocado.
—Sí, Luan, lo entendimos. — respondió el peliblanco con voz grave y a la vez lenta — Es solo que no lo encontramos divertido.
—¿Eh? — la chica parecía genuinamente sorprendida.
—¡Con un demonio! — exclamó Luna al mismo tiempo que ponía los ojos en blanco — ¿Qué no lo entiendes, papanatas insufrible? ¡Ahora no es el momento para uno de tus estúpidos chistes! ¡Aprende a leer el ambiente, maldita sea!
Las palabras de Luna fueron bruscas y llenas de cólera. Lincoln pudo percatarse del dolor en los sorprendidos ojos de su hermana comediante. Por un momento, consideró el decirle a Luna que sus palabras eran demasiado duras, pero la verdad era que él mismo también se sentía molesto con Luan, por lo que prefirió no decir nada.
—L-lo siento. Yo… yo solo estaba tratando de… — antes de que Luan pudiese decir algo más, Lynn colocó su mano en el hombro de la castaña y negando con la cabeza, le indicó que era mejor que se quedase callada.
Por un momento, todos se quedaron en silencio, sin saber que más decir. Lincoln, sin embargo, no estaba dispuesto a dejar las cosas como estaban. Se cruzó de brazos y reprendió con la mirada a sus hermanas.
—Bueno, — dijo con voz enérgica — ya basta de bromas sin sentido. Esto es algo serio. Mamá, Papá y todas ustedes creyeron que Lucy estaba perdida, y ahora ellos están afuera buscándola, cuando en primer lugar eran ellos quienes debían recogerla de la escuela… y, para colmo de males, ustedes también tienen algo de culpa en todo esto. ¿Quiere alguien explicarme cómo es posible que nadie se haya dado cuenta de que Lucy estuvo aquí todo el tiempo? — preguntó molesto.
Las chicas se miraron entre sí, sin saber que decir y todavía sintiéndose bastante incomodas. Una por una, todas empezaron a dar excusas: Lynn había salido a practicar soccer en el patio, Luna estaba en la cochera intentando componer una canción en su teclado, Luan estaba en su habitación viendo videos de sketches de comedia en su computadora y tomando notas de ayuda… en fin, el caso es que todas tuvieron algo con lo cual escudarse, incluyendo a Lily. Tras oír todo esto, Lincoln solo atinó a cerrar los ojos y a frotarse el puente de la nariz con la mano derecha. Todo aquel asunto empezaba a rayar en lo ridículo.
—A ver si entendí bien. ¿Me están diciendo que, en esta casa, donde viven diez personas, incluyendo a nuestros padres, nadie… absolutamente nadie… pudo darse cuenta de que Lucy llegó a la casa caminando y subió hasta su habitación a dormir?
Las chicas, al oír el tono de fastidio y reclamo de su hermano, no pudieron hacer otra cosa que desviar la mirada avergonzadas, sin atreverse a responder. Incluso Luna tenía una expresión ligeramente abochornada, algo que no era muy común de ver en aquellos días. Sin embargo, apenas Lincoln abrió la boca para seguir hablando, su hermana rockera lo interrumpió.
—¡Oh, ya bájale el volumen a tu sermón, señor Don Perfecto! — exclamó con desgana — Todas estábamos ocupadas haciendo nuestras cosas, y ya sabes que Mamá y Papá pasan todo el maldito día ocupados con las cosas del restaurante… y en cuanto a Lucy… ¡No es culpa nuestra que siempre este tan callada! ¡Además, todo esto se podría haber evitado si ella nos hubiese avisado desde el principio cuando llegó a la casa!
—*Suspiro* — al oír esto, todos voltearon a ver a Lucy — Tal vez no lo hayas notado, pero lo hice. Apenas llegar a la casa, lo primero que hago siempre es avisar a los demás de mi llegada, y esta vez no fue la excepción. De hecho, lo hice tres veces… pero creo que nadie me escuchó.
En fin, para no hacer la anécdota demasiado larga, solamente diremos que a partir de aquí empezó una discusión entre todos los hermanos que se prolongó demasiado para el gusto del joven peliblanco, todo para que, al final, se decidiera que lo mejor era simplemente avisar a sus padres que Lucy se encontraba en la casa y que no había necesidad de seguir buscándola. Sin embargo, como ya se dijo antes, los padres terminaron viendo los mensajes de Lincoln cuando ya estaba muy entrada la noche.
Cuando volvieron a la casa, completamente apenados y sintiéndose culpables hasta el punto de sufrir, se sentaron junto a Lucy en el sillón de la sala y se disculparon encarecidamente por haberse olvidado de ir a recogerla, para luego pedirle al resto de sus hijas que también se disculparan por no haberse percatado de su presencia.
En todo ese tiempo, la expresión de Lucy no cambió en absoluto, y con una voz desganada, desprovista de cualquier sentimiento profundo, simplemente aceptó las disculpas de su familia, pidiéndole a sus padres que tuviesen más cuidado en el futuro y diciéndole a sus hermanas que no las culpaba en absoluto por todo lo que había pasado.
FIN DEL FLASHBACK
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Así sin más, este evento tan curioso pasó a ser recordado como otra anécdota semi-graciosa dentro de la historia de la familia Loud. A Lincoln, sin embargo, nunca se le olvidó el detalle de que, no había sido sino hasta la hora de la cena cuando todos, incluyendo sus padres, pudieron darse cuenta, por fin, de la "ausencia" de Lucy. Para el peliblanco, el mero hecho de que tanto Lynn Sr. como Rita se hubiesen olvidado por completo de recoger a su propia hija… bueno, eso en sí mismo ya era algo bastante grave, pero si a esto se le sumaba el detalle de que casi tres horas habían pasado sin que nadie… absolutamente nadie… se acordase de ella, o, por lo menos se preguntase dónde estaba, con quien estaba o que estaba haciendo… bueno, eso dejaba todavía mucho más en que pensar.
Tristemente, como ya se ha dicho antes, ese no fue el único "incidente" relacionado con la joven poetisa.
Otro ejemplo memorable fue el siguiente: en cierta ocasión, hubo una feria de expresión artística en la escuela de Lucy, un evento especial, planeado con mucho esmero y dedicación con el fin de que todos los estudiantes y padres de familia pudiesen apreciar el arte en todas sus formas y expresiones, así como también el reconocer el extraordinario talento de muchos niños. Siendo un miembro destacado del club de literatura, Lucy tuvo el privilegio de ser invitada a declamar algunos de sus mejores poemas, así como también se le permitió dejar algunas de sus mejores obras impresas y enmarcadas en las paredes de la biblioteca y en algunos otros sitios de la escuela, de manera que otras personas pudiesen leerlas sin problema alguno. Fue un gran evento, al cual asistió mucha gente, y, en definitiva, representó todo un triunfo para Lucy, pues tanto niños como adultos, alabaron enormemente su poesía, además de que recibió el primer lugar en poesía y un reconocimiento por su destacada colaboración.
Lamentablemente, en todo lo que duró aquel evento, el único miembro de la familia que estuvo presente fue Lincoln, mientras que sus padres y sus hermanas, a pesar de sus reiteradas promesas de asistir… no pudieron hacerlo.
Lo peor de todo fue que, ese mismo día, unas horas más temprano, Lucy, por algún extraño motivo, hizo algo que era muy poco habitual en ella: se animó a recordarle a su padre su promesa de acompañarla en un día que era muy importante para ella. El joven peliblanco lo recordaba todo como si hubiese sucedido ayer…
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FLASHBACK (HACE ONCE AÑOS APROXIMADAMENTE…)
El señor Loud se encontraba sentado junto a la mesa del comedor, revisando algunos papeles y tecleando en su calculadora de vez en cuando. Gruesas gotas de sudor habían empezado a formarse en su frente a pesar de no ser un día particularmente caluroso, además de que su entrecejo seguía frunciéndose a medida que hacia las revisiones, por lo que su concentración era por demás evidente. Sin que el hombre se diese cuenta, Lucy se le iba acercando lentamente por detrás, quizás con algo de timidez, algo que era muy raro ver en ella. Una vez que estuvo cerca de su padre, a la chica sombría le tomó unos cuantos segundos reunir el valor necesario para hablar.
—Papá…
—¡AAHHHHHHH!
Apenas pronunció esa palabra, Lynn Sr. se asustó tanto que terminó cayéndose de la silla dejando salir un grito para nada masculino.
Una vez que logró reponerse de su sobresalto, aún en el suelo, respirando con cierta dificultad y con una mano en el pecho, exclamó:
—¡Lucy! ¡Casi me das un ataque al corazón, hija! ¡Tienes que dejar de asustar a los demás de esa forma! — si bien el tono de su voz no mostraba enfado, era obvio que era una queja por romper su concentración.
—*Suspiro* Lo siento. — contestó Lucy con un ligero tono de pesar en su voz.
Al observar el apenado rostro de su hija, Lynn Sr. se arrepintió de su exabrupto, y añadió en un arranque de bondad:
—Perdóname, cariño. No era mi intención gritarte de esa forma. Es solo que… — se frotó la frente con gesto cansado, al mismo tiempo que suspiraba — Todo este asunto de administrar el restaurante me tiene algo estresado.
—Lamento mucho escuchar eso. No era mi intención asustarte.
—Está bien, cariño. De todas formas, creo que me hacía falta un descanso. — dijo al mismo tiempo que se levantaba del suelo — Oh, cierto… ¿Querías decirme algo?
Lucy dudó un instante antes de hablar.
—Solo quería recordarte que… — hizo una pequeña pausa antes de seguir —… que prometiste ir al festival de artes de mi escuela. Sé que Mamá y tú han estado muy ocupados últimamente, pero… me gustaría mucho que asistieran. Significaría mucho para mí.
—Oh, no te preocupes, hija. — respondió Lynn Sr. un poco más tranquilo, al mismo tiempo que sonreía y le daba unas cuantas palmadas en la cabeza a su hija — Tu madre y yo prometimos que iríamos a ese festival… ¡y por Dios que lo vamos a cumplir! — Lucy hizo un gesto de duda que, al parecer, no pasó desapercibido para su padre — ¡Es en serio! Esta vez no hay riesgo de que algo salga mal. Tu Mamá y yo ya nos aseguramos de estar mejor organizados que antes y… ¡mira! — tomó su agenda del escritorio, la abrió en el calendario de ese mes, y se la mostró a la chica. Incluso desde lejos, Lincoln se dio cuenta de que estaba lleno de anotaciones — Como puedes ver, ya tenemos todos nuestros compromisos muy bien agendados, así como también los eventos de todos y cada uno de ustedes, incluyendo, por supuesto, tu festival de artes. Además, ya le preguntamos a las chicas y todas tienen ese día libre, por lo que también podrán venir. Ya verás que la semana entrante todos estaremos ahí animándote, escuchando tus poemas y sintiéndonos muy orgullosos de ti. No te preocupes por nada.
La voz del padre de familia sonaba alegre y jovial, como si el mismo estuviese a punto de recibir un premio por ser el mejor padre del año. Con solo oír las primeras palabras de su padre, Lucy había permitido que una pequeña pero sincera sonrisa adornara sus labios. Sin embargo, apenas el hombre pronunció las palabras "la semana entrante", la sonrisa de la chica sombría se borró por completo de su rostro para luego dar lugar a una expresión de ligero desconcierto y después, de tristeza disimulada.
A pesar de no poder ver sus ojos de manera adecuada y de estar a varios metros de distancia de su hermana menor, el joven peliblanco no tuvo ningún problema en darse cuenta que esas tres palabras en particular la habían afectado en gran medida, pero de alguna forma, la pequeña poetisa se las estaba arreglando para ocultar su decepción con una fría calma y una impasibilidad que cualquier adulto hubiese encontrado admirable. Este hecho sorprendió mucho a Lincoln, pero al mismo tiempo lo irritó, pues, muy en el fondo, deseaba que Lucy se armase de valor y le reclamara a su progenitor por sus continuas y exasperantes negligencias… pero, para asombro del joven, su hermana simplemente prefirió quedarse callada y se limitó a dejar escapar un largo y apagado suspiro de resignación y… tal vez, de derrota.
Lincoln, sin embargo, no estaba dispuesto a quedarse callado. Sin querer, había presenciado toda la escena al estar sentado en el sillón de la sala leyendo un libro, y no pudo evitar sentirse enfadado por su hermana, pues él mismo la había visto prepararse con muchos días de antelación, dando su mayor esfuerzo en cada verso que escribía, pensando que su familia entera estaría ahí para animarla. Así pues, tratando de mantener la calma, y en el tono de voz más cordial que pudo, le dijo a su padre:
—Mmm… todo lo que acabas de decir está muy bien, Papá, pero… ¿sabes? hay un pequeño, pequeñísimo problema con toda tu… "nueva y mejorada organización".
—¿Si? ¿Cuál? — preguntó Lynn Sr. despreocupadamente, al mismo tiempo que se volvía a sentar a la mesa, dispuesto a seguir adelante con su tarea de administrar el restaurante. Al parecer, ni siquiera se había dado cuenta del tono sarcástico que su hijo había empleado al pronunciar las palabras "nueva y mejorada organización".
Lincoln se quedó viendo a su padre un par de segundos, sin poder creer el nivel de su falta de atención y descuido. Entonces se fijó en Lucy, y se dio cuenta de que su hermana estaba haciendo un movimiento apenas perceptible con la cabeza, de un lado al otro, al mismo tiempo que lo miraba detenidamente, como si le estuviese pidiendo en silencio que por favor no dijese nada más, pero Lincoln, decidido a no dejar las cosas como estaban, prefirió ignorarla.
—Papá… el festival de artes es hoy a las siete.
Lo que sucedió a continuación bien podría haber formado parte de un guion de comedia para el cine o la televisión: Lynn Sr. se alteró por completo, abrió los ojos como si estos fuesen platos enormes, y lanzó un grito estrepitoso que hizo que las aves en el exterior de la casa alzaran el vuelo debido al susto que les provocó el inesperado alarido. Habiéndose calmado un poco (después de que Lincoln se acercase a su lado a pedirle que respirara con más calma), apareció Rita, preguntando cual era el motivo de aquel grito tan desaforado, por lo que el buen padre de familia no tuvo más remedio que explicarle la situación con voz apresurada y, después de que ella también expresara su desasosiego de manera menos… dramática que su esposo, entre los dos se pusieron a revisar sus respectivas agendas y calendarios, por lo que no tardaron mucho en darse cuenta de que, efectivamente, se habían confundido con la fecha del festival, pensando que era la semana entrante. En ese momento, ambos intercambiaron miradas de pesar y nerviosismo, sin atreverse a mirar en dirección a Lucy. Después, se pusieron a preguntarle al resto de sus hijas si tenían tiempo para asistir al festival de Lucy esa misma tarde, pero todas protestaron diciendo que tenían planes o actividades preparadas para ese día. Incluso Lily tenía programada una pijamada con sus amigas del jardín de niños, y a pesar de que la niña ofreció, en toda su inocencia, cancelar su compromiso para así poder acompañar a su hermana en el festival, Lucy le dijo que no lo hiciera, pues dijo que no se sentiría bien al saber que, por su culpa, su pequeña hermana se perdería una noche de diversión. Al final, tanto Lynn Sr. como Rita tuvieron que disculparse de nuevo con Lucy, pues hasta ellos mismos tenían otro compromiso importante que atender, el cual no podía ser pospuesto pues estaba estrechamente ligado a las inversiones que habían hecho para el restaurante.
