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xSouh
Burakkurozu
14: El idioma de las flores
Sintió los pétalos caer sobre sus hombros desnudos mientras sus ojos solo podían ver al horizonte, perdidos en la puesta de sol sin saber en qué día estaba, sus manos aún llenas de tierra después de haber enterrado el cuerpo de Kisame, ardían.
Sabía que sus niveles de chakra estaban peligrosamente bajos, ni siquiera tenía energía para regresar a la cabaña donde Itachi seguía dormido después de un arduo procedimiento. Su familia jamás le inculcó alguna religión, pero si los dioses ninjas realmente existían, ya había perdido la cuenta de las veces que rezó por la vida del Uchiha.
Su mente parecía más clara en ese momento, las ultimas horas regresaban a su memoria de golpe, el cuerpo de Sasuke tirado al lado del de su hermano y la otra persona que la siguió, Sakura sabía que esa firma de chakra ya la conocía, pero de alguna forma nada venía a su memoria.
Arrastró los pies de regreso a la cabaña, está vez poniendo atención en los detalles. Las cinco enormes montañas que rodeaban todo el valle y los incontables arboles de cerezo que rodeaban la construcción, resaltando entre los pastos verdes, también se lograba ver un pequeño huerto, sobresaliendo varios árboles frutales que Sakura reconoció con solo ver las hojas.
Decidió dejar la experiencia de explorar el paisaje para cuando tuviera la energía suficiente, subió los tres escalones del recibidor de la cabaña, luchando por no sentarse en el columpio de madera y pasó la puerta. La primera vez que entró, con Itachi moribundo en sus brazos no tuvo tiempo de admirar el recibidor. Las paredes estaban pintadas en colores claros y frescos, no había chimenea, no hacía falta con el clima primaveral y viento fresco que corría fuera.
Tampoco necesitaba salir para admirar el paisaje, los ventanales enormes le daban una vista casi periférica aún desde el comedor de madera tallado y la cocina. Había cuatro puertas, dos desde la sala, Sakura descubrió que eran recamaras, la tercera un baño y la última una salida al huerto posterior.
La ducha fue lo que más llamó su atención, sacándose la ropa sucia y sudada, ni siquiera recordaba cuando fue la ultima vez que se tomó el tiempo suficiente para bañarse, ¿antes de que Konoha los comenzara a perseguir?
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Cuando la sensación de sus parpados pesados volvió, luchó por abrir los ojos, la luz que se colaba por el ventanal era molesta y terminó por despertarla. La cama era mullida y las almohadas parecían estar llenas de plumas, el edredón era fresco y cómodo, aun así, cuando trato de levantarse los músculos de la espalda se sentían engarrotados.
Sus huesos crujieron cuando por fin logró levantarse, arrastrando los pies descalzos por la alfombra. La imagen que el espejo del baño le devolvió incluía ojos hinchados y una maraña de cabellos rosas muy desordenada.
Las tripas le crujían, pidiéndole algo de comer, pero sus piernas la llevaron hasta la habitación donde había dejado a Itachi. Por la cantidad de líquido que aún había en la solución que le estaba pasando por la vena calculó que había pasado unas veinte horas dormida.
Hizo un escaneo rápido para comprobar que todo siguiera bien, se alegraba de que hubiera más color en su rostro y que la mayoría de las heridas pequeñas empezaran a sanar.
Sus niveles de chakra no se habían normalizado, se sentía lo suficientemente débil como para no ser capaz de realizar una sesión de curaciones y se odio por ello. Salió de la habitación con muchas emociones contradictorias y fue directo a la cocina para ver si tenía más suerte si llenaba su estómago.
La falta de azúcar en su cerebro no le dio para sorprenderse por encontrar un refrigerador funcional y suficiente comida para sobrevivir, la mayoría de ello en frutas, verduras y granos. Buscó los ingredientes para hacer platillo sencillo, ya después se encargaría de ver si el lago tenía peces. Solo pensar en un pescado frito hizo que sus tripas gruñeran emocionadas, pero tampoco rechazaron el arroz.
Solo hizo falta que comenzara a comer para que todos los músculos de su mandíbula se aflojaran al sentir el sabor de la comida, los palillos quedaron aun lado del hambre que tenía, utilizando la cuchara para probar bocados fueran más copiosos.
Cuando estuvo satisfecha, la curiosidad se apoderó de ella, queriendo investigar más del lugar donde estaba. En la pared contraria al ventanal había un estante lleno de libros que abarcaba todo el muro, de suelo a techo.
Sakura se perdió en los relieves tallados en la madera que formaban diseños complicados de flores y una telaraña de rosales espinosos. Sus dedos siguieron una de las ramas, sintiendo los bordes de las espinas, que en lugar de dañarla daban la sensación de seda.
El filo de su uña fue a dar a un libro de pastas duras y viejas, hechas de cuero tratado. Sin poder evitarlo sacó el ejemplar, leyendo el grabado: El idioma de las flores.
