xSouh

Burakkurōzu

10: Pequeño Cerezo

─¡Ja! Esta vez yo gané ─gritó alegre Suigetsu mientras dejaba caer su ultimo naipe sobre la mesa y levantaba una pierna haciendo una ridícula pose de victoria que daba pena ajena a cualquiera que lo viera.

─Eso es porque hiciste trampa, maldito pez apestoso ─ dijo Karin aventando todas las cartas que tenía en mano, que eran casi la mitad de la baraja.

─No seas mala perdedora, zanahoria. ─le sacó la lengua el peliblanco ─sabes perfectamente que yo no soy un tramposo, fue tu culpa por querer pescar sin parar.

─¿Cómo no iba a pescar mil cartas si tu tenias todas las del color que necesitaba?

Sakura solo se quedó en silencio, mirando de un lado a otro como los dos ninjas se peleaban mientras observaba su propia mano llena de cartas, ni siquiera había estado cerca de ganar, ni en ese juego ni en la docena pasada. Su cerebro estaba trabajando a toda velocidad tratando de procesar todo.

Esa era la primera vez que ella jugaba cartas y le habían explicado con lujo de detalles en que consistía y lo que tenía que hacer para ganar, cosa que no parecía muy complicada y ella estaba segura que triunfaría en ello.

Pero no.

Por alguna extraña razón había perdido cada juego, tenía la sospecha de que la pelirroja tenía razón y Suigetsu estaba haciendo trampa, pero al mismo tiempo ella tampoco jugaba limpio.

─Pues entonces tienes que barajear bien para que no queden todas juntas, ese no es mi problema. ─se defendió.

─Entonces tu hazlo, genio.

─De cualquier forma, no es normal que hayas ganado los últimos cinco juegos ─Sakura se unió a las quejas, no muy feliz de no poder ganar ninguno.

──Es que yo soy bueno en todo lo que hago, Sakura ─le sonrió coqueto. ─te lo puedo demostrar cuando quieras.

─¡Cállate, cara de pez! Solo vas a lograr que Sakura vomite ─

─¿VAN A DEJAR DE PELEAR O QUIEREN MORIR? ─ La voz tétrica de Juugo sorprendió a los tres ninjas, logrando que guardaran silencio de inmediato y se pusieran en defensa al ver como un camino de manchas como fuego empezaban a cubrir el cuerpo del ninja que había estado sentado meditando en una esquina.

Karin y Suigetsu fueron los primeros en reaccionar, no era la primera vez que veían como el tranquilo ninja de cabellos naranjas se salía de control, Sakura por el contrario no podía estar más sorprendida al verle cambiar de actitud a una contraria a la que había mostrado hasta ese momento.

─Tenemos que despertar a Sasuke-kun ──susurró Karin a los otros dos, la mesa donde habían estado jugando quedó volteada y las cartas esparcidas por el suelo.

─Van a morir ─Susurró Juugo con una mirada muy diferente, como si fuera un animal salvaje que acababa de volverse loco y ahora solo quería liquidar a cualquiera que tuviera enfrente.

─Dudo que Sasuke pueda despertar en este momento. Aun no se recupera. ─chasqueó los dientes Sakura mientras pensaba una forma de salir de aquel problema antes de que terminaran destruidos como la mitad de los muebles de la habitación.

─¿Algún plan que se les ocurra? ─-preguntó Suigetsu, tomando su espada listo para defenderse.

─-¿Le pasa muy seguido? ¿Cómo lo detienen normalmente? ─-Sakura empezó a hacer preguntas mientras empezaba a moverse a la salida, lejos de la puerta de la habitación donde Sasuke estaba recuperándose.

─Sasuke-kun utiliza su Sharingan

─Bueno, no tenemos un usuario de Sharingan en este momento, así que tendremos que hacerlo por las malas.

─¿qué vas a hacer, pelos de chicle?

Sakura aún no estaba segura de aquello, pero no había más opción que intentarlo. Cerró los ojos concentrándose, sintiendo el flujo de chakra recorrerle todo el cuerpo y esperando el momento perfecto para atacar.

─¡Ahora! ─gritó la pelirosa mientras se lanzaba contra el Juugo, concentrando chakra en su puño y esperando el momento en que hiciera contacto con el torax del hombre para liberar una descarga de energía.

Sakura no se sorprendió cuando aquello había funcionado, el hombre que le doblaba el tamaño y triplicaba el peso salió volando hasta chocar con la pared frente ella, así como aparecieron las manchas en su piel fueron desapareciendo y su brazo empezó a regresar a la normalidad para tranquilidad de los tres.