En verdad, fue algo patético de ver.
FIN DEL FLASHBACK
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En fin… tal y como había sucedido con el incidente de la supuesta desaparición de Lucy, este evento también pasó a ser recordado de ahí en adelante como otra de las extrañas y divertidas anécdotas que a menudo solían suceder dentro de la familia Loud.
Lincoln suspiró al acordarse de todo aquello.
Si bien era un hecho innegable que en su familia siempre ocurrían cosas extrañas y alocadas, y muchas de estas vivencias ahora fácilmente podían ser rememoradas con nostalgia e incluso con un cierto grado de humor, en lo que a él respectaba, estas dos anécdotas anteriormente relatadas no tenían ni una sola pizca de gracia, ya que siempre le venían a la mente cada vez que pensaba en Lucy y en lo mucho que esta debió haber sufrido en silencio antes de que su salud mental se deteriorase por completo.
Así pues, los días fueron pasando, y sin que nadie pudiese evitarlo, los "incidentes" relacionados con la chica sombría fueron haciéndose cada vez más frecuentes, lo cual, asumió Lincoln en ese entonces, trajo como consecuencia que una abrumadora frialdad empezase a anidar en su temperamento, cosa que era por demás comprensible si uno consideraba el hecho de que llevaba años viviendo de la misma manera: siendo constantemente olvidada tanto por sus padres como por sus hermanas, causando miedo cada vez que hacía notar su presencia dentro de una habitación y sintiéndose incomprendida por sus gustos y personalidad.
Lincoln, por su parte, había tenido la oportunidad de poder presenciar muchos de estos extraños "incidentes", y casi todos iban siempre por la misma temática: Lucy, una chica tranquila y callada, teniendo que lidiar con los problemas que, según ella, se presentaban por culpa de su lamentable intrascendencia dentro de su propia familia, la cual, invariablemente, siempre terminaba olvidándose de todo asunto relacionado con a ella, así como también de la misma Lucy.
Con cada nuevo "incidente" que llegaba, el joven peliblanco no podía evitar sentirse molesto y frustrado por la falta de atención del resto de su familia, pero, sobre todo, también se sentía asombrado de que incluso sus propios padres cometiesen continuas negligencias hacia una de sus propias hijas. Lo peor de todo, sin embargo, era que Lincoln, al principio, había desestimado el asunto y no le había dado la importancia que se merecía, más que nada porque creía que las disculpas de sus padres eran sinceras y que pronto iban a cambiar su comportamiento hacia Lucy… pero veía pasar las semanas y después los meses sin que hubiese algún cambio significativo.
Por otro lado, si bien ya hemos dicho que Lincoln atestiguó muchos incidentes que involucraban a Lucy, quizás valga la pena mencionar que la anécdota más impactante de todas (al menos para Lincoln), fue una que sucedió justamente en el tiempo que el joven peliblanco estuvo ausente, y no había sido sino hasta hacia relativamente poco que había tenido la oportunidad de enterarse de esto gracias una larga y tendida charla que había tenido con sus padres después de la desaparición de su hermana.
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FLASHBACK (HACE QUINCE AÑOS APROXIMADAMENTE…)
En ese entonces, sucedió que tanto Lynn Sr. como Rita lograron convencer a toda la familia (con excepción de Lincoln, por supuesto) de tomar unas muy merecidas vacaciones en un sitio alejado de la ciudad. Esta decisión fue tomada principalmente debido a que, desde la partida del único hijo varón, los ánimos en la casa estaban prácticamente por los suelos. Las chicas parecían estar extraviadas en su propio hogar, vagando como zombis de un lado a otro, permaneciendo mucho tiempo encerradas en sus respectivas habitaciones o sentadas frente a la televisión, con la mirada baja o perdida y casi sin entablar conversación entre ellas mismas. Todos parecían haber perdido el interés en sus propios pasatiempos y un silencio sofocante reinaba en cada rincón de la casa, al grado de que incluso las mascotas parecían percibir que algo andaba mal, y buscaban tener el mayor contacto físico posible con las chicas, como si tratasen de mitigar su dolor por medio de lamidas, caricias y mimos, en una actitud completamente sumisa y sin emitir el más leve sonido. Por si todo esto no fuese suficiente, hasta el señor Quejón llegó a expresar una sincera y genuina preocupación por sus vecinos, cosa por demás sorprendente, sobre todo si uno tomaba en cuenta el hecho de que desde hacía muchos años el anciano tenía la costumbre de quejarse de ellos prácticamente todos los días.
En fin, el caso es que todos llevaban poco más de un mes en esa situación y no había señales de que las cosas fuesen a cambiar pronto. Por ello, los padres decidieron que era hora de hacer un cambio drástico.
Para empezar, es necesario decir que toda la familia había estado ahorrando dinero desde hacía ya algún tiempo con el fin de tomar unas buenas vacaciones, algo que llevaban deseando desde hacía varios años, por lo que ambos progenitores decidieron que esta era la oportunidad perfecta para hospedarse junto con sus hijas en el hotel Weeping Willow, cerca del lago Michigan. Habían leído folletos del lugar y las reseñas en internet eran por demás excelentes, por lo que esperaban pasar unos días de diversión y relajación familiar haciendo todo tipo de actividades recreativas, como nadar, montar a caballo, remar en canoas, practicar yoga, hacer manualidades, etc.
Al principio, la mayoría de las chicas no se sentían muy cómodas con la idea de salir de viaje sin su único hermano, pero eventualmente ambos padres lograron persuadirlas, sobretodo una vez que les hicieron ver que ninguna de ellas era realmente responsable por las acciones de Lincoln y que estas vacaciones, sin duda alguna, les harían mucho bien, ya que necesitaban distraerse después de todo el revuelo que había ocurrido en los últimos meses después de la expulsión del peliblanco. Así que, después de empacar y meter todo el equipaje que pudieron dentro de Vanzilla, la familia se puso en marcha hacia su destino.
Lamentablemente, las cosas no salieron como todos esperaban, y la principal causa de aquello fue, una vez más, la extraordinaria habilidad de Lucy por pasar inadvertida ante los demás.
Todo comenzó cuando, en un determinado momento del viaje, los padres decidieron detenerse en una estación de servicio para cargar combustible. Al hacer esto, las chicas decidieron salir de Vanzilla para estirar un poco las piernas, ir al baño, comprar bocadillos en la tienda… en fin, básicamente el tipo de cosas que son bastante habituales cuando se viaja en carretera. Desafortunadamente, al parecer, nadie en ningún momento se percató de que Lucy se había bajado del vehículo junto con todas, y, al momento de partir, tenían tanta prisa por irse que no se les ocurrió que sería una buena idea cerciorarse de que todas las chicas estaban dentro del vehículo, por lo que simplemente se fueron de ahí, olvidándose por completo de la chica sombría y dejándola sola en la estación; ahora bien, todo esto por si solo sería suficiente para desconcertar a muchas personas, pero lo más triste e increíble de todo fue que la familia Loud terminó dándose cuenta de la ausencia de Lucy cuando ya llevaban recorridos más de cien kilómetros, por lo que no les quedó más remedio que dar la vuelta y regresar a la estación, donde Lucy aún permanecía esperándolos… sentada en una banca y completamente sola.
Según le contaron a Lincoln, lo primero que sus padres hicieron apenas llegar a la estación, fue correr hasta donde estaba Lucy, y una vez que constataron que la chica estaba bien, la abrazaron hasta casi asfixiarla, pidiéndole perdón una y otra y otra vez, al mismo tiempo que las lágrimas rodaban por sus mejillas sin control alguno. Cuando al fin la liberaron, la chica pudo explicarles que había tenido que bajar para ir al baño, pues aun sentía algo de malestar estomacal por la comida que Leni les había preparado para el viaje (por ese mismo motivo, todos habían tenido que bajar e ir al baño en la anterior parada). Luego, decidió comprar un jugo de manzana en la tienda, y cuando salió… ya no encontró a Vanzilla por ninguna parte. Confesó haber sentido un poco de preocupación al principio, pero no tardó mucho en recuperar su acostumbrada calma. Pensó en pedirle ayuda al hombre que atendía la tienda, pero al final decidió no hacerlo, pues lo más seguro era que este llamase a la policía, y esto solamente hubiese traído problemas legales muy serios para sus padres. Por ello, llegó a la conclusión de que, en esas circunstancias, su mejor opción era simplemente quedarse ahí a esperar a que se acordasen de ella.
Todos se quedaron sin palabras al escuchar las palabras de la joven poetisa. Efectivamente, tal y como Lucy había dicho, de haber decidido involucrar a la policía, lo más seguro era que ambos padres hubiesen sido arrestados por negligencia y abandono de una menor, los cuales son delitos que son tomados muy seriamente en cualquier parte del país, y Lucy, a pesar de su corta edad, y a pesar del difícil predicamento que significaba estar completamente sola en un lugar desconocido, sin nadie que la pudiese ayudar, lo sabía perfectamente, y prefirió quedarse sentada a esperar antes que poner en problemas a sus padres… aun sabiendo que, en el fondo, se lo merecían.
En fin… para no hacer el cuento demasiado largo, una vez más, ambos padres se disculparon una y otra vez por su terrible descuido, Lucy aceptó sus disculpas sin ningún problema (excepto, tal vez, que lo hizo con un aire resignado) y, después de toda esa conmoción, la familia entera pudo por fin seguir adelante con el viaje. Desafortunadamente, debido al retraso que habían tenido al tener que regresar por Lucy, y otras muchas inconveniencias que fueron presentándose por el camino, no les fue posible llegar a tiempo para pedir la reservación en el hotel, por lo que tuvieron que regresar a casa, sintiéndose todos completamente agotados y más tristes que cuando partieron de la casa.
De nada habían servido todas las preparaciones que habían hecho para su estadía en el hotel, de nada había servido que se emocionasen mucho por todo lo que iban a hacer, todo lo que harían para divertirse y relajarse, pero sobre todo… de nada había servido que se olvidasen de Lincoln, aunque solamente fuese por un par de días.
Al llegar por fin a la casa, todos se dedicaron a desempacar sus cosas en silencio, sintiéndose completamente derrotados. Lola, sin embargo, no tardó mucho en explotar. Se sentía frustrada pues ella, más que cualquiera de las otras chicas, se había emocionado mucho ante la posibilidad de tener unas vacaciones "lujosas", y culpó a Lucy de arruinar el viaje para todos, ante lo cual Lucy respondió que ella jamás había pedido que la olvidasen en la estación de gasolina, mucho menos que se acordasen de ella cuando ya llevaban más de una hora manejando. Hubo más reclamos y palabras intercambiadas, lo cual a su vez desencadenó todo un tornado de gritos y reclamos entre las chicas, unas defendiendo a Lucy y otras quejándose por siempre meterlas en problemas por ser tan silenciosa todo el tiempo. La discusión se volvió tan fuerte que los dos padres tuvieron que intervenir para mantener el orden, y a pesar de que hubo regaños, palabras suaves y sensatas, sobornos y alguna que otra amenaza de castigo, la situación amenazaba con convertirse en un protocolo de hermanas de proporciones nunca antes vistas.
Al final, algunas de las chicas fueron castigadas, al mismo tiempo que al resto se le enfatizó mucho el hecho de que Lucy era inocente en todo ese embrollo, y que, en realidad, todos cargaban con algo de culpa por todo lo sucedido al no poner atención y al estar tan apurados.
Desde ese entonces, las chicas acordaron nunca más volver a hablar del fallido viaje familiar, pues, según le contaron a Lincoln, traía de vuelta viejas rencillas.
FIN DEL FLASHBACK
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La primera vez que Lincoln escuchó esta historia, no pudo evitar sentirse orgulloso y a la vez sorprendido por la manera tan practica en la que Lucy había actuado, y es que, a pesar del terrible descuido que toda su familia había tenido hacia ella, la chica sombría había decidido protegerlos al no pedir ayuda por temor a que esto pudiese involucrar a las autoridades. Siendo un militar familiarizado con todo tipo de legislaciones, Lincoln estaba completamente seguro de que, a esas alturas, tanto su padre como su madre hubiesen sido arrestados en el acto, ya que aquello fácilmente calificaba como negligencia y abandono infantil, sin importar que hubiese sido accidental.
Resultaba imposible además no sentir respeto por su hermana sombría, sobretodo porque, si el joven peliblanco se ponía a analizarlo detenidamente, de haber tenido la misma edad que ella en aquel entonces, era muy poco probable que él mismo hubiese podido actuar con la misma frialdad de haber estado en la misma situación, aun cuando él mismo, por lo menos en los tiempos de su infancia, tenía por costumbre el jactarse frecuentemente delante de todas sus hermanas de ser un "hombre con un plan", un "jack of all trades" (3) capaz de encontrar la solución a toda clase de problemas sin ninguna dificultad.
Sin poderlo evitar, Lincoln sonrió levemente al acordarse de sí mismo en aquellos días. ¡Qué lejanos le parecían ahora, después de todo por lo que había pasado!
El peliblanco meneó un poco la cabeza, y suspiró.
De niño, siempre había sido un soñador ingenuo e inocente que disfrutaba de leer comics en ropa interior, además de disfrazarse de su héroe preferido cada vez que le era posible, cosa que en más de una ocasión le había ganado muchas burlas de parte de sus hermanas. Lucy, por su parte, aun siendo tres años más joven que él, tenía gustos más… oscuros, además una inusual madurez a la hora de enfrentar situaciones adversas. Sin embargo, una cosa que a Lincoln siempre le había sorprendido y molestado por partes iguales, era el hecho de que Lucy nunca parecía enojarse con sus hermanas o con sus padres por todos los incidentes previamente mencionados, ya que en todo momento su estado de ánimo permanecía siempre inalterable. Nunca alzaba la voz, y su rostro nunca expresaba ira, frustración o tristeza… solamente una pequeña mueca de resignación.
"¿Cómo puede estar tan tranquila todo el tiempo?" Se preguntaba Lincoln a menudo, y la respuesta siempre parecía eludirlo.
Por supuesto, desde su regreso a la casa, el joven peliblanco había tratado de averiguar más sobre los verdaderos sentimientos de su hermana sombría en varias ocasiones, a la vez que trataba de ofrecerle algún consejo o incluso un plan que pudiese ayudarla con todo aquello que pudiese estar sintiendo a causa de su inusual… "intrascendencia", como ella misma solía llamarla. Lucy, sin embargo, para consternación de Lincoln, siempre se mostraba reticente a la hora de hablar de todo ese asunto. Sin importar cuantas veces su hermano tratase de mostrarse comprensivo y paciente con ella, la chica no hacia otra cosa que dar respuestas vagas a sus preguntas o desviaba todo intento de conversación hacia otros temas que ella misma consideraba más profundos e interesantes, valiéndose muchas veces de metáforas poéticas…o cosas parecidas.