Ese no era un tema que ella desconocía, desde que supo que su nombre significaba flor de cerezo había buscado más sobre el tema, en su propia casa había un diccionario parecido.
"Las flores es una de las manifestaciones más vistosos de la madre naturaleza, ellas captan y embellecen los sentidos tanto racionales como los "irracionales", es una dulce tentación para un propósito de vida; es por ello que hermosas flores atraen a sus polinizadores valiéndose de los más sofisticados y a la vez simples recursos para ello..."
Pasó directamente al índice, donde venia un listado de todas las flores que alguna vez escuchó y otras que jamás lo hizo. Corrió la vista por la estancia, decorada con distintos tipos, buscando alguna de la que no supiera su significado.
Rosas, lirios, tulipanes, margaritas, azucenas... esas las conocía. En la esquina, casi perdidas entre las demás vio una más pequeña y no tan colorida como las otras. Sabía el nombre, pero jamás buscó su significado.
Corrió las páginas para llegar a la letra E, y siguió hasta que la encontró.
Eglantin: El amor y el sufrimiento irán juntos.
No dudo en lo real que podía ser, pero eso no le quitaba un gramo de verdad a la hermosa frase, así se sentía en ese momento. ¿No podía solo ser feliz y ya?
¿Realmente tenía que haber pasado todo eso? ¿No podían ella e Itachi simplemente poder vivir tranquilos sin venganzas estúpidas y muertes de sus compañeros?
La muerte se estaba convirtiendo en una amiga muy cercana en su vida. Todos los que conocía morían. Había tenido que pelear con uñas y dientes para evitar que Itachi se fuera de ese mundo.
Sintió como sus uñas se clavaban en sus palmas al apretar los puños de coraje, ahora estaba sola. Ahora podía llorar como niña pequeña sin parecer débil ante nadie, los quejidos salieron de sus labios, entrecortados mientras su pecho subía y bajaba en un ritmo desigual.
No fue consciente de cuanto tiempo pasó, pero el libro en sus manos que ahora estaba lleno de sangre y lagrimas comenzó a brillar formando un circulo blanco que iluminó todo.
Abrió y cerró los ojos en repetidas ocasiones, alerta de cualquier movimiento o presencia rara en la habitación.
─Aquí no debes de preocuparte por tu seguridad, niña. ─Le dijo una anciana, sentada en uno de los sofá, tranquila como si todo el tiempo hubiera estado ahí. Sakura dio un pequeño brinco y se puso a la defensiva, buscando incipientemente un arma entre sus ropas, pero no había nada.
─¿Quién es usted? ─le preguntó sin relajar la postura. De alguna manera le parecía conocida, pero ella jamás había visto una anciana así. Tenía que admitir que la señora tenía una belleza extraña e irreal, con los cabellos plateados y largos, los ojos verdes y un kimono tradicional. Si en ese momento aparecía un gato que hablara no se sorprendería para nada.
─¿Quién soy? ─Devolvió la misma pregunta mientras sus manos se posaban en su regazo, preparándose para responder aquello como si ya estuviera impuesta a hacerlo. ─Yo soy Kanimi Haruno.
─¿Haruno? ─cuestionó sin podérselo creer, eso no podía ser cierto porque la pelirosa sabía que ella era la última de los Haruno. No había ninguna persona viva en ese mundo que fuera su familia de sangre.
─Así es, Sakura-chan. ─respondió con una sonrisa ladina, la misma sonrisa que tiene alguien que se sabe conocedor de las respuestas a todas las preguntas. ─Digamos que soy algo así como tu tatara tatara abuela.
─Pero...
─No te asustes, pequeña ─Dijo antes de que Sakura pudiera decir algo más. ─Ahora mismo estas en el santuario Haruno, es normal que pasen cosas así, por eso mismo pudiste ver a tus padres y tu hermano antes.
─¿Usted como sabe eso?
─Porque yo soy la guardiana del santuario. Algo parecido a una sacerdotisa. ─explicó.
─¿Y la cabaña? ¿Itachi...?
─No te preocupes por el Uchiha. ─la detuvo de nuevo. ─Ese hombre abrió la puerta de su casa a uno de los nuestros, y ahora nosotros le damos protección a él.
─Gracias. Pero, ¿Cómo llegué a este lugar?
─Eso es algo que llevas en el alma, Sakura. ─recitó con voz dulce. ─Deja te cuento una vieja historia.
"─Cuando los dioses les dieron a los humanos la capacidad de controlar los elementos de la naturaleza, no fue para que los usarán como armas para matarse entre ellos, la tierra es un lugar hermoso, como puedes ver a tu alrededor. Cuando inició la primera gran guerra y las aldeas se empezaron a consolidar como fortalezas miliares, los ancianos Haruno decidieron no participar en estas matanzas y llevaron nuestro territorio lleno de riquezas naturales a un lugar donde el resto no pudiera acabarlo.
─¿Esto es otra dimensión?
─No sabría explicarte como funcionan las dimensiones, Sakura. Solo se que este lugar sobrepasa el mundo ninja, por más que viajes nunca llegaras aquí.