─¿Qu-ué rayos fue eso? ─preguntó Suigetsu, apuntando a su compañero de equipo caído mientras su mano temblaba.

─Con esa maldita fuerza puedes matar hasta a un elefante, chicle ─vociferó la de lentes, tan sorprendida como el albino y alejándose un par de pasos de la akatsuki, solo por seguridad, no es que tuviera miedo o algo así.

─Dejaré de hacer trampa en los naipes si no quiero terminar sin cabeza ─ dijo para si mismo Suigetsu, ganándose la mirada acusadora de las dos kunoichis.

─¡Sabia que estabas haciendo trampa maldito sushi podrido! ─gritó, vencedora Karin al escuchar la declaración.

─Y yo sabía que no era tan mala como para no poder ganar ni siquiera un juego.

─¿Qué está pasando aquí? ─les interrumpió una nueva voz, una que ninguno de los tres había escuchado desde hace cinco días después de su batalla con akatsuki.

El Uchiha fue el más confundido al enfrentarse al escenario frente a él, había estado dormido por quien sabe cuanto tiempo, su cabeza le dolía horrores sin contar que hasta respirar era un suplicio, y esas personas ahí afuera no parecían querer cooperar con su estado de salud ya que parecía que tenían un terremoto dentro de la pequeña habitación del hostal donde se encontraban.

Esos tres parecían niños pequeños peleando por algo que él no podía entender, todos los muebles estaban patas arriba, había cartas tiradas por todos lados y Juugo estaba contra la pared en una posición que parecía se acaba de estrellar.

─¡Sasuke-kun! ─gritó Karin, perforándole los tímpanos mientras se acercaba e intentaba darle un abrazo que gracias a los dioses ninja, pudo evitar.

─¿Por qué estas de pie? ─le regañó Sakura antes de Suigetsu se pudiera burlar de Karin ─tus heridas fueron demasiado graves, necesitas guardar reposo.

─Hmnp. Yo puedo hacer lo que yo quiera, nunca acordamos que eras la líder o pudieras darme ordenes en este equipo.

─Tu puedes ser todo el líder que quieras Uchiha, pero yo soy médico y se que apenas puedes estar de pie. ¿Acaso crees que en esa condición eres rival para Itachi? ─se burló de él, levantando una ceja y pintando en sus labios una media sonrisa que le daba la respuesta clara.

─Molestia...

─¡Jajajajajajaja! A Sasuke lo manda una niña de cabello rosa. ─se burló Suigetsu al notar que su jefe regresaba a la cama, pero eso solo logró que ambos ninjas de Konoha voltearan a verlo, Sakura no tenía Sharingan, pero sus ojos le dieron tanto miedo como el dojutsu Uchiha, tragó grueso.

─Eres un idiota, Suigetsu. ─susurró Karin, llevándose una palpa a la frente al notar la desarrollada inteligencia de su compañero, para un pez, claro.

─Solo lo dije de broma, Sakura preciosa. ─se disculpó utilizando su supuesta galantería ─yo se que tu eres muy fuerte y puedes patear el trasero de quien tu quieras. Hasta te dejaría patear mi trasero con gusto.

─Repito: eres un idiota, Suigetsu.

─¿Qué pasó con Juugo? ─Sasuke preguntó al recordar que el miembro con mayor masa muscular de todos los presentes parecía que acaba de ser pateado por un gigante.

─No mucho, Sasuke. Sakura lo golpeó y salió volando cuando volvió a despertar sus instintitos asesinos y trató de convertirnos a todos en puré.

Después de las palabras del albino, Sakura sintió la pesada mirada negra sobre ella, casi podía escuchar los engranes de la cabeza del Uchiha moverse tratando de analizar la situación.

─Mejor no quiero saber nada. ─ terminó con aquello, volviendo a la cama, todo eso le daba una migraña horrible y Sakura tenía razón en algo: necesitaba estar en su mejor condición para poder enfrentar a Itachi.

Había abandonado su aldea, su equipo y su hogar llevándose solo su nombre para conseguir poder, ser fuerte y poder derrotar a su hermano, el hombre que había matado con sus propias manos a todo su clan solo para probarse así mismo.

Itachi siempre fue un genio, no podría vencerlo solo con vanidad de saberse fuerte y haber derrotado a uno de los tres grandes sannin.

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Cuando la infantil discusión terminó, Sakura sintió que necesitaba salir de ese lugar para tomar aire fresco.