Era muy común que en sus palabras y en sus movimientos se pudiese percibir un cierto aire de elegancia oscura. De hecho, fueron muy contadas las veces que Lucy dejó caer su fachada de misterio, llegando a mostrarse tierna, frágil e incluso inocente, cosa que cualquiera hubiese podido esperar ver en una niña de su edad, pero Lucy, como ya se ha dicho antes, era… especial. Apenas llegaba a mostrarse vulnerable por un par de minutos, y no tardaba mucho en volver a cambiar de actitud y porte, llegando incluso a mostrarse fría e indiferente, como si nada realmente tuviese la menor importancia.
Al igual que el resto de sus hermanas, Lucy en ocasiones podía llegar a ser bastante voluble sin siquiera proponérselo.
Ahora bien, la noche que Lucy y Lincoln habían conversado en el parque, el chico había notado desde un principio que la forma de actuar de su hermana era bastante… sospechosa, lo cual ya era mucho decir, considerando el hecho de que la chica no tenía por costumbre expresarse mucho, ya que casi siempre en todas las reuniones de hermanos o incluso durante las más acaloradas discusiones o peleas lo único que hacía era permanecer callada y discreta, simplemente limitándose a mostrar ante los demás un rostro sereno e impasible, independientemente del tipo de situación que se estuviese presentando frente a ella.
A estas alturas, vale la pena aclarar otro detalle, y es que, estando lejos de su hogar por poco más de tres años, el chico peliblanco había tenido la oportunidad de conocer todo tipo de personas. La mayoría fueron malas, pero también hubo algunas buenas. Tristemente, algunas de esas malas personas por un tiempo habían logrado engañarlo, haciéndole creer que eran buenos. Gracias a esto, Lincoln adquirió un gran interés por estudiar el lenguaje corporal que muchas veces emplean las personas al encontrarse en toda clase de circunstancias, especialmente en las adversidades e infortunios. Este conocimiento le había sido de mucha utilidad en su carrera como militar, pero… irónicamente, descubrió que le era de mucha más utilidad a la hora de tratar con toda su familia, incluso ahora, en el tiempo presente.
En fin, volviendo al asunto de Lucy… gracias a sus experiencias vividas en el pasado, Lincoln podía decir, casi con toda certeza que, desde el inicio de la conversación, la forma de actuar de su hermana denotaba una gran inseguridad y duda en ciertos momentos, y, curiosamente esto solamente se disipó una vez que la chica confesó sufrir de un… supuesto bloqueo artístico. Este último detalle, por cierto, era algo que Lincoln no terminaba de aceptar del todo, pues incluso en su manera de hablar y de expresarse, Lucy había mostrado tener una extraordinaria fluidez y elocuencia poética, sobre todo cuando habló sobre su preferencia por la noche en vez del día, por lo que resultaba difícil creer que la chica estuviese teniendo dificultades a la hora de escribir sus tan acostumbrados escritos.
Esa noche, antes de ir a dormir, Lincoln se había tomado un tiempo para analizar detenidamente no solo las palabras, sino también las acciones de su hermana poetisa. Al ir rememorando todos y cada uno de sus movimientos de manos, cabeza y cuerpo, además de sus muy contadas expresiones faciales, el chico llegó a la conclusión de que su hermana estaba guardando dentro de sí un secreto, pero con lo poco que sabía resultaba imposible determinar si ese secreto podía ser algo de lo cual el debiese preocuparse o no. Desafortunadamente, era claro que la personalidad de Lucy estaba moldeada a base de secretos, misterios y poesía melancólica, lo cual, vale la pena decirlo, era un rasgo que el joven peliblanco siempre había considerado fascinante a la vez que encantador.
Otra cosa que le llamó poderosamente la atención fue el hecho de que, cuando le preguntó si estaba bien, Lucy, por un breve momento, pareció sorprenderse. ¿Acaso hacía mucho tiempo que nadie le hacia ese tipo de pregunta?
Había muchas cosas en que pensar. Muchas preguntas y muy pocas respuestas.
En fin, con todos estos pensamientos en mente, Lincoln decidió que lo mejor que podía hacer era tomar el toro por los cuernos, es decir, acercarse de nuevo a Lucy y así investigar más a fondo sus circunstancias y lo que se podía hacer al respecto. En caso de ser necesario, tendría una seria charla con ella, pero solamente como última opción.
Tal vez no valiese la pena tratar de descubrir sus secretos, ya que la chica valoraba mucho su privacidad, pero por lo menos podía intentar comprenderla un poco mejor.
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FLASHBACK (HACE DIEZ AÑOS APROXIMADAMENTE…)
Apenas había pasado una semana desde la conversación en el parque. Desafortunadamente, Lincoln había estado algo ocupado con sus deberes escolares y sus entrenamientos, por lo que no le había sido posible ver a Lucy más que un par de veces dentro de la casa. A pesar de esto, el joven peliblanco estaba decidido a hablar con su hermana menor esa misma tarde, por lo que, apenas tuvo algo de tiempo libre, fue a buscarla a su habitación.
La encontró, como era de esperarse: sentada en su cama, con las piernas cruzadas y su cuaderno de poesía en su regazo, completamente ensimismada en su propio mundo, mientras que la pluma en su mano se deslizaba incesantemente por encima del papel, como si estuviese tomando un dictado. Sin duda alguna estaba aprovechando una de las largas ausencias de Lynn, ya que, según Lucy, la chica deportista tenía siempre la mala costumbre de soltar interminables y estruendosos "rugidos de victoria" cada vez que entraba al cuarto, además de hacer insoportables estrépitos con sus balones y su indumentaria al llegar después de una sesión de prácticas y ejercicios, evitando con ello que Lucy pudiese concentrarse de manera adecuada en la composición de sus poemas.
Al verla tan concentrada, Lincoln decidió tocar la puerta con sus nudillos un par de veces antes de hablarle.
—Hola, Lucy. ¿Podrías…?
—Si estás buscando a Lynn, lamento mucho decirte que no la encontraras aquí. — interrumpió la chica con voz monótona pero apresurada, sin siquiera despegar la vista de su cuaderno mientras aún seguía escribiendo — Salió con algunas de sus amigas a entrenar para un partido de soccer… o algo por el estilo. La verdad, no lo recuerdo bien ya que no le presté demasiada atención. En cualquier caso, dudo mucho que regrese a casa temprano.
—Oh… — dijo Lincoln, un tanto sorprendido por la brusquedad de sus palabras. — Bueno, te agradezco mucho el dato, pero… umm… en realidad, no estoy aquí por Lynn. Vine a verte a ti.
Lucy dejó de escribir y levantó la vista de sus apuntes para mirarlo fijamente. En ese momento, Lincoln no pudo evitar sentirse un poco tenso bajo la atenta mirada de su hermana. La atmosfera de la habitación parecía haber cambiado de manera repentina. El chico incluso hubiese podido jurar que, justo en el momento que Lucy había dejado de escribir, se había escuchado el desaforado graznido de un cuervo proveniente de afuera.
—¿A mí? — preguntó Lucy, con un ligero tono de extrañeza en su voz.
—Sí, a ti.
La chica lo miró en silencio un par de segundos, para luego desviar su mirada, como si estuviese deliberando consigo misma.
—Ya veo. — dijo al fin con voz un tanto apagada, al mismo tiempo que cerraba su cuaderno y colocaba la pluma en el resorte, para después mirar a su hermano con… aparente desinterés — ¿Puedo preguntar entonces cuál es el motivo de tu inesperada visita el día de hoy?
Lincoln notó de inmediato que, si bien la voz de su hermana sonaba tranquila y serena, también había un tono casi imperceptible de cautela en su manera de expresarse, como si no se sintiese del todo segura con la presencia de su hermano en su espacio privado. Era como si sintiese que lo que fuera que Lincoln quisiera hablar con ella, definitivamente no podía ser algo bueno para ella, por lo que se esforzaba en mostrarse lo más neutral posible, al mismo tiempo que, mentalmente, se preparaba para afrontar la inminente conversación que se venía encima. Asimismo, el peliblanco pudo darse cuenta, sin mucha dificultad, que los hombros de la chica se habían tensado un poco, a la vez que su respiración, a juzgar por los pronunciados movimientos de su pecho, se había vuelto más profunda y acompasada, como si estuviese tratando de relejarse ante una situación estresante.
—¿Motivo? Vamos, Lucy. — dijo el chico con una pequeña sonrisa, decidido a calmar cualquier preocupación que su hermana pudiese tener — Me conoces bien. ¿Realmente piensas que necesito de un motivo para querer venir a ver a mi pequeña hermana?
Al escuchar estas palabras, la chica volvió a permanecer en silencio. Incluso con el flequillo cubriendo sus ojos, Lincoln podía sentir la mirada de su hermana encima de él.
—Desde luego que no. — respondió Lucy después de un rato — Nunca has precisado de motivos para ser generoso y amable con todas tus hermanas. Sin embargo, hasta tú mismo tienes que reconocer que, últimamente, solo has venido a verme cada vez que se presenta un problema o una lucha familiar dentro de nuestra modesta residencia. De hecho, sin ir demasiado lejos, en estos últimos tres o cuatro meses solamente has venido a buscarme cada vez que requieres de mi ayuda o cuando necesitas pedir mi opinión respecto a las continuas riñas que el resto de nuestras hermanas suelen tener. ¿Olvidas acaso que la última vez que viniste a mi habitación fue precisamente para pedirme un consejo sobre qué hacer respecto al despreciable comportamiento de Lisa?
—No, no lo he olvidado. — respondió Lincoln un tanto apenado, a la vez que se rascaba la parte de atrás de la cabeza.
—En ese caso, no te será difícil entender el por qué me siento intranquila al verte aquí, de manera tan… imprevista. Tampoco te será difícil entender mi anterior cuestionamiento respecto a tus verdaderos motivos para venir a verme.
El joven peliblanco suspiró para sus adentros. No era así como él había esperado que la conversación se desarrollara. Aun cuando la voz de Lucy sonaba tan indiferente y tan monótona como siempre, en el fondo, sus palabras se sentían como fríos reclamos. Si su objetivo principal era hacerlo sentir culpable… sin duda alguna lo estaba logrando con creces y con suma facilidad. En esta situación, Lincoln consideró que lo mejor que se podía hacer era ser completamente abierto con ella y, sobre todo, pedirle perdón de la mejor manera posible.
—Sí, bueno… si lo pones de esa forma… claro que puedo entender que sientas algo de… um… desconfianza hacia mí. — replicó Lincoln con voz suave al mismo tiempo que le dirigía a su hermana una mirada cargada de pena.
Lucy negó con la cabeza.
—No es desconfianza. Jamás desconfiaría de ti, pues sé muy bien que eres de carácter firme y tus intenciones son siempre buenas. Digamos que lo que siento es más bien… — se quedó callada por un momento, buscando la palabra adecuada — …inquietud.
Lincoln miró a su hermana con algo de preocupación. No estaba seguro si la inquietud pudiese considerarse como algo mejor que la desconfianza.
—Cuando dices inquietud… ¿te refieres a una inquietud como… una duda o curiosidad? ¿o lo dices como algo que te da miedo?
Lucy pareció meditar un poco antes de responder, pero al final, simplemente se encogió de hombros.
—¿Acaso eso importa? No te dejes distraer por ese insignificante detalle y solo dime porque viniste a verme.
Lincoln suspiró. Cada vez era más común que Lucy evitase responder algunas de sus preguntas, por lo que, de antemano el chico sabía que no valía la pena insistir con una respuesta.
—Bueno… como sea. — respondió Lincoln para luego aclararse la garganta — Mira, Lucy… primero que nada, quiero pedirte una disculpa si en algún momento te he hecho sentir mal por… ya sabes… solo venir a verte cada vez que hay problemas o necesito ayuda. Te aseguro que nunca fue mi intención ofenderte o… hacerte sentir menospreciada. Créeme que en verdad te valoro y me apena mucho no haberme dado cuenta antes que te sentías de esta forma. Por favor, perdóname.
Apenas el peliblanco terminó de hablar, se produjo un largo y tenso silencio en el que ambos hermanos se miraron fijamente el uno al otro, Lincoln tratando de ver algún rastro de expresión en el impasible rostro de su hermana sin ningún éxito, mientras que Lucy, por su parte permanecía inmóvil como una estatua, probablemente tratando de discernir si las palabras de su hermano eran genuinas. Al final, fue la misma Lucy quien decidió ponerle fin a todo aquello diciendo una sola palabra:
—Bien.
Después de eso, la chica simplemente desvió su mirada hacia la ventana de su cuarto. Lincoln parpadeó un par de veces al mismo tiempo que miraba a su hermana con sorpresa. No podía creer que eso fuese todo lo que tenía por decir al respecto, así que decidió esperar un rato más, pensando que la chica sombría probablemente no tardaría mucho en decir algo más profundo y significativo que pudiese esclarecer su confusión... pero los segundos fueron pasando y Lucy no dijo nada más. No hubo palabras misteriosas y enigmáticas, tampoco hubo metáforas poéticas, ni suspiros hablados... nada. Y apenas dijo esa singular palabra, la joven poetisa no hizo otra cosa más que seguir mirando hacia la ventana distraídamente, sin hacerle mucho caso al joven peliblanco.
—¿"Bien"? — repitió Lincoln desconcertado
—Si. Bien.
—¿Qué se supone que significa "bien"?
—Significa que te perdono. — dijo Lucy, como si aquello fuese lo más obvio del mundo. Solamente le faltó decir "duh" y soltar un exasperado resoplido, pero incluso entonces su voz sonaba increíblemente apagada y débil. Por algún extraño motivo, su mirada en ningún momento se despegó de la ventana.
Lincoln la miró con mayor incredulidad.
—¿Me perdonas? ¿Así… sin más?
Por toda respuesta, Lucy musitó un apenas audible "ujum".
—Y… ¿eso es todo lo que tienes que decir? — insistió Lincoln.
—Sip.
Una vez más, se hizo el silencio. Lincoln empezó a sentirse incomodo, a pesar de lo acostumbrado que estaba a las excentricidades y rarezas de su hermana. Todo lo que estaba pasando no parecía tener mucho sentido. Las respuestas que estaba recibiendo de parte de Lucy eran demasiado… simples y escuetas. ¿Acaso estaba de mal humor?
—Umm… ¿Lucy? — dijo el peliblanco con algo de duda — ¿Estas… enojada conmigo o algo?
Lucy tardó unos segundos en responder. Parecía estar distraída, tratando de vislumbrar un punto inexistente en la ventana.
—No realmente.
La chica ni siquiera se tomó la molestia de voltear a ver a su hermano. Por un momento, Lincoln no supo que pensar. Lucy parecía estar de un humor particularmente extraño ese día y resultaba todavía más difícil de lo normal poder leer a través de sus expresiones y su modo de actuar.