─¿Y cómo llegue yo?
─Fueron seis ancianos los que escondieron la aldea de los ojos de los demás, cada uno de ellos poseía una cualidad muy significativa y que se creía importante que una persona poseyera: Inteligencia, fuerza, belleza, amor, honor y finalmente la bondad. Solo una persona digna de esas cualidades puede llegar aquí.
"─Durante generaciones ningún Haruno había sido capaz de abrir el santuario de los Haruno. Así que hoy yo te doy la bienvenida, me alegra saber que haya alguien capaz de llegar hasta aquí, el santuario te recibirá siempre que lo necesites. Espero volver a verte, Sakura-chan.
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Cuando Itachi despertó, no sabía qué estaba pasando.
Trató de enfocar la vista, pero le fue imposible. Desde que había estado entrenando a Sakura en la guarida Este y ella se había dado cuenta parcialmente de su enfermedad, la pelirosa lo obligó a recibir sesiones curativas.
Pero Sakura no se había dado cuenta del verdadero daño que tenía su cuerpo, al menos no completamente y el se encargó que así fuera.
Itachi tenía un plan perfectamente trazado para su vida y cuando sintió su corazón latir supo que no salió como estaba planeado.
Él iba a morir a manos de su hermano, además tenía una vaga esperanza de que Sakura siguiera a Sasuke, o Sasuke siguiera a Sakura. Cualquier de las dos cosas habría estado bien para él. ¿Qué caso tendría haberla mandado que lo guiara si no?
Quería que se conocieran sin el prejuicio de tener su cadáver en medio.
Cuando quiso levantarse de la cama un cable se lo impidió, lo jaló sin preocuparse qué era hasta que sintió el dolor punzante de una aguja salir de su cuerpo, se tropezó con la orilla de la cama y utilizó sus manos para salir de la habitación a tientas.
La luz que se lograba filtrar por sus ojos era amarilla y opaca, podía ver sombras borrosas lo que evitó que se estrellara con muchas paredes y muebles. No había ningún ruido para guiarse y no sentía ningún chakra cercano para guiarse.
Tal vez si estaba muerto y en el infierno a las personas si les latía el corazón.
Cuando casi se da por vencido una mancha rosa apareció en la periferia de su visión, caminó hasta donde se encontraba, tirando algo que no supo identificar en el camino hasta sentir el cuerpo tibio de Sakura. Su chakra estaba muy bajo, ni siquiera había podido detectarlo, fácilmente pudo haber sido el de una ardilla en el bosque.
─¿Sakura? ─preguntó, agitándola para despertarla.
Cuando la pelirosa logró recuperar la conciencia se sorprendió de estar siendo cargada por Itachi, alegrándose de verdad por primera vez en mucho tiempo, lo abrazó con fuerza haciendo que por poco los dos cayeran y se diera cuenta de la falta de visión del Uchiha.
─Efectos secundarios del uso de Mangekyo ─le dijo, antes de que iniciara toda una serie de preguntas que no quería responder en ese momento.
─Eres un idiota, Itachi. ─lo golpeó en el pecho, descargando toda la frustración que había sentido hasta ese momento y sorprendiendo al pelinegro. ─pensé que morirías y yo me quedaría sola otra vez...
─Tu no estarías sola, Sakura.
─Kisame murió peleando con Suigetsu. ─sus palabras salieron con coraje, queriendo golpearlo de nuevo, pero su parte médica le decía que no lo hiciera.
─hmnp...
─Lo sepulté a la orilla de un lago, donde hay muchas flores. Creo que le gustaría ese lugar.
─¿Dónde estamos? ─preguntó Itachi ─ No siento ningún chakra cercano, y no es ninguna de las guaridas.
─Aún no entiendo muy bien eso, pero creo que es una especie de santuario de mi familia. ¿Tienes hambre?
─¿Santuario de los Haruno? Nunca escuché hablar de ello. ─respondió ─Y si, muero de hambre.
Aún quedaba algo de comida de lo que había hecho anteriormente, Sakura no podía decir con precisión cuanto tiempo estuvo inconsciente, pero cuando guío a Itachi a la mesa, ella también se sirvió una ración.
─Yo me encargaré de que puedas volver a usar tu Sharingan. ─le dijo, evitando decirle directamente que lo que buscaba era que volviera a ver.
─No te preocupes por eso, no es lo más importante en este momento.
─Déjame tomarlo como un reto personal, Itachi. No creo que haya un medininj que haya estado en mayor contacto con el Sharingan que yo, quiero entender que es lo que esta pasando, y de pasada ayudarte. ─mintió sobre el orden de sus prioridades, estirando su mano para darle un par de palillos al pelinegro.
─Sé que al final no te podré detener, eres capaz de amarrarme a una cama por tal de hacerlo. ─
Las palabras de Itachi aligeraron el ambiente, haciendo reír a la pelirosa y olvidado todo, pero sus ojos no perdieron el brillo de decisión.