Desde que tenía siete años de edad, jamás había estado tantos días lejos de Itachi, sus misiones regularmente no tardaban tanto y siempre que podía lo acompañaba, era tan extraño estar lejos de él y más extraño era lo poco que pensó en ello.

Pasar tiempo con Hebi era distinto a estar con Itachi, e incluso que con Kisame, pero se descubrió disfrutando bastante de ese tiempo, no se sentía obligada a estar con ellos ni lo consideraba como una misión de niñera del tonto hermano menor de Itachi.

Sakura podía asegurar que había empezado a sentir aprecio por esos ninjas, hasta de Suigetsu con sus malos chistes y coquetería simplona, Karin con sus comentarios llenos de falsa agresividad, la tranquilidad de Juugo.

A Sasuke aún no sabía cómo describirlo, era difícil para ella no querer meterlo en ese molde de hermano de Itachi, el idiota que había desertado de Konoha para ir tras un ninja loco que tenía un largo historial de experimentos humanos y quien sabe cuanta cosa rara más.

Itachi no debió de pedirle esa misión.

No podía pasar más tiempo con ellos y disfrutar de juegos de cartas y peleas durante el desayuno porque en un par de días ella tendría que volver a cambiar de lado.

Tendría que ponerse la capa de Akatsuki y evitar que ninguno de los tres interviniera entre la pelea de Sasuke e Itachi, y aunque hubiera disfrutado de esos días que estaban compartiendo, no flaquearía.

Ya tenía bastante con el hecho de tener que quedarse sin hacer nada cuando los Uchiha pelearan. La vida podía ser un poco injusta en hacerla ver las dos caras de la moneda sabiendo que eran lo mismo: niños inocentes consumidos por algo mucho más grande que cualquiera de ellos.

Los pensamientos de Sakura la llevaron a perder la noción del tiempo, ese par de días sin tener un entrenamiento real solo lograban que sus piernas se entumieran por la falta de adrenalina corriendo por sus venas. No sabía cuanto tiempo había caminado por las calles del pueblo, ni siquiera cuando el sol se oculto y las estrellas aparecieron.

Esa noche había una luna enorme y los sonidos de los animales del bosque evitaban el silencio, brincó sobre una rama, buscando un buen lugar para sentarse un rato evitando volver.

El amor es la verdadera clave para florecer. Leyó en la corteza del árbol, al parecer alguien ya había tenido la misma idea de sentarse en esa rama. Pasó la punta de los dedos por la madera, sintiendo el tacto frio y rasposo, ya estaba curado así que no sabía cuanto tiempo tenían esas palabras escritas.

Durante esos días había estado durmiendo bastante, aún así sintió como sus parpados se ponían cada vez más pesados, costándole trabajo mantenerlos abiertos. No sintió miedo ni adrenalina, solo se dejó llevar recargándose en el tronco que parecía tan cómodo.

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─¡Kai! ─gritó mientras sus manos formaban un selló, buscando salir de donde sea que estuviera, miró el cielo sin recordar como había sido antes, pero ahora era negro, muy negro y con muchas más estrellas de las que pudiera haber visto en toda su vida, parecían luciérnagas de lo bajo que estaban.

Ella había sido entrenada para detección de genjutsus y aquello no podía ser normal.

Cuando el cielo dejó de parecerle lo más interesante del mundo, arboles comenzaron a aparecer en la periferia de su visión, volviendo cada vez más céntricos y lejanos pero el que más le llamó la atención fue uno que estaba a unos metros de ella.

Jamás había visto uno como ese, era grande y frondoso, con raíces enormes que superaban su tamaño creando canales por donde nacían riachuelos que iban a desembocar a un lago. Hasta ese momento no había notado que había un lago, y era enorme, con agua cristalina que reflejaba el cielo nocturno.

Aún después de tratar de disipar la técnica ilusoria nada pasó. Ella seguía ahí y cada vez se sentía más real, su piel descubierta reaccionaba a la brisa fresca de inicio de primavera, se abrazó así misma, notando que ya no llevaba sus pantalones y blusa ninja.

Su cuerpo solo estaba cubierto por un vestido de tela blanca y fina, los dedos de sus pies descalzos jugaban con el pasto verde y las flores le hacían cosquillas en los tobillos.

Porque había flores, muchas y de todos colores.

Cada vez que volteaba a algún lugar más y más detalles comenzaban a aparecer.

Volvió a juntar las manos en otro intento inútil de salir de aquel sitio, no sabía donde estaba y eso comenzó a desesperarla.

Caminó hasta el árbol, que era lo que tenía más cerca, tratando de subir entre las raíces pero sus pies no podían, no se quedaban pegados a la corteza a pesar de ser algo que ella podía hacer incluso dormida o sin la mitad de su cerebro.