Ahora bien, un detalle que vale la pena mencionar ahora mismo es el hecho de que, gracias a los muchos años de convivencia que Lincoln había tenido al lado de sus hermanas, el joven peliblanco había llegado a desarrollar un gran entendimiento de sus mentes femeninas, y a menudo podía decir, casi con toda certeza, cuáles eran sus verdaderos sentimientos. Solo por poner un ejemplo, Lincoln podía fácilmente saber cuándo una de sus hermanas estaba enojada, triste o incluso preocupada por algún problema en particular, y esto podía intuirlo a pesar de que la hermana en cuestión lo negase enfáticamente o tratase de ocultarlo en muchas maneras, y Lucy, por lo general, no era una excepción a esta regla, a pesar de su aparente imperturbabilidad y su naturaleza reservada y sombría.
Pues bien, volviendo a la situación actual, Lincoln no podía evitar sentirse extrañado por la actitud de Lucy, ya que su última respuesta sonaba demasiado… vacía. Es decir, no parecía encerrar ninguna clase de entonación o acento que pudiese revelar enojo, resentimiento, frustración o cualquier otra clase de emoción. La chica sombría simplemente parecía estar… ensimismada en sus propias reflexiones o, mejor dicho, en su propio mundo.
—Oh, bueno… — dijo Lincoln, todavía un poco incómodo — Me alegra saberlo.
Lucy se quedó unos momentos en silencio y luego río quedamente, con un claro dejo de amargura y tristeza en su voz. Sus ojos aún permanecían fijos en la ventana.
—*Suspiro* En cierto modo, puedo entender que mi respuesta sea algo confusa, incluso desconcertante para ti. En toda tu vida, lo único que tu experiencia personal con el resto de nuestras hermanas te ha enseñado es que los problemas de esta naturaleza… bueno, rara vez logran resolverse de una manera tan sencilla, ¿o me equivoco?
Lincoln prefirió no responderle, pero no hizo falta que lo hiciera, pues Lucy sabía bien la respuesta.
—Me has pedido perdón por algo que, a todas luces, es insignificante y de poca relevancia, y yo no he tenido ningún inconveniente en perdonarte. — tras decir esto, calló por un momento, pero al ver que Lincoln la seguía mirando con confusión, se apresuró a añadir: — Te aseguro que no estoy resentida, ni te guardo ninguna clase de rencor. Sin embargo, veo que encuentras muy difícil creerme y eso en verdad me llena de frustración. Incluso ahora, después de todo lo que te he dicho, sigues teniendo dudas en tu interior… y no hace falta que vea tu aura para saber que, ahora mismo, piensas que estoy actuando de una manera extraña. — en ese momento, una pequeña sonrisa apareció en sus labios al ver la expresión de sorpresa en Lincoln — Es curioso. Si esto no nos estuviese ocurriendo ahora mismo a nosotros, creo que incluso pensaría que toda esta situación es algo cómica.
Lincoln suspiró. De alguna manera, Lucy había logrado que se sintiese culpable Y tonto al mismo tiempo.
—Lo siento. Tienes razón. Estoy tan acostumbrado a discutir y a tratar de convencer a las personas que… bueno… no creí que me perdonarías tan rápido. En verdad me sorprendiste.
Lucy dejó pasar unos cuantos segundos antes de volver a hablar, con el mismo tono apesadumbrado.
—Es triste, ¿no es cierto?
Estas palabras podían encerrar muchos significados, no solamente el que Lincoln no estuviese acostumbrado a que un problema se resolviese de manera rápida. Por su propio bien, el chico prefirió no pedirle una aclaración a su hermana.
—Sí, supongo que lo es. — dijo al final — Pero, la verdad, creo que es difícil decir cuál de los dos tiene la peor parte en todo esto. Yo, acostumbrado a siempre tener que discutir y detener peleas… o tú, que ya te acostumbraste a siempre perdonar todo de manera rápida…
Esto último lo dijo con el fin de despertar algún tipo de reacción en Lucy, y por un breve instante, pareció funcionar, pues la chica despegó la mirada de la ventana para mirar a Lincoln de reojo, pero entonces simplemente permaneció en silencio un largo rato, sin cambiar en absoluto la expresión de su rostro, para luego volver de nuevo la mirada hacia la ventana.
—*Suspiro* — dijo con más pesadumbre de la acostumbrada — ¿Quién sabe? Tal vez vivir de esta forma sea nuestro destino, Lincoln.
Lincoln prefirió no responder a eso, pues a pesar de que no estaba en su naturaleza el creer en cosas como el destino, no consideró prudente arruinar la atmosfera de confidencialidad que se había creado entre los dos con un comentario que pudiese desviar la conversación hacia un debate sobre supersticiones y cosas parecidas. Así, ambos se quedaron callados por unos momentos, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Finalmente, Lucy apartó la mirada de la ventana. Miró detenidamente a Lincoln y dijo, con voz algo apagada, pero a la vez cortante:
—¿Y bien? ¿Eso era todo lo que querías decirme?
Lincoln frunció el entrecejo. Como si el extraño humor de su hermana no fuese suficiente, esas últimas palabras por fin le habían revelado algo importante, y era que había una extraña ansiedad en su manera de hablar, de hecho, era como si estuviese impaciente por que él se fuera de su habitación lo más pronto posible para estar a solas de nuevo con su escritura de temas oscuros. En otras circunstancias, Lincoln hubiese respetado su deseo de privacidad sin ningún problema, pero esta vez no estaba dispuesto a desaprovechar la oportunidad que se le había presentado. De una u otra forma, tenía que hablar con Lucy y tenía que conocerla de una mejor manera.
—En realidad no. Hay algo más que quería decirte. — continuó el joven peliblanco con voz tranquila al mismo tiempo que se sentaba en la cama al lado de la chica. Lucy se tensó visiblemente ante esa acción, cosa que no pasó desapercibida para el chico — Tranquila. Esta vez no vengo a pedirte ayuda con ningún problema, ni tampoco a pedirte un consejo sobre cómo lidiar con el resto de las chicas. Solo… quiero que hablemos un rato.
—*Suspiro* Siempre quieres hablar.
Incluso con su voz monótona, era obvio que había una clara nota de fastidio en ese comentario. Lincoln tuvo que hacer un gran esfuerzo para no poner los ojos en blanco, pues esa misma observación ya se la habían hecho algunas de sus otras hermanas en más de una ocasión, sobretodo Luna, Luan y Lola. "Siempre quieres que hablemos" le decían, sin disimular mucho una cara de molestia. Lo peor de todo era que resultaba difícil no concederles un poco la razón, pero el chico prefería ignorar esos comentarios pues consideraba que la comunicación era un factor importante para tener un mejor entorno familiar.
—Perdóname si piensas que estoy siendo entrometido, es solo que… estoy un poco preocupado por ti.
—¿Tu, preocupado por mí? — Lincoln asintió levemente por toda respuesta — No deberías estarlo. La otra noche en el parque…
—Sí, sí, si… — interrumpió Lincoln — Ya sé que me dijiste que estabas bien y que no debía preocuparme por nada, pero… — soltó una pequeña risa y se encogió de hombros para aliviar un poco la tensión del ambiente — ¿Qué te puedo decir? Simplemente no puedo evitar preocuparme por mi espeluznante pequeña hermana. Llámalo "instinto de hermano mayor protector" si quieres. — nuevamente hizo una pequeña pausa para que Lucy dijese algo, pero la chica no dijo ni una sola palabra, por lo que se aclaró un poco la garganta y decidió seguir hablando — Mira… sé que todo lo que ha pasado últimamente en la casa ha sido muy difícil para todos, incluso para ti, aunque no lo muestres ni hables mucho al respecto. También sé que eres una chica sensible… y que, en el fondo… MUY en el fondo, te preocupas por los demás. Sin embargo, últimamente he notado… ciertas cosas en tu forma de actuar que, honestamente, me tienen preocupado. Para empezar, jamás he visto que… bueno… jamás he visto que te alteres o te enfades con nadie, ni siquiera cuando te hablan con rudeza o te dicen… cosas. También he notado que has dejado de intervenir mucho en las discusiones o en las pelas y… casi siempre veo que estas apartada en una esquina, callada y solamente observando a las demás mientras pelean…
Todas estas observaciones eran acertadas. Lincoln recordaba claramente que, en el pasado (para ser más específicos, en el tiempo antes de su partida de la casa), era común que Lucy participase de vez en cuando en las discusiones de sus hermanas, incluso era de lo más normal que ella y Lynn tuviesen altercados casi todos los días por cuestiones de lo más comunes al tener que compartir una habitación, además de las constantes disparidades que surgían debido a sus personalidades y gustos tan distintos. Sin ir muy lejos, el chico aun recordaba una ocasión en la que su hermana deportista prefirió… invadir, por decirlo de manera amable, la habitación donde él dormía, pues no quería seguir soportando las rarezas de su hermana oscura; aquel tiempo había puesto a prueba su paciencia y cordura, por lo que tuvo que idear una manera en la que ambas pudiesen reconciliarse. Pues bien, aquellos días habían pasado al recuerdo. Ahora era de lo más común que Lucy se mostrase distante con todo lo que ocurría, excepto en algunas contadas ocasiones en las que de repente soltaba comentarios avispados o llenos de verdad dolorosa que obligaban a los demás a reflexionar.
Como dato adicional, su relación con Lynn también parecía haberse enfriado. Las discusiones entre ambas parecían haber cesado desde hacía ya algún tiempo, o por lo menos eso era lo que a Lincoln le había sido posible inferir. A pesar de eso, también era de lo más común que en algunos días ambas chicas pasasen muchas horas sin verse la una a la otra, y esto solamente terminaba cuando llegaba la hora de irse a dormir.
Lucy se encogió de hombros con aire resignado, volviendo, una vez más, su mirada hacia la ventana.
—Todos tenemos nuestros propios mecanismos para enfrentar las situaciones adversas. Personalmente, pienso que el silencio puede ser la mejor respuesta en la mayoría de los casos. Asimismo, creo que es mejor tratar de inmiscuirse lo menos posible en las desgracias ajenas. Después de todo, el no estorbar es otra forma de ayudar… además de que es más seguro.
Lincoln no pudo evitar fruncir el ceño al escuchar esas palabras. No estaba del todo seguro si esta podía considerarse una buena manera de pensar para alguien de la edad de Lucy. No obstante, decidió que lo más prudente en esos momentos era hablar con cautela para evitar una fuerte discusión.
—Bueno… um… eso que dices tal vez tenga algo de cierto… dependiendo de la situación que se esté manejando, por supuesto. — concedió el chico después de unos segundos — Aun así, si me lo preguntas, no creo que todo ese asunto de quedarse callado y alejarse de los demás todo el tiempo sea… bueno… — dudó un poco antes de seguir — algo del todo saludable.
—¿En serio? ¿Es eso lo que crees? — preguntó Lucy mientras se volteaba a mirar a Lincoln con inusitado interés; después de una breve pausa, el chico simplemente asintió con la cabeza, y Lucy, al ver esto, soltó uno sus acostumbrados suspiros hablados — *Suspiro* Supongo que no debería extrañarme. Es natural e incluso obvio que pienses de esa forma. — extrañado por esas palabras, Lincoln estuvo a punto de preguntarle a su hermana que era lo que quería decir exactamente, pero ella, al parecer, pudo darse cuenta con solo ver la expresión perpleja en su rostro, por lo que, tras aclararse un poco la garganta, le respondió la pregunta que ni siquiera había tenido tiempo para formular — Quiero decir que… para alguien con un corazón como el tuyo, es casi imposible ser indiferente ante los infortunios de los demás o ser simplemente un espectador pasivo. — lo miró por un momento antes de seguir hablando — Prácticamente vives de ayudar a otros, Lincoln.
El joven peliblanco soltó un pequeño resoplido al oír aquello.
—¿Sabes? Es curioso. No eres la primera persona que me dice algo así.
En efecto, esa cualidad de no poder permanecer impasible ante una situación que el mismo consideraba injusta era algo que varias personas, no solamente su familia, habían notado en él, sobre todo en el tiempo que había estado alejado de casa. Lamentablemente, esto lo había llegado a meter en más de un problema, incluso al grado de hacerse de algún que otro enemigo.
—Bueno, eso tampoco me sorprende. — continuó Lucy con voz grave — Como dije antes, tu carácter es firme y tus intenciones son siempre buenas. Sin embargo… ya sabes lo que dicen: "El camino al infierno suele estar pavimentado con buenas intenciones".
Lincoln la miró sorprendido.
—Lucy, ¿qué es lo que estas…?
—Dime, Lincoln — interrumpió la chica aun con voz grave —¿Has pensado alguna vez que el optimismo excesivo, en vez de ayudar, puede ser perjudicial?
Lincoln la miró todavía más sorprendido. Aun cuando Lucy había tenido la delicadeza de no decirlo abiertamente, todos los instintos del chico le decían que su hermana estaba hablando de él. No podía ser de otra forma.
—Lucy, ¿a qué viene esa pregunta? — tras pensar un par de segundos, preguntó — ¿Piensas que estoy haciendo algo perjudicial al tratar de ayudar a todos? ¿Es eso?
La chica sombría reflexionó un poco antes de responder.
—*Suspiro* Supongo que no hay mejor momento que el ahora para hablar de esto. — después, abrió su cuaderno y empezó a hojearlo, buscando una página en específico; una vez que la encontró, le habló a Lincoln con voz suave, como si estuviese a punto de revelar un gran secreto — Si no tienes inconveniente, quisiera leerte algo que escribí hace tiempo. Creo que, una vez que lo escuches, entenderás mejor mis pensamientos y todas tus dudas quedaran esclarecidas.
Lincoln asintió. La verdad era que no se sentía con muchos ánimos para escuchar uno de los poemas de su hermana, sobretodo porque estos solían ser bastante deprimentes, y algunas veces, sobretodo recientemente, algo tétricos. No obstante, decidió aceptar, sabiendo que la poesía era el lenguaje preferido de Lucy. Lo sea que hubiese escrito seguramente era algo que ella misma consideraba lo suficientemente importante como para compartirlo con él en ese preciso momento.
—De acuerdo. — dijo al mismo tiempo que se sentaba cómodamente en la cama — Oh, por cierto, olvidé preguntarte… ¿ya lograste salir de tu bloqueo?
Lucy dudó un poco antes de responder.
—¿Mi… bloqueo?
—Sí, ya sabes… el bloqueo de escritor del que me hablaste hace algunos días en el parque. ¿Ya lograste salir de eso?
Lucy pareció no parecía entender de que le estaba hablando el chico, hasta que, de repente, le vino a la memoria la conversación del parque.
—¡Oh! — exclamó al acordarse — El bloqueo de escritor… claro. — después, al ver que su hermano seguía esperando una respuesta a su pregunta, se aclaró un poco la garganta antes de responder — E-en realidad, aún no he logrado superarlo. La oscuridad ha obnubilado mis sentidos, las palabras no han brotado de mi pluma y… um… — por un momento, pareció tener dificultad para encontrar las palabras adecuadas — bueno, la verdad, me siento algo frustrada por ello. Siento como si la inspiración se negase a tocar las puertas de mi alma.
Lincoln la miró extrañado.
—Pero… hace poco vi que estabas escribiendo algo en tu cuaderno. ¿No era un poema lo que escribías?
Lucy frunció un poco los labios y agachó la mirada, hasta que su barbilla casi tocaba su pecho. Parecía estar un poco abochornada, como una niña pequeña que es sorprendida haciendo algo que rara vez hace. Lincoln solo recordaba haberla visto actuar de esa manera en una ocasión: cuando descubrió que leía historietas de ponis a escondidas del resto de sus hermanas.
—Um… bueno, en realidad, — comenzó a decir en voz baja — no estaba escribiendo ningún poema. Más bien… lo que hacía era… transcribir mis pensamientos e ideas en prosa. Digamos que este cuaderno es como una especie de… diario íntimo en el que suelo escribir sin ninguna atadura todo lo que se me venga en mente. Me ayuda a relajarme y pensar con más claridad.
—Oh, ya veo… — dijo Lincoln en voz baja. Sin embargo, la sensación de que Lucy le estaba ocultando algo no se apartaba de su mente. ¿Acaso todo ese asunto del bloqueo de escritor había sido una mentira muy bien elaborada?
Todavía se encontraba pensando en esto cuando la chica sombría lo miró de manera repentina, como si fuese una muñeca poseída.
—Ahora escucha bien. No quiero que le cuentes a nadie que tengo un diario. ¿Entendiste? A NADIE. Sobre todo, a Lola.
—Tranquila. — la calmó Lincoln, un poco alarmado por el repentino cambio — No le diré a nadie.
Sintiéndose más tranquila gracias a la promesa de su hermano, Lucy siguió hablando, esta vez, con voz más suave.
—Normalmente, no suelo revelar los escritos de mi diario íntimo a nadie, así que… te voy a pedir que escuches con atención lo que voy a leer y, por favor… no se lo reveles a nadie más, ¿de acuerdo? — al oír esto, Lincoln asintió, comprendiendo que esto era algo muy importante para Lucy.
Viendo que su hermano estaba de acuerdo, la chica sombría tomó su cuaderno entre sus manos, se aclaró un poco la garganta y empezó a leer con una voz que, en ciertos puntos, parecía volverse dramática:
"Alma desventurada, otrora fugitiva y repudiada que ahora brillas cual blanca estrella en medio de las penumbras…
Como un faro, enciendes una antorcha en medio del monzón, y encaminas estelas y astros sin cesar a un buen resguardo.
¡Heme aquí!... rodeada de silencios frágiles y quimeras ocultas, vislumbrando tu fulgente luz tras la muerte del sangrante sol del crepúsculo, y en medio de mi calma suelo discurrir constantemente…
¿Por qué tu propia benevolencia hiere tanto tu espíritu?
Acaso sea que tus triunfos y conquistas te han vuelto inmune a la desidia y la indolencia, al grado de que no logran apartarte de tu senda, ni te inspiran temor…
¿Más quién podrá ampararte en tu hora más triste?
Cerca tuyo no hay más que fantasmas quebrantados e irreconocibles, vencidos por la despiadada mano del tiempo…
No obstante, tras mi ventana suelo verte velando sus sepulcros incansablemente cual aguerrido y fatigado centinela.
Y al verte, suelo cuestionar los fundamentos mismos de tu propia magnanimidad:
"¿Por qué derrochar tanto ahínco sobre lo que una vez fue, y más nunca será?
¿En qué momento vera el vigía su mundo consumido por las tinieblas de la inapetencia?
¿Cuándo será el día en que, por fin, el sepulturero pueda ver las cenizas restantes de todas sus ofrendas?
¿Cuándo reconocerá, al fin, el indómito soldado su inminente derrota ante el inquebrantable fuego enemigo?
¿Cuándo el agobiado naufrago habrá de hincar sus rodillas y apretar en sus manos la arena del tiempo sin poder retenerla?"
Mas no encuentro respuestas.
Solo puedo verte desde mi torre siendo prisionero de tu propio e interminable laberinto, prestando juramento ante una causa perdida y luchando contra nadie en fieras batallas…
¿Acaso será que tu visión, opacada entre luz y tinieblas, se ha cansado tanto y solo puede vislumbrar el ensueño sublime de paz que tanto anhelas?
Imposible conocer la respuesta.
Solo puedo afirmar que mientras mi pecho guarde un soplo de vida, he de verte caminar descalzo por senderos estrechos, descosiendo tus propias heridas, en busca de bienes impalpables…
Más de nuevo mi alma se turba y suelo preguntarme:
"¿Qué será de aquel incansable batallador al que tanto admiro?
¿Logrará reconocer la negra bruma del destino que presagia el dolor y la indiferencia?
¿Fracturará su propia esencia en diminutos fragmentos y los repartirá al ominoso vacío del olvido?
¿Otorgará un ínfimo valor a su felicidad después de haber entregado tanto?"
¿Más por qué hacerlo?
Poco o nada queda por lo que luchar.
El umbral final fue cruzado, y el descenso al abismo que nos observa se ha vuelto inminente.
Ahora solo quedan cruentas batallas que se extienden hasta las hondas lejanías del horizonte.
La noche se avecina y ahora empieza mi guardia.
Finalmente, Lucy terminó de recitar su escrito. Lincoln permaneció quieto en su lugar, sin saber qué cara poner. Era de lo más común que Lucy hablase usando el lenguaje florido de la poesía gótica, algo que el resto de sus hermanas parecían encontrar bastante tedioso y pesado la mayoría de las veces, pero el joven peliblanco siempre trataba de mostrarse paciente y de ver el contexto de sus palabras, así como también el tratar de entender como estas podían aplicarse a la situación que se presentaba en sus vidas diarias. En esta ocasión, en particular, era por demás obvio que aquellas palabras encerraban un mensaje que encajaba… demasiado bien con la situación por lo que él mismo estaba pasando.
—Wow. Así que… todo eso es lo que realmente piensas de mí.
Una pequeña sonrisa apareció en los labios de la chica al oír las palabras de Lincoln.
—Justo como esperaba, lo has comprendido todo sin tener que oírlo una segunda vez. Tengo que reconocerlo: me alegra mucho ver que puedes entender mis palabras sin mucha dificultad.
—Bueno, era demasiado obvio. — repuso el chico sin mucho ánimo — Desde el principio hablaste de una estrella blanca en medio de la oscuridad, y en cuanto al resto… bueno, digamos que encajaba demasiado bien con todo lo que estábamos hablando hace apenas unos momentos. — suspiró — Y, ya que estamos hablando de eso, me pareció oír que en cierta parte hablaste de mi… ¿Cómo era?... Ah, si… de mi "inminente derrota a manos del destino", y también mencionaste algo de que soy… "un prisionero en un laberinto" y… bueno, muchas otras cosas. — calló por un momento — Dime, ¿en verdad piensas todo eso?
—Si. — respondió la chica sin un solo atisbo de duda.
Lincoln la miró en silencio un par de segundos sin saber que pensar. Se había sentido como un tonto al hacer esa pregunta, pero al mismo tiempo, una parte de sí mismo sentía una imperiosa necesidad de confirmar lo que ya sabía.
¿Acaso esta era la misma chica que lo había animado en el parque, justo en el momento en que más lo necesitaba? ¿Era la misma chica que le había dicho que solamente él era capaz de mantener la paz dentro de la casa? ¿La misma que le había dicho que todas sus hermanas, incluida ella, necesitaban de él a pesar de no merecerlo, y que todas habían cambiado gracias a él? ¿Cómo podía ser posible que ahora pensara de manera tan… negativa? Aquello simplemente no parecía tener sentido.
—Lo siento, pero… ¿Podrías explicarme por qué?
—*Suspiro* Acabo de leer para ti un fragmento de mi diario íntimo, algo que jamás había hecho con nadie más, ni siquiera con mis amigos del club de poesía. Considerando lo inteligente que eres, sin mencionar las veces que me has ayudado con mis poemas en el pasado, no debería ser demasiado difícil para ti entender mi estilo de escritura… o mi forma de pensar. Aun así, ¿me pides que te explique el por qué? ¿Acaso no fueron mis palabras lo suficientemente obvias?
Lincoln tuvo que hacer un gran esfuerzo para no soltar un resoplido.
—Sí, Lucy, tus palabras fueron más que obvias. Créeme que no tengo ningún problema para entender tu… visión artística, tu estilo… o como sea que lo quieras llamar, pero preferiría que me dijeras las cosas como son, con palabras simples y sin rodeos. En verdad quiero ayudarte en todo lo que pueda, pero también necesito entenderte mejor. A veces me animas y pareces estar de acuerdo conmigo, pero luego, de repente me dices cosas… como que todos mis esfuerzos son en vano y… — suspiró — Y no sé qué pensar. No quiero que haya más malentendidos entre nosotros, ni nada por el estilo, así que… ¿Puedes explicarme por qué piensas de esa forma? ¿Por favor?
Al oír esas palabras, la expresión en el rostro de la chica se volvió triste. Antes de contestar, Lucy hizo una pausa deliberada, como si estuviese tratando de organizar sus propios pensamientos.
—*Suspiro* Bien.
Cerró su cuaderno y se acomodó mejor en la cama, para luego mirar directamente a Lincoln.
—Lamento mucho que te sientas confundido. Trataré de explicarme mejor, con palabras menos rebuscadas para que no te pierdas de nada. Solo te pido que, una vez que terminemos de hablar, no vuelvas a insistir con esto, ¿de acuerdo?
Lincoln asintió, sintiendo que no tenía otra opción, pero también sintiéndose decidido a poner atención a toda palabra que saliese de los labios de su hermana, la cual inhaló y exhaló profundamente antes de seguir hablando.
—Empecemos desde el principio. Mi forma de pensar es en realidad bastante simple. — con el aire imperturbable de alguien que sabe de lo que está hablando, la chica continuó con su explicación — Sé que piensas que la comunicación es importante, y… no me malentiendas, estoy completamente de acuerdo contigo en eso, pero… ¿te has puesto a pensar que no todos los problemas se pueden resolver simplemente hablando? De hecho… ¿has pensado alguna vez que en este mundo hay conflictos que, por más que se les busque, simplemente no tienen solución? — guardó silencio por unos cuantos segundos, dejando que Lincoln ponderara las preguntas que acababa de hacerle — Déjame decirte algo que ya sabes: cuando los problemas no tienen solución, ya no se les puede considerar como "problemas", sino como una REALIDAD que debe ser aceptada… como lo que sucedió con Lisa. — una vez más, hizo una pequeña pausa, probablemente para elegir bien sus siguientes palabras — Estuviste lejos de nosotros por más de tres años, y en ese tiempo pasaron muchas cosas que nos cambiaron para siempre. Ahora que, por fin estas de regreso, puedo entender que estés empeñado en tratar de unir de nuevo a la familia, pero… es obvio que la tarea que te has impuesto a ti mismo es demasiado pesada. Con cada día que pasa, nacen rencores y surgen nuevos conflictos. Es un ciclo interminable que va cobrando fuerza con cada insulto y con cada pelea… — hizo una pequeña pausa para negar suavemente con la cabeza — El punto al que quiero llegar es que no todas las batallas merecen la pena, Lincoln.
El joven peliblanco miró a su hermana con una mezcla de incredulidad y extrañeza.
—¿Qué estás diciendo, Lucy? ¿Qué debo darme por vencido con las chicas? Creí que por lo menos estabas de acuerdo conmigo en que podía ayudarlas…
Lucy negó con la cabeza.
—No estoy diciendo que te des por vencido con ellas. Solo estoy diciendo que debes escoger sabiamente tus… "batallas". No puedes "salvar" a todo el mundo, así como tampoco puedes salvar a alguien que no desea ser salvado. Lo mejor que puedes hacer en esos casos es simplemente indicarles el camino correcto y ellas deben decidir si lo toman o no. En cuanto a lo de estar de acuerdo contigo… — se detuvo por un momento — *Suspiro* Siempre contaras con mi apoyo incondicional, eso te lo puedo asegurar. Te escucharé cada vez que tengas problemas y te daré mi más sincera opinión si así lo deseas, pero… agradecería mucho que no me pidas que me involucre más de lo necesario. Y si bien estoy de acuerdo en que tienes todas las capacidades para ayudar a nuestras hermanas… harías bien en recordar que no todas estarán dispuestas a dejar que las ayudes. No olvides lo que sucedió con Lisa…
Lincoln suspiró sintiéndose derrotado.
—Nunca vas a dejarme olvidar lo que sucedió con Lisa, ¿cierto?
Por un breve momento, Lucy hizo una pequeña mueca que parecía ser una sonrisa amarga.
—Lamento mucho que el solo mencionar a nuestra hermana menor te traiga malos recuerdos… pero el punto que quería enfatizar es este: no olvides que fuiste tú, y solo tú, quien insistió en ayudar a Lisa, a pesar que desde el principio te advertí que tus esfuerzos iban a ser en vano. Si bien es una verdad inquebrantable que las cosas cambiaron para bien dentro de la casa gracias a tus acciones, también es cierto que Lisa, desde el principio, siempre estuvo lejos de toda salvación. Escogió el camino de la ciencia y el conocimiento por encima de su propia humanidad y de cualquier clase de sentimiento de fraternidad y amor que alguna vez pudo haber tenido hacia nosotros. Odio tener que decir "te lo dije", pero… — se encogió de hombros — Te lo dije.
Lincoln suspiró. Sabía que en ese punto no podía reclamarle nada a Lucy, en especial después de lo mucho que lo había apoyado durante la reunión de hermanos, la retención de Lisa e incluso también por haberle permitido usar su grabadora para reunir evidencia en contra de la niña prodigio.
—Sí, lo hiciste. Y tienes razón, fui yo quien insistió en tratar de ayudar a Lisa. — al igual que Lucy, se encogió de hombros — ¿Quién sabe? Tal vez las cosas hubiesen terminado de mejor manera si te hubiese hecho caso desde el principio, pero aun así… no me arrepiento de por lo menos haberlo intentado.
—*Suspiro* Imaginé que dirías algo como eso.
Ambos permanecieron en silencio por un rato, hasta que Lincoln decidió continuar con la conversación.
—Por cierto, hay una cosa que quisiera preguntarte. La otra noche en el parque, cuando dijiste que creías que yo era capaz de mantener la paz dentro de la familia y que todas ustedes me necesitaban… ¿lo dijiste en serio o solo lo dijiste por que estabas tratando de animarme?