─No te desesperes, Sakura─chan. Todo esta bien ─escuchó decir una voz lejana.

Ella conocía esa voz. Ella sabía quién era y jamás olvidaría, aunque hubieran pasado mil años. Pero eso no podía ser.

─¿Ma-mamá? ─preguntó con voz temblorosa, girando para encontrarse con tres siluetas borrosas. Talló sus ojos buscando aclarar su visión mientras las tres personas se acercaban.

Sus ojos se llenaron de lagrimas al verlos. No podía creerlo. No podía ser posible.

─Mi Sakura, mi pequeño cerezo ─habló la silueta más alta.

─Eres tu papá ─lloró, acercándose a ellos y notando como se volvían más nítidos.

─Ya eres toda una señorita, Sakura ─volvió a hablar la primera voz, acercándose a la pelirosa y rodeándola con sus brazos.

─Y pensar que eras una bolsita de huesos de menos de un metro de altura la ultima vez que te vi, hermana.

─Yo... ¿cómo? ¿por qué? ─preguntó confundida y feliz. ─¿Estan...?

─No Sakura. Nosotros morimos cuando tenías siete años. ─le respondió su padre, pasando una mano por sus hombros.

─¿Entonces cómo? ─preguntó con miedo que desaparecieran en cualquier instante.

─Ni nosotros mismos lo sabemos. Quizá solo es una pequeña parte de nuestra energía guardada en este sitio ─-le explicó su madre ─-este lugar se parece mucho a esa tierra de hadas del cuanto que le pedias a tu abuela que te contara cada noche.

Sakura asintió, aún con lagrimas de felicidad en sus ojos, abrió la boca para decir algo pero nada salió. Lo intentó de nuevo y pasó lo mismo.

─¿qué pasa hija?

─¿Ustedes no están decepcionados de mí? ─preguntó finalmente, con los ojos cerrados, no quería ver la cara de sus padres en esos momentos. Ella había dejado la aldea por la que ellos había vivido e incluso habían dado sus vidas y ahora era parte de la peor organización criminal de la historia del mundo ninja.

─Jamás estaría decepcionada de ti, Sakura ─le habló su madre, por primera vez dirigiéndose a un adulto. ─Se que cada decisión que haz tomado ha sido difícil y haz tratado de hacer lo mejor que puedes.

─-Además estoy seguro que eres muy fuerte, nee-chan ─ dijo su hermano, aprovechando que aún seguía siendo más alta que ella para revolver sus cabellos.

─Podría aplastarte sin ni siquiera sudar ─se burló ella, sacándole la lengua de una forma infantil.

─Siempre estaremos orgullos de ti, Sakura.

─¿Papá? ¿Mamá? ─ preguntó cuando todo se comenzó a desvanecer, su familia y todo se estaba volviendo lejano, ya no escuchaba nada.

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Sasuke ya estaba harto de tener que pasar todo el día en la cama, no podía estar un minuto más en ese lugar sin querer destruir todo con un chidori.

Ninguno de los tres miembros de su equipo se animó a detenerlo cuando salió de la habitación en busca de aire fresco, ya había pasado muchos años de su vida dentro de una cueva como para seguir así.

El pueblo no era muy grande y cuando comenzó a oscurecer la mayoría regresó a sus casas, caminó por las calles poco transitadas sin nada en especial que hacer. Sabía que Sakura no había vuelto. En esos días que había pasado con ellos nunca desapareció por tanto tiempo así que siguió caminando.

No comenzó a preocuparse hasta que pasó de media noche, por muy akatsuki que fuera, no sabía que tan fuerte era y si podía defenderse sola. Los bosques estaban llenos de vándalos últimamente y se sentía un poco en deuda porque ella lo había curado.

Se concentró en sentir su firma de chakra, ya se sentía lo suficiente curado como para saltar entre las ramas de los árboles, aunque no necesitó ir muy lejos para encontrarla.

Al principio pensó que solo estaba dormida, pero cuando se paró a su lado y ni siquiera se inmutó sabía que eso no era normal.

─Sakura. ─le llamó, sin obtener respuesta. Se agachó y le tocó un hombro y aún nada ─ tks... molestia.

Sin detenerse a pensar mucho, la tomó entre sus brazos y comenzó a saltar entre los tejados de vuelta al hostal donde se estaban quedando.

─¿Sasuke? ─ Escuchó como poco a poco salía del estado de inconciencia, tratando de enfocar su vista para saber dónde estaba.

─Te desmayaste.