—Por supuesto que lo dije en serio. — dijo la chica de manera enfática — Lo dije en serio en ese entonces, y aun lo sigo manteniendo. En los tres años que estuviste lejos, tuvimos que pasar por muchas dificultades. Sin ti, dejamos de ser tan unidas como una vez fuimos y nos desmoronamos como un castillo de naipes… fueron tiempos difíciles para todas nosotras. — permaneció callada por unos instantes, al mismo tiempo que se miraba las manos, como si estuviese acordándose de esos tiempos oscuros, pero después levantó la vista hasta su hermano — Desde que volviste a nuestras vidas, todo ha vuelto a tener orden y tranquilidad. Has hecho mucho por mantenernos unidas y tus esfuerzos por mantener la paz, créeme, han sido más que loables, pero…
Calló por un momento, probablemente dudando de si debía seguir hablando.
—¿Pero…? — la urgió Lincoln.
Lucy tardó un poco en responder.
—*Suspiro* A veces, me preocupa mucho que tu optimismo y tu afán por… "arreglar" a nuestras hermanas eventualmente terminen nublando tu capacidad de juicio y te hagan perder de vista quien realmente merece la pena y quién no.
—¿Quién merece la pena y quién no? — repitió Lincoln consternado — ¡Por Dios, Lucy! Estoy de acuerdo en que no puedo "salvar" a todo el mundo y todo eso… pero no creo que sea justo pensar en cosas como quien merece la pena y quién no. No me siento cómodo pensando de esa forma. Todas ustedes son mis hermanas… ¡mi familia!... y para mí, todas ustedes valen la pena…
Lucy negó lentamente con la cabeza, como si ya hubiese previsto que su hermano le daría esa respuesta.
—Pensando de esa forma solamente conseguirás tener decepciones y pesares, Lincoln. ¿Piensas que lo que pasó con Lisa fue algo difícil? ¿Un evento desafortunado que solamente sucedió y ya? — el joven peliblanco abrió la boca, pero antes de que pudiese decir algo, la chica siguió hablando — Siento mucho tener que decírtelo, pero aquello fue solamente la punta del iceberg. Ahora mismo, quizás no lo puedas ver, pero todas tus hermanas tienen serios problemas que se han estado acumulando desde hace ya bastante tiempo. ¿Qué me dices de Luna y sus problemas de ira? ¿O Lola con su amor por sí misma y por todo lo que brilla como el oro? ¿O Luan con sus estados de ánimo tan cambiantes y las voces que dice escuchar en su cabeza? ¿O Lynn con su…?
Justo en ese momento, Lucy se interrumpió a sí misma, como si se hubiese dado cuenta de que estaba hablando de más.
—¿Su… que? — preguntó Lincoln sorprendido — ¿Qué pasa con Lynn?
En el pasado, Lynn había llegado a sufrir de una gran depresión por no ser una buena estudiante y por sentirse estúpida, pero hasta donde Lincoln estaba enterado, su hermana deportista había logrado superar su decaimiento hacía ya mucho tiempo. El mismo Lincoln había decidido tomar cartas en el asunto y se había encargado de ayudar a su hermana a estudiar todas las materias que se le dificultaban, y a pesar de ser menor que ella, se las había ingeniado para encontrar maneras fáciles y creativas de explicarle las cosas, lo cual a su vez hizo que la chica lograse aprobar sus exámenes con calificaciones que incluso lograron superar las expectativas de los propios profesores. Gracias a esto, le fue permitido volver a entrar en los equipos deportivos de su preferencia, cosa que antes no le había sido posible debido a sus malas notas. Desde entonces, el peliblanco había notado que su hermana estaba más contenta, le sonreía más a todo el mundo (sobre todo a él), y se mostraba más amigable y atenta que nunca, por lo que resultaba difícil pensar que pudiese tener algún otro problema o dificultad además de no poder jugar sus tan amados deportes.
La chica sombría abrió y cerró la boca un par de veces, sin decir una sola palabra.
—¿Lucy? — la chica permaneció callada — Vamos, dime que es lo que tiene Lynn.
La chica suspiró y luego se aclaró la garganta.
—Ella… um… es demasiado competitiva y… no sabe perder la mayoría de las veces.
Lincoln frunció el ceño, extrañado por esa respuesta. Que Lynn fuese una chica competitiva no era nada nuevo. Por otro lado, eso de no saber perder era algo en lo que la chica estaba mejorando día a día a pasos agigantados y, de hecho, tal vez no fuese una exageración decir que no faltaba mucho para que ese rasgo suyo, que tantos dolores de cabeza había causado en el pasado, desapareciese por completo. Esto, en buena parte, había sido posible gracias al mismo Lincoln, pues gracias a que continuamente lograba vencer a su hermana en las luchas, en baloncesto, en soccer, en pequeños retos de parkour e incluso en juegos de mesa y cartas, la joven atleta había empezado a aprender a ser una buena perdedora, aceptando las derrotas con humildad y teniendo una actitud más deportiva… aunque eso sí, siempre le exigía a su hermano la revancha en cada ocasión que este la vencía. La chica además había adquirido la costumbre de retar a Lincoln a competencias de carreras, de saltos, de ver quién podía hacer las cosas más rápido, etc. El peliblanco aceptaba de buen agrado participar en estos retos, pues resultaba divertido hacerlos junto con su hermana ahora que tenía esa nueva actitud.
—¡Oh, vamos, Lucy! Lynn ha sido competitiva prácticamente desde el día en que empezó a caminar. Eso no es nada nuevo. En cuanto a eso de no saber perder… yo diría que está mejorando mucho…
Lucy negó con la cabeza.
—Esa solo es tu impresión. — Lincoln abrió la boca, listo para seguir discutiendo, pero antes de que pudiese decir algo, Lucy continuó hablando — Como sea. El punto al que quiero llegar es este: si decides cargar con el peso de los problemas de toda tu familia, tarde o temprano tendrás que enfrentar decisiones y problemas todavía más complicados que pondrán a prueba tu temple y tu paciencia. Si, pienso que eres capaz de mantener la paz y el balance entre todas nosotras, pero… honestamente, también pienso que, por una vez, harías bien en pensar en TU PROPIA paz. Oh, y ya que estamos hablando de eso, también sería bueno que aceptaras el hecho de que todo lo que está sucediendo en nuestra familia es… en cierta forma, irreversible.
Había un evidente tono de amargura en esas últimas palabras. Lincoln pudo darse cuenta de esto sin ningún problema.
—¿Es eso lo que piensas realmente, Lucy? ¿Qué todo lo que le está pasando a nuestra familia es irreversible?
—*Suspiro* ¿Acaso es tan difícil de creer? — al ver la expresión dolida de su hermano, decidió hablar con voz más suave y amable — Eres un buen hombre, Lincoln. Tienes grandes talentos, un don de liderazgo que nadie puede cuestionar y, como ya dije antes, siempre tratas de hacer lo correcto… sin embargo, lo correcto no siempre garantiza que todo el mundo terminé siendo feliz. Incluso con todos tus esfuerzos, nuestras hermanas siguen sintiendo desconfianza, se rehúsan a perdonar los errores del pasado o a cambiar sus estilos de vida. — hizo una breve pausa, volvió a mirar hacia su ventana y habló con voz lenta y pausada — ¿Para qué desperdiciar emociones y energía tratando de hacer que las cosas vuelvan a ser como antes? Cargar con los problemas y pesares de otras personas no trae otra cosa más que dolor y pesar. Simplemente no vale la pena.
Lincoln miró a su hermana con un extraño sentimiento de impotencia devorándole las entrañas. Siempre había sido consciente de que su hermana tenía una visión del mundo algo… negativa, pero verla ahí, sentada frente a él, diciendo todas esas cosas… le hacía sentir una sensación descorazonadora.
Si bien podía ver que la forma de pensar de Lucy tenía un lado practico y cierto, una parte de sí mismo le decía que por ningún motivo debía darse por vencido. En su mente, todos los problemas tenían soluciones, siempre y cuando se tuviese el valor de ir a buscarlas, y aun cuando Lucy insistiese en que todo cuanto estaba sucediendo era irreversible y que debía escoger mejor sus "batallas", para él, todas sus hermanas eran personas preciadas que valían la pena. Por un momento pensó en decirle esto a la chica sombría, pero en vez de eso, decidió ir por otra ruta.
—De acuerdo, Lucy, creo que ya expresaste bien tu punto. Dices que no vale la pena cargar con los problemas de los demás. Bien, esa es una opinión razonable y muy válida, y no pienso tratar de convencerte de lo contrario. — suspiró — Entonces, ¿es por eso que prefieres quedarte callada durante las peleas y procuras no entrometerte demasiado?
Lucy volvió la mirada hacia a Lincoln, tal vez, pensando en muchas cosas, pero no tardó mucho en responder.
—Si.
Lincoln reflexionó un poco antes de volver a hablar.
—Dime, ¿desde cuándo empezaste a sentirte de esa manera?
La chica dudó un poco antes de responder.
—Creo que desde hace… tres años. Más o menos.
Lincoln frunció el ceño ante esa revelación.
—Entonces… eso quiere decir que antes pensabas diferente.
La chica pareció sorprenderse un poco por ese comentario, ya que no era una pregunta, sino más bien una afirmación. El joven peliblanco esperó a que Lucy dijese algo, pero la chica prefirió no responder y simplemente volvió a desviar un poco la mirada.
—¿Qué fue lo que cambió, Lucy? ¿Fue algo que las demás te hicieron? ¿Alguien más te convenció o te hirió de alguna manera? ¿Acaso ocurrió algo que te marcó profundamente? ¿O quizás…?
—*Suspiro* Maduré, Lincoln. Crecí y por fin pude ver las cosas como realmente son, eso es todo.
Lincoln sopesó esas palabras por un momento.
—De acuerdo. — replicó el chico con voz paciente — Maduraste, y eso es bueno. Pero, ¿sabes algo? Madurar implica tener muchas experiencias y aprender de ellas. — Lucy hizo una pequeña mueca al oír esto — Dime, ¿tuviste alguna mala experiencia en particular? ¿O simplemente llegaste a esta… conclusión por ti misma?
Lucy tardó un rato en responder.
—¿Acaso eso importa?
—Por supuesto que importa.
—¿Por qué? — preguntó con voz un poco más alta de lo normal — ¿Por qué importa?
—Porque quiero entenderte. — respondió Lincoln con serenidad — Mira, Lucy… te conozco de toda la vida, y sé muy bien que eres una persona reservada y callada la mayor parte del tiempo, lo cual está bien, créeme, no estoy diciendo que haya algo malo con eso. El problema que tengo es que… — suspiró — Bueno, tengo que admitir que, a veces… eres todo un misterio para mí. — hizo una pausa para elegir sus palabras con cuidado. — Hay días en los que te apartas de todos, no hablas con nadie y pasas horas enteras encerrada en tu cuarto o en el desván; luego, hay días en que te desapareces sin decirle a nadie a dónde vas o con quien. La otra noche, por ejemplo, me sorprendió mucho verte sola en el parque…
—Si mal no recuerdo, en ese entonces te dije que no tenías nada de qué preocuparte. — replicó Lucy, casi con el mismo tono de voz que había empleado antes.
—Sí, lo hiciste, y te escuché fuerte y claro. Pero… creo que te estas olvidando de un pequeño detalle: hace poco, te dije que simplemente no puedo evitar preocuparme por ti, mi espeluznante y sombría hermanita. Instinto de hermano mayor protector, ¿recuerdas? — dijo Lincoln con una sonrisa, pero al ver que Lucy aún seguía mirándolo con una expresión seria en el rostro, dejó de sonreír y suspiró — Siempre he admirado tu sensibilidad, Lucy. Eres capaz de entender cosas que las demás chicas no pueden. Me has ayudado en más de una ocasión, ya sea dándome ánimos o consejos, pero… luego me sorprendes diciéndome que prefieres no seguir involucrándote con los problemas de las demás y vuelves a aislarte en tu mundo de… sombras… y extraña poesía. Todo esto me hace pensar que, en el fondo, solamente estas reprimiendo tus verdaderos sentimientos y guardando un gran dolor dentro de ti misma…
—*Suspiro* Estas suponiendo demasiado en todo esto, Lincoln.
—¿Lo estoy? — preguntó al mismo tiempo que alzaba las cejas y la miraba con curiosidad — Hace apenas unos momentos, tu misma dijiste que todas mis hermanas tenían problemas. Bueno, pues… ¿Qué me dices de ti, Lucy? Tú también tienes problemas, ¿no?
—No. — la respuesta de la chica fue inmediata, pero, una vez más, al hablar desvió su mirada hacia la ventana.
Lincoln se le quedó viendo unos momentos antes de soltar un suspiro y levantarse de la cama para dar unos cuantos pasos, con las manos en la cintura y una expresión pensativa.
—¿Sabes que es lo que pienso, Lucy? Pienso que estás llena de contradicciones. — al oír esto, la chica volteó a verlo con una ligera expresión de confusión en el rostro — Dices que es mejor no involucrarse ni cargar con los problemas de los demás… y, sin embargo, siempre estas dispuesta a escucharme cada vez que vengo a hablar contigo de todo lo que está pasando en la casa, me animas, me das consejos y muestras tu preocupación por mí en todo lo que dices. Si involucrarse con los demás es algo tan pesado y agotador, entonces… ¿Qué hay de la vez que me ayudaste a convencer a las chicas en la reunión de hermanos? ¿O que me dices del día que me ayudaste a sacar a Lisa de su cuarto? ¿O de todas las veces que me has escuchado hablar de todos mis problemas y me has ofrecido sugerencias o comentarios? ¿Nada de eso cuenta como "involucrarse"?
—*Suspiro* — esta vez, el suspiro hablado tenía un tono claro de impaciencia — Ya te he dicho que siempre contaras con mi apoyo… siempre y cuando no me pidas que me involucre más de lo necesario. En lo que respecta a todo ese asunto de Lisa… en ese entonces, las circunstancias eran distintas. No olvides que, si te ayudé en la reunión de hermanos fue para que tarde o temprano te dieses cuenta de la futilidad de tus esfuerzos por "salvar" a Lisa. En cuanto a la vez que te ayudé a sacarla de su cuarto… supongo que no hace falta que te explique demasiado: Lisa tenía que ser detenida por el bien de todos.
Lincoln sonrió.
—Por el bien de todos, ¿eh? Ya veo. — Lucy entonces le dirigió a su hermano una mirada cargada de fastidio. El joven peliblanco puso ambas manos al frente, previendo que la chica probablemente tratase de replicar con palabras cargadas de enojo — Mira, si quieres, puedes argüir que aquellas eran circunstancias especiales que ameritaban algo más de acción de tu parte… pero el punto al que quiero llegar es que simplemente no puedes negar que, al final del día, decidiste involucrarte, a pesar de que esto iba en contra de tus… principios. Quieras aceptarlo o no, me has demostrado en más de una ocasión que eres una chica sensible que ama a su familia… y el amor, nos guste o no, implica llevar a cabo ciertos sacrificios, tales como cuidar, entender, aceptar, luchar… y si, también involucrarse en la vida de las personas que amamos. A veces, las personas pueden decepcionarnos… o incluso traicionarnos, pero ese es un riesgo que hay que estar dispuesto a correr en toda relación. — el chico dejó escapar un suspiro — Involucrarse en las vidas de aquellos que amamos, compartir sus preocupaciones y tratar de ayudarlos… es algo inevitable, Lucy.
Al oír esto, la chica abrió ligeramente los labios, pero no pronunció palabras. Reflexionó por unos cuantos segundos y luego dijo:
—Para ti, tal vez sea algo inevitable, pero en lo que a mi concierne… no es tan sencillo.
—¿Por qué no? — exclamó Lincoln, sorprendido de que Lucy fuese tan obstinada con sus "principios" — Si eres capaz de abrirte conmigo, pienso que eres más que capaz de…
Lucy negó con la cabeza antes de que el peliblanco pudiese terminar de hablar.
—No lo entiendes. Todo lo que he hecho hasta ahora para ayudarte ha sido solamente porque… — en este punto, la chica sombría no pudo seguir hablando, y se cubrió el rostro con ambas manos, haciendo que Lincoln se alarmase, pensando que su hermana se iba a echar a llorar en cualquier momento. Afortunadamente, lo único que Lucy hizo fue frotarse las sienes y la frente por un buen rato antes de volver a hablar en voz muy baja — Contigo todo es… diferente.
—¿En que es diferente?
Lucy agachó la mirada y murmuró algo ininteligible. Lincoln, al no poder escucharla, se acercó un poco más a la cama.
—Perdona, Lucy, pero no entendí lo que dijiste.
Por un momento, la chica sombría permaneció callada, con la mirada baja. Después de un rato, alzo un poco la mirada, inhaló profundamente y repitió lo que acababa de decir.
—Prefiero ayudarte a ti en vez de a las chicas.
Aun de pie y con los brazos cruzados, Lincoln la miró con aire pensativo.
—¿Por qué?
Esta vez, Lucy tardó todavía más en responder. Por un momento, Lincoln creyó ver que su hermana trataba de desviar la mirada de nuevo hacia la ventana, pero fue un movimiento de cabeza tan repentino, que resultaba difícil saberlo a ciencia cierta.
—*Suspiro* Tal vez pienses que estoy exagerando al decir esto, pero… desde hace mucho tiempo, pude darme cuenta de que tienes un papel protagónico que cumplir dentro de la dinámica de nuestra familia.
Al oír esto, Lincoln frunció el ceño.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Papá, Mamá, las chicas… todos somos grandemente influenciados por ti. Incluso más de lo que tú mismo te imaginas. Sabes cómo ganarte su confianza. Si les hablas, ellos te escuchan… mientras que a mí... — se detuvo a la mitad de la oración, prefiriendo no terminarla, pero no hizo falta que lo hiciera; Lincoln podía fácilmente adivinar lo que quería decir.
—Lucy… — dijo Lincoln en voz baja. La joven poetisa, sin embargo, continuó con su explicación.
—Sé que esto puede sonar tonto, pero… al ayudarte, siento que estoy contribuyendo, aunque solo sea un poco, a que las cosas estén mejor en nuestra familia. También sé que no puedo hacer mucho, pero al menos puedo escucharte y apoyarte cada vez que lo necesites… es lo menos que puedo hacer para compensar todo el daño que te causé en el pasado.
—¿Daño? ¿De qué daño estás hablando? — preguntó Lincoln confundido.
Una vez más, Lucy se tomó su tiempo para pensar detenidamente en su respuesta. Una vez que se sintió lista, inhaló profundamente antes de hablar.
—Cuando Mamá y Papá decidieron enviarte al reformatorio… en el fondo, yo sabía que eras inocente. Pude darme cuenta de ello gracias a mi don, pero… te lo aseguro, aun si no lo hubiese tenido en ese entonces, me hubiese dado cuenta con solo ver tus ojos. — después de decir esto, la chica soltó un verdadero suspiro cargado de tristeza — Quise hablar en ese momento, pero todos estaban tan… enloquecidos por toda la evidencia que había en tu contra, y yo… yo me quedé paralizada en mi lugar. Podía oír a todos gritando alrededor mío, pero… — en ese momento, la chica se abrazó a sí misma, como si sintiese frio de repente — Ah… No se cómo explicarlo. Fue una experiencia demasiado extraña… como si mi propia mente estuviese en piloto automático… o algo así. No dejaba de preguntarme si todo aquello estaba realmente sucediendo frente a mis ojos. Fue como verme a mí misma y a todos los demás en una película desde afuera… si acaso eso tiene sentido. Todo lo que hice fue quedarme inmóvil en medio aquel… devastador pandemónium, viendo como todo se desmoronaba en cámara lenta. No sé por qué, pero me quedé parada en ese mismo sitio hasta que cayó la noche y todos se fueron a dormir. Al día siguiente, cuando desperté… ya era demasiado tarde. Te habías ido. — en el rostro de la chica se dibujó una autentica expresión de pesar, aun cuando sus negros cabellos seguían cubriendo sus ojos — Debí haber hecho algo, debí ayudarte… o por lo menos debí intentarlo… pero no lo hice. — esta última palabra la dijo en voz muy baja, como si se sintiese avergonzada por sus acciones del pasado.
Lincoln permaneció callado, tratando de organizar sus propios pensamientos después de todo lo que acababa de escuchar. Enterarse que su propia hermana había sabido desde el principio de su inocencia había sido toda una revelación para él. Las palabras de Lucy sonaban sinceras y todos sus movimientos parecían ser naturales y espontáneos, sin una sola señal de titubeo o duda, lo cual hacia que todo fuese más creíble. De hecho, el joven peliblanco aun recordaba muy vívidamente aquella noche en particular. Los gritos, las acusaciones, las miradas de enojo y decepción en sus padres y en sus hermanas… vaya que aquella había sido una noche inolvidable. Sin embargo, un detalle que recordaba muy bien, y que de hecho corroboraba todo lo que Lucy le había dicho, era que la chica pelinegra había sido la única persona que permaneció callada en todo momento, con los labios algo entreabiertos, como si estuviese sorprendida por todo lo que estaba ocurriendo. En esos momentos llenos de angustia, Lincoln había grabado en su memoria los rostros y las expresiones de todos a su alrededor, y al ver a Lucy, su mente infantil simplemente asumió que su hermana sombría estaba enojada y lo odiaba al igual que todas las demás.
Tal vez fuese un poco infantil de su parte, pero para Lincoln, el mero hecho de enterarse que Lucy había creído en su inocencia desde el principio y que, además, jamás lo había odiado, era algo que le daba una agradable sensación de beneplácito. Incluso el hecho de que la chica había fallado en defenderlo, o en decir algo en ese momento, era algo de poca relevancia para él.
—Lucy… no tienes por qué sentirte mal. — dijo Lincoln con voz amable — Aun después de oír todo lo que me acabas de decir, te aseguro que no te guardo ningún rencor. Mira… los dos éramos muy jóvenes en ese entonces. Yo cometí un error estúpido y tú… tu no supiste como afrontar una situación demasiado complicada para una niña de solo ocho años. No hay nada de malo en eso. — suspiró — Lo hecho, hecho esta, y ya lo pasado, pasado. Y mira, si bien es cierto que ese momento fue muy doloroso para mí, la verdad es que no me arrepiento de haber vivido todas las experiencias que vinieron después de eso. Aprendí muchas cosas increíbles e hice amigos para toda la vida, así que… al final, creo que todo fue para bien. Además, desde que volví a la casa, me has ayudado mucho, así que… si piensas que debes compensarme de alguna forma por no decir nada esa noche, yo diría que con todo lo que has hecho hasta ahora es más que suficiente. — aun después de decir todo esto, Lucy no parecía estar del todo convencida, por lo que Lincoln decidió añadir algo mas — Míralo de esta forma: aun si te hubieses animado a decir algo en ese entonces, dudo que Papá o Mamá te hubiesen hecho mucho caso…
—Lo sé. — respondió la chica para asombro del peliblanco — Nuestros padres son personas de mente voluble, pero a veces pueden llegar a ser bastante… obstinados. En el pasado, llegaron a tomar decisiones inconscientes, cegados por sus emociones… y no son pocas las veces que esto nos ha traído problemas. — por un momento, la chica se perdió en sus propios pensamientos, como si estuviese tratando de asimilar algo complicado — En sus mentes, la decisión ya estaba tomada. Aun si hubiera dicho algo, probablemente me habrían ignorado, pensando que simplemente estaba tratando de defenderte por ser mi hermano y por ser tan apegada a ti. — después, añadió con una voz cargada de tristeza — Tratar de defenderte hubiese sido inútil, eso es algo que esta fuera de toda duda, pero… a pesar de eso, no dejo de pensar que ni siquiera tuve el valor de intentarlo. Tal vez… si no hubiese tenido miedo, o si les hubiese hablado de mi don, o tal vez… — en ese momento, Lucy dejó de hablar, como si enumerar todas las posibles soluciones fuese demasiado doloroso para ella — *Suspiro* Sé que no tiene sentido lamentarse por cosas del pasado, pero… no puedo evitarlo. — aun abrazándose a sí misma, bajo la mirada, haciendo que sus largos cabellos cubriesen casi por completo su rostro.
Lincoln volvió a suspirar.
—Puedo entender cómo te sientes, Lucy. — se quedó callado por un momento, tratando de decidir que decir a continuación — No tengo todas las respuestas. Quisiera poder decirte que esto que sientes ahora se ira desvaneciendo con el tiempo, pero… creo que eso no depende de mí, sino de ti. — hizo una pequeña pausa para ver si Lucy se animaba a responderle, pero la chica permaneció callada y solamente hizo un pequeño movimiento con la cabeza, como si estuviese asintiendo, por lo que el chico prosiguió — Como ya dije antes, no te guardo ningún rencor por lo que pasó esa noche… así que, por favor, escucha atentamente lo que voy a decirte. — se acercó, tomo el mentón de la chica para levantar su rostro gentilmente y le habló con voz amable y gentil — Nada de lo que pasó fue culpa tuya, Lucy. Te perdono. De hecho, te perdoné hace mucho tiempo. Tal vez sea hora de que te perdones a ti misma.
Por toda respuesta la chica sombría apartó la mirada y suspiró cansinamente. Lincoln se le quedó viendo tranquilamente, esperando que le dijese algo, pero el prolongado silencio hizo evidente que su hermana no estaba dispuesta a seguir discutiendo ese tema, por lo que el peliblanco decidió dejarlo para otra ocasión. Por el momento, había otros detalles que valía la pena preguntar.
—En fin… si quieres, podemos hablar de esto en otro momento. Por ahora, hay algo más que quisiera preguntarte. Dime, ¿por qué te muestras tan renuente a tratar de ayudar a las chicas?
Esta pregunto hizo que Lucy voltease a ver a su hermano con expresión de sorpresa.
—¿Es en serio, Lincoln? — preguntó con voz baja pero impaciente— ¿En serio quieres que te responda esa pregunta? ¿No crees que ya te he dado suficientes motivos para…?
—Hasta ahora, todo lo que me has dicho ha sido, entre otras cosas, que no vale la pena involucrarse con los problemas de los demás. — aclaró Lincoln — Como ya dije antes, esa es una opinión muy válida, y no pienso tratar de convencerte de lo contrario. Sin embargo, tu misma reconociste que empezaste a pensar de esta manera desde hace tres o cuatro años… y cuando te pregunté cómo habías llegado a esa conclusión, no respondiste adecuadamente a mi pregunta. Todo lo que hiciste fue responder mi pregunta con otra pregunta.
Lincoln pudo ver entonces una expresión de temor en el rostro de Lucy, pero este cambio tan súbitamente, que el chico incluso llegó a preguntarse si de verdad la había visto.
—¿A dónde quieres llegar con todo esto, Lincoln?
Lincoln pensó un poco antes de responder.
—Tengo razones para pensar que este cambio que tuviste no fue algo que sucediese de forma… digamos, natural. Pienso que tuvo que haber una experiencia, o mejor dicho, una serie de experiencias significativas que te orillaran a adoptar esta nueva… filosofía.
Por enésima vez, Lucy volvió a quedarse callada. No negó nada, lo cual, en cierta forma, podía considerarse como una especie de confirmación de que el peliblanco estaba yendo en la dirección correcta, pero esto no podía ser del todo certero.
"Al diablo" pensó Lincoln. "Se lo preguntaré sin rodeos".
—Lucy, lo que en realidad quiero saber es… si acaso todos los incidentes del pasado… ya sabes… aquellos donde todos se olvidaron de ti, te ignoraron o no pudieron verte, tuvieron algo que ver con todo esto.
Ahí estaba. Por fin lo había dicho. Ahora no había forma de volver el tiempo atrás.
—¿"Incidentes"? — Lucy resopló — ¿Así es como los llamas?
Resultaba difícil saber si la chica se sentía ofendida por la palabra "incidentes" o si simplemente la encontraba divertida. Lincoln tragó un poco de saliva, sintiendo que, de ahí en adelante, debía hablar con mucho cuidado.
—Bueno… sí. Considerando que fueron circunstancias… um… poco comunes y que trajeron muchos problemas no solo para ti, sino para todos…
Lucy suspiró al oír esa respuesta.
—*Suspiro* Para mí, no son incidentes, sino una constante realidad de mi vida. — antes de que Lincoln pudiese responder a esto, la joven poetisa siguió hablando — Déjame preguntarte algo, Lincoln… ¿Qué sentido tiene tratar de ayudar a personas a las que cada vez que les pido ayuda, o por lo menos una muestra de amistad y consideración, me dan la espalda o se olvidan de mí?
Lincoln se quedó boquiabierto, sin saber que responder. Lucy, al ver que su hermano seguía en silencio, siguió hablando.
—¿Qué sentido tiene tratar de intervenir en los pleitos y en las discusiones, cuando lo que yo juzgo bueno, para ellas es malo, y lo que a mí me parece malo, ellas lo aprueban? ¿Qué sentido tiene tratar de ayudar a encontrar la paz en medio de tantas peleas, cuando todo lo que hacen esas, a las que llamo "mis hermanas", es responderme con ira o simplemente decirme que me meta en mis propios asuntos?
Al ir hablando, su voz seguía teniendo el mismo tono apático de siempre, pero incluso así, uno podía fácilmente darse cuenta que cada silaba estaba impregnada de una tenue sensación de derrota. Una vez que Lucy hubo terminado de hablar, volvió a abrazarse a sí misma, para luego suspirar, como si estuviese completamente exhausta.
—*Suspiro* Yo no soy como tú, Lincoln. No tengo presencia ni poder de convencimiento. Mi voz es apenas audible y… la mayor parte del tiempo, soy ignorada. — se detuvo un momento para negar lentamente con la cabeza — Tu, por el contrario, puedes hablarles de frente y hacer que se unan en un mismo objetivo. Es por eso que prefiero apoyarte y ayudarte en todo lo que me sea posible. Sin embargo, si me pides que… "abra mi corazón" o que me involucre con los problemas, peleas y discusiones de las chicas… siento mucho tener que decírtelo, pero eso es algo que no puedo hacer, pues para ellas no soy más que una sombra imperceptible, y eso… eso nunca cambiara, aunque siempre este presente.
Lincoln miró atentamente a su hermana. La sospecha de que quizás los frecuentes incidentes anteriormente mencionados habían tenido algo que ver con el distanciamiento de Lucy… por fin había sido confirmada. Pero esto, lejos de hacerlo sentir satisfecho, lo hizo sentir culpable por no haber seguido sus instintos y ayudar a su hermana en todo lo que le hubiese sido humanamente posible. Lo mejor que podía hacer en esos momentos, era tratar de entender un poco más el razonamiento que había detrás de todo aquello.
—Suena como si estuvieses resentida con tus hermanas. — al oír esto, Lucy levantó la mirada hacia su hermano, pero no dijo nada — ¿Lo estás?
La joven pelinegra reflexionó un poco antes de responder.
—No estoy resentida. Estoy decepcionada. *Suspiro* Pero eso ya no importa…
—¿Por qué dices que ya no importa? — replicó Lincoln — ¡A mí me importa! — sentándose una vez más, en el borde de la cama, puso sus manos sobre los hombros de la chica — Mira, si quieres, puedo hablar con las chicas, o con Mamá y Papá. Puedo hacerles entender todo el daño que te han hecho y entonces todos podríamos…
—¡Ya basta, Lincoln! — exclamó la chica al mismo tiempo que apartaba sus manos de las de su hermano y se levantaba de la cama para pararse frente a la venta, sorprendiendo a Lincoln en el proceso — ¿Es que no escuchaste nada de lo que dije antes? Con solo hablar no se pueden resolver la mayoría de los problemas… pero lo mío ya no es un problema… ¡ES UNA REALIDAD!
Nunca en toda su vida, Lincoln había escuchado a Lucy hablar de esa manera. Todo lo pudo hacer fue quedarse ahí, mirándola boquiabierto.
—¡No me interesa hablar ni que hables con nadie! ¿Crees que las cosas mejorarán solo con eso? ¡Se realista, Lincoln! ¡En esta casa nadie a excepción de ti se preocupa realmente por mí, y no tengo ningún interés en tratar de cambiar ese hecho!
La voz de la joven poetisa empezó a quebrarse, como si estuviese a punto de soltarse a llorar. Lincoln se apresuró a acercarse a su hermana.
—Lucy, por favor, cálmate. — dijo el peliblanco mientras trataba de abrazar a la chica, pero esta se apartó antes de que pudiese hacerlo — Escucha, sé que a veces parece que nuestros padres y las chicas no te hacen mucho caso…
—¿"A veces"? — interrumpió Lucy con voz desganada.
Lincoln tragó saliva.
—De acuerdo. Muchas veces. — se aclaró la garganta — Pero eso no quiero decir que no te quieran o que no se preocupen por ti. La familia perfecta no existe… ¡y claro! La nuestra está muy lejos de serlo: hay diferencias, peleas, gritos… pero al final del día, también hay preocupación y amor detrás de todo eso. Si no lo crees… ¡Mira lo que me pasó a mí! Me enviaron a un reformatorio a pesar de nunca haber hecho nada malo y tuve muchas experiencias… desagradables. — suspiró — Si, estuve enojado y resentido con todos ustedes por un tiempo, pero al final comprendí que mis padres hicieron lo que hicieron porque pensaban en mi bien. Cometieron un grave error… pero al menos puedo entender que sus intenciones eran buenas.
Lucy miró a Lincoln con impaciencia.
—¿Ya olvidaste lo que dije antes? "El camino al infierno suele estar pavimentado de buenas intenciones".
Lincoln suspiró con cansancio.
—Por favor, al menos considera darles una oportunidad.
La chica le devolvió la mirada a su hermano sin decir nada por unos momentos.
—*Suspiro* En todo este tiempo, no he hecho otra cosa más que darles oportunidades. Cada vez que se han olvidado de mi o me han abandonado… los he perdonado sin dudarlo por un segundo, pero sin importar cuanto los perdone, la misma historia se sigue repitiendo incesantemente. Aun si decidiese aceptar tu generoso ofrecimiento y hablaras con ellos esta misma noche, la actitud que decidiesen tomar hacia mí en adelante no sería otra cosa más que la consecuencia directa de sus sentimientos de culpa y remordimiento por haberme… — hizo una breve pausa para pensar sus palabras cuidadosamente — "descuidado" por mucho tiempo. — negó lentamente con la cabeza — Lo siento, pero… para mí, esa clase de atención no tiene el más mínimo valor.
Ante esas palabras, Lincoln no supo que responder. Lucy entonces se volteó, y miró hacia la ventana con atención, como si hubiera algo más que ver que las hojas de los arboles meciéndose suavemente.
—No deseo que mi propia intrascendencia sea una carga innecesaria para mis padres o para ti. En especial, para ti… me rehúso por completo a agobiarte con más problemas de los que puedes cargar, pues puedo ver que tus manos ahora mismo están llenas con los problemas de las chicas. Comparada con ellas, lo mío… no tiene tanta importancia. *Suspiro* Ya no pienses más en mí. No vale la pena…
—Pero Lucy… ¿Cómo puedes hablar así? Sabes bien que yo…
—Agradezco que te preocupes por mí, — interrumpió la chica, como si ya esperase esa reacción de parte del chico — peroya he atravesado por experiencias mucho peores en mis vidas pasadas (4), llenas de angustias y tormentos, y he logrado soportarlas…
Abrumado por todo lo que estaba oyendo, Lincoln ni siquiera tuvo ánimos para preguntar acerca de las vidas pasadas de su hermana.
—¿Soportarlas? Querrás decir que te conformaste con ellas porque era lo que creías merecer, ¿no?
Lucy permaneció callada por unos momentos, sin apartar la mirada de la ventana. Después, volteo a ver a Lincoln, mirándolo con resignación y paciencia.
—Las cosas son como son, Lincoln. Lo que fluye, fluye; lo que falla, falla. — la chica soltó un verdadero suspiro tras decir estas palabras — Imaginarlo todo de otra manera solamente trae decepción y tristeza. ¿Sabías que Shakespeare dijo uno vez que el mundo es un escenario y que todos los hombres y mujeres no son más que simples actores? Bueno… pues en esta obra que a los dos nos ha tocado vivir, tu eres el verdadero protagonista, mientras que yo soy un simple personaje de apoyo menor que ofrece su ayuda desde las sombras. — se encogió de hombros lentamente — Al menos así es como yo lo veo.
Al oír todo aquello, Lincoln se sintió sobrecogido hasta lo más profundo de su alma y, por un breve instante, no pudo hacer otra cosa más que mirar a su hermana con perplejidad. Aquellas palabras eran demasiado depresivas, incluso para ella.
—No me gusta oírte hablar así.
La chica sombría soltó un verdadero suspiro.
—¿No dijiste antes que preferías que siempre te dijera la verdad? Bueno… pues ya te la dije. No te pongas ahora a recriminarme porque no te gusta lo que digo.
Al oír a su hermana hablar de esa manera, Lincoln tuvo una sensación amarga. En la voz de la chica había una clara nota de resignación, mas no de tristeza o dolor. Además de eso, parecía que Lucy sentía una extraña forma de auto desprecio o depresión, sin duda alguna provocada por todos los "incidentes" que había tenido que soportar hasta ese entonces, mientras que al mismo tiempo parecía ver a Lincoln bajo una luz demasiado brillante. Todo esto preocupaba mucho al joven peliblanco, además de que tampoco le agradaba la comparación que Lucy había hecho refiriéndose a él como el verdadero protagonista de la obra en que ambos "actuaban", mientras que ella solamente era un personaje secundario, por lo que decidió que tal vez fuese necesario aclarar ese punto de una vez por todas.
—Mira, no tengo ningún problema con que me digas la verdad. Lo que realmente me molesta son esas ideas tan… extrañas y negativas que tienes sobre ti misma. — dijo con voz tranquila mientras la miraba — Para empezar, no creo que seas ningún personaje de apoyo ni mucho menos. TU eres la protagonista de tu propia historia. Tienes grandes capacidades que te hacen única y especial. Eres…
Antes de que Lincoln pudiese continuar, Lucy lo detuvo poniendo su mano sobre los labios del chico.
—*Suspiro* — la conocidísima y clásica palabra brotó de los labios de la chica sombría — Por favor no sigas. Se lo que estas tratando de hacer.
—¿Qué quieres decir con…?
—Estas tratando de "arreglarme", al igual que al resto de las chicas.
Lincoln la miró sorprendido.
—Lucy, eso no es lo que yo…
Una vez, mas, la chica lo detuvo al poner su mano sobre su boca. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.
—Me siento agradecida por tu bondad y tu consideración hacia mis sentimientos. Significa mucho para mí. — para consternación del chico, apenas Lucy terminó de decir esto, la sonrisa se borró por completo de sus labios — Sin embargo, debes recordar lo que ya te dije antes: no todas nuestras hermanas estarán dispuestas a dejar que las ayudes. Y eso me incluye a mí.
Esta última declaración fue como fuerte bofetada para Lincoln.
—Pero Lucy… No entiendo cómo puedes…
—*Suspiro* Por supuesto que no lo entiendes.
Aun cuando esta última frase no fue pronunciada con una voz un poco baja, era claro que había una clara nota de amargura y tristeza contenida, ante lo cual, Lincoln no supo que contestar, llegando incluso a sentirse como un inútil, mientras que Lucy, por su parte, volteó la vista de nuevo hacia la ventana. El silencio se prolongó por casi un minuto, hasta que la chica pelinegra se decidió a hablar de nuevo.
—Te lo diré una vez más: no soy como tú, Lincoln. Tengo mis propios pensamientos, mi propia naturaleza melancólica… y el cobijo de la noche como mi único refugio. Tú, por otro lado, has escogido tener una fe inquebrantable en la luz. Creo que no es exagerado decir que ambos vivimos en mundos completamente opuestos. Por ello, es perfectamente natural para mi actuar según mi propio criterio. Sé que es difícil para ti entenderlo, pero he llegado a la conclusión de que… por más que lo intente… jamás podré escapar de esta oscuridad a la que pertenezco. — en este punto, volteó a ver a Lincoln — Eres un guerrero que está revestido de una luz inextinguible. Por más que lo desee, jamás podré seguir el mismo camino que tú.
—Oye, Lucy, creo que estas exageran…
Lucy lo interrumpió antes de que el chico siquiera pudiese terminar de hablar.
—No, no lo estoy.
Habiendo dicho esto, Lucy dirigió una última mirada a la ventana antes de volver a sentarse a la cama, tomar su cuaderno con ambas manos y hablar con voz apresurada y formal.
—*Suspiro* Ahora, espero que esto no te moleste, pero creo que nuestra conversación privada se ha prolongado demasiado para mi gusto. Preferiría aprovechar al máximo el poco tiempo de silencio que me queda en la soledad de mi habitación, sumergiéndome en la escritura de nuevas y melancólicas palabras en mi diario, los cuales reflejen estas tumultuosas emociones que ahora mismo me invaden. — en ese momento, volteó a ver Lincoln con una expresión fría — Si no te importa, mi concentración se perjudica mucho cuando soy observada.
El mensaje fue demasiado claro. Dicho fuese en otras palabras, la chica sombría le estaba pidiendo amablemente que por favor la dejase sola con sus pensamientos y su poesía, agregando además que ya no estaba dispuesta a seguir hablando del tema. Lincoln suspiró, sintiéndose derrotado.
—Como desees, Lucy.
Así pues, el peliblanco empezó a salir de la habitación de su hermana, pero poco antes de salir por la puerta, se volteó hacia Lucy y le dijo:
—¿Sabes algo? Tal vez yo no pueda entender tu manera de pensar, pero… eso no significa que tengas permanecer en silencio todo el tiempo. Recuerda que, si alguna vez llegas a sentirte mal, o si simplemente quieres que alguien te escuche… yo siempre estaré aquí para ti, Lucy.
La chica, quien ya estaba de nuevo escribiendo con el cuaderno en su regazo, dejó de escribir, levantó un poco la mirada al oír aquello, después, simplemente asintió con la cabeza y volvió a hacer lo que estaba haciendo.
Lincoln, por su parte, camino lentamente hasta su propia habitación, sintiendo que tenía muchas cosas en las que pensar.
(FIN DEL FLASHBACK)
CONTINUARA…
NOTAS
1) Pequeña referencia a "El principito" de Antoine de Saint-Exupery. Al igual que Lucy, el principito nunca responde de manera directa las preguntas que le hace el narrador, de hecho, ni siquiera las escucha, y solo con los detalles que va mencionando, poco a poco el narrador va descubriendo la verdad.
2) En los Estados Unidos, la Alerta AMBER es un sistema de notificación de menores de edad desaparecidos. Se caracteriza principalmente por emitirse lo antes posible y por transmitirse por diversos medios como televisión, radio, mensaje de texto, correo electrónico, pantallas electrónicas, entre otras; a fin de poder llegar al mayor número de personas posibles.
3) Esta es una expresión en ingles que se utiliza para referirse a una persona que ha aprendido muchas habilidades en lugar de centrarse solamente en una. Básicamente se refiere a un "mil usos". Preferí escribirlo en ingles porque pienso que suena mejor así.
4) Si mal no recuerdo, en un episodio de Halloween Lucy mencionó haber tenido vidas pasadas, lo cual, en su momento, me pareció algo interesante que valía la pena ser mencionado. Así pues, en este universo que estoy creando, Lucy ha tenido varias vidas pasadas y todas más o menos iguales… por el momento eso es todo lo que hay que decir.
PD. En el poema de Lucy, dejé oculta una pequeña referencia a Juego de tronos (o "Canción de Hielo y Fuego" para los entendidos), para ver si alguien la puede encontrar.
Bueno, un saludo grande y, por supuesto, un gran agradecimiento a todos los que leen esta historia, la cual, como pueden ver, aún sigo escribiendo.
Siendo sincero, este capítulo me estaba saliendo muuuy largo, por lo que decidí dividirlo en dos partes. Al principio pensé en terminar las dos partes y luego publicarlas juntas, pero aún estoy batallando con la segunda parte así que decidí de una vez postear la primera.
Como pueden ver, a partir de aquí, me empezaré a enfocar más en Lucy y en su historia, la cual, créanme, es muy oscura y triste. En la siguiente parte, veremos más detalles de lo que pasó con ella en el pasado.
Lamentablemente, en esta ocasión no cuento con el suficiente tiempo para escribir mis comentarios a todos los reviews del capítulo pasado, pero quiero agradecer inmensamente a copet, Jonas Nagera, Wiel Mehr, y el Caballero de las Antorchas por sus comentarios. Especialmente quiero agradezco a Hisworld39…. Vaya que tu review fue larga, pero créeme que la leí de cabo a rabo y me hizo pensar. Hay un cierto orgullo en ver que la historia que estoy escribiendo genera tanto en que pensar…
En fin, sin más por el momento, ahora me despido. ¡Hasta la próxima!